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jueves, 18 de marzo de 2021

Corrido del sitio de Querétaro


Al patíbulo del Cerro de las Campanas

van a morir mis compañeros,

sucumbieron cual fieles guerreros.

Eran Méndez, Mejía y Miramón.


Ya la muerte fue llegando,

compañeros..., ¡qué dolor!,

que por ser Emperador

la existencia fue a perder,

y sus títulos de honor;

todito se acabó.

¡Adiós, Gobierno imperial!


Adiós, querida Carlota,

que te hallas en Miramar,

llorando loca de amores

a tu esposo sin cesar.


Año de sesenta y siete,

Miguel López, ¡qué dolor!,

en el día quince de mayo

entregó al Emperador.


Ese fuerte de la Cruz

se rindió a discreción,

fue por haberlo vendido

Miguel López, ¡qué dolor!


El general Escobedo

a sus tropas les decía:

-Éntrenle, fieles muchachos,

con todo valor y hombría.


Las cinco de la mañana,

el Emperador corría

al Cerro de las Campanas

con Miramón y Mejía.

¡Viva Juárez, mexicanos!


¡Vivan los republicanos

que nos dieron libertad!

¡Viva don Porfirio Díaz

que a sus pies hizo rodar

el infame Gobierno imperial!


Por el Cerro de las Cruces

empezaron a tirar

los de las blusas rayadas

que tiraban con afán; 

los de adentro les decían:

-¡Tengan sus piezas de pan!

¡Apárenlas, que allá van!


Juárez pensaba indultar

al grande Maximiliano

y deseaba que a su tierra

lo mandasen desterrado.


Pero Lerdo de Tejada,

según dicen, lo inclinó

a firmarle la sentencia

y el indulto no valió.


Aristócratas damas

pedían del Emperador

la vida, con grande afecto

y lágrimas de dolor.


Pero era fuerza y preciso

que el Archiduque muriesen,

para así salvar la patria

y el honor no padeciese.


El sitio fue muy terrible,

como pocos había habido,

fraguado con mucha astucia

y con genio precavido.


El mexicano triunfó

de la imperial opresión.

¡Viva Juárez y su Ley!

¡Viva la Constitución!


Mucha sangre se perdió

y muchas viudas quedaron;

mas la patria se salvó

y el pendón republicano.


Memorable fue ese sitio

porque señaló la gloria

del valiente mexicano

que inmortaliza la historia.


¡Viva, viva el Benemérito

Juárez, el gran liberal!

¡Viva, viva su justicia

y su genio colosal!


¡Viva México por siempre!

Cantemos a una voz

y de Querétaro el sitio

que tanto triunfo alcanzó.


(Tomado de: Mendoza, Vicente T. – Corridos mexicanos. Lecturas Mexicanas #71; 1a serie. Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1985)