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martes, 18 de marzo de 2025

Tariácuri, fundador del reino de Michoacán

 


Tariácuri, fundador del reino de Michoacán 

Amanecía en Tzintzuntzan, el Sol comenzaba a iluminar la capital del reino purépecha. El día anterior había tenido lugar la gran "fiesta de las flechas", la Equata Cónsquaro, que hoy concluiría con el sacrificio masivo del grupo de malhechores y de aquella gente que se castigaría por su rebeldía y desobediencia. El petamuti escuchó las acusaciones de viva voz de los gobernadores y jefes de barrio, y dictó luego la severa sentencia: todos sufrirían la pena de muerte.

Muchas horas transcurrieron al paso del macabro ceremonial, el cual fue presenciado por los principales personajes de la política michoacana. Muy circunspectos, durante las ejecuciones los miembros de la nobleza aspiraban el humo del tabaco silvestre en sus elegantes pipas. Una vez más se cumplían las antiguas leyes que cuidaban de las costumbres y la buena conducta, especialmente aquella que debían a su señor los jóvenes guerreros. 

Al concluir el sacrificio, el séquito siguió los pasos del petamuti, congregándose en el patio fronterizo al palacio del cazonci. Hacía poco tiempo que Tzintzicha Tangaxoan se había entronizado; su corazón no estaba tranquilo, pues graves eran las noticias que llegaban desde México-Tenochtitlan sobre la presencia de extranjeros venidos allende el mar. Pronto sus semblante cambiaría, alegrándose al escuchar el antiguo relato de la venida de sus antepasados a la región lacustre, y sobre todo disfrutaría, una vez más, de la historia de Tariácuri, el fundador del reino de Michoacán. 

El petamuti se dirigió a la concurrencia con estas solemnes palabras: "Vosotros, los del linaje de nuestro dios Curicaueri, que habéis venido, los que os llamáis Eneami y Zacápuhireti, y los reyes llamados Vanácaze, todos los que tenéis este apellido ya nos habemos juntado aquí en uno...". Luego todos elevaron sus oraciones en honor del dios Curicaueri, quien en tiempos antiguos, había guiado a sus antepasados hasta estas tierras; él condujo sus pasos, probó su astucia y valentía, y finalmente les otorgó el predominio sobre toda la región. 

Este territorio estaba ocupado por "gente mexicana", por "nahuatlatos", quienes debieron reconocer la superioridad del dios Tirepeme Curicaueri; la región originalmente estaba gobernada por distintos señores; Hireti-Ticátame, jefe de los chichimecas uacúsecha, siguiendo los designios de su dios, toma posesión de la montaña Uriguaran Pexo. Poco después entran en contacto con los pobladores de Naranjan, y así empezó la historia: Ticátame será la raíz del frondoso árbol de la familia de los Cazonci. 

Como devoto de Curicaueri, muchas fueron sus aventuras, Hireti-Ticátame alimentaba la hoguera con leña sagrada, y pedía permiso a los dioses de la montaña para cazar, enseñando a todos los chichimecas uacúsecha sus deberes para con los dioses. Finalmente casó con una mujer de la localidad, uniendo los nomádicos destinos de su gente con aquellos que ya vivían desde antiguo en las riberas del lago. 

A la trágica muerte de Ticátame en Zichaxucuaro, asesinado por los hermanos de su mujer, le sucede su hijo Sicuirancha, quien prueba su valentía persiguiendo a los homicidas y rescata la imagen de Curicaueri -que había sido robada de su altar- conduciendo a los suyos a Uayameo, donde se establece. En esta ciudad gobernarán como sucesores, sus hijos Pauacume -primero de ese nombre- y Uapeani, que a su vez engendró a Curátame, que continuaría con el linaje. 

En ese momento del relato, la voz del petamuti con arcaicos giros en el lenguaje- describió la peculiar leyenda de la transformación de los hombres en serpientes, exaltando la figura de Xaratanga, la diosa lunar, develando los misterios de los granos de maíz, los chiles y otras semillas, trastocados en sagrada joyería. Eran los tiempos en que los dioses, junto con los hombres, lograban las victorias en el campo de batalla. En esa época fue también cuando el grupo de los chichimecas o uacúsecha se fraccionó y cada jefe menor, con el bulto de su dios, emprendió la búsqueda de su propio lugar de habitación a lo largo y ancho del lago de Pátzcuaro. 

A la muerte de Curátame, sus dos hijos, Uapeani y Pauacume -quienes repitieron los nombres de sus antecesores-, recorrieron llanos y sierras en pos de su destino. Las historias del petamuti animaron a la concurrencia; todos conocían las correrías de los dos hermanos, las cuales los llevarían hasta la isla Uranden, donde encontraron a un pescador de nombre Hurendetiecha, cuya hija casó con Pauacume, el menor de los dos; de aquella unión nació Tariácuri. El destino había unido a cazadores y pescadores, quienes sustentarían a la futura sociedad purépecha. El matrimonio terrenal será la equivalencia mística de la unión entre Curicaueri y Xaratanga, y la adopción de los principales dioses de la localidad, quienes formarán la familia divina. 

Esta gente que fatigosamente había recorrido todo el territorio llegó finalmente a Pátzcuaro, el sitio sagrado que sería el asiento de su largo camino; ahí encontrarán cuatro enormes rocas que materializan a su divinidades tutelares: Tingarata, Sirita Cherengue, Miequa, Axeua y Uacúsecha -el señor de las águilas, su propio capitán divinizado-. Para la concurrencia, el mito se develaba, ellos eran los guardianes de los cuatro rumbos del universo, y Pátzcuaro constituía el centro de la creación. Tzintzicha Tangaxoan musitó: "En este lugar y no en otro ninguno está la puerta por donde descienden y suben los dioses”.

El nacimiento de Tariácuri marcaría la época dorada de los antiguos purépechas. A la muerte de su padre, él todavía era un Infante; mas no importando su corta edad, fue electo cazonci por el consejo de ancianos. Sus tutores fueron los sacerdotes Chupitani, Muriuan y Zetaco, devotos hermanos que enseñaron con el ejemplo al joven discípulo, quien junto con la disciplina que significó la cotidiana devoción de las deidades, se preparó también para la guerra, preludiando la venganza de su padre, sus tíos y sus abuelos. 

Las aventuras de Tariácuri trajeron gozo a los oídos de todos los partícipes de la reunión. El reinado de este cazonci fue muy largo, salpicado de incesantes conflictos bélicos hasta que cada una de las fracciones chichimecas reconocieron su soberanía y el predominio del dios Curicaueri, conformándose así el verdadero reino purépecha. 

Un nuevo episodio en el relato del petamuti fue la historia de los hermanos huérfanos, Hiripan y Tangaxoan, sobrinos de Tariácuri, quienes desaparecieron junto con su madre viuda una vez que los enemigos del cazonci tomaron Pátzcuaro. Ellos tuvieron que huir para salvar sus vidas. Muchas miserias y ofensas debieron sufrir estos niños como pruebas que les imponían los dioses, hasta ser reconocidos por su tío. Las virtudes sin par de los hermanos contrastaban con la bajeza de carácter de su hijo mayor -causada por la embriaguez-, de ahí que Tariácuri, presintiendo el final de sus días, preparó a Hiripan y a Tangaxoan, junto con su hijo menor, Hiquíngare, en la conformación de los futuros tres señoríos que gobernarían conjuntamente el reino: Hiripan gobernará en Ihuatzio (llamado en el relato Cuyuacan, o "lugar de coyotes"); "Hiquíngare, tú continuarás aquí en Pátzcuaro, y tú Tangaxoan, gobernarás en Tzintzuntzan“. Los tres señores seguirán la obra de Tariácuri llevando los triunfos de Curicaueri en todas direcciones, ensanchando las fronteras del imperio. 

La historia contada por el petamuti era escuchada con atención por Tzintzicha Tangaxoan, queriendo reconocer en las palabras del sacerdote los argumentos que le permitirían afrontar los futuros acontecimientos. La confraternidad tripartita de Pátzcuaro Ihuatzio y Tzintzuntzan se rompió, primero con la muerte y extinción de la familia de Hiquíngare, descendiente directo de Tariácuri, y con el posterior despojo que sufriera Ticátame, hijo de Hiripan, por parte de su primo Tzitzipandácuri, vástago de Tangaxoan, quien incluso se apodera de la imagen de Curicaueri. 

Desde entonces Tzintzuntzan se convertiría en la capital de aquel reino. La joyería saqueada de las otras dos ciudades se guardarán en el palacio real, constituyendo el tesoro de Curicaueri y el cazonci. A Zuanga, siguiente gobernante purépecha, tocará enfrentar a los mexicas, a los que vencerá finalmente. Tzintzicha Tangaxoan saboreó esta parte final del relato que exaltaba el poder de sus ejércitos; sin embargo, en el ánimo de la concurrencia ya pesaba el sombrío panorama de la proximidad española, presagiando un funesto final. 


(Tomado de: Solís, Felipe, y Gallegos, Ángel. Tariácuri, fundador del reino de Michoacán. Tariácuri y el reino de los purépechas. Pasajes de la historia VIII. Editorial México Desconocido, S. A. de C. V. México, D. F., 2002)

domingo, 3 de noviembre de 2024

Rendición de Michoacán, 1522

 


16

Rendición de Michoacán 

Por Jerónimo de Alcalá 

Como es bien sabido, el otro gran imperio de Mesoamérica, el Imperio Purhé, cuya capital no era menos lacustre que Tenochtitlan, no opuso resistencia a los hombres vestidos de hierro y a los indios hispanistas que encabezaba Cristóbal de Olid, uno de los capitanes de Cortés. De esa rendición se ocupa el párrafo de la Relación de Michoacán transcrito enseguida. 


Y antes de que llegasen los españoles, sacrificaron los de Michoacán ochocientos esclavos de los que tenían encarcelados, porque no se les huyesen con la venida de los españoles y se hiciesen con ellos. Y saliéronles a recibir de guerra Huzizilzi y su hermano Don Pedro y todos los caciques de la Provincia y señores con gente de guerra. Y llegaron a un lugar, obra de media legua de la ciudad por el camino de México en un lugar llamado Api e hicieron allí una raya a los españoles y dijéronles que no pasasen más adelante, que les dijesen a que venían y que si los venían a matar. Respondióles el capitán: 

-No os queremos matar, veníos de largo aquí donde estamos, quizá vosotros nos queréis dar guerra.

Dijeron ellos:

-No queremos.

Díjoles el capitán Cristóbal de Olí:

-Pues dejad los arcos y flechas y venid donde nosotros estamos.

Y dejáronlos y fueron donde estaban los españoles parados en el camino todos los señores y caciques con algunos arcos y flechas y recibiéronlos muy bien y abrazáronlos a todos y llegaron todos a los patios de los cúes grandes y soltaron allí los tiros. Y cayéronse todos los indios en el suelo, de miedo y empezaron a escaramuzar en el patio, que era muy grande. 

Y fueron después a las casas del cazonci y viéronlas y tornáronse al patio de los cinco cúes grandes y aposentáronse en las casas de los papas que tenían diez varas -que ellos llaman pirimu- en ancho y en los cúes que estaban las entradas de los cues y las gradas llenas de sangre del sacrificio que habían hecho. Y aún estaban por allí muchos cuerpos de los sacrificados. Y llegábanse los españoles y mirábanles si tenían barbas. Y como subieron a los cúes y echaron las piedras del sacrificio a rodar, por las gradas abajo y a un dios que estaba allí llamado Curitacaheri, mensajero de los dioses. Y mirábalo la gente y decía:

-¿Por qué no se enojan nuestros dioses, cómo no los maldicen?

Y trujeronles mucha comida a los españoles y no había mujeres en la ciudad, que todas se habían huido y venido a Pázcuaro y a otros pueblos. Y los varones molían en las piedras para hacer pan para los españoles y los señores y viejos. Y estuvieron los españoles seis lunas en la ciudad (cada luna cuenta esta gente veinte días) con todo su ejército y gente de México. Y a todos los proveían de comer pan y gallina y huevos y pescado, que hay mucho en la laguna. 

Y desde a cuatro días que llegaron, empezaron a preguntar por los ídolos y dijéronles los señores que no tenían ídolos, y pidiéronles sus atavíos y lleváronles muchos plumajes y rodelas y máscaras, y quemáronlo todos los españoles, en el patio. Después de esto empezáronles a pedir oro y entraron muchos españoles a buscar oro a las casas del cazonci.


(Tomado de: González, Luis. El entuerto de la Conquista. Sesenta testimonios. Prólogo, selección y notas de Luis González. Colección Cien de México. SEP. D. F., 1984)

jueves, 22 de junio de 2023

José María Arteaga

 


José María Arteaga 

1833-1865

Aguascalientes fue la cuna de José María Arteaga. Aunque algunas fuentes refieren que nació en la Ciudad de México y que aún siendo niño fue llevado a la capital hidrocálida donde hizo algunos estudios. En 1848 se trasladó a San Luis Potosí y sentó plaza de soldado. Ingresó en la carrera militar en 1852, alcanzó el grado de sargento y al año siguiente el de capitán. En 1854 marchó hacia el sur bajo las órdenes de Zuloaga, de tal manera que comenzó sirviendo en las filas conservadoras pero sus convicciones le llevaron al bando liberal desde 1855, después de la capitulación de Nuzco entre santanistas y partidarios del Plan de Ayutla. Ascendió a Comandante de Batallón. En Uruapan, con el grado de mayor y bajo las órdenes de Comonfort, intervino en la lucha de Jalisco y Colima; ascendió a coronel y se convirtió en gobernador de Querétaro.

Durante la Guerra de Reforma alcanzó el grado de capitán de brigada, combatiendo contra los conservadores. Realizó la campaña de Michoacán. Al terminar la lucha civil fue nombrado de nuevo gobernador de Querétaro, cargo que dejó para combatir a los franceses. Intervino militarmente en Barranca Seca y en Acultzingo, y fue herido en esta última batalla por lo cual se retiró algún tiempo a Morelia. Se reincorporó a la lucha; en 1864 se le nombró gobernador de Jalisco y tomó el mando de una División del Ejército del Centro. Ascendió a general de División por sus méritos contra los invasores y realizó con gran valor la campaña de Michoacán. Fue hecho prisionero por las fuerzas de Méndez en el pueblo de Santa Ana Amatlán. Merece ser conocida la carta que Arteaga escribió a su madre momentos antes de morir: "Hoy -dice- he caído prisionero y mañana seré fusilado. Muero a los treinta y tres años de edad. En hora tan suprema es mi consuelo legar a mi familia un nombre sin tacha. Mi único crimen consiste en haber peleado por la Independencia de mi país. Por esto me fusilan. Pero el patíbulo, madre mía, no infama, no al militar que cumple con su deber y con su Patria". Fue fusilado en Uruapan Michoacán el 21 de octubre de 1865.


(Tomado de: de Lara, María Eugenia, y Amparo Gómez Tepexicoapan - Liberales mexicanos del siglo XIX. Álbum fotográfico. Varia Gráfica y Comunicación, S. A. de C. V. México, D. F., 2000)

lunes, 20 de marzo de 2023

Concha Urquiza, una mística irreverente

 


Una mística irreverente: Concha Urquiza

En su búsqueda de Dios solo consiguió ahogarse en un mar de contradicciones


Por Alberto Cirigo

En 1924 la popular Revista de Revistas mostró la foto de una joven poeta de 14 años que destacaba por su intensa mirada, su corta melena de rubios y encrespados cabellos y la precoz sensualidad que irradiaba. Un año antes había había publicado versos de excelente factura en la Revista de Yucatán. Los poemas revelaban una fascinante mezcla de fervor religioso con amor profano, pero sobre todo reflejaban el alma atribulada de la autora, Concha Urquiza.

Esa singular moreliana nació la Nochebuena de 1910, cuando la revolución ya se extendía sobre gran parte del territorio mexicano, en el seno de una familia católica y tradicionalista. Tempranamente se vio sacudida por la tragedia: a los 3 años murió el padre y la familia se trasladó a la ciudad de México. La ausencia paterna marcó de manera indeleble a Concha, quien empezó a llevar una existencia tan trágica e inestable como la que vivía el país por esa época. Educada en un austero ambiente religioso, le tocó presenciar primero las atrocidades del conflicto revolucionario y luego las de la guerra cristera.

A los 17 años empezó a escribir una especie de diario que terminó 6 años después y que contiene relatos autobiográficos, esbozos de novelas, cuentos y poemas agrupados bajo el título de El reintegro. En los escritos se notan elementos que no se utilizaban en la literatura mexicana de aquel tiempo, tales como el cuestionamiento de la conducta y la vida de los personajes. Entonces Concha estaba muy influenciada por el escritor inglés de origen polaco Joseph Conrad, con quien compartía un hondo sentimiento de soledad, una radical incapacidad para mantener relaciones amorosas y un profundo amor por el mar.

ENTRE LA CRUZ Y EL VERSO 

A los 18 años se fue a vivir a Nueva York, donde permaneció un lustro y donde consolidó su formación intelectual. Trabajó en el departamento de publicidad de la empresa cinematográfica Metro Goldwin Mayer y perfeccionó su inglés leyendo a los más destacados autores anglosajones. Por entonces solía decir a sus amigos: "Cuando estoy en Estados Unidos y oigo ladrar en inglés, me pongo a leer a Shakespeare; cuando estoy en México y oigo aullar en español, leo a Cervantes".

Regresó al país en 1933 más temperamental y caprichosa que cuando se había ido y dueña de una recia personalidad matizada con severos arrebatos de inestabilidad. De carácter más bien modesto -nunca alardeó de intelectual ni dio gran importancia a sus escritos-, pasó su vida entre la bohemia y la religión. Muchos de quienes la conocieron cuentan que mientras estaba platicando en una cafetería pedía una servilleta y se ponía a escribir entusiastamente sobre ella; pero a menudo dejaba lo escrito sobre la mesa o lo regalaba a sus acompañantes. Muchas de esas servilletas son, en la actualidad, originales de numerosos poemas.

Cuando convivía con amigos no vacilaba en utilizar un lenguaje salpicado de groserías, impropio de las damas de aquella época. Trabajó durante un tiempo en el archivo de la Secretaría de Hacienda, se declaró simpatizante de las ideas de izquierda, militó en el Partido Comunista Mexicano (constituido en la segunda década de este siglo) y posteriormente adoptó un anarquismo crítico que degeneró en una aguda insatisfacción personal. En este último periodo emprendió una desesperada búsqueda de sentido para su existencia.

CONVERSIÓN APASIONADA 

Su radical insatisfacción empujó a Concha hacia la vida religiosa. Estaba convencida de que en el seno del catolicismo resolvería las dudas que la acusaban y se convirtió en novicia en un convento michoacano de las Hijas del Espíritu Santo.

Al igual que sor Juana Inés de la Cruz, tuvo un confesor y guía espiritual, Tarsicio Romo, quien tomó a su cargo la tarea de inculcarle las enseñanzas de Cristo. Romo la describe como "rebelde como un matorral, nerviosa y moralmente hecha pedazos". Además de estimular su fervor religioso, el clérigo le ayudó a incrementar sus conocimientos literarios, prestándole obras del poeta español Federico García Lorca, que él consideraba no aptos para estar en la biblioteca de un convento. En una carta en que le pedía la devolución de los libros, Romo se refería a ella como si fuera un hombre, escribiéndole: "usted es demasiado inteligente y puro".

Dentro del convento en Morelia, Concha tuvo que soportar una vida de encierro, obediencia y disciplina que contrastaba con su dominante carácter. A raíz de ello sus nervios, de por sí muy sensibles, se mantenían "siempre tensos como un arco a punto de disparar la flecha", de acuerdo con el sacerdote Gabriel Méndez Plancarte, uno de sus biógrafos y principal promotor.

ESTE AMOR QUE YO ALIMENTO...

Durante años la poeta se sintió torturada por la falta de amor, "aun por el más bajo de los amores humanos", hasta que una noche de 1937 tuvo, por fin, su encuentro con la divinidad, su enamoramiento de Dios, quien -escribió- "se apoderó completamente de todos mis deseos". Meses después la conversa declaró: "Nunca amé a nadie con tal pasión del entendimiento y la voluntad, ni creo que después de haber sentido esto pudiese contentarme con el amor a un hombre", sentimiento que expresó en la frase "quiero amarte sin mí", que aparece en uno de sus versos.

En esa etapa escribió sus mejores poemas, caracterizados por imágenes amorosas similares a las de los poetas místicos como fray Luis de León, santa Teresa y san Juan de la Cruz. Ubicada a un paso del erotismo, la poesía mística requiere de una revelación, de un trance espiritual como los que Concha experimentaba después de orar intensamente. Ella describió esa sensación "que entraba por todos los sentidos, mezcla de estupor y angustia, como quien pasa de un medio físico a otro…"

Apunta el investigador José Vicente Anaya que para el amor del misticismo católico la muerte es el único medio por el cual el amante puede vivir definitivamente con el amado, por lo que morir es un anhelo ferviente de los místicos. En Concha Urquiza las ansiedades terrenales y los impulsos celestiales chocaban duramente, provocándole reiteradas crisis nerviosas, mientras en sus escritos la vida y la muerte constituye un único y reiterativo tema. Empezó a sufrir lo que llamó "marejadas de sombra" y escribió: "Sufro porque vivo en una contradicción perpetua... No sé qué tengo ni qué quiero".

VUELTA A LA VIDA TERRENA

Harta de la vida conventual, regresó a la Ciudad de México a vivir con su madre y su hermana. Fumaba sin parar y le gustaba beber cerveza en las comidas, cosa que no hizo mientras permaneció con las monjas. Luego realizó un viaje a Morelia y Pátzcuaro en el que lamentó separarse por segunda vez de sus allegados. Escribió: "Sólo he querido morir para descansar un poquito, pero no quisiera morir por haberte amado poco" e imaginó una muerte gloriosa, "morir por amor al amado".

Aunque fuera del convento, continuó ligada a la congregación, enseñando literatura e historia en colegios confesionales del DF y provincia. En 1939 viajó a San Luis Potosí, donde impresionada por la tranquilidad interior que sentía decidió quedarse una temporada. Trabajó como maestra de lógica e historia de las doctrinas filosóficas, y su vida se volvió más sosegada y fecunda. Terminó el bachillerato en ciencias sociales e inició el primer año de leyes en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Continuó escribiendo y consolidando un estilo propio. Hizo la adaptación para cine de la obra de Edmundo D'Amicis, Corazón, diario de un niño, y escribió poesías, cartas y su Diario.

A pesar del remanso de paz que había encontrado en tierra potosina, en septiembre de 1944 regresó a México para profundizar sus estudios de filosofía. Asistió al seminario de investigaciones históricas que impartía el admirado José Gaos, pero una severa crisis nerviosa la sumió en "una gran aridez espiritual".

Censurados por la Iglesia, muchos de los escritos de Urquiza acabaron quemados por las monjas del Espíritu Santo, en tanto otros fueron "editados" por Méndez Plancarte. Si bien a este biógrafo se debe el descubrimiento público de la poeta, comenta el escritor Emmanuel Carballo que los maledicentes de los años 50 murmuraban que el editor había transformado los poemas eróticos de Concha, dirigidos en su mayoría al filósofo Adolfo Menéndez Samará, en intensos poemas místicos. El afán apostólico de Méndez Plancarte por salvar un alma descarriada -dice Carballo- acabó por imponerse; y donde la autora escribía "señor" con minúscula, el religioso copiaba "Señor" con mayúscula, operación que también realizó con el pronombre "Él".

BORRASCA ESPIRITUAL 

Los demonios internos volvieron a atormentar a Concha, quien viajó a Baja California invitada por las Hijas del Espíritu Santo para dar clases en su colegio de Tijuana. Abordó la avión a Mexicali y de allí partió a Ensenada con el fin de pasar unos días de descanso junto al mar. Llegó a su destino muy afectada, pues en los últimos tiempos se había sentido muy alejada de Dios. Miguel M. Domínguez, un conocido de ella quien la vio en esa época, dijo que "su alma venía buscando a Dios en ese mar tan azul".

El 20 de junio de 1945 fue al balneario "El Estero" con un grupo de amigos. Realizó un paseo por un islote cercano, mientras sus acompañantes se alejaban en una embarcación, dejándola con otro de los visitantes y despreocupados de ella, a quien consideraban excelente nadadora. Un día después se encontraron los dos cuerpos flotando en el océano Pacífico y el 22 de junio la poeta fue sepultada en el panteón del Tepeyac, en Tijuana.

De los amores de Concha poco se sabe, salvo lo dicho por Carballo. Lo cierto es que ella consideraba que el amor humano y el divino eran excluyentes, lo cual le acarreó una vida de dudas, incertidumbre y mortificaciones. Aun cuando todavía se especula sobre su muerte, muchos sostienen que se abrazó voluntariamente a la inmensidad del mar para castigarse por haber interrumpido su íntima ligazón con lo divino.

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Dos poemas de Concha Urquiza


A Jesús, llamado "El Cristo"


Entre el cobarde impulso de olvidarte 

y el doloroso afán de poseerte,

el corazón vacila de tal suerte 

que ya no sabe huirte ni buscarte.


Conozco que he nacido para amarte,

que dejarte de amar sería mi muerte,

y más quiero perderme con perderte 

que mi torpe placer sacrificarte.


más, ¿qué mucho, mi Dios, si me quisiste 

de contrarios principios engendrada?

Cielo y tierra es el ser que tú me diste;


y cuando busca el cielo su morada 

primera, y va a subir, se le resiste 

la tierra, de la tierra enamorada.


San Luis Potosí 14 de junio, 1939


De "Cinco sonetos en torno a un tema erótico"


Mi cumbre solitaria y opulenta 

declinó hacia tu valle tenebroso,

qué oro de espiga ni frescor de pozo 

ni pajarera gárrula sustenta.

 

En tu luz gravitante y macilenta,

quebrado el equilibrio del reposo,

vago sobre su espíritu medroso 

como un jirón de bruma cenicienta.


Libre soy de tornar a mis alcores 

do Eros impúber la zampoña toca 

ceñido de corderos y pastores;


mas a exilio perpetuo me provoca 

la chispa de tus ojos turbadores,

la roja encrespadura de tu boca.


(Tomado de: Círigo, Alberto: Una mística irreverente: Concha Urquiza. Contenido ¡Extra! Mujeres que han dejado huella. Segunda serie, segundo tomo. Editorial Contenido, S. A. de C. V. México, D. F., 1999)





viernes, 16 de diciembre de 2022

Fundación de Valladolid (Morelia)

 


Valladolid -como originalmente se llamaba Morelia- debió su fundación a una disputa sostenida entre el obispo Vasco de Quiroga y el virrey Antonio de Mendoza. "Tata" Vasco, defensor de los indios, quería instalar la capital de Michoacán en Pátzcuaro, donde se le facilitaría atender las necesidades de los múltiples indígenas avecindados en la comarca, pero los españoles no querían vivir junto a un obispo que condenaba sus atrocidades, y al cabo, con la protección del virrey, el 18 de mayo de 1541 fundaron su propia ciudad en el valle de Guayangareo. El rey aprobó que la nueva ciudad adoptara el nombre de Valladolid.

Todavía en 1580, según anotó un cronista, Valladolid "no era más que un ruin cortijo, con ocho o diez casas de españoles y los conventos de San Francisco y San Agustín", que estaban en proceso de construcción. El primero de ellos sólo fue terminado en el siglo XVII y modificado en el XVIII (hoy se haya convertido en un expendio de artesanías). El segundo data de las mismas fechas y en sus terrenos funciona ahora un gran mercado de antojitos.

La cantera de la ex Valladolid es de un color rosado que hermoseó sus espléndidos edificios, como la catedral, cuya construcción se inició en 1660 y se concluyó en 1744, el SeminarioTridentino, inaugurado en 1770, que ahora sirve de oficinas para el gobernador de Michoacán; el acueducto monumental, que tenía 253 arcos y alimentaba treinta fuentes públicas; el colegio de los jesuitas, terminado en 1660, que hoy se llama Palacio Clavijero y sirve como casa de la cultura; la calzada que desemboca en el santuario de Guadalupe, inaugurada en 1732, y un gran número de magníficas residencias particulares. En 1810 Valladolid contaba cerca de 14,500 habitantes y estaba clasificada como la quinta ciudad del país.

Pátzcuaro, Santa Clara del Cobre y otros pueblecitos michoacanos desarrollaron una arquitectura popular llena de encanto, que milagrosamente ha resistido el embate de las construcciones pseudo-modernistas añadidas a últimas fechas.


(Tomado de: Armando Ayala Anguiano - ¡Extra! Contenido. México de carne y Hueso III. Tercer tomo: La Nueva España (1). Editorial Contenido, S.A. de C.V., México, D.F., 1997)


lunes, 3 de octubre de 2022

Michoacán volcánico

 

(Laguna Larga, Michoacán)

Hace ya cientos o serán miles de años, que el volcán de San Andrés, en Michoacán, dejó de vomitar su fuego espeluznante. Se quedó tan quieto que su cráter se volvió dulce, apacible, laguna de aguas azules y verdes.

San Andrés, como región volcánica es ya poco conocida aun para muchos michoacanos; sin embargo, la misma área, con el nombre de Los Azufres, despierta entusiastas y encendidos comentarios. Desde "pequeña Suiza" hasta "paraíso tarasco", los elogios son interminables. Y merecidos.

Se trata de una zona encantadora desde el punto de vista escénico. Uno de esos paisajes de tarjeta postal como sacados de algún nórdico país. Sin embargo, está en este México donde usted tiene el privilegio de vivir. Y a escasas cuatro horas, en automóvil, del D. F.

Montañas y lagos ciertamente abundan en el país. ¿Qué hay, entonces, en Los Azufres, que hace del lugar algo tan singular?

La combinación de atractivos.

Desde el camino que sube por la montaña copiosamente arbolada, van contemplándose en sucesivos planos las serranías michoacanas. Cuando deja de verse el panorama de la altura, es el bosque delicioso el motivo de admiración. Luego, la "Laguna Larga", situada no en el fondo de un valle como acontece con casi todas las lagunas, sino en lo más alto de la montaña, en el cuenco de lo que fuera un cráter. Y aparece de pronto, como un zafiro laminado. Y en su derredor un millón de altos pinos montando gallarda guardia.

En el fondo de las aguas clarísimas se ven los "respiraderos", pequeños conos que aparecen de pronto, se forman, dan salida al vapor sulfuroso y al agua que hay aprisionada muy abajo, y luego desaparecen para dejar lugar a un nuevo, diminuto cono que reanuda la operación, incesantemente, sin repetirse jamás. El agua es, pese a todo, fría. Poco invitante al nado.

Sin embargo, a cien metros de la laguna, hay un estupendo estanque natural, dónde el agua es tibia y acariciante; no hay grandes profundidades (dos metros es la mayor) que resulten peligrosas para los chicos.

Y a unos doscientos metros, siguiendo el arroyo que alimenta al estanque, está el surgidero del agua termal, caliente y olorosa a azufre. En torno al manantial, una pequeña y rústica "poza" artificial permite tomar inolvidables baños de salud.

Toda la región abunda en grietas por las cuales escapa el vapor prisionero en las entrañas telúricas. Es un espectáculo curioso, interesante, extraño, poco visto. Y hay también una "Laguna Negra", donde el cieno da a las aguas una oscura coloración. Aquí la temperatura rebasa los cincuenta grados centígrados; no es agua para baños ni cosa parecida sino simplemente una curiosidad de la Naturaleza, particularmente por la capa de vapor que flota sobre la superficie acuática.

Quieto, idílico es el ambiente. Son los dominios de la placidez. Muy pocos habitantes: una docena o dos, casi todos leñadores (¿qué tarasco no ha sabido del corte de madera?). No hay ningún caserío ni poblado próximos o por lo menos visibles, pero sí una magnífica escuela rural, impecable y casi elegante.

No hay lugar donde hospedarse. Este es el perfecto lugar de montaña para el "camping", para la tienda de campaña y la vida improvisada al aire gloriosamente libre. La temperatura es fresca durante el día; el sol caliente como debe de ser. Pero todas las noches de todo el año son frías, muy frías, y el cielo maravillosamente lleno de esos caminos luminosos que son las constelaciones.

La ruta, a partir del D. F.: carretera a Toluca-Zitácuaro y Ciudad Hidalgo (kilómetro 212). A seis kilómetros de esta población, rumbo a Morelia, está la desviación camino de terracería en muy buenas condiciones hacia San Pedro (cuatro kilómetros); siguiendo el mismo camino se sube por la montaña y veinte kilómetros después ya está usted en Laguna Larga (aproximadamente cuatro kilómetros antes de llegar, hay una bifurcación: la ruta de la derecha conduce a Los Azufres, el "baño viejo", en tanto que la de la izquierda lleva a la laguna de la que antes hablamos. Los Azufres, propiamente, no nos parece muy atractivo sino como curiosidad: es una gran poza de lodo burbujeante y azufroso donde el baño se dice que es casi milagroso.

Las ciudades más apropiadas como "base", le resultan, según su rumbo de procedencia, Zitácuaro, a 72 kilómetros, o Morelia, a 125 kilómetros, ambas con hoteles y restaurantes razonablemente buenos.

(Tomado de: Möller, Harry. México Desconocido. INJUVE, México, D. F., 1973)


viernes, 3 de diciembre de 2021

Volcán en erupción en Parangaricutiro, 1943

 


Un volcán está haciendo erupción en Parangaricutiro.

*Alarma en el estado de Michoacán por el posible nacimiento de un volcán.

Únicamente para

EL UNIVERSAL

URUAPAN, Mich., 20 de febrero. -El presidente municipal de San Juan Parangaricutiro, Michoacán, se dirigió telefónicamente al de Uruapan notificándole que los habitantes de aquel pueblo piden angustiosamente medios de transporte para salir de allí, debido a que reventó un volcán que ha empezado a arrojar humo y ceniza. El alcalde y las autoridades federales están procediendo a la evacuación de la población afectada con celeridad.

EL CORRESPONSAL

(Tomado de: Hemeroteca El Universal, tomo 3, 1936-1945. Editorial Cumbre, S.A. México, 1987)


lunes, 7 de diciembre de 2020

Las Truchas, base para dejar el subdesarrollo, 1976


 Las Truchas, la base para dejar el subdesarrollo

*El país será autosuficiente en materia de electricidad

*SICARTSA, ejemplo de la política de descentralización industrial

Por JORGE AVILES RANDOLPH, Enviado Especial

LÁZARO CARDENAS, Mich., 4 de noviembre (Vía Telex).- El primer paso para lograr que México supere la fase de un país en subdesarrollo y sea una nación industrializada, se dio este día, al inaugurarse la siderúrgica de Lázaro Cárdenas-Las Truchas.

Más allá del esfuerzo gubernamental de la cuantiosa inversión realizada y de lo que este nuevo polo de desarrollo significa para la región, resalta el peso específico económico, las proyecciones de la obra, que permitirá pasar a la etapa de producción masiva en las industrias metalmetálica de máquinas-herramienta y de producción pesada.

En el acto inaugural de la siderúrgica, después de que se puso en servicio el primero de los altos hornos productores de acero, se afirmó que nunca en la historia de nuestro país se había emprendido un proyecto de tal magnitud ni se había realizado en un lapso tan corto.

José Campillo Sáinz, secretario de Industria y Comercio y uno de los cinco oradores que hablaron este mediodía en el acto de apertura del complejo siderúrgico, puso de relieve el hecho de que esta es una empresa nacional -para cuya construcción colaboraron 17 naciones- y que requirió de la acción coordinada y directa de nueve secretarías de Estado y de cuatro organismos descentralizados.

El funcionario federal mencionado habló de que los mexicanos "ya no tenemos miedo a la grandeza" y produjo un discurso en el que básicamente analizó -mediante cifras- el crecimiento de México en cuatro aspectos primordiales: acero, electricidad, petróleo y educación.

En materia de acero se realizaron inversiones que ascienden a 25,221 millones de pesos, cifra que representa una inversión superior a toda la realizada desde el establecimiento de esta industria en el país.

En electricidad, el programa de inversiones llegó a 35,120 millones de pesos, con una producción de 12 millones de kilowatts. En petróleo, la producción de líquidos y crudos de absorción pasó de 177 a 342 millones de barriles y la capacidad de refinación se elevó de 590,000 barriles por día, en 1971, a 910,000 barriles al finalizar el actual sexenio.

Y en educación, el presupuesto que era de 8,000 millones, llegará a 40,000 millones para fines de 1976.

Pero más importante que las cifras, y así lo recalcó Campillo Sainz, es el hecho de que todas estas obras permiten a México iniciar el despegue definitivo, categórico, para alcanzar el rango de país industrializado en los próximos años.

GENERADOR DE PROGRESO

Campillo se refirió al complejo Lázaro Cárdenas-Las Truchas como la creación más ambiciosa e integral de un auténtico polo de desarrollo, en el que se producirá acero para el crecimiento del país y que será, además, generador de progreso económico y social para toda la región.

Recordó que durante más de 40 años, este yacimiento estuvo concesionado en favor de una empresa filial de otra extranjera, que no llevó a cabo ningún trabajo para explotarlo y lo mantuvo inactivo durante todo ese lapso.

Y dijo que ahora es cuando los minerales de hierro de Las Truchas son explotados por una empresa con capital ciento por ciento nacional y se utilizarán en beneficio de México y los mexicanos.

Además, SICARTSA fue puesta como ejemplo de lo que es la política de descentralización industrial que se ha venido realizando.

Por lo que respecta del futuro de la zona, el secretario de Industria y Comercio habló del efecto multiplicador que tendrá la siderúrgica y que permitió identificar 58 nuevas posibilidades industriales derivadas de la instalación de la siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas.

Campillo recalcó que el Presidente Echeverría, quien se encontraba acompañado por el presidente electo, "no ha gobernado para un sexenio, ha gobernado para México".

DESENVOLVIMIENTO INDUSTRIAL

El funcionario federal produjo una pieza oratoria de gran contenido político y económico, ya que en varias ocasiones se refirió a las perspectivas que esta planta abre para el país y las ligó con la producción de energéticos y los otros renglones del desarrollo a los que se ha dado preferencia en estos seis años.

Dijo que el desenvolvimiento industrial es, al mismo tiempo, signo y factor de desarrollo, vía de acceso para el bienestar y camino para la independencia plena del país.

Y sobre la industria siderúrgica en particular, recalcó que ésta es apoyo indispensable para las actividades industriales, porque el crecimiento de un país está ligado indisolublemente a su abastecimiento y disponibilidad de productos siderurgicos.

En seguida, dio a conocer las cifras de inversiones en la producción de acero y dijo que la misma se incrementó de 4.300,000 toneladas a 9.885,000 al terminar el régimen, lo que significa un incremento de 30% en estos años. Y también se mostró optimista al agregar que las expansiones en la industria del acero permitirán sustituir temporales importaciones en el periodo 1977-1985, por 61 millones de toneladas, lo que representa un ahorro de 300,000 millones de pesos (a 210 dólares la tonelada) en el lapso mencionado.

Recalcó que, además, se logrará que nuestro desarrollo industrial no dependa del comercio exterior para el abastecimiento de los productos siderúrgicos que necesite, lo que es muy importante si se toma en cuenta que el mercado mundial de productos siderúrgicos es incierto y fluctuante.

Campillo Sainz aseveró que el esfuerzo y la magnitud de las inversiones necesarias para la expansión de la industria siderúrgica no puede medirse exclusivamente por las inversiones realizadas en esta actividad.

Y reiteró que el crecimiento de la producción de acero no podrá llevarse a cabo si al mismo tiempo no se expanden las comunicaciones, si no se le dota de combustibles y energía eléctrica que requiere, si no se procede a la capacitación y formación de técnicos y profesionales, y si no se crea toda una infraestructura que la impulse, apoye y complemente.

(Tomado de: Hemeroteca El Universal, tomo 7, 1976-1985. Editorial Cumbre, S.A. México, 1987) 

miércoles, 12 de agosto de 2020

Fray Jacobo Daciano


Nació en Dinamarca hacia fines del siglo XIV, de sangre real, aunque es por ahora imposible fijar su parentesco con los reyes de Dinamarca, quienes lo eran por aquellos años también de Suecia y Noruega. En los tres países reinó de 1448 a 1481 Cristián de Oldemburgo y le sucedió en 1481 su hijo Juan hasta 1513. Para entonces Jacobo era ya fraile de la Orden de Menores Franciscanos y había renunciado a todos sus honores nobiliarios. Hizo magníficos estudios humanísticos y teológicos. Sabía perfectamente latín, el griego y el hebreo. Por algunos años enseñó y luego le encargaron el gobierno de la Provincia Escandinava, que los franciscanos nombraban "de Dacia" o "Dania". De ahí que el religioso no sólo no llevará título nobiliario, pero ni siquiera apellido, por lo cual se le reconoce por Jacobo de Dacia o Daciano.  (Aún acreditados historiadores confunden la Dacia de fines del Renacimiento con la provincia romana Dacia, y lo hacen nacer en los países del Bajo Danubio). También es pura imaginación la que lo hace concuño de Car!os V por haberse casado Cristián II de Dinamarca (1513-1523) con Isabel, la hermana del Habsburgo. Tendría que haber sido hijo del rey Juan, pero los cronistas nunca dicen que fuera hijo del monarca danés. Aseguran, eso sí, que era de sangre real, de la casa de Dinamarca o Dacia.
El gobierno despótico de Cristián II rompió la unión de Kalmar. Suecia se volvió a separar. Además, durante su reinado (1513-1523), ardió el Imperio alemán en las primeras luchas religiosas luteranas. El incendio se propagó rápidamente en la región oriental por la apostasía del Gran Maestro de la Orden Teutónica y la división religiosa vdel Obispado de Brandenburgo. Casi toda la población entró en una verdadera guerra religiosa que pronto pasó a la vecina Dinamarca. El príncipe Jacobo, provincial a la sazón de los franciscanos, tuvo que tomar parte muy principal en las disputas religiosas y aún escapar de un atentado contra su vida. Cuando el mismo rey huyó, también él optó por expatriarse a España. Debió de ser en 1525 o poco después cuando se presentó al Emperador Carlos V para pedirle que lo enviara de misionero a las Indias. Este aceptó y le facilitó el viaje a la Nueva España. Debió de pisar playas mexicanas entre 1525 y 1528. De lo escrito por él, Beristáin sólo halló en el convento de Tlatelolco el registro de una disputa tenida al estilo escolástico entre fray Jacobo y fray Juan de Gaona años después. Se saca de allí que la primera impresión de fray Jacobo fue poco favorable: le pareció que se procedía muy a la ligera en la fundación de la Iglesia por la falta de obispos y sacerdotes, por no permitir los frailes que los indios comulgaran, por no proceder ya, cuanto antes, a preparar jóvenes indios bien dispuestos al sacerdocio. Quizá está insatisfacción determinó a fray Jacobo a pedir pasar a Michoacán en donde aprendió el tarasco y en donde, según los cronistas franciscanos, fue el primero en dar la sagrada comunión a los indígenas tarascos. Su ejemplo evangélico era innegable por pobreza, austeridad y consagración al apostolado de los indios. Lo nombraron guardián del convento de Tzintzuntzan, que era todavía la principal población tarasca. Años después le encargaron la dirección de los Conventos incipientes de Coeneo y Zacapu, en donde siguió bautizando millares de indígenas y también organizándoles sus pueblos. A sus buenos éxitos se debió el que le confiaran en 1541 el pueblo de Tarecuato, ya casi en los confines con el actual Estado de Jalisco, que al mismo tiempo que a Michoacán, acababan de erigir los franciscanos en Custodias. Por cierto que de los rarísimos documentos que se han conservado con la firma de fray Jacobo, uno está suscrito en Guadalajara el 20 de mayo de 1555 por el custodio fray Ángel de Valencia y los cuatro definidores (o asesores), entre los cuales estaba Daciano. Se trata de una valiente y enérgica representación al emperador en la que le piden conventos para esas tierras nuevas, y el envío de misioneros y de obispos que "no sean de pompa"; denuncian, además, los abusos de los oidores, los licenciados Contreras y de la Mancha. Fray Jacobo parece haber llegado a Tarecuato ya en 1541, y desde entonces se consagró a esa comunidad de tarascos, a su convento y a su templo. Lo consideraron siempre fundador de la población y no hace mucho conservaban aún su recuerdo con extraordinario cariño. Aseguran que guardan todavía allí su báculo. Parece que murió en 1574, ya muy anciano. Es curioso que sólo se halle mención de tan extraordinario personaje en los cronístas franciscanos: Mendieta, Guzmán, Torquemada, de la Rea y Beaumont, y una breve biografía en  Espinosa. Nada en otras fuentes.


(Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S.A. México, D.F. 1977, volumen III, Colima-Familia)

miércoles, 26 de febrero de 2020

Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos


Nació el 20 de marzo de 1816 en Zamora, Mich. Sus padres: Manuel Luciano de Labastida y doña María Luisa Dávalos y Ochoa.
Hijo intelectual del Seminario de Morelia, llegó a Canónigo de esa iglesia Catedral y el 8 de julio de 1855 a Obispo de Puebla.
El Presidente Comonfort lo expulsó del país el 12 de mayo de 1856 y radicó en Roma hasta el 11 de octubre de 1863, en que asumió el cargo de Regente del Imperio para el que había sido nombrado desde el 25 de junio de ese mismo año. En Roma había sido elevado a la archidiócesis de México el 16 de marzo del propio 1863.
Discrepó de la política de los franceses y de la de Maximiliano, que le llamaba "clerical" y se abstuvo de votar cuando en la Junta de Notables celebrada el 14 de enero de 1867 se puso al debate si Maximiliano debía abdicar o no.
Se expatrió en febrero de 1867, para no ver el fin del llamado Segundo Imperio. Regresó al país, ya expedida por el Quinto Congreso la Ley de Amnistía.
El Ilmo. señor Obispo de Michoacán, Dr. y Lic. Clemente de Jesús Munguía ejercía sobre Labastida gran influencia.
Murió el 4 de febrero de 1891 en Oacalco, Mor.


(Tomado de: Covarrubias, Ricardo - Los 67 gobernantes del México independiente. Publicaciones del Partido Revolucionario Institucional. Publicaciones mexicanas, S.C.L., México, 1968)

sábado, 28 de diciembre de 2019

Revolución cristera, 1875-1876


[...] la llamada Revolución cristera que estalló en Michoacán y Jalisco entre 1875-76 y que tuvo como causa principal, aun cuando no única, el protestar por la aplicación de las medidas reformistas que herían la sensibilidad de los católicos mexicanos. En Saguayo, Zamora y Nuevo Urecho hubo sublevaciones. En esta última población Abraham Castañeda y Antonio Reza lanzaron un plan por el que desconocían la Constitución de 1857; los poderes de la Nación y proponían un presidente interino para que convocase a un Congreso que constituyera al país en república, la cual tendría como religión oficial a la católica. Se enviaría un representante ante la Santa Sede que arreglara un concordato, mediante el cual se dejara resuelto el problema de las adjudicaciones de los bienes eclesiásticos nacionalizados. El Plan de Nuevo Utrecho proponía la abolición del impuesto del timbre, por el que tanto luchara Matías Romero, y de los capitales, y apoyaba la reducción de los gastos del gobierno. Otro motivo, más íntimo, que los rebeldes tenían, radicaba en la defensa de sus propiedades agrícolas, principalmente las que estaban constituidas en comunidades de las que eran despojados en razón de las leyes reformistas. La ocupación violenta de tierras en esas zonas y en otras vecinas como las de Coalcomán, de las que fueron despojados los naturales, quienes tuvieron que replegarse hasta la costa para sobrevivir y defender lo poco que les quedó, representa un motivo potente de resistencia. Esa resistencia será la que, mezclada también con una persecución antirreligiosa, daría lugar a la revolución cristera de la época del general Calles y Obregón en 1926-1927.

(Tomado de: de la Torre Villar, Ernesto - La administración de Lerdo de Tejada (1872-1876). Historia de México, tomo 10, Reforma, Imperio, República. Salvat Mexicana de Ediciones, S.A. de C.V. México, 1978)

lunes, 9 de diciembre de 2019

Axolotes


Tal vez no existe un nombre mexicano relacionado con la fauna tan difundido en el mundo como el de “axolote”. Estos anfibios son típicos de Norteamérica, y abarcan desde el valle de México hasta el norte. A las especies mexicanas, que en general no se transforman en adultos y se reproducen en estado larvario (neoténesis), se les llama más propiamente axolotes. No hay que confundirlos con los estados larvarios de sapos y ranas, conocidos como tepocates o renacuajos.

Los axolotes pertenecen al género Ambystoma y se caracterizan por tener muy marcadas las fases de su desarrollo postembrionario. Durante el estado larval viven en el agua y tienen el cuerpo cilíndrico, la cabeza plana, la boca muy grande, los ojos pequeños y unas prolongaciones dérmicas en la parte lateral posterior de la cabeza que soportan las branquias y con las cuales respiran dentro del agua. Tienen la cola comprimida con un pliegue dérmico en forma de aleta, las patas cortas y robustas y los dedos poseen membranas interdigitales, con éstas y con la cola nadan.

Después de un lapso, algunas especies se transforman en adultos, por lo cual pierden paulatinamente las branquias y así pasan de la respiración branquial a la pulmonar, absorben la aleta caudal, son más cilíndricos y la cabeza es más chica, de modo que el adulto es más pequeño que la larva.

Los adultos viven en regiones o zonas muy húmedas y sólo se les puede encontrar cerca de depósitos de agua o deambulando en las noches de plena lluvia o después de ella. Por esta causa es difícil encontrarlos.

La especie más ampliamente distribuida es Ambystoma tigrinum, que vive en todo el altiplano y se transforma fácilmente en adulto. Se caracteriza por ser de 20 cm y por poseer una coloración negra con manchas amarillas esparcidas en todo el cuerpo.

En Michoacán existe otra especie (A. ordinarium), que se transforma fácilmente, es de menor tamaño que la anterior y no tiene manchas. En el norte encontramos a A. rosaceum, pequeña y con todo el cuerpo reticulado.

Los axolotes que nunca, o muy difícilmente, se transforman son A. Lacustris del Valle de México, y de Xochimilco A. mexicanum, a quien más se debe el nombre de axolote. Esta especie es muy usada para experimentación y se le ha exportado al viejo mundo y otras regiones.

En Pátzcuaro existe Ambystoma dumerili, comúnmente conocido como achoque cuando es larva y achoque sordo cuando pierde las branquias y se convierte en adulto, lo cual ocurre muy raramente.

A. lermaensis, propio de la Ciénagas de Lerma, México, es muy parecido al axolote de Xochimilco. Notable por ser el anfibio que más soporta aguas salinas, A. taylori o A. subsalsum vive en la laguna de Alchichica, Puebla.

El género Rhyacosiredon corresponde a un axolote que tiene muy pequeñas las branquias y que vive en el agua muy fría de pequeños riachuelos. R. rivularis se localiza al noroeste del estado de México; R. leorae, en Río Frío; R. altamirini, en la Sierra Nevada (Salazar y serranías del Ajusco), y R. zempoalensis, en las lagunas de Zempoala, Morelos.



(Tomado de: Álvarez Solórzano, Ticul, y González Escamilla, Manuel. Atlas Cultural de México. Fauna. SEP, INAH y Grupo Editorial Planeta. México, 1987)

martes, 12 de noviembre de 2019

Pescado blanco y charales


Los pescados blancos y los charales se distribuyen en el altiplano mexicano, principalmente en la cuenca del río Lerma y en los numerosos lagos de la Mesa Central, donde existen muchas especies endémicas que soportan una de las pesquerías con mayor tradición de México. En la parte neotropical de nuestro país viven otras especies de aspecto similar a los charales, pero de géneros distintos a los anteriores, que sólo ocasionalmente son consumidos.
El grupo se caracteriza por tener el cuerpo alargado, con dos aletas dorsales, de las cuales la anterior lleva de 3 a 6 espinas, generalmente flexibles y flexuosas. Tal vez su coloración sea la particularidad que permita su identificación, pues el cuerpo es blanquecino. De esa característica deriva uno de sus nombres comunes; tiene, además, a todo lo largo, una banda longitudinal o estola de color plateado.
Debe mencionarse que no existe una separación absoluta entre el pescado blanco y el charal; el primer término se adjudica a las especies cuyos individuos alcanzan tallas mayores de 15 a 20 cm de longitud, y bajo el nombre de charal se integran aquellas formas que aún en el estado adulto nunca sobrepasan las dimensiones mencionadas; por ello, resulta natural que los pescados blancos sean considerados en sus etapas juveniles como charales.
Por su delicado y exquisito sabor, los pescados blancos son los peces de agua dulce preferidos; así, tienen gran valor comercial, incluso son exportados. En los lagos de Pátzcuaro y Zirahuén, Michoacán, habita Chirostoma estor, conocido por los nombres purépechas de churucha, cuando adulto y huerepo, en su fase juvenil; en cambio, en la laguna de Chapala los pescados blancos están representados principalmente por Ch. sphyraena y Ch. lucius. Las tres especies son carnívoras; prefieren la ingestión de peces.
Desovan durante la época cálida del año y alcanzan tallas de aproximadamente 40 cm. El primero ha sido introducido a embalses de aguas templadas en varios estados del centro de la república y aun en sitios lejanos en su distribución natural, en Tamaulipas y Chihuahua. En Chapala es frecuente observar un pescado blanco cuyo hocico es de color negro, carácter por el cual se le conoce como bocanegra; pertenece a Ch. promelas.
(Charal)
En los charales se agrupan el mayor número de especies y cabe señalar que su nombre se deriva del término purépecha “charari”, con el que también son conocidos. En Pátzcuaro y Zirahuén se distribuyen Ch. bartoni y Ch. patzcuaro, denominados charal prieto y charal blanco respectivamente; la especie que predomina en Chapala es Ch. chapalae y en el Valle de México Ch. jordani. Todos ellos son planctófagos, se venden frescos o secos y es bastante frecuente encontrarlos en los mercados, incluso en la ciudad de México, cocidos y envueltos en hoja de maíz.
(Tamal de charales, Cd. de México)
Como ya se mencionó, la pesca del pescado blanco y del charal tiene gran tradición en México, lo cual ha determinado el uso de artes de pesca rudimentarias que se originaron hace muchísimos años y que se siguen conservando. Es un bello espectáculo observar las lanchas de Pátzcuaro y Zirahuén cuando llevan levantadas sus peculiares redes que parecen grandes mariposas, de donde han tomado el nombre castellano común, pues entre los lugareños se les conoce como guaromutacuas.
En el estado de Puebla, muy cerca de la ciudad de Perote, Ver., existen varios lagos-cráter, conocidos como axalapascos. Ahí vive el género Poblana, que tiene la particularidad de habitar aguas salobres. Estos axalapascos contienen gran cantidad de minerales, aunque su salinidad se debe a la presencia de sales distintas a la del mar.
También en la parte costera de los ríos que desembocan tanto al Golfo como al Pacífico se localizan representantes de este grupo, que suelen penetrar a varias decenas de kilómetros de los litorales. Son de pequeño tamaño y pertenecen a especies distintas a las mencionadas. En la vertiente del Pacífico los encontramos desde Sinaloa hasta Guerrero y en la del Golfo de México, en Tamaulipas, Veracruz y Tabasco.

(Tomado de: Álvarez Solórzano, Ticul, y González Escamilla, Manuel. Atlas Cultural de México. Fauna. SEP, INAH y Grupo Editorial Planeta. México, 1987)

viernes, 30 de agosto de 2019

Gertrudis Bocanegra


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Gertrudis Bocanegra (1765-1817)

No era usual que las mujeres tuvieran acceso al conocimiento. Pero ella buscó, de una u otra forna, el modo para hacerse de libros que le contagiaran el ánimo libertador. Los autores de la Ilustración despertaron en ella una conciencia de justicia social y libertad. Por ello, cuando inició el movimiento insurgente en 1810, y a pesar de que sus padres y su marido, Pedro Advíncula de la Vega, eran españoles, de inmediato sintió simpatía por la causa.

Al principio dudó en hacerle saber sus pensamientos a su esposo. Al fin y al cabo, don Pedro era un soldado de la tropa provincial. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que ninguno de los dos podía estar en contra de un movimiento que intentaba dar justicia a los habitantes del país.

Los dos se lanzaron a apoyar la insurgencia. Incluso un hijo suyo, a la primera oportunidad, se unió a las huestes de Hidalgo. Sin embargo, con el paso del tiempo, fue doña Gertrudis quien pudo brindar mayores servicios a la causa insurgente, en especial, después de que tanto su esposo como su hijo fallecieran en el campo de batalla.

Doña Gertrudis, a pesar de las dolorosas pérdidas, continuó con la gesta. Si de alguna forma podía honrar a sus muertos era luchando a favor de la causa por la que habían entregado sus vidas.

Bocanegra había nacido en Pátzcuaro, Michoacán, y conocía a diestra y siniestra a las personas y los senderos de aquella zona. Gracias a ello, pudo organizar una extensa red de comunicación entre los jefes insurgentes, sirviendo ella misma de correo entre Pátzcuaro y Tacámbaro.

Los cabecillas del movimiento encontraron en ella una persona de confianza. Por ello, cuando la insurgencia parecía destinada a resquebrajarse por la desunión, el poderío del ejército realista y la obstinación del gobierno virreinal, tomó un papel definitivo para la supervivencia del movimiento.

Enviada a Pátzcuaro, se le encomendó preparar la toma de su pueblo natal. De inmediato, sus cualidades de mando y organización salieron a relucir. Comenzó por organizar las fuerzas insurgentes dentro del poblado para permitir la entrada de los que se encontraban a las afueras. 

También se informó del estado de la defensa realista y trató de convencer a diversas personas de unirse al movimiento. Su gallardía llegó al punto de pedir a soldados realistas que cambiasen de bando. Tal temeridad le costó la vida.

Traicionada, fue apresada por las autoridades virreinales. Siguieron largos interrogatorios para tratar de sacarle alguna información. Sin embargo, Bocanegra no dijo una sola palabra que pusiera en peligro al movimiento, tal era su firmeza y fortaleza de carácter. Enjuiciada y sentenciada fue fusilada al pie de un fresno el 11 de octubre de 1817.


(Tomado de: Tapia, Mario - 101 héroes en la historia de México. Random House Mondadori, S.A. de C.V. México, D.F., 2008)

jueves, 20 de junio de 2019

La pirecua


La pirecua es el canto característico de la Tierra Caliente de Michoacán. La traducción literal del término purépeni, pirecua, es canción. Se pueden encontrar dos diferentes tipo de pirecua: la de la región de los Lagos y la de la región de la Sierra. Originalmente, la pirecua era cantada "a capella" por voces femeninas, pero después se fue modificando hasta incluir diferentes instrumentos junto con otras voces. 



En la región de la Sierra, la pirecua se canta con voces masculinas. Su ritmo de seis octavos es el imprescindible sesquiáltero que se conoce en toda Latinoamérica y se marca con dos tresillos de corcheas alternadas con tres negras. El texto es cantado generalmente en purembe (purépecha o purépeni) y e ocasiones también se repite con su traducción en español como en el caso de la canción Tres estrellitas.

La instrumentación actual de la pirecua es muy variada; puede acompañarse de una guitarra sola o utilizar la dotación del conjunto típico consiste en dos violines, un guitarrón o tololoche, una guitarra de golpe y una vihuela. La guitarra y la vihuela difieren principalmente en la forma; la vihuela tiene la toma abultada de concha, mientras que la guitarra de golpe conserva la forma clásica de guitarra; ambas cuentan con cinco cuerdas.



La distribución instrumental de la antigua pirecua era extraordinariamente clásica pues se utilizaban violines, chelo y contrabajo aunque de rústica construcción. La causa muy probable de esto tal vez sea la persistencia de los instrumentos llevados a aquella región por los evagelizadores.

Actualmente, la pirecua sigue siendo un género de muchos importancia regional; es de tradición el festival anual de pirecuas que se celebra en Zacapu durante el mes de octubre.

(Tomado de: Moreno Rivas, Yolanda - Historia de la Música Popular Mexicana. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Alianza Editorial Mexicana. México, D.F., 1989)

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