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viernes, 27 de septiembre de 2024

El Bajío, cuna de la insurgencia

 


Cuna de la insurgencia 

La fértil región que se extiende al norte de Michoacán y Querétaro se le llama el Bajío. Es una zona de llanuras templadas, donde a una primavera seca sigue un verano de fuertes lluvias. Estas características, y sus fértiles tierras negras, permitieron el desarrollo de los cultivos de maíz, trigo, cebada y grandes pastizales para la ganadería. Durante su viaje por la Nueva España, en 1803, Humboldt quedó admirado ante la fertilidad de las tierras de Silao, León y Celaya, que le recordaron "los campos más atractivos de Francia”.

A mediados del siglo XVIII, el Bajío era ya una próspera frontera entre la ganadería y la minería del norte del país y las grandes haciendas de los valles centrales. Esta condición de zona intermedia aceleró el mestizaje, introdujo formas más complejas de propiedad y propició actividades económicas diversas: agricultura, ganadería, industria textil, minería. El impulso en estas áreas desató un proceso de relativa urbanización y aumento de la población a mediados del siglo. En 1790, en Guanajuato, donde se hallaba la mina de la Valenciana, la producción de plata sobrepasó los cinco millones de pesos, mientras que los habitantes de la ciudad y sus alrededores sumaban ya unas 55,000 personas. 

La agricultura del Bajío presentaba una gran complejidad en las formas de posesión de la tierra. A diferencia del norte de la Nueva España, las haciendas coexistían con ranchos, estancias y pueblos de indios. La mayoría de las haciendas eran trabajadas por peones, arrendatarios, aparceros y precaristas. En 1793, en la región había 1,076 ranchos y unas 448 haciendas, de manera que a fines del siglo XVIII el rancho era la forma de propiedad agraria más común. Sus pequeños propietarios, los rancheros, como la mayoría de los arrendatarios, eran mestizos o criollos, constituían un grupo social sumamente dinámico. Luis González ha señalado que esos rancheros sentían "la idolatría de la tierra", un regionalismo muy acentuado. 

La riqueza, la variedad económica y la integración racial y cultural hicieron de esta región un modelo del nuevo medio social que se estaba formando en la Nueva España: más mestizo que criollo. Sin embargo, ese dinamismo fue afectado por los fenómenos climáticos que en 1785-86, 1789 y 1790 provocaron carestías y escasez de granos muy severas. Por ese motivo, tan sólo en 1786 murieron 85,495 personas en la intendencia de Guanajuato. Rancheros independientes y jornaleros tuvieron que abandonar sus cultivos y trabajar como aparceros o peones en las haciendas cercanas. En Charco de Araujo, una hacienda próxima al pueblo de Dolores el número de labradores arrendatarios aumentó bruscamente hacia 1795. La inseguridad, la dependencia y la pobreza condujo a esos campesinos a rebelarse, unos años más tarde, en contra del poder colonial. Muchos de ellos, siguiendo la voz del cura Hidalgo, gritaron: ¡Viva el rey Fernando VII! ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Muera el mal gobierno!


(Tomado de: Florescano, Enrique y Rojas, Rafael - El ocaso de la Nueva España. Serie La antorcha encendida. Editorial Clío Libros y Videos, S.A. de C.V. 1a. edición, México, 1996)

lunes, 1 de abril de 2024

El imperio del León

 


El imperio del León

Diego Mosqueda, hombre de negocios y gran impulsor del fútbol en Irapuato, se mudó en 1920 a la Ciudad de León. Dos años después, fundó el equipo León Atlético, que un poco más tarde se convirtió en el Unión de Curtidores. En poco tiempo, el Unión fue, con mucho, el mejor equipo de Guanajuato.

En 1940, la liga se abrió a la participación de la provincia en el torneo regular, y tres años después el Curtidores fue invitado a gestionar su ingreso. Armando Baqueiro, Pilar Ramírez y Francisco González fueron los encargados de promoverlo. En 1944, el equipo fue aceptado bajo su nuevo nombre: León Fútbol Club, que debutó en la campaña 1944-45.

El León se convirtió en el equipo de la década. En su primera campaña concluyó en el cuarto lugar, la temporada siguiente ocupó el tercero y un año después el segundo. Al fin, en la 1947-48 resultó campeón de Liga y en 1948-49 obtuvo el título de Copa y, automáticamente, el de Campeón de Campeones.

Una trayectoria de veras ascendente. Por si fuera poco, uno de sus delanteros, Adalberto "El Dumbo" López, obtuvo el liderato de goleo durante tres temporadas consecutivas.

Cuando el equipo argentino Independiente de Avellaneda visitó México, el León fue la única escuadra que pudo derrotar a los pamperos, y lo hizo con un contundente 4-0.

El cuadro titular era imponente: Arenaza, Varela y Bataglia; Montemayor, Costa y Conrado; Flores, Marco Aurelio, "El Dumbo" López, Manzotti y "Chancharras" Pérez. Su entrenador era Casullo, un profesional en toda la extensión de la palabra que le dio el conjunto una fisonomía definida y un estilo completamente armónico.

"Pioquinto", gran cronista y político de la época, que más tarde ganó la gubernatura de San Luis Potosí, dijo de aquel conjunto felino: "Este cuadro demuestra que una organización seria en cualquier ámbito logra siempre triunfar. Si hubiera diez equipos como el León, México sería una verdadera potencia en el fútbol."

Tenía razón. El conjunto leonés pudo haberse tomado como punto de partida para organizar el balompié mexicano en la década de los años cincuenta. Pero la historia fue muy distinta…


(Tomado de: Calderón Cardoso, Carlos - Por el amor a la camiseta. (1933-1950). Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1998)

sábado, 17 de septiembre de 2022

Expansión territorial y conquistas siglo XVI, II

  


Fundaciones

Las expediciones militares fundaron en su recorrido villas y fuertes que corrieron diferentes suertes. Unas se conservaron, otras con el tiempo se despoblaron y desaparecieron. Muchas de ellas originaron nuevos centros, que a su vez sirvieron de punto de partida para la penetración en territorios desconocidos.

Una de las principales fuerzas que movieron este avance paulatino a territorios inexplorados fue la misma que empujó a algunas expediciones militares: la búsqueda de metales preciosos. Pequeños grupos de hombres se internaban en tierras de chichimecas, impulsados por alguna vaga noticia acerca de la existencia de vetas. Los poblados fundados a causa de ello eran, a su vez, origen de otros.

Así como la expedición de Francisco de Ibarra tuvo su génesis en la zona minera de Zacatecas, se estimuló la formación de poblaciones en la zona del Bajío; en un principio fueron presidios (lugares donde estaba destacada una fuerza militar) y crecieron gracias al comercio que se efectuaba con la región minera. Tal es el caso de San Miguel el Grande.

Por 1554, los chichimecas comenzaron a asaltar y robar sistemáticamente las carretas que transitaban con mercaderías rumbo a Zacatecas. Al principio se intentó detener estos asaltos mediante una campaña militar, organizada por don Luis de Velasco, quien puso a Francisco de Herrera al frente de numerosos soldados. Pero esta fuerza no consiguió dominar a los indios, los cuales sistemáticamente se refugiaban en sitios inaccesibles ante la presencia de los soldados. Otras campañas militares, como la de Hernán Pérez de Bocanegra, consiguieron el mismo resultado.

Se vio, pues, que era indispensable buscar otra manera de proteger la seguridad de los caminos; la mejor manera de conseguirla sería fundar otras poblaciones además de San Miguel el Grande, que fueron Celaya, Aguascalientes y León. Pero estas fundaciones no bastaron para contener a los chichimecas, los cuales siempre encontraban un lugar o un momento propicio para atacar, de manera que se trató de lograr un acuerdo de paz con ellos. Un mestizo llamado Miguel Caldera estableció conversaciones con los indios y, finalmente, en la época de don Luis de Velasco el segundo, se logró la paz. El virrey comprometióse a darles carne para su sustento. En cambio, ellos aceptaron que se fundaran poblados de indios y de españoles en las regiones que habitaban. Así nacieron San Luis de la Paz, San Miguel Mezquitic y Colotlán.

También la ganadería originó el que se abrieran nuevos territorios a la expansión española. La rápida reproducción del ganado creó grandes problemas a la agricultura en las zonas centrales de Nueva España. Los cultivos de las regiones de Tepeapulco, del valle de Toluca, de Oaxaca y Jilotepec eran destruidos con mucha frecuencia por los rebaños; para evitarlo, el virrey ordenó que se dirigieran a zonas donde había grandes extensiones de tierra despoblada. Así fue como en los años posteriores a 1540 se inició el establecimiento de estancias ganaderas en tierras habitadas por chichimecas. Se introdujo la ganadería en los llanos de San Juan del Río, en la región de Apaseo y en Querétaro. Antes del descubrimiento de las vetas de plata, Guanajuato existía como estancia de ganado, propiedad de Pedro Muñoz. A medida que las regiones fueron aumentando su población, el ganado fue conducido más al norte; y con el tiempo llegó a ser una de las causas del nacimiento de grandes haciendas, como la de Francisco de Urdiñola, gobernador de Nueva Vizcaya, en Coahuila, a principios del siglo XVII.

Fundaciones hechas por indios.

El papel representado por los indios sedentarios en la colonización y población del virreinato de Nueva España es de suma importancia. Ya en las primeras expediciones que se llevaron a cabo para acrecentar el dominio español se encuentran los grandes ejércitos de indios aliados que las acompañaban. Pedro de Alvarado condujo tlaxcaltecas a Guatemala. De Tlaxcala, Huejotzingo y Cholula procedían los indios que auxiliaron a Nuño de Guzmán en la conquista de Nueva Galicia. Ibarra, Carbajal y Oñate utilizaron sus servicios, y cuando se consideró indispensable la colonización de Texas, los tlaxcaltecas fueron llevados también allí.

Pero no sólo se recurrió a ellos en las campañas militares, sino que como pacificadores fueron enviados para fundar en regiones alejadas de sus centros de origen. Se pensaba que ante el ejemplo de su vida, que transcurría en forma pacífica y organizada, los indios nómadas terminarían, a su vez, por aceptar ser reducidos. Así, fray Juan de San Miguel estableció con guamares, otomís y tarascos el pueblo de San Miguel, conocido actualmente como el Viejo para distinguirlo de la población española que se formó años después con el fin de detener los ataques de los chichimecas.

Cuando don Luis de Velasco logró la paz con estos últimos, se llevaron cuatrocientas familias de tlaxcaltecas, que fundaron Tlaxcalilla (muy cerca de San Luis Potosí), San Miguel Mezquitic, San Andrés y Colotlán. Para evitar que Saltillo continuara despoblándose, Francisco de Urdiñola fundó muy cerca San Esteban de la Nueva Tlaxcala.

Las poblaciones establecidas por las autoridades españolas con fines civilizadores tuvieron una organización especial que favorecía el que los indios ofrecieran menos resistencia a abandonar sus lugares de origen. A los habitantes se les dotaba de tierras y agua, se prohibía la proximidad de estancias propiedad de españoles, e incluso se limitaba su paso por ellas. Se les autorizaba tener ganados y poseer caballos, y sus parroquias eran administradas por frailes. No siempre se logró mantener estas condiciones, porque los españoles, que vivían o tenían estancias en las regiones donde estos pueblos se fundaron, trataban de obligarlos a trabajar en su provecho y procuraban apoderarse de las tierras que consideraban buenas, haciendo caso omiso de las disposiciones existentes para la protección de estos poblados. No fue posible conseguir la fusión de los indígenas llevados del centro con los nómadas que aceptaban reducirse, porque los primeros siempre miraron con menosprecio a los segundos.

Aparte los movimientos de población india, a los que nos hemos anteriormente, hubo otros hacia el norte, en que en forma espontánea un gran contingente de indios se dirigió en busca de la libre contratación a las zonas mineras y a las estancias de ganado.

La expansión misional.

A partir del territorio conquistado por Hernán Cortés, las órdenes religiosas extendieron sus labores misionales hasta regiones distantes y desconocidas. Los frailes seguían instaurando nuevos centros para la predicación, sin esperar que nuevos establecimientos de españoles dieran a los lugares una relativa seguridad. En esta actividad son muy conocidos fray Juan de San Miguel, quien predicando recorrió tierras que ahora pertenecen al estado de Guanajuato; fray Bernardo Cosin llegó al actual estado de San Luis Potosí; fray Andrés de Olmos evangelizó la Huasteca; fray Andrés de Segovia y fray Miguel de Bolonia, en 1541, fundaron el pueblo de Juchipila; fray Agustín Rodríguez, en 1581, predicaba en territorios inexplorados, los cuales en la actualidad pertenecen al estado de Chihuahua, y fray Juan de Larios, en 1674, fundó la misión de San Francisco de Coahuila. Los misioneros redujeron a muchos indios, que terminaron por adaptarse a la vida sedentaria, y facilitaron el posterior establecimiento de centros españoles, que encontraban en estos pueblos la mano de obra necesaria para sus estancias y haciendas.

Muchas veces la llegada de hacendados que trataban de obligar a los indios reducidos a que trabajasen en sus propiedades destruyó la labor de los evangelizadores, porque ellos, que habían aceptado paulatinamente la vida en los pueblos y que algunas veces difícilmente se habían sometido a la autoridad de los frailes, se rebelaban ante las exigencias de autoridades y propietarios de tierras, y se volvían a los montes o huían a las sierras, destruyendo las misiones y matando a la población blanca y a los misioneros.

A causa de ello, durante los siglos XVI y XVII, en el norte las misiones estuvieron constantemente expuestas a la destrucción, y el trabajo de los religiosos se vio muchas veces reducido a la nada; entonces volvían a empezar, construyendo nuevas misiones o reconstruyendo las perdidas.

Franciscanos y jesuitas fueron principalmente los encargados de la evangelización en tierras de chichimecas. Los franciscanos ejercieron las misiones principalmente en Zacatecas, Nueva Vizcaya (actualmente los estados de Durango y Chihuahua), Nuevo Reino de León, Coahuila y Texas; es decir, hacia el norte y este de Zacatecas.

Sinaloa (norte del estado que lleva ese nombre) fue punto de partida para los jesuitas; se extendieron hacia el este por la Sierra Madre Occidental, y hacia el norte por las regiones que llamaron Ostimuri, Sonora y Pimerías, en el actual estado mexicano de Sonora y en el norteamericano de California.

Expansión por necesidades de defensa.

Nueva España siempre tuvo problemas de defensa en la región septentrional. La amenaza que representaba el avance de los establecimientos franceses obligó a las autoridades españolas a ocuparse de la colonización de provincias, que no habían presentado atractivos suficientes a fin de mover a su poblamiento espontáneo.

En 1682, Roberto Cavelier, señor de La Salle, partió de Nueva Francia (Canadá) y exploró el río Mississippi de norte a sur hasta llegar a su desembocadura. El gobierno francés consideró que la comunicación fluvial con el golfo de México era de gran trascendencia y ayudó a La Salle para que en una segunda exploración se adentrara por el río en sentido inverso al de la expedición anterior.

Los exploradores llegaron a La Florida en el año 1684; costeando, pasaron frente a la desembocadura del Mississippi, al parecer sin advertirla. Continuaron navegando y desembarcaron en la bahía del Espíritu Santo, donde fundaron el fuerte de San Luis. La Salle exploró la región, siempre en busca del río, que no encontró. Viendo que los bastimentos se habían perdido, decidió ir por tierra en busca de auxilio. En el camino algunos de sus compañeros lo asesinaron y los hombres del fuerte quedaron abandonados a su ventura. Los indios, que advirtieron su precaria situación, los atacaron y mataron.

En la capital del virreinato de Nueva España se tuvo noticias del desembarco de los franceses, porque capturaron a unos piratas que hablaron sobre la fundación del fuerte de San Luis. De Cuba y Veracruz partieron navíos que recorrieron las costas del golfo de México sin encontrar al enemigo, aunque hallaron los restos de una nave.

Mientras tanto, los gobernadores de Nueva Vizcaya y del Nuevo Reino de León recibieron informes de los misioneros y de los indios sobre algunos extranjeros vestidos de hierro, que andaban entre los texas preguntando por las minas de plata, y los aconsejaban en contra de los españoles, a los que decían no debían obedecer porque no eran buenos. El capitán Alonso de León hizo prisionero a un francés, el cual no pudo proporcionar datos sobre el sitio que buscaban porque no había pertenecido a la fuerza de La Salle, sino a un grupo que había salido de Nueva Francia con intenciones de encontrarlo. El indio Juan Xaviata procuró los datos que finalmente permitieron en el año 1689 la localización de las ruinas del fuerte de San Luis en la bahía del Espíritu Santo.

Con el fin de evitar que en lo venidero los franceses pudieran ocupar esa región, en 1690 el rey ordenó que los franciscanos de Santa Cruz de Querétaro se encargaran de fundar misiones entre los texas. La primera fue la de San Francisco y, apoyándose en ella, otras que no tuvieron muy larga vida, ya que se abandonaron en 1694 debido a los problemas que presentaban su abastecimiento y mantenimiento.


(Tomado de: Camelo, Rosa - Expansión territorial y conquistas. Historia de México, tomo 6, México colonial. Salvat Mexicana de Ediciones, S.A. de C.V. México, 1978)

lunes, 26 de julio de 2021

Rodolfo Gaona

 


El Califa, torero, nació en León de los Aldamas, Gto., en 1888 [murió el 20 de mayo de 1975]. Fue discípulo de Saturnino Frutos, Ojitos, en el propio León. El 1° de octubre de 1905 hizo su presentación en la plaza El Toreo, de la Ciudad de México. El 31 de mayo de 1907 recibió la alternativa española de manos de Manuel Lara, Jerezano, en la plaza de Tetuán de las Victorias, en Madrid; el 5 de julio siguiente, en una plaza de la carretera de Aragón, Juan González Nandín le confirmó la alternativa. Después de varias temporadas en el país y en España se retiró de los ruedos el 12 de abril de 1925, en la plaza El Toreo. Destacó por su personalidad y elegancia, sobre todo con la capa. Un lance del toreo se llama gaonera en honor suyo.


(Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S. A. México D.F. 1977, volumen V, - Gabinetes - Guadalajara)


jueves, 26 de diciembre de 2019

Manuel Doblado


Nació en San Pedro Piedra Gorda, Guanajuato, el 12 de junio de 1818. Profesor del Colegio de Guanajuato. Diputado Federal en 1847, se opuso a los tratados de paz con los Estados Unidos. Desempeñó varias veces el cargo de gobernador del Estado de Guanajuato. Se opuso al golpe de Estado de Comonfort y apoyó, reconociendo la legalidad al régimen sustituto de Juárez. Nombrado ministro de Relaciones Exteriores en diciembre de 1861, tuvo a su cargo las negociaciones con los representantes de España, Gran Bretaña y Francia, y firmó los Preliminares de la Soledad en 19 de febrero de 1862. Renunció el 13 de agosto de 1862. Continuó la lucha como militar y se le designó gobernador de Jalisco. No acompañó a Juárez en su éxodo hasta Paso del Norte. Se internó en Estados Unidos muriendo en Nueva York en 1865. 


(Tomado de:  Tamayo, Jorge L. (Introducción, selección y notas) - Antología de Benito Juárez. Biblioteca del Estudiante Universitario #99. Dirección General de Publicaciones, UNAM, México, D. F. 1993)

viernes, 13 de diciembre de 2019

Santos Degollado

Nació en la ciudad de Guanajuato en 1811. En 1828 llegó a Morelia, donde trabajó de escribiente en la Haceduría de la Catedral. Autodidacto ejemplar, llegó a formarse una vasta cultura. En 1835 se suma al movimiento liberal. Siendo gobernador de Michoacán don Melchor Ocampo (1846), fue designado secretario de la Dirección de Estudios del Estado; también había sido presidente de la Junta Directiva de Fomento de Artesanos; al reabrirse el Colegio de San Nicolás fue nombrado secretario del plantel, al que dio gran prestigio.  
Actuó en el Bajío, como uno de los principales sostenedores de la Revolución de Ayutla. Por riguroso escalafón pasó de soldado raso a general. Al triunfo del movimiento liberal, Comonfort le nombró gobernador y comandante general de Jalisco; participó en el Congreso Constituyente de 1856; en marzo de 1858 fue nombrado ministro de Guerra y Marina y general del Ejército Federal. Fue uno de los más esforzados paladines de la causa progresista; participó en múltiples batallas con espíritu denodado, aunque casi siempre con suerte desafortunada, por lo que se le llamó el Héroe de las derrotas y el Santo de la Reforma.
Destituido de su alto cargo, en 1860, y sometido a proceso, por entablar pláticas para pacificar el país, con el encargado de negocios de Inglaterra, George W. Mathew, en las que se planteó el reemplazo de Juárez como presidente y la reunión de un nuevo congreso.
Al ser fusilado Melchor Ocampo en Tepeji del Río, el 4 de junio de 1861, solicitó y obtuvo de la Cámara de Diputados que se le permitiera, a fin de salir al mando de una columna militar a batir a los conservadores y vengar la muerte de su hermano, el ilustre reformador. El 15 de junio de 1861, en el Monte de las Cruces, al trabar el primer combate con las fuerzas de Márquez, halló la muerte.

(Tomado de:  Tamayo, Jorge L. (Introducción, selección y notas) - Antología de Benito Juárez. Biblioteca del Estudiante Universitario #99. Dirección General de Publicaciones, UNAM, México, D. F. 1993)


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(Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S.A. México, D.F. 1977, volumen III, Colima-Familia)

lunes, 30 de septiembre de 2019

Menonitas



Para 1921 ya se habían formalizado las gestiones para la inmigración menonita. Procedentes de Canadá, obtuvieron una fracción del latifundio de Bustillos y un Pliego de garantías del presidente Álvaro Obregón:

1.- No estarán obligados al servicio militar.

2.- En ningún caso se les obligará a prestar juramento.
3.- Tendrán el más amplio derecho de ejercitar sus principios religiosos y practicar las reglas de su iglesia, sin que se les moleste o restrinja para nada.
4.- Quedan ampliamente autorizados para fundar sus escuelas con sus propios maestros, sin que el gobierno los obstruccione para nada.
5.- Podrán disponer de sus bienes en la forma que estimen más conveniente y el gobierno no presentará objeción alguna a que los colonos establezcan entre ellos el régimen económico que voluntariamente se proponen adoptar.
Pertenecen a la secta protestante encabezada por Simón Menon, sacerdote católico que originalmente abrazó el luteranismo y más tarde se aproximó a los anabaptistas, rechazando lo que de ofensivo hubiera para las demás comunidades cristianas.
Los primeros colonos llegaron a la jurisdicción de Cusihuiriachi a partir de febrero de 1922. Se organizaron en dos colonias, Manitoba y Swint Curent, subdivididas en campos numerados desde el 1 en la primera y desde el 101 en la segunda. 
Cada colonia está gobernada por un obispo y en los asuntos generales los dos obran conjuntamente. Desde entonces se han multiplicado considerablemente; de las colonias chihuahuenses se han desprendido otros núcleos que se han establecido en Durango y Guanajuato, y en Belice y Bolivia. Muy trabajadores, no crean problemas a las autoridades, pero son reacios a mezclarse con la población nativa. El Art. 30 de la Constitución previene: “Son mexicanos los que nazcan en el territorio de la República, sea cual fuere la nacionalidad de sus padres.” Sin embargo, los inmigrantes menonitas de 1922 consideran que el Pliego de garantías se extiende a sus descendientes.

(Tomado de: Enciclopedia de México, Tomo III, Colima-Familia; art. Cuauhtémoc (Municipio del Edo. De Chihuahua). México, D.F. 1977.)

martes, 7 de mayo de 2019

Juventino Rosas


(1868-1894) Nació en Santa Cruz, Guanajuato, el 25 de enero de 1868; su padre, que era músico lo enseñó a tocar el violín. Desde pequeño tocan en bailes y festividades de su pueblo. En 1875 toda la familia se trasladó a México, donde comenzaron a ganarse la vida trabajando de músicos en una escoleta. Unos años después Juventino entró al Conservatorio Nacional, donde siguió estudiando violín, piano y algunos instrumentos de viento. En 1885 ejecutó un solo de violín en el Teatro Nacional, en una función a la que asistió el presidente Porfirio Díaz y miembros de su gabinete, quienes elogiaron mucho al joven violinista. En 1888 compuso una marcha de guerra que dedicó a Cuauhtémoc, y varias romanzas. También a esa época corresponden Te volví a ver, Sueño de las flores, Seductora y Ensueño. Fue director de la orquesta que tocaba en la Alberca Pani y en los baños del Factor, frecuentados por la alta sociedad. Dedicó a la señora Calixta Gutiérrez de Alfaro su famoso vals Sobre las olas. Compuso también otro vals titulado Carmen en honor a la esposa de don Porfirio Díaz. En 1894 emprendió una gira en barco con una compañía italiana y al enfermar gravemente, fue desembarcado en Batabanó, Cuba, donde falleció el 13 de julio de 1894.


(Tomado de: Moreno Rivas, Yolanda - Historia de la Música Popular Mexicana. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Alianza Editorial Mexicana. México, D. F., 1989)



miércoles, 23 de enero de 2019

Fundación de Guanajuato

 (Vista desde el Mirador, Guanajuato)
 
El desarrollo de Guanajuato fue similar al de Zacatecas. Hacia 1557 se difundió la noticia de que se habían descubierto ricos yacimientos de plata y se volcaron en sus terrenos multitud de españoles atraídos por la posibilidad de enriquecerse, cosa que rara vez lograban. Espontáneamente se creó en el sitio un desordenado caserío y sólo en 1557 se fundó oficialmente lo que con el tiempo llegaría a ser la joya urbana de la Nueva España.

Durante 1558 fue descubierta la famosa veta madre, que con sus treinta kilómetros de extensión constituye una de las más ricas del mundo. Pero todavía a fines del siglo XVI la futura ciudad era un poblacho insalubre y violento, cuya “plebe minera, de condición indomable y altiva, promovía frecuentemente y por las más leves causas, alborotos y tumultos terribles”, según escribieron al virrey los notables del poblado. Para colmo de males, en 1599 “se emborrascó” la mina principal: el hambre y el desempleo cundieron y la población de la localidad se redujo a escasos cuatro mil habitantes.

En 1610 se concluyeron los primeros edificios públicos y se inició la construcción de algunos templos; apenas en 1671 se comenzó a levantar la actual parroquia. Pero la actividad minera mejoró en grado modesto y para fines del siglo XVII Guanajuato ya contaba 16,000 habitantes diseminados a lo largo de la cañada donde se asienta la población. Salvo algunas casonas que se alzaban en los alrededores del convento de San Diego y otros templos, la mayor parte de las casas eran de adobe y entre ellas abundaban las chozas de paja. Las únicas placitas eran las de La Paz, la de San Diego y la de San Roque.

En el siglo XVIII hubo cambio de dinastía, los nuevos reyes borbones sumieron a España en la miseria y la abyección, pero decidieron promover la actividad económica en las colonias, para así poder cobrarles más impuestos, y como reordenaron hábilmente la restrictiva política fiscal, Guanajuato tuvo un nuevo despegue espectacular. En los primeros años del siglo se construyeron varios edificios públicos, las calles principales fueron realineadas y empedradas y en 1749 se terminó de construir la presa de la Olla, que resolvió el problema de abastecimiento de agua potable. Sobre todo, en 1760 se descubrió la potencialidad de la fabulosa mina de La Valenciana y a partir de entonces Guanajuato ascendió a la cúspide. Las calles principales fueron adoquinadas y los magnates como Antonio Obregón y Alcocer, el marqués de Rayas, el conde de Pérez Gálvez y Diego Rul mandaron construir sus fastuosas residencias.
 
 
(Mina El Nopal, Guanajuato)

Guanajuato ascendió al rango de intendencia. En 1792 llegó a ella como intendente el general Juan Antonio de Riaño y Bárcenas, un hombre extraordinariamente dinámico que desde el momento de su toma de posesión empezó a embellecer las “casas reales” (edificios públicos), trazó nuevas y coquetas plazuelas, dotó de magnífico atrio a la parroquia, no dejó calle sin empedrar o adoquinar y en 1798 colocó la primera piedra de la alhóndiga, un imponente edificio que, más que almacén de granos, parecía un suntuoso palacio. Fue terminado en 1809, apenas a tiempo para servir de escenario a uno de los episodios más importantes de la historia de México.
 
 
(Alhóndiga de Granaditas, Guanajuato)

Al iniciarse el siglo XIX se asignaba a Guanajuato una población de 68,000 habitantes, o sea que rivalizaba con Puebla. Los mineros de la localidad ganaban los salarios más altos del virreinato y quizá del mundo y los gastaban en constantes fiestas y borracheras. Luego en septiembre de 1810 resonó el Grito de Dolores y Guanajuato fue tomada por los insurgentes. En el caos resultante las minas fueron abandonadas y sus instalaciones destruidas o descuidadas, por lo que la gente huyó en masa de la ciudad, hasta que sólo quedaron en ella unos 6,000 habitantes. La maleza cubrió las calles y hasta las mejores casas se ofrecían gratis a quien quisiera cuidarlas.

De Guanajuato y sus alrededores partió el gentío llegado a San Luis Potosí a partir de 1592, cuando fueron descubiertas otras minas en esa comarca. En 1608 se hundieron las minas y el caserío surgido a raíz del auge casi se despobló, pero a mediados del siglo XVII se descubrieron nuevos yacimientos y la actividad retornó. En el siglo XVIII fueron construidos los principales edificios de la ciudad que en vísperas de la independencia contaba 11,000 habitantes. Luego partieron de San Luis y sus cercanías los pobladores de Real de Catorce, otro centro minero que conoció la opulencia durante algunos años y al cabo decayó, reducida a pueblo fantasma.
 

(Tomado de: Armando Ayala Anguiano - ¡Extra! Contenido. México de carne y Hueso III. Tercer tomo: La Nueva España (1). Editorial Contenido, S.A. de C.V., México, D.F., 1997)


 

viernes, 28 de diciembre de 2018

Sóstenes Rocha


Nativo de Guanajuato, ingresó en el Colegio Militar en 1851, y al terminar sus estudios pasó al cuerpo de Zapadores en 1853. Fiel al gobierno republicano, se distinguió en las guerras de Reforma y contra el Imperio. Ganó la batalla de Dante Gertrudis y participó en el sitio de Querétaro. Apoyo firme de Juárez, sofocó la revuelta de la Ciudadela en 1871 y liquidó la de la Noria, en el Estado de Zacatecas. Fue director del Colegio Militar. Murió el 31 de marzo de 1897.

(Tomado de: Jorge L. Tamayo - Antología de Benito Juárez)

lunes, 22 de octubre de 2018

Vicki Baum

Vicki Baum
 


Nació en Viena en 1887; murió en Hollywood en 1960. Escritora de origen judío, entre sus novelas se encuentra El Ángel sin cabeza (Headless Ángel), de ambiente mexicano. Vivió una larga temporada en Guanajuato para reconstruir el ambiente en que se mueven sus personajes, situados en la época de la insurgencia. Desde su adolescencia vienesa Vicki Baum solía tener un sueño que se repetía con frecuencia: una selva con un sinnúmero de setas comestibles en el suelo. En mayo de 1952 se enteró de que algo parecido existía en el sur de Chiapas, entre Comitán y los lagos de Montebello, y emprendió el viaje. La realidad superó su fantasía: a la visión de la selva con miles de hongos se añadieron las orquídeas en los árboles. La novelista consideró ese viaje con una de las experiencias más felices de su vida.

 

(Tomado de: Enciclopedia de México, tomo 2)

martes, 9 de octubre de 2018

Catedral de Guanajuato



En lo que fuera la primera iglesia parroquial -ya desaparecida-, fue construido otro templo que llegó a llamarse de De Bracho.

Al crecimiento de la población, se acordó en el año de 1567 erigir un templo más al centro, escogiéndose el lugar donde actualmente existe.


Se comenzó a construir con los fondos de las cofradías, concluyéndola el 8 de septiembre de 1625. Sus habitantes, habiéndola encontrado muy pobre e indigna de su ciudad, acordaron derribarla para edificar la que ahora es la Catedral, habiendo sido solemnemente inaugurada con el acostumbrado boato y suntuosidad el 15 de agosto de 1752.


La torre que mira a la plaza fue concluida el 5 de enero de 1782. Todo el edificio es una maravilla de la orfebrería arquitectónica mexicana.


(Tomado de: Casasola, Gustavo – 6 Siglos de Historia Gráfica de México 1325-1976. Vol. 2. Editorial Gustavo Casasola, S.A. México, 1978)



sábado, 19 de mayo de 2018

José María Luis Mora

José María Luis Mora



Con la firma de Un ciudadano de Zacatecas, en 1831, cierto estudio magistral triunfó en un concurso convocado por la legislatura local de esa entidad. El estudio se intitulaba: Discurso sobre la naturaleza y aplicación de las rentas y los bienes eclesiásticos. Su autor era José María Luis Mora.


Con dicho estudio inició el largo proceso de secularización de la nación mexicana; en la calidad y el ejemplo, la visión clara de la realidad, la honestidad y desinterés de ese hombre, la generación liberal de 1857 tuvo a uno de sus mejores maestros. Su pensamiento la dotó del primer programa económico, político y social que llevó a la estructuración de México en el curso del siglo XIX.



Nacido en Chamacuero (hoy Comonfort, Guanajuato) Mora estudió en Querétaro y en la ciudad de México. Licenciado y doctor en Teología se ordenó sacerdote y en 1825 realizó por sí mismo los estudios de abogado y presentó el examen correspondiente en el estado de México. Armado con un enorme caudal de conocimientos que abarcaban –dice Silva Herzog- todas las ciencias sociales: derecho, historia, sociología, ciencia económica, política, ciencia de la educación, estadística y un acabado pensamiento filosófico, el doctor Mora abordó la vida pública como el más acabado y prístino reformador.



Maestro de latín y humanidades en el colegio de San Ildefonso en 1820, y del curso de economía política por él establecido en la misma institución en 1823, contempló desde la cátedra y el estudio los acontecimientos que estremecían a la nación, y los analizó con frialdad y con valor a través de su amplísima cultura. Como diputado al congreso constituyente del estado de México, colaboró en la formulación de leyes hacendarias, de ayuntamientos y de las que creó el Instituto Científico y Literario de dicha entidad, donde más tarde estudiaron Ignacio M. Altamirano e Ignacio Ramírez.



En 1831 reveses políticos lo hicieron refugiarse en Zacatecas, al amparo del grupo liberal formado por Valentín Gómez Farías y Francisco García Salinas. En ese lugar Mora escribió el Catecismo Político de la Federación y el Discurso sobre la naturaleza y aplicación de las rentas y los bienes eclesiásticos, considerado como “el documento más concienzudo, erudito y dialéctico que sobre esa materia se ha escrito en México y en toda América”.



Electo diputado al congreso general de la República por el estado de Guanajuato en 1833, inspiró la brillante administración de Gómez Farías, en la que culminó la actividad creadora del doctor Mora, para continuar en 1835 en el exilio y perpetuarse hasta nuestros días pues, en palabras de Herzog, “su figura crece cada día, como el árbol copudo y frondoso que ofrece en la llanura asilo al caminante”.



Fue entonces uno de los seis directores de la Dirección General de Instrucción Pública, director de Ciencias Ideológicas y Humanidades y el encargado de la elaboración del plan educativo para México. Sencillo y modesto, Mora trató siempre de ocultarse tras su propio pensamiento al considerar que “las cuestiones se hacen odiosas porque personalizan, ya que el medio más seguro para hacer ilusorias las reformas es envolver las cosas en las personas”.



Su decisión y energía se aprecian en sus palabras: “Si a todo se le tiene miedo y se buscan medidas que carezcan absolutamente de inconvenientes, no será posible hallarlas, ni se adelantará jamás un paso en las reformas sociales tan urgentes en el estado actual de la República.” El sociólogo y educador se revela: “Si la educación es el monopolio de ciertas clases y de un número más o menos reducido de familias, no hay que esperar ni pensar en sistema representativo, menos republicano, y todavía menos popular. La oligarquía es el régimen inevitable de un pueblo ignorante.”



Mora opuso a la escolástica colonial, hace un siglo, el culto a los héroes; y al absolutismo de los Borbones el sistema representativo, la división de poderes en el gobierno, elecciones periódicas y populares, la libertad de producir y de comerciar, de imprenta y de pensamiento, la inviolabilidad de la propiedad y la responsabilidad de los funcionarios públicos.



Las obras de Mora bien pueden considerarse como los documentos reformistas más completos de la época.


(Tomado de: Mejía Zúñiga, Raúl - Benito Juárez y su generación. Colección SepSetentas, núm. 30. Secretaría de Educación Pública, México, D.F., 1972)


lunes, 30 de abril de 2018

Francisco Eduardo Tresguerras

Francisco Eduardo Tresguerras


Nació el 13 de octubre de 1745 en la ciudad de Celaya. Hizo sus estudios de arquitecto en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, sobre la pintura no tuvo mucha importancia lo poco que ejecutó.

Su escasa fortuna no le permitió ni siquiera soñar en ir a Europa, se conformó con visitar la capital de la Nueva España. La mayor parte de su vida la pasó en el Bajío donde ejecutó grandes y maravillosas obras de arte.

Dejó para la posteridad obras como: la iglesia del Carmen en Celaya,


el pórtico de san Francisco, el Puente de la Laja, la torre de san Agustín de la misma ciudad; en Querétaro ejecutó la fuente de Neptuno,

la fachada del convento de Teresitas, el exterior del templo de Santa Rosa, en San Luis Potosí, y esa hermosa caja de Agua, y muchas otras más.

(Tomado de: Casasola, Gustavo – 6 Siglos de Historia Gráfica de México 1325-1976. Vol. 2. Editorial Gustavo Casasola, S.A. México, 1978)

sábado, 31 de marzo de 2018

Hermenegildo Bustos

Hermenegildo Bustos


(Hermenegildo Bustos. Autorretratro)


Nacido y muerto en Purísima del Rincón, Guanajuato (1832-1907). Nevero de oficio, durante el invierno recogía la nieve que se formaba en las pencas de los magueyes, la enterraba en un pozo profundo, cubierto de paja, y la vendía en el verano, añadiéndole sabores de frutas. En sus tiempos libres pintaba y siempre firmó como “aficionado”; sin embargo, se sabe que estudió 6 meses total al lado de Juan N. Herrera.

(Retrato de Francisca Valdivia, 1856)

(Retrato de Dolores Hollos, 1864)


El descubrimiento de su obra se debe a Francisco Orozco Muñoz, quien logró reunir más de un centenar de pequeños óleos suyos sobre lámina y unos cuantos sobre tela. Para el templo parroquial de su pueblo pintó El Nacimiento de Cristo, Jesús ante Pilatos, La última Cena y El purgatorio; ejecutó también algunos retablos y dos bodegones donde representó las frutas que utilizaba para producir sus helados; pero lo verdaderamente notable son los retratos que hizo de sus parientes y vecinos, “lleno de carácter, de fuerza, de mexicanidad, hasta hacer de cada uno de ellos pequeñas grandes obras maestras”, al decir de Fernando Gamboa. Junto con José María Estrada, Bustos es el máximo exponente de la pintura popular del siglo XIX mexicano.






(Tomado de: Enciclopedia de México)



miércoles, 28 de marzo de 2018

Ing. Ponciano Aguilar

Ing. Ponciano Aguilar



Nació y murió en Guanajuato, Guanajuato. (1853-1935). Por más de 40 años sirvió las cátedras de electroquímica, metalurgia, geología, paleontología y construcción en el Colegio del Estado. Dirigió la obra de la presa La Esperanza, en Guanajuato, y del túnel que atraviesa la ciudad. Descubrió el mineral denominado aguilarita.


Tomado de: Enciclopedia de México)

domingo, 18 de marzo de 2018

Concepción Béistegui

Concepción Béistegui




Nació en Guanajuato, Gto., en 1820; murió en la Ciudad de México en 1870. Dispuso en su testamento que, una vez cubiertos los legados que dejaba, se destinase el remanente de sus bienes a socorrer a los pobres, del modo que sus albaceas determinasen. Luciana Béistegui, Juan Rodríguez de San Miguel, Mariano Yáñez y Francisco Azurmendi, en cumplimiento de aquel encargo, decidieron fundar un hospital en el local que perteneció al antiguo convento de Regina, en la capital de la república. La institución se abrió al público, con el nombre de Hospital Concepción Béistegui, el 22 de marzo de 1886. Desde entonces ha recibido cuantiosos donativos.

(Tomado de: Enciclopedia de México)

jueves, 15 de marzo de 2018

Lucas Alamán



Nació en Guanajuato, Gto., en 1792; murió en la Ciudad de México en 1853. Estudió química y mineralogía en el Real Seminario de Minería y luego pasó a Europa, en donde continuó aprendiendo minería en Freyberg y Gotinga, Alemania. En París cursó química y ciencias naturales. 

Fue electo diputado a las Cortes de Cádiz y durante su permanencia en España redactó el Ensayo sobre las causas de la decadencia de la minería en la Nueva España y un Dictamen sobre el importante ramo de la minería. Dicho dictamen sirvió de base a un decreto emitido por la Junta Provisional Gubernativa de México (1821), que se proponía impulsar las actividades mineras. Constituyó en Inglaterra la Compañía Unida de Minas, con la cual inició la explotación del Cerro del Mercado, Dgo. Alamán dedicó muchos esfuerzos al progreso económico del país, entre los cuales figuran la organización del Banco de Avío, la creación de industrias textiles en Orizaba y Celaya, el mejoramiento de la ganadería y la fundación de escuelas de artes y de agricultura. Fue apoderado y administrador de los intereses del antiguo Marquesado del Valle. sin embargo, su actividad más relevante la desarrolló como ministro de Relaciones Exteriores. Desde ese cargo se opuso a la colonización de Texas y se empeñó en fijar los límites entre México y Estados Unidos conforme al Tratado Adams-Onís; fomentó una política de acercamiento con las naciones hispanoamericanas, como defensa frente a Estados Unidos y estableció una relación pacífica con Guatemala. Aprovechó también el cargo para fundar el Archivo General de la Nación y el Museo de Antigüedades y de Historia Natural.

En lo político, Alamán aparece como campeón de las ideas conservadoras y monárquicas. Además de muchos artículos, informes oficiales y estudios particulares, dejó dos obras fundamentales: Disertaciones sobre la historia de la República Mexicana  desde la época de la conquista que los españoles hicieron a fines del siglo XVI de las islas y continente americano hasta la Independencia  e Historia de México desde los primeros movimientos que prepararon su Independencia en el año de 1808 hasta la época presente. La vida y obra de Alamán han sido muy controvertidas y han merecido numerosos estudios, entre otros los siguientes: Luis Chávez Orozco: “Lucas Alamán”, en Cuadernos Americanos (julio-agosto de 1943); Moisés González Navarro: El pensamiento político de Lucas Alamán (1952); Alfonso López Aparicio: Alamán, primer economista de México (1956); y José C. Valdés: Alamán, estadista e historiador (1938).

(Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S. A. México D.F. 1977, volumen I, A - Bajío)