viernes, 1 de agosto de 2025

Arquitectura de las misiones, siglos XVI, XVII y XVIII

 



Arquitectura de las misiones, siglos XVI, XVII y XVIII


Ivonne Herrera Martínez 

Ilustraciones: Eduardo Enríquez 


Entre las muchas actividades que desarrollaron los misioneros al llegar al nuevo continente estaba la de erigir Iglesias y conventos, levantar la casa de Dios en tierras paganas para asentar una Iglesia fuerte y más pura entre la gente recién adoctrinada. 

Debemos recordar que la conversión de los paganos fue utilizada como una justificación de la Corona ante las otras naciones europeas para legitimar su permanencia y la conquista de los nuevos territorios.

Los tres siglos de la Conquista quedaron marcados profundamente en la extensa obra material dirigida por los religiosos y llevada a cabo por la mano indígena o mestiza a lo largo de todo el territorio dominado.

Casi para finalizar el siglo XX, iglesias, conventos y capillas siguen en pie, resistiendo el paso de los siglos. En buenas o malas condiciones, sufrieron modificaciones y engalanaron según los estilos artísticos en boga: plateresco, barroco, churrigueresco y neoclásico. Son silenciosos testigos de una historia que tuvo su razón de ser, y como tal, hay que entenderla y quizás lo más importante, aún hoy siguen funcionando como templos para el culto. Son todavía centros que concentran en sus recintos la vida espiritual de un país profundamente creyente. Un país que aprendió la lección y finalmente la continuó. 

Debemos enfatizar que las primeras construcciones que edificaron debieron ser rápidas, casi de emergencia por lo que utilizaron adobe o recintos con maderas y techos de paja. Estas fueron sustituidas conforme se tuvo mayor control de la población por las capillas abiertas y los grandes conjuntos conventuales, pocos años después de la conquista militar. En cuanto una de las Provincias logró independizarse de España, las distintas órdenes de los religiosos planificaron con libertad. 

Los conjuntos conventuales de mayores dimensiones se edificaron en áreas densamente pobladas. Sin embargo, en lugares serranos o de grupos nómadas las construcciones las hicieron en áreas que consideraban prudentes, ya sea por las características geográfica o por ser lugares concurridos. 

(Patio de un claustro)

Características de la arquitectura del siglo XVI 


Debemos de tener presente que los primeros misioneros no fueron ni arquitectos ni ingenieros, sin embargo con sus escasos conocimientos, la necesidad los llevó a dirigir grandes edificaciones.

Lo que habían visto en tierra española eran los viejos castillos medievales, construcciones románticas, góticas, mudéjares y la renacentistas. Todas estas manifestaciones artísticas se conjugaron en nuestra arquitectura del siglo XVI. 

Los conjuntos conventuales se componen de las siguientes partes: atrio rodeado de un muro, cruz atrial, capilla abierta, capillas posas, iglesias, sacristía, convento y huerta. Las ordenanzas de construcción (provenientes de España) prohibían la edificación de torres que, sin embargo se llegaron a hacer. Como ejemplos tenemos a Actopan e Ixmiquilpan en Hidalgo y San Francisco en Tlaxcala. En su lugar se utilizó la espadaña.


(Espadaña. Tipo especial de campanario que consta solo de un muro perforado por ventanas en los que aloja las campanas.)

A estas manifestaciones se les ha denominado de tipo fortaleza con su gran masividad. Paralelas a éstas, hubo una gran cantidad de iglesias de menores dimensiones, ya sea para los pueblos de visita o en barrios indígenas dependientes de un pueblo principal. Las iglesias son de una sola nave dividida en: coro, sotocoro, nave y presbiterio. Almenas decoran el pretil del muro de la iglesia, así como la barda atrial. 

La influencia medieval se deja sentir en elementos como: las almenas, los pasos de ronda y los garitones, que cumplen una misión sugestiva y ornamental. 

Del romántico y gótico se hereda: la gran altura de las iglesias, la masividad de la construcción que predomina sobre los vanos (espacios abiertos); los cerramientos de nervaduras; los arcos ojival y el conopial; las ventanas ajimezadas o con parte luz; los arbotantes que salen del muro superior del edificio para descansar sobre un contrafuerte; el rosetón con terracería. Del renacimiento español: el estilo plateresco, que es obra de superficie y que decora la fachada alrededor de puertas y ventana coral. Algunas características del estilo plateresco son: la columna candelabro, los casetones, la forma de redondear en la escultura, los medallones con figuras humanas, los escudos, tableros con diseños de hojarasca, grutescos, quimeras, frutos de todo ello trabajado en relieve. 

Del arte mudéjar heredamos: el alfiz (moldura decorativa), arcos de herradura no muy usuales, los techos artesonados y diseños geométricos trabajados en argamasa (siglo XVII).

(Interior de claustro que data del siglo XVI. Bóveda de nervaduras.)

El barroco, siglos XVII y XVIII


Se originó en Europa y pasó a América. Buscando originalidad consiguió el movimiento de las masas y los contrastes de luz y sombra. A veces fue sobrio y otra recurrió a los excesos en la decoración. Fue el arte de la Contrarreforma que incitaba al fiel a las experiencias y las emociones para acercarse a Dios. El barroco adulteró las formas greco-rromanas. Retuerce el fuste de las columnas (salomónicos); rompe y curva frontones; quiebra los entablamientos para dar movimiento y juegos de profundidad en retablos y fachadas.

Las iglesias de estos siglos utilizaron plantas de cruz latina, aunque en las misiones jesuitas de Baja California se usaban ambas plantas. Sobre los cruceros de la iglesia se colocaba la cúpula con linternillas, muchas veces levantadas sobre tambor. En ocasiones presentan también capillas laterales y las bóvedas son de lunetos o de pañuelo. Las torres y campanarios se hacen imprescindibles: su elevación generalmente va en contraste con la horizontalidad de la iglesia, buscando una proporción armónica. La altura toma una elevación moderada en comparación con las del siglo XVI. La decoración, en muchos casos, abarca toda la fachada. Los pretiles de los muros exteriores adquieren movimiento. Los retablos llegan a cubrir en ocasiones, el interior en su totalidad. 


(Cruz atrial. Colocadas generalmente en el centro de los atrios de las iglesias del siglo XVI. Símbolos como la cara de Cristo y la flor de lis, entre otros son ejemplos del estilo tequitqui).

El barroco buscó una integración de las artes plásticas: pintura, escultura y arquitectura. Este arte se manifiesta monumental. Ya que se caracterizó por su libertad y que en México (país de artistas) se adaptó y tomó un sello particular (el tequitqui). De cierta forma seguimos inmersos en el arte barroco y debemos entenderlo, pues fue una expresión formal que se identificó plenamente con la sensibilidad indígena. 


(Interior nave de la iglesia. Vista del altar principal hacia la puerta. Siglos XVI al XVII.)

El churrigueresco del siglo XVIII 


En cierta forma es una continuación del barroco. Fue introducido a Nueva España por el arquitecto y escultor sevillano Jerónimo de Balbás, que llegó en 1717, siendo la primera obra de este artista el Retablo de los Reyes de la Catedral Metropolitana que se terminó para 1737.

Se diferencía del barroco por utilizar a manera de soporte (en lugar de columnas o pilastras) el estípite, es decir, un pedestal en forma de pirámide invertida que se prolonga en sentido vertical usando cubos y un sinfín de elementos, todos ellos producto de una gran inventiva del artista de estas latitudes. En México se difundió ampliamente. A veces fue tratado de una manera muy geométrica y otras lo perdemos entre la gran cantidad de adornos vegetales. Se utilizó tanto en retablos como en fachadas. 


El neoclásico del siglo XVIII


El arte es un fiel reflejo de la sociedad que lo produce. Las condiciones socio-político-religiosas de un grupo, de una época se manifiestan en las diferentes expresiones formales. Dos siglos y medio de colonia han servido -hasta aquí- para forjar a un hombre mestizo de ideas propias que ha asumido el pensamiento de la Ilustración. La llegada de los Borbón al trono español (siglo XVIII) será decisiva para implantar una nueva administración, nuevas costumbres y un nuevo pensamiento filosófico enarbolado por la Revolución Francesa que habla de igualdad, libertad y fraternidad. 

Así se funda en la Nueva España en el año de 1778 la Academia de San Carlos, que trajo maestros saturados de ideas neoclásicas, estilo en boga en Europa. El nuevo modelo utiliza los elementos clásicos como: columnas de fuste estriado o liso, capiteles clásicos, entablamientos divididos en arquitrabe, friso y cornisa; frontones de tímpanos abiertos o cerrados. Muchas Iglesias decidieron cambiar de estilo y desaparecieron retablos dorados por los nuevos que son más rápidos de ejecutar. Al igual algunas fachadas se transformaron. 

Durante los tres siglos de dominación española, en nuestro país, se dieron las expresiones artísticas antes mencionadas y que funcionaron tanto para edificaciones religiosas del clero secular o regular. 

Entender las manifestaciones artísticas implica entender el sentido de un pueblo, en este caso de nuestro México. Esta es nuestra herencia y debemos protegerla.


(Tomado de: Herrera Martínez, Ivonne - Arquitectura de las misiones, siglos XVI, XVII y XVIII. Guía México Desconocido. Ruta de las Misiones, Edición Especial Guía número 15, Editorial Jilguero, S.A. de C.V., México, Distrito Federal, 1994)

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