Miguel Canto, el pequeño ministro de la defensa
La década de los 70 del boxeo mexicano tuvo nombre y apellido: Miguel Canto. Durante más de 7 años no dejó de aparecer en los medios deportivos. Entre enero de 1975 y febrero de 1979 no hubo rival que pudiera arrebatarle su campeonato. Hizo 14 defensas de manera exitosa, un récord en el ámbito mexicano. Sin embargo, su falta de golpeo demoledor, conjuro mágico para la afición, lo colocó en una posición de mediano perfil en la atención de la prensa. Era más espectacular seguir a Carlos Zárate, Pipino Cuevas o Alfonso Zamora. También tenía otro factor en contra el pequeño Miguel Canto era de provincia, del estado más lejano del centro del país: Yucatán.
Desde que debutó como profesional el 5 de febrero de 1969, antes de buscar el campeonato sus sedes fueron cuadriláteros de Yucatán y Campeche. Y de pronto le llegó la noticia: tenía que viajar a Maracaibo para enfrentarse al venezolano Betulio González por el campeonato mundial de peso mosca que estaba vacante.
Canto se encontraba clasificado como sexto en la lista del CMB y no desaprovechó la oportunidad. Su viaje a Venezuela no género mayor expectación en nuestro país. Betulio ganó por decisión pero Canto se reveló, desde entonces, como un verdadero maestro de la defensa.
Miguel regreso sin hacer realidad su sueño de coronarse campeón y continuó boxeando en Mérida hasta que de nuevo surgió otra oportunidad. Esta vez tenía que volar hasta el Lejano Oriente, a Japón. En México nadie pronosticaba su triunfo, y menos en un país donde, tanto se comentaba, los jueces favorecían ampliamente a los locales. Si Canto ganaba, apuntó Fernando Marcos días antes del encuentro, sería "por buen boxeador y por hombre". Así fue, el yucateco obtuvo el cetro mundial de los pesos mosca ante el nipón Shoji Oguma en el frío invierno de 1975.
Canto no fue un peleador de pegada fulminante. Su boxeo era siempre ágil, rítmico y equilibrado. De 14 defensas exitosas que realizó, sólo una la ganó por nocaut. El deporte de los puños era para Canto el dominio, el control, el combate en su máxima pureza: la técnica del pugilismo.
Con 31 años a cuestas, Canto viajó a Corea para una defensa más, el 18 de marzo de 1979, ante el joven coreano Chan-Hee Park. En el Lejano Oriente el yucateco dejó la corona en una pelea que, como el acostumbraba, llegó a 15 rounds. Dos meses más tarde regresó a Corea pero Chan-Hee Park contuvo a Canto en un combate que perdió por decisión.
(Tomado de: Maldonado, Marco A., y Zamora, Rubén A. - Cosecha de campeones. Historia del box mexicano II, 1961-1999. Editorial Clío Libros y Vídeos, S.A. de C.V., México, abril 2000)