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jueves, 22 de diciembre de 2022

Francisco Avitia, el "Charro" Avitia

 


Pionero de la canción ranchera mexicana, el Charro Avitia hizo de su vida canciones; su biografía y la letra de sus composiciones más famosas formaron un todo inseparable en el que arte y vivencias personales eran indistinguibles.

Francisco Avitia Tapia, de origen humilde, nació en Pilar de Conchas, Chihuahua, en la segunda mitad de 1915. De pequeño, cuidaba borregos y con lo poco que ganaba ayudaba a mantener a su numerosa familia. Le gustaba pasear por el campo. A veces caía un chubasco y el niño Francisco se refugiaba junto al rebaño en una pequeña cueva. Se dormía y soñaba con las historias de la revolución. Cuando fue mayor se trasladó a Ciudad Juárez, donde desempeñó varios oficios, y años después fundó el sindicato de cancioneros de esa población, progresó en su arte y mudó de residencia a la ciudad de México, Distrito Federal.

En la capital, tuvo la suerte de conocer al insigne maestro José Eduardo Pierson, quien tenía una academia de música a la que acudieron Dolores del Río, Pedro Vargas, Jorge Negrete, José Mojica y el doctor Alfonso Ortiz Tirado. Su padrino artístico fue el actor y compositor Joaquín Pardavé, pero fue Pedro de Lille quien lo bautizó bautizó con su nombre artístico en un programa de radio.

Avitia llevó a su mejor expresión los corridos mexicanos, género iniciado en la época colonial y muy socorrido en la gesta revolucionaria de 1910. Las interpretaciones del Charro Avitia tuvieron gran éxito entre el público de los Estados Unidos por sus letras nostálgicas, que reflejaban las aventuras de los inmigrantes y la vida de sus pueblos. Al igual que muchos cantantes, de su generación, como Tito Guízar, Miguel Aceves Mejía, Pedro Infante y Jorge Negrete, también se dio a conocer popularmente por sus intervenciones en películas rancheras, pues participó en más de veinte. Su imagen era la de un hombre del pueblo que se expresaba mediante un lenguaje florido y espontáneo.

Sus canciones más conocidas fueron Traigo un sentimiento muy adentro, El aeroplano, Máquina 501, El corrido de Chihuahua, El gato negro y El penal de la loma, entre otras. Fue el primer cantante que visitó los centros de reclusión para interpretar sus canciones ante los presos. Actuó en más de 500 programas musicales de televisión y realizó giras constantes por todos los países de América. A lo largo de su carrera artística obtuvo muchos reconocimientos tanto nacionales como internacionales entre los que destacaban el Premio Hollywood recibido en la ciudad de Los Ángeles y su investidura como hijo honorario de Albuquerque, Nuevo México.

A pesar de su avanzada edad, el Charro siguió en activo durante los últimos años de su vida. Falleció el 29 de junio de 1995, a los 80 años de edad.


(Tomado de: Todo México 1996. Resumen ilustrado de los acontecimientos más importantes registrados en México en 1995 para la actualización de la Enciclopedia de México. Kentucky, EUA, 1996)

jueves, 28 de julio de 2022

Corrido El exterminio de Morelos, 1912


 

El exterminio de Morelos

Marciano Silva

Dios te perdone, Juvencio Robles,

tanta barbarie, tanta maldad,

tanta ignominia, tantos horrores,

que has cometido en nuestra entidad;

de un pueblo inerme los hombres corren

y después de esto vas a incendiar;

qué culpa tienen sus moradores

que tú no puedas al fin triunfar.


Si es que a Emiliano Zapata buscas,

allá en los montes le encontrarás,

marcha a los campos contra él y lucha

y así de gloria te cubrirás;

deja a los pueblos, no tienen culpa,

ya no los mandes a exterminar,

el que es valiente nunca ejecuta,

hechos tan viles como el actual.


Lo que es Cartón y Rasgado en suma

en nuestro Estado nunca podrán

vencer a Neri, que es la figura

más formidable que hay en el plan;

saben muy bien los sitios que ocupa,

al fin se animan pero no van,

y como prueba les diré algunas

de sus hazañas en realidad.


Llegan a un pueblo que abandonado

sus habitantes dejaron ya,

tiran balazos, por si emboscados

los zapatistas llegan a estar;

si este saludo no es contestado

entonces entran allí a incendiar;

triunfan los leales de un pueblo aislado

al cual dejaron sin un hogar.


Si zapatistas llegan a un pueblo

y son en número regular,

mandan un parte luego al gobierno

más inmediato sin dilatar:

"aquí se encuentran los bandoleros,

pueden venirlos a exterminar";

el bravo jefe responde luego:

"cuentos de viejas, qué van a estar".


Pero si saben que ya se fueron

y que muy lejos deben estar,

entonces marchan, pero ligeros,

con sus cañones a bombardear;

las pobres casas son los guerreros

con quienes van a contrarrestar

y las mujeres que sin remedio

se llevan como un trofeo marcial.


¡Cuántos pacíficos ha matado

Cartón en su cruel avilantez;

cuando algún pueblo llega a incendiar

y en sus hogares encuentra a alguien,

luego en su parte pone el menguado:

"hónrome participar a usted

que a zapatistas he derrotado

quité caballos y armas también".


Son nuestros pueblos sólo unos llanos,

blancas cenizas, cuadros de horror,

tristes desiertos, sitios aislados,

donde se agita sólo el dolor;

fúnebres restos que veneramos

como reliquias de nuestro amor,

donde nacimos, donde nos criamos,

y alegres vimos la luz del Sol.


Adiós, Cartón y Juvencio Robles,

adiós, Rasgado, bravo adalid,

llévenle a Huerta sus batallones

y su estrategia tan infeliz;

díganle que ya no hay poblaciones

ni bandoleros que perseguir,

sólo Zapata y sus escuadrones

siempre dispuestos a combatir.


Bravos guerreros, hijos de Esparta,

que al fin se honraron con acabar,

pero a los pueblos, porque a Zapata

ni la razón han podido dar;

quemar a un pueblo creo que no es gracia,

matar inermes es cosa igual,

dejar familias en la desgracia,

eso no es honra de un militar.


Cuántas familias se hallan llorando

en tierra extraña sin un hogar,

y por su pueblo siempre anhelando

sin que ese instante pueda llegar;

cuántas familias peregrinando

de pueblo en pueblo siempre andarán

hasta que el cielo diga: "hasta cuando",

a sus hogares se volverán.


Soldados viles, que habéis jurado

ser la defensa de la Nación,

ya no exterminen a sus hermanos

y alcanzarán su salvación;

negros caínes cual inhumanos

tened un rasgo de abnegación,

quiero se dignen, cual mexicanos,

oír los clamores de la razón.


La guerra zapatista fue sostenida por las comunidades y poblados pequeños del estado de Morelos, lugares de donde provenían la mayoría de los combatientes revolucionarios zapatistas.

Como para el ejército huertista era muy difícil batir a los zapatistas en el terreno de las armas, por el hecho de que, en su táctica de guerra de guerrillas, los zapatistas aparecían y desaparecían al amparo de la sierra del estado de Morelos; durante los años de 1912 a 1913 y parte del 14, el general Juvencio Robles y sus subalternos Luis G. Cartón y Alberto T. Rasgado optaron por combatir a los zapatistas en sus fuentes de abastecimiento, con el exterminio sistemático de las cosechas, reconcentración e incendio de los poblados que simpatizaban o ayudaban a los zapatistas.

La sensibilidad del extraordinario corridista don Marciano Silva nos narra, en su peculiar estilo de bola suriana, los detalles del exterminio del estado de Morelos por los huertistas, el corrido debió ser compuesto antes de la muerte del general Felipe Neri Jiménez.


(Tomado de: Avitia Hernández, Antonio - Corrido Histórico mexicano (1910-1916) Tomo II. Editorial Porrúa, colección “Sepan cuántos…” #676. México, D.F. 1997)



jueves, 9 de septiembre de 2021

Corrido de Madero 1911

 


De Madero


Cometa [Halley], si hubieras sabido

lo que venías anunciando,

Nunca hubieras salido

por el cielo relumbrando;

no tienes la culpa tú,

mi Dios, que te lo ha mandado.


¡Ay, qué Madero tan hombre,

bonitas son sus aiciones!

Mandó a los cabecillas

echar fuera las prisiones.

¡Madre mía de Guadalupe,

llénalo de bendiciones!


Porfirio está retratado

con su águila y su letrero

y en el letrero diciendo:

"¡No pudiste con Madero,

con otros habrás podido,

porque eres camandulero!"


Porfirio es el responsable

de todita la Nación,

no quiso doblar las manos,

que hubiera revolución,

no quiso entregar la silla,

que le dolía el corazón.


Madero con su asistente

sufrió muy crueles tormentos,

vino conquistando gente

y formando regimientos

para echar fuera a Porfirio

con todo su ayuntamiento.


Hasta que se llegó el día

que el Señor nos concediera

que la Nación alcanzara

lo que más nos conviniera,

México está en alegría

revoloteando bandera.


Madero, tú no te creas

de lo que te han contado;

que refuercen las fronteras,

que quede bien reforzado,

para que sepan lo que hacen

toditos los mexicanos.


¡Y achi y achi!, ¡qué bonito

está lloviendo en el cerro!

Ensíllenme mi caballo,

yo ya me voy con Madero,

porque me esperan las tropas

y fuerzas del extranjero.


Aquí va la despedida

con cariño verdadero,

éstas son las mañanitas

de don Francisco I. Madero.

¡Que vivan los mexicanos!

¡Que viva México entero!


(Tomado de: Mendoza, Vicente T. – Corridos mexicanos. Lecturas Mexicanas #71; 1a serie. Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1985)





jueves, 12 de agosto de 2021

Corrido entrada de Juárez a la ciudad de México 1867

 


De la entrada de Juárez a la ciudad de México

[1867]

Señores escuchen/la bendita nueva:

ya murió el austriaco,/ya ganó el chinaco.

El quince de julio

del año sesenta y siete,

entró don Benito Juárez

triunfante a la capital.


Después de años de fatigas,

la nación lo vio triunfar,

ya fue destruido el francés,

¡que viva la Libertad!


La guerra fue sangrienta,

pues los malos mexicanos,

que se cubrieron de afrenta,

se unieron a los tiranos.


Juárez, Iglesias y Lerdo,

Corona y Riva Palacio,

con inaudito valor

dominaron al traidor.


Y con las tropas mejores

combatieron bravamente,

derrocando a los traidores,

hasta que entró el Presidente.


La revuelta fue tremenda,

la lucha fue desigual,

mas la victoria estupenda

los trajo a la capital.


Don Benito les decía,

en días de tribulación:

-Combatamos con denuedo,

y que viva la nación.


Los soldados aguerridos,

con singular esperanza,

combatían sin vacilar

a los infames traidores.


¡Viva Juárez, mexicanos,

que viva la Libertad,

ya todos somos hermanos,

que viva la capital!


¡Que vivan todos los libres,

vivan los bravos soldados,

que vivan y que revivan,

toditos los mexicanos!


Ya con ésta me despido

de esta bella capital,

aquí se acaba el corrido

del triunfo de la nación.


(Tomado de: Mendoza, Vicente T. – Corridos mexicanos. Lecturas Mexicanas #71; 1a serie. Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1985)

jueves, 18 de marzo de 2021

Corrido del sitio de Querétaro


Al patíbulo del Cerro de las Campanas

van a morir mis compañeros,

sucumbieron cual fieles guerreros.

Eran Méndez, Mejía y Miramón.


Ya la muerte fue llegando,

compañeros..., ¡qué dolor!,

que por ser Emperador

la existencia fue a perder,

y sus títulos de honor;

todito se acabó.

¡Adiós, Gobierno imperial!


Adiós, querida Carlota,

que te hallas en Miramar,

llorando loca de amores

a tu esposo sin cesar.


Año de sesenta y siete,

Miguel López, ¡qué dolor!,

en el día quince de mayo

entregó al Emperador.


Ese fuerte de la Cruz

se rindió a discreción,

fue por haberlo vendido

Miguel López, ¡qué dolor!


El general Escobedo

a sus tropas les decía:

-Éntrenle, fieles muchachos,

con todo valor y hombría.


Las cinco de la mañana,

el Emperador corría

al Cerro de las Campanas

con Miramón y Mejía.

¡Viva Juárez, mexicanos!


¡Vivan los republicanos

que nos dieron libertad!

¡Viva don Porfirio Díaz

que a sus pies hizo rodar

el infame Gobierno imperial!


Por el Cerro de las Cruces

empezaron a tirar

los de las blusas rayadas

que tiraban con afán; 

los de adentro les decían:

-¡Tengan sus piezas de pan!

¡Apárenlas, que allá van!


Juárez pensaba indultar

al grande Maximiliano

y deseaba que a su tierra

lo mandasen desterrado.


Pero Lerdo de Tejada,

según dicen, lo inclinó

a firmarle la sentencia

y el indulto no valió.


Aristócratas damas

pedían del Emperador

la vida, con grande afecto

y lágrimas de dolor.


Pero era fuerza y preciso

que el Archiduque muriesen,

para así salvar la patria

y el honor no padeciese.


El sitio fue muy terrible,

como pocos había habido,

fraguado con mucha astucia

y con genio precavido.


El mexicano triunfó

de la imperial opresión.

¡Viva Juárez y su Ley!

¡Viva la Constitución!


Mucha sangre se perdió

y muchas viudas quedaron;

mas la patria se salvó

y el pendón republicano.


Memorable fue ese sitio

porque señaló la gloria

del valiente mexicano

que inmortaliza la historia.


¡Viva, viva el Benemérito

Juárez, el gran liberal!

¡Viva, viva su justicia

y su genio colosal!


¡Viva México por siempre!

Cantemos a una voz

y de Querétaro el sitio

que tanto triunfo alcanzó.


(Tomado de: Mendoza, Vicente T. – Corridos mexicanos. Lecturas Mexicanas #71; 1a serie. Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1985)

lunes, 14 de diciembre de 2020

Corrido de Nicolás Romero

 


Viene Nicolás Romero,

como valiente y osado,

con Aureliano Rivera

que al mocho ya ha derrotado.


Es impetuoso y ardiente,

y combate con valor

al francés y al mexicano

que se ha unido al traidor.


En cien acciones de guerra

como valiente ha lucido,

Michoacán fue ya testigo

de sus hechos singulares.


-Ahora sobre ellos, muchachos

-grita Nicolás Romero-,

vamos a desbaratarlos

cual manada de borregos.


El francés retrocedía,

cuando miraba al valiente,

que con grandiosa osadía,

con su guerrilla combate.


Ganó en acciones de guerra,

y combatió valeroso,

con su espada que blandía

se portó como un coloso.


Michoacán fue la guarida,

fue el sitio de sus hazañas;

y como buen guerrillero

tuvo siempre buenas mañas.


Era el rayo de la guerra

ese rústico campeón,

y no había otro tan valiente

en todita la nación.


Los franceses le temieron,

porque él no conocía el miedo,

y a su nombre a más de cuatro

se les arrugaba el cuero.


En las guerras contra Francia

fue el primero entre los bravos,

ya que siempre repetía:

-México no tiene esclavos.


En Tacámbaro y por Ario,

y lo mismo en las montañas,

se batió como guerrero;

grandes fueron sus hazañas.


Riva Palacio decía:

-Ahora sí que venceremos,

viene Nicolás Romero,

y a franceses comparemos.


Toditos los combatientes

reconocieron su hombría,

y él en su caballo moro

su machete así blandía.


Estando ya por Zitácuaro,

le vinieron a decir

que el francés con sus legiones

lo atacaba y debía huir.


Él les respondió altanero;

-Combatiré con denuedo,

que soy puro mexicano,

y no conozco yo el miedo.


A inmediaciones del pueblo

fue la acción y la perdieron

los valientes de Romero,

que a la mala sucumbieron.


Él ya sólo busca abrigo

en las ramas de árbol grande,

mas al fin lo descubrieron,

sin que él pidiera las frías.


Un gallo lanzó un volido,

n'el árbol buscó refugio,

cuando vió que perseguido

se le llegaba su turno.


Ésa fue su perdición

y no hubo ya componendas,

y sorprendido en el punto

le pusieron centinelas.


Lo trajeron prisionero,

a la mera capital,

y sin ningún miramiento

le aplicaron el dogal.


En la plaza de Mixcalco,

al sonido de la diana,

fue matado aquel valiente

a la luz de la mañana.


Antes de la ejecución

-¡Viva México! -decía-,

mátenme, que al cabo a ustedes

se les llegará su día.


El año sesenta y cinco,

miren lo que sucedió:

un valiente entre los bravos,

por valiente se murió.


Nicolás Romero fue

el guerrillero afamado

que con nobleza y valor

por doquiera fue aclamado.


Vuela, vuela, palomita,

llévale la despedida

a ese que murió luchando

por la patria tan querida.

(Tomado de: Mendoza, Vicente T. – Corridos mexicanos. Lecturas Mexicanas #71; 1a serie. Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1985)



lunes, 23 de noviembre de 2020

Corrido de Valerio Trujano

 


En mil ochocientos diez,

ora les voy a contar,

del que ha fundado la Hacienda,

fue don Manuel Gonduláin.


Por historieta diré,

tal vez no les diga nada,

antes que esto fuera Hacienda

esto era un rancho de cabras.


De esa fecha para acá

reinaban los gachupines;

cuando marchaban las tropas

al compás de los violines.


Pues de esa gente malvada

no me quisiera acordar;

porque sacaban al hombre

por la fuerza a trabajar.


Salió Valerio Trujano

de ese Huajuapan de León,

subió Manuel Gonduláin

y se dieron su atrancón.


Ese Manuel Gonduláin,

¡ah, qué suerte le tocó!,

que viéndose con Trujano

en Cuesta Blanca quedó.


¡Viva Valerio Trujano!,

señores, con su licencia,

¡viva nuestro cura Hidalgo!

que nos dio la Independencia.


¡Viva la Guadalupana!

¡Viva México ilustrado!

¡Vivan las ligas sociales!,

también los confederados.


Este versito nomás;

porque tal vez no me toque:

¡que viva Jesús Gontier

y también Francisco López!


Ya se acabó el padecer,

ya se acabaron las penas,

y rompimos esos lazos,

y rompimos las cadenas.


Pero ya voy recordando,

recorriendo mi memoria,

¡viva Valerio Trujano!,

el que nos cantó victoria.


Adiós, fieles compañeros,

adiós, queridos hermanos,

sólo les digo la historia

de ese Valerio Trujano.


(Tomado de: Mendoza, Vicente T. – Corridos mexicanos. Lecturas Mexicanas #71; 1a serie. Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1985)




jueves, 4 de abril de 2019

Corrido





Romance, recitado o cantado, que relata alguna historia inspirada en cualquier asunto que pueda despertar la credulidad o que excite la sensibilidad del pueblo (milagros, apariciones de santos, predicciones fatídicas, hazañas revolucionarias, lances amorosos y sucesos trágicos). Estas composiciones han corrido impresas en papeles de colores, que vendían en calles y plazas vendedores ambulantes, quienes entonaban las letrillas acompañándose con un ritmo monótono en la guitarra. Los ejemplares impresos conocidos más antiguos se refieren a las batallas del Monte de las Cruces y Aculco (1810) y fueron reproducidos por Mario Colín en su libro El corrido popular en el Estado de México (1972). El corrido canta momentos dramáticos de la vida nacional, pero también desarrolla temas humanos individuales, narra acontecimientos vinculados a un caudillo (Francisco Villa y Emiliano Zapata, especialmente), se duele de la suerte del débil frente al poderoso y describe a menudo amores sin esperanza. Fuente imprescindible para el estudio del folclore mexicano, el corrido constituye uno de los géneros más característicos de la canción popular.



(Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S. A. de C. V. D. F., 1977 tomo III, Colima - Familia)


viernes, 11 de mayo de 2018

Jesús García, el Héroe de Nacozari


 
 
Corrido de Jesús García
 
(Anónimo)

Voy a cantarles, señores,
lo que en Nacozari pasó,
el día siete de noviembre,
cuando la pólvora ardió.
 
Como a las dos de las tardes,
como a esas horas serían
cuando murió el héroe:
el héroe Jesús García.
 
¡Ay! señores, que desgracia,
en Nacozari pasó,
el día siete de noviembre,
la dinamita explotó.
 
Le dice José Romero:
"Jesús, vámonos apeando,
mira que ya el primer carro,
ya se nos viene quemando".
 
Y le contesta Jesús:
"Yo pienso muy diferente,
voy a perder mi vida,
para salvar tanta gente".
 
Concédeme, Virgen querida,
de llegar a Puertecitas,
más que yo pierda la vida,
que se salve Placeritos.
 
Se encontró el cuerpo en pedazos,
con la cara ennegrecida,
tenía completos los brazos
y la palanca cogida.
 
Douglas le dice al cadáver:
"Eres un héroe Jesús,
tuviste muerte de apóstol,
llevaste al hombro la cruz".
 
Pasan de doce los muertos
y más de diez los heridos,
que, en el camino del Seis,
pudieron ser recogidos.
 
Del Porvenir a Pilares
salían en compañía,
sólo por venir a ver
al héroe Jesús García.
 
Su bóveda ha de ser de oro
Y de brillantes su cruz;
toda la gente le dice:
"Eres un héroe Jesús".
 
 

Jesús García Corona, nació el 2 de diciembre de 1881, en la ciudad de Hermosillo, Sonora. Cuando Jesús García era niño, su familia se trasladó al mineral de Placeritos en Nacozari, Sonora, y de ahí, Jesús García, comenzó a trabajar para el ferrocarril, de vía angosta, propiedad de la compañía The Moctezuma Cooper Co.

Jesús García se inició como fogonero de fija, laborando después como fogonero y llegó a ser maquinista, cubriendo el tramo de vía de Pilares a Nacozari, Sonora.


El 7 de noviembre de 1907, Jesús García, junto con algunos compañeros de trabajo, se encontraba en los patios de la estación de Nacozari, cuando se incendió un furgón de pastura seca, que se encontraba cerca de dos furgones cargados de dinamita.


Jesús García, percatándose del peligro, se metió en la cabina de su máquina, la hizo retroceder y enganchó los carros, dirigiendo el tren fuera de la ciudad, mientras que sus compañeros huían para ponerse a salvo de la inminente explosión. Poco después de salir de la última línea de casas, a la altura del kilómetro seis de la vía de Nacozari al mineral de Pilares, se produjo la terrible explosión y todos los carros quedaron destruidos. En el percance murieron trece personas pero se salvaron los cinco mil pobladores de Nacozari.


Como héroe civil, Jesús García, El Héroe de Nacozari, ha sido objeto de múltiples homenajes; en su honor, la ciudad de Nacozari se llama Nacozari de García; el Siete de Noviembre es el día de los ferrocarrileros mexicanos; existen varios monumentos con su estatua y no son pocas las calles, escuelas y poblaciones que, con orgullo, llevan su nombre. De los corridos sobre Jesús García, el más conocido es Máquina 501, que se hizo famoso en la interpretación de Francisco "Charro" Avitia.




(Tomado de: Antonio Avitia Hernández- Corrido Histórico mexicano (1810-1910) Tomo I)