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sábado, 5 de abril de 2025

Hortensia García Zavala

 


Semblanza de Hortensia García Zavala 


Por Reyna García Zavala


Hortensia se casó en 1976 con Ramón Cardona Medel, quien estaba preso desde septiembre de 1971. Había sido detenido en el Campo Militar Número 1 y luego en Lecumberri, Hortensia como parte de los Comandos Armados del Pueblo. Su esposo había sido militante del MAR y más tarde pasaría a integrarse a la Liga comunista 23 de Septiembre. En 1977 fue amnistiado, entonces vivieron juntos procreando un hijo de nombre Ramón.

En 1978, entre el 6 y el 9 de junio, fueron detenidos por la Brigada Blanca en la colonia Maravillas en Ciudad Nezahualcóyotl. Después de que fue detenida Hortensia nosotros no sabíamos si su hijo Ramón había sido desaparecido también. Nos dimos a la tarea de investigar su paradero y el de Hortensia y Ramón. El niño tenía 7 meses. Para nosotros era muy doloroso imaginarnos las torturas que estaría sufriendo, junto con sus padres. 

Afortunadamente un año después logramos su localización. Mi hermana había tenido la precaución de encargarlo poco antes de ser detenida. Durante veinticinco años he luchado con la esperanza de encontrar a mi hermana y a mi cuñado con vida. Fue hasta este año que localicé en los archivos de la Dirección Federal de Seguridad, recién abiertos, las fotografías de mi hermana y cuñado ya asesinados, en la que se observa, claramente, la tortura a la que fueron sometidos. Esas fotografías mataron mi esperanza de encontrarla viva, pero no mataron mi determinación de seguir luchando porque estos crímenes se aclaren y los responsables sean castigados y esos hechos no se repitan nunca más. 

Gracias.


(Tomado de: Aguilar Terrés, María de la Luz (compiladora) - Guerrilleras. Antología de testimonios y textos sobre la participación de las mujeres en los movimientos armados socialistas en México, segunda mitad del siglo XX. Ciudad de México, 2014).

sábado, 1 de marzo de 2025

Elisa Irina Sáenz Garza



Elisa Irina Sáenz Garza 

Por Adela Cedillo 


Bueno Elisa, como ya les había comentado, era una maestra regiomontana. Su hermano era el tercer responsable regional de las Fuerzas de Liberación Nacional. Elisa se incorporó a la guerrilla desde el 69. Fue la primera mujer de las Fuerzas de Liberación Nacional. Ella se casó con Raúl Sergio Morales Villarreal, quien también fue esposo de Dení, ella también fue la primera mujer que llegó a Chiapas al núcleo Emiliano Zapata, y bueno les voy a leer algo que escribió el compañero Alberto López Limón sobre ella. 

Elisa Irina Sáenz Garza, originaria de Monterrey, Nuevo León, y miembro de la Dirección Nacional de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, fue detenida-desaparecida junto con su esposo Raúl Enrique Pérez Gazque el 21 de marzo de 1974 en Ocosingo, Chiapas, por soldados pertenecientes al 46° Batallón de Infantería del Ejército Mexicano. 

Unidades del Ejército Mexicano y Dirección Federal de Seguridad detectaron en el Rancho "El Diamante", Municipio de Ocosingo, Chiapas, una base de entrenamiento del núcleo militar y dirigencia nacional de las Fuerzas de Liberación Nacional, integrada por César Germán Yáñez Muñoz (a) "Manuel" o "el hermano Pedro"; Juan Guichard Gutiérrez (a) "Calderón"; Carlos Arturo Vives Chapa (a) "Luis"; Raúl Enrique Pérez Gasque (a) "Alfonso", "Miguel" y Elisa Irina Sáenz Garza (a) "Carmen", "Blanca", "Murcia" y "María", quienes al ser descubiertos por elementos policiacos, huyeron hacia la sierra, pero posteriormente fueron detenidos Vives Chapa, Sáenz Garza y Pérez Gasque (bueno aquí solo quiero aclarar que fueron detenidos por separado).

Después del enfrentamiento sostenido con las fuerzas militares Elisa Irina y sus compañeros intentaron romper el cerco y escapar, a través de la sierra, sin embargo agotados por el esfuerzo y sin víveres decidieron hacer contacto con los habitantes del rancho de Santa Rita creyendo poder obtener las mercancías necesarias; no se percataron que los campesinos de esa zona eran simpatizantes y colaboradores de las fuerzas armadas. En un descuido fueron apresados por los habitantes quienes de inmediato se comunicaron con las tropas regulares a quienes los entregaron. 

Raúl Enrique Pérez Gazque, también miembro de la dirección nacional de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, esposo de Elisa Irina Sáenz Garza, en su declaración del 9 de abril de 1974 señaló que el 21 de marzo al ir a comprar una cajetilla de fósforos a la tienda fue detenido por la población civil de Santa Rita junto con su esposa Elisa Irina Sáenz Garza "Blanca" y amarrados los trasladaron a la cárcel, para que media hora más tarde lleguen elementos del Ejército para conducirlos a El Diamante, municipio de Ocosingo, Chiapas. Ya vendados en dicha población trasladaron al matrimonio a la zona militar de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

El 23 de marzo de 1974 fueron capturados por un grupo campesino campesinos que acompañaban a elementos del 46* Batallón de Infantería en el rancho de Santa Rita, municipio de Ocosingo, Chiapas. Los combatientes Elisa Irina Sáenz Garza y a Raúl Enrique Pérez Gázque miembros del grupo guerrillero Fuerzas Armadas de Liberación Nacional. De inmediato fueron trasladados al cuartel militar de Tuxtla Gutiérrez, donde comenzaron a ser torturados para obtener toda la información posible sobre las actividades y miembros de su organización revolucionaria. A las 07:00 hrs. del 1 de abril, procedente del Distrito Federal arribó Aeropuerto de Tuxtla Gutiérrez el avión tipo C-47 matrícula 6006 de la Fuerza Aérea Mexicana para trasladar al Campo Militar No. 1 tanto a Elisa Irina Sáenz Garza como Raúl Enrique Pérez Gazque. Dicho avión despegó de Tuxtla Gutiérrez a las 18:05 horas y se estimó su arribo a la ciudad de México a las 21:00 horas de ese mismo día. 

Se ha intentado extraoficialmente que la opinión pública crea que murieron en la Sierra Lacandona de Chiapas, eludiendo la responsabilidad que tienen las fuerzas armadas en su detención-desaparición.

Elisa Irina Sáenz Garza y Raúl Enrique Pérez Gazque fueron llevados al Campo Militar No. 1, donde rindieron declaración bajo tortura. Desde el 9 de abril de 1974 no se sabe nada de ellos, pero en sus expedientes, fechados en 1980, la Dirección Federal de Seguridad anotó lacónicamente que ambos habían muerto ese año. Si estos sujetos cometieron la atrocidad de tener a Elisa seis años en un sótano, en una cárcel clandestina, en el Campo Militar No. 1, es algo que se nos debe aclarar y también dónde están sus cuerpos, qué hicieron con ellos. 


(Tomado de: Aguilar Terrés, María de la Luz (compiladora) - Guerrilleras. Antología de testimonios y textos sobre la participación de las mujeres en los movimientos armados socialistas en México, segunda mitad del siglo XX. Ciudad de México, 2014).

lunes, 22 de abril de 2024

La rebelión de los colgados (1954)



La rebelión de los colgados

México, 1954


Basada en una obra de Bruno Traven, este filme recrea la explotación de los campesinos en los campos madereros chiapanecos, así como su lucha por mejorar sus condiciones de vida. Es el inicio de la Revolución…


Marco Villa | Historiador


"En un ranchito que formaba parte de la colonia agrícola libre de Cuishin, en los alrededores de Chalchihuistán, vivía Cándido Castro, indio tzotzil, en compañía de su mujer, Marcelina de las Casas, y de sus hijitos, Angelino y Pedrito. Su propiedad alcanzaba más o menos dos hectáreas de un suelo pedregoso, seco, calcinado, que exigía un trabajo durísimo a fin de obtener de él el alimento necesario para los suyos", escribe Bruno Traven al inicio del cuento "La rebelión de los colgados", en que está basada la película aquí presentada.

Un día, Cándido (interpretado por el joven Pedro Armendáriz) se apresta a llevar a Marcelina a la ciudad más cercana porque ha enfermado. El doctor le diagnostica una posible apendicitis y por la operación le cobra doscientos pesos, que necesitará conseguir. Don Gabriel le presta el dinero a cambio de firmar un contrato que más que establecer el pago de la deuda, manda a Cándido a la montería de caoba de la que Félix Montellano (Carlos López Moctezuma) y sus hermanos Severo y Arcadio son los contratistas, pues el lugar es propiedad de manos extranjeras. Ahí será explotado con otros indígenas, quienes soportan los drásticos castigos y trabajan de sol a sol bajo el agobiante clima de la selva chiapaneca.

Es el tiempo en el que convergen el ocaso del Porfiriato y el estallido de la Revolución mexicana. También cuando las voces insurgentes encabezadas por Francisco I. Madero llamaron a sus filas a los sectores campesinos e indígenas, por décadas asolados por los abusos económicos y laborales, así como por la violencia. Y el campo maderero de los Montellano no es la excepción: los peones que cometen faltas son colgados de las manos toda la noche. Pero estos hacendados confían en que don Porfirio estabilizará al país luego de encarcelar A Madero. "Todo el país está en crisis [pero] nuestra respuesta debe ser caoba, caoba y más caoba. Mañana abriremos un nuevo campo cerca del río. Y sacaremos toda la madera, así tengamos que colgar a todos los indios de Chiapas por el cuello", dice don Severo, entre risas y sorbos de licor.

Filmada a partir de febrero de 1954 en los estudios Churubusco y en Chiapas y estrenada el siguiente noviembre en el cine Chapultepec de Ciudad de México, La rebelión de los colgados fue la segunda adaptación de una obra de Bruno Traven -la primera fue El tesoro de la Sierra Madre (EUA, 1947)-. Se cuenta que, durante el rodaje, los desacuerdos entre el productor José Kohn y el Indio Fernández terminaron con la renuncia de este y la llegada de Alfredo B. Crevenna a la dirección; sin embargo, el nuevo realizador no estuvo a la altura y "mucho fue salvado" por Gabriel Figueroa, a decir de la editora Gloria Schoemann. "Gracias a su maravillosa fotografía -añade- pudimos resolver el problema con una secuencia en la que faltaba una balacera que no se filmó. De su negativo pudimos sacar una escena de noche".

La película dividió opiniones de la crítica en nuestro país. Pese a ello, fue seleccionada para participar en el Festival de Venecia, donde la prensa publicó que "fueron plenamente merecidas las ovaciones finales de la numerosísima concurrencia que sobrepasó el cupo de la gran sala del Palazzo del Cinema y de la vasta Arena (Il Gazzetino)."


La rebelión de los colgados 

Dirección: Emilio Fernández y Alfredo B. Crevenna. 

Música: Antonio Díaz Conde. 

Protagonistas: Pedro Armendáriz, Ariadna Welter, Carlos López Moctezuma, Víctor Junco, Amanda del Llano, Tito Junco, Ismael Pérez Poncianito, Álvaro Matute.

Duración: 85 minutos.


(Tomado de: Villa, Marco. Vamos al cine: La rebelión de los colgados. Relatos e historias en México, año 12, número 135. Ciudad de México, 2019)

jueves, 2 de noviembre de 2023

La revolución popular de 1907

 


Editorial

La revolución que se inició a fines de septiembre del año pasado [levantamientos en Jiménez y Acayucan (septiembre, 1906), huelga de Cananea (junio 1906), y huelga de Río Blanco (enero, 1907)] y que está próxima a continuar, es una revolución popular de motivos muy hondos, de causas muy profundas y de tendencias bastante amplias. No es la revolución actual del género de la de Tuxtepec, de La Noria, verdaderos cuartelazos fraguados por empleados mismos del gobierno, por ambiciosos vulgares que no aspiraban a otra cosa que a apoderarse de los puestos públicos para continuar la tiranía que trataban de derribar, o para sustituir en el poder a gobernantes honrados como Juárez y como Lerdo de Tejada, a cuya sombra los bandidos no podían medrar.

Una revolución como aquellas que encabezó Porfirio Díaz o como las que antes de la guerra de Tres Años se siguieron una después de otra en nuestro desgraciado país; una revolución sin principios, sin fines redentores, la puede hacer cualquiera en el momento que se le ocurra lanzarse a la revuelta y bastará con apresar a los que hacen de cabecillas para destruir el movimiento; pero una revolución como la que ha organizado la Junta de Saint Louis, Missouri, no puede ser sofocada ni por la traición, ni por las amenazas, ni por los encarcelamientos, ni por los asesinatos. Eso es lo que ha podido comprobar el dictador y de ello proviene su inquietud. No está en presencia de un movimiento dirigido por aventureros que quieren los puestos públicos para entregarse al robo y a la matanza como los actuales gobernadores, sino de un movimiento que tiene sus raíces en las necesidades del pueblo y que, por lo mismo, mientras esas necesidades no sean satisfechas, la revolución no morirá, así perecieran todos sus jefes; así se poblasen hasta reventar los presidios de la República y se asesinase por millares a los ciudadanos desafectos al gobierno…


-Ricardo Flores Magón 

Revolución, n. 2. 8 de junio de 1907


(Tomado de: Armando Bartra (Selección) - Ricardo Flores Magón, et al: Regeneración, 1900-1918. Secretaría de Educación Pública, Lecturas Mexicanas #88, Segunda Serie, México, D.F., 1987)

lunes, 26 de diciembre de 2022

Un precursor de Zapata, 1869

 

III

los campesinos y sus ansias de liberación, un precursor de Zapata.


Nuestros antiguos conocidos Rhodakanaty y Zalacosta habían seguido mientras tanto con su escuela de Chalco, de donde surgió un campesino, Julio Chávez López , quien se haría notar más adelante en las luchas de los campesinos.

Las prédicas "socialistas" de Rhodakanaty y Zalacosta prendieron en terreno fértil entre aquellos humildes y explotados labriegos. La Escuela Moderna y Libre se convirtió en la tribuna y centro de propaganda de la futura rebelión. Julio Chávez se llamaba a sí mismo "socialista-comunista" explicando su concepción así: "Soy socialista porque soy enemigo de todos los gobiernos, y comunista porque mis hermanos quiere trabajar las tierras en común".

Chávez era un discípulo aprovechado, su maestro Rhodakanaty había escrito en su libro Garantismo Social estas palabras: "¡Pueblo, no más gobiernos: abajo las tiranías! ¡Paso al garantismo social!".

Párrafo en el que explica el que explicaba la vida de un pueblo sin gobierno, forma que llamaba el falansterio o comunidad; todo su pensamiento, un tanto confuso, estaba saturado de fourierismo.

Chávez, ávido de ir adelante, reorganizó en Chalco el Club Socialista, donde se hacía una propaganda más amplia que en la escuela. En enero de 1869 escribía a Zalacosta una carta desde Puebla donde decía: "He llegado hasta acá. Hay mucho descontento entre los hermanos, porque todos los generales quieren apoderarse de sus tierras. ¿Qué le parecería usted que hiciéramos la revolución socialista?".

Por este tiempo, el 3 de febrero de 1869, encabezó el General Miguel Negrete un motín en Puebla contra Juárez; ahí había armas que fueron repartidas al pueblo, de esto se aprovechó seguramente Chávez. Tan grande era el descontento entre el campesinado, que un grupo de labradores había entrado entre el 30 de enero y el 2 de febrero al grito de "¡Abajo los hacendados!" en una hacienda cercana a Alfajayucan, desarmando al destacamento de soldados ahí estacionado.

Chávez regreso a Chalco para la preparación de su plan, pero sus actividades deben haber inspirado sospechas al gobierno porque escribió el 18 de abril a Zalacosta: "Estamos rodeados por un batallón, nada importa. "¡Viva la libertad!" Llevó a cabo su propósito y al rebelarse, escribió el manifiesto del cual tomamos el primero y último párrafos.

"Manifiesto a todos los oprimidos y pobres de México y del Universo. Ciudadanos mexicanos:

Ha llegado la hora de conocer a los hombres con el corazón bien puesto, ha llegado el día en que los esclavos se levanten como un solo hombre aclamando sus derechos pisoteados por los poderosos.

Hermanos: ha llegado el momento de despejar el campo, de pedir cuentas a los que siempre nos las han exigido; es el día de imponer deberes a quienes sólo han creído tener derechos. Vamos a una contienda de sangre. ¿Pero, qué importa si esta sangre será generosa, fertilizará nuestros campos, dará exuberancia a las plantas y dejara un rastro a la humanidad del futuro?".

El largo manifiesto llamando a las armas a los campesinos termina así:

"Queremos tierras, queremos trabajo, queremos libertad, necesitamos salvar el orden; en fin, lo que necesitamos es el establecimiento de un pacto social entre los hombres, a base de respeto mutuo. !Viva el socialismo! ¡Viva la libertad! Dado en Chalco en el día 20 del mes de abril del año de 1869.- Julio Chávez."

El levantamiento se realizó la noche del primero de mayo de 1869, al pretender un grupo de soldados la detención de Chávez en Chalco; después de un ligero tiroteo, éste abandonó la población dirigiéndose al monte donde pronto se reunieron campesinos en gran número. Seguido de éstos asaltó a San Martín Texmelucan, que tomó después de derrotar a las tropas quitándole las armas que era lo que necesitaba; quemó los archivos del municipio, recogió algún dinero y se dirigió rumbo a Apizaco donde hizo lo mismo.

Comprendiendo que el movimiento debía tener un carácter nacional para triunfar, envío a Anselmo Gómez con 50 hombres rumbo a Veracruz, mientras él se dirigía al Estado de Hidalgo; a su paso por las haciendas recogía dinero, armas y propagaba entre los campesinos la toma de la tierra. Anselmo Gómez llegó con gran rapidez a Chicontepec, Ver., que tomó el 11 de junio. El jefe político del lugar informaba poseído de terror al Ministerio de la Guerra que "el bandido Anselmo Gómez, al frente de 150 bandidos había capturado la villa, cometiendo toda clase de atentados contra la propiedad y proclamando que desconocía a todo el personal de los gobiernos de los estados".

Chávez, con 1,500 insurrectos quiso tomar por asalto a Actopan; pero sorprendido por las fuerzas del gobierno fue derrotado, hecho prisionero y conducido a Actopan, de donde fue remitido a Chalco y su y juzgado ahí militarmente. Fue fusilado en la madrugada del 1° de septiembre de 1869 en el interior de la casa que ocupó la Escuela Moderna y Libre.

Al ser inmolado por los soldados que lo fusilaron grito con voz estentórea: "¡Viva el socialismo!" Así terminó este noble paladín su corta pero brillante actitud en defensa de los oprimidos.


Constitución del gran círculo de obreros de México.

En los últimos días de 1869, circulaban en una hoja impresa los estatutos de la Asociación Internacional de los Trabajadores, aprobados en el Congreso de Ginebra en septiembre de 1866.

Esto despertó un gran entusiasmo y originó la invitación a todas las sociedades obreras para constituir un centro general de los trabajadores organizados, con objeto de que al estar reunidos todos formaran un consejo que "sea capaz de defender con más eficacia los intereses del trabajo"; la iniciativa fue lanzada el 10 de enero de 1870 y firmada por Villanueva, González Herrera , Mata Rivera, Meza y Pérez de León. No fue, sin embargo, sino hasta el 16 de septiembre de 1870 cuándo quedó constituido el Gran Círculo de Obreros de México.

Con motivo de la renuncia de Cano y del grupo de la Sociedad Artístico Industrial por un discurso de Zalacosta, Villanueva y su grupo socialista se apresuraron a tomar en sus manos la dirección.


Una opinión de Juárez sobre el papel de la organización obrera

Juan Cano, buscando el apoyo oficial, pidió su opinión a Juárez sobre el papel de la organización obrera. He aquí la contestación:

"Palacio Nacional, México, octubre 12 de 1870. señor Don Juan Cano. Muy estimado señor: contestó la muy apreciable de usted, fecha de ayer, manifestándole que, en mi concepto, los artesanos pueden arreglar su asociación a la manera que estimen conveniente para el perfeccionamiento en sus respectivos artes y oficios. Soy de usted affmo. y atto. y s. s.-q. b. s. m. Benito Juárez."

¡Menguada función le asignaba a la organización obrera el benemérito de las Américas!

En diciembre 20 de 1870 apareció un manifiesto agrario en San Luis Potosí, en el cual se pedía la distribución de la tierra mediante la expedición de leyes agrarias. No tuvo más resultado que la persecución de sus autores por el Gobierno.

La organización obrera entretanto, no obstante la labor escisionista comenzada por Cano, despechado ante la pérdida de la dirección en la Artístico Industrial, seguía adelante y se fortalecía.


(Tomado de: Díaz Ramírez, Manuel - Orígenes del Movimiento Obrero. Cuadernos Mexicanos, año II, número 75. Coedición SEP/Conasupo. México, D.F., s/f)

lunes, 13 de junio de 2022

Rubén Jaramillo


Mayo en la memoria

Es asesinado Rubén Jaramillo

23 de mayo de 1962


Aquel día un destacamento militar apoyado por policías judiciales sacó de su casa, en Tlaquiltenango, Morelos, al dirigente campesino Rubén Jaramillo, a su esposa Epifanía, que estaba encinta, y a sus hijos Enrique, Filemón y Ricardo. Dos horas después la familia fue acribillada en las cercanías de las ruinas de Xochicalco, consumándose así uno de los más atroces crimenes políticos del siglo XX mexicano.

Rubén Jaramillo nació en Tlaquiltenango hacia 1900. En 1914 se incorporó al Ejército Libertador del Sur del general Emiliano Zapata y se convirtió en un oficial apreciado y querido por los habitantes de Morelos y el sur de Puebla.

En 1918 Jaramillo reunió a los hombres que lo seguían y les explicó que la revolución zapatista había sido derrotada, por lo que valía más guardar las armas y retirarse para continuar la lucha en un momento más propicio.

Durante los años siguientes, trabajó en diferentes ranchos y haciendas, y conoció la cárcel en la que lo metieron los carrancistas luego del asesinato de Zapata. En los años veinte encabezó una lucha legal por la reforma agraria y consideró que el reparto prometido sólo era una bandera política y no un verdadero compromiso del gobierno. Al comenzar la década de los treinta, era el más conocido y respetado de los dirigentes campesinos del poniente de Morelos.

También apoyó decididamente la candidatura presidencial de Lázaro Cárdenas en 1934 y durante la campaña electoral preparó un estudio sobre la agricultura de la región que concluía con la petición de que el Estado construyera una gran central azucarera. Ese fue el origen del ingenio de Zacatepec, inaugurado por Cárdenas en 1938 y cuyo primer consejo de administración presidió Jaramillo.

En 1939, por expresa petición del general Cárdenas, Jaramillo y todos sus seguidores apoyaron la candidatura de Manuel Ávila Camacho, pero cuatro años después, considerando que el nuevo presidente había traicionado definitivamente los ideales de la Revolución, el dirigente llamó a sus compañeros a desenterrar las armas para recomenzar la lucha por la tierra y la libertad, reviviendo el zapatismo.

Pacificado gracias a la mediación de Cárdenas, Jaramillo siguió luchando por los derechos de los campesinos y colaboró con diversos movimientos nacionales. Pero desesperado por la corrupción de los políticos, las amenazas a los luchadores sociales y la imposibilidad de transformar las cosas por medios políticos, planeó levantarse en armas contra el gobierno por tercera vez.

Sin embargo ya no le dieron tiempo: fue asesinado y con él fueron sacrificados su esposa e hijos. Al día siguiente, sorteando el cerco militar que rodeaba el panteón de Tlaquiltenango, miles de campesinos acudieron a su entierro.

Luis A. Salmerón, historiador.

(Tomado de: Salmerón, Luis A. - Mayo en la memoria. Es asesinado Rubén Jaramillo. Relatos e historias en México. Año VII, número 81, Editorial Raíces, S.A. de C. V., México, D. F., 2015)

jueves, 14 de octubre de 2021

¿Quién protegió a Fidel Castro en México?

 


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¿Quién protegió a Fidel Castro en México?


Fidel Castro había peleado contra el dictador Batista en el cuartel Moncada en 1953, por lo que tiempo después se asiló en México, quizás bajo la protección tradicional que este país daba a los perseguidos políticos, aunque no está claro si existió un trámite formal para ello.

Una vez en México, donde permaneció entre 1955 y 1956, y donde conoció al Che Guevara, se dedicó a organizar la revolución cubana. Para disimular sus actividades subversivas trabajaba como fotógrafo ambulante, actividad de la que difícilmente podría haber obtenido dinero para mantenerse, adquirir las armas necesarias, los lugares de entrenamiento y el barco Granma que lo condujo hasta Cuba, junto con su cuerpo de expedicionarios.

Para entonces, tanto Batista como el dictador Trujillo, de la Repùblica Dominicana, tenían espías en México que se reunían con agentes de inteligencia del país en el café La Habana, situado en el centro de la ciudad, y en el restaurante Los Pinos, en la colonia Noche Buena, al sur de la metrópoli. Allí intercambiaban información. Parecería prácticamente imposible que, por lo tanto, los espías cubanos no supiesen de las intenciones de Fidel Castro. Vale la pena, por tanto, preguntarse quién o quiénes protegían o protegieron al revolucionario.

Los rumores dicen que a Castro lo protegía el capitán Fernando Gutiérrez Barrios, destacado miembro de la Federal de Seguridad, policía política del gobierno mexicano. De hecho, Fidel Castro y Gutiérrez Barrios mantuvieron una buena amistad hasta que el entonces senador por Veracruz murió, en el año 2000. Ese mismo año, el espía cubano Jorge Maseró señaló a Gutiérrez Barrios, "el sabueso del sistema", como el personaje que avaló las operaciones clandestinas que los guerrilleros llevaron a cabo en México. Y aseguró, además, que éste protegía y apoyaba a diversos cubanos desde la nómina del gobierno mexicano, amén de que se hizo de la vista gorda ante lo que los revolucionarios realizaron durante su estancia en el país.

Don Fernando también aparece en los documentos desclasificados de la CIA como el agente mexicano que apoyó a Castro y al Che, por lo que se puede suponer que trabajó coordinadamente con ellos. Hay quienes llegan a decir incluso que fue Gutiérrez Barrios quien consiguió las armas que fueron transportadas en el Granma.

Castro poco ha hablado de su etapa en México, apenas lo ha hecho de manera anecdótica. Lo que es un hecho es que, en la oficina de Gutiérrez Barrios, hasta el último día de su vida, podía verse, sobre el escritorio del veracruzano, un retrato del ex presidente cubano.

El rumor, señalemos por último, también asegura que las armas con que se hizo la Revolución se guardaban en el fondo de una alberca en una residencia del Pedregal, en la ciudad de México, y que el campo de entrenamiento de los guerrilleros estaba protegido por agentes de la Federal de Seguridad.


(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México, Editorial Grijalbo, Random House Mondadori, S.A. de C.V., México, D.F., 2008)




jueves, 9 de septiembre de 2021

Corrido de Madero 1911

 


De Madero


Cometa [Halley], si hubieras sabido

lo que venías anunciando,

Nunca hubieras salido

por el cielo relumbrando;

no tienes la culpa tú,

mi Dios, que te lo ha mandado.


¡Ay, qué Madero tan hombre,

bonitas son sus aiciones!

Mandó a los cabecillas

echar fuera las prisiones.

¡Madre mía de Guadalupe,

llénalo de bendiciones!


Porfirio está retratado

con su águila y su letrero

y en el letrero diciendo:

"¡No pudiste con Madero,

con otros habrás podido,

porque eres camandulero!"


Porfirio es el responsable

de todita la Nación,

no quiso doblar las manos,

que hubiera revolución,

no quiso entregar la silla,

que le dolía el corazón.


Madero con su asistente

sufrió muy crueles tormentos,

vino conquistando gente

y formando regimientos

para echar fuera a Porfirio

con todo su ayuntamiento.


Hasta que se llegó el día

que el Señor nos concediera

que la Nación alcanzara

lo que más nos conviniera,

México está en alegría

revoloteando bandera.


Madero, tú no te creas

de lo que te han contado;

que refuercen las fronteras,

que quede bien reforzado,

para que sepan lo que hacen

toditos los mexicanos.


¡Y achi y achi!, ¡qué bonito

está lloviendo en el cerro!

Ensíllenme mi caballo,

yo ya me voy con Madero,

porque me esperan las tropas

y fuerzas del extranjero.


Aquí va la despedida

con cariño verdadero,

éstas son las mañanitas

de don Francisco I. Madero.

¡Que vivan los mexicanos!

¡Que viva México entero!


(Tomado de: Mendoza, Vicente T. – Corridos mexicanos. Lecturas Mexicanas #71; 1a serie. Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1985)





lunes, 26 de abril de 2021

República de Fredonia, 1827

 


República de Fredonia (probablemente del inglés freedom, libertad). El 16 de diciembre de 1827, en Nacogdoches, Texas, Benjamín Edwards, colono norteamericano, al frente de un grupo de hombres armados desfiló por las calles portando una bandera roja y blanca en la que había inscrito Independencia, Libertad y Justicia, se apoderó de la un"casa de piedra", como llamaban a la residencia de los poderes municipales y proclamó la República de Fredonia. Culminaban así, hechos cuyo origen era el contrato de colonización expedido por el gobierno de Coahuila y Texas el 15 de abril de 1825 en favor de Haden Edwards (Eugene C. Barker: The life of Stephen Austin, 1925, escribe Haden; Hubert H. Bancroft, en North Mexican States and Texas, 1889, lo llama Hayden). Edwards estuvo en la ciudad de México, como otros tantos solicitantes de tierras, hacia 1823. En Saltillo esperó la contrata en su favor, por la cual, una vez expedida, se comprometió a llevar, en el término de seis años, ochocientas familias a terrenos del departamento de Nacogdoches. El artículo 2° señalaba que los futuros colonos se comprometían a respetar los títulos de los antiguos residentes; sin embargo, al llegar Haden Edwards a Nacogdoches expidió una pragmática en la cual anunciaba lo siguiente: "A todos los que la presente vieren, sabed, que yo, Haden Edwards, empresario y jefe militar de la parte del Estado de Coahuila y Texas, que me ha sido concedido por las autoridades de dicho Estado, y en virtud de los poderes que me han sido delegados por dichas autoridades, he decretado y por la presente decreto y ordeno: Que cualquier familia o persona residentes en los límites del expresado territorio, y todos los que pretendan tener derecho a alguna parte o partes del terreno o terrenos de dicho territorio, se presente inmediatamente y me muestre sus títulos y documentos si es que los tiene, para que sean recibidos o desechados conforme a las leyes, y si no lo hicieren, dichas tierras serán vendidas, sin distinción, al primer postor, quedando obligados los que tengan sus títulos correspondientes a pagar los gastos hechos para su mejora. Y por la presente ordeno, que ninguna persona pueda, sin mi permiso, establecerse dentro de los límites de mi territorio".

Las pretensiones de Edwards no dejaban lugar a dudas: despojó de sus tierras, por falta de un pago a un mexicano y las vendió, inmediatamente, a otro colono norteamericano. La actitud de Edwards culminó en el procedimiento seguido por él durante las elecciones municipales de Nacogdoches. En diciembre de 1825 se presentaron, como candidatos a alcalde, Samuel Norris, mexicano, y Chichester Chaplin, norteamericano y yerno de Edwards. Por el primero votaron los antiguos residentes; por el segundo, los aventureros asentados a lo largo de la frontera. Nacogdoches tenía, en su territorio, cuatro municipios y cuatro pueblos. Su comercio representaba, en importación, 265,000 pesos anuales y el de exportación de artículos agrícolas, 205,000 pesos (Juan N. Almonte: Noticias estadísticas de Texas, México, 1835).

Ante la inconformidad de los colonos por el resultado de la elección: imponer como alcalde a Chaplin y las comunicaciones que al respecto le dirigiera a Edwards el jefe político, Juan Antonio Saucedo, aquel lo amenazó por carta. Ante los consejos de Stephen Austin, Edwards se dirigió al gobernador de Coahuila y Texas, seguramente en forma altanera, si bien H. Yoakum, en su History of Texas, 10856, afirma que esa carta "era digna de un hombre libre, y en un país libre hubiera sido aplaudida". El gobierno de México, por el creciente problema, ordenó el 3 de junio de 1826 la inmediata expulsión de Haden Edwards. El gobernador de Coahuila y Texas, el 23 de agosto, declaró nulo el contrato de colonización, saliendo de Nacogdoches Haden, mientras Benjamín Edwards empezaba la última fase de aquella rebelión: el 20 de noviembre de aquel año, 40 aventureros norteamericanos se apoderaron de Nacogdoches, apresaron a las autoridades y las sometieron a una "corte marcial". Saucedo y Mateo Ahumada, comandante militar, salieron de San Antonio (Béjar) a combatirlos. Se sabía, además, que entre los planes estaba el de la sublevación de los cherokees, avecindados en territorio mexicano. John Dunn "Hunter" y Richard Fields, representantes de aquellas tribus, los conminaron a rebelarse; sin embargo, Saucedo, por medio de sus agentes, logró convencer a los cherokees de que sus padecimientos se los causaban, precisamente, los norteamericanos. Los indios se volvieron contra "Hunter" y Fields, matándolos. La principal fuerza de la rebelión había sido restada a los Edwards. Los norteamericanos evacuaron Nacogdoches el 27 de enero de 1827, dirigiéndose a la frontera. Militarmente, la rebelión fue una escaramuza, pero políticamente mostró cuáles habían de ser, nueve años después, los procedimientos de los colonos para despojar a México de aquellos territorios. (Vito Alessio Robles: Coahuila y Texas, desde la consumación de la Independencia hasta el Tratado de paz de Guadalupe Hidalgo, México, 1945, I, CAP. XIII; Luis Orozco: Ensayos de crítica histórica, México, 1939).

(Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S. A. México D.F. 1977, volumen IV, - Familia - Futbol)

jueves, 25 de marzo de 2021

Batalla de Corralchén, 1993


Primer enfrentamiento armado entre milicianos del EZLN y una compañía del Ejército el 22 de mayo de 1993, en la sierra de Corralchén, en el municipio de Ocosingo, con un saldo de varios muertos de ambos lados.

Corralchén era un campamento zapatista para entrenar a sus combatientes. Cuando fue ocupado por el ejército se descubrieron mapas, equipos de comunicación, computadoras, dormitorios, área de tiro y planta de luz propia.

Sin embargo, el Gobierno federal no aceptó que se trataba de un campamento guerrillero, pues no quería ahuyentar a los inversionistas ante la inminente entrada en vigor del TLC.

(Tomado de: Roldán Quiñones, Luis Fernando. Diccionario irreverente de Política mexicana. Con ilustraciones de Helguera. Grijalbo/Random House Mondadori, S.A. de C.V. México, D.F., 2006)


jueves, 20 de agosto de 2020

Ricardo Flores Magón


Político, nació en San Antonio Eloxochitlán, Oaxaca, en 1873; murió en la prisión norteamericana de Leavenworth, Kansas, en 1922. En 1892 fue encarcelado por vez primera, a consecuencias de una manifestación estudiantil contra el presidente Porfirio Díaz. Al año siguiente formó parte de la redacción del periódico oposicionista El Demócrata, que fue suprimido por la dictadura antes de haber cumplido tres meses de vida. En 1900 fundó, junto con su hermano mayor Jesús, el periódico Regeneración, cuya campaña contra el gobierno le ocasionaron nuevo encarcelamiento. En 1901 asistió al Primer Congreso de Clubes Liberales en San Luis Potosí, y en 1902 tomó a su cargo el periódico antirreeleccionista de caricaturas El Hijo del Ahuizote, que había fundado Daniel Cabrera. Cuando en 1903 el presidente Díaz ordenó al Tribunal Superior de Justicia que prohibiese la publicación de cualquier escrito de los Flores Magón, Ricardo y Enrique se trasladaron a E.U. En Laredo, Texas, volvieron a editar Regeneración, pero hostilizados por las autoridades estadounidenses se refugiaron en San Luis Missouri, en donde proclamaron en compañía de Juan Sarabia, Antonio I. Villarreal, Librado Rivera, Manuel Sarabia y Rosalío Bustamante, el Programa del Partido Liberal, cuya junta organizadora habían constituido.
Este documento, que Ricardo Flores Magón firmó en su calidad de presidente de la Junta, constituye un riguroso y severo análisis de la situación del país bajo la dictadura y anticipa las aspiraciones que posteriormente hizo suyas, la revolución de 1910 y muchas de las cuales se convirtieron en preceptos constitucionales. He aquí algunos de los puntos principales: reducir el período presidencial a cuatro años; suprimir la reelección para el Presidente y los gobernadores de los estados; abolir la pena de muerte, excepto para los traidores a la patria; agravar la responsabilidad de los funcionarios públicos; multiplicar las escuelas primarias y declarar obligatoria la instrucción hasta la edad de 14 años; pagar buenos sueldos a los maestros y hacer obligatoria la enseñanza de los rudimentos de artes y oficios, y la instrucción cívica; prescribir que los extranjeros, por el solo hecho de adquirir bienes raíces, pierden su nacionalidad primitiva y se hacen ciudadanos mexicanos; establecer un máximo de ocho horas de trabajo y un salario mínimo; reglamentar el servicio doméstico y el trabajo a domicilio; prohibir el empleo de niños menores de 14 años; obligar a los dueños de minas, fábricas y talleres a mantener las mejores condiciones de higiene y de seguridad en sus propiedades; obligar a los patronos o propietarios rurales a dar alojamiento adecuado a los trabajadores; obligar a los patronos a la indemnización por accidentes de trabajo; declarar nulas las deudas de los jornaleros del campo para con sus amos; prohibir que se pague a los obreros de cualquier otro modo que no sea con dinero efectivo; suprimir las tiendas de raya; exigir a las empresas a no emplear sino una minoría de extranjeros; hacer obligatorio el descanso dominical; recobrar para el Estado las tierras que sus dueños dejen improductivas; dar tierras a quien las solicite, sin más condición que dedicarlas a la producción agrícola y no venderlas; crear un banco agrícola que haga préstamos a los agricultores pobres; gravar el agio, los artículos de lujo y los vicios, y aligerar de contribuciones los artículos de primera necesidad; hacer práctico el juicio de amparo, simplificando el procedimiento; establecer la igualdad civil para todos los hijos del mismo padre; establecer colonias penitenciarias de regeneración, en lugar de cárceles y penitenciarías; suprimir los jefes políticos; robustecer el poder municipal; proteger a los indios; estrechar lazos de unión con los países latinoamericanos; y confiscar, al triunfo de la revolución, los bienes de los funcionarios enriquecidos durante la dictadura. Se proponía, finalmente, reformar la Constitución en cuanto fuese necesario para poner en vigor ese programa.
El embajador norteamericano en México, Thompson, informó a su gobierno que las actividades de los Flores Magón eran anarquistas en sus designios y abrigaban "el propósito de crear un sentimiento revolucionario en el pueblo mexicano". Y la representación de México en Washington, a su vez, requirió la aprehensión de los miembros de la Junta, para ser deportados bajo el cargo de conato de homicidio, robo y daño en propiedad ajena. "Los llamados revolucionarios -decía la instancia- tratan de cambiar un gobierno por otro; pero Flores Magón y sus secuaces no cuentan con nada que merezca llamarse un plan político; no constituyen ni remotamente un partido ni tienen en México una agrupación organizada. Sus propósitos se reducen al robo y al asesinato, al despojo y a la usurpación". En este clima de presión oficial, en agosto de 1907 Ricardo Flores Magón, Librado Rivera y Antonio I. Villarreal fueron arrestados en Los Ángeles, Cal., por Thomas H. Furlong, jefe de la agencia de detectives Pinkerton, quien en 3 años había detenido y deportado a México a 180 revolucionarios refugiados en E.U. Esta vez, los dirigentes liberales fueron condenados a 36 meses de prisión, cuya sentencia cumplieron en Yuma y luego en Florence, ambas en Arizona.
Desde la cárcel, Flores Magón organizó el levantamiento previsto para el 25 de junio de 1908. Librado Rivera, su compañero de prisión, escribió en esos días la siguiente nota: "En la cárcel del condado de Los Ángeles hay una tela doble de alambre que sirve de separación entre los visitantes y los presos. Ricardo encontró una rendija entre la reja y la pared por donde apenas podía caber una carta, y desde entonces ese fue nuestro medio de comunicación con nuestros compañeros de afuera; pero como los esbirros no tardaron en descubrirlo, taparon con cemento todas las hendeduras, obligándonos a sentarnos un poco retirados del alambrado. Ricardo aguzó su ingenio y siempre encontró otros medios de comunicación que tal vez algún día referiré". A juzgar por un testimonio de Enrique Flores Magón (El Demócrata, septiembre 5 de 1924), había entonces en México 64 grupos liberales armados y listos para entrar en acción contra el gobierno de Díaz. Según Rivera, éstos no pasaban de 40. De todas suertes, el 26 de junio las guerrillas mandadas por Benjamín Canales, Encarnación Díaz Guerra y Jesús M. Rangel atacaron el pueblo de Las Vacas, en cuya acción murieron 9 rebeldes; la víspera se levantó el grupo de Viesca, que derrotó a la policía y proclamó el Programa del Partido Liberal, pero que tuvo que huir a la postre; y el 1° de julio, once "libertarios mexicanos" -que así se llamaban a sí mismos- entraron a la población de Palomas, procedentes de El Paso, Texas, comandados por Praxedis G. Guerrero. Éstos lograron volver a territorio norteamericano, pero los alzados de Viesca, batidos y capturados por las tropas federales, fueron muertos, unos, y condenados otros a purgar penas de 15 a 20 años en la prisión de San Juan de Ulúa.
En agosto de 1910 salieron de la cárcel del Estado de Arizona Flores Magón, Rivera y Villarreal. El día 7 se celebró en Los Ángeles, Cal., un gran mitin del Partido Socialista, convocado expresamente para recibirlos. Ahí se colectaron Dls. 414, con cuyo fondo inicial volvió a editarse, por tercera vez, el periódico Regeneración. A partir de ese momento se vuelve expresa la franca orientación anarquista de los antiguos dirigentes liberales y de su órgano de difusión. El 3 de septiembre, ya en vísperas del plan maderista de San Luis Potosí, Flores Magón escribía: "Derramar sangre para llevar al poder a otro bandido que oprima al pueblo, es un crimen; y eso será lo que suceda si tomáis las armas sin más objeto que derribar a Díaz para poner en su lugar un nuevo gobernante... La libertad política es una mentira sin la libertad económica". Ya entonces el magonismo rechazaba la demanda de "sufragio efectivo y no reelección" y atribuía a la acción política y a la lucha armada el objetivo central de la toma de la tierra. "La tierra es de todos -decía Flores Magón-; la propiedad territorial está basada en el crimen y, por lo mismo, es una institución inmoral". El viejo lema del Partido Liberal, Reforma, Libertad y Justicia fue sustituido por el de Tierra y Libertad.
Francisco I. Madero, en el Plan de San Luis Potosí, convocó al pueblo mexicano a la sublevación nacional del 20 de noviembre de 1910. El día 16 anterior, Flores Magón, desde Los Ángeles, Cal., giró instrucciones a sus partidarios para que aprovechando la ocasión se rebelasen también, pero sin hacer causa común con los maderistas. "El Partido Antireeleccionista -decía- sólo quiere libertad política, dejando que los acaparadores de tierras conserven sus vastas propiedades... El Partido Liberal quiere libertad política y libertad económica por medio de la entrega al pueblo de las tierras que detentan los terratenientes". Y unos días después (26 de noviembre) añadía: "El Partido Liberal trabaja por el bienestar de las clases pobres de la sociedad mexicana; no importa candidatura alguna, porque esa es una cuestión que tiene que arreglar el pueblo. ¿Quiere éste amos? ¡Que los nombre!"; pero a continuación advertía: "Los gobiernos tienen que proteger el derecho de propiedad y están instituidos precisamente para proteger ese derecho con preferencia a cualquier otro. No esperemos, pues, que Madero lo ataque en beneficio del proletariado".
Los magonistas emprendieron varios hechos de armas. El 23 de diciembre, una partida al mando de Praxedis G. Guerrero se apoderó de un tren cerca de Ciudad Juárez, el cual abandonaron en la estación García para tomar a caballo las poblaciones de Casas Grandes y Janos, en Chihuahua. Guerrero murió en combate el día 30. En enero de 1911 había grupos liberales insurreccionados en Sonora, Chihuahua, Tlaxcala, Veracruz, Oaxaca, Morelos y Durango. Lázaro S. Alanís merodeó en la frontera haciéndose de pertrechos y Prisciliano G. Silva enarboló la bandera de Tierra y Libertad en Guadalupe, donde fue arrestado por el propio Madero el 15 del mes siguiente. Otro dirigente libertario, Gabino Cano, fue aprehendido  en circunstancias semejantes. Flores Magón publicó entonces un violento artículo contra Madero. Antonio I.Villarreal y otros jefes abandonaron el Partido Liberal y se pronunciaron por el maderismo. El Partido Socialista de los E.U. condenó a Flores Magón y le retiró su apoyo.
La Junta Organizadora del Partido Liberal decidió concentrar toda su acción en la toma del Distrito Norte de la Baja California. Del 29 de enero de 1911, en que un grupo anarquista asaltó Mexicali, hasta el 22 de junio siguiente, en que las fuerzas federales derrotaron en Tijuana a quienes pretendieron instituir una república independiente, aprovechando la crisis provocada por la reciente sublevación nacional.
Mientras tanto, Francisco I. Madero quiso persuadir al Partido Liberal de que pactara una alianza con el Partido Antireeleccionista, llegando al extremo de enviar a Los Ángeles, con esa misión, a Jesús, hermano del líder anarquista, y a Juan Sarabia. Ricardo Flores Magón rechazó las proposiciones de de entendimiento, muy a pesar de que el 25 de mayo había renunciado Porfirio Díaz a la Presidencia.
El 14 de junio de ese año, la policía norteamericana allanó las oficinas del periódico Regeneración y detuvo a Ricardo y Enrique, a Librado Rivera y a Anselmo L. Figueroa, acusados de haber violado las leyes de neutralidad. A principios de septiembre salieron en libertad bajo fianza y el día 23 publicaron un manifiesto que sustituía el programa del 1° de julio de 1906: "Abolir el principio de la propiedad privada -decía- significa el aniquilamiento de todas las instituciones que componen el ambiente dentro del cual se asfixian la libre iniciativa y la libre asociación de los seres humanos". En octubre, Mother Jones, muy conocida en los medios socialistas de E.U., visitó al grupo, en comisión del gobierno de México, para pedir nuevamente a los rebeldes que regresaran al país e hicieran la paz con Madero. Flores Magón repuso: "Preferimos las inquietudes de nuestra vida de perseguidos a las delicias de una vida ociosa comprada con una traición".

Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S. A. México D.F. 1977, volumen IV, - Familia - Futbol)

lunes, 10 de agosto de 2020

Levantamiento guerrillero en Chiapas V

El Subcomandante Marcos tuvo especial interés en hacer pública la versión del combate militar por parte del EZLN durante la entrevista que le hiciera La Jornada los días primeros de febrero. Parte de su orgullo guerrillero lo impulsó a ser reconocido como estratega. Es por su vanidad que ya es verdad publicada que para los miembros del EZLN hubieron, por lo menos, 180 bajas en las filas del Ejército.
Calificando como "maravilla militar" a sus acciones de los primeros días de enero, el Subcomandante Marcos insiste en tener reconocimiento en ese aspecto, asegura no haber "copiado la ofensiva del 89 en San Salvador", y otorga elementos invaluables para juzgar la conducta de los militares, del general Riviello y del general Godínez, que tanto insistieron ante el Primer Mandatario para combatir a la guerrilla cuando descubrieron el campamento de Corralchém: "...ya estábamos esperando. El Ejército cometió un error al retirarse, si ya estaban allí. Nosotros estábamos a punto de activar la ofensiva que estaba planeada para fin de año... si no en mayo hubiera tronado".
Con verdadera fascinación, la que curiosamente no he encontrado entre los militares de diversos grados con quienes conviví durante las jornadas armadas, Marcos acepta: "no se quién estaba al mando de Rancho Nuevo... pero el que estuvo hizo bien, se defendió bien. Nosotros fingimos atacar por el flanco derecho para atacar por los dos lados, pero ellos se defendieron por los dos lados, también. Entonces cuando mandamos a una patrulla a chocar se da el choque, hay muertos de los dos lados... nos desbarataron la ofensiva, pues. Estábamos todavía aprendiendo. Estamos aprendiendo".
Cuando entra a hablar de Ocosingo ya no es tan claro el seguimiento, no se refiere a las batallas con igual entusiasmo. Y sí hace hincapié en que los guerrilleros se sacrificaron, ofrecieron sus vidas para defender a la población civil.
Es obvio que la discusión histórica, que la referencia obligada será Ocosingo.
"Nuestros militares tiraron desde una posición fija, cosa que es suicida para cualquier francotirador, que tiene que cambiar de posiciones, pero lo hicieron por sacar a los civiles... perdimos en el peor de los casos 40 compañeros" afirma el jefe guerrillero.
Quizás lo más interesante de sus declaraciones sea, en total acuerdo con la desaprobación de los altos jefes militares que se enfurecieron ante la prematura orden de cese al fuego: "...y de pronto me dicen alto al fuego. Chin. Párate, algo pasó. Se supone que esto deba pasar cuando ya tengamos meses peleando... nosotros estábamos corriendo, no estábamos afrontando con nuestros heroicos pechos las balas del enemigo..."
***
Los miembros del autollamado Ejército Zapatista de Liberación Nacional recogieron a la mayoría de sus muertos y de sus heridos. Como parte de su estrategia guerrillera para no aceptar derrotas frente al enemigo, no dejar rastros o permitir la identificación de sus miembros.
No es tan claro el motivo de las fuerzas armadas para negar el número y el nombre de sus muertos. O la razón del gobierno para hacerlo.
Oficialmente se ha dicho, ya terminada la guerra -cuando continúa la tregua, el periodo de no agresión- que sus bajas fueron 14, incluidos dos capitanes. Sin embargo en esta lista, que se ha mantenido discretamente fuera del alcance de los medios de comunicación, no aparece el teniente coronel que estaba como segundo comandante del 24°. Regimiento de Caballería, ni los 30 militares muertos en El Corralito, ni tampoco los 14 emboscados al llegar a Rancho Nuevo. Y aquellos que se van conociendo entre los militares, poco a poco.
Los enterados en el ámbito castrense, hablan de un mínimo de 300, y aceptan que haya habido cerca de 400 muertes entre "zapatistas" y la población civil. No los 40 aceptados por "Marcos".
Quienes están cerca del poder civil aumentan esta cifra, contando las bajas de los tres sectores, a un mínimo de mil. El silencio oficial al respecto es poco lógico.
Cualquiera podría creer que morir por la patria es algo que debe llenar de orgullo a familiares, a compañeros, a jefes, a la institución que conocemos como Ejército mexicano. Quizás estén obligados a guardar silencio. Es más fácil, al menos para el Presidente Salinas, evitar la responsabilidad histórica de haber ordenado su muerte. O sea más conveniente para la propaganda en el exterior que se hable de unos cuantos, apenas más de una centena, muertos en una pequeñita revuelta, que no revolución, que tuvo lugar en unos cuantos, pocos, municipios del estado de Chiapas, uno de los muchos que conforman a la República Mexicana.
Cada cual juega al olvido como mejor le conviene. Al menos sexenalmente.
Lo cierto es que ninguno de los generales, jefes de las operaciones armadas en Chiapas, quiere admitir un muerto más de las cifras oficiales, de los 14 que existen en una lista. Así se les demuestre con una operación matemática elemental que esto no puede ser verdad.
El cálculo, para expertos en cuestiones de guerra, para documentar la contabilidad por fuera, es de aproximadamente dos heridos por cada muerto, dentro de cada grupo armado participante. Es decir, alrededor de 600 heridos en el Ejército, no los 44 que se admiten.

(Tomado de: Arvide, Isabel - Crónica de una guerra anunciada. Grupo Editorial Siete, S.A. de C.V. México, 1994)

miércoles, 5 de agosto de 2020

Miguel Negrete

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Miguel Negrete (1824-1897)

La noticia corrió como reguero de pólvora. Una nueva rebelión estaba por azotar al país. Aquel junio de 1879, los periódicos publicaban: "Si las revoluciones de los pueblos no son más que la esperanza de sus necesidades legítimas no satisfechas, la revolución de México no llegará a su fin mientras no se dé un gobierno que conozca esas necesidades y sea capaz de satisfacerlas". Era la letra de Miguel Negrete. El mismo que había brillado en la victoria del 5 de mayo de 1862. De ahí su trascendencia.
Si alguien sabía de rebeliones, ése era el poblano. Después de enfrentar valerosamente a los estadounidenses entre 1846 y 1848, se había unido a la Revolución de Ayutla contra el régimen de Antonio López de Santa Anna. Tomó el llamado de las armas al inicio de la Guerra de Reforma, aunque lo hizo del lado de los conservadores bajo el mando de Miguel Miramón. Con él obtuvo victorias importantes y derrotas catastróficas como la del 22 de diciembre de 1860, que dio fin a la guerra a favor de los liberales.
Por sus servicios anteriores y sus conocimientos, fue amnistiado y desde entonces se mantuvo en las filas liberales. Fue por esos tiempos que la Intervención Francesa caló en el alma nacional. Desde el primer instante, Negrete defendió el honor patrio. Luchó contra el ejército galo en las Cumbres de Acultzingo el 28 de abril de 1862, donde a pesar de que las bajas del enemigo fueron muchas, hubo la necesidad de replegarse para esperarlo en mejor sitio: la ciudad de Puebla.
El 5 de mayo siguiente, Negrete fue encomendado para defender el Fuerte de Loreto. Era, sin duda, uno de los puntos principales por los que el ejército francés trataría de apoderarse de la ciudad. Tras un bombardeo tan fuerte como inútil, las tropas francesas decidieron comenzar su ataque. Negrete logró que sus hombres, después de algunas horas, replegaran al enemigo. A su lado, su antiguo enemigo, Felipe Berriozábal, apoyó la defensa. Ambos, unidos por la defensa de la patria, olvidaron cualquier enfrentamiento anterior. Negrete había convencido a todos de que su compromiso con la nación era superior a cualquier ideología. "Yo tengo patria antes que partido", había dicho alguna vez.
Después de aquella gloria, fue ministro de Guerra con Juárez. Sin embargo, unos años después se sublevó contra él en dos ocasiones sin éxito. En una de ellas, fue hecho prisionero y se ordenó su fusilamiento. Pero Porfirio Díaz lo perdonó por sus servicios anteriores. Más tarde, apoyaría el Plan de la Noria y de Tuxtepec junto al oaxaqueño.
Aquel 1879 la amistad estaba perdida. El levantamiento en contra de Díaz, sin embargo, no habría de durar mucho tiempo. Fue rápidamente derrotado y aunque continuó sublevándose, no llegó nunca más a ocupar un puesto de honor.

(Tomado de: Tapia, Mario - 101 héroes en la historia de México. Random House Mondadori, S.A. de C.V. México, D.F., 2008) 

sábado, 18 de julio de 2020

Porfirio Díaz Mori III 1867-1915 1a parte

Al triunfo de la República, Benito Juárez propuso su reelección en la Presidencia, la cual obtuvo fácilmente; pretendió aumentar sus poderes ejecutivos e intentó que los eclesiásticos gozaran del derecho de voto y elección. Estos hechos, y el retiro hizo de varios jefes relevantes del ejército, provocaron serio disgusto entre los radicales del partido liberal. Porfirio Díaz, que había sido designado jefe de la segunda división, con sede en Tehuacán, expresó su disgusto y solicitó su retiro definitivo, el cual le fue concedido. Pasó a Oaxaca y se dedicó a la agricultura, pero no se alejó de la política, pues en 1870 fue elegido miembro del Congreso Federal. La segunda reelección de Juárez en 1872 hizo crecer el descontento de la oposición y se produjo el levantamiento que tuvo como bandera el Plan de la Noria; pero muerto el presidente el 18 de julio de ese año, la rebelión perdió su razón de ser. Lo sucedió el presidente de la Suprema Corte, Sebastián Lerdo de Tejada, quien al declararse reelecto en septiembre de 1875, exacerbó nuevamente a la oposición. Porfirio Díaz se levantó en armas, conforme al Plan de Tuxtepec, y al triunfar el movimiento, Lerdo abandonó la capital (20 de noviembre de 1876) y se refugió en Estados Unidos. El vencedor convocó a elecciones y fue electo presidente en mayo de 1877. El lema de Tuxtepec había sido la no reelección; así, en 1880 entregó el gobierno al general Manuel González. Sin embargo, nada le impedía ser reelecto para el periodo 1884 a 1888. Tras el tormentoso período de González, promovió su candidatura y volvió al poder. Se restituyó el texto constitucional a su forma primitiva, que nada decía de la reelección y Díaz ya no abandonó la presidencia sino hasta 26 años más tarde, en que tuvo que renunciar ante la revolución acaudillada por Francisco I. Madero. Poco antes de las elecciones enviudó de su primera esposa y contrajo segundas nupcias con una joven de 19 años (Porfirio tenía 54), Carmen Romero Castelló, hija de Manuel Romero Rubio, que fuera su enemigo político durante la presidencia de Lerdo.
Desde su primera gestión presidencial (1876-1880), el principal cuidado de Porfirio Díaz fue consolidarse en el poder. En el orden político, procuró dominar al Poder Legislativo, que hasta los tiempos de Juárez había sido poderoso opositor del Ejecutivo. Para ello manejó las elecciones de senadores y diputados de manera que sólo tuvieron acceso a las cámaras quienes le eran incondicionales. Se recurrió al fraude electoral por la violencia, la impostura de cajas electorales o la múltiple votación de las mismas personas. El Congreso decayó completamente y se convirtió en apéndice del Ejecutivo, sin otro fin que dar al régimen una apariencia de legalidad y democracia. La misma política fue ejercida en los Estados: se impusieron gobernadores adictos al presidente, de manera que la federación desapareció de hecho y se instauró un centralismo presidencial absoluto. El Poder Judicial se acomodó fácilmente a las circunstancias. Díaz sofocó toda rebelión aun en sus principios. En 1879, como le llegara la noticia de un complot revolucionario que se fraguaba en Veracruz, ordenó al gobernador Terán la aprehensión de los sospechosos y luego que los ejecutara, lo cual hizo con 9 de ellos sin formación alguna de causa (25 de junio). A esta política se le llamó de "Mátalos en caliente", por el texto de las instrucciones telegráficas que envió al mandatario local. Es muy larga la lista de las personas que fueron sacrificadas a causa de su rebeldía. Una de las más conspicuas fue el general Trinidad García de la Cadena, quien al aproximarse las elecciones para el cuatrienio 1888-1892, pretendió disputar la presidencia de Díaz: al internarse al norte del país, donde tenía sus partidarios, fue asesinado. Cuando la oposición provenía, no de caudillos particulares, sino de grupos, se les exterminaba igualmente, como ocurrió en el pueblo de Tomochic, en Chihuahua, cuyos habitantes fueron pasados por las armas, hasta el último, pues hasta los heridos fueron rematados en el paredón de fusilamiento (29 de octubre de 1892). Sin embargo, esta despiadada energía impidió la sucesión de revoluciones que con frecuencia estallaban en México por la disputa del poder, y se consolidó una paz muy grata a los habitantes de la nación, cansados de más de 60 años de guerra civil. Así se explica que a Porfirio Díaz se le llamara "héroe de la paz", y que sus opositores calificaran la situación de "paz sepulcral". La oposición de la letra impresa fue reprimida mediante la compra o la persecución de los editores de periódicos, hasta lograr su completo sometimiento. Hubo quienes resistieron heroicamente el soborno, la cárcel y la hostilidad, como los directores de La Voz de México y El Hijo del Ahuizote, El Tiempo, periódico católico, acabó por aceptar una subvención del gobierno, de manera que sus textos eran tolerados para dar la impresión de la existencia de una prensa libre. En los estados de la República la persecución contra la prensa libre fue aún más atroz, pues se llegó al asesinato de los directores de periódicos. La consecuencia de está política de represión, en lo cívico y en lo editorial, fue la absoluta indiferencia electoral del pueblo mexicano, que acabó por dejar desiertas las urnas, a las cuales sólo asistían por obligación los empleados públicos con la consigna de votar por los candidatos oficiales para las cámaras y por Díaz para la Presidencia.
En el orden religioso, no obstante el triunfo del liberarismo sobre la Iglesia Católica, el presidente Díaz optó por una política de completa reconciliación. Sin derogar las Leyes de Reforma, pues lo contrario hubiera sido otorgar un triunfo póstumo al partido conservador, tomó el más fácil camino de no observarlas. El pueblo se acostumbró así al desprecio y violación de la ley, aún por las mismas autoridades. Al amparo de este disimulo, la Iglesia volvió a ocupar un sitio determinante en el destino de la nación, pero sin responsabilidad alguna, pues oficialmente estaba separada del Estado. Las diócesis aumentaron en 8, los conventos de hombres y mujeres renacieron y aún se fundaron otros; y las escuelas confesionales funcionaban libremente, en especial las de los jesuitas a las cuales asistían los hijos de quienes fueron próceres liberales. Los bienes eclesiásticos, respetados y protegidos, aumentaron con donaciones y combinaciones financieras. Díaz hizo pública ostentación de su credo católico, al mismo tiempo que era miembro prominente de la masonería. El las bodas de oro del Arzobispo de México, el antiguo intervencionista Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, el presidente le regaló un lujoso bastón de carey y plata, que se exhibió por las calles de México. La Basílica de Guadalupe fue remozada a gran costo y el 12 de octubre de 1895 la imagen fue coronada solemne y espectacularmente.
El ejército había sido otra fuente de inestabilidad, a causa del poder que daba a los generales ambiciosos. Al principio de su gobierno, Porfirio Díaz no licenció a las tropas porque su cesantía las hacía propensas a seguir a los caudillos revolucionarios, pero las tuvo en constante movimiento por toda la República y las desarraigó de sus localidades nativas, con lo cual impidió las rebeliones locales. A quienes fueron guerrilleros liberales y republicanos los agrupó en cuerpos de policía rural y les encargó la persecución de los bandoleros y la seguridad de los caminos. Posteriormente, conforme consolidaba su poder, otorgaba de una parte grandes beneficios a los militares de alta graduación, y de la otra iba reduciendo los efectivos de tropa, de manera que no existiera una fuerza bélica que alguien pudiera encabezar en su contra. Al asumir la secretaria de Hacienda, José Ives Limantour redujo en todo lo posible las partidas destinadas al ejército con el fin de hacer ahorros y nivelar el presupuesto. Llegó la ocasión en qué prácticamente los generales no tenían a quién mandar y se les ocupaba en comisiones de estudio en México y en el extranjero. Sólo los muy adictos al presidente manejaban tropas, formadas por medio de la leva que arrancaba a los campesinos de sus hogares. Díaz no temía una agresión por parte de Estados Unidos, nación con la cual estaba en excelentes términos por su política de concesiones al capital norteamericano, cuyos intereses en México impedirían una nueva intervención europea como la francesa. Al ejército lo mantuvo ocupado en sofocar aún los más insignificantes brotes rebeldes y también en dos guerras contra los indios yaquis y mayos, en el norte, y mayas, en el sur.
Las tribus de yaquis y mayos vivían prácticamente independientes del gobierno y consideraban al hombre blanco, fuese norteamericano o mexicano, como su peor enemigo, lo cual las mantenía en constante pie de guerra. Díaz pretendió incorporarlos a la vida nacional, con el propósito de aprovechar sus tierras, pero el jefe Cajeme (José María Leyva) encabezó un levantamiento general (1885-1886) y libró sangrientos combates con las tropas federales hasta que fue vencido en Buatachive (12 de mayo de 1886). Huyó, pero denunciado por una india, se le aprehendió y fue muerto. Lo sucedió Tetabiate (Juan Maldonado), quien durante 10 años (1887-1897) acosó al gobierno con sus guerrillas hasta que se firmó el tratado de paz del 15 de mayo de 1897. Más adelante estalló nuevamente el conflicto, por incumplimiento del tratado, y Tetabiate fue derrotado, perseguido y asesinado por otro indio el 10 de julio de 1901. Los indios mayas en Yucatán, que se mantenían sublevados desde la primera mitad del siglo XIX, se habían hecho fuertes en Quintana Roo. El general Ignacio A. Bravo los redujo en 1901 y en 1905 se rindieron los últimos cabecillas. En las postrimerías del porfirismo, el general Bernardo Reyes organizó el servicio militar obligatorio con excelentes resultados, y acaso fue ésta la razón por la que Díaz se apresuró a alejarlo del mando y aun de la República. Aunque el Colegio Militar fue bien atendido, de ahí sólo salían oficiales destinados principalmente a los estados mayores...

(Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S.A. México, D.F. 1977, volumen III, Colima-Familia)

lunes, 22 de junio de 2020

Acuerdos de San Andrés Larráinzar, 1996


Documento firmado entre los representantes del EZLN [Ejército Zapatista de Liberación Nacional] y el gobierno federal el 16 de febrero de 1996, que sienta las bases para poner fin al conflicto armado en Chiapas y establecer una nueva relación entre el Estado y los pueblos indígenas.
Las mesas de trabajo se celebraron del 20 de abril de 1995 al 16 de febrero de 16 de febrero de 1996. El Acuerdo estuvo atestiguado por la CONAI [Comisión Nacional de Intermediación], los medios de comunicación (nacionales y extranjeros) y miembros de la sociedad civil.
Los Acuerdos son un paquete de cuatro documentos en donde las partes fijan una serie de principios para establecer una nueva relación entre los pueblos indígenas y el Estado.

¿Cuáles son los principales compromisos de los Acuerdos?
-Reconocer a los pueblos indígenas en la Constitución el derecho a la autodeterminación en su modalidad de autonomía.
-Impulsar cambios jurídicos que amplíen su participación y representación jurídica.
-Garantizar el pleno acceso a la jurisdicción del Estado y reconocer la aplicación de sus sistemas normativos.
-Promover sus manifestaciones culturales.
-Asegurar su educación y capacitación y garantizar la satisfacción de sus necesidades básicas.
-Impulsar la base económica de los pueblos indígenas.
-Proteger a los indígenas migrantes.
-Garantizar el acceso de los pueblos a los medios de comunicación, su propiedad y administración.
-Reconocer la facultad de los municipios indígenas para asociarse libremente con el fin de promover su propio desarrollo.
-Elegir a sus autoridades y ejercer sus formas de gobierno interno de acuerdo con sus normas internas.
-Acceder de manera colectiva al uso y disfrute de los recursos naturales en sus territorios.

(Tomado de: Roldán Quiñones, Luis Fernando. Diccionario irreverente de Política mexicana. Con ilustraciones de Helguera. Grijalbo/Random House Mondadori, S.A. de C.V. México, D.F., 2006)