El albur o calambur es un juego de palabras con alusiones sexuales para ofender al oyente. El calambur casi siempre es un diálogo que sostienen dos amigos, pues más bien se considera un modo afectuoso de insultar al compañero.
Es común que dos amigos sostengan un diálogo misterioso para los no iniciados, un duelo de ingenio como el siguiente:
-Te cortaron el tupé.
-Melón se comió las plumas, y Melambes el pajarito.
-El diablo te coja confesado.
-¿Conoces al perro cojo de las nalgas negras?
-No te canses, siéntate.
-¿Te gusta el zumo de verdolaga?
-Me torcí un pie.
-A flojo nadie me gana.
-Ah, viento el de México.
-¿Es cierto que afuera de tu casa hay un letrero que dice: "Frío con gas"?
-Dame las buenas noches.
-San Buto te favorezca.
-Puedes hacerme una chaqueta, aunque no seas sastre.
-Quítame el sebo, por lo que te debo.
-Con estos terregales no se puede vivir.
-Ta'lloviendo y no es abril.
-Sacudo por no barrer.
-Zacualco le dijo a Torres.
-Eh chocante.
-Hazme una valona.
-Sí tienes calentura, yo te la curo.
-Bonito tu saco amarillo.
-¿Te gustó ver gotas y no mojarte?
-Rompo la amistad por menos.
-Sóbame la mano, que me la torcí ayer.
-El pico de gallo es muy bueno.
-Eres un echador como no hay otro.
-Agárrame la palabra, ahora que estoy de buenas.
-Mejor te cojo lo que tú ya sabes.
-¿Cuánto me cobras por darme las buenas noticias?
-No sé por qué lo dirá, pero su razón tendrá.
Este duelo verbal podría durar varios días y ninguno de los rivales se rendiría.
Otra técnica del calambur consiste en hacer una pregunta a un amigo, para que éste responda lo que deseamos y después darle una réplica ingeniosa:
-¿Ya viste a Homero?
-¿Cuál Homero?
-El que dio en el mero mero.
También se puede preguntar:
-¿Ya viste a Juan?
-¿Cuál Juan?
-El que te fornicó en San Juan.
A un amigo que busca empleo se le puede engañar contándole:
-Yo sé de un empleo muy bien pagado, y sólo tienes que llevar las listas.
-¿Las de raya?
-Listas las nalgas.
Si sabemos que un compañero de oficina tiene varias hermanas, le podemos decir:
-Te habló por teléfono tu hermana.
-¿Cuál hermana?
-La que traigo de campana.
Otra manera de engañar a un amigo es pedirle:
-Di un color en voz alta, a ver si adivinas el que yo estoy pensando.
Si él ingenuo cae en nuestra trampa, dirá:
-Azul... Morado... Verde...
-Tienes las nalgas -se le contestará en cualquier caso.
Si un amigo llega de la calle con la ropa mojada por la lluvia, se le preguntará:
-¿Te cogió el chaparrón?
Otra broma es contarle a un amigo que se encontraba ausente:
-Te buscó el pelón.
-¿Cuál?
-El Pelón Sobabas.
La técnica del albur es más o menos fácil de descifrar. La persona que ignora algo, le basta suponer lo peor: "Piensa mal y no errarás", es la regla de oro del calambur.
La mayoría de los albures son expresiones fabricadas de antemano, y sus respuestas también son hechas de antemano. Cuando una persona desea ir al excusado anuncia:
-Voy a mi arbolito... voy a hacer del uno... voy a descargar... voy a poner un telegrama.
A lo último se puede contestar:
-Recuerdos a la familia.
Y así hasta el infinito, como en el cuento de nunca acabar. La gente usa expresiones adecuadas a su condición social. La pueblerina que presumía de culta les comunicaba a sus invitados:
-Con permiso del cabildo, mi sobrina va a la mea y también a la caga...
En cambio una señora elegante de verdad afirma:
-Voy al pipis room... al inodoro... a cortar margaritas...
Cuando afirma esto último corre el peligro de que le contesten:
-Aproveche el viaje y haga caca de una vez.
Otra manera de hacer un albur es preguntar inocentemente:
-¿Cuál es el colmo de un albañil?
-No sé.
-Que ponga techo en el excusado de su casa.
Otro:
-¿Sabes cuál es el ave más rara?
-...
-El pájaro quema maíz.
Otro más:
-¿Sabes cuál es el niño más bueno y trabajador de México?
-...
-El niño que teje hincado.
Otro:
-¿Sabes que le dijo el pinche a la cocinera?
-...
-No me arrimes el comal
que no soy tu enchiladera.
Otro:
-¿Sabes qué le dijo el marchante a la catrina?
-...
-No me apriete los limones
porque se llena de jugo.
Otro:
-¿Qué le dijo el jardinero a la viejita?
-...
-Su culantro está seco,
le hace falta su regadita.
Otro:
-¿Qué le dijo el elefante a la hormiguita?
-...
-Ya verás lo que hacemos
con un poco de paciencia y salivita.
Otro:
-¿Cuál es el colmo de una lesbiana?
-No sé.
-Hacer tortillas con máquina.
Otro:
-¿Cuál es el colmo de un pedorro?
-No sé.
-Arrancarse un pedazo del corazón.
Cuando a un amigo se le escapa un aire pestilente, se le puede pedir:
-Cuando se te acabe el perfume me regalas el frasquito.
O bien se le puede aconsejar:
-Licenciado, cuando coma zopilote, arránquele las plumas.
O si se trata de una muchacha hermosa, se le puede rogar con galantería exquisita:
-Señorita, no tenga pena, diga que fui yo.
Si varios caballeros le disputan el honor, y se le adelantan, usted puede decir:
-Señorita, el próximo corre de mi cuenta.
Si se trata de un anciano respetable, es posible dirigirle esta frase:
-Salud y larga vida, venerable anciano.
O esta otra menos formal:
-Saco, revoloteo y ataco
viejo bombo, hijo de chingada.
Si un amigo de mucha confianza perfuma el viento, se le puede invitar:
-El próximo me lo echas en las pelotas.
Invitaron a un ranchero a asistir como testigo a un matrimonio civil. El hombre se presentó puntualmente en el juzgado, pero cuando estaba comenzando la ceremonia, sintió ganas de peer. No encontró otro recurso que salir al corredor próximo a la sala del juzgado. Después de realizar su urgencia, regresó. Varias veces sintió idéntico deseo, y varias veces repitió la cautelosa operación. Llegó un momento en que el juez desesperado, que lo estaba observando, le ordenó:
-Amigo, la próxima vez me lo cambia. Se lo truena aquí, y sale a ventilárselo afuera.
Una manera ingeniosa de hacer calambures complicados es redactar anuncios como los siguientes:
Señorita secretaria, anda mal de la regla... tire la vieja, y cómprese un nuevo Reglatón. Aprobado por el Departamento de Pesas y Medidas.
Señorita, no le teja a su novio la chaqueta. Cómpresela hecha en el Palacio de Fierroduro.
Así el lector puede inventar otros anuncios para divertirse. Otro tipo de albures se llama:
No es lo mismo: "Frío con gas", que freír congas.
No es lo mismo: "Los puños de Enriqueta", que hazme una puñeta.
No es lo mismo: "Ledezma quiere limones y nabos", que le des mamones en el nabo.
No es lo mismo: "Voy a darle ahora que está chiquito", que voy a darle ahora por el chiquito.
No es lo mismo: "Consulado General de Chile", que un general con su chile de lado.
No es lo mismo: "A la cocinera se le pegan los huevos en el traste", que pegarle a la cocinera los huevos en el traste.
No es lo mismo: "Enterrar un ala de pájaro en la noche", que a la noche te entierro el pájaro.
No es lo mismo: "Enchílame esta gorda", que engórdame este chile.
No es lo mismo: "Tener un barco de buena envergadura", que tener una buena verga dura.
Una manera popular de hacer calambures, es formarlos con supuestos nombres propios de extranjeros. Se puede ofrecer una lista, por ejemplo, de los integrantes de una misión comercial japonesa:
Kimono Oyito, Tezuda Tuchiko, Tekojo Tuyo, Michaira Tadura, Zummo Mipicha, Teiede Tubuche, Toko Tukulo, Chichi Takaida, Techo Jocoke, Jodde Todito, Teago Tuijito.
Casi cualquier tipo de adivinanza o chascarrillo se puede transformar en calambur. Por ejemplo:
-¿En qué se parece la mujer a la radio?
-En que la mujer primero se toca, y después se calienta, y la radio primero se calienta y después toca.
(Tomado de: Lomas, Juan (recopilador). Teoría y práctica del insulto mexicano. Colección Duda semanal. Editorial Posada, S. A. México, 1974)