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viernes, 1 de agosto de 2025

Arquitectura de las misiones, siglos XVI, XVII y XVIII

 



Arquitectura de las misiones, siglos XVI, XVII y XVIII


Ivonne Herrera Martínez 

Ilustraciones: Eduardo Enríquez 


Entre las muchas actividades que desarrollaron los misioneros al llegar al nuevo continente estaba la de erigir Iglesias y conventos, levantar la casa de Dios en tierras paganas para asentar una Iglesia fuerte y más pura entre la gente recién adoctrinada. 

Debemos recordar que la conversión de los paganos fue utilizada como una justificación de la Corona ante las otras naciones europeas para legitimar su permanencia y la conquista de los nuevos territorios.

Los tres siglos de la Conquista quedaron marcados profundamente en la extensa obra material dirigida por los religiosos y llevada a cabo por la mano indígena o mestiza a lo largo de todo el territorio dominado.

Casi para finalizar el siglo XX, iglesias, conventos y capillas siguen en pie, resistiendo el paso de los siglos. En buenas o malas condiciones, sufrieron modificaciones y engalanaron según los estilos artísticos en boga: plateresco, barroco, churrigueresco y neoclásico. Son silenciosos testigos de una historia que tuvo su razón de ser, y como tal, hay que entenderla y quizás lo más importante, aún hoy siguen funcionando como templos para el culto. Son todavía centros que concentran en sus recintos la vida espiritual de un país profundamente creyente. Un país que aprendió la lección y finalmente la continuó. 

Debemos enfatizar que las primeras construcciones que edificaron debieron ser rápidas, casi de emergencia por lo que utilizaron adobe o recintos con maderas y techos de paja. Estas fueron sustituidas conforme se tuvo mayor control de la población por las capillas abiertas y los grandes conjuntos conventuales, pocos años después de la conquista militar. En cuanto una de las Provincias logró independizarse de España, las distintas órdenes de los religiosos planificaron con libertad. 

Los conjuntos conventuales de mayores dimensiones se edificaron en áreas densamente pobladas. Sin embargo, en lugares serranos o de grupos nómadas las construcciones las hicieron en áreas que consideraban prudentes, ya sea por las características geográfica o por ser lugares concurridos. 

(Patio de un claustro)

Características de la arquitectura del siglo XVI 


Debemos de tener presente que los primeros misioneros no fueron ni arquitectos ni ingenieros, sin embargo con sus escasos conocimientos, la necesidad los llevó a dirigir grandes edificaciones.

Lo que habían visto en tierra española eran los viejos castillos medievales, construcciones románticas, góticas, mudéjares y la renacentistas. Todas estas manifestaciones artísticas se conjugaron en nuestra arquitectura del siglo XVI. 

Los conjuntos conventuales se componen de las siguientes partes: atrio rodeado de un muro, cruz atrial, capilla abierta, capillas posas, iglesias, sacristía, convento y huerta. Las ordenanzas de construcción (provenientes de España) prohibían la edificación de torres que, sin embargo se llegaron a hacer. Como ejemplos tenemos a Actopan e Ixmiquilpan en Hidalgo y San Francisco en Tlaxcala. En su lugar se utilizó la espadaña.


(Espadaña. Tipo especial de campanario que consta solo de un muro perforado por ventanas en los que aloja las campanas.)

A estas manifestaciones se les ha denominado de tipo fortaleza con su gran masividad. Paralelas a éstas, hubo una gran cantidad de iglesias de menores dimensiones, ya sea para los pueblos de visita o en barrios indígenas dependientes de un pueblo principal. Las iglesias son de una sola nave dividida en: coro, sotocoro, nave y presbiterio. Almenas decoran el pretil del muro de la iglesia, así como la barda atrial. 

La influencia medieval se deja sentir en elementos como: las almenas, los pasos de ronda y los garitones, que cumplen una misión sugestiva y ornamental. 

Del romántico y gótico se hereda: la gran altura de las iglesias, la masividad de la construcción que predomina sobre los vanos (espacios abiertos); los cerramientos de nervaduras; los arcos ojival y el conopial; las ventanas ajimezadas o con parte luz; los arbotantes que salen del muro superior del edificio para descansar sobre un contrafuerte; el rosetón con terracería. Del renacimiento español: el estilo plateresco, que es obra de superficie y que decora la fachada alrededor de puertas y ventana coral. Algunas características del estilo plateresco son: la columna candelabro, los casetones, la forma de redondear en la escultura, los medallones con figuras humanas, los escudos, tableros con diseños de hojarasca, grutescos, quimeras, frutos de todo ello trabajado en relieve. 

Del arte mudéjar heredamos: el alfiz (moldura decorativa), arcos de herradura no muy usuales, los techos artesonados y diseños geométricos trabajados en argamasa (siglo XVII).

(Interior de claustro que data del siglo XVI. Bóveda de nervaduras.)

El barroco, siglos XVII y XVIII


Se originó en Europa y pasó a América. Buscando originalidad consiguió el movimiento de las masas y los contrastes de luz y sombra. A veces fue sobrio y otra recurrió a los excesos en la decoración. Fue el arte de la Contrarreforma que incitaba al fiel a las experiencias y las emociones para acercarse a Dios. El barroco adulteró las formas greco-rromanas. Retuerce el fuste de las columnas (salomónicos); rompe y curva frontones; quiebra los entablamientos para dar movimiento y juegos de profundidad en retablos y fachadas.

Las iglesias de estos siglos utilizaron plantas de cruz latina, aunque en las misiones jesuitas de Baja California se usaban ambas. Sobre los cruceros de la iglesia se colocaba la cúpula con linternillas, muchas veces levantadas sobre tambor. En ocasiones presentan también capillas laterales y las bóvedas son de lunetos o de pañuelo. Las torres y campanarios se hacen imprescindibles: su elevación generalmente va en contraste con la horizontalidad de la iglesia, buscando una proporción armónica. La altura toma una elevación moderada en comparación con las del siglo XVI. La decoración, en muchos casos, abarca toda la fachada. Los pretiles de los muros exteriores adquieren movimiento. Los retablos llegan a cubrir en ocasiones, el interior en su totalidad. 


(Cruz atrial. Colocadas generalmente en el centro de los atrios de las iglesias del siglo XVI. Símbolos como la cara de Cristo y la flor de lis, entre otros son ejemplos del estilo tequitqui).

El barroco buscó una integración de las artes plásticas: pintura, escultura y arquitectura. Este arte se manifiesta monumental. Ya que se caracterizó por su libertad y que en México (país de artistas) se adaptó y tomó un sello particular (el tequitqui). De cierta forma seguimos inmersos en el arte barroco y debemos entenderlo, pues fue una expresión formal que se identificó plenamente con la sensibilidad indígena. 


(Interior nave de la iglesia. Vista del altar principal hacia la puerta. Siglos XVI al XVII.)

El churrigueresco del siglo XVIII 


En cierta forma es una continuación del barroco. Fue introducido a Nueva España por el arquitecto y escultor sevillano Jerónimo de Balbás, que llegó en 1717, siendo la primera obra de este artista el Retablo de los Reyes de la Catedral Metropolitana que se terminó para 1737.

Se diferencía del barroco por utilizar a manera de soporte (en lugar de columnas o pilastras) el estípite, es decir, un pedestal en forma de pirámide invertida que se prolonga en sentido vertical usando cubos y un sinfín de elementos, todos ellos producto de una gran inventiva del artista de estas latitudes. En México se difundió ampliamente. A veces fue tratado de una manera muy geométrica y otras lo perdemos entre la gran cantidad de adornos vegetales. Se utilizó tanto en retablos como en fachadas. 


El neoclásico del siglo XVIII


El arte es un fiel reflejo de la sociedad que lo produce. Las condiciones socio-político-religiosas de un grupo, de una época se manifiestan en las diferentes expresiones formales. Dos siglos y medio de colonia han servido -hasta aquí- para forjar a un hombre mestizo de ideas propias que ha asumido el pensamiento de la Ilustración. La llegada de los Borbón al trono español (siglo XVIII) será decisiva para implantar una nueva administración, nuevas costumbres y un nuevo pensamiento filosófico enarbolado por la Revolución Francesa que habla de igualdad, libertad y fraternidad. 

Así se funda en la Nueva España en el año de 1778 la Academia de San Carlos, que trajo maestros saturados de ideas neoclásicas, estilo en boga en Europa. El nuevo modelo utiliza los elementos clásicos como: columnas de fuste estriado o liso, capiteles clásicos, entablamientos divididos en arquitrabe, friso y cornisa; frontones de tímpanos abiertos o cerrados. Muchas Iglesias decidieron cambiar de estilo y desaparecieron retablos dorados por los nuevos que son más rápidos de ejecutar. Al igual algunas fachadas se transformaron. 

Durante los tres siglos de dominación española, en nuestro país, se dieron las expresiones artísticas antes mencionadas y que funcionaron tanto para edificaciones religiosas del clero secular o regular. 

Entender las manifestaciones artísticas implica entender el sentido de un pueblo, en este caso de nuestro México. Esta es nuestra herencia y debemos protegerla.


(Tomado de: Herrera Martínez, Ivonne - Arquitectura de las misiones, siglos XVI, XVII y XVIII. Guía México Desconocido. Ruta de las Misiones, Edición Especial Guía número 15, Editorial Jilguero, S.A. de C.V., México, Distrito Federal, 1994)

miércoles, 16 de julio de 2025

Santuarios - El Santo Niño de Atocha

 



Santuarios - El Santo Niño de Atocha 


La historia del Niño Jesús de Santa María de Atocha tiene más vueltas que un tranvía, pero después de mucho andar llegamos al mismo sitio. El 8 de octubre de 1566, se descubren las minas de San Demetrio. Para 1621 se le denomina al sitio Plateros. Desde el siglo XVII se venera un bello crucifijo de tamaño casi natural llamado El Señor de los Plateros. Su fama milagrosa se acrecenta con la resurrección de un muerto, lo que hace crecer la actual iglesia iniciada en 1789. 

Para 1830 circulan por toda la República con gran profusión, folletitos o estampas llamadas "novenas" que contienen la imagen del Niño Azul diciendo que es el Santo Niño de Atocha que se venera en Plateros. La estampa representa a un niño de 8 a 10 años con sombrero ancho y remate de plumas. El Infante está sentado en una silla con brazos, calza huaraches y lleva sobre los hombros una esclavina con la concha del peregrino y un cuello de encaje. En la mano izquierda lleva el báculo y el guaje del viajero y en la derecha una canastita. Cuando el peregrino viene a su santuario esa imagen no existe. 

El pequeño que nunca está 

Este niño no está y en el altar mayor, al pie del Santo Cristo de los Plateros se encuentra desde 1829 el Santo Niño de Santa María de Atocha que fue regalado, según tradición, por el marqués de San Miguel de Aguayo, propietario de las minas de Plateros. 

Esa imagen es cierta réplica del de Santa María, venerada en Atocha, Madrid, pero se trata de un niño recién nacido al que también se le ha dado atuendo de peregrino y se le coloca sentado, aunque en más modesta silla. La otra es una pintura, ésta es una escultura. Aquí como observa López de Lara se pregunta uno ¿Por qué se le quita de los brazos de su madre la Virgen María? 

Para darle culto independiente se le hace sentar en una silla y se le viste como a un Niño mayor. ¿Qué relación tiene ese pequeño con el Niño Azul o con el Santo Niño de Praga? El pueblo no se lo cuestiona ni le importa, sabiendo que sólo rinde culto al único Niño Dios nacido de la Virgen María, pero sí explica sus efectos: es que el Niño de la estampa se fue de viaje para ayudar a sus devotos. Por eso viste de peregrino y usa sombrero, por eso sus sandalias han aparecido con lodo. 

El santuario tiene un gran anexo para guardar los exvotos. Como en todos estos sitios el espacio siempre es insuficiente. 

Datos que hay que tener al alcance de la mano 

Ubicación.- Cerca de Fresnillo, Zacatecas.

Cómo llegar.- El santuario del Santo Niño de Atocha se encuentra cerca de la localidad de Fresnillo, está después de un recorrido, desde la capital, de 51 km aproximadamente por las carreteras 45 y 49. A casi 5 km al norte de Fresnillo se localiza la población de Plateros.

Fecha de celebración.- 25 de diciembre 

Peregrinaciones.- Atrae a casi un millón de visitantes cada año y es uno de los lugares de peregrinación más populares en nuestro país.


(Tomado de: Quesada A, Emilio H. - Santuarios, Guía #21, México Desconocido, Edición Especial, Editorial Jilguero, S. A. de C. V., México, Distrito Federal, 1995)

viernes, 20 de junio de 2025

Santuarios - Nuestra Señora de Izamal


 Santuarios - Nuestra Señora de Izamal


Izamal es uno de los sitios que no se pueden omitir al ir a Yucatán. Es una ciudad sagrada desde sus orígenes, quizá milenarios. Es la tierra de Itzamná en donde según la tradición está enterrado el sumo sacerdote de los mayas. 

La antigua población tenía cuatro grandes pirámides, la principal sobresale en la planicie yucateca, como la mayor del estado. 

La ciudad en sí es la que conserva una mayor unidad estilística y un acentuado sabor de grandiosidad en la península. Sus casas son de elevados paramentos con amplias ventanas enrejadas y puertas verticales. Toda la población está pintada de amarillo, color que la favorece en las puestas de sol. Al llegar al centro se desplaza imperante un gran monumento: el conjunto conventual construido por fray Diego de Landa, franciscano, en el siglo XVI. Es uno de los monasterios más grandes de México, se alza sobre una gran plataforma, ya que fue construido sobre una gran pirámide demolida para aprovechar su sillería. El atrio se encuentra totalmente emportalado, uniendo esos ambulatorios sus cuatro capillas posas. Al frente tenemos la iglesia, la capilla abierta tapiada y el convento. 

Lo que verdaderamente impresiona es el entorno: los muros laterales almenados y el muro testero con el camarín apoyados por toda una sucesión de contrafuertes y arcos botareles. Esto le da una impresión medieval como quizá no tengamos otro ejemplo fuera de Yuriria. 

La iglesia en su interior es comparativamente irrelevante, sobre todo por lo que se espera al conocer el exterior. Su gran arquitecto fue fray Juan de Mérida por los años de 1553-1561. Ahí se venera a Nuestra Señora de izamal, que es la patrona de Yucatán. 


La milagrosa hermana 


Sabemos que para 1558, siendo guardián fray Diego de Landa, el famoso y triste autor del Auto de Fe de Maní -en donde se quemaron los códices mayas-, mandó hacer en Guatemala dos Inmaculadas, una para Izamal y otra para Mérida, por lo que les llamaron "Las dos hermanas”.

la imagen de Izamal se hizo famosa por sus milagros, como el hacerse pesada cuando se la quisieron llevar a Valladolid, pero sobre todo por los viajes que realizó a Mérida, librándola de epidemias y plagas de langosta. Pero el 16 de abril de 1829 un devastador incendio acabó con la imagen, por lo que la sociedad entera pidió a doña María Narcisa de la Cámara que donara a su "Hermana" la Virgen gemela que tenía en su poder. Esta, que fue coronada por los reyes de España, fue llevada en procesión solemne y a pie desde Mérida. Desgraciadamente los piadosos retoques que en cada solemnidad solemnidad se le han hecho, ha perdido esta calidad tan bien ganada por la estatuaria guatemalteca. 


Datos que hay que tener al alcance de la mano 

Ubicación.- Municipio de Izamal en el estado de Yucatán.

Cómo llegar.- Se encuentra a 75 km de Mérida por la carretera que va a Chichén Itzá, desviándose en Hoctun.

En la ciudad de Izamal hay otros sitios de interés, además de que cuenta con todos los servicios (gasolinería, hoteles y restaurantes).

Fecha de celebración.- Se conmemora su fiesta con gran solemnidad y gran pompa el 8 de Diciembre. Además, el 31 de Mayo, 22 de Agosto -que festeja la coronación pontificia de la imagen- y el 29 de noviembre.


(Tomado de: Quesada A., Emilio H. - Santuarios, Guía #21, México Desconocido, Edición Especial, Editorial Jilguero, S. A. de C. V., México, Distrito Federal, 1995)

viernes, 30 de mayo de 2025

Santuarios - San Miguel del Milagro

 


Santuarios - San Miguel del Milagro


Para el orgulloso pueblo tlaxcalteca, aliado y constructor de pueblos en las conquistas castellanas, debió de ser un motivo de gran decisión el que San Miguel, el príncipe de las milicias celestiales, se apareciera en su suelo, dejando como otras advocaciones su respectivo pocito de agua milagrosa. 

El ya muchas veces citado padre Francisco de Florencia S. J., también enriqueció las crónicas tlaxcaltecas con la "Narración de la milagrosa aparición que hizo el Arcángel San Miguel a Diego Lázaro de San Francisco, indio feligrés del pueblo de San Bernabé de la jurisdicción de Santa María Nativitas, estado de Tlaxcala", escrito en este colegio de San Pedro y San Pablo, el 6 de marzo de 1690.

Corría el año de 1631 cuando al indito de 16 o 17 años, Diego Lázaro de San Francisco, que iba en una procesión, se le apareció el Arcángel sin que los demás lo notaran, y le ordenó que comunicara al pueblo que en una barranca cercana haría brotar un manantial de agua milagrosa para curar las enfermedades. Cómo no cumplió dicha orden por temor a que no se le diera crédito, el Arcángel lo castigó y informó y enfermó de cocolixtli. Estando en extremo de muerte se le apareció de nuevo, pero ahora todos vieron una gran luz que llenaba la habitación, saliendo asustados. Cuando regresaron, lo encontraron sano y les narró que el Arcángel lo había llevado al lugar donde con su cayado hizo brotar el agua milagrosa y le dio la salud. Enseguida los demonios huyeron el tropel. 

El caudillo tlaxcalteca 

En 1645 el obispo de Puebla, Juan de Palafox y Mendoza, mandó construir el templo y la capilla para el pocito. Ésta cubre el brocal y tiene un relieve que representa el momento en que el Arcángel hace brotar el agua ante Diego Lázaro. La fachada de la iglesia es manierista, muy al gusto de Palafox. 

Lleva su heráldica y en el tímpano alberga la escultura en alabastro de San Miguel. Remata el frontón abierto el escudo de España, enmarcado por la cadena y el toisón. 


Datos que hay que tener al alcance de la mano 

Ubicación - En el municipio de San Miguel del Milagro en el estado de Tlaxcala.

Cómo llegar - Para visitarlo se toma la carretera a Puebla y pasando la caseta de San Martín Texmelucan se encuentra la desviación a Cacaxtla. Al iniciar el ascenso a la zona arqueológica se toma el camino a la derecha que indica San Miguel del Milagro.

Fecha de celebración - Día de San Miguel Arcángel el 29 de septiembre. 

Peregrinaciones - Todos los días del año.


(Tomado de: Quesada A, Emilio H. - Santuarios, Guía #21, México Desconocido, Edición Especial, Editorial Jilguero, S. A. de C. V., México, Distrito Federal, 1995)

jueves, 12 de mayo de 2022

Museo Anahuacalli, ciudad de México

 


Calle del Museo, núm. 150, Coyoacán.

Aún rodeado por antiguas callejuelas que pertenecieron al añejo barrio de Churubusco, se levanta este impresionante edificio que recuerda a una pirámide prehispánica. La mole de piedra volcánica fue inaugurada en 1964 y se debe al diseño y concepción artística del talentoso pintor y muralista Diego Rivera, quien se inspiró en la arquitectura prehispánica del altiplano central. En el interior del edificio se pueden apreciar diversas ornamentaciones a base de piedras de colores que reproducen figuras de deidades indígenas del agua y de los vientos. A lo largo de su vida, Rivera reunió una numerosa colección de objetos y piezas arqueológicas de las distintas culturas que florecieron en el territorio nacional, la que posteriormente donó al pueblo de México. Hoy día esta colección se expone en el recinto y en ella se encuentran principalmente objetos de cerámica de uso ritual y doméstico procedentes de culturas como la olmeca, teotihuacana, mexica, zapoteca y mixteca. En el piso superior se encuentra la reproducción del estudio del maestro, con algunos objetos personales y obras de caballete sin concluir.

(Tomado de: Breña Valle, Gabriel, y Cháirez Alfaro, Arturo - Guía México Desconocido, Descubriendo el Distrito Federal, guía número 14, 1994. Editorial Jilguero, S.A. de C.V).

lunes, 11 de abril de 2022

Viveros de Coyoacán, Ciudad de México

 


Esq. de Avenida Universidad e Ing. Pérez Valenzuela.

Atractivo parque-vivero en el que se ha desarrollado la crianza de plantas de todo tipo, que se expenden al público. El amplio terreno en el que se asientan los viveros, perteneció al rancho de Panzacola y fue adquirido por don Miguel Ángel de Quevedo para plantar allí árboles y reforzar su lucha por la reforestación de las áreas aledañas al Distrito Federal. Por tal labor, Quevedo fue conocido como el Apóstol del Árbol.

(Tomado de: Breña Valle, Gabriel, y Cháirez Alfaro, Arturo - Guía México Desconocido, Descubriendo el Distrito Federal, guía número 14, 1994. Editorial Jilguero, S.A. de C.V).

jueves, 17 de febrero de 2022

Museo Frida Kalho, ciudad de México

 


Calle Londres núm. 247, Coyoacán.

También formando parte del área central del añejo barrio de Coyoacán, se encuentra esta vieja casona que fuera la habitación de la controvertida pintora mexicana Frida Kalho, "el pincel de la angustia" como le han llamado algunos de sus biógrafos. En este lugar, hoy convertido en museo, vivió Frida con su esposo Diego Rivera, luego de que un accidente automovilístico la obligara a pasar largas temporadas recluida a raíz de severas fracturas en la pelvis y columna vertebral, situación que fue determinante para el desarrollo de sus temas. En la planta baja del recinto se exponen obras pictóricas de artistas nacionales y extranjeros, entre los que se deben mencionar a José María Velasco, Claussel y Orozco, entre otros, así como algunas pinturas de Frida. En la parte alta de la casa se encuentra la habitación que sirviera de estudio a la pintora, donde aún se conservan algunos de sus objetos personales como collares, caballetes y su silla de ruedas, en un ambiente que aún parece rememorar la inmensa tristeza que marcó los últimos días de la notable artista.

(Tomado de: Breña Valle, Gabriel, y Cháirez Alfaro, Arturo - Guía México Desconocido, Descubriendo el Distrito Federal, guía número 14, 1994. Editorial Jilguero, S.A. de C.V).


jueves, 10 de febrero de 2022

Teatro de los Insurgentes, ciudad de México

 


Esq. de las calles de av. Insurgentes sur y Mercaderes.


Este es uno de los teatros más grandes de la ciudad de México, ubicado en el corazón de esta céntrica avenida que ya forma parte de la vida cotidiana del México moderno y bullicioso. La obra data de principios de la década de los años 50, y en su desarrollo se planeó que contara con una gran fachada que en 1953 el maestro Diego Rivera decoró con un enorme y colorido mural realizado a base de mosaico veneciano. El tema central de la obra parece referirse a la historia del teatro en México, con algunos esbozos de las primeras representaciones efectuadas en la época colonial, como las pastorelas, aunque incluye también aspectos de la historia nacional. Al centro de la composición destaca la popular figura del actor cómico "Cantinflas", en una actitud de recibir dinero de los ricos, para darlo a los pobres.


(Tomado de: Breña Valle, Gabriel, y Cháirez Alfaro, Arturo - Guía México Desconocido, Descubriendo el Distrito Federal, guía número 14, 1994. Editorial Jilguero, S.A. de C.V).

lunes, 8 de febrero de 2021

Poliforum Cultural Siqueiros, ciudad de México

 


Esq. de la calle de Filadelfia y Av. Insurgentes.

Instalado en un inmenso terreno anexo al famoso Hotel de México [actualmente World Trade Center], está este singular recinto que contiene, a juzgar de muchos estudiosos, la obra cumbre del maestro muralista David Alfaro Siqueiros. El conjunto consiste en un edificio de veinte lados, en los que más de treinta artistas nacionales y extranjeros trabajaron bajo la supervisión e ideas de Siqueiros, para plasmar un complejo universo de formas y colores con el tema de "La marcha de la humanidad".

Tanto por fuera como por dentro del edificio, este controvertido artista incursionó en interesantes experimentos de técnicas y texturas para concebir su obra más lograda. El área se rodea de una gran cerca metálica, decorada con elementos que formaban parte del trabajo general. Hoy día, el recinto interior funciona como sala de teatro.

(Tomado de: Breña Valle, Gabriel, y Cháirez Alfaro, Arturo - Guía México Desconocido, Descubriendo el Distrito Federal, guía número 14, 1994. Editorial Jilguero, S.A. de C.V.)

lunes, 14 de diciembre de 2020

Templo y exconvento del Carmen, ciudad de México

 

(Crédito foto: CDMXtravel.com)

Esq. de las calles de Av. Revolución y Monasterio [Alcaldía de Álvaro Obregón].

Con las dos cúpulas de su iglesia recubiertas de azulejo de Talavera y su advocación, el santo ángel custodio, esta fundación carmelita que data de 1615 da su nombre al actual barrio de San Ángel y constituye, al mismo tiempo, su más característica imagen. Se dice que sirvió de modelo para otras fundaciones carmelitas en nuestro país y fue construido por fray Andrés de San Miguel, carmelita que escribió un tratado referido a la arquitectura en la Nueva España.

La iglesia es típica de los carmelitas: su pórtico a la entrada es un ingenioso recurso que fray Andrés creó para aumentar la capacidad del coro y al mismo tiempo conservar las dimensiones del templo dentro de los estrechos límites que fijó Santa Teresa de Ávila al reformar la orden del Carmen. Adentro destacan, a los lados del retablo principal, dos capillas con sendos retablos-relicario. Conserva además varios lienzos de gran tamaño, que de diversas maneras exaltan a la Virgen del Carmen. El retablo principal, al estilo del siglo XVIII, es de reciente fabricación.

El convento, hoy día habilitado como museo de arte religioso, se distingue por las esculturas y pinturas que exhibe, que suman casi dos centenas. El edificio conserva además numerosos detalles de interés, como la antesacristía, con su plafón de madera, el refectorio y los sótanos, cuyos muros están abundantemente recubiertos de azulejos de vivos colores.

(Tomado de: Breña Valle, Gabriel, y Cháirez Alfaro, Arturo - Guía México Desconocido, Descubriendo el Distrito Federal, guía número 14, 1994. Editorial Jilguero, S.A. de C.V.)

viernes, 26 de junio de 2020

Xantolo, el día de muertos en la Huasteca

Xantolo, el día de muertos en la Huasteca

Uno nunca la espera tan pronto. Siempre es sorpresiva. Pero ahí está, acechando, seduciendo, llamando, escondiéndose detrás de las apariencias, y mostrándose disfrazada en las múltiples máscaras sonrientes que enseñan y ocultan, como las que se pone uno para bailar en los días de fiesta.
Una tarde me tomó desprevenido, justo cuando estaba entretenido en desordenar la rutina; distraído. Siempre sucede lo mismo cuando ocurren cosas importantes: a uno lo pillan; como cuando te enamoras que te rodea de golpe una luz vibrante y sopla un viento vigoroso, y no puedes dejar de verlo y sientes como te rechinan los cimientos... y empiezas a vivir de otra manera: empiezas a vivir y a morir.
Mi error fue no reconocerla a tiempo. Te atrae y te rechaza, te sonríe y te cachondea el alma. Ya estás perdido, no podrás evitarla: empiezas a morir y a vivir.
En ese momento recordé las ocasiones en qué vi la luna ponerse tras las montañas, las noches que me abandoné a la plenitud suprema, los días que gocé hasta el límite un plato bien servido y sabroso... ¿Logré robarle a la vida sus placeres?
Son regalos divinos que se ofrecen ocasionalmente, y fue lo único que pude empacar para el cambio de domicilio, con la esperanza de que no fuera alta la tarifa por exceso de equipaje.
Cuando llegó ese momento tuve la visión de escoger el lugar adecuado: Tianguistengo, cerca de Tlahuelompa, la capital de las campanas. Fue un acierto el insistir. En lo alto de una montaña de la Huasteca hidalguense, frontera indescifrable con la sierra, en la cima de un nudo volcánico dónde el tiempo es húmedo, fresco, con el rocío en las alas de los insectos. En ese cementerio multicolor desde el que, en los días claros y luminosos, se pueden ver a un costado las montañas con nieve, y cuando me atrevo a mirar al cielo lo tengo más cerca y eso me permite volar y flotar de vez en cuando.
Tengo una ventaja extra. Cada trece lunas llegan danzantes un poco atolondrados pero siempre respetuosos a despertarme para cruzar al otro lado. La nostalgia es canija.
Las mujeres hilan flores para colgarlas junto al papel picado, preparan la comida para servirla en ollitas de barro recién cocidas, adornan los altares con frutas tropicales y prenden las velas y el copal. 
Preparan la fiesta con esmero. Reciben primero a los chiquitos, a los angelitos, y les dan sólo tamales de ajonjolí y dulces mientras les cantan las mañanitas: "...hoy por ser día de los muertos te las cantamos así...".
Después llegamos los mayores puntualmente. El camino fosforescente está tapizado de hojas amarillas de cempasuchitl, de manera que uno no se extravíe... la memoria se debilita y necesita de referencias que la refresquen. Además, la vista empieza a dejar de deslumbrarse con la luz... uno camina, flota, siguiendo el brillo de la polar, el reflejo de siete colores pandeados a punto de desvanecerse, la luz plateada de los sueños y fantasías y la transparencia de la lluvia cuando es fina y no se siente.
Hay otro gran auxilio: las voces que cantan sin temor las melodías que penetran suavemente con alegría y tesón. ¡Qué placer escucharlas! Es cuando uno empieza a flaquear con la nostalgia. Voces seductoras que uno finalmente no acaba de olvidar. ¿Para qué? ¿Por qué tendría que hacerlo?, son del pasado, son carnales, son insistentes, son bocanadas de otra vida. La música es irresistible, la banda de metales y tambores que llaman y llaman y acaban por prender... la fiesta está preparada y es un gozo acudir con los otros, los que se han quedado sin sentirlo.
Regresar y comer esos tamales, esos inmensos, gloriosos, voluptuosos tamales (zacahuil), acompañados de chocolate con agua... Y después unos tragos de sotol o pulque... y meterse en la fiesta, ver el recuerdo de facciones casi desconocidas, hurgar en eso que llamaba amor y dejar que las sombras de las nubes tracen por momentos los rasgos verdaderos sobre esas máscaras inmutables, los accidentes del viento que danzan disfrazados y no paran hasta el día de San Andrés, a finales de noviembre.
Cuando acabamos agotados por el baile, la danza, la música que hipnotiza, y las ollas de comida empiezan a aparecer con menos frecuencia, la charla empieza a navegar por cauces más rápidos y traicioneros, aunque más excitantes y sorpresivos. Me preguntan con frecuencia y de soslayo ¿Y, cómo es la vida aquí tan cerca de Dios y tan lejos aún de los gringos? Es un tiempo continuo, sincronizado y armónico con la sonrisa de los niños y con la mirada de los chamanes. Es una espiral hacía afuera, amplia, vasta; una visión panorámica sobre la selva tropical, los ríos, las grutas, las antenas de los insectos y las orejas de las liebres.
Es una delicia platicar sin prisas y sobresaltos mayores del sabor de la tierra, del color de la penumbra, del eco sordo de las pisadas del ganado, de los anhelos jóvenes y desbocados, viejos y claridosos. Volver y nunca acabar de sorprenderse de las resquebrajaduras, crujidos y sopetones que esconden las arrugas y cicatrices... como la tierra que nos empapa de cuando en vez.

(Tomado de: Ávila, Jorge - Xantolo, el día de muertos en la Huasteca. México Desconocido, noviembre 1991, número 177, Año XV. Editorial Jilguero, S.A. de C.V.)




viernes, 29 de mayo de 2020

Xoloitzcuintli, el perro mexicano


Y el propietario [del] perro muerto, le ponía
un collar de algodón al cuello
y acariciándolo le decía:
"Espérame en el más allá, porque me ayudarás
a pasar los nueve ríos del inframundo".

Informantes de Sahagún, Códice Florentino, Siglo XVI.

¿Por qué llamaban xoloitzcuintli a este perro pelón los antiguos mexicanos? La traducción del náhuatl al español de la palabra xólotl en el Vocabulario de Molina es: "paje, mozo, criado o esclavo", y los antiguos mexicanos creían que los perros conducían a su amo muerto y cruzaban con él el último río en la región de los muertos. Por lo tanto, para ellos los perros eran los buenos acompañantes y sirvientes de su amo en el postrer viaje.
El erudito mexicanista y filólogo Gutierre Tibón, en su artículo "Anubis y Xólotl", nos describe las asombrosas analogías que existen entre muy diversas culturas, acerca del papel del perro como guía de almas en el inframundo y se pregunta: "¿Por qué el perro es un animal asociado con el infierno para pueblos tan remotos uno de otro en el tiempo y en el espacio como los mesoamericanos, los babilónicos, los egipcios, los griegos y los escandinavos?".
En su obra El hombre desnudo, Claude Levi-Strauss nos dice que en los mitos y leyendas de los indios de la costa oeste de Estados Unidos y Canadá, a los perros se los considera "inventores del fuego y hacedores de la primavera", mientras que entre los indios Blackfoot (pies negros), los perros son considerados como "extinguidores de una conflagración por recurso a la lluvia", y entre los iroqueses son "intercesores junto al sol y víctimas propiciatorias quemadas en una pira". Análogamente, entre los antiguos mexicanos, cuando no se podía quemar el cadáver de un guerrero por haber caído este prisionero de los enemigos, se hacía un bulto mortuorio que representaba al guerrero y se le ponía la imagen de un perro pintado de azul. Esta imagen se llamaba xolocózcatl (collar del mozo, del servidor, del acompañante) y dependiendo de la categoría del personaje podía estar labrada en turquesa o jade, y era quemada junto con la efigie del guerrero desaparecido. En el México antiguo, el perro también tenía relación con la lluvia, el relámpago y el fuego como se verá más adelante.
De las diferentes clases de perros que existían en el México antiguo, han sobrevivido solamente dos razas bien definidas: el perro chihuahueño (llamado así por ser originario del estado de Chihuahua) y el xoloitzcuintli. Ambos perros son poco conocidos en nuestro país, aunque populares en el extranjero.
El perro mexicano por antonomasia es el xoloitzcuintli, y su principal característica es el hecho de no poseer faneras pilosas, es decir, que carece de pelo. Otras características curiosas de este animal son el no poseer dientes premolares; el tener glándulas sudoríparas en el pecho y el abdomen -inusual en los perros- y, finalmente, también se distinguen por tener una temperatura unos grados más alta que otras razas de perros, según lo confirma el ex diplomático inglés Norman Pelham Wright, a quien los mexicanos y nuestros perros nativos debemos mucho, pues según él mismo anota, prácticamente rescató de la extinción a la raza xoloitzcuintli.
El xoloitzcuintli es un perro que mide entre 30 y 50 cm de altura, pesa entre 9.1 y 13.6 Kg y puede ser de color rojizo, gris pizarra, negro, blanco o manchado. Recientemente, está raza estuvo a punto de desaparecer y sobre esto nos relata Pelham Wright: "En 1955 fui invitado por el Club Kennel de México (asociación de filiación canófila) para iniciar la preservación del sholo pues se sospechaba que estaba amenazado y cerca de la extinción. En esa época sólo un perro estaba registrado en el Club. Ahora, diez años después, más de 70 especímenes están registrados..."
Para salvar de la extinción a los "sholos", Pelham Wright se dedicó a buscarlos en apartados poblados mexicanos para rescatar su preciado germoplasma. Por fortuna, sus esfuerzos no fueron vanos y ahora el xoloitzcuintli, seguramente más mexicano que usted y yo estimado lector, seguirá rondando y ladrando en nuestro país y en el extranjero.
Indudablemente, estos perros no pasan desapercibidos y los comentarios sobre ellos pueden ser diametralmente opuestos, pues mientas algunas personas los consideran extraordinarios y rarísimos animales domésticos que hemos heredado de nuestros antepasados, otras los consideran asquerosamente feos y repulsivos.
¿Qué tienen de extraordinario estos cánidos que para algunas personas resultan excelsos y para otras horrorosos y hasta repugnantes?
La característica más conspicua de los xoloitzcuintli es el hecho de no tener pelo, y es justamente esa carencia de pelo la que los ha hecho mundialmente famosos. Existe una raza de perros sin pelo en China que probablemente sea un ancestros el xoloitzcuintli, pues los perros no son originarios del continente americano sino que arribaron del Asia junto con las primeras hordas humanas que llegaron al "Nuevo Mundo". De hecho, se dice que existían alrededor de 17 razas de perros que eran fieles compañeros de los americanos, entre ellos los perros de los esquimales, el perro de los sioux, los perros de los mexicanos, el perro peruano y el perro de la Tierra del Fuego. Por desgracia, muchas de estas razas han desaparecido o están en vías de desaparecer.
Los primeros seres humanos que pisaron las tierras que hoy conocemos como México, venían acompañados por perros, y esto ha sido comprobado a través de los registros históricos que han dejado a la posteridad nuestros antepasados.
En el lienzo de Jucutácato es posible observar cómo del Chalchihuitl-apazco, la vasija de jade de la cual se origina la humanidad, salen seres humanos que atraviesan el mar a bordo de diversos animales: "Sendos miembros de la tribu son llevados a la otra orilla sobre el lomo de nueve tortugas, otros cruzan el mar montados en perros."
Por lo visto, los perros mexicanos han acompañado a nuestra estirpe desde el origen de los tiempos antropogénicos. Esto no es privativo de los mexicanos, pues incluso se ha llegado a afirmar que el hombre es hombre, que el ser humano es tal, a partir de la domesticación del perro, pues este fue con toda seguridad nuestro primer animal doméstico. Pero, ¿qué es un animal doméstico?: "... es aquel [animal] que criado de generación en generación bajo la vigilancia del hombre, ha evolucionado de manera tal que ya constituye una especie, o por lo menos una raza, diferente de la forma salvaje primitiva que le dio origen".
Si nos apegamos a esta definición, tenemos que reconocer que los aztecas tuvieron por lo menos cuatro especies de perros, según se desprende de la información proporcionada por los indios sabios que conformaron junto con el padre fray Bernardino de Sahagún, los libros que ahora conocemos como Códice Florentino: "Los perros de está tierra tienen cuatro nombres: llámense chichi, itzcuintli, xochiocoyotl, y tetlamin, y también teuizotl. Son de diversos colores, hay unos negros, otros blancos, otros cenicientos, otros buros, otros pardos, otros castaños oscuros, otros morenos y otros manchados. Hay algunos de ellos grandes, otros medianos; algunos hay de pelo lezne, otros de pelo largo; tienen largos hocicos, los dientes agudos y grandes... Hay otros perros que se llaman tlalchichi, bajuelos y redondillos, que son muy buenos de comer."
Cómo vemos, una de las razas que los antiguos mexicanos tenían era utilizada como alimento, y los españoles se aficionaron de tal manera a comerla que cambiaban piezas grandes de vaca y cerdo por perrillos, e incluso se cree que este perro fue empujado a la extinción por el enorme consumo que hicieron de él los conquistadores y colonos ibéricos.
Para Eduard Seler, en su Comentarios al Códice Borgia, el hecho de que los perros domésticos de los mexicanos fueran comestibles, hace posible que en Yucatán y en la costa del Golfo se emplearan frecuentemente en los sacrificios, principalmente porque en Mesoamérica el perro desempeñaba un papel de primer orden en el culto de los muertos.
Según la creencia mexicana antigua, las almas de los difuntos llegaban cuatro años después de la muerte a la orilla del río Chicunahuapan (Chicunahuapan o Chignahuapan, el noveno río), que rodeaba al reino de los muertos, y sólo podían atravesarlo en caso de que estuviera esperándolas en la otra orilla del río su perro, que al reconocer a su amo se arrojaba al agua para volver a cruzarla con él. Por eso se enterraba a los difuntos con su perro, al que -claro está- se sacrificaba previamente.
La persistencia de está costumbre lleva a pensar que el perro tenía alguna relación especial con el mundo de los muertos, pero como dice Seler (op. cit.), existe otra posible explicación: la voz ch'i, tz'i, que designa al perro en las lenguas mayenses, está relacionada con la raíz homónima que significa "morder", por lo que parece que siendo el perro "el animal que muerde", se consideraba como símbolo del fuego. Incluso en el Códice Florentino, los informantes de Sahagún afirman que el día del calendario Ce itzcuintli (uno-perro) era "signo de fuego". Además, en los códices y monumentos del área maya no es raro encontrar la cabeza de un animal (probablemente perro) que escupe fuego.
La cabeza está representada como si se precipitara desde arriba y Seler (op. cit.) cree que se puede interpretar como animal-relámpago, por lo que es posible que el perro se haya considerado como el guía al reino de los difuntos por la doble razón de ser el símbolo del fuego y ser el que se precipita desde arriba, ya que en el México antiguo los muertos solían quemarse en una pira funeraria y se creía que el reino de los difuntos se encontraba por debajo de la superficie terrestre, y siendo el relámpago el animal que se hunde en la tierra, que hiende la tierra, el perro llegó a ser considerado como el animal que abría los caminos hacía el inframundo, el que cargaba con los muertos y los guiaba. Esta labor de portadores y guías de los muertos comunes estaba vinculada con los perros comunes, pero el perro xolo, el xoloitzcuintli, era el guía de los dioses muertos o del dios muerto. Y en el ocaso quien muere es el sol, que al atardecer se hunde en la tierra para alumbrar en el mundo de los muertos, transportado por Xólotl, el dios con cabeza de perro. 
Pero como explica el maestro Rafael Martín del Campo, el dios Xólotl era divinidad gemelar por excelencia, pues era el gemelo nada menos que de Quetzalcóatl, considerado como el planeta Venus cuando podía ser visto como estrella de la mañana, a la vez que Xólotl era considerado como Venus cuando era la estrella vespertina.
Desde un punto de vista estricto, los gemelos humanos, univitelinos o no, pueden considerarse como una manifestación teratológica, es decir, monstruosa, y por eso Quetzalcóatl (de quetzalli, precioso, y cóatl serpiente o gemelo) se representaba ideográficamente en los códices como la "serpiente emplumada", aunque en realidad significaba el "gemelo precioso", mientras que su contraparte, Xólotl, era el gemelo monstruoso. Esto no quiere decir que para los antiguos mexicanos lo monstruoso fuera feo, sino qué tan sólo significaba una manifestación de la naturaleza que evidenciaba fehacientemente la influencia divina.
Aquí cabe hacer la aclaración de que las representaciones ideográficas de estos dos dioses son tan diferentes que podríamos concluir que probablemente los dioses Xólotl y Quetzalcóatl eran más bien cuates que gemelos idénticos.
Cómo ya hemos visto, los antiguos mexicanos tenían diferentes razas de perros (itzcuintli), de los cuales por lo menos una carecía de pelo y, por lo tanto, era denominada xoloitzcuintli, es decir, gemelo o cuate monstruoso del perro común el itzcuintli, el perro con pelo.
Más impactante aún es el hecho de que en una camada de cachorros de xoloitzcuintli, aparezcan tanto cachorros con pelo como cachorros sin pelo, aunque ambos padres carezcan de él.
¿Cuál es la explicación biológica de la carencia de pelo de está raza? Parece ser que es una característica neoténica, es decir que, por alguna razón todavía no determinada, los folículos pilosos de los cuales se originan los pelos no terminan de desarrollarse y quedan en un estadio embrionario de inmadurez o de desarrollo intermedio, que sin embargo no afecta a otras características del organismo pues es capaz de reproducirse aun teniendo características embrionarias. En resumen, la carencia de pelo en el xoloitzcuintli es muy probablemente una característica neoténica genéticamente dominante y que ha sido una adaptación evolutiva al medio, particularmente al calor.
Lo curioso del caso es que Xólotl, el dios con cabeza de perro (cuate de (Quetzalcóatl) que en el panteón azteca presidía el nacimiento de los gemelos y de los monstruos -siendo él mismo uno de ellos- tenía propiedades proteicas, pues según relata la leyenda del la creación del "quinto sol", para salvar la vida se transformó sucesivamente en pie de maíz con dos cañas, luego en mexólotl, maguey que tiene dos cuerpos, después en texólotl (tejolote o mano del molcajete, cuyo gemelo sería el molcajete), posteriormente en guajolote y finalmente en ajolote.
Resulta interesantísimo el hecho de que, tanto el perro xoloitzcuintli como el ajolote y el hombre, tengan características neoténicas.
Por increíble que parezca, algunas de las antiguas creencias mexicanas con respecto a los perros y su papel en el inframundo aún persisten en el México de hoy. Según el doctor Pascual Aceves Barajas, citado por Gutierre Tibón, en el Bajío, en los alrededores de San Francisco del Rincón, se dice que las mujeres que ya no desean tener más hijos, le dan de comer a un perro el cordón umbilical del último niño que tuvieron, pues el ombligo es considerado el gemelo del niño, que al llegar al inframundo (vía estomacal canina) pedirá al dios de la muerte no tener más hermanos. Por supuesto que este método anticonceptivo a través de ayuda canina es de muy difícil verificación por razones harto obvias.
En algunos otros lugares de México, al xoloitzcuintli se le dan valores terapéuticos, es decir, se le emplea como medio medicinal para curar algunas dolencias humanas, pues por su piel caliente, sin pelo y consecuentemente sin pulgas, es el mejor sustituto vivo de una bolsa de agua caliente, y en algunos lugares de Sinaloa ayuda a las mujeres indispuestas del estómago a remediar su mal. En algunas localidades del estado de Guerrero, se cree que quien poder a los xoloitzcuintli está protegido contra los "fríos" y otras dolencias.
Don Julio Ortega, médico e historiador nativo de Pachuca, Hidalgo,ves propietario de varios xoloitzcuintli y obsequió una cachorra llamada Xoli a la famosa, legendaria y acuciosa arqueóloga, arquitecta y doctora en psicología, Carmen Cook de Leonard, mexicana por nacimiento pero universal por su enorme producción científica sobre las culturas mesoamericanas.
Mi amiga Carmen recibió a la Xoli tan pequeña que le cabía en la mano y aún sobraba espacio. Fue la más fiel compañera que tuvo en su vida. Compartieron el mismo plato en los buenos y en los malos tiempos y al final la fidelidad de la Xoli llegó a sublimarse: se dejó morir 15 días antes de que falleciera Carmen. ¿Lo haría para esperarla al otro lado del Chignahuapan, guiarla y transportarla a través del mítico río?

(Tomado de: Cariño, Luis F. - Xoloitzcuintli, el perro mexicano. México Desconocido, noviembre 1991, número 177, Año XV. Editorial Jilguero, S.A. de C.V.)

viernes, 10 de abril de 2020

Río Suchiate, en cuaresma


En cuaresma el Suchiate deja de ser la frontera


Texto: Elizabeth Hanckel
Fotografías originales: Ricardo Mata
Original en inglés. Traducción: Rocío Mendicuti

Imagínese unas fronteras abiertas con afluencia libre de gente y de cosas.
 Imagínese un lugar sin límites en las tarifas, sin agentes aduanales y sin patrullas fronterizas. ¿Es este algún sueño futurista? Por el contrario, este lugar existe una vez al año en el río Suchiate, en la frontera de México con Guatemala.
Desde hace muchos años, antes de lo que el más anciano pueda siquiera recordar, comenzó una fiesta el domingo anterior al Miércoles de Ceniza que no termina sino hasta el siguiente domingo. Esta fiesta gira en torno a una peregrinación anual, o romería, que se hace a Tecún Umán, en Guatemala, pueblo fronterizo con Ciudad Hidalgo, Chiapas. Durante esta semana, más de 100 mil personas de los alrededores dejan sus pueblos para ir a rendir homenaje a la imagen del Jesús de las Tres Caídas. La inmensa mayoría de los peregrinos que llegan a esta fiesta son indígenas guatemaltecos. Hay tzuthuiles, mames, quichés, calchikeles e incluso kechkes, que llegan desde Verapaz, aunque también hay gran cantidad de chiapanecos y oaxaqueños.
Llegan por todos los medios posibles: apretados en camiones, en camionetas, en autos, en trenes y camiones de carga, desde la costa y las montañas. Ahí hay padres, niños, abuelos, primos, hermanos, hermanas, tías y tíos. Esta tradición está tan arraigada que poblaciones como las de Nahuala y Samayac, en Guatemala, se convierten en pueblos fantasmas, ya que la mayoría de la gente que los habita se dirige a Ayutla, nombre más sonoro anterior al nombre de Tecún Umán.
Aunque la romería de Ayutla tiene sus raíces en las costumbres y creencias religiosas, el hecho es que actualmente 100 mil personas convergen en el mismo lugar al mismo tiempo, creando un gran negocio y gran entretenimiento. Los habitantes de Ayutla, aunque tienen igual fervor por el Jesús de las Tres Caídas, no entran a la iglesia durante la primera ceremonia, porque se encuentran preparando todo para convertir su pueblo en una inmensa casa de huéspedes. Alimentos y diversión están a la venta en absolutamente todo el pueblo. El mercado comienza afuera de la iglesia con los predecibles puestos de comida, bandas de música para el baile, juegos de puntería, pajaritos de la suerte y tiendas de chucherías. Pero el verdadero mercado se lleva a cabo en el río, o para ser exactos, adentro del río.
El río Suchiate, que forma parte de la frontera entre México y Guatemala, tiene más de 100 m de ancho y cuando comienzan las lluvias de mayo puede "barrer" a una persona para depositarla justo dentro del Pacífico. Sin embargo, en la primera semana de Cuaresma, el agua sólo llega a la cintura y al corazón del mercado. A la vista del puesto de inmigración en el puente entre México y Guatemala, miles de personas, principalmente de Guatemala, compran a los cientos de vendedores, principalmente de México. Los puestos están literalmente colocados dentro del agua, así que, técnicamente, uno puede reclamar estar en su propio país.
Para la gente que está en el río, tan opuesta a los que están sobre el puente, no hay colas, no hay documentos que sellar, no hay formas aduanales que llenar, no hay derechos sobre los que discutir, no hay impuestos que pagar, ni empleados ásperos con quien tratar. En el río, la gente es libre de comprar lo que quiera, de quien quiera, al precio que quiera. ¿Y qué es lo que eligen comprar? Principalmente lo usual: sombreros, ropa, galletas, comida enlatada, cerámica, zapatos, botas, sarapes e innumerables cubetas de aluminio y tubos del mismo material que flotan por todos lados junto a los puestos, amarrados a los puestos, amarrados unos con otros.
Durante los días que dura la primera semana de Cuaresma, las personas, la mayoría vestidas con trajes típicos indígenas, compran todo lo que pueden en este mercado del río vadeando de puesto en puesto.
Para muchos de los peregrinos que van a Ayutla esta es la única oportunidad que tienen de visitar un país extranjero. Un agitado servicio de transbordador trabaja todo el día entre México y Guatemala: gigantescas cámaras de hule inflado que se cubren con tablas amarradas y juntas que sirven como asientos, y en las que el remero trabaja en el timón mientras vadea el río empujando su embarcación desde atrás. Algunas familias se amontonan para hacer el cruce internacional con la emoción reflejada en sus ojos y sus sonrisas. Para otras, la emoción no está solamente en hacer un cruce internacional, sino en hacerlo sin barco. La mayoría de estos intrépidos viajeros buscan la seguridad en el gentío. Apiñonados en montones o en hileras de 15, atravesados a la manera de una cadena de margariras, cruzan el río lentamente, buscando dar un paso firme cada vez para no empaparse. Muchas mujeres, indecisas entre la modestia y el deseo de que no se les mojen las faldas, arrojan la modestia a un lado y echan sus faldas muy por arriba del muslo, riendo nerviosamente de su propio abandono.
En el río, en la periferia de donde está situado el mercado, los peregrinos aprovechan la oportunidad de bañarse y lavar su ropa, mientras que el pueblo, lleno hasta el "tope", no puede ofrecer mucho en materia de higiene. La gente se amontona cerca de la ribera o alrededor de las salientes de piedra para bañarse; los hombres por un lado, las mujeres y los niños por el otro.
El amanecer y el crepúsculo señalando principio y el fin de la actividad del mercado en el río. En el pueblo, estos son los momentos más fervientes para los devotos del Jesús de las Tres Caídas. Mientras que el mercado en el río duerme, la oscura iglesia se llena, haciendo muy difícil el moverse. La única luz que hay dentro del templo proviene de la veladoras que parecen alfombrar el piso. Conforme uno se acerca al altar, las veladoras se agrandan y se ven más densas, creando casi una hoguera de luz y de color. Un murmullo monótono llena la nave mientras se entonan las plegarias y los cánticos. Las manos suplicantes se mueven constantemente como si le hicieran señales a Dios. Los que van a suplicar tienen que esperar durante horas en largas filas que ocupan calles enteras, para finalmente recibir el consuelo y la bendición mientras besan y tocan la imagen del Jesús que data del siglo XVII.
Para el sacerdote Jesús Rodríguez, la intensidad y el fervor de las masas son agotadores. Aunque ha estado en el cercano pueblo de San Marcos durante un año y sabía de la peregrinación, nos confesó que nada podría haberlo preparado para este evento: "Cuando yo presencié por primera vez este fenómeno en 1979, nos dijo, la emoción, la intensidad y las necesidades de la gente; el reto físico de siquiera poder moverse dentro de la iglesia y en el pueblo; la larga semana de actividad continua, tanto en el día como en la noche, fueron abrumadores." Y cuando se le pregunta si duerme durante esta semana, la respuesta que da el padre Jesús es: "A veces, cuando me caigo de cansancio". Muchos peregrinos tal vez dirían lo mismo si se les preguntara.

(Tomado de: Hanckel, Elizabeth - Río Suchiate: en Cuaresma deja de ser frontera. Traducción: Rocío Mendicuti. México Desconocido, noviembre 1991, número 177, Año XV. Editorial Jilguero, S.A. de C.V.)