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lunes, 16 de enero de 2023

Miguel Canto, el pequeño ministro de la defensa

 

Miguel Canto, el pequeño ministro de la defensa

La década de los 70 del boxeo mexicano tuvo nombre y apellido: Miguel Canto. Durante más de 7 años no dejó de aparecer en los medios deportivos. Entre enero de 1975 y febrero de 1979 no hubo rival que pudiera arrebatarle su campeonato. Hizo 14 defensas de manera exitosa, un récord en el ámbito mexicano. Sin embargo, su falta de golpeo demoledor, conjuro mágico para la afición, lo colocó en una posición de mediano perfil en la atención de la prensa. Era más espectacular seguir a Carlos Zárate, Pipino Cuevas o Alfonso Zamora. También tenía otro factor en contra el pequeño Miguel Canto era de provincia, del estado más lejano del centro del país: Yucatán.

Desde que debutó como profesional el 5 de febrero de 1969, antes de buscar el campeonato sus sedes fueron cuadriláteros de Yucatán y Campeche. Y de pronto le llegó la noticia: tenía que viajar a Maracaibo para enfrentarse al venezolano Betulio González por el campeonato mundial de peso mosca que estaba vacante.

Canto se encontraba clasificado como sexto en la lista del CMB y no desaprovechó la oportunidad. Su viaje a Venezuela no género mayor expectación en nuestro país. Betulio ganó por decisión pero Canto se reveló, desde entonces, como un verdadero maestro de la defensa.

Miguel regreso sin hacer realidad su sueño de coronarse campeón y continuó boxeando en Mérida hasta que de nuevo surgió otra oportunidad. Esta vez tenía que volar hasta el Lejano Oriente, a Japón. En México nadie pronosticaba su triunfo, y menos en un país donde, tanto se comentaba, los jueces favorecían ampliamente a los locales. Si Canto ganaba, apuntó Fernando Marcos días antes del encuentro, sería "por buen boxeador y por hombre". Así fue, el yucateco obtuvo el cetro mundial de los pesos mosca ante el nipón Shoji Oguma en el frío invierno de 1975.

Canto no fue un peleador de pegada fulminante. Su boxeo era siempre ágil, rítmico y equilibrado. De 14 defensas exitosas que realizó, sólo una la ganó por nocaut. El deporte de los puños era para Canto el dominio, el control, el combate en su máxima pureza: la técnica del pugilismo.

Con 31 años a cuestas, Canto viajó a Corea para una defensa más, el 18 de marzo de 1979, ante el joven coreano Chan-Hee Park. En el Lejano Oriente el yucateco dejó la corona en una pelea que, como el acostumbraba, llegó  a 15 rounds. Dos meses más tarde regresó a Corea pero Chan-Hee Park contuvo a Canto en un combate que perdió por decisión.


(Tomado de: Maldonado, Marco A., y Zamora, Rubén A. - Cosecha de campeones. Historia del box mexicano II, 1961-1999. Editorial Clío Libros y Vídeos, S.A. de C.V., México, abril 2000)


viernes, 30 de abril de 2021

Efrén "Alacrán" Torres

 


"Alacrán" vs. Chionoi 

Tres veces se enfrentaron, tres veces combatieron por la misma corona, tres veces el cetro cambió de dueño. En la primera ocasión el campeonato era lo importante; las dos restantes, fue la nostalgia del mito.

Chartchai Chionoi, campeón mundial mosca -versión CMB-, viajó a la ciudad de México para exponer su corona ante el mexicano Efrén "Alacrán" Torres. Nuestro boxeador había tenido una oportunidad anterior para obtener el cetro mundial mosca ante el argentino Horacio Acavallo y la había dejado ir.

Poco después de un año, Efrén subía al cuadrilátero con las mismas aspiraciones: el trono mundial. El peso mosca no era, en principio, particularmente atractivo para ningún empresario.

Pero las expectativas crecieron conforme se acercaba el 28 de enero de 1968. En esos años, a Torres se le consideraba uno de los pocos valores aztecas con cualidades para disputar con éxito un título mundial.

El tailandés Chionoi y el tapatío Torres poseían suficiente dinamita como para que los pronósticos se inclinaran a que la pelea nunca arribaría a los 15 rounds.

El día esperado llegó. Fueron 13 los asaltos trepidantes de sangre, contusiones y emoción. En el segundo round, el "Alacrán" cayó a la lona con el párpado cortado. Un día antes, un periodista había escrito que eso podía suceder, y que Torres se levantaría a dar lo máximo.

Así sucedió. Después de la tercera campanada, según registraron las crónicas, la batalla se convirtió en algo "inenarrable". Torres golpeó con todo su poderío pero Chionoi parecía convertir los bazucazos del "Alacrán en caricias.

A Torres le pararon la pelea en el round 13, pero cualquiera de los dos pudo ganar. El rostro descompuesto de ambos era un fiel reflejo del combate.

Una vez que el réferi detuvo la pelea, Chionoi fue a donde su rival, se arrodilló ante él y abrazó sus piernas. El tailandés lloraba y con tal acto brindaba un reconocimiento a su rival por su impulso guerrero. El público eufórico había presenciado una de las peleas más emotivas, rabiosas y sangrientas de que se tenga memoria en la historia del boxeo en México.

Se volvieron a ver las caras 13 meses después. El padre de Efrén declaró, antes de la pelea, que si sus hijos no tenían valor para matar a un rival arriba del ring mejor ni se metieran al box. Esto le vino a dar un nuevo ingrediente a la función.

Pero la pelea no fue ni siquiera la caricatura de aquella de 1968. Torres ganó por nocaut en el octavo a un Chionoi convertido en fantasma. El "Alacrán" lograba el campeonato en su tercera oportunidad. Los 22 mil asistentes estaban frenéticos, pero todos coincidían en que la primera pelea sería irrepetible.

Torres fue a Bangkok el 20 de marzo de 1970, sólo para regresarle el cetro a Chionoi en una pelea que llegó hasta el límite.


(Tomado de: Maldonado, Marco A., y Zamora, Rubén A. - Cosecha de campeones. Historia del box mexicano II, 1961-1999. Editorial Clío Libros y Vídeos, S.A. de C.V., México, abril 2000).