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jueves, 2 de enero de 2025

Maya, una civilización en la historia


 

Maya, una civilización en la historia 


Las investigaciones realizadas por múltiples disciplinas, entre las que destacan la historia, la arqueología y la epigrafía (el estudio de las escrituras antiguas), nos han dado a conocer la trayectoria histórica de los grupos mayances prehispánicos, que al parecer se inició hace alrededor de cuatro mil años.


Tras largas migraciones, diversos grupos tribales se establecieron en un extenso territorio de aproximadamente 400 000 km cuadrados que comprende los actuales estados mexicanos de Yucatán, Campeche, Quintana Roo y partes de Tabasco y Chiapas, así como Guatemala, Belice y las porciones occidentales de Honduras y El Salvador. A la gran variedad geográfica del área corresponde una notable diversidad cultural e histórica, pues los mayas no son un grupo homogéneo, sino un conjunto de etnias con distintas lenguas -aunque todas provenientes de una lengua madre- costumbres y formas de vinculación con su área. Pero la economía, la organización sociopolítica, las construcciones y las obras escultóricas y pictóricas, así como los conocimientos científicos y la religión de los grupos mayances, presentan semejanzas que permiten considerarlas como producto de una misma cultura. 

La historia prehispánica de los mayas cubre casi 3,500 años, desde el establecimiento de las primeras aldeas, hacia el 2,000 a.C., hasta el sometimiento paulatino a la Corona española, en los siglos XVI y XVII d.C. Los estudiosos del mundo indígena prehispánico han dividido su historia en distintos periodos a fin de comprenderla mejor. Esos periodos son: 


Periodo Preclásico 

Entre los años 1,800 a.C. y 250 d.C. se fueron configurando los rasgos que darían su carácter propio a la cultura maya, con diversas influencias de otros grupos de la gran área cultural llamada Mesoamérica, como los olmecas de la Costa del Golfo de México y los creadores de la cultura de Izapa, en la porción sur de la propia área maya. La domesticación y el cultivo del maíz, aunado al del frijol, la calabaza y el chile, permitió el desarrollo de las primeras aldeas, generalmente en las márgenes de los ríos. Con el incremento de la agricultura sobrevino un aumento de población, se construyeron edificios específicos para el culto religioso y surgió una estratificación de la sociedad como resultado del despliegue de actividades más libres y especializadas, entre ellas la escritura, el arte plástico y los conocimientos científicos. 


Periodo Clásico

Alrededor del siglo III d.C. se inició una época de florecimiento en todos los órdenes, llamada por ello "clásica", que culminó en el siglo IX. En este periodo se intensificaron las relaciones con otros pueblos de Mesoamérica, como los teotihuacanos, y debido al incontenible aumento de la población los asentamientos se convirtieron en núcleos urbanos, con una estructura de poder religioso y civil muy bien organizada, que encabezaba una clase gobernante investida de poderes sagrados. Para este momento la religión ya presentaba un alto grado de complejidad, y los conocimientos científicos y las artes plásticas se encontraban en pleno auge. Entre los muchos sitios que florecieron durante ese periodo podemos destacar a Kaminaljuyú, Tikal, Palenque, Caracol, Yaxchilán, Bonampack, Chinkultik, Copán, Quiriguá, Calakmul, Cobá, Edzná, Uxmal, Ek Balamalam y la Chichén Itzá clásica. 

Hacia el siglo IX se desencadenó una serie de cambios profundos, en lo que se ha denominado "colapso maya", que consistió principalmente en el cese de las actividades políticas y culturales de las grandes ciudades del área central, muchas de las cuales fueron abandonadas para luego desaparecer bajo la espesa selva. Hay varias hipótesis sobre las causas de este fenómeno, entre las que se mencionan crisis agrícolas, ruptura del equilibrio ecológico y hambrunas, que pudieron acarrear grandes conflictos políticos. 

Contrariamente a lo que ocurre en el área central, donde no volverá a florecer con el mismo esplendor la cultura maya, en las regiones norte y sur (norte de la península de Yucatán y Tierras Altas de Guatemala y Chiapas, respectivamente) se produce notables cambios influidos por la llegada de diversos grupos de otras regiones de Mesoamérica. 


Periodo Posclásico 

A las Tierras Altas del sur del área maya arribaron varios pueblos extranjeros que modificaron el rumbo de la historia de esta civilización. Las migraciones están relatadas en los libros que los mayas escribieron durante los primeros años de la época colonial, en sus propias lenguas, pero usando el alfabeto latino que les enseñaron los frailes españoles. El Popol Vuh, libro sagrado de los quichés, dice que después de la creación de los hombres por parte de los dioses: "Muchos hombres fueron hechos y en la oscuridad se multiplicaron. No había nacido el sol ni la luz cuando se multiplicaron. Juntos vivían todos y andaban allá en el Oriente. Una misma era la lengua de todos". Los primeros cuatro hombres creados, que son los ancestros del pueblo quiché, rogaban al creador: "Oh Dios, Corazón del Cielo, Corazón de la Tierra, danos nuestra descendencia mientras camina el sol y haya claridad. ¡Danos buenos caminos, caminos planos! ¡Que los pueblos tengan paz, mucha paz y sean felices; y danos buena vida y útil existencia”.

luego de reunir a sus hijos, los cuatro patriarcas se dirigieron a la ciudad de Tulán, donde recibieron las imágenes de sus dioses, y con ellas a cuestas emprendieron el largo viaje hacia las tierras mayas, donde fundarían nuevas ciudades. 

Asímismo, algunos cakchiqueles que aprendieron el alfabeto latino narraron el origen del universo y de su propio pueblo en otro libro extraordinario, el Memorial de Sololá, que corrobora los acontecimientos mencionados en el Popol Vuh

Todos estos hechos ocurren históricamente a fines del primer milenio después de Cristo, y con ello se inicia el periodo llamado Posclásico, que va del 900 al 1524. 

Los quichés de la Tierras Altas de Guatemala crearon un poderoso estado militar que sojuzgó a las otras etnias, como los cakchiqueles y los zutuhiles, y mantuvieron fuertes contactos con los mexicas del Altiplano Central a quienes rendían tributo. En 1524, a la llegada de los españoles comandados por Pedro de Alvarado, su capital, Gumarcaah, tuvo un fin violento, como el de Tenochtitlan ocurrido sólo tres años antes. Esta conquista es narrada, entre otros textos, por un emotivo documento colonial llamado Título del Ahpop Uitzitzil Tzunún

En el norte de la península yucateca, durante el Posclásico hubo un gran cambio cultural, ocasionado también por la llegada de grupos muy diversos procedentes de la Costa del Golfo de México que se asentaron en sitios como Uxmal, Chichén Itzá y Mayapán.

En este periodo se intensifican los contactos con varios pueblos; el comercio adquiere un papel central en la vida de los mayas y se crean emporios comerciales, como el de los chontales o putunes. Asimismo, muchas actividades pierden su carácter religioso debido tal vez al militarismo y a los intereses utilitarios. Los mayas destacan ahora ya no como matemáticos y astrónomos, sino como hombres de negocios capaces de organizar y mantener una importante red comercial. 

Pero los mayas nunca dejaron de ser religiosos. En el Posclásico se introdujeron nuevos dioses y cultos provenientes de otras regiones de Mesoamérica, como la veneración al dios Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada del Altiplano Central de México, que los mayas llamaron Kukulcán. También surgieron nuevos estilos artísticos y se vivió un gran auge cultural que se reflejó principalmente en la ciudad de Chichén Itzá. 

La conquista del norte de la península de Yucatán no presentó el carácter de epopeya que tuvieron la de Tenochtitlan en México y la de Gumarcaah en Guatemala. Para entonces las constantes guerras ya habían conducido a la región a una decadencia cultural, y entre 1527 y 1546 cayó en manos de Francisco de Montejo, de su hijo y de su sobrino, del mismo nombre ambos. Pero los itzáes de Chichén Itzá que habían huído hacia las selvas de Guatemala, y fundado la ciudad de Ta Itzá, a orillas del lago Petén, lograron mantenerse libres hasta 1697. 

Después de la conquista española la historia de los pueblos mayances sufrió un cambio radical, pero a quinientos años de ese momento aciago para los mayas, la mayoría de las etnias habita aún en sus territorios, hablan sus lenguas y conservan algunas de sus creencias y costumbres cotidianas, aunque modificadas, lógicamente, por la imposición violenta de otra cultura.


(Tomado de: de la Garza Camino, Mercedes. Una civilización en la historia. Los misterios de Palenque. Pasajes de la Historia II. México Desconocido, Editorial México Desconocido, S.A. de C.V. México, Distrito Federal, 2000)

viernes, 13 de septiembre de 2024

Stephens en Palenque

 


Stephens en Palenque 

El encuentro con un esplendoroso pasado 

Corre el año de 1840. Agotados por el penoso viaje a través de la selva, John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood llegan por fin a la impactante ciudad que hacía un siglo, en 1730, había sido descubierta por el licenciado Antonio de Solís, encargado del curato de Tumbalá, quien residía con su familia en el poblado de Santo Domingo de Palenque. 

"En el romance de la historia del mundo -escribiría después el notable explorador norteamericano- jamás me impresionó nada más fuertemente que esta en un tiempo grande y hermosa ciudad, trastornada, desolada y perdida; descubierta por casualidad, cubierta de árboles... y sin siquiera un nombre para distinguirla”.

Desde su descubrimiento, la gran ciudad había empezado a hablar con un lenguaje extraño y misterioso, lenguaje de piedra y estuco, de otros hombres y otros tiempos muy distantes de la cultura occidental que ahora la admiraba. Las más antiguas descripciones: la de José Antonio Calderón, que realizó la primera exploración oficial a la ciudad en 1785, y las de Antonio Bernasconi y el cronista real Juan Bautista Muñoz, así como las interpretaciones que de la ciudad había hecho un grupo de estudiosos bajo la asesoría del canónigo Ramón Ordóñez y Aguiar, sobrino nieto del descubridor de Palenque, presentaban a la enigmática urbe como un vestigio de las incursiones a estas tierras por parte de los fenicios, los cartagineses y las diez tribus perdidas de Israel, entre otros grupos. 

El canónico Ordóñez poseía un librillo escrito siglos antes por los propios indígenas, llamado Probanza de Votán, del cual aseguraba que sólo él podía entenderlo, ya que estaba escrito en lengua indígena y en metáforas, y así convenció a un grupo de diletantes de que Votán, del linaje de los Culebras, había sido el fundador de la ciudad. El personaje había llegado de La Habana, procedente de Siria, en un viaje que incluyó España, Roma y Jerusalén. Según Ordóñez, las inscripciones, que abundan en la ciudad, eran egipcias y los motivos de sus relieves, mitos grecorromanos y hechos históricos, como la derrota de Cartago por los romanos; la ciudad, además, era frecuentada por todos los pueblos marítimos del mundo, aseguraban los eruditos. 

Stephens, quien ya conocía esas interpretaciones, se dedica a buscar datos sobre la historia de la ciudad en el pueblo de Santo Domingo de Palenque y a describir con todo detalle las construcciones. Corrobora que los indios del pueblo nada saben acerca de la ciudad, e incluye en su obra una narración de las expediciones anteriores a la suya, desde el descubrimiento de De Solís que él sitúa en 1750 y que piensa fue realizado por los indios y no por el tío abuelo de Ordóñez, ya que duda mucho que un grupo de españoles se aventurara a internarse en la selva, poblada de insectos, jaguares y mortales víboras. 

Sentado sobre un edificio semidestruido, frente al gran Palacio y a la elevada pirámide que hoy sabemos albergaba el cuerpo de Pakal, el Ahau o Señor más noble de ese antiguo pueblo, y abanicándose con una gran hoja del espeso follaje que crecía por todas partes, Stephens comenta a Catherwood: "¡Decir que esta ciudad es tres veces mayor que Londres! ¡Qué disparate! Es increíble todo lo que se ha inventado; esos relatos están cargados de fantasía. Aunque nos recuerdan a las egipcias, yo más bien creo que las inscripciones narran la propia historia de los constructores y habitantes de la ciudad. ¿Te acuerdas de los jeroglíficos de Copán y de Quiriguá? Yo los encuentro muy semejantes a éstos, por lo que parece ser que todo el territorio fue en un tiempo ocupado por la misma raza que hablaba la misma lengua, o por lo menos que tenía los mismos caracteres escritos, y que luego desapareció. Pero sin duda, aquellos hombres no fueron los antepasados de los indios que vemos ahora por aquí”.

Catherwood asiente mientras delinea el contorno de la alta pirámide que después se llamaría Templo de las Inscripciones. Ese día realiza una acuarela maravillosa que, junto con el libro de Stephens, será difundida a través del tiempo y el espacio a todos los rincones del mundo durante los siguientes dos siglos. Asimismo, la extraordinaria ciudad de Palenque seguirá hablando, y muchos hombres de muchas naciones seguirán interpretando su lenguaje y excavando sus entrañas con el mismo afán de conocerla y con la misma fascinación que sintieron los viajeros románticos del siglo XIX.

A partir del descubrimiento de Palenque, poco a poco fueron emergiendo de la selva grandiosas ciudades mayas construidas por el extraordinario pueblo del que habló Stephens, pero hoy sabemos que ese pueblo no desapareció: los creadores de aquella espectacular civilización fueron los ancestros de los diversos grupos indígenas que habitan hoy el área maya.


(Tomado de: de la Garza Camino, Mercedes. Stephens en Palenque. Los misterios de Palenque. Pasajes de la Historia II. México Desconocido, Editorial México Desconocido, S.A. de C.V. México, Distrito Federal, 2000)