Mostrando las entradas con la etiqueta por amor a la camiseta. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta por amor a la camiseta. Mostrar todas las entradas

jueves, 16 de mayo de 2024

El Veracruz legendario

 


El Veracruz legendario

El Veracruz logró un ascenso vertiginoso en el fútbol mexicano: el 2 de junio de 1946, sólo dos años después de su ingreso al máximo circuito, obtuvo el título de liga que hasta entonces había sido propiedad de equipos capitalinos.

En esa temporada los Tiburones alcanzaron varias marcas: mayor número de fechas consecutivas sin derrota (18), más goles anotados (105), menos recibidos (52) y récord de tantos marcados en un partido 14-0 al Monterrey).

Los dueños habían logrado formar un cuadro ganador al mando de un técnico profesional, Enrique Palomini. La nómina era imponente: el español Urquiaga en la portería; Velázquez y "El Negro" León en la saga; en la media, "Chito" García, el peruano Lecca y "El Pachuco" Durán (que a veces dejaba su sitio a Buenabad); y adelante, Lazcano, Valdivia "El Pelón" González, "Pirata" Fuente y el argentino Enrico.

Los tiburones se convirtieron en un cuadro con mística y empuje que alcanzó los lugares de honor: ganaron el Torneo de Copa en la temporada 1947-48 y repitieron en el de Liga durante la campaña 1949-50. Para entonces, la alineación había sufrido algunos cambios: "Ranchero" Torres en la puerta; Castañeda y Andrade en la defensa; "Pelón" Silva, Lecca y Buenabad en la media; Ortiz, Lupe Velázquez, Grimaldo, "Pirata" Fuente y Julio Ayllón, "Aparicio", en la delantera. Para lo que se ofreciera, en la banca estaban Arteaga, Quiñones y Paratore.

Inspirado en el legendario equipo, Félix Martínez redactó estos versos:


Yo vi a aquellos Tiburones 

vestidos de azul y rojo;

la jugaban a su antojo 

brindando mil emociones. 

Claro que fueron campeones, 

no jugaban al cerrojo:

Urquiaga con Negro León 

y Velázquez defendiendo,

 Lecca y Buenabad sirviendo 

balones para el Pelón, 

del Pirata el patadón, 

los servicios de Lazcano, 

contento el veracruzano 

con el toquecito fino 

de Enrico, aquel argentino 

que ya se volvió paisano.


En la temporada 1951-52, los problemas económicos dieron al traste con el trabajo realizado; el equipo cayó al último lugar y descendió a la Segunda División; y al finalizar la campaña siguiente dijo adiós al fútbol. Un retiro que duró varios años.


(Tomado de: Calderón Cardoso, Carlos - Por el amor a la camiseta. (1933-1950). Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1998)

lunes, 1 de abril de 2024

El imperio del León

 


El imperio del León

Diego Mosqueda, hombre de negocios y gran impulsor del fútbol en Irapuato, se mudó en 1920 a la Ciudad de León. Dos años después, fundó el equipo León Atlético, que un poco más tarde se convirtió en el Unión de Curtidores. En poco tiempo, el Unión fue, con mucho, el mejor equipo de Guanajuato.

En 1940, la liga se abrió a la participación de la provincia en el torneo regular, y tres años después el Curtidores fue invitado a gestionar su ingreso. Armando Baqueiro, Pilar Ramírez y Francisco González fueron los encargados de promoverlo. En 1944, el equipo fue aceptado bajo su nuevo nombre: León Fútbol Club, que debutó en la campaña 1944-45.

El León se convirtió en el equipo de la década. En su primera campaña concluyó en el cuarto lugar, la temporada siguiente ocupó el tercero y un año después el segundo. Al fin, en la 1947-48 resultó campeón de Liga y en 1948-49 obtuvo el título de Copa y, automáticamente, el de Campeón de Campeones.

Una trayectoria de veras ascendente. Por si fuera poco, uno de sus delanteros, Adalberto "El Dumbo" López, obtuvo el liderato de goleo durante tres temporadas consecutivas.

Cuando el equipo argentino Independiente de Avellaneda visitó México, el León fue la única escuadra que pudo derrotar a los pamperos, y lo hizo con un contundente 4-0.

El cuadro titular era imponente: Arenaza, Varela y Bataglia; Montemayor, Costa y Conrado; Flores, Marco Aurelio, "El Dumbo" López, Manzotti y "Chancharras" Pérez. Su entrenador era Casullo, un profesional en toda la extensión de la palabra que le dio el conjunto una fisonomía definida y un estilo completamente armónico.

"Pioquinto", gran cronista y político de la época, que más tarde ganó la gubernatura de San Luis Potosí, dijo de aquel conjunto felino: "Este cuadro demuestra que una organización seria en cualquier ámbito logra siempre triunfar. Si hubiera diez equipos como el León, México sería una verdadera potencia en el fútbol."

Tenía razón. El conjunto leonés pudo haberse tomado como punto de partida para organizar el balompié mexicano en la década de los años cincuenta. Pero la historia fue muy distinta…


(Tomado de: Calderón Cardoso, Carlos - Por el amor a la camiseta. (1933-1950). Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1998)

viernes, 22 de diciembre de 2023

El Atlante del general

 


El Atlante del general

Hacia 1933, el Atlante enfrentaba una difícil situación económica. A fines de ese año, se llevó a cabo una reunión a la que asistieron 500 personas dispuestas a brindar su apoyo para sacar a flote al equipo. Así, el Atlante se convirtió en una Sociedad Deportiva, con comisiones de organización, propaganda y nuevos estatutos.

Al conjunto de urgía sangre joven. La directiva lo entendió y en 1936 su presidente anunció la reestructuración del equipo. Sin embargo, la primera medida resultó exagerada: el despido de medio equipo, incluidas figuras rutilantes como Dionisio "Nicho" Mejía, Juan "Trompito" Carreño y Felipe Rosas, "Diente". Como era de esperarse, quienes ayudaban al conjunto decidieron retirar sus aportaciones.

Un grupo de personas ligadas sentimentalmente al equipo, entre ellas Agustín González, "Escopeta", acudió al entonces coronel José Manuel Núñez, jefe de ayudantes de la Presidencia, para pedirle que no dejara morir al Atlante. En una junta realizada el 30 de noviembre de 1936 y presidida por Núñez, se decidió nombrar una nueva directiva y recontratar a la triple "ch" ("Nicho", "Nacha" y "Chúndara"), así como al "Trompito" y al "Diente".

En 1938, recién ascendido a general, Núñez decidió incorporar a la directiva del equipo al ingeniero Guillermo Aguilar Álvarez, quien gracias a sus capacidades organizativas le dio un nuevo realce a la institución. Ese año, cuatro estupendos jugadores tapatíos llegaron al Atlante: "Pirracas" Castellanos y "El Pepino" García Solís, venían del Atlas; "Cazuelas" Grajeda había jugado en el Oro, y la mejor adquisición, "El Peluche" Ramos, había salido del Nacional.

Poco después, el Atlante se hizo de los servicios del tico Hutt y del español Fernando García, una verdadera luminaria de la media cancha. Pronto se sumaron a la escuadra "Pipiolo" Estrada, ex portero del Necaxa, y López Herranz, un extremo de gran habilidad para el desborde.

En 1940, bajo el liderazgo del fabuloso Valtolrá y de un estupendo defensa mexicano, el internacional Carlos Laviada el equipo del general se coronó campeón. Además, el líder goleador de la temporada fue un atlantista: "El Caballo" Mendoza. El entrenador Luis Grosz resultó pieza fundamental en la consecución de estas hazañas. En 1944 el técnico anunció su retiro, alegando motivos personales. A su regreso, en 1945, el cuadro se encontraba en los últimos lugares. Grosz lo llevó hasta el subcampeonato y en la temporada 1946-47 lo hizo nuevamente campeón.

Fue la última vez que el equipo saboreó las mieles del triunfo en manos del general. Núñez opinaba que ser campeón no era negocio ya que se gastaba mucho y el disfrute era efímero, así que por orden del general el equipo no volvió a ser campeón.


(Tomado de: Calderón Cardoso, Carlos - Por el amor a la camiseta. (1933-1950). Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1998)

lunes, 27 de noviembre de 2023

El España y el Asturias

 


El España y el Asturias 


El Club España, que formaba parte del fútbol mexicano desde 1912, continuó como uno de sus máximos exponentes durante las décadas de los treinta y cuarenta. El Asturias, su acérrimo rival, vivió momentos estelares en los años treinta.

Los duelos entre estos equipos se iniciaban mucho antes de saltar a la cancha. Apenas anunciado el partido, los dirigentes empezaban a discutir acaloradamente sobre las condiciones en que debía jugarse: horario, árbitro, cancha... Los jugadores de cada conjunto intercambiaban desafíos y los simpatizantes de ambos bandos, como preludio de las trifulcas que el día del partido se organizaban en las gradas, debatían en las cantinas y los cafés, según corresponde a la rivalidad en torno a un verdadero clásico.

El España, que por lo general ocupaba las primeras posiciones del torneo, sufría para vencer al "cuadro de la Casona", como llamaban al Asturias, un equipo con mala fortuna que con frecuencia perdía juegos, y hasta campeonatos, en el último minuto.

Ambas oncenas llegaron a contar con jugadores excepcionales, algunos de ellos mexicanos, pero sobre todo extranjeros. Entre los nacionales hay que mencionar a Fernando Marcos, Luis "Pirata" Fuente, "Tití" García, Carlos Laviada y Carlos Septién. Entre los importados destacaron Isidro Lángara, "El Charro" Moreno, Luis Regueiro, Aballay, "Butch" y Fernando García.

La verdad es que estos clubes preferían a los extranjeros sobre los locales, a tal grado que alguna vez el España llegó a alinear a nueve españoles, un argentino y ¡un mexicano!

La década de los cuarenta fue difícil para las dos oncenas. La Guerra civil española había dividido las opiniones también en México. En 1939, el parque de los asturianos sufrió un incendio. Nadie pudo convencer a los españoles de que los motivos del atentado no eran políticos. Días más tarde, consumada la derrota de los republicanos, el Casino Español fue atacado por un grupo de personas que, dijeron, rechazaban la presencia de un club en cuyas instalaciones colgaba la fotografía de Franco. En 1949, el Asturias replanteó la posibilidad de retirarse de la liga, luego de que durante una reunión su directiva fue conminada a guardar silencio: "En el ámbito nacional no tienen por qué opinar los gachupines", se le dijo.

Por razones similares, en junio de 1950 el España confirmó su adiós al fútbol profesional. Dos meses después, el 27 de agosto, en una sesión a la que asistieron todos los socios del club, se acordó por mayoría la desaparición de las Asturias. Terminaba un trascendente capítulo en la historia del fútbol mexicano.


(Tomado de: Calderón Cardoso, Carlos - Por el amor a la camiseta. (1933-1950). Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1998)

lunes, 23 de octubre de 2023

El Necaxa, los Once hermanos

 


"Los once hermanos"

A principios de los años treinta, en la calzada de los Cuartos (hoy Obrero Mundial) había una hermosa cancha de fútbol. El sitio pertenecía a un equipo que comenzaba a forjar su leyenda: el Necaxa.

El predominio de este club se inició justo en aquella década, en los años 1932-33 para hacer más precisos. Comandado por míster Crowle, en esa temporada el Necaxa peleó el título con otro gran conjunto: el Atlante. Los aficionados y la prensa daban como favoritos a los atlantistas, pero el marcador (el más abultado conseguido por un equipo en la historia de las finales del fútbol mexicano) fue contundente a favor de los rojiblancos: 9-0.

Para la temporada 1934-35 el Necaxa armó una escuadra arrolladora: goleó a todo el que se le puso enfrente, sostuvo una racha impresionante de 19 partidos invicto y solo perdió en la penúltima jornada del torneo. En 1935, la oncena hizo las veces de selección mexicana durante los Centroamericanos celebrados en El Salvador; el equipo salió triunfante en todos los encuentros, lo que le valió al fútbol de México su primer título internacional. Al término de este torneo, el Necaxa recibió con toda justicia el nombre de "Campeonísimo": en un solo año había conquistado el título de Liga, la Copa México y el campeonato Centroamericano.

En aquel conjunto reinaba la camaradería. Por esta razón, y por la manera en que los jugadores se entendían dentro de la cancha, se les llamó "Los once hermanos": "Pipiolo" Estrada; Camarena y Azpiri; "El Perro" Ortega, "El Calavera" Ávila y Marcial Ortiz; Vicente "El Chamaco" García, Tomás "El Poeta" Lozano, Hilario "El Moco" López, el peruano Lórez y Luis "Pichojos" Pérez.

Luego de la renuncia de mister Crowle a mediados de la temporada 1935-36 )(cuando el equipo atravesaba por un bache), Ernesto Pauler, un austriaco que había jugado como portero con los necaxistas, se hizo cargo del conjunto. Pauler logró enderezar la temporada y, además, consiguió que la oncena ganara nuevamente la Copa México. Ese mismo año, el Necaxa -en representación del DF- obtuvo el III Campeonato Nacional: la estrella del equipo fue Horacio Casarín, un joven de 17 años.

En 1937 el Necaxa resultó una vez más campeón de Liga, luego de una temporada en la que sólo perdió cinco puntos. De la mano de Pauler, el equipo logró formar una nueva camada de jugadores que habría de destacar durante los diez años siguientes. Era el único club en México preocupado por las fuerzas básicas.

A fines de la década de los treinta, "Los once hermanos" se habían dispersado. Algunos cambiaron de equipo, otros se retiraron del futbol y sólo unos cuantos permanecieron activos con los colores necaxistas.

El adiós, el regreso

Aunque siguió cosechando triunfos, en 1943 el Necaxa anunció su retiro. La Liga Mayor de fútbol había decidido profesionalizarse y la directiva necaxista se negaba al cambio: su presidente, el ingeniero César Pedrazzi, argumentaba que el equipo había nacido amateur y moriría amateur.

La verdad era otra. Años antes, W. H. Fraser, gerente de la Compañía de Luz y Fuerza y dueño del conjunto, había sido asesinado. Desde entonces, sus herederos buscaron obtener ganancias con la venta de terrenos. Vender la cancha necaxista representaba para ellos un jugoso negocio. Las leyes impedían que un inmueble utilizado para el deporte fuera transferido para un uso distinto, así que la desaparición del equipo les despejaba el camino.

El 18 de abril de 1943, en la última fecha de aquel campeonato, el Necaxa se despidió derrotando al España 4-3. Los aficionados que abarrotaron las tribunas lloraban lloraban inconsolables. Ese mismo día, en algunos diarios capitalinos aparecieron estos versos, fallidos en la hechura pero certeros en la expresión de la nostalgia, escritos por un aficionado:


Y hoy por vez postrera 

Con cruces rojiblancas 

Brillará por la mañana.

Como antes otras tantas.

Cuando ruede el balón 

Sobre el césped del campo 

Y recuerdes Necaxa 

Que te quisimos tanto,

Rodarán por mis mejillas 

Dos adioses de plata...

Y eran los hermanos 

Once reyes en la cancha.


Algunos socios y ex jugadores, sin embargo, decidieron conservar el nombre del Necaxa. Con muchos sacrificios lograron mantener un equipo dentro de las categorías menores. En 1949, el Sindicato de Electricistas tomó el conjunto bajo su auspicio. Al anunciarse la posible desaparición del España y el Asturias, el Necaxa solicitó a la Federación Mexicana de Futbol su ingreso al campeonato profesional.

Dos días después de haberse confirmado el retiro del Asturias, y no sin ciertas discrepancias, el equipo fue aceptado en el torneo. Así, en 1950, los Electricistas regresaron a la Primera División. Ya no era el conjunto de los dueños, sino el de los empleados, pero había dejado de ser el equipo de las mayorías. Ese título se lo había arrebatado durante su ausencia de siete años otra escuadra rojiblanca: el Guadalajara.


(Tomado de: Calderón Cardoso, Carlos - Por el amor a la camiseta. (1933-1950). Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1998)