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lunes, 2 de septiembre de 2024

Nueva España, de la mina al puerto

 


 De la mina al puerto 


A lo largo del siglo XVIII, la minería, eje de la actividad económica novohispana, experimentó un auge impresionante. Si a finales del siglo XVII la producción de metales preciosos apenas rebasaba los 19 millones de pesos por quinquenio, ya entre 1805 y 1809 había alcanzado su tope histórico de 122 millones. Esta tendencia creciente de la producción minera se mantuvo durante todo el siglo XVIII. 

El florecimiento de la explotación de la plata fue estimulado en las tres fases de su proceso productivo: la extracción del mineral, el beneficio (separación de la plata del metal básico) y la conversión final de éste en moneda. La introducción de la pólvora para explosiones subterráneas abarató e hizo más eficiente la extracción. Por otro lado, hacia 1770 comenzó a extenderse el sistema de amalgamación en el beneficio de la plata, reemplazando la fundición, que requería de equipos muy complicados y costosos. Desde 1730 se inició la modernización de la Casa de Moneda, que aceleró la fase final de la producción de plata. En 1804 esa institución contaba con más de 400 empleados y era capaz de acuñar 30 millones de pesos al año. 

Además de las innovaciones técnicas, algunas medidas administrativas como la creación del Tribunal y el Colegio de Minería favorecieron el desarrollo de esta actividad. La carga tributaria sobre la minería fue rebajada y la corona concedió varios subsidios fiscales a las minas de alto rendimiento. A su vez, la reducción de los precios del hierro, del acero, la pólvora y el azogue aseguró un mayor acceso a los productos básicos. Por último, el buen nivel de los salarios atrajeron a nuevos pobladores hacia las zonas mineras, como las recién descubiertas minas de Catorce y la Valenciana. 

El Reglamento de Comercio Libre aplicado en la Nueva España desde 1789, intensificó la exportación de plata y otros productos de gran demanda, como la grana cochinilla y el azúcar. Esta liberación del comercio destruyó el monopolio que ejercían el puerto de Cádiz, en España, y el Consulado de Comerciantes de la ciudad de México, en la Nueva España. Sobrevino entonces una avalancha de productos españoles (textiles, vino, aceitunas, aguardiente...) en los mercados americanos y una disminución del precio de las exportaciones tradicionales de la Nueva España. El precio de la libra (400-460 gramos) de grana cochinilla, por ejemplo, cayó de más de 30 a 11 pesos hacia 1789. Los nuevos flujos comerciales y las leyes contra los monopolios afectaron al Consulado de la ciudad de México, pero impulsaron la aparición de otras agrupaciones. Así lo demuestra la creación en 1795 de los consulados de Veracruz y de Guadalajara. 

Los mineros y, sobre todo, los comerciantes eran en su mayoría peninsulares. A diferencia de los hacendados, americanos por lo general, los comerciantes eran originarios de las provincias vascongadas, Santander, Cataluña y Asturias. Las prácticas monopólicas del gremio les permitieron acumular cuantiosas fortunas. Mediante matrimonios con jóvenes criollas, se fue tejiendo una red de alianzas familiares entre los grandes propietarios de la tierra, los mineros y los comerciantes, que dio lugar a la próspera élite económica de la Nueva España. En 1810 este grupo reaccionó violentamente contra el levantamiento separatista encabezado por el padre Miguel Hidalgo.


(Tomado de: Florescano, Enrique y Rojas, Rafael - El ocaso de la Nueva España. Serie La antorcha encendida. Editorial Clío Libros y Videos, S.A. de C.V. 1a. edición, México, 1996)

martes, 22 de octubre de 2019

¿Por qué fue tan importante la minería en la Nueva España?

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¿Por qué fue tan importante la minería en la Nueva España?


Aunque inicialmente los conquistadores esperaron encontrar abundante oro y plata de forma accesible, los primeros resultados fueron más bien pobres. Fue hasta mediados del siglo XVI que colonizadores del norte descubrieron y explotaron los primeros yacimientos importantes de plata en Zacatecas. La búsqueda de nuevos yacimientos pronto se intensificó con buenos resultados pues ya para finales de dicho siglo se habían establecido destacadas exploraciones mineras, fundamentalmente de plata, en Guanajuato, Pachuca y otros enclaves. A ello se sumó la invención de un procedimiento novedoso de “beneficio”, es decir, de separación del mineral de los otros materiales que lo acompañan, por medio de la utilización del mercurio o azogue, como se le nombraba con más frecuencia en aquella época. Inició entonces un primer período de auge minero que concluyó hacia 1630, se recuperó lentamente a partir de 1665 y que volvió a despuntar a finales del periodo colonial, gracias a nuevas e importantes inversiones.
A pesar de que en un principio la producción de plata novohispana era modesta comparada con la de Perú (“la mesa con patas de plata”), a la postre resultó ser mucho más constante y creciente a pesar de sus altibajos, al punto que llegó a convertirse en la principal fuente de ingresos de la Corona. Ésta es una de las primeras razones de su importancia, puesto que, debido al constante estado de guerra de España con las demás potencias europeas, el rey dependió para mantener la administración y sus ejércitos de los impuestos que recababa por la explotación y comercio de los metales americanos. Este dinero no se quedaba en la metrópoli ya que la Corona se encontraba casi siempre endeudada con los banqueros de los países a los que combatía, quienes invertían sus ganancias en la naciente industria, de modo destacado, la de producción de telas de lana. Así las cosas, la plata de las colonias fue imprescindible en la formación de una burguesía financiera y, como consecuencia, en la primera etapa de industrialización europea. Además, debido a que en fechas tempranas se estableció en la Nueva España la primera Casa de Moneda en América (1537), la plata novohispana, convertida en moneda acuñada, también sirvió como instrumento de comercio prácticamente en todo el mundo durante muchas décadas.
Al interior del virreinato la minería también fue trascendental pues dio lugar a la formación de una poderosa clase social distinta a la de los conquistadores y encomenderos que diversificó sus inversiones y favoreció nuevas empresas. Esta clase contribuyó a la exploración de los territorios del norte y a su colonización, con gran éxito ahí donde se encontraron yacimientos mineros. Estos nuevos establecimientos, al igual que los otros centros mineros, produjeron a su vez un complejo económico en el que, alrededor de la mina y para satisfacer sus necesidades de abasto tanto de alimento como de bestias de carga, de insumos varios, etc., se fueron creando haciendas agrícolas y ganaderas que terminaron por abastecer no sólo a las propias minas, sino a las ciudades cercanas. De este modo se dibujó el escenario predominante del campo novohispano.


(Tomado de: Silva, Carlos - 101 preguntas de historia de México. Todo lo que un mexicano debería saber. Random House Mondadori, S. A. de C. V., México, D. F., 2008)

sábado, 28 de abril de 2018

Juan Acuña y Bejarano

Juan Acuña y Bejarano






Marqués de Casafuerte, 37° virrey de la Nueva España, nacido en Lima, Perú, en 1658; gobernó de 1722 hasta su muerte, en 1734. Hizo construir la Casa de Moneda y la Aduana de Veracruz; estableció una fundición de cañones en Orizaba. En el primer año de su virreinato fueron sometidos los coras, en la Sierra del Nayar, indígenas que habían logrado mantener su independencia hasta dos siglos después de la conquista de México. Además, trató de poblar Texas con colonos venidos de las Islas Canarias.

(Tomado de: Enciclopedia de México)