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viernes, 8 de marzo de 2024

Evita Muñoz "Chachita"

 


Evita Muñoz "Chachita", la genial Hermelinda, Linda


Desde muy pequeña apareció en películas tanto de corte ranchero como del género urbano, mostrando su enorme talento y disponibilidad para resolver con originalidad cualquier escena, por más chabacana que fuera. Indudablemente que sus legendarias participaciones en las obras maestras de Ismael Rodríguez, Nosotros los pobres y Ustedes los ricos le otorgaron la permanencia hasta nuestros días, sin embargo nunca olvidó el aspecto cómico de los personajes populares en un sin número de comedias desde Ay Jalisco no te rajes y Qué verde era mi padre. Su notable caracterización y sobre todo su actuación en Hermelinda Linda, y su secuela, basada en la conocida historieta, le brindaron la oportunidad de una interpretación que puede calificarse como genial.


(Tomado de Terán, Luis - La risa en rosa. Cómicos inolvidables del cine mexicano. Somos Uno, especial de colección número 8, año 8, Editorial Eres, S.A. de C.V., México D. F., 1997)

lunes, 10 de abril de 2023

Pedro de Urdimalas

 

Consumado excéntrico, creador de "Pepe el Toro" y con él de toda la leyenda de Pedro Infante, Pedro de Urdimalas solía mantener estacionado un viejo vehículo en las afueras de su casa. Dentro del automóvil le esperaba el maniquí de una mujer que luego se quedó sola. La escena hubiera fascinado al escritor uruguayo Felisberto Hernández.

Jesús Camacho Villaseñor nació el 22 de julio de 1911 en Guadalajara, Jalisco. Adoptó el seudónimo "Pedro de Urdimalas" -tomado de una obra de Miguel de Cervantes- después de ganar el concurso radiofónico de aficionados de "Don Leandro", que le hizo merecedor de una invitación para cantar en un club de Nueva York. Sin embargo, convenció a Emilio Azcárraga Vidaurreta -en aquel entonces presidente de la XEW- de que le cambiara el viaje por un espacio radiofónico para presentar su programa en vivo El espejo mágico, que luego cambió su nombre por el de Topillos y Planillas. Estos personajes lo hicieron famoso, pues luego los interpretó acompañado de su hermano en las cintas clásicas Nosotros los pobres y Ustedes los ricos, en las que figuraban como parejas de "la Guayaba" y "la Tostada", que serían las madres de muchas generaciones de mexicanos. Los guiones de esas cintas se deben a su pluma.

Escribió, asimismo, los libretos de Los tres García, A toda máquina, Qué te ha dado esa mujer, y También de dolor se canta. Se desempeñó como guionista de cintas que marcaron momentos clave: Ladronzuela, última película de Blanca Estela Pavón; Los olvidados, de Luis Buñuel, y otras películas de Clavillazo, Viruta y Capulina. Urdimalas ocupaba una posición aventajada en la industria del entretenimiento y dio sus primeras oportunidades a Eulalio González "Piporro", Lola Beltrán y los Polivoces. Compuso canciones que gozaron de mucha fama en su momento: Amorcito corazón, Dicen que soy mujeriego y Te quiero más que a mis ojos, que Pedro Infante interpretó en la última película de su vida, Tizoc.

A pesar de su edad avanzada en la década de los años noventa seguía activo y recibía homenajes espontáneos de estudiantes y críticos de cine. En 1993 sufrió un infarto del que se recuperó, pero hacia mediados de 1995 tuvo que abandonar su domicilio en la colonia Campestre-Churubusco de la ciudad de México y fue internado de emergencia en el Centro Médico Siglo XXI por una nueva crisis cardiaca. El martes 19 de diciembre entró en una fase crítica y fue necesario conseguir 18 unidades de sangre para que se le aplicaran transfusiones constantes.

El miércoles 20 su salud empeoró aún más, hasta que sobrevino la muerte a las 12:00 hrs. Fue velado en la Agencia Gayoso Félix Cuevas y al día siguiente se le dio sepultura. Le sobrevivieron su esposa, la actriz Ana María de Camacho, y quince hijos, nacidos de sus cuatro matrimonios.


(Tomado de: Todo México 1996. Resumen ilustrado de los acontecimientos más importantes registrados en México en 1995 para la actualización de la Enciclopedia de México. Kentucky, EUA, 1996)

miércoles, 9 de diciembre de 2020

Amelia Wilhelmy

 

(La de Juan Mariguano fue una de las caracterizaciones más celebradas de Amelia Wilhelmy)

Su carrera inició en las carpas durante los años veinte y, al poco tiempo, llegó a infinidad de escenarios importantes, primero como variedad en las salas de cine y luego como actriz.

Primogénita de la actriz Refugio Juárez y del tenor cómico Adolfo M. Wilhelmy, nació en Mazatlán, Sinaloa, el 29 de mayo de 1901, durante una gira realizada por sus padres en el noroeste de la República.

A los seis años de edad debutó en el Teatro Escobedo de Guaymas, Sonora, como integrante de la compañía de zarzuela "Arcadio Mendoza Negrón".

Su encomienda no fue fácil, ya que hizo una imitación de Emilia Trujillo "La Trujis", frente a la propia tiple cómica.

Luego de sortear aventuras y desventuras románticas con el director de orquesta Juan Antonio Pérez -con quien procreó a su primogénito Luis- y con el actor cómico José Muñoz Reyes "Chupamirto" -padre de sus hijos Refugio y Luis Armando-, la actriz fue descubierta en 1928 por Roberto "Panzón" Soto en el salón Rívoli, interpretando personajes de "peladas" o borrachitas.

Al preguntársele por esos días si había surgido de teatrillos o carpas, ella respondió: "No. Hacía mucho que tiempo que ya no trabajo en esos lugares. No obstante, ¡cuidado, va usted a creer que yo reniego de ellos! No, señor. Toda mi vida de arte la he pasado en las carpas de los suburbios. Ahí me he formado. Me he ido superando poco a poco, hasta donde me ha sido posible. Me he dado a conocer a públicos que, a pesar de su humanidad, son a veces más comprensivos que otros aparentemente más selectos. Por eso, pues, a nadie oculto ni ocultaré nunca que empecé a adquirir mi personalidad en las carpas".

El 3 de febrero de 1928 debutó exitosamente en la revista Así se gobierna, interpretada por la compañía de "El Panzón" Soto en el Teatro María Guerrero. Ahí interpretó por primera vez a su Juan Mariguano, personaje complementario de Doña Grifa, popularizado ocho años antes por Guadalupe Rivas Cacho.

"Ésta es la caracterización que ha gustado quizá más al público. ¿Por qué? Es muy sencillo: yo he estudiado profundamente a estos juanes desventurados, que aprovechan los asuetos del cuartel, visitan, a escondidas de sus superiores, las cantinas y las pulquerías de las barriadas de México. Y ya ebrios hablan de sus campañas militares. Sus fantásticos triunfos. Su arrojado valor y heroísmo. Y todo esto salpicado con las citas de algunos jefes: mi general Villa..., mi general Diéguez..., mi general Obregón [...]".

(Junto con Delia Magaña -La Tostada- fue La Guayaba)

Destruyendo el pasado

En octubre de 1936 siendo figura de primera línea, participó en la inauguración del Follies Bergere al lado de Mario Moreno "Cantinflas", Manuel Medel y Rosita Fornés.

El controvertido cineasta gallego Juan Orol fue el primero que le encomendó un rol cinematográfico en El derecho y el deber (1937), donde interpretó a "Checa".

Ese mismo año intervino en ¡Así es mi tierra! (1937), de Arcady Boytler, alternando con "Cantinflas" y Medel, pero se le recuerda más por su trabajo en Caminos de ayer (La mano de Dios, 1938), dirigida por el hispano Quirico Michelena. Encarnó a "La Chispa", gracioso personaje que baila repegado con Eusebio Torres "Don Catarino".

Al cabo de representar con éxito en la revista La segunda conquista (1939), al lado de Cantinflas, Amelia Wilhelmy se sobrepuso a sus enfermedades para intervenir en La abuelita (1942), de Raphael J. Sevilla, además de realizar temporadas en los Teatros Colonial, Follies Bergere y Lírico.

Los cuarenta fueron años sumamente productivos para su carrera fílmica. Participó en El capitán Malacara (1944), de Carlos Orellana, y ¡Qué verde era mi padre! (1945), de Ismael Rodríguez. Eso le reportó diversos elogios, como el del periodista José María Sánchez García quien, en septiembre de 1947, escribe que entre las "artistas mexicanas del género cómico-vernáculo, figura a la cabeza Amelia Wilhelmy, que ha conquistado aplausos a granel en los escenarios de toda la República, y que los sigue conquistando, sin que le haga sombra ninguna artista más joven y más atractiva que cultive el mismo género".

Ese periodo lo completó con Nosotros los pobres (1947), y secuela Ustedes los ricos (1948) -donde encarnó a la simpática teporocha "La Guayaba", pareja del "Planillas" (Ricardo Camacho) e inseparable compañera de "La Tostada" (Delia Magaña)-, además de No desearás la mujer de tu hijo (1949), y en su continuación La oveja negra (1949).

También actuó en Cabaret Shangai (1949), e Infierno de los pobres (1950), ambas de Juan Orol, y A.T.M. (A toda máquina, 1951), donde interpreta a una rechoncha conductora de diminutivo automóvil, bajo la dirección de Ismael Rodríguez.

Cuando trabajó en este último proyecto se encontraba aquejada de hemiplejía, enfermedad que la mantuvo postrada en una silla de ruedas durante sus últimos años de vida.

Para colmo, un día, al sufrir un ataque de nervios, destruyó sus recuerdos más preciados, quizá para olvidarse de que su existencia transcurrió exitosamente. Murió en 1964.

(Tomado de: Ceballos, Edgar - Somos Uno, especial de colección, Las reinas de la risa. Año 12, núm. 216. Editorial Eres, S.A. de C.V., México, D.F., 2002)

martes, 6 de noviembre de 2018

El palacio negro de Lecumberri



Un espacio inescapable de la nota roja: la cárcel capitalina, la Penitenciaría, el Palacio Negro de Lecumberri. A lo largo del siglo, en las galeras del “santuario del crimen” actúan, coexisten, se pelean y se matan los seres-que-no-tiene-nada-que-perder, la colección extremosa jamás convenida de la tesis moralista: “El crimen no paga”. En la nota roja las lecciones de Lecumberri, las que sean, se disuelven en el “culto a la personalidad criminal”, en los inacabables reportajes sobre los grandes inquilinos del Palacio Negro: Goyo Cárdenas, Jacques Mornard, El Sapo (con la estadística funeraria en su haber: más de trescientos asesinatos), el falsificador Enrico San Pietro, el cantante Paco Sierra, Fidel Corvera Ríos, Humberto Mariles.

A la fascinación “heterodoxa” contribuyen las tradiciones del lugar: el apando (el encierro), la fajina, los crímenes en las celdas, los usos amorosos que incluyen la violación de los recién llegados. Pero si la Penitenciaría es, stricto sensu, un infierno, en la mitología popular Lecumberri es lo prohibido, la vecindad sin salidas, la continuación de lo mismo entre rejas. Al confinamiento se llega por razones de la crueldad incontrolable, las debilidades amatorias, los desfalcos, los robos, las explosiones de alcohol y la pasión. Por la cercanía de la cárcel y lo cotidiano, en decenas de películas –Nosotros los Pobres, 1947, de Ismael Rodríguez, la más famosa; El Apando, de Felipe Cazals, la más violenta- Lecumberri es a la vez el recinto de la maldad, la concentración de vicios y desechos humanos, y lo contrario, un espacio de la solidaridad, la colectividad más extremosa en un país todavía comunitario. Y si al cine mexicano lo excede la tarea de dramatizar la corrupción, la indefensión social y la patología criminal, acierta en algo con todo: el público, aunque vea en la cárcel a la degradación última, la asocia también con la injusticia (“Tantos ladrones que andan sueltos”) y con la desgracia infinita de ser pobre: “Si tienes dinero la pasas bien hasta en la cárcel”.

El 26 de agosto de 1975 Lecumberri cierra sus puertas para reaparecer como Archivo General de la Nación.

(Tomado de: Carlos Monsiváis – Los mil y un velorios (Crónica de la Nota Roja). Alianza Editorial y CNCA, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. México, D.F., 1994)