Intervención de Marta Alicia Camacho Loaiza
Fue secuestrada por el ejército y la Federal de Seguridad en el estado de Sinaloa, es integrante de la Unión de Madres con Hijos Desaparecidos de Sinaloa, actualmente es profesora e investigadora de tiempo completo en la Universidad Autónoma de Sinaloa, en el área de Historia.
Agradezco a las compañeras "Tita" y Rosa María por haberme invitado a participar en este evento. No tenía la certeza de asistir porque mi madre está hospitalizada gravemente.
En el año de 1977, en la Universidad Autónoma de Sinaloa, al igual que en otras universidades del país, se estaban manifestando grupos como lo mencionaba "Tita" y Rosa María, grupos antagónicos dentro de la Universidad, grupos de porros y los grupos de personas que tenían ideas más liberales, por lo que no voy a ahondar más en esto, esto, la guerra sucia es mi objeto de estudio en la universidad, lo que estoy trabajando en la tesis de Maestría en Historia.
El 12 de febrero de 1976, contraje matrimonio con José Manuel Alapisco Lizárraga, quien laboraba como maestro en la UAS en la preparatoria Flores Magón y en la Escuela de Ingeniería Civil en Culiacán, fuimos estudiantes de la escuela de Economía.
El 19 de agosto de 1977, aproximadamente a las 19 horas, estaba en nuestro domicilio en compañía de la señora Josefina Machado Torres y justo cuando nos disponíamos a cenar irrumpieron violentamente un grupo de personas fuertemente armados, por su vestimenta pude saber que se trataba de miembros del ejército, elementos de la Dirección Federal de Seguridad y policías de la judicial del Estado.
Apuntándonos con sus armas nos preguntaron: ¿Quién es Martha? A lo que le respondí: soy yo, de inmediato a la señora la vendan de los ojos y se la llevan en un vehículo, enseguida empiezan a golpearme en el rostro y el cuerpo al mismo tiempo que me preguntaban: ¿Dónde está tu marido? Dando por respuesta que él se encontraba trabajando, luego me arrastraron de los cabellos unos ocho metros hacia donde estaba la sala de la casa.
Seguían golpeándome, le suplicaba que por favor no me golpearan en el vientre, a lo que me respondían, que lo que querían era dañarme a mí y al hijo que esperaba, me ubicaron en la sala de la casa de tal forma que desde la calle fuese visible, enseguida todos los vehículos se retiraron de nuestro domicilio, algunos individuos se escondieron detrás de los muebles, otros en el techo de la casa, transcurrieron varios minutos, creo que dos horas, en ese momento llovía, veo que llegan a casa José Manuel y un jovencito de nombre Juan Germán Flores Carrasco, escucho gritos al mismo tiempo que se inicia una balacera un individuo que estaba detrás de un mueble, me tira al piso y trata de cubrirme de las balas, inmediatamente que termina la balacera me levantan y me ponen una venda en mis ojos al mismo tiempo me atan las manos, de nuevo soy arrastrada de los cabellos hacia un vehículo tipo combi, me tiran al piso y caigo sobre Francisco Javier Manríquez Pérez.
Somos trasladados a la novena zona militar de Culiacán, lo sé porque me quitaron la venda de los ojos para tomar fotos y huellas dactilares, en esos momentos observo gente con uniforme de militares y sus armas tenían las siglas del ejército mexicano, enseguida me sientan en una silla para interrogarme, pasaron las horas y de manera violenta escucho que se abre una puerta y escucho que arrastran algo y lo dejan caer, enseguida me bajan la venda de los ojos y me dicen: "mira cómo quedó el perro de tu marido" y me arrojan sobre su ensangrentado cuerpo la sangre salía a borbotones de su pecho, intento levantarme pero una patada en mi espalda me hace caer nuevamente sobre mi esposo, un tipo me dice: "Se cree muy güevudo el cabrón, pues mira, ya no tendrá más güevos" entonces lo castran delante de mí.
Me vendan nuevamente y escucho que es arrastrado hacia el baño y abren la llave de la regadera creo que para que se desangrara, me llevan a otra habitación y allí estaba la señora Josefina, nos tiramos al suelo a dormitar, ambas muy golpeadas, los días transcurrieron en medio de tortura, interrogatorios, muertes, etc., pues además de nosotras, también estaban casi todos los jóvenes que hasta la fecha se encuentran desaparecidos de Sinaloa.
Una noche nos trasladan a una casa de seguridad a todos, cada noche llevaban detenidos diferentes, algunos salieron en libertad, otros murieron durante interrogatorio y otros siguen desaparecidos.
El 29 de septiembre, nace mi hijo en condiciones infrahumanas, el momento de parir había llegado, sin el mas mínimo aseo rasgaron mi cuerpo para introducir unos forceps y sacar al bebé en todo momento golpeándome e insultándome, pero aún así mi hijo logra nacer bien.
De tanto maltrato que se me dio cuando iba a nacer mi hijo, afortunadamente pues nace: actualmente tiene 26 años, es licenciado en letras y literatura hispana y algunas de las compañeras lo conocen y lo más dramático lo más patético de esto es que en ese momento cuando él nace me levantan la venda y veo a mi bebé todavía con sangre pero con una metralleta en su cabeza, y me dicen: "obsérvalo, míralo por única vez, esto es lo que pariste y nosotros lo bautizamos con el nombre de Thompson porque es lo primero que él siente al nacer una metralleta Thompson".
Lo que viene después obviamente, no, no hubo ni la más mínima atención de aseo, al menos, imagínense tantos días secuestrada con la misma ropa y por consecuencia vienen infecciones ya con altas temperaturas, cómo transcurren aproximadamente unas semanas después de que nace el bebé, te viene temperaturas, creí que me iba a morir, y me sueltan así de simple, yo tenía la mitad de mi cuerpo paralizado, después me integro a casa de mis padres nuevamente como hija de familia pero ahora con un bebé.
Aquí viene también un proceso que muchas de nosotras quizá no hemos podido superar; viene la cuestión social, cómo la cultura que se tiene hasta la fecha nos afectó desde el punto de vista emocional psicológico, social, laboral, en todos los aspectos nos viene a dañar. ¿Por qué? En primera instancia, yo vengo de una familia media acomodada. Si bien es cierto tuve todas las comodidades materiales sin embargo tuve el rechazo completo de la familia; rechazo que hasta la fecha continúa, siendo etiquetada de comunista, "la guerrillera", "la asesina", en fin, un montón de consignas que nos cuelgan, que nos ponen ahí, que nos bautizan. Sin embargo, creo yo que surge ahí esa fuerza interna que a todas nos identifica, por eso estamos aquí.
Disculpen la palabra pero allá en Sinaloa somos muy malhablados, ni madre, esa pinche chingadera que me pasó no me hunde más que pura madre. Eso da pie a que yo siga y continúe mi carrera, termine, forme un nuevo hogar, me casé nuevamente. Tengo otras hijas casi profesionistas también; actualmente me acompaña la más pequeña. Nosotros la llamamos la bebé Marisol, ponte de pie bebé. Me preguntaban anoche las compañeras ¿Cómo le haces para llevarte tan bien con tus hijos? Bueno les digo yo he tratado de ser amiga de ellos, y no he puesto ese abismo generacional, ese abismo de cultura. Yo siempre he tratado de hacer como ellos de apoyarlos, trato de ser su amiga.
Les mencionaba, creo que tuve el coraje y la fuerza suficiente tanto para superar la parálisis como la atención psicológica profesional, pues ya mi hijo es Licenciado en Letras, el miércoles se recibió otra de mis niñas en la Licenciatura de Estudios Internacionales y Políticas Públicas y en junio junio otra de mis niñas en Licenciada en Psicología. Yo invito a las compañeras que tuvimos el coraje, que estamos aquí, la mayoría de nosotras profesionistas de una u otra forma proyectadas no sólo como personas, como mujeres sino como profesionistas a que integremos a este tipo de movimientos a aquellas compañeras que no pudieron superarlo, que todavía viven como dicen los jóvenes que se quedaron allá arriba, que no ven el cambio que hoy tenemos en todos los aspectos, pues yo las invito a que continúen una vida normal, pero eso sí siempre con la fuerza que todas traemos interna de espíritu de lucha y que nos apoyemos como mujeres que somos. Pues adelante y felicidades por impulsar este tipo de encuentros.
(Tomado de: Aguilar Terrés, María de la Luz (compiladora) - Guerrilleras. Antología de testimonios y textos sobre la participación de las mujeres en los movimientos armados socialistas en México, segunda mitad del siglo XX. Ciudad de México, 2014).
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