sábado, 19 de mayo de 2018

José María Luis Mora

José María Luis Mora



Con la firma de Un ciudadano de Zacatecas, en 1831, cierto estudio magistral triunfó en un concurso convocado por la legislatura local de esa entidad. El estudio se intitulaba: Discurso sobre la naturaleza y aplicación de las rentas y los bienes eclesiásticos. Su autor era José María Luis Mora.


Con dicho estudio inició el largo proceso de secularización de la nación mexicana; en la calidad y el ejemplo, la visión clara de la realidad, la honestidad y desinterés de ese hombre, la generación liberal de 1857 tuvo a uno de sus mejores maestros. Su pensamiento la dotó del primer programa económico, político y social que llevó a la estructuración de México en el curso del siglo XIX.



Nacido en Chamacuero (hoy Comonfort, Guanajuato) Mora estudió en Querétaro y en la ciudad de México. Licenciado y doctor en Teología se ordenó sacerdote y en 1825 realizó por sí mismo los estudios de abogado y presentó el examen correspondiente en el estado de México. Armado con un enorme caudal de conocimientos que abarcaban –dice Silva Herzog- todas las ciencias sociales: derecho, historia, sociología, ciencia económica, política, ciencia de la educación, estadística y un acabado pensamiento filosófico, el doctor Mora abordó la vida pública como el más acabado y prístino reformador.



Maestro de latín y humanidades en el colegio de San Ildefonso en 1820, y del curso de economía política por él establecido en la misma institución en 1823, contempló desde la cátedra y el estudio los acontecimientos que estremecían a la nación, y los analizó con frialdad y con valor a través de su amplísima cultura. Como diputado al congreso constituyente del estado de México, colaboró en la formulación de leyes hacendarias, de ayuntamientos y de las que creó el Instituto Científico y Literario de dicha entidad, donde más tarde estudiaron Ignacio M. Altamirano e Ignacio Ramírez.



En 1831 reveses políticos lo hicieron refugiarse en Zacatecas, al amparo del grupo liberal formado por Valentín Gómez Farías y Francisco García Salinas. En ese lugar Mora escribió el Catecismo Político de la Federación y el Discurso sobre la naturaleza y aplicación de las rentas y los bienes eclesiásticos, considerado como “el documento más concienzudo, erudito y dialéctico que sobre esa materia se ha escrito en México y en toda América”.



Electo diputado al congreso general de la República por el estado de Guanajuato en 1833, inspiró la brillante administración de Gómez Farías, en la que culminó la actividad creadora del doctor Mora, para continuar en 1835 en el exilio y perpetuarse hasta nuestros días pues, en palabras de Herzog, “su figura crece cada día, como el árbol copudo y frondoso que ofrece en la llanura asilo al caminante”.



Fue entonces uno de los seis directores de la Dirección General de Instrucción Pública, director de Ciencias Ideológicas y Humanidades y el encargado de la elaboración del plan educativo para México. Sencillo y modesto, Mora trató siempre de ocultarse tras su propio pensamiento al considerar que “las cuestiones se hacen odiosas porque personalizan, ya que el medio más seguro para hacer ilusorias las reformas es envolver las cosas en las personas”.



Su decisión y energía se aprecian en sus palabras: “Si a todo se le tiene miedo y se buscan medidas que carezcan absolutamente de inconvenientes, no será posible hallarlas, ni se adelantará jamás un paso en las reformas sociales tan urgentes en el estado actual de la República.” El sociólogo y educador se revela: “Si la educación es el monopolio de ciertas clases y de un número más o menos reducido de familias, no hay que esperar ni pensar en sistema representativo, menos republicano, y todavía menos popular. La oligarquía es el régimen inevitable de un pueblo ignorante.”



Mora opuso a la escolástica colonial, hace un siglo, el culto a los héroes; y al absolutismo de los Borbones el sistema representativo, la división de poderes en el gobierno, elecciones periódicas y populares, la libertad de producir y de comerciar, de imprenta y de pensamiento, la inviolabilidad de la propiedad y la responsabilidad de los funcionarios públicos.



Las obras de Mora bien pueden considerarse como los documentos reformistas más completos de la época.


(Tomado de: Mejía Zúñiga, Raúl - Benito Juárez y su generación. Colección SepSetentas, núm. 30. Secretaría de Educación Pública, México, D.F., 1972)


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