miércoles, 2 de mayo de 2018

Juan Vicente de Guémes Pacheco de Padilla Horcasitas y Aguayo



Segundo Conde de Revillagigedo, fue el quincuagésimo segundo virrey, de 1789 a 1794; tomó posesión del virreinato de la Nueva España el 17 de octubre de 1789, en la Colegiata de Guadalupe.

Revillagigedo nació en la Habana, hizo sus estudios y carrera militar en las tropas de la Casa Real. La firmeza de su carácter y la prudencia fueron las dotes que desplegó durante su gobierno.



El 24 de octubre al dar principio su administración sucedió un acontecimiento que consternó a los habitantes de la colonia. Don Joaquín Dongo, acaudalado vecino, de esta muy noble ciudad amaneció asesinado junto con su cuñado, cuatro dependientes, el cochero y otros cuatro criados. De la caja de caudales se llevaron una gran cantidad de dinero y alhajas, no dejando huellas ni sospechas de quienes podían haber sido los autores del salvaje crimen.

El virrey dictó apremiantes órdenes para esclarecer el delito y después de una gran actividad de las autoridades, lograron la aprehensión de los criminales, siendo estos tres españoles llamados Felipe Aldama, Joaquín Blanco y Baltazar Quintero. Se les formó un proceso en el que confesaron su delito, se recuperaron las alhajas y el dinero, siendo sentenciados a sufrir la pena de “garrote”, acto que se llevó a cabo en la Plaza de Armas el 7 de noviembre en un cadalso enlutado.


Revillagigedo dictó beneficios para hermosear y limpiar la ciudad de México, la que más tarde se le consideró como la más bonita del Nuevo Mundo: mandó asear el Palacio y desalojar a los puestos de comidas que aquí había; prohibió severamente arrojar basura en las calles; mandó a recoger los cerdos y vacas que vagaban por las calles de la ciudad; mandó empedrar las principales calles; construyó atarjeas y tapó varias acequias.



Pidió prestados ciento cincuenta mil pesos para continuar su obra; pidió al sabio José de Alzate perfeccionara el estudio sobre la seda silvestre para favorecer al indígena; el 17 de diciembre de 1790 al estar ejecutando obras en la Plaza Mayor, se encontró la famosa piedra Tonalamatl, el “Calendario Azteca”, ordenó el virrey fuera enviada al arqueólogo don Antonio de León y Gama para su estudio y descripción de los jeroglíficos; mejoró el servicio de correos en todo el país, aumentando las estafetas a lugares muy remotos y las diligencias conducían correspondencia y bultos grandes.

Ordenó se efectuara en todo el país un censo de población, el que dio por resultado que en el año de 1795 la Nueva España contara con 4,483,569 habitantes. Estos datos fueron minuciosamente mandados a tomar por los Intendentes y Gobernadores de las provincias.


Por su honradez, manejó los fondos públicos y la actividad que desarrolló en bien de la capital de la Nueva España, se conquistó muchos enemigos, los que confabularon promoverle un juicio de residencia. El Ayuntamiento presentó una requisitoria muy terrible. El Consejo de Indias recibió el proceso y este tribunal falló la Inculpabilidad condenando a los regidores de México, al pago de costas por haberle formado inicua acusación.


Revillagigedo no llegó a saber de su rehabilitación, pues triste y colmado de desengaños entregó el bastón de mando el 12 de julio de 1794, muriendo el 12 de mayo de 1799. El rey Carlos IV, para honrar su memoria, le dio la recompensa del título de Grande de España con derecho a sus descendientes.


(Tomado de: Casasola, Gustavo – 6 Siglos de Historia Gráfica de México 1325-1976. Vol. 2. Editorial Gustavo Casasola, S.A. México, 1978)

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