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lunes, 4 de septiembre de 2023

Salinas de Gortari III ¿fue vendepatrias?

 


Segunda parte 

Su México

3

¿FUE VENDEPATRIAS?

El cargo de vendepatrias, enderezado contra Salinas sobre todo después de que empezó a negociar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, tampoco tiene base firme de sustentación. En esencia, el tratado consiste en que se otorgaron fuertes disminuciones o exenciones de impuestos sobre 5,900 artículos que los países socios pueden exportar a México, pero en cambio México obtuvo el privilegio de exportar al norte con fuertes rebajas impositivas 7,300 de sus propios artículos. En cualquier otro país el TLC habría sido recibido con regocijo, por ofrecer un acceso privilegiado a los mercados más ricos del mundo; en México fue visto como una cesión de soberanía. En otros países se habrían apresurado a incrementar la producción de los artículos para exportarlos en grande; en México nos limitamos a lloriquear por los peligros que ofrecía la importación masiva de productos extranjeros.

Alguien hasta equiparó el TLC con el Tratado McLane-Ocampo, mediante el cual Benito Juárez otorgó a Estados Unidos el derecho de tránsito de Nogales a Guaymas, Son., por la vía de Hermosillo; el mismo derecho para otra ruta que iría de Matamoros, Tamps., a Mazatlán, Sin., por Monterrey y Saltillo, y todavía el derecho a pasar del golfo de México al océano Pacífico por el istmo de Tehuantepec. Se facultó asimismo a Estados Unidos para proteger con sus fuerzas armadas tanto las rutas del Norte como la ístmica siempre que lo juzgase necesario, corriendo los gastos por cuenta de México. Además se otorgaron concesiones aduaneras que de hecho permitirían al gobierno de Washington fijar los impuestos de exportación e importación entre los dos países (El Tratado McLane-Ocampo jamás entró en vigor por haberlo rechazado los legisladores de Washington, entre los cuales privaba la opinión de que Juárez carecía de autoridad y recursos para imponérselo al pueblo mexicano).

El hecho de que se haya equiparado el TLC con el Tratado McLane-Ocampo refleja la terrible ignorancia histórica que se padece en México, gracias a la cual mucha gente considera muy patriótico pasarse el día despotricando contra los yanquis y alentando contra el inminente peligro que corre el territorio mexicano de ser anexado a Estados Unidos. Este delirio de persecución impide trazar una estrategia defensiva contra los afanes de dominio que, por supuesto, tienen los yanquis: para quitarse de hipocresías habría que pensar un poco en lo que pudo haber hecho México si la fuerza hubiera estado históricamente de su lado.

El antiyanquismo nació en la Nueva España, como producto de la xenofobia característica de los españoles de aquel tiempo, quienes consideraban que todos los extranjeros eran herejes empeñados en corromper las buenas costumbres de la sociedad hispánica. Lejos de temer al imperialismo, los primeros antiyaquis se consideraban superiores a sus vecinos del norte porque en la Nueva España funcionó la primera imprenta de América (aunque a principios del siglo XIX sólo había cuatro imprentas en todo el virreinato y éstas publicaban únicamente novenas, devocionarios y vidas de santos, mientras que en el norte se hacían grandes tirajes con los libros más avanzados de la época); y porque en México existía una de las primeras universidades del continente (la cual conservaba los planes de estudios del siglo XVI, mientras que en Estados Unidos ya habían despuntado universidades tan modernizantes como las de Harvard y Yale).

Por su parte, los imperialistas yanquis surgieron desde fines del siglo XVIII: eran hombres como el estadista Thomas Jefferson, uno de los primeros en prever que las desorganizadas colonias españolas de América iban a quedar a merced de los nacientes Estados Unidos; y aventureros como el ex vicepresidente Aaron Burr, quien en 1804 trató de formar una disparatada expedición para expulsar a los españoles y proclamarse rey de México.


Los protoimperialistas yanquis basaban sus ideas en hechos tan palpables como los siguientes:

*En 1767 los españoles sofocaron un motín popular que estalló en el norte de Guanajuato y San Luis Potosí para oponerse a la expulsión de los jesuitas. Los españoles degollaron a 87 revoltosos, propinaron azotes a 73 y encarcelaron a 654; a continuación el virrey en turno, Marqués de Croix, expidió la célebre proclama que dice: "De una vez para lo venidero deben saber los habitantes de este reino que nacieron para obedecer y callar y no para inmiscuirse ni opinar en los altos asuntos del gobierno."

*Los novohispanos callaron y obedecieron, mientras que por las mismas fechas, solo porque Inglaterra pretendía aplicarles un leve impuesto sobre el consumo de té al que ellos no habían consentido, los yanquis esgrimieron un inmortal lema que todavía nadie se ha atrevido a proclamar en México -No taxation without representation- y dieron así el primer paso que los llevaría a ganar la independencia.

*A principios del siglo XIX las dos terceras partes de los yanquis sabían leer, mientras que el 95% de los novohispanos eran analfabetos.

*Los armadores de Boston enviaban desde fines del siglo XVIII sus naves para que fueran por el Atlántico hasta el extremo sur del continente y, tomando por el Pacífico, continuaran hasta California para participar en la productiva casa de ballenas. Luego los barcos volvían al punto de partida y, a pesar de lo largo del trayecto, con esa actividad se formaron algunas de las primeras grandes fortunas de Estados Unidos. Los novohispanos y los mexicanos recientemente independizados pudieron haber hecho el mismo negocio mandando barcos en un cortísimo recorrido para llegar a las ballenas, pero jamás lo hicieron porque la operación les parecía demasiado complicada y porque preferían consagrarse a la más productiva tarea de "hacer negocitos" con el gobierno.


Estos hechos mostraron a los yanquis que los mexicanos eran gente comodina, analfabeta y sin espíritu político; e impulsos dictados por la naturaleza humana hicieron surgir el imperialismo.

Inicialmente, en México no parecen haber preocupado las aspiraciones imperialistas de los hombres del norte. En 1811, José María Morelos y Pavón despachó hacia Estados Unidos, en calidad de agentes diplomáticos, al acapulqueño Mariano Tavares y el norteamericano David Faro, con el mensaje de que Morelos estaba dispuesto a ceder el territorio de Texas a cambio de ayuda para la guerra de Independencia. Esto lo reconoció el propio Morelos en carta fechada el 17 de febrero de 1813 y dirigida al insurgente Ignacio Ayala, de Yanhuitlán, Oax.

(La carta en cuestión aparece en la Colección de documentos para la historia de la guerra de independencia de México, publicada en 1882 por Juan E. Hernández y Dávalos. En cambio, fue omitida sin explicaciones por el historiador Ernesto Lemoine Villicaña en Morelos: su vida revolucionaria a través de sus escritos y otros documentos de la época, un libro publicado en 1965 por la UNAM al que ahora se tiene por versión oficial de los hechos.)

Por otra parte se ha difundido la versión de que el sometimiento de México fue obra del primer embajador de Estados Unidos, Joel R. Poinsett, quien maquiavélicamente introdujo divisiones en el cuerpo político de la nación para facilitar las intrigas de los imperialistas y dominar el país. Esto, si fuera verdad, indicaría que México es un país de bobos irredimibles por haberse dejado someter a Estados Unidos durante más de siglo y medio sin más esfuerzos que los desarrollados por un diplomático.


En 1837 Samuel Houston, un aventurero que jefaturaba unas gavillas de maleantes enviadas a apoderarse del territorio tejano, sorprendió dormido y en calzones -literalmente- al general Antonio López de Santa Anna jefe del ejército mexicano encargado de exterminar a los invasores.

Santa Ana pidió perdón y fue enviado a Washington a conferenciar con el presidente Andrew Jackson; después de mostrarse dispuesto a entregar no sólo Texas, sino todos los territorios que le pidieran, Santa Anna fue dejado en libertad. Creían los yanquis que se le fusilaría por abyecto y traidor en cuanto pisara tierra de México, pero cuando vieron que se le recibía con arcos triunfales y floridos discursos de pésame por los padecimientos sufridos en el cautiverio, los imperialistas advirtieron que nada les impediría la absorción de más territorios mexicanos.

En 1847 emprenderían la guerra que los dejó en posesión de California, Arizona, Nuevo México, etc. Nicholas P. Trist, el diplomático norteamericano encargado de negociar el nuevo tratado de límites, se asombró al constatar que en México existía un "partido de la guerra hasta la anexión total" integrado por individuos dispuestos a prolongar las hostilidades a fin de que los invasores se vieran obligados a avanzar sobre todo el país y engullirlo. Aunque no lograron su propósito, estos individuos se complacieron en formar parte del ayuntamiento pelele que se estableció en la Ciudad de México durante la ocupación, homenajearon con un lucido banquete al jefe de las fuerzas invasoras y hasta tuvieron la vileza de entregarle a los sobrevivientes del Batallón de San Patricio, integrado por irlandeses que habían desertado del ejército yanqui para pelear al lado de los mexicanos.

Al término de la guerra, el gobierno liberal yucateco, afligido por una gran sublevación de los mayas, envió a Washington al licenciado Justo Sierra O'Reilly con la misión de implorar al gobierno norteamericano que se anexara el territorio yucateco aunque fuese como colonia. El congreso estadounidense rechazó la oferta argumentando que no veía provecho alguno en tener que gobernar a gente como los yucatecos.

La última absorción de territorio mexicano por parte de Estados Unidos data de 1853, cuando Santa Anna vendió en siete millones de dólares el valle de La Mesilla, un desértico terreno que hoy se dividen los estados de Arizona y Nuevo México. Nadie se opuso al dictado de Santa Anna.

Todavía en 1858, un presidente norteamericano, James C. Buchanan, pidió al gobierno conservador instalado en la ciudad de México que le vendiera la Baja California; los conservadores, antiyanquis de cuño colonial, rechazaron indignados la propuesta, por lo cual Buchanan presentó la misma oferta al gobierno liberal instalado en Veracruz y presidido por Benito Juárez.

El gobierno liberal estaba formado por ministros totalmente identificados con el "partido de la guerra hasta la anexión total", como Melchor Ocampo y Miguel Lerdo de Tejada (este último, convencido hasta los tuétanos de que todos los males de México procedían de su herencia española, llegó a manifestarse dispuesto a trabajar no sólo por la anexión de todo el país a Estados Unidos, sino para que se impusiesen en México el protestantismo y el idioma inglés). Los liberales no podían tener escrúpulo en ceder Baja California, pero sabían que, de hacerlo abiertamente, la opinión pública los calificaría como traidores; y para eludir el punto fraguaron el proyecto de convertir a México en "un protectorado con otro nombre" de Estados Unidos.

Fruto de lo anterior fue el Tratado McLeane-Ocampo, firmado en Veracruz en 1859 y aprobado tanto por Juárez como por Buchanan. Se sobreentendía que una vez adueñados de la capital con ayuda yanqui, los liberales entregarian Baja California. (Los detalles sobre el "partido de la guerra hasta la anexión total" y del "protectorado con otro nombre" se encuentran expuestos en el libro Reforma México and the United States: a search for alternatives to Annexation, 1854-1861, del profesor Donathon C. Ollif, que los historiadores a sueldo del gobierno mexicano han eludido traducir al español y publicar en México).

La distribución de las tierras arrebatadas a México en 1847 provocó tal rebatiña entre los surianos empeñados en perpetuar la esclavitud y los norteños deseosos de suprimirla, que se hizo inevitable el estallido de la Guerra de Secesión (1861-1865), la cual causó la muerte de cientos de miles de personas y la destrucción de propiedades por valor de miles de millones de dólares. Y si eso ocurrió a causa de la absorción de territorios casi deshabitados, qué no podría ocurrir con tierras pobladas por millones de mexicanos turbulentos? Desde entonces empezó a cuajar en Estados Unidos la opinión de que era mal negocio anexarse más territorio mexicano.

En 1863, mientras Estados Unidos se desgarraba en la guerra civil, el ejército francés llamado en auxilio de los conservadores mexicanos -antiyanquis hasta el tuétano pero tan vendepatrias como los liberales yiancófilos- entró triunfalmente a la Ciudad de México y un año después Maximiliano de Habsburgo fue instalado en el trono del Imperio Mexicano. El gobierno de Washington, temeroso de que se concertara una alianza entre los surianos y los franceses, se olvidó de la Doctrina Monroe y declaró su neutralidad ante el conflicto, mientras fingía no darse cuenta de que los franceses adquirían pertrechos y contrataban mercenarios en su territorio; en cambio negaba ayuda material al gobierno liberal mexicano.

Al acercarse los franceses a la capital, Juárez huyó primero a San Luis Potosí y seguidamente a Saltillo, Monterrey, Chihuahua y Paso del Norte (la actual Ciudad Juárez). A la primera oportunidad despachó hacia Washington a su embajador Matías Romero, quien pasó años importunando al secretario de Estado, William H. Seward, con imploraciones de que aplicara la Doctrina Monroe y declarara la guerra a los franceses, o por lo menos proporcionara dinero, armas, municiones y hasta soldados para instalar a Juárez en la Presidencia.

Seward siempre salía con evasivas, tomándose su tiempo para actuar cuando estuviera en las mejores condiciones de hacerlo, o sea meses después de terminada la Guerra de Secesión. Entonces, muy a su salvo, envió una agria nota a Napoleón III pidiéndole que retirara sus tropas de México. El emperador francés ya estaba acosado en Europa por el surgimiento de la potencia prusiana, que no ocultaba su enemistad con Francia; a corto plazo tenía que ceder, aún guardando las apariencias; pero Romero se impacientó y logró convencer a un importante general norteño que andaba sin ocupación, J. M. Schofield, de que fuera a México con un ejército de 40,000 hombres entre los veteranos recién desmovilizados. Para inclinarlo a dejar plantado a Romero, a Seward le bastó con dar a Schofield una agradable puesto de observador militar en Europa. Luego llamó al embajador mexicano para recitarle el siguiente sermón:

-Convénzase, usted señor Romero: si el ejército de Estados Unidos marcha a México, jamás regresará, y cada millón de pesos que se les preste hoy el gobierno de Estados Unidos les costará después el territorio de un estado, así como cada rifle que les demos tendrán que pagarlo con una hectárea de concesiones mineras...Siempre será más honroso para los mexicanos que se salven por sus propios esfuerzos, pues así tendrán más probabilidades de estabilidad en el orden de cosas que se llegue a establecer.

Seward ideó después uno de los preceptos básicos del nuevo imperialismo yanqui: no hay que consentir demasiado a los gobiernos satélites (Sólo proporcionó algunas armas y municiones sobrantes de la guerra y algunos oficiales yanquis para que los liberales derrotaran a los conservadores abandonados ya por las tropas francesas.) Opuesto al imperialismo territorial que tantos perjuicios podían crear en Estados Unidos, Seward predicó en cambio a favor de un imperialismo económico-político: le seducía la idea de aprovechar los recursos naturales y la mano de obra barata de México y quiso alentar una emigración masiva de empresarios norteamericanos al país del sur.

Seward fue también el creador del segundo precepto fundamental del nuevo imperialismo: hay que ayudar a que los presidentes súbditos se instalen en su puesto, para que sepan a quién deben el empleo. Dos hombres peligrosos disputaban a Juárez la Presidencia: el prestigiado general Jesús González Ortega, quien según la letra de la Constitución debió haber sustituido a Juárez en el codiciado cargo desde el primero de diciembre de 1865; y el infaltable general Antonio López de Santa Anna, a quien los ayuntamientos de Jalapa y Veracruz ya organizaban un gran recibimiento en el puerto para -en compañía de la guarnición conservadora que no habían podido derrotar los liberales- llevarlo a la Ciudad de México y proclamarlo presidente antes de que Juárez llegara.

González Ortega residía en Estados Unidos y cifraba sus planes en apersonarse en Tamaulipas, donde el cacique local, Servando Canales, aliado a varios influyentes militares liberales y una nube de chambistas varios, pensaba iniciar una revuelta contra lo que ellos llamaban "la usurpación de Juárez". Encontrándose en Nueva Orleans, González Ortega fue notificado por el comandante del puerto, general P. H. Sheridan, que no podía permitirle continuar a la frontera, ya que tenía órdenes de impedírselo, y, como González Ortega se escapó y alcanzó a llegar a las cercanías de Brownsville, un oficial llamado Burton Drew lo aprehendió; mientras tanto, el comandante militar Thomas D. Sedwick, con el pretexto de que necesitaba proteger las vidas y propiedades de los norteamericanos residentes en Matamoros, cruzó la frontera con un buen número de soldados y rápidamente puso en fuga al cacique Canales y entregó la plaza a un subordinado del general juarista Mariano Escobedo. Tiempo más tarde, González Ortega logró burlar la vigilancia y llegar a Zacatecas; pero allí fue aprendido por un ex partidario traidor que se había pasado a las filas del juarismo; lo tuvieron largo tiempo en la cárcel y en 1886 murió, aparentemente loco.

Santa Anna también había viajado a Estados Unidos para gestionar que le entregaran la Presidencia de México, pero Seward vio que ya estaba demasiado viejo y desprestigiado, por lo cual no le hizo ningún caso. Entonces Santa Anna fletó El barco Virginia a fin de que lo reuniera con la multitud de sus partidarios en Veracruz; pero el cónsul norteamericano del puerto maniobró para que el barco U.S.S. Tacony y el inglés H.M.S. Jason impidieran desembarcar al recién llegado y persuadieran al capitán del Virginia de que se lo llevara hasta la Habana.

Con esto y las armas, municiones y oficiales norteamericanos que obtuvieron los liberales, los conservadores fueron derrotados y Juárez pudo instalarse en Palacio Nacional.

Desde entonces los gobiernos mexicanos -liberales todos- han tenido historiadores a sueldo, los cuales han difundido la patraña de que los conservadores eran vendepatrias pero ellos no. Una hazaña parecida realizaron en la antigua URSS otros historiadores a sueldos del gobierno, quienes hicieron creer al pueblo ruso que el "padrecito Stalin" era modelo de buen gobernante.


Otras acciones del nuevo imperialismo yanqui fueron las que se detallan a continuación:

*En 1910, a pesar de que en general había sido buen pupilo del imperialismo yanqui, Porfirio Díaz disgustó al gobierno de Washington porque había tenido demasiados rasgos de independencia, como favorecer a los ingleses en el otorgamiento de concesiones petroleras y sobre todo, porque ya contaba 80 años de edad y se negaba a dejar la Presidencia a alguien que mostrara capacidad para proteger los intereses de los inversionistas extranjeros. Como resultado permitieron que Francisco I. Madero preparara y proclamara su revolución desde Texas.

*En 1913, porque Madero se mostró reacio a satisfacer las exigencias del imperialismo yanqui, el embajador norteamericano prestó su residencia para que en ella se reunieran los generales traidores Victoriano Huerta y Félix Díaz y allí mismo firmaran el pacto que condujo al derrocamiento de Madero.

*En 1914 el ejército norteamericano, que había ocupado Veracruz para evitar que Victoriano Huerta -el cual había acabado por desagradar a los imperialistas- recibiera armas de Europa, evacuó el puerto para permitir que se refugiara allí Venustiano Carranza, a quien perseguían las fuerzas del rebelde Pancho Villa. Como Carranza no quiso agradecer el favor, en 1920 Los rebeldes sonorenses acaudillados por Álvaro Obregón tuvieron toda clase de facilidades para abastecerse de pertrechos militares en Estados Unidos y emprender una revuelta que terminó con el asesinato de Carranza.

*En 1916 Pancho Villa cayó sorpresivamente sobre el pueblecillo de Columbus, Nuevo México, y saqueo las casas y asesinó a muchos norteamericanos pacíficos, en un criminal intento por forzar a Estados Unidos a declarar la guerra a Carranza. Poco después entraron a México 10,000 soldados norteamericanos de una expedición punitiva jefaturada por el general John J. Pershing, los cuales pasaron un año en Chihuahua sin lograr siquiera tomar contacto con el buscado Villa. Esto demostró lo peligroso que puede ser enfrentarse a las guerrillas mexicanas en vez de operar a través de los gobernantes; y desprestigió, quizás para siempre, a Los partidarios del imperialismo territorial, como el famoso magnate periodístico William R. Hearst, quien en aquel tiempo todavía clamaba por la absorción total de México.

*En 1922 el presidente Álvaro Obregón, quien tenía en el gobierno varios elementos que le aconsejaban negarse a pagar las indemnizaciones por daños y perjuicios causados por la revolución a ciudadanos norteamericanos y, de ribete, extorsionar a las empresas petroleras con la amenaza de la expropiación, fue obligado a firmar los llamados Tratados de Bucareli, en los que concedió con creces todo lo que le exigieron desde Washington. (Pero no es cierto, como dicen algunos desorientados, que se haya comprometido en una cláusula secreta a no fabricar en México aviones, barcos de guerra y motores de explosión: esto equivaldría a que en 1995 se pretendiera prohibir a México la fabricación de productos como máquinas para viajar en el tiempo.)

*En 1938 el embajador norteamericano Josephus Daniels brindó públicamente con Lázaro Cárdenas por el éxito de la expropiación petrolera. Los cardenistas juran que éste fue sólo un gesto amistoso de los que suelen tener, de vez en cuando, los yanquis. Rechazan que el brindis haya tenido relación con el interés demostrado tradicionalmente por los partidarios de la Doctrina Monroe de sacar a los ingleses de México, sabedores de que, a fin de cuentas, el petróleo mexicano quedaría siempre a su disposición y al precio que ellos fijaran, aunque lo extrajera PEMEX.


Lo peliagudo de luchar contra el imperialismo yanqui es que no funciona a la manera tradicional, por medio de ejércitos de ocupación, pues éstos, con algunos hechos heroicos, podrían ser expulsados del país.

Hoy día, el gran poder del imperialismo descansa en la deuda exterior, que de mínima en 1970 ascendió a 100,000 millones de dólares en 1982 y ahora alcanza 140,000 millones.

Los países endeudados catastróficamente no pueden tener soberanía. En este aspecto, Salinas fue tan responsable del sometimiento de México al imperialismo yanqui como otros presidentes, pero no más.

Japón es el único país que ha logrado defenderse con gran éxito del imperialismo yanqui. En 1853 el comodoro Mathew G. Perry (quien por cierto había comandado la fuerza naval que ocupara Veracruz cinco años antes) desafió la prohibición de navegar en aguas japonesas y penetró con cuatro poderosos barcos a la bahía de Yedo (Tokio) para dejar un ultimátum: Japón tenía un plazo de doce meses para renunciar a su política aislacionista y permitir que los barcos extranjeros usaran los puertos japoneses con fines comerciales. Tras reflexionar que ellos no contaban con barcos de vapor ni cañones como los yanquis, los gobernantes japoneses se resignaron a "tolerar lo intolerable" y aceptaron las exigencias de Perry, pero lejos de andarse con lloriqueos, consagraron sus mejores esfuerzos a la tarea de convertir su país en una potencia de primer orden.

El sorpresivo ataque a Pearl Harbor, en 1941, fue considerado como una venganza por la extorsión de Perry.

En 1945, después de librar la II Guerra Mundial, Japón se rindió incondicionalmente al general Douglas MacArthur. Hiroshima y Nagasaki habían sido arrasadas por bombas atómicas, todo el país estaba en ruinas y la población padecía hambre y frío, pero ni siquiera entonces cayeron los japoneses en la autocompasión y en atribuir todas sus desgracias a los yanquis. Calladamente se pusieron a trabajar hasta que asombraron al mundo con sus progresos industriales y ahora nadie puede decir que sean satélites de ningún imperialismo.

Carlos Salinas de Gortari nunca alentó con su ejemplo a los mexicanos para que imitaran las virtudes cívicas del pueblo japonés, pero de ninguna manera fue un vendepatrias: no se puede vender lo que estaba vendido desde el siglo XIX.


(Tomado de: Ayala Anguiano, Armando - Salinas y su México. Contenido ¡Extra! México de carne y hueso. Segunda parte. Deslinde de culpas. Editorial Contenido, S. A. de C. V. México, D. F., 1995)

lunes, 17 de julio de 2023

Salinas de Gortari II El protector de los pobres


Segunda parte 

Su México

2

EL PROTECTOR DE LOS POBRES


En un tiempo abundaron las personas convencidas de que Carlos Salinas de Gortari era un estadista genial por haber concebido y puesto en práctica el Programa Nacional de Solidaridad (PRONASOL), el cual representaba un invaluable recurso para sacar de la miseria a los millones de individuos que desde la época en que florecieron Teotihuacán y las prodigiosas urbes mayas, han pululado en la tierra ocupadas hoy por la república mexicana. Entre las virtudes que se atribuyeron al PRONASOL, destacaba la de estar basado en las decisiones propias de la gente beneficiada, no en imposiciones de la burocracia federal; en el hecho de que no repartía dádiva simplemente, sino que los beneficiarios aportaban trabajo manual para la realización de las obras y, sobre todo, en que los fondos gastados en el programa no provenían del ingreso fiscal normal, sino de los sobrantes que dejó la gran venta de empresas paraestatales realizada durante el sexenio, sobrantes que, de haber sido arrojados de manera torpe a la masa de dinero circulante, habrían sido consumidos por la inflación sin mayor provecho para el país.

Al terminar el sexenio, el PRONASOL había devorado 52,000 millones de nuevos pesos y había hecho posible la realización de 523,000 "obras y acciones de carácter social", como aulas, banquetas, puentes, el remozamiento de placitas pueblerinas, la pavimentación de algunas calles, la dotación de sistemas de drenaje y agua potable, más el otorgamiento de becas para alumnos de primaria muy pobres, que consistían en una pequeña despensa y cien pesos mensuales. Efectivamente, el programa aportó algunos beneficios para cientos de miles de pobres, pero la situación en general apenas varió y el problema de la miseria siguió tan acuciante como siempre.

Entre las principales críticas que se hicieron al PRONASOL figuran la de ser un recurso para aportar votos al PRI; que gran parte del dinero invertido se gastara en mantener al ejército de burócratas encargado de llevar a la práctica el programa, y sobre todo que no hubiera erradicado la miseria.

En efecto, millones de ciudadanos deben haberse sentido inclinados a votar por un partido que les entregaba algunas migajas en lugar de hacerlo por otro que sólo les endilgaba discursos. Pero era absurdo esperar que el PRI emprendiera programas destinados a conseguir votos para un partido rival. Y por supuesto, gran parte de los 52,000 millones de nuevos pesos invertidos fueron despilfarrados o robados por la burocracia. Qué otra cosa podría esperarse de un programa gubernamental?

En la época colonial quiero se la pasaba sermoneando a la población con peticiones de que le entregaran dinero "para socorrer a los pobres", y a la postre solo creó unas cuantas instituciones roñosas de caridad mientras algunos arzobispos y obispos obtenían rentas que, según el barón de Humboldt, sobrepasaban a las asignadas a muchos príncipes de Alemania. Salinas, aprovechando la inagotable masa de bobos que ofrece el país, no hizo más que continuar la tradición y tomar su tajada del lucrativo negocio de socorrer a los pobres. Contrariamente a lo que se dice, jamás articuló la absurda promesa de erradicar la miseria en un sexenio.

Todos los gobiernos de todas las épocas han tenido como objetivo principal el de esquilmar a los gobernados con impuestos y repartirse el dinero entre los gobernantes; si en los países avanzados la repartición del botín fiscal se realiza de manera más decorosa que en México, es porque su ciudadanos han impuesto a los gobernantes una infinidad de candados que automáticamente reducen a lo tolerable el nivel de robo social, y si la sociedad mexicana no ha impuesto más candados de ese tipo, la culpa recae más en el subdesarrollo que en la persona de los gobernantes.

Milenio y medio se pasó la Iglesia compadeciéndose de los pobres y pidiendo dinero para redimirlos sin que la situación mejorara de manera apreciable. El gobierno mexicano ha hecho lo mismo desde 1917, y si la miseria no ha empeorado, al menos se puede afirmar que México no ha dejado de ser uno de los países con mayores índices de miseria en el mundo y que ni los más optimistas creen que el flagelo se pueda suavizar a corto plazo.

Ningún gobierno de ninguna época ha erradicado jamás la miseria de su pueblo; las naciones que hoy gozan de elevados niveles de vida deben su bienestar al hecho de que estimularon la producción, crearon millones de empleos y con esto vino la abundancia. Si en la Alemania o el Japón de posguerra un político hubiera sugerido gastar 17,000 millones de dólares -a eso equivale lo devorado por PRONASOL- en hacer obras de caridad entre la población -aunque ésta se moría literalmente de hambre y de frío- lo más probable es que lo hubieran metido a un manicomio. Por lo menos a nadie se le habría ocurrido confiarle un puesto de dirección en el gobierno.

Con los 52,000 millones de nuevos pesos despilfarrados en PRONASOL se hubiera podido financiar el surgimiento de -muy a grosso modo, por supuesto- 52,000 empresas -comercios, talleres, pequeñas fábricas, etc.-  con el nada despreciable capital de un millón de nuevos pesos cada una. Estas empresas podrían haber creado cientos de miles o tal vez un millón de nuevos empleos y habrían estado obligadas a amortizar el capital que se les prestó, habrían pagado impuestos junto con sus empleados, y de esta manera se habrían obtenido más recursos para bajar impuestos o promover otras actividades productivas. A los pobres les habría sido más benéfico disponer de nuevas fuentes de trabajo que poder pasearse por la calle recientemente pavimentada de su pueblo. Claro, para los miles de burócratas empleados en PRONASOL no habría habido "chamba", pero la ley de la necesidad quizá los habría obligado a buscarse un empleo más dignificante o hasta crear una pequeña empresa aprovechando los recursos que se facilitaran para promover la producción.

Gemelo de PRONASOL fue PROCAMPO, otro armatoste destinado a subsidiar a los campesinos más pobres, en el cual se gastaron 11,700 millones de nuevos pesos sólo en 1994. Atrás del programa, además de ganar votos para el PRI, estaba el deseo de ayudar a los campesinos a competir con los agricultores extranjeros que, al entrar en vigor el Tratado de Libre Comercio, podrían incrementar sus exportaciones a México.

A lo largo de toda la frontera con Estados Unidos se observa un desconcertante fenómeno: al norte, donde se pagan los salarios más altos a los peones, los agricultores pueden vender -por ejemplo- el maíz que producen a un precio inferior hasta en un 50% al que pueden venderlo los agricultores mexicanos, y aún así los del norte obtienen utilidades que les permiten pagar impuestos sobre la renta y vivir con gran comodidad ellos y sus familias. Al sur, en tierras de la misma calidad, sujetas al mismo régimen climático y con la ventaja de que los peones ganan salarios más bajos y los ejidatarios recibieron las tierras gratuitamente y no pagan impuestos, se considera imposible competir en precio con los norteamericanos.

Los economistas del gobierno suelen afirmar que la desventaja está en que los agricultores norteamericanos reciben subsidios que no disfrutan los mexicanos, pero tales subsidios se les han pagado a cambio de que mantengan ociosas sus tierras y así dejen de producir, porque no habría mercado para absorber las fantásticas cantidades de granos que podrían obtenerse si se activaran todas las tierras norteamericanas, en tanto que los ejidatarios mexicanos suelen recibir pequeños préstamos que generalmente nunca pagan (y los líderes se benefician con tajadas de esos mismos préstamos), con lo cual el consumidor mexicano tiene que pagar altos precios por el producto nacional y de ribete aportar, por la vía de los impuestos, cantidades enormes de dinero para financiar el déficit de los bancos y subsidiar a los productores ineficientes.

Cuesta trabajo criticar a los ejidatarios, seres pobres entre los mexicanos más pobres, pero la verdad es que el corrupto régimen ejidal los ha convertido en "parásitos que ni comen ni dejan comer", como suelen decir los campesinos trabajadores. El mal estaba hecho desde antes que naciera Salinas, de modo que no puede achacársele a él la responsabilidad; más bien, al reformar el artículo 27 constitucional para permitir la compraventa de algunos terrenos ejidales, Salinas tomó una medida que podría ser útil a largo plazo para ser más eficiente el campo mexicano.

Salinas fue acusado de traición a la patria por haber reformado el artículo 27, y lo mismo sucedió al discutirse la conveniencia de privatizar la Compañía Nacional de Subsistencias Populares, CONASUPO, a pesar de que todo el mundo conoce los negocios que se hacen a la sombra de esa empresa: cobro de fuertes comisiones por facilitar la importación de productos extranjeros, venta con elevada pérdida del mismo producto a los favoritos y hasta "jineteo" y robos del dinero que se debe pagar a los productores nacionales. Por supuesto, los acusadores de Salinas fueron los burócratas a quienes perjudicaría la privatización de CONASUPO y -aunque parezca increíble- las acusaciones encontraron eco nada menos que entre los contribuyentes a quienes se ha hecho creer que la diabólica institución beneficia a los pobres.

En efecto, el país tiene ganas de creer que el gobierno puede redimir a los pobres y debe hacerlo. Esta patraña surgió durante el virreinato, se reforzó con el estallido de la revolución mexicana y no se sabe si algún día podrá erradicarse, pues ahora son más numerosos los burócratas empeñados en difundirla.

Una causa más palpable de la miseria que aflige a los mexicanos es el número de burócratas que deben sostener, el cual, sólo por lo que se refiere a los afiliados al ISSSTE, pasó de 134,352 en 1962 a 430,482 en 1970, a 1,086,872 en 1976, a 1,582,114 en 1982, a 2 millones 100,000 en 1988 y a 2,250,000 cuando terminó el mandato de Salinas, pese a que el número debió haber bajado por la publicitada supresión de algunas dependencias federales. Más aún, durante el sexenio de Salinas la tajada del presupuesto federal dedicada al pago de la nómina burocrática pasó del 23.2% en 1988 al 40.2% en 1994 sin que surgiera un clamor público de censura, pues la gran aspiración de la mayoría de los mexicanos parece seguir siendo la de beneficiarse con algún gaje burocrático.

Las cifras no incluyen a las fuerzas armadas, ni a los empleados de las paraestatales, ni a los empleados supernumerarios. Conservadoramente se puede calcular que el gran total asciende a más de cuatro millones, de los cuales por lo menos la mitad no desempeñan ningún trabajo útil si es que no resultan nocivos. Tal es el caso de los pequeños burócratas que acechan tras sus ventanillas la oportunidad de extorsionar a los ciudadanos cobrándoles "mordida" por poner un sello o simplemente por no inventar dificultades para los trámites, pues esos individuos impiden que mucha gente abra negocios creadores de empleos productivos, y por ello millones de mexicanos queden condenados a no tener ni quien los explote -si se admite que todo es una explotación- y obligados a marchar a Estados Unidos en calidad de braseros indocumentados.

Como las cucarachas, los burócratas que viven de fastidiar a los ciudadanos independientes suelen ser más perjudiciales por lo que echan a perder que por lo que se comen. El elevado costo de los trámites, más los altos impuestos, desestimula la creación de empleos en el país, y la abundancia de burócratas de mediana o alta categoría que han amasado desde capitales importantes hasta inmensas fortunas constituyen un constante recordatorio de que el gran negocio que puede hacerse en México es el de medrar desde el gobierno. Los que se resuelven a intentar la creación de una empresa industrial o comercial suelen ser vistos como tontos o ilusos y de esta manera se desestimula aún más la actividad productiva.

Salinas emprendió un esbozo de reforma administrativa mediante el cual las cinco leyes con 895 enredosos artículos que regulaban la actividad agropecuaria fueron reducidas a dos leyes con 230 artículos; los 118 artículos de la antigua ley federal de pesca bajaron a 30; la ley de turismo bajó de 108 artículos a 55; la ley forestal de 90 a 58, la minera de 109 a 59 y las cuatro leyes que permitían al gobierno intervenir en la economía, con 113 artículos, fueron fundidas en una sola con 39 artículos. Salinas merece un aplauso por esta labor y sólo se le debe censurar que no haya agilizado más los trámites ni haya procurado que los inspectores dejen de molestar a los ciudadanos que operan dentro de la ley.

Hasta dónde se puede atribuir a Salinas la culpa de que siga prevaleciendo la miseria en México, y hasta dónde recae la responsabilidad sobre la sociedad mexicana por no haber sido capaz de controlar a sus gobernantes, es una cuestión que podría discutirse largamente y desde varios ángulos, pero la conclusión definitiva debe ser que el problema data de siglos y que, al no resolverlo, la culpa no fue toda de Salinas. Si Salinas dejó al país sumido en la miseria, también es cierto que no lo recibió en la opulencia ni mucho menos.


(Tomado de: Ayala Anguiano, Armando - Salinas y su México. Contenido ¡Extra! México de carne y hueso. Segunda parte. Deslinde de culpas. Editorial Contenido, S. A. de C. V. México, D. F., 1995)

lunes, 10 de julio de 2023

Ya nunca más; sin PRI


Sin PRI:

CUAUHTÉMOC, ¿EL RELEVO?


De crédulos y cándidos, los mexicanos tenemos poco: casi todo el mundo se imaginó desde el principio que la "corriente democratizadora" y la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas habían salido de las altas esferas del gobierno; luego hubo dudas cuando los ataques contra el hijo de Tata Lázaro menudearon y él tocó temas como la corrupción de Pemex y el verdadero poderío militar, pero eso acabó en el retiro de Heberto Castillo. De nueva cuenta, no hubo nadie que no estuviera seguro de que el grupo en el poder jugaba con dos barajas: Salinas o Cuauhtémoc, Cuauhtémoc o Salinas.

Los analistas imparciales están divididos. Unos consideran que la determinación estaba tomada desde el principio, y que se impulsó a Castillo para no hacer las cosas demasiado evidentes. Otros piensan que las dos postulaciones surgieron espontáneamente y se dejaron correr hasta que los estrategas del comando mayor advirtieron dos hechos: uno, la muy real y muy alarmante fuerza de Manuel J. Clouthier; dos, que el número de seguidores de Cuauhtémoc sí crecía, pero no a costa del PAN, sino a expensas del PRI.

Abundan los indicios que sugieren que los segundos estaban o están en lo cierto. A toro pasado, ¿no es verdad que la directiva del PRI y los funcionarios federales nunca le pegaron fuerte al michoacano? ¿No es cierto que los tres partidos que inicialmente integraron el Frente Democrático Nacional (el PARM, el PPS y el PST) fueron siempre de invernadero, abonados y regados con el agua y los fertilizantes que sólo hay en los canales y bodegas de la Federación? ¿No tuvo el ingeniero Cárdenas tres veces más dinero que cualquier opositor (13,800 millones contra menos de un tercio de subsidio para el PRT, para el PMS y para el PDM y nada para los panistas, que no aceptaron fondos públicos) y "buena prensa" en medios afines al PRI o de algún modo alineados con él?

Y los del revés. Clouthier arrasó por primera vez en Yucatán, pero los agentes federales sabían que le había ido inesperadamente bien en Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes, Jalisco. Luego vino el alarde en Puebla; el domingo 7 de mayo fue la "toma" de la plaza de toros de Cuatro Caminos y se comprobó que había empuje panista en el DF y en el estado de México. Siguieron Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Durango, la Macroplaza de Monterrey y, después de muchos titubeos e indecisiones, el PRI escogió el peor momento para anunciar el fallo sobre Monclova y... sobre el gobierno y su partido cayó el cierre parcial de setenta carreteras, de Chiapas a Baja California, a cargo de un panismo tan disciplinado y entrenado que no se registró en toda la república protesta formal de los automovilistas perjudicados. Luego, a mediados de junio, la "cadena humana por la democracia" llevó a las banquetas de dieciséis kilómetros de la avenida Insurgentes una multitud como nunca se había visto.

En ese momento deben haberse reanudado, si alguna vez se suspendieron, las negociaciones. Con rapidez, sin paciencia para los que quisieron poner objeción, a matacaballo: a Clouthier no lo habían detenido la campaña de prensa para impedir que lo postularan, ni las acusaciones de que estaba al servicio de los norteamericanos, ni la agresión en Ciudad Juárez en la que asesinaron a una niña, ni la falta de dineros públicos, ni las puertas cerradas de algunos medios informativos; era, es, una amenaza muy verdadera y muy grande, y había que lanzar contra ella todos los proyectiles disponibles... incluso un segundo candidato del grupo en el gobierno.

Cuauhtémoc Cárdenas respondió tal vez a la pregunta de qué pondrán en el sitio del PRI que ya no existe: pondrían las mismas siglas, u otras, con una tendencia a la izquierda, y llamarían a los pseudopriístas como Porfirio e Ifigenia para reconstruir los cuadros del partido, diseminados por Echeverría y desechados despectivamente por Jesús Reyes Herodes.

Un proyecto así se tropezó con varios peros. Uno: la candidatura "única" de izquierda no le restó votos al PAN, aunque posiblemente romperá el frente para la defensa del voto, en el que los blanquiazules parecían tener puestas muchas esperanzas, y desde luego contó en contra de Clouthier en las casillas, a la hora de las actas. Dos: consecuentemente, la maniobra tampoco aumentó el número de sufragios en favor de los candidatos del PRI. Tres: no será difícil que los jefes del PRI y del FDN se entiendan y formulen una estrategia común (si entendimiento y estrategia no existieron desde el principio), pero entre los subordinados de ambos bandos las hostilidades fueron de veras y no hubo manera de diluirlas, aunque eso no tuvo significado sino hasta después del momento crítico de la votación.

Y cuatro: ¿habrá sido enterrado del plan y le habrá dado su aprobación el cetemista Fidel Velázquez?

Y cinco: ¿qué pasará en los ámbitos financieros nacionales e internacionales si se extiende la noción de que hubo y hay un acuerdo "secreto" entre el PRI y los izquierdosos, y de que el frente cardenista de reconstrucción nacional o cualquier pancarta equivalente desplazarán al liquidado partido del gobierno y se instalarán en su lugar con igual jerarquía, parecidas atribuciones y... una media vuelta al tornillo ideológico hacia la izquierda? ¿Volverán así del extranjero los grandes capitales?


(Tomado de: Teissier, Ernesto Julio. Ya nunca más México en 1989. Política mexicana. Editorial Grijalbo, S.A., México, Distrito Federal, 1989)

lunes, 12 de junio de 2023

Salinas de Gortari I, deslinde de culpas

 


Segunda parte 

Su México

1

DESLINDE DE CULPAS


En 1993, los sondeos de opinión más confiables mostraron que el 75% de los mexicanos aprobaban entusiastamente el desempeño en el cargo de Carlos Salinas de Gortari. Los mismos sondeos indicaban que Salinas, a los 3 meses de haber dejado el poder, se había convertido en uno de los hombres más odiados de la historia de México. Se le acusaba de haberse enriquecido fabulosamente por medio de la corrupción burocrática, el nepotismo y el favoritismo hacia sus amigos o prestanombres; de entregar la soberanía del país al imperialismo yanqui; de haber sumido a México en la miseria; de no haber implantado la democracia y haber usurpado en cambio la Presidencia por medio de un escandaloso fraude electoral, y de arruinar al país con su política "neoliberal". -Ahora solo falta que lo culpen de la fealdad de los mexicanos- dijo un periodista.

En gran parte, el cambio de opinión se debió a que Salinas parece haber sido autor intelectual o por lo menos encubridor de dos sonados asesinatos políticos, el del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio y el del dirigente priísta Francisco Ruiz Massieu. Salinas tuvo la oportunidad de quitarse de encima el cargo de asesino, si es que no lo fue, y no quiso aprovecharla. Conocía perfectamente la experiencia vivida por Plutarco Elías Calles, quien al ser asesinado el presidente electo Álvaro Obregón, en 1928, inmediatamente fue señalado por los obregonistas como autor intelectual del crimen. Para desembarazarse de las sospechas, Calles sólo tuvo que asignar a los obregonistas más exaltados la tarea de realizar las investigaciones del caso y permitirles trabajar sin cortapisas, de manera que al concluir las investigaciones sin que aparecieran elementos probatorios de las sospechas, los propios obregonistas tuvieron que proclamar la inocencia de Calles.

Salinas, en cambio, impidió que participaran en la investigación del asesinato las autoridades de Baja California, a las que en rigor correspondía ocuparse del caso, y los funcionarios federales a quienes confió al principio las investigaciones -el procurador general Diego Valadés y el fiscal especial Miguel Montes- cometieron deliberada o torpemente tal cantidad de omisiones y de errores que, al final, dejaron la impresión de que sólo estaban intentando enmarañar la investigación y, como Salinas era el único hombre con poder suficiente para orquestar un encubrimiento de tal magnitud, él -mientras no demuestre su inocencia-, será considerado probable asesino intelectual.

Ahora bien, hasta los matricidas tienen derecho a que se les juzgue exclusivamente por su delito, y es injusto que la sociedad pretenda endilgarles lacras ajenas. Si un matricida fue buen hijo hasta el día anterior al del crimen, es injusto no reconocérselo; y si el tal matricida fue buen ingeniero o médico y realizó buenas obras en su desempeño profesional, tampoco se deben ocultar estos hechos. Así, si Carlos Salinas de Gortari resultara ser el autor intelectual o encubridor de los asesinatos políticos que se le atribuyen, esto no invalidaría el hecho de que durante los primeros cinco años de su sexenio tuvo un desempeño que le valió ser considerado por la mayoría de los mexicanos como un presidente de calidad excepcional.

Es saludable, por lo demás, hacer un deslinde de la parte buena y la parte criminal que pudo haber tenido la labor del presidente Salinas. Entre quienes lo acusan hay una inmensa legión de individuos que pretendían entrar al gobierno a robar, más otros que ya habían robado y querían seguir robando, y cobraron un odio infernal hacia Salinas por haberles impedido el acceso al botín presupuestal. Por otra parte, la sociedad mexicana ha pretendido convertir a Salinas en chivo expiatorio de todos los pecados de la sociedad misma, la cual se engaña diciéndose que, de no haber sido por Salinas, México sería ahora un país en el que reinarían la abundancia y la honestidad. Como la evidencia indica que Salinas no fue causa sino efecto de las lacras propias de la sociedad mexicana, reconocer esto podría ser una ayuda para empezar a corregir las deficiencias.

Entre las falsedades que se han endilgado a Salinas destaca la de haberlo presentado como asesino nato. Después de que se marchó al exilio fueron reproducidos unos recortes periodísticos que daban cuenta de un drama vivido por la familia Salinas en 1951: los padres habían salido de casa dejando a Carlos, su hermano Raúl y un vecinito al cuidado de una sirvienta; algún imprudente dejó por ahí un rifle cargado, los chicos se pusieron a jugar con él y se disparó un tiro que causó la muerte de la sirvienta. Al siguiente día, la sección policiaca de los diarios capitalinos publicó destacadamente la noticia de que los niños habían "fusilado" a la joven y que Carlos declaró: "Yo la maté de un solo tiro; soy muy valiente".

Cuando ocurrieron los hechos, el jefe de la familia Salinas, don Raúl, desempeñaba un empleo de tercer nivel en la Secretaría de Hacienda y carecía de influencias para acallar a los periódicos así como de dinero para sobornar a los reporteros policiacos. Carlos tenía 3 años de edad y, si dijo las palabras que pusieron en su boca los reporteros policiacos, obviamente no podía darse cuenta de lo que estaba diciendo.

Otra falsedad difundida por los enemigos políticos es la de que, enfurecido con un caballo que no le hizo ganar una competencia hípica, en 1970, Carlos Salinas lo mató de un tiro. Los entrenadores y compañeros de Salinas en el ambiente hípico aseguraron a un reportero de CONTENIDO que la versión es completamente falsa.

También se dijo que Carlos Salinas tuvo por amante a la joven actriz Adela Noriega y que ésta había dado a luz unos gemelitos engendrados por el expresidente; la actriz demostró a través de la revista Actual que la versión es calumniosa de principio a fin. Realmente, Carlos Salinas cometió demasiados actos censurables para que todavía se le endilguen otros.

Al analizar las críticas enderezadas contra Salinas se debe tomar en cuenta que el jefe del Estado y el Gobierno mexicanos se llama presidente, un título acuñado en Estados Unidos al momento de establecerse la Independencia. Una infinidad de dictadorcillos latinoamericanos y africanos han adoptado el mismo título, que en Estados Unidos conserva bastante respetabilidad, pero que en el resto del mundo -salvo excepciones- solo ha servido para cobijar los desmanes de incontables políticastros ladrones y torpes, cuando no asesinos: Idi Amin Dada, Alfredo Stroessner, Fulgencio Batista, etc., etc.

En México, de acuerdo con la Constitución vigente, que fue adecuada a la conveniencia de lo que llegaría a ser el Partido Revolucionario Institucional, y sobre todo con las leyes no escritas que rigen la sociedad mexicana, el presidente es una especie de dueño del país. Puede cobrar impuestos a la medida de su voracidad y puede gastar los ingresos fiscales de la manera que se le antoje. Con sólo alegar motivos de utilidad pública que ningún juez se atrevería a discutirle, puede privar de sus propiedades a los ciudadanos que le resulten molestos. Por lo demás, nunca faltan políticos e influyentes que ponen a disposición del presidente en turno a sus esposas, hermanas e hijas.

Cierto, la Constitución otorga al congreso la facultad de revisar las cuentas del Ejecutivo, pero en la práctica esto nunca se ha hecho y los legisladores -incluyendo a los oposicionistas- se han desentendido de ejercer su función de auditores, pues la enorme suma de recursos que tienen a su disposición los presidentes han determinado que los poderes Legislativo y Judicial sean vasallos del Ejecutivo.

La tradición de que los presidentes medren con los negocios públicos antecede a la Constitución de 1917, que es la que está en vigor. En el siglo pasado, el dinero sacado de las arcas públicas por Antonio López de Santa Ana representaba sumas tan elevadas que todavía en 1860, cuando estaba exiliado en la isla antillana de St. Thomas, el caudillo pudo mandarse construir un palacio que a la fecha sigue admirando a los turistas, quienes también reciben del guía la noticia del que el expresidente mexicano gastaba tanto dinero que, cuando abandonó su refugio, la isla cayó en una aguda depresión económica. Hasta Benito Juárez, paradigma de presidentes honestos, al morir en 1872 dejó en su testamento propiedades por valor de 150,233.81 pesos, equivalentes a muchos millones de dólares actuales, a pesar de que cinco años antes, cuando recuperó la Presidencia en la Ciudad de México, no poseía más que una levita lustrosa que parecía de pordiosero. Y la fortuna legada por Porfirio Díaz permitió a sus descendientes vivir con gran comodidad en Europa durante 30 años. De los presidentes "emanados de la revolución", lo más sorprendente son las excepciones: Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos tenían capitales muy modestos cuando dejaron el poder.

A Carlos Salinas de Gortari se le acusa de haber recibido tajadas astronómicas por autorizar la privatización de Teléfonos de México, los bancos y otras paraestatales. Los zares de Rusia también amasaron enormes fortunas con los negocios públicos, pero ni siquiera los bolcheviques los han acusado de ladrones, pues los zares de Rusia, como los presidentes de México, eran los dueños de su país y podían apropiarse de los fondos públicos y hasta mandar a asesinar sin que nadie pudiera oponérseles.

Si los presidentes de México han tenido el derecho de enriquecerse fabulosamente y enriquecer a sus parientes, favoritos, amigos y prestanombres, a Carlos Salinas no se le puede reprochar que haya ejercido tal derecho, aunque se le comprobara que en efecto cometió todos los desmanes que se le atribuyen. Las familias mexicanas que aplauden a sus hijos cuando hacen "negocitos con el gobierno" y que truenan contra la corrupción solo cuando no les toca una canonjía, una aviaduría o un puesto oficial lucrativo, o por lo menos un compadre que los favorezca desde un cargo público, son las verdaderas culpables de que Salinas haya actuado como lo hizo.

En los siguientes capítulos se analizarán otros cargos contra Salinas y para terminar se plantearán algunos que hasta ahora no ha formulado la opinión pública.


(Tomado de: Ayala Anguiano, Armando - Salinas y su México. Contenido ¡Extra! México de carne y hueso. Segunda parte. Deslinde de culpas. Editorial Contenido, S. A. de C. V. México, D. F., 1995)

lunes, 27 de febrero de 2023

Ya nunca más, así cayeron las fortalezas, 1988

 


Ya nunca más: así cayeron las fortalezas

En el mes de mayo de 88 los partidos de oposición se rebelaron y se revelaron: Cuauhtémoc Cárdenas derribó los obstáculos que impedían su entrada a los centros de educación superior y refrendó en la explanada de la rectoría de la UNAM con un mitin de muchas decenas de miles, el golpe que había logrado asestar en La Laguna, y que repetiría en Uruapan; Manuel J. Clouthier perspunteó el territorio con actos impresionantes en la provincia (Mérida, Puebla, Guanajuato, Querétaro, Jalisco, San Luis Potosí, Durango, Sinaloa, varios etcéteras) y remató con un triple alarde: la toma del Toreo, la concentración en la Macroplaza y, ya en el siguiente mes, la "cadena humana por la democracia"

Pero fue en junio cuando pudimos entender qué tan carcomidas estaban algunas de las maderas del barco insignia de la flota del gobierno. Ante un ataque decidido, feroz y bien planeado, los estrategas con la divisa tricolor se refugiaron en tres técnicas que habían usado antes pero sin llevarlas hasta sus últimas consecuencias como ahora trataron de hacerlo.

Acentuaron primero la táctica de "cono del silencio". Ya podía cualquiera de los antagonistas lograr lo que fuera, desde la concurrencia de una muchedumbre hasta una frase afortunada, que del sitio de su triunfo no saldría una palabra, ni una fotografía, ni una nota periodística que no fuera peyorativa o desinformadora. Era como si el pueblo o la ciudad hubieran quedado dentro de una campana de cristal: allí estaban pero no salían noticias, los habitantes no hablaban con los forasteros, los teléfonos no contestaban.

Intensificaron enseguida el priismo rabioso y excluyente de los medios de difusión. El tiempo en pantalla para Carlos Salinas de Gortari y sus partidarios se ensanchó y las notas televisadas, perifoneadas o escritas sobre sus contrincantes casi desaparecieron: en Imevisión todavía no hay menciones a cuatro de los cinco candidatos; en Televisa se calcularon ocho minutos para el PRI por uno -y no en el mejor tiempo, ni en días escogidos, ni en los canales de mayor penetración- para sus oponentes; en el radio sólo Radio Red se mantuvo imparcial; en los periódicos capitalinos usaron la fórmula de las ocho para el presidente, el cintillo para Salinas y tres o cuatro notitas de una columna en "los calcetines" para los demás.

Ordenaron, finalmente, un bombardeo nutridísimo sobre la psicología de los votantes indecisos con declaraciones triunfalistas y una cadena de encuestas en las que el ex secretario de Programación aparecía adelante de sus oponentes con ventajas increíbles. Desde los 20 millones de votos trompeteados por Jorge de la Vega hasta la famosa encuesta Gallup, los proyectiles de propaganda llovieron día y noche sobre televidentes, radioescuchas y leeperiódicos sin darles a los contrincantes del partido del gobierno ni los "dos dedos de orilla p'arrimar el cayuco", que tradicionalmente piden los jarochos.

Toda esa situación dio una vuelta de campana.

Como en el cuento de Humpty Dumpty, ni todos los caballos y todos los hombres del rey juntos, desde luego con los recursos del reino, pudieron cerrarle a Cuauhtémoc el paso a la UNAM, y allí quedó claro por primera vez que el "invencible" ya no era tal. Los hombres del FDN aplastaron los argumentos soflameros de la pureza académica, hicieron jirones los cuentos acerca de la paz necesaria para la investigación científica y pulverizaron las amenazas de que otros grupos podrían agredir a los cardenistas. El barro de los pies del gigante no solo perdió el barniz, sino que también apareció rajado.

al regreso de una particularmente favorable gira, Clouthier empezó el asedio contra el reducto de Televisa, cuyo propietario se había declarado priísta con todas sus consecuencias, entre ellas la de aquella equidad de ocho por uno "de acuerdo con los votos que sacaron". El panista hizo una declaración contra la cadena en el aeropuerto y de allí se fue a la avenida Chapultepec, donde dejó el primero de una larga línea de grupos que, plantados frente a la puerta principal del edificio de la empresa, sostenían unas pancartas en que afirmaban que sus programas noticiosos no decían la verdad. Emilio Azcárraga hizo equipo con hombres de carácter que tienen poder, saben usarlo y no ceden con facilidad a presiones, pero parece que el sistema de los blanquiazules golpeó en los ratings y en la credibilidad; el 23 de junio, un socarrón Manuel J. Clouthier fue entrevistado por Guillermo Ochoa y, lo que sea de cada quien, se despachó con la cuchara grande.

Dos días antes de que Televisa cambiara su actitud, Excélsior, considerado por muchos como el más poderoso de los periódicos capitalinos, arrió sus banderines de combate y, mandó a ocho columnas de primera plana, con dos bajadas a dos, una nota en que el PAN, su dirigente mayor y su candidato, aclaraban que jamás habían confesado anticipadamente su derrota porque estaban seguros de que ganarían. El más acometivo de los diarios había sido el primero en comprender que apuntalar al PRI contra viento y marea, contra la imparcialidad y a veces contra los hechos atestiguados por millones de personas, no aumenta el prestigio, no incrementa la credibilidad y no le sirve a nadie: ni al candidato ni a su partido ni al gobierno, ni mucho menos a la respetabilidad profesional del periódico.

Y en alguna parte del camino quedaron las encuestas -que fueron tantas tan patosamente forjadas, tan absurdamente exageradas que causaron risa- y las fanfarrias triunfalistas, unas y otras aplastadas por las proporciones tan descabelladas de sus fantasías.

La lección ha quedado clara: el mexicano medio quizás es todavía ignorante, falto de educación formal, pero ya nadie puede hacerlo comulgar con ruedas de molino, y el que lo intente tendrá que atenerse a las consecuencias, que pueden voltearle el chirrión por el palito.

De aquí en adelante, el manipuleo de la opinión pública tendrá que hacerse con procedimientos mucho más depurados, y si alguien se atreve tendrá que comenzar abajo de cero porque los programas puestos en práctica este año se estrellaron contra prejuicios y desconfianzas hacia el gobierno y sus amigos, sentimientos que antes no estaban allí; ergo, que el tiro salió por la culata.

Al "mexicano nuevo" podrán convencerlo; engañarlo fácilmente, de plano y en seco, no.

Ya nunca más.


(Tomado de: Teissier, Ernesto Julio. Ya nunca más México en 1989. Política mexicana. Editorial Grijalbo, S.A., México, Distrito Federal, 1989)


jueves, 30 de septiembre de 2021

Comisión Nacional de los Derechos Humanos

 


CNDH, Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Organismo público autónomo creado el 13 de septiembre de 1993 por medio de una reforma constitucional, encargado de fomentar, proteger y defender los derechos fundamentales de la población en el territorio nacional.

Antecedentes de la CNDH:

*Al inicio del sexenio salinista se creó dentro de la estructura de la SEGOB, la Dirección General de Derechos Humanos el 13 de febrero de 1989.

*Sin embargo, ante las numerosas denuncias, en el extranjero y los medios de comunicación nacionales, de torturas, detenciones arbitrarias y ejecuciones sumarias a manos de corporaciones policiacas y elementos de las fuerzas armadas, fue creada por decreto presidencial el 6 de junio de 1990 la CNDH, como un organismo desconcentrado de esa Secretaría.


(Tomado de: Roldán Quiñones, Luis Fernando. Diccionario irreverente de Política mexicana. Con ilustraciones de Helguera. Grijalbo/Random House Mondadori, S.A. de C.V. México, D.F., 2006).




lunes, 16 de agosto de 2021

La Paca, el rumor hecho política pública

 


75

La Paca, el rumor hecho política pública

No es que los oráculos hayan

dejado de hablar, los hombres

hemos dejado de escucharlos.

Lichtenberg.

La Paca diagnóstico la esquizofrenia nacional; eso debemos agradecérselo. Ella, que no tenía más que los huesos de su consuegro, y el aval de las vibraciones extrasensoriales, se convirtió, por muchos días, en la prueba más sólida del crimen de Francisco Ruiz Massieu, pero sobre todo dejó en claro lo que ya sabemos: que en este país hace mucho que nos abandonó un mínimo de cordura. El Estado mexicano se presentó por fin ante el tribunal de la demencia. La actuación de la Paca es el lado amable de una trama que no puede ser llevada al cine por exagerada, donde la brutalidad, ineptitud, el cinismo y el crudo humor son llevados a rango de política pública, avalados en conferencia de prensa por el subprocurador Pablo Chapa Bezanilla, y desmentidos en conferencia de prensa por el mismo subprocurador Pablo Chapa Bezanilla.

Francisco Ruiz Massieu, entonces secretario del PRI, y cuñado de los hermanos Salinas, fue ejecutado a mansalva en la ciudad de México. Lo que devino al crimen fue fascinante. Raúl Salinas, hermano del ex presidente, fue detenido como presunto autor intelectual del asesinato de su cuñado. En ese mismo momento, el presunto cómplice, el diputado Muñoz Rocha, desapareció hasta el día de hoy. Rumores de todo tipo hicieron de él una especie de ¿Dónde está Wally? versión judicial, que igual lo hacían en Bangkok tomando un crucero, que escondido en San Pablo de las Tablas. Su figura se convirtió en la identidad de lo impune "porque estás más desaparecido que Muñoz Rocha", espetó la pícara Tía Graciela.

Se había logrado logrado el enredo suficiente para no saber qué tantas pruebas se tenían. Aunque la historia sonaba tan convincente conociendo al personaje, eran necesarias otras con las que se formalizaría al presunto autor intelectual por un nuevo crimen, el colofón con doble destinatario. Fue así que, en una memorable conferencia de prensa, el subprocurador Chapa Bezanilla optó por abandonar la teleserie para meterle carácter de superproducción y aventurar la llave de las siete puertas.

La Paca -por cuyas mentiras recibió de manos de Chapa Bezanilla cuando menos un millón de pesos provenientes de bienes asegurados de la PGR- declaró ministerialmente que un muchacho "que inmediatamente desapareció" le entregó un sobre cerrado que contenía un escrito de cuatro cuartillas, en el que "una persona" explicaba que decidió "revelar lo que sabía sobre el asesinato" de Muñoz Rocha; que lo hacía porque "el país está sumido en injusticias y, como patriota que soy, te autorizo a que des mi relato a la Procuraduría". Naturalmente, el anónimo no era tan anónimo, había sido escrito por el novio de la Paca, Ramiro Águila Lucero, un pobre diablo que dijo haber sido testigo de la escena en que Raúl Salinas de Gortari "mató" a batazos al desaparecido legislador Manuel Muñoz Rocha, el siniestro "eslabón perdido" de la conspiración para asesinar al ex secretario general del PRI.

En el texto se afirmaba que el 30 de septiembre de 1994, el mayor Antonio Chávez Ramírez, de la escolta personal de Raúl Salinas, le había conseguido una entrevista con éste, en su casa de Reforma 975 y que al llegar (hacia las cinco de la tarde) el militar abrió la puerta principal "con el control remoto, y apareció la imagen de dos sujetos: uno de ellos con un bat en la mano y otro tirado en el suelo, con la cabeza ensangrentada. El del bat se me quedó viendo estúpidamente y miró al mayor quien, sorprendido, me agarró del brazo y nerviosamente me sacó del jardín, me subió a una camioneta y dijo que lo esperara".

Asimismo, la Paca, que hasta entonces no había requerido de sus poderes psíquicos declaró: "Conseguimos una camiseta de Rocha y al apretarla sentí vibraciones de él... En El Encanto sentí las mismas vibraciones. Por eso afirmo que los restos son de Rocha. Él se levantó de la tumba para señalar a su asesino", afirmó muy oronda.

El final es más que conocido. Cuando fueron a desenterrar la osamenta al rancho El Encanto, propiedad de Raúl Salinas de Gortari, nuestra policía parecía CSI, pero la comandaba Bezanilla en tierra y la Paca en espíritu. Después de levantar todo el terreno se encontró un cuerpo. Las pruebas periciales, realizadas por la misma Procuraduría, resultaron negativas, no era la osamenta de Muñoz Rocha sino la de... Sí, el consuegro de la Paca.

La Paca hizo entonces su último gran truco de magia: desapareció. Éste gran acto pareció tener la virtud política de que el conejo se quede para siempre a vivir en la chistera. Ella es inocente, o al menos tan culpable como todos nosotros: quién en su sano juicio se negaría a ser Beto el Boticario por un día.


(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México, Editorial Grijalbo, Random House Mondadori, S.A. de C.V., México, D.F., 2008)






lunes, 21 de septiembre de 2020

Semana del 20 al 27 de octubre de 2000


Milenio Diario

Viernes 20 
Caso Colosio: 135 MDP en cinco años de investigación.
Hoy, la Procuraduría General de la República dará a conocer sus conclusiones sobre el homicidio de Luis Donaldo Colosio, en las que se mantiene la hipótesis del asesino solitario. Esto no significa que el caso esté cerrado, pues el expediente será entregado al gobierno foxista para que continúe con las investigaciones.

Sábado 21
Incendio en Lobohombo; 20 muertos.
Al menos 20 muertos y 40 heridos fue el saldo del incendio que sufrió la discoteca Lobohombo, la cual operaba mediante 11 amparos al no contar con los permisos correspondientes. Los primeros reportes indican que la conflagración se originó por un cortocircuito. La tragedia ocurrió a las 5:20 horas de la mañana y en el lugar había cerca de 200 personas.

Domingo 22
Espió Cuba en México, protegida por Gutiérrez Barrios.
Jorge Masetti, el hombre barbado y sumamente delgado que cuenta sus confidencias como agente del espionaje cubano, es ahora un disidente de la revolución. Resentido con el régimen castrista tras los fusilamientos en Cuba de su suegro, Antonio de la Guardia, y no su maestro, Arnoldo Ochoa, militares de alto rango acusados de mantener vínculos con el narcotráfico, regresa a México, el país en el cual desarrolló muchas de sus actividades conspirativas, y en entrevista con MILENIO Semanal cuenta una parte de esa historia clandestina que ha hecho de nuestro país uno de los centros de espionaje más importantes del mundo. 
De ese entonces, Masetti narra que Pedro Catela no era un agente cualquiera, ya que además de trabajar para el Centro de Inteligencia que mantiene la embajada de Cuba en el país, tenía un puesto en la Secretaría de Gobernación, de la que entonces era titular Fernando Gutiérrez Barrios. Masetti e Ileana de la Guardia, su esposa, sabían demasiado como para dejar dormir tranquilos a los funcionarios cubanos.

Lunes 23
Investiga la Procuraduría a Carlos Salinas de Gortari.
La Procuraduría General de la República investiga al ex presidente Carlos Salinas de Gortari, y reactivó averiguaciones previas que datan de 1996 sobre enriquecimiento inexplicable, narcotráfico y lavado de dinero iniciadas contra su hermano Raúl y que se han ampliado al resto de la familia. El trabajo del equipo especial inició hace una semana.

Martes 24
Suicidio, el de Ramos Tercero.
La Procuraduría General de la República concluyó que la nula resistencia del subsecretario de Comercio, Raúl Ramos Tercero, para aceptar frustraciones lo llevaron a tomar tal determinación, "sin inducción o auxilio alguno", porque consideraba que el proyecto del Registro Nacional de Vehículos no marchaba como estaba previsto.

Miércoles 25
Contra Carlos Salinas, tres líneas a investigar.
La Procuraduría General de la República abrió tres líneas de investigación sobre el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, con lo que se sienta un precedente en la historia de México, pues nunca se realizaban pesquisas sobre la actuación de ex jefes del Ejecutivo.
La investigación se encuentra contenida dentro de averiguaciones previas sobre su hermano Raúl en 1996 y 1998, relacionadas con enriquecimiento inexplicable, narcotráfico y lavado de dinero, reactivadas la semana pasada después de una conversación telefónica entre Raúl y Adriana Salinas que fue hecha pública.
Las averiguaciones sobre las cuales investigan a Carlos Salinas son la SCGD/CGI/014/98-09 y la SCGD/CGI/041/96. Son tres las líneas a seguir sobre el ex mandatario y una de ellas es por presunto enriquecimiento inexplicable, por lo cual van a investigar sus cuentas bancarias.
Diez personas fueron citadas a declarar la semana pasada, y desde ayer se preparaban nuevas declaraciones. Una de ellas fue la del gobernador de Sonora, Manlio Fabio Beltrones.

Jueves 26
Rebelión en Los Pinos: abuchean a Zedillo.
Allí, en plena residencia oficial de Los Pinos, los burócratas se rebelaron, confrontaron al Presidente, le gritaron y lo amenazaron a voz en cuello con un paro nacional. ¡Bono! ¡Queremos bono! ¡De palabras no vivimos! Los gritos estallaban en el salón Adolfo López Mateos, atiborrado por los trabajadores sindicalizados al servicio del Estado.

Viernes 27
Destapan el monopolio de Coca-Cola en México.
La Comisión Federal de Competencia determinó ayer iniciar un proceso legal contra la trasnacional Coca-Cola por "prácticas monopólicas" en el mercado mexicano, tras las acusaciones de Pepsico y de Consorcio Aga y Sidral Mundet, de que el refresco con mayor consumo en México exige a los vendedores nacionales la exclusividad en la venta de sus productos.

(Tomado de: Milenio 5 años, 2000-2005. Milenio Diario S.A. de C.V., Monterrey Nuevo León, 2005)