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lunes, 26 de septiembre de 2022

El poeta caníbal

 


Un día de comienzos de octubre de 2007 Alejandra Galeana, empleada de una farmacia y madre soltera de 30 años, fue a visitar a su domicilio a su pareja en ese momento. El encuentro amoroso acabó en tragedia cuando, mientras discutían, José Luis Calva Zepeda la asfixió hasta matarla. El 8 de octubre, luego de que los familiares de Alejandra denunciaran su desaparición, la policía se presentó en el domicilio de Calva Zepeda. Los agentes entraron a la fuerza mientras el asesino intentaba huir saltando por la ventana, y se encontraron con una terrible escena: el torso de Alejandra yacía aún en la sala; las extremidades se conservaban en el refrigerador y un pedazo de su antebrazo se freía aún en una sartén que estaba en la estufa. En la sala había un cartel del actor Anthony Hopkins personificando al psiquiatra antropófago Hannibal Lecter.

Fuera de ahí, en la calle, otros agentes detenían al maltrecho asesino, quien al golpearse contra el pavimento se había ocasionado una conmoción cerebral. Calva Zepeda presumía ser escritor: fue periodista aficionado, editó algunos poemarios y montó obras teatrales de su autoría, especialmente monólogos. En las investigaciones subsecuentes, al ya famoso asesino se le atribuyeron dos crímenes más: el de otra de sus exparejas y el de una sexoservidora. A ambas el llamado "Caníbal de la Guerrero" las descuartizó después de asesinarlas.

Calva Zepeda, ya convertido en una celebridad, escribió en la cárcel su autobiografía, en la que da cuenta de sus asesinatos, titulada Instintos Caníbales. Apareció muerto en su celda en diciembre del mismo año, supuestamente ahorcado por propia mano.


(Tomado de: Delgado, Omar. Serial Nacional. El poeta caníbal. Muy Interesante. Crimen. Casos en México. Vol. VI. Editorial Znet Televisa, S.A. de C. V. Ciudad de México, 2019)

lunes, 25 de julio de 2022

La Mataviejitas

 


El 26 de enero de 2006 familiares encuentran muerta a la señora Ana María de los Reyes Alfaro, de 82 años. De inmediato recuerdan que una mujer vestida con un abrigo rojo se cruzó en su camino a la hora de entrar a la vivienda. Corren y la alcanzan justo cuando está abordando un taxi. Llaman a una patrulla, cuyos elementos detienen a Juana Barraza Samperio, mujer madura, robusta y de pelo corto.

La asesina serial conocida como "la Mataviejitas", buscada por la policía, finalmente había sido capturada.

Desde la época de los 90 alguien comenzó a asesinar mujeres de la tercera edad con un modus operandi muy similar: las ancianas eran estranguladas, desnucadas por un golpe y, excepcionalmente, acuchilladas. Todas ellas aparecían dentro de su domicilio, como si hubieran dejado entrar de buena gana a quien les quitaría la vida. El asesino tomaba algunas pertenencias de la vivienda y escapaba. A partir de 2003 los asesinatos, antes inconexos, adquirieron un patrón; se comenzó a hablar de un asesino serial de sexo masculino que, trasvestido, se hacía pasar por enfermera y trabajadora social para ganarse la confianza de las víctimas. Por la brutalidad de los crímenes, las autoridades pensaban que el perpetrador debía ser un hombre, pues era impensable que una mujer ejerciera tal sadismo en contra de ancianas indefensas.

Hasta que apareció Juana Barraza

Juana Barraza Samperio.nació en Epazoyucan, Hidalgo. Su madre fue una alcohólica que a los trece años la vendió a un individuo a cambio de una caja de cervezas, tuvo un hijo, el cual fue asesinado por una pandilla ante sus propios ojos. Gracias a su corpulencia, pudo dedicarse a la lucha libre por un tiempo con el nombre de La Dama del Silencio. Luego, debido a una lesión en la espalda, tuvo que conformarse con vender palomitas en la Arena México. Era una mujer callada, siempre preocupada por alimentar a sus hijos menores por medio de sus diversas ocupaciones. Sin embargo, llevaba consigo la pulsión asesina: las ancianas que estrangulaba tenían la edad que aproximadamente debía tener su madre, a la cual nunca volvió a ver luego del episodio de las cervezas. Cada asesinato le permitía desfogar una poca de esa rabia que la carcomía. 

"La Mataviejitas" fue condenada a 759 años por los 17 homicidios que se le pudieron comprobar, de los cuales sólo pasará cincuenta años. Al salir, si sobrevive, tendrá la misma edad que sus víctimas.


(Tomado de: Delgado, Omar. Serial Nacional. La Mataviejitas. Muy Interesante. Crimen. Casos en México. Vol. VI. Editorial Znet Televisa, S.A. de C. V. Ciudad de México, 2019)



jueves, 23 de junio de 2022

Las Poquianchis


Las hermanas González Valenzuela -Delfina, María de Jesús, Carmen y María Luisa- eran emprendedoras y ambiciosas; además, tenían otra cualidad triunfadora: una absoluta falta de escrúpulos. Establecieron una cantina en El Salto, Jalisco, en la que Delfina, la líder del clan, notó que las muchachas encargadas de llevar los tragos hacían buen dinero por su cuenta al prostituirse con los clientes. Así que decidió mudarse junto con sus hermanas a Lagos de Moreno, donde, gracias a sus buenas relaciones con las autoridades, establecieron una casa de citas llamada Guadalajara de Noche. Comenzaron a reclutar adolescentes de los pueblos cercanos con la promesa de un empleo como trabajadoras domésticas en la ciudad de Guadalajara; pero en lugar de eso, las llevaban a prostituirse en su local bajo condiciones infames.  Luego de tener problemas con la ley -y un enfrentamiento en el que el hijo de Delfina, Ramón Torres, fue acribillado- huyeron a Guanajuato a continuar con el negocio. 

Las Poquianchis, como pasaron a la historia, lograron tener dos prósperas casas de vicio. En ellas mantenían el control por medio de una férrea disciplina que no excluía castigos físicos, abortos clandestinos a las que resultaran embarazadas y ejecuciones a las jóvenes más rebeldes -que iban desde dejarlas morir de hambre hasta despeñarlas-. En la última etapa, la locura de las González Valenzuela llegó al grado de asesinar a las prostitutas que, por su edad, ya no resultaban atractivas a los clientes, para luego inhumarlas en uno de los terrenos de su propiedad. Una de las prisioneras, de nombre Catalina Ortega, logró escapar y hacer la denuncia de los horrores que había vivido. De este modo, las Poquianchis fueron detenidas y condenadas a cuarenta años de prisión.

Su fama creció de tal manera que Jorge Ibargüengoitia, escritor guanajuatense, consignó la historia de las Poquianchis en una de sus mejores novelas: Las muertas.

(Tomado de: Delgado, Omar. Serial Nacional. Las Poquianchis. Muy Interesante. Crimen. Casos en México. Vol. VI. Editorial Znet Televisa, S.A. de C. V. Ciudad de México, 2019)

lunes, 9 de mayo de 2022

La Ogresa de la Roma


Un buen día de 1941, en el edificio ubicado en Salamanca 19 de la colonia Roma, los vecinos comenzaron a tener problemas con el drenaje, por lo que el dueño del inmueble mandó traer a un plomero y varios albañiles para que desasolvaran las alcantarillas. En cuanto retiraron el tapón que conectaba con el drenaje de la ciudad los obreros se llevaron la sorpresa de su vida: en las tuberías encontraron un tapón conformado de trapos sanguinolentos, grasa y pedazos de carne putrefacta. Sin embargo, lo que más les puso la carne de gallina fue que entre todo el amasijo se encontraba un cráneo de bebé.  De inmediato la policía inició sus pesquisas y detuvo a una de las inquilinas, de nombre Felícitas Sánchez Aguillón, mujer de marcada fealdad que se presentó como enfermera. Conforme avanzó la investigación, los agentes de la ley encontraron que Felícitas se dedicaba a interrumpir embarazos no deseados y a traficar con bebés. Más aún, descubrieron que la mujer era una infanticida que por lo menos había asesinado a una docena de recién nacidos. La prensa de inmediato la bautizó con varios motes, pero el que la hizo famosa fue "la Ogresa de la colonia Roma".

Sánchez Aguillón, originaria de Veracruz, se dedicaba a realizar abortos clandestinos a las señoritas bien nacidas de la época, y a llevarse a los niños producto de sus amores ilícitos cuando la interrupción del embarazo ya no era viable. A los bebés que caían bajo su custodia los vendía a buen precio, y de los que no podía deshacerse los sometía a un terrible martirio que consistía en parodiar los cuidados de una madre amorosa: los bañaba con agua helada, los alimentaba con carne descompuesta y los hacía dormir en el piso. Cuando se cansaba de sus juegos, simplemente los apuñalaba, asfixiaba o los quemaba vivos.

Felícitas fue procesada en abril de 1941, únicamente por los delitos de aborto, inhumación ilegal de restos humanos y delitos contra la salud pública, todos cargos que alcanzaban fianza. Se tiene la sospecha de que entre sus clientes había poderosos funcionarios y notables de la época que abogaron por ella ante el temor de sus declaraciones.

De cualquier manera, la mujer no soportó el rechazo social y se suicidó con una dosis mortal de Nembutal el 16 de junio de ese mismo año.

(Tomado de: Delgado, Omar. Serial Nacional. La Ogresa de la Roma. Muy Interesante. Crimen. Casos en México. Vol. VI. Editorial Znet Televisa, S.A. de C. V. Ciudad de México, 2019)

miércoles, 6 de abril de 2022

La Bejarano

 


Guadalupe Bejarano vivió en la época del porfiriato. Fue madre de un muchacho llamado Aurelio y tenía fama de bondadosa, pues acostumbraba adoptar niñas huérfanas para darles cobijo. Sin embargo, en 1892 la policía descubrió que la aparentemente bondadosa mujer era en realidad una depredadora sexual a la que le gustaba torturar a sus entenadas hasta la muerte: desde sentarlas en un comal caliente hasta colgarlas de los brazos y flagelarlas para luego dejarlas morir de hambre. Actuó entre 1885 y 1892 en la ciudad de México y se le atribuyen por lo menos tres víctimas mortales: Casimira Juárez y las hermanas Guadalupe y Crescencia Pineda. Fue denunciada por su propio hijo y murió en la prisión de Belén por causas naturales antes de que iniciara su juicio. Debido a sus andanzas, por mucho tiempo a los robachicos y secuestradores se les apodó "bejaranos".


(Tomado de: Delgado, Omar. Serial Nacional. La Bejarano. Muy Interesante. Crimen. Casos en México. Vol. VI. Editorial Znet Televisa, S.A. de C. V. Ciudad de México, 2019)