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lunes, 8 de septiembre de 2025

Desembocadura del rio Colorado, sin parecido con nada


 Sin parecido con nada 


Entre el río Hardy y el Gran Desierto de Arizona, a orillas del Colorado que baja bronco y rugidor desde su Gran Cañón, se extiende un ancho territorio comprendido desde el extremo sur de la reservación de Yuma, hasta las Islas Core y Montague

Parece yermo y desolado el inmenso espacio, pero es solo la primera impresión. En realidad, este Rincón de México ofrece singulares atractivos en sus panoramas, en sus lugares para natación y deportes acuáticos, en la abundancia de codornices, faisanes, patos y gansos. O bien es la profusión de peces, particularmente la "totuava", ejemplar que alcanza normalmente los dos metros de longitud. Y no muy lejos, a unos kilómetros, brota el agua sulfurosa en los veneros en Cerro Prieto, cercanos a un hermoso manchón de grandes laureles de la India. Estos manantiales, de algunos de los cuales brota vapor a respetable presión, serán un día económica energía para varias plantas termoeléctricas

Para el pintor y el fotógrafo, para todo aquel que ame las expresiones de la Naturaleza salvaje, esta región constituye una grandiosa reserva de atractivos. Por ahora son exclusivamente norteamericanos los que pasean por la zona, y a uno de ellos debemos la atención de habernos invitado a recorrer este paraíso escondido (tan escondido que pocos mexicanos han oído hablar del litoral del río Colorado dentro de México).

Hay varios caminos y brechas, de los cuales recomendaríamos la ruta de San Luis Colorado a Riíto, y luego el azaroso camino a la Bocana. Desde luego, esta última brecha es practicable con carro pequeño exclusivamente. Nada de lo que usted ha visto hasta ahora se parece a lo que puede ver en este territorio.


(Tomado de: Möller, Harry. México Desconocido. INJUVE, México, D. F., 1973)

lunes, 11 de agosto de 2025

Llanto de piedra


Llanto de piedra 

En el país menos conocido de Guanajuato, el que se extiende desde San Luis de la Paz hasta el oriente de San Luis Potosí, hay una región bella como pocas. Comprende tupidos bosques de pinos con paisajes deliciosos y, hacia las tierras bajas, las selvas semitropicales menos exploradas. 

Se trata de una panorámica nueva, fresca, e interesante por sobre la alfombra arbolada y las formaciones rocosas, pero también bajo tierra. Sus entrañas son huecas en muchos sitios y corren aguas subterráneas tan negadas en otras superficies. 

Pocas gentes, aún entre los mismos guanajuatenses, han recorrido esta región en sus extraordinarias catedrales bajo tierra que son las Grutas de Bernalejo, particularmente apreciadas por los espeleólogos

Ciertamente se necesita de algún guía o conocedor (uno de los amables lugareños de la Mesa o de El Vergel, caseríos cercanos), porque la entrada a los palacios subterráneos es muy pequeña, más baja que la estatura de un hombre. A partir de la abertura visible, a gatas se avanza por unos cinco m y de pronto se abre el espacio dando lugar al desfile de los asombros. De la alta bóveda cuelgan los llantos lacrimosos de la piedra, de los óxidos y de las sales disueltas que bajan, gota a gota, hasta convertirse, estalactitas y estalacmitas, en una sola pieza: columnas de blanco ultrabrillante. 

Son varias cámaras subterráneas y en cada una de ellas las formaciones son diferentes, habiendo en algunas partes el increíble fenómeno de estalactitas que no siguen la vertical sino que se curvan hacia arriba. "Esto no puede ser; es imposible", suele ser la primera exclamación. Y sin embargo, además de que sí es posible, es abundante. 

Los nombres de los salones son los normales en todas las grutas: "Laberinto", "Las columnas", "Paso de las Agujas", "La Piñata", etc., pero, con ser tan comunes, no participan en la descripción. 

Hasta donde sabemos, las Grutas de Bernalejo no han sido totalmente exploradas hasta la fecha. Es un territorio subterráneo abundante en pasajes, grietas y pozos verticales sobre los cuales no existen referencias fidedignas. Cualquier intento informal que se haga por profundizar más en esta gruta, invariablemente conduce a la conclusión de que hacen falta equipo y adiestramiento especiales. Son los oscuros, atemorizantes dominios de lo desconocido, las verdaderas fronteras de lo incógnito. 

Y donde quiera que la luz de los reflectores horada esa noche eterna de las grutas, se refleja en blancas formas que no podrían reproducir Dante ni en sus peores delirios. 

Un día, cuando Guanajuato ensanche su visión universal del turismo, encontrará que las grutas de bernalejo le darán fama mundial. 

Entre tanto, si usted quiere internarse en el misterio negro de estas profundidades, la ruta se inicia en San Luis de la Paz (110 km al norte de Querétaro, o 94 al norte de Guanajuato), con rumbo a la que fuera Hacienda de Jofre (33 km) y diez kilómetros más hasta la Mesa de Jesús, casi en el límite con el Estado de San Luis Potosí; finalmente, 10 kilómetros hacia El Vergel. El camino es brecha practicable sólo a bordo de carro chico, pero sumamente hermoso, e incluye la vista de un puente natural que el paso de un río abrió horadando una gran roca.


(Tomado de: Möller, Harry. México Desconocido. INJUVE, México, D. F., 1973)

viernes, 1 de agosto de 2025

Arquitectura de las misiones, siglos XVI, XVII y XVIII

 



Arquitectura de las misiones, siglos XVI, XVII y XVIII


Ivonne Herrera Martínez 

Ilustraciones: Eduardo Enríquez 


Entre las muchas actividades que desarrollaron los misioneros al llegar al nuevo continente estaba la de erigir Iglesias y conventos, levantar la casa de Dios en tierras paganas para asentar una Iglesia fuerte y más pura entre la gente recién adoctrinada. 

Debemos recordar que la conversión de los paganos fue utilizada como una justificación de la Corona ante las otras naciones europeas para legitimar su permanencia y la conquista de los nuevos territorios.

Los tres siglos de la Conquista quedaron marcados profundamente en la extensa obra material dirigida por los religiosos y llevada a cabo por la mano indígena o mestiza a lo largo de todo el territorio dominado.

Casi para finalizar el siglo XX, iglesias, conventos y capillas siguen en pie, resistiendo el paso de los siglos. En buenas o malas condiciones, sufrieron modificaciones y engalanaron según los estilos artísticos en boga: plateresco, barroco, churrigueresco y neoclásico. Son silenciosos testigos de una historia que tuvo su razón de ser, y como tal, hay que entenderla y quizás lo más importante, aún hoy siguen funcionando como templos para el culto. Son todavía centros que concentran en sus recintos la vida espiritual de un país profundamente creyente. Un país que aprendió la lección y finalmente la continuó. 

Debemos enfatizar que las primeras construcciones que edificaron debieron ser rápidas, casi de emergencia por lo que utilizaron adobe o recintos con maderas y techos de paja. Estas fueron sustituidas conforme se tuvo mayor control de la población por las capillas abiertas y los grandes conjuntos conventuales, pocos años después de la conquista militar. En cuanto una de las Provincias logró independizarse de España, las distintas órdenes de los religiosos planificaron con libertad. 

Los conjuntos conventuales de mayores dimensiones se edificaron en áreas densamente pobladas. Sin embargo, en lugares serranos o de grupos nómadas las construcciones las hicieron en áreas que consideraban prudentes, ya sea por las características geográfica o por ser lugares concurridos. 

(Patio de un claustro)

Características de la arquitectura del siglo XVI 


Debemos de tener presente que los primeros misioneros no fueron ni arquitectos ni ingenieros, sin embargo con sus escasos conocimientos, la necesidad los llevó a dirigir grandes edificaciones.

Lo que habían visto en tierra española eran los viejos castillos medievales, construcciones románticas, góticas, mudéjares y la renacentistas. Todas estas manifestaciones artísticas se conjugaron en nuestra arquitectura del siglo XVI. 

Los conjuntos conventuales se componen de las siguientes partes: atrio rodeado de un muro, cruz atrial, capilla abierta, capillas posas, iglesias, sacristía, convento y huerta. Las ordenanzas de construcción (provenientes de España) prohibían la edificación de torres que, sin embargo se llegaron a hacer. Como ejemplos tenemos a Actopan e Ixmiquilpan en Hidalgo y San Francisco en Tlaxcala. En su lugar se utilizó la espadaña.


(Espadaña. Tipo especial de campanario que consta solo de un muro perforado por ventanas en los que aloja las campanas.)

A estas manifestaciones se les ha denominado de tipo fortaleza con su gran masividad. Paralelas a éstas, hubo una gran cantidad de iglesias de menores dimensiones, ya sea para los pueblos de visita o en barrios indígenas dependientes de un pueblo principal. Las iglesias son de una sola nave dividida en: coro, sotocoro, nave y presbiterio. Almenas decoran el pretil del muro de la iglesia, así como la barda atrial. 

La influencia medieval se deja sentir en elementos como: las almenas, los pasos de ronda y los garitones, que cumplen una misión sugestiva y ornamental. 

Del romántico y gótico se hereda: la gran altura de las iglesias, la masividad de la construcción que predomina sobre los vanos (espacios abiertos); los cerramientos de nervaduras; los arcos ojival y el conopial; las ventanas ajimezadas o con parte luz; los arbotantes que salen del muro superior del edificio para descansar sobre un contrafuerte; el rosetón con terracería. Del renacimiento español: el estilo plateresco, que es obra de superficie y que decora la fachada alrededor de puertas y ventana coral. Algunas características del estilo plateresco son: la columna candelabro, los casetones, la forma de redondear en la escultura, los medallones con figuras humanas, los escudos, tableros con diseños de hojarasca, grutescos, quimeras, frutos de todo ello trabajado en relieve. 

Del arte mudéjar heredamos: el alfiz (moldura decorativa), arcos de herradura no muy usuales, los techos artesonados y diseños geométricos trabajados en argamasa (siglo XVII).

(Interior de claustro que data del siglo XVI. Bóveda de nervaduras.)

El barroco, siglos XVII y XVIII


Se originó en Europa y pasó a América. Buscando originalidad consiguió el movimiento de las masas y los contrastes de luz y sombra. A veces fue sobrio y otra recurrió a los excesos en la decoración. Fue el arte de la Contrarreforma que incitaba al fiel a las experiencias y las emociones para acercarse a Dios. El barroco adulteró las formas greco-rromanas. Retuerce el fuste de las columnas (salomónicos); rompe y curva frontones; quiebra los entablamientos para dar movimiento y juegos de profundidad en retablos y fachadas.

Las iglesias de estos siglos utilizaron plantas de cruz latina, aunque en las misiones jesuitas de Baja California se usaban ambas. Sobre los cruceros de la iglesia se colocaba la cúpula con linternillas, muchas veces levantadas sobre tambor. En ocasiones presentan también capillas laterales y las bóvedas son de lunetos o de pañuelo. Las torres y campanarios se hacen imprescindibles: su elevación generalmente va en contraste con la horizontalidad de la iglesia, buscando una proporción armónica. La altura toma una elevación moderada en comparación con las del siglo XVI. La decoración, en muchos casos, abarca toda la fachada. Los pretiles de los muros exteriores adquieren movimiento. Los retablos llegan a cubrir en ocasiones, el interior en su totalidad. 


(Cruz atrial. Colocadas generalmente en el centro de los atrios de las iglesias del siglo XVI. Símbolos como la cara de Cristo y la flor de lis, entre otros son ejemplos del estilo tequitqui).

El barroco buscó una integración de las artes plásticas: pintura, escultura y arquitectura. Este arte se manifiesta monumental. Ya que se caracterizó por su libertad y que en México (país de artistas) se adaptó y tomó un sello particular (el tequitqui). De cierta forma seguimos inmersos en el arte barroco y debemos entenderlo, pues fue una expresión formal que se identificó plenamente con la sensibilidad indígena. 


(Interior nave de la iglesia. Vista del altar principal hacia la puerta. Siglos XVI al XVII.)

El churrigueresco del siglo XVIII 


En cierta forma es una continuación del barroco. Fue introducido a Nueva España por el arquitecto y escultor sevillano Jerónimo de Balbás, que llegó en 1717, siendo la primera obra de este artista el Retablo de los Reyes de la Catedral Metropolitana que se terminó para 1737.

Se diferencía del barroco por utilizar a manera de soporte (en lugar de columnas o pilastras) el estípite, es decir, un pedestal en forma de pirámide invertida que se prolonga en sentido vertical usando cubos y un sinfín de elementos, todos ellos producto de una gran inventiva del artista de estas latitudes. En México se difundió ampliamente. A veces fue tratado de una manera muy geométrica y otras lo perdemos entre la gran cantidad de adornos vegetales. Se utilizó tanto en retablos como en fachadas. 


El neoclásico del siglo XVIII


El arte es un fiel reflejo de la sociedad que lo produce. Las condiciones socio-político-religiosas de un grupo, de una época se manifiestan en las diferentes expresiones formales. Dos siglos y medio de colonia han servido -hasta aquí- para forjar a un hombre mestizo de ideas propias que ha asumido el pensamiento de la Ilustración. La llegada de los Borbón al trono español (siglo XVIII) será decisiva para implantar una nueva administración, nuevas costumbres y un nuevo pensamiento filosófico enarbolado por la Revolución Francesa que habla de igualdad, libertad y fraternidad. 

Así se funda en la Nueva España en el año de 1778 la Academia de San Carlos, que trajo maestros saturados de ideas neoclásicas, estilo en boga en Europa. El nuevo modelo utiliza los elementos clásicos como: columnas de fuste estriado o liso, capiteles clásicos, entablamientos divididos en arquitrabe, friso y cornisa; frontones de tímpanos abiertos o cerrados. Muchas Iglesias decidieron cambiar de estilo y desaparecieron retablos dorados por los nuevos que son más rápidos de ejecutar. Al igual algunas fachadas se transformaron. 

Durante los tres siglos de dominación española, en nuestro país, se dieron las expresiones artísticas antes mencionadas y que funcionaron tanto para edificaciones religiosas del clero secular o regular. 

Entender las manifestaciones artísticas implica entender el sentido de un pueblo, en este caso de nuestro México. Esta es nuestra herencia y debemos protegerla.


(Tomado de: Herrera Martínez, Ivonne - Arquitectura de las misiones, siglos XVI, XVII y XVIII. Guía México Desconocido. Ruta de las Misiones, Edición Especial Guía número 15, Editorial Jilguero, S.A. de C.V., México, Distrito Federal, 1994)

miércoles, 16 de julio de 2025

Santuarios - El Santo Niño de Atocha

 



Santuarios - El Santo Niño de Atocha 


La historia del Niño Jesús de Santa María de Atocha tiene más vueltas que un tranvía, pero después de mucho andar llegamos al mismo sitio. El 8 de octubre de 1566, se descubren las minas de San Demetrio. Para 1621 se le denomina al sitio Plateros. Desde el siglo XVII se venera un bello crucifijo de tamaño casi natural llamado El Señor de los Plateros. Su fama milagrosa se acrecenta con la resurrección de un muerto, lo que hace crecer la actual iglesia iniciada en 1789. 

Para 1830 circulan por toda la República con gran profusión, folletitos o estampas llamadas "novenas" que contienen la imagen del Niño Azul diciendo que es el Santo Niño de Atocha que se venera en Plateros. La estampa representa a un niño de 8 a 10 años con sombrero ancho y remate de plumas. El Infante está sentado en una silla con brazos, calza huaraches y lleva sobre los hombros una esclavina con la concha del peregrino y un cuello de encaje. En la mano izquierda lleva el báculo y el guaje del viajero y en la derecha una canastita. Cuando el peregrino viene a su santuario esa imagen no existe. 

El pequeño que nunca está 

Este niño no está y en el altar mayor, al pie del Santo Cristo de los Plateros se encuentra desde 1829 el Santo Niño de Santa María de Atocha que fue regalado, según tradición, por el marqués de San Miguel de Aguayo, propietario de las minas de Plateros. 

Esa imagen es cierta réplica del de Santa María, venerada en Atocha, Madrid, pero se trata de un niño recién nacido al que también se le ha dado atuendo de peregrino y se le coloca sentado, aunque en más modesta silla. La otra es una pintura, ésta es una escultura. Aquí como observa López de Lara se pregunta uno ¿Por qué se le quita de los brazos de su madre la Virgen María? 

Para darle culto independiente se le hace sentar en una silla y se le viste como a un Niño mayor. ¿Qué relación tiene ese pequeño con el Niño Azul o con el Santo Niño de Praga? El pueblo no se lo cuestiona ni le importa, sabiendo que sólo rinde culto al único Niño Dios nacido de la Virgen María, pero sí explica sus efectos: es que el Niño de la estampa se fue de viaje para ayudar a sus devotos. Por eso viste de peregrino y usa sombrero, por eso sus sandalias han aparecido con lodo. 

El santuario tiene un gran anexo para guardar los exvotos. Como en todos estos sitios el espacio siempre es insuficiente. 

Datos que hay que tener al alcance de la mano 

Ubicación.- Cerca de Fresnillo, Zacatecas.

Cómo llegar.- El santuario del Santo Niño de Atocha se encuentra cerca de la localidad de Fresnillo, está después de un recorrido, desde la capital, de 51 km aproximadamente por las carreteras 45 y 49. A casi 5 km al norte de Fresnillo se localiza la población de Plateros.

Fecha de celebración.- 25 de diciembre 

Peregrinaciones.- Atrae a casi un millón de visitantes cada año y es uno de los lugares de peregrinación más populares en nuestro país.


(Tomado de: Quesada A, Emilio H. - Santuarios, Guía #21, México Desconocido, Edición Especial, Editorial Jilguero, S. A. de C. V., México, Distrito Federal, 1995)

lunes, 30 de junio de 2025

La intrigante Juxtlahuaca


 

La intrigante Juxtlahuaca 


Si a usted le interesa la pintura mural mexicana, desde sus raíces más remotas, en la Av. Guerrero Núm. 26 de Chilpancingo, Gro., le facilitarán el acceso a las grutas de Juxtlahuaca. Ahí, entre portentosas formaciones de piedra calcárea blanca, negra y rosada, verá en la "Sala de los Apaches" una de las pinturas más intrigantes por su arte y su simbolismo. Heine-Geldern afirma que abundan las evidencias de un intercambio de conceptos o de ideas entre estas pinturas y algunas orientales; la similitud de motivos y el tratamiento de los mismos para ese ir más allá de la casualidad. 

También Miguel Covarrubias se ha embelesado ante esa singular obra maestra rupestre y ha escrito de ella encendido elogios. Antonio Hernández S., una de las máximas autoridades en espeleología guerrerense, es el autor de un excelente folleto editado por el Departamento de Turismo de Guerrero. Se lo recomendamos. 

Una visita a estas grutas, quizá más espectaculares que las de Cacahuamilpa, constituye parte obligada del conocimiento de la belleza que nos rodea en un país de prodigios. 

La ruta: México-Petaquillas (11 km después de Chilpancingo), y por Tepechicotlán y Quechultenango hasta Colotlipa; si no ha llovido mucho hasta ahí llega el carro. Déjelo y use el servicio de caballos; son sólo ocho kilómetros maravillosos, a lo largo del Río Blanco y su tropical vegetación, hasta la boca de la gruta. Lleve lámpara eléctrica y pilas de repuesto, así como un swéater; hace frío y la emoción lo aumenta.


(Tomado de: Möller, Harry. México Desconocido. INJUVE, México, D. F., 1973)

viernes, 20 de junio de 2025

Santuarios - Nuestra Señora de Izamal


 Santuarios - Nuestra Señora de Izamal


Izamal es uno de los sitios que no se pueden omitir al ir a Yucatán. Es una ciudad sagrada desde sus orígenes, quizá milenarios. Es la tierra de Itzamná en donde según la tradición está enterrado el sumo sacerdote de los mayas. 

La antigua población tenía cuatro grandes pirámides, la principal sobresale en la planicie yucateca, como la mayor del estado. 

La ciudad en sí es la que conserva una mayor unidad estilística y un acentuado sabor de grandiosidad en la península. Sus casas son de elevados paramentos con amplias ventanas enrejadas y puertas verticales. Toda la población está pintada de amarillo, color que la favorece en las puestas de sol. Al llegar al centro se desplaza imperante un gran monumento: el conjunto conventual construido por fray Diego de Landa, franciscano, en el siglo XVI. Es uno de los monasterios más grandes de México, se alza sobre una gran plataforma, ya que fue construido sobre una gran pirámide demolida para aprovechar su sillería. El atrio se encuentra totalmente emportalado, uniendo esos ambulatorios sus cuatro capillas posas. Al frente tenemos la iglesia, la capilla abierta tapiada y el convento. 

Lo que verdaderamente impresiona es el entorno: los muros laterales almenados y el muro testero con el camarín apoyados por toda una sucesión de contrafuertes y arcos botareles. Esto le da una impresión medieval como quizá no tengamos otro ejemplo fuera de Yuriria. 

La iglesia en su interior es comparativamente irrelevante, sobre todo por lo que se espera al conocer el exterior. Su gran arquitecto fue fray Juan de Mérida por los años de 1553-1561. Ahí se venera a Nuestra Señora de izamal, que es la patrona de Yucatán. 


La milagrosa hermana 


Sabemos que para 1558, siendo guardián fray Diego de Landa, el famoso y triste autor del Auto de Fe de Maní -en donde se quemaron los códices mayas-, mandó hacer en Guatemala dos Inmaculadas, una para Izamal y otra para Mérida, por lo que les llamaron "Las dos hermanas”.

la imagen de Izamal se hizo famosa por sus milagros, como el hacerse pesada cuando se la quisieron llevar a Valladolid, pero sobre todo por los viajes que realizó a Mérida, librándola de epidemias y plagas de langosta. Pero el 16 de abril de 1829 un devastador incendio acabó con la imagen, por lo que la sociedad entera pidió a doña María Narcisa de la Cámara que donara a su "Hermana" la Virgen gemela que tenía en su poder. Esta, que fue coronada por los reyes de España, fue llevada en procesión solemne y a pie desde Mérida. Desgraciadamente los piadosos retoques que en cada solemnidad solemnidad se le han hecho, ha perdido esta calidad tan bien ganada por la estatuaria guatemalteca. 


Datos que hay que tener al alcance de la mano 

Ubicación.- Municipio de Izamal en el estado de Yucatán.

Cómo llegar.- Se encuentra a 75 km de Mérida por la carretera que va a Chichén Itzá, desviándose en Hoctun.

En la ciudad de Izamal hay otros sitios de interés, además de que cuenta con todos los servicios (gasolinería, hoteles y restaurantes).

Fecha de celebración.- Se conmemora su fiesta con gran solemnidad y gran pompa el 8 de Diciembre. Además, el 31 de Mayo, 22 de Agosto -que festeja la coronación pontificia de la imagen- y el 29 de noviembre.


(Tomado de: Quesada A., Emilio H. - Santuarios, Guía #21, México Desconocido, Edición Especial, Editorial Jilguero, S. A. de C. V., México, Distrito Federal, 1995)

viernes, 30 de mayo de 2025

Santuarios - San Miguel del Milagro

 


Santuarios - San Miguel del Milagro


Para el orgulloso pueblo tlaxcalteca, aliado y constructor de pueblos en las conquistas castellanas, debió de ser un motivo de gran decisión el que San Miguel, el príncipe de las milicias celestiales, se apareciera en su suelo, dejando como otras advocaciones su respectivo pocito de agua milagrosa. 

El ya muchas veces citado padre Francisco de Florencia S. J., también enriqueció las crónicas tlaxcaltecas con la "Narración de la milagrosa aparición que hizo el Arcángel San Miguel a Diego Lázaro de San Francisco, indio feligrés del pueblo de San Bernabé de la jurisdicción de Santa María Nativitas, estado de Tlaxcala", escrito en este colegio de San Pedro y San Pablo, el 6 de marzo de 1690.

Corría el año de 1631 cuando al indito de 16 o 17 años, Diego Lázaro de San Francisco, que iba en una procesión, se le apareció el Arcángel sin que los demás lo notaran, y le ordenó que comunicara al pueblo que en una barranca cercana haría brotar un manantial de agua milagrosa para curar las enfermedades. Cómo no cumplió dicha orden por temor a que no se le diera crédito, el Arcángel lo castigó y informó y enfermó de cocolixtli. Estando en extremo de muerte se le apareció de nuevo, pero ahora todos vieron una gran luz que llenaba la habitación, saliendo asustados. Cuando regresaron, lo encontraron sano y les narró que el Arcángel lo había llevado al lugar donde con su cayado hizo brotar el agua milagrosa y le dio la salud. Enseguida los demonios huyeron el tropel. 

El caudillo tlaxcalteca 

En 1645 el obispo de Puebla, Juan de Palafox y Mendoza, mandó construir el templo y la capilla para el pocito. Ésta cubre el brocal y tiene un relieve que representa el momento en que el Arcángel hace brotar el agua ante Diego Lázaro. La fachada de la iglesia es manierista, muy al gusto de Palafox. 

Lleva su heráldica y en el tímpano alberga la escultura en alabastro de San Miguel. Remata el frontón abierto el escudo de España, enmarcado por la cadena y el toisón. 


Datos que hay que tener al alcance de la mano 

Ubicación - En el municipio de San Miguel del Milagro en el estado de Tlaxcala.

Cómo llegar - Para visitarlo se toma la carretera a Puebla y pasando la caseta de San Martín Texmelucan se encuentra la desviación a Cacaxtla. Al iniciar el ascenso a la zona arqueológica se toma el camino a la derecha que indica San Miguel del Milagro.

Fecha de celebración - Día de San Miguel Arcángel el 29 de septiembre. 

Peregrinaciones - Todos los días del año.


(Tomado de: Quesada A, Emilio H. - Santuarios, Guía #21, México Desconocido, Edición Especial, Editorial Jilguero, S. A. de C. V., México, Distrito Federal, 1995)

domingo, 11 de mayo de 2025

De las nieves al desierto


 

De las nieves al desierto


Hace doscientos ochenta años vino a México un hombre procedente de los Alpes bávaros. De cuantos lugares conoció, nada le apasionó tanto como un desierto en el que "la vida es sólo permitida a quien la merece”.

Y tanto empeño puso por explorarlo, que pasó veinticuatro años caminando a pie por aquellos calderos de arena. La muerte misma tuvo que ir por él hasta el desierto; se llamó Francisco Eusebio Kino, y su paraíso: el Desierto de Altar, en Sonora. 

Seducidos por uno de los caminos narrados por ese hombre increíble, lo recorremos. Va de Bahía Kino a Caborca, después de desvanecerse al cruzar el Bacavochi, volverse mil veredas antes de llegar a Casa Vieja, y dar rodeos y tumbos a su paso por El Burro, Bonancita y Bámori. 

Lo que ahí se ve puede ser ensueño o ser pesadilla, realidad o espejismo, pero nadie puede quedar impasible, no en ese país donde las rocas truenan de frío por la noche y de calor al mediodía. Hay zonas donde la arena es de cuarzo y la luz viaja en mil direcciones. La vida se rige por la implacable cronometría solar: cero animales, cero movimientos durante las horas de luz total; infinita acción de animales y alimañas durante el ciclo de la sombra. Todo es gigantesco, desde la silenciosa soledad hasta los fantasmales "cirios", cactus de 8 y hasta 10 metros de altura. Es el lugar donde usted puede pararse en un sitio jamás hollado desde la creación del mundo. 

Una advertencia, y muy seria: no se aventure sin la compañía de un lugareño conocedor. Las veredas o "rodadas" se multiplican y separan de pronto y ninguna va a ninguna parte; pueden hacer que se consuma todo el combustible y usted seguir en un laberinto.

Por lo demás, es fascinante la tierra donde "sólo vive el que lo merece”.


(Tomado de: Möller, Harry. México Desconocido. INJUVE, México, D. F., 1973)

martes, 18 de marzo de 2025

Tariácuri, fundador del reino de Michoacán

 


Tariácuri, fundador del reino de Michoacán 

Amanecía en Tzintzuntzan, el Sol comenzaba a iluminar la capital del reino purépecha. El día anterior había tenido lugar la gran "fiesta de las flechas", la Equata Cónsquaro, que hoy concluiría con el sacrificio masivo del grupo de malhechores y de aquella gente que se castigaría por su rebeldía y desobediencia. El petamuti escuchó las acusaciones de viva voz de los gobernadores y jefes de barrio, y dictó luego la severa sentencia: todos sufrirían la pena de muerte.

Muchas horas transcurrieron al paso del macabro ceremonial, el cual fue presenciado por los principales personajes de la política michoacana. Muy circunspectos, durante las ejecuciones los miembros de la nobleza aspiraban el humo del tabaco silvestre en sus elegantes pipas. Una vez más se cumplían las antiguas leyes que cuidaban de las costumbres y la buena conducta, especialmente aquella que debían a su señor los jóvenes guerreros. 

Al concluir el sacrificio, el séquito siguió los pasos del petamuti, congregándose en el patio fronterizo al palacio del cazonci. Hacía poco tiempo que Tzintzicha Tangaxoan se había entronizado; su corazón no estaba tranquilo, pues graves eran las noticias que llegaban desde México-Tenochtitlan sobre la presencia de extranjeros venidos allende el mar. Pronto sus semblante cambiaría, alegrándose al escuchar el antiguo relato de la venida de sus antepasados a la región lacustre, y sobre todo disfrutaría, una vez más, de la historia de Tariácuri, el fundador del reino de Michoacán. 

El petamuti se dirigió a la concurrencia con estas solemnes palabras: "Vosotros, los del linaje de nuestro dios Curicaueri, que habéis venido, los que os llamáis Eneami y Zacápuhireti, y los reyes llamados Vanácaze, todos los que tenéis este apellido ya nos habemos juntado aquí en uno...". Luego todos elevaron sus oraciones en honor del dios Curicaueri, quien en tiempos antiguos, había guiado a sus antepasados hasta estas tierras; él condujo sus pasos, probó su astucia y valentía, y finalmente les otorgó el predominio sobre toda la región. 

Este territorio estaba ocupado por "gente mexicana", por "nahuatlatos", quienes debieron reconocer la superioridad del dios Tirepeme Curicaueri; la región originalmente estaba gobernada por distintos señores; Hireti-Ticátame, jefe de los chichimecas uacúsecha, siguiendo los designios de su dios, toma posesión de la montaña Uriguaran Pexo. Poco después entran en contacto con los pobladores de Naranjan, y así empezó la historia: Ticátame será la raíz del frondoso árbol de la familia de los Cazonci. 

Como devoto de Curicaueri, muchas fueron sus aventuras, Hireti-Ticátame alimentaba la hoguera con leña sagrada, y pedía permiso a los dioses de la montaña para cazar, enseñando a todos los chichimecas uacúsecha sus deberes para con los dioses. Finalmente casó con una mujer de la localidad, uniendo los nomádicos destinos de su gente con aquellos que ya vivían desde antiguo en las riberas del lago. 

A la trágica muerte de Ticátame en Zichaxucuaro, asesinado por los hermanos de su mujer, le sucede su hijo Sicuirancha, quien prueba su valentía persiguiendo a los homicidas y rescata la imagen de Curicaueri -que había sido robada de su altar- conduciendo a los suyos a Uayameo, donde se establece. En esta ciudad gobernarán como sucesores, sus hijos Pauacume -primero de ese nombre- y Uapeani, que a su vez engendró a Curátame, que continuaría con el linaje. 

En ese momento del relato, la voz del petamuti con arcaicos giros en el lenguaje- describió la peculiar leyenda de la transformación de los hombres en serpientes, exaltando la figura de Xaratanga, la diosa lunar, develando los misterios de los granos de maíz, los chiles y otras semillas, trastocados en sagrada joyería. Eran los tiempos en que los dioses, junto con los hombres, lograban las victorias en el campo de batalla. En esa época fue también cuando el grupo de los chichimecas o uacúsecha se fraccionó y cada jefe menor, con el bulto de su dios, emprendió la búsqueda de su propio lugar de habitación a lo largo y ancho del lago de Pátzcuaro. 

A la muerte de Curátame, sus dos hijos, Uapeani y Pauacume -quienes repitieron los nombres de sus antecesores-, recorrieron llanos y sierras en pos de su destino. Las historias del petamuti animaron a la concurrencia; todos conocían las correrías de los dos hermanos, las cuales los llevarían hasta la isla Uranden, donde encontraron a un pescador de nombre Hurendetiecha, cuya hija casó con Pauacume, el menor de los dos; de aquella unión nació Tariácuri. El destino había unido a cazadores y pescadores, quienes sustentarían a la futura sociedad purépecha. El matrimonio terrenal será la equivalencia mística de la unión entre Curicaueri y Xaratanga, y la adopción de los principales dioses de la localidad, quienes formarán la familia divina. 

Esta gente que fatigosamente había recorrido todo el territorio llegó finalmente a Pátzcuaro, el sitio sagrado que sería el asiento de su largo camino; ahí encontrarán cuatro enormes rocas que materializan a su divinidades tutelares: Tingarata, Sirita Cherengue, Miequa, Axeua y Uacúsecha -el señor de las águilas, su propio capitán divinizado-. Para la concurrencia, el mito se develaba, ellos eran los guardianes de los cuatro rumbos del universo, y Pátzcuaro constituía el centro de la creación. Tzintzicha Tangaxoan musitó: "En este lugar y no en otro ninguno está la puerta por donde descienden y suben los dioses”.

El nacimiento de Tariácuri marcaría la época dorada de los antiguos purépechas. A la muerte de su padre, él todavía era un Infante; mas no importando su corta edad, fue electo cazonci por el consejo de ancianos. Sus tutores fueron los sacerdotes Chupitani, Muriuan y Zetaco, devotos hermanos que enseñaron con el ejemplo al joven discípulo, quien junto con la disciplina que significó la cotidiana devoción de las deidades, se preparó también para la guerra, preludiando la venganza de su padre, sus tíos y sus abuelos. 

Las aventuras de Tariácuri trajeron gozo a los oídos de todos los partícipes de la reunión. El reinado de este cazonci fue muy largo, salpicado de incesantes conflictos bélicos hasta que cada una de las fracciones chichimecas reconocieron su soberanía y el predominio del dios Curicaueri, conformándose así el verdadero reino purépecha. 

Un nuevo episodio en el relato del petamuti fue la historia de los hermanos huérfanos, Hiripan y Tangaxoan, sobrinos de Tariácuri, quienes desaparecieron junto con su madre viuda una vez que los enemigos del cazonci tomaron Pátzcuaro. Ellos tuvieron que huir para salvar sus vidas. Muchas miserias y ofensas debieron sufrir estos niños como pruebas que les imponían los dioses, hasta ser reconocidos por su tío. Las virtudes sin par de los hermanos contrastaban con la bajeza de carácter de su hijo mayor -causada por la embriaguez-, de ahí que Tariácuri, presintiendo el final de sus días, preparó a Hiripan y a Tangaxoan, junto con su hijo menor, Hiquíngare, en la conformación de los futuros tres señoríos que gobernarían conjuntamente el reino: Hiripan gobernará en Ihuatzio (llamado en el relato Cuyuacan, o "lugar de coyotes"); "Hiquíngare, tú continuarás aquí en Pátzcuaro, y tú Tangaxoan, gobernarás en Tzintzuntzan“. Los tres señores seguirán la obra de Tariácuri llevando los triunfos de Curicaueri en todas direcciones, ensanchando las fronteras del imperio. 

La historia contada por el petamuti era escuchada con atención por Tzintzicha Tangaxoan, queriendo reconocer en las palabras del sacerdote los argumentos que le permitirían afrontar los futuros acontecimientos. La confraternidad tripartita de Pátzcuaro Ihuatzio y Tzintzuntzan se rompió, primero con la muerte y extinción de la familia de Hiquíngare, descendiente directo de Tariácuri, y con el posterior despojo que sufriera Ticátame, hijo de Hiripan, por parte de su primo Tzitzipandácuri, vástago de Tangaxoan, quien incluso se apodera de la imagen de Curicaueri. 

Desde entonces Tzintzuntzan se convertiría en la capital de aquel reino. La joyería saqueada de las otras dos ciudades se guardarán en el palacio real, constituyendo el tesoro de Curicaueri y el cazonci. A Zuanga, siguiente gobernante purépecha, tocará enfrentar a los mexicas, a los que vencerá finalmente. Tzintzicha Tangaxoan saboreó esta parte final del relato que exaltaba el poder de sus ejércitos; sin embargo, en el ánimo de la concurrencia ya pesaba el sombrío panorama de la proximidad española, presagiando un funesto final. 


(Tomado de: Solís, Felipe, y Gallegos, Ángel. Tariácuri, fundador del reino de Michoacán. Tariácuri y el reino de los purépechas. Pasajes de la historia VIII. Editorial México Desconocido, S. A. de C. V. México, D. F., 2002)

jueves, 16 de enero de 2025

Toluquilla, Sierra Gorda, Querétaro

 

Toluquilla, Sierra Gorda, Querétaro 

Elizabeth Mejía 


En un pueblecito perdido en las montañas había un hombre muy viejo, de esos que siempre andan en busca de algún despistado para pescarlo y hacerlo que escuche sus historias, esas que relatan tiempos mejores, de cuando eran jóvenes. Pues bien, aquel hombre me pescó y me contó una historia, la misma que quiero compartir con ustedes. 


Mis tierras se llaman Sierra Gorda, y en ellas existían unos quinientos pueblos, cada uno de diferente tamaño; los había muy grandes, muy pocas verdaderas ciudades y muchos pueblecitos de apenas tres o cuatro casas. 

En ese lugar disponemos de una gran cantidad de recursos, en las partes altas de las montañas, que pasan buena parte del año coronadas por las nubes que vienen del norte y que se detienen a visitarnos con mucha frecuencia; el clima es templado con fuertes heladas, tan fuertes como nevadas, mientras que al norte de la sierra se encuentran valles cálidos, que al estar rodeados de montañas hacen que las nubes no bajen y hacen invernaderos cálidos donde hoy los españoles han sembrado muchas plantas, ya que se dan muy bien. 

Pero cuando todavía los blancos no habían llegado las cosas eran diferentes. Donde hoy se sientan las casas de los curas, que llaman misiones, antes hubo pueblos, unos, los que salen a Río Verde, donde se encuentra la hacienda de Concá, estaban gobernados por una gran ciudad, que hoy llaman San Rafael. Ahí los pueblos vivían abajo, en los valles, cerca de los ríos. De donde estamos hoy, llamado Jalpan, y hasta la salida a Xilitla, no hubo grandes ciudades, más bien pueblos medianos de gente huasteca, que fueron famosas por sus cultivos de algodón, que vivieron alrededor de grandes señoríos. Nosotros rendíamos tributo a los señores mexicas a través de uno de esos señoríos. Vivían en las laderas, ahí donde puedes bajar fácilmente, rodeados por sus cultivos, pero también emprender camino a las montañas. 

Es de esas montañas de donde yo vengo, donde yo nací; pero antes de contarte de mi pueblo, déjame decirte, todos los pueblos que hoy ves se fundaron con los que quedamos, los que no pudimos irnos, y a los que no nos quedó más remedio que quedarnos, o sí lo eligieron, ya que la mayoría de los que vivían aquí los mataron cuando no permitieron que los dominaran. Se llamaban jonases. Eran grupos de personas que vivían organizados en bandas, muy diestros en el manejo del arco y la flecha; andaban desnudos, a veces vivían en cuevas porque no tenían pueblos fijos, ya que vagaban por toda la sierra, principalmente cerca del cerro de la Media Luna -donde, por cierto los mataron a todos-, en Xichu y hasta en Zimapán y Cadereyta; a ellos todos les teníamos miedo, ya que les gustaba asaltar a los que tenían pueblos fijos. 

Pero no todos eran guerreros, también hubo grupos de gente pacífica, como los huastecos, de quienes ya te hablé, y los pames, todos gente que vivía de sus cultivos y que fueron controlados por los misioneros, primero por los agustinos, después por los dominicos, y finalmente por los franciscanos, que construyeron las misiones más grandes y más bonitas. 

Pero déjame contarte del pueblo de mis abuelos, allá al sur de la sierra, arriba, en las montañas. Ese lugar estaba gobernado por dos ciudades al mismo tiempo, esas que los españoles llamaron Ranas y Toluquilla, y de las que no se guardó en la memoria el nombre original, ya que se encontraban abandonadas cuando llegaron los primeros conquistadores. 

Toluquilla era el pueblo de mis abuelos, se trata de un cerro alargado donde hubo habitantes desde hace mucho tiempo, pero que tomó fuerza y lustre después del año 500 de la cuenta española. Para hacer crecer el pueblo primero se niveló el terreno haciendo muros de contención con piedras del mismo lugar. Ya nivelado, construyeron los edificios principales, esto es, cuatro canchas de juego de pelota, y altos templos rematados por cuartos con altares, que estaban dedicados a nuestros dioses, pero que también sirvieron para depositar a nuestros muertos, o a los que tenían enfermedades graves, y para dejar a los sacrificados, a los muertos dedicados a los dioses. Todos eran rodeados por ofrendas, esto es, obsidiana, conchas en su ajuar de collares, cuentas, pendientes y orejeras, instrumentos de piedra y pectorales hechos con huesos de animales, vasijas que contenían cinabrio y el alimento necesario para llegar al otro mundo. 

Y hacia el fondo del cerro, ahí donde la ciudad es más cálida, se hicieron nivelaciones para pequeñas milpas y para las habitaciones de gente importante, los gobernantes y los sacerdotes. En total, cuando la ciudad se terminó, completaron hasta 120 construcciones para el año de 900 en la cuenta de los españoles. Si tú vas a visitarla, verás como el tiempo no la ha derrumbado totalmente y aún se puede observar la avenida principal que pasaba por el centro, con su calle mayor que cruzaban pequeños patios y algunos de los callejones que servían para pasar a las construcciones de los lados, y las dos avenidas laterales, las que van por cada lado. Siempre fue un lugar reservado, no se construyeron grandes plazas para reunir grupos numerosos de personas. Ahí se necesitaba invitación, pues en ese lugar se reunían para hacer ceremonias, ya que era un santuario donde se celebraba el juego de pelota. 

El juego que ahí se practicaba era uno de los conocidos entre el 900 y años posteriores; tenía marcas en el piso que dejaban ver cuál era la cancha, y no contaba con marcadores en los muros de los paramentos, como en otros lugares. 

La otra ciudad, la que llamaron Ranas, es la más grande, con unas 150 construcciones. Ocupaba dos cerros completos y tenía tres secciones, una como en Toluquilla, que además era reservada, donde se construyeron tres canchas de juego de pelota, la otra tenía los edificios que reunían y organizaban la producción de alimentos y de cinabrio, uno de los productos que mi gente sacaba de la tierra, que fue de gran valor en nuestra época y que logró que nuestro pueblo conociera tierras lejanas y por el cual se pagaban grandes riquezas. Además, ahí vivían los encargados, los gobernantes. 

En ese lugar se construyeron plazas donde se reunían todas las personas que vivían cerca, que además eran muchas, por ejemplo, ahí donde hoy es San Joaquín hubo un gran pueblo de productores de alimentos, cerca de las tierras de cultivo y de los manantiales. 

Las dos ciudades fueron muy antiguas, tuvieron su primer esplendor en tiempos teotihuacanos, justo cuando se inició la habilitación de las minas, entre los años 100 y 200 después de nuestra era, es decir cuando surgió el comercio con Teotihuacán. Al parecer su relación con ese gran centro era sólo de intercambio, de forma que nunca hubo población teotihuacana en la Sierra Gorda y por ello los objetos que los teotihuacanos enviaron fueron como pago, que al paso del tiempo acabaron en basureros. En todo ese tiempo el comercio del cinabrio hizo que estas ciudades también se relacionaran con otros lugares, como la costa del golfo y la zona de San Rafael, todos huastecos, y cuya influencia se nota en la fabricación de vasijas negras pero con barro local. Otra de las grandes ciudades con las que la sierra tenía contacto era Tula, que tomó fuerte impulso en los años 600, y posteriormente fue la época en que Toluquilla vivió un gran crecimiento, alrededor del año 900. 

Entre los dos pueblos, Ranas y Toluquilla, controlaron toda la región sur de la sierra y con ello una de las zonas más ricas de mineralización de mercurio y cinabrio, lo que les permitió comerciar por un lapso muy prolongado, y en ese periodo nunca perdieron su identidad, hasta que alrededor del año 1400 la ciudad de Toluquilla inició su abandono gradual, hasta quedar totalmente desierta; mientras que Ranas fue invadida por grupos de nómadas que reocuparon las zonas habitacionales. Pero ello no significó que la región quedara desierta, ya que algunos poblados siguieron funcionando, como el pueblo donde se encuentra San Joaquín, que incluso conocieron a los españoles. 


Al llegar a este punto de la plática, el hombre se tomó un respiro para seguir recordando, y aprovechando la pausa y le hice varias preguntas al mismo tiempo: ¿qué tipo de riqueza se obtenían del cinabrio?, ¿para qué se usaba el cinabrio?, ¿Cómo era ese juego de pelota?, ¿era realmente un juego? Me miró, yo creo que pensando que de plano era yo o muy joven o muy ignorante, así que sólo suspiró y me dijo: 


El cinabrio o granate es un polvo rojo que se encuentra entre las rocas como venas el cual, usado como pintura, sirvió para que nuestro pueblo lograra comunicarse, pero también para comerciarlo desde la época de los teotihuacanos; de esta manera se enviaba este pigmento y a cambio se recibían conchas, obsidiana y varios otros que nuestras tierras no se obtenían. 

Ah, y ¿qué otra cosa quería saber?, ¿lo del juego, verdad? Bueno, el juego de pelota es un ritual también viejo como nuestro pueblo, ya que se pierde en la memoria de quienes lo inventaron, pero con los años ha tenido cambios; primero fue un ritual sagrado, ya que nuestro pueblo cree que el mundo tiene varios planos: arriba moran en varios niveles los dioses, en medio estamos nosotros y por debajo, en el inframundo, se encuentran las semillas esperando a ser germinadas, las aguas subterráneas, los muertos, los animales que viven de noche y otros dioses. A este mundo se llega a través de las cuevas, que son las entradas a la madre Tierra. Pero, a veces, el mundo sufre de desajustes, y para lograr el equilibrio es necesario que aquí en la Tierra se hagan ritos para reordenarlo. Uno de los ritos que tiene la finalidad de volver a equilibrar el mundo es el juego de pelota. 

Los jugadores eran entrenados con mucho cuidado, se vestían como dioses, se preparaban con ayunos y con baños rituales; al final del juego se ofrecían sacrificios para que nuestros dioses estuvieran otra vez en paz. A los sacrificados se les sacaba el corazón o se les decapitaba. Pero al paso de los años y cuando se vieron las glorias del mundo mexica, el juego de pelota se transformó en un deporte, e incluso se hacían apuestas. El juego lo realizaban dos equipos; los jugadores se protegían con prendas especiales, ya que la pelota era gobernada con caderas y muslos para hacerla pasar por el lado por un aro y así lograr una anotación. A veces eran los prisioneros los que jugaban, y toda ciudad que fuera importante tenía por lo menos una cancha y templos para exhibir las cabezas de los decapitados, el tzompantli


Cuando el hombre me decía esto, vinieron a buscarme, por lo que, con mucha pena, me despedí de él, no sin antes comprometerme a regresar y seguir escuchando más de las historias de estas tierras.



(Tomado de Mejía, Elizabeth. Toluquilla, Sierra Gorda, Querétaro. Los guerreros de las llanuras norteñas. Pasajes de la Historia IX. México Desconocido, Editorial México Desconocido, S.A. de C.V. México, Distrito Federal, 2003)