sábado, 30 de noviembre de 2019

Ololiuhqui, alucinógeno sagrado azteca


EL OLOLIUHQUI, ALUCINÓGENO SAGRADO DE LOS AZTECAS

Entre los varios alucinógenos sagrados que al parecer eran tan esencialmente vitales para el equilibrio social del México indígena, como para ser suprimidos después de la Conquista, y que se mezclaron a los adornos de la inconografía cristiana sin perder sus significados precristianos, estaba el Ololiuhqui. El Ololiuhqui (ololuc), palabra azteca que significa “cosa redonda”, no contiene rastros de su identidad botánica, como tampoco ocurre con el teonanácatl, comida o carne de los dioses, nombre que los aztecas utilizaban para llamar a ciertos hongos alucinogénicos. Aunque Ruiz de Alarcón (1629) declinó identificar las fuentes del Ololiuhqui no podía haber duda desde un principio de que el término se refería a las semillas con forma de lenteja, de color café claro, de las semillas de la virgen, pues Hernández ya había reproducido con exactitud la planta en su estudio del siglo XVI, y los botánicos mexicanos hacía tiempo que la habían identificado como rivea corymbosa.

EL LSD Y LAS SAGRADAS SEMILLAS DE LA VIRGEN EN EL MÉXICO INDÍGENA

Empero antes de 1941, cuando Shultes publicó un estudio definitivo sobre las sagradas semillas de la virgen y de una vez por todas identificó al ololuc u Ololiuhqui como rivea corymbosa, su identidad estaba sujeta controversia, principalmente a causa de que un célebre botánico estadounidense, William A. Safford, no tenía fe en el conocimiento botánico de los aztecas, ni en el de los primeros eruditos españoles, ni siquiera en el de sus colegas mexicanos. En 1919, el Dr. Blas Pablo Reko, erudito mexicano de origen austríaco que luego colaboraría con Schultes en México, había coleccionado semillas de ololuc, a las que identificó como R. corymbosa. Safford (1915, 1920) confirmó la determinación botánica, pero ya que a la ingestión de semillas no siguió una intoxicación, y como ningún alcaloide psicoactivo se había hallado jamás en algunas convolvuláceas el orden al cual pertenecen las semillas, Safford insistió que el verdadero Ololiuhqui tenía que ser las semillas de la datura inoxia (meteloides, toloatzin, toloache), de cuyos efectos intoxicantes se decía que eran parecidos a los que se reportaban del Ololiuhqui (en realidad no lo eran). Safford estaba equivocado, por supuesto, como también lo estaba en su aseveración de que el teonanácatl no era un hongo, como reportaron Sahagún y otros cronistas antiguos, sino que probablemente no era otra cosa que el peyote, cuyos “botones” secos y arrugados fueron confundidos (por Sahagún, por otros primeros observadores y por los aztecas mismos) ¡con las tapas de los hongos! Pero basta de etnocentrismo científico.

EL OLOLIUHQUI IDENTIFICADO

En 1934, Reko, publicó la primera revisión histórica del uso del Ololiuhqui, y nuevamente lo identificó, correctamente, con la rivea corymbosa. Tres años después, C. G. Santesson (1937) finalmente despejó la noción de que las convolvuláceas, específicamente la rivea corymbosa, no tenían elementos alucinogénicos, aunque no pudo determinar la naturaleza precisa de los alcaloides psicoactivos. En 1939, Schultes y Reko, durante un viaje de campo a través de México, por primera vez encontraron una especie cultivada de la rivea corymbosa en el traspatio de un curandero zapoteco de Oaxaca, quien utilizaba las semillas en ritos curatorio-adivinatorios. Schultes descubrió después que el ololuc era usado por indígenas oaxaqueños como los mazatecos, chinantecos, mixtecos y otros. Desde entonces la lista ha sido grandemente aumentada, no sólo para la rivea corymbosa sino para otra importante semilla de la virgen alucinogénica, la ipomoea violacea, cuyas semillas son llamadas badoh negro en Oaxaca, y que durante los tiempos prehispánicos era el alucinógeno sagrado divinatorio tlitlitzin (Wasson, 1967a). Esta especie es conocida en los Estados Unidos bajo nombres como Azul Celestial, Campanas de Bodas, Estrellas Azules, Cielos de Verano y otros. En 1941 Schultes publicó su ahora clásica monografía acerca de la r. corymbosa y del alucinógeno divino Ololiuhqui. Así cuando menos se estableció la identificación del Ololiuhqui y de su planta madre, conocida por los aztecas como cóatlxoxouhqui (planta de la serpiente verde), aunque su determinación fitoquímica aún tuvo que aguardar otros veinte años.
Mientras tanto (en realidad, sólo un año antes de que Schultes y Reko recogieran el primer espécimen de muestra indudablemente comprobado e identificable de rivea corymbosa en Oaxaca), el LSD había sido descubierto y sintetizado en Suiza. Este descubrimiento, y la investigación subsecuente que Sandoz llevó a cabo sobre los alcaloides psicotomiméticos, hicieron que el micólogo francés Roger Heim enviara muestras de los hongos teonanácatl a Hofmann, “en la creencia de que las condiciones necesarias para una exitosa investigación química se hallarían presentes en el laboratorio donde se sintetizó el LSD” (Hofmann, 1967 :350). Así ocurrió, Hofmann descubrió que la psilocibina y la psilocina eran los principios activos de los hongos alucinogénicos más importantes. Una estrecha colaboración siguió entre Heim y el etnomicólogo R. Gordon Wasson, y esto a su vez condujo directamente al descubrimiento de los principios activos de la r. corymbosa y de la i. violacea.
En el ínterin hubo dos reportes más de investigaciones sobre los efectos de las semillas de la virgen. Santesson estaba seguro de que había alcaloides presentes, pero no pudo identificarlos. En 1955, el psiquiatra canadiense Humphrey Osmond, quien desde tiempo antes se hallaba interesado en el uso y efectos del peyote, especialmente en el contexto de la Iglesia Nativa Americana entre los indios canadienses, él mismo experimentó las semillas de Ololiuhqui. Su experiencia no duplicó lo que había sido reportado históricamente desde México, pero después de ingerir de 60 a 100 semillas pasó a un estado que describió como de indiferencia, acompañado por un incremento en la sensibilidad visual seguido de un prolongado periodo de bienestar y relajación. En 1958, V. J. Kinross-Wright publicó los resultados enteramente negativos de sus experimentos con Ololiuhqui, que dio a ocho voluntarios varones, de los cuales ninguno reportó siquiera un solo efecto, ¡a pesar de que las dosis individuales eran de 125 semillas de la virgen!

EL LSD Y LAS SAGRADAS SEMILLAS DE LA VIRGEN EN EL MÉXICO INDÍGENA

Pero esto difícilmente encuadraba con las relaciones de los cronistas antiguos, ni con las investigaciones contemporáneas de Schultes y otros. Dejando aparte el sitio y el medio ambiente, que como sabemos son variables cruciales en el uso de alucinógenos, el problema evidentemente residía en la manera como se prepararon las semillas. Para citar a Wasson (1967a):

En años recientes un número de experimentadores ha tomado las semillas sin obtener efectos, y esto los ha conducido a sugerir que la reputación del Ololiuhqui se debe en su totalidad a la autosugestión. Estos resultados negativos pueden explicarse por una preparación inadecuada. Los indios muelen las semillas en un metate (metlalt) hasta que las reducen a una harina. Luego, esta harina se empapa en agua fría y después de un momento breve el líquido es pasado por un trapo colador, y se bebe. Si se toman enteras, las semillas no dan resultados, incluso si se parten. Tienen que molerse hasta formar una harina y ésta tiene que mojarse brevemente en agua. Quizás aquellos que tomaron las semillas y no obtuvieron resultados no las molieron, o no las molieron hasta un punto suficientemente fino, y no humedecieron la harina resultante. La química de las semillas no parece variar de región a región, y las semillas que crecen en las Antillas y en Europa son tan potentes como la de Oaxaca. Yo he tomado las semillas negras (ipomoea violacea) dos veces en mi casa de Nueva York, y su potencia es innegable. (p. 343.)

En 1959 Wasson envió a Hofmann una muestra de semillas en dos pequeñas botellas. Con ellas iba una carta, identificando los contenidos de una como recogidos en Huautla de Jiménez, el pueblo mazateco que se ha vuelto famoso como centro del culto del hongo y los otros como del pueblo zapoteco de San Bartolo Yautepec. El primer grupo, escribió Wasson (citado por Hofmann, 1967), debía de ser Ololiuhqui (rivea corymbosa). La investigación botánica descubrió que Wasson tenía razón. Las semillas zapotecas, que eran negras y angulares más que de color café y redondas, fueron identificadas como ipomoea violacea, el badoh negro de los curanderos zapotecas y el tlitlitzin de los aztecas.

COMPUESTOS SIMILARES AL LSD EN LAS SEMILLAS DE LA VIRGEN

Los iniciales estudios químico-analiticos con las pequeñas muestras de Wasson resultaron alentadores pues indicaban la presencia de compuestos indol estructuralmente relacionados con el LSD y con los alcaloides del cornezuelo de centeno. Estos resultados preliminares hicieron que Hofmann pidiera a Wasson mayores cantidades de esas semillas tan interesantes. Wasson obtuvo la ayuda del veterano etnólogo mexicano Roberto Weitlaner (nacido en Austria como B. P. Reko), un etnólogo de campo infatigable a pesar de que entonces ya tenía más de 70 años; y de la hija de éste, Irmgard Weitlaner Johnson, una reconocida especialista en textiles indígenas pre-colombinos y contemporáneos. Con el auxilio de los Weitlaner, padre e hija, Wasson pudo enviar a Hofmann doce kilogramos de semillas de rivea corymbosa y catorce de semillas de la planta de flores azules, ipomoea violacea. Con estas considerables cantidades, que recibió a principios de 1960, Hofmann pudo aislar los elementos activos fundamentales e identificarlos como alcaloides del cornezuelo de centeno: ácido amida lisérgico-d (ergina) y ácido amida isolisérgico-d (isoergina). Éstos se hallan estrechamente relacionados con la dietilamida de ácido lisérgico-d (LSD).
Desde el punto de vista fitoquímico este descubrimiento fue inesperado y de interés particular porque los alcaloides de ácido lisérgico, que hasta el momento sólo se habían encontrado en los hongos bajos del genus claviceps, ahora y por primera vez se descubrían presentes en plantas más altas, de la familia de las convolvuláceas.
El aislamiento de amidas de ácido lisérgico en el Ololiuhqui motivó así que una serie de investigaciones se cerraran como un anillo mágico. Nuestra investigación en el campo de los compuestos alucinogénicos comenzó durante estudios sobre simples ácidos amidas, con el descubrimiento de la dietilamida de ácido lisérgico (LSD) como agente psicotomimético altamente activo.
Y en el contexto de esta actividad llegaron a nuestros laboratorios los hongos mágicos mexicanos. Durante estas investigaciones fue cuando se estableció una relación personal entre R. G. Wasson y el que esto escribe, y las investigaciones sobre el Ololiuhqui se llevaron a cabo como resultado de este contacto. En esta droga mágica las amidas de ácido lisérgico, que hicieron su aparición en las etapas iniciales de nuestra búsqueda psicotomimética, de nuevo fueron halladas como elementos activos.” (Hofmann, 1967: 351-352).
Schultes (1970) advierte que la nomenclatura y la taxonomía de las convolvuláceas se hallan aún en un estado confuso. La rivea, principalmente un género asiático de enredaderas arboladas, tiene cinco especies en el Viejo Mundo, pero sólo una en el Nuevo, la r. corymbosa, que se da no sólo en México y en Centroamérica sino también en las regiones sureñas de los Estados Unidos, en partes del Caribe y en la costa norte de Sudamérica. A la r. corymbosa se le conoce en la literatura cuando menos con nueve sinónimos, siendo los más comunes ipomoea sidaefolia y turbina corymbosa. Ipomoea, un género de las yerbas trepadoras y de arbustos, comprende al menos 500 especies en las partes cálidas y tropicales del hemisferio. i. violacea (Machawana Azul Celestial, etcétera) es a menudo llamada también i. tricolor o i. rubro-caerulea. Los elementos psicotrópicos de la r. corymbosa y de la i. violacea son compartidos por otras especies de semillas de la virgen, pero se desconoce hasta qué punto fueron usadas por los indios o sí lo siguen siendo. Sin embargo, el hecho de que aún sean mencionadas con nombres populares que aluden a sus propiedades intoxicantes (“árbol loco” o “borrachera”, nombre con que también se conoce a la datura) sugiere que cuando menos se les conoce, si es que no se les utiliza.
Es posible que para impedir su popularización como psiquedélico natural y barato, en los Estados Unidos se ordenó que las semillas comerciales de Machawana Azul Celestial y de otras variedades fueran recubiertas con una sustancia nociva. Ya que ese recubrimiento artificial es eliminable, nada, por supuesto, podría evitar un uso alucinogénico de las generaciones subsecuentes de semillas.
No obstante, por las razones que sean y a pesar de que la química natural de las semillas de la virgen es mucho más de fiar que la de cualquier alucinógeno sintético disponible en el mercado negro, fuera de la Costa Oeste no parece que las semillas se hayan integrado en ningún nivel notable de la subcultura de la droga. Tampoco disponemos de alguna indicación de que las semillas de la virgen alguna vez hayan entrado en los contextos rituales del Viejo Mundo, ni siquiera de Sudamérica. Por tanto, el descubrimiento y utilización de sus efectos psíquicos aparentemente pertenece en exclusiva a los indios de México.

(Tomado de: Furst, Peter T. - Alucinógenos y Cultura. Colección Popular #190. Traducción de José Agustín. Fondo de Cultura Económica, México, 1980)

viernes, 29 de noviembre de 2019

El lépero, criminal en potencia

Lépero (Litografía de Claudio Linati)

El lépero, criminal en potencia

Uno de los personajes a quien la sociedad tolera y teme, que se pasea impunemente por las calles sin que nadie sepa a ciencia cierta de qué vive, qué quiere o qué piensa, es el lépero. Es gente conocida que deambula por todos los barrios y es producto, sin duda, de la crisis social y económica que padece nuestro país.
El lépero también es conocido como pelado, por las veces que caía en la cárcel, o porque no tenía camisa ni forma honrada de vida. En la época virreinal eran conocidos como ensabanados porque apenas cubrían un poco su desnudez, pelados, con una sábana o manta. Un viajero norteamericano, Franz Mayer lo describe así:

Ennegrezcamos a un hombre al sol; dejemos que el pelo se le ponga largo y enmarañado, o que se le llene de sabandijas; que se empuerque con todas las inmundicias de la calle durante años sin que jamás sepa de toallas o de cepillos, ni lo toque el agua, salvo cuando hay tempestades; que a los veinte años se ponga un par de bragas de cuero y las lleve hasta los cuarenta, sin cambiárselas ni lavarlas nunca; encima de todo eso coloquemos un sombrero ennegrecido y agujereado y una blusa harapienta, manchada de abominaciones; añadamos ojos feroces, dientes brillantes y rostros aguzados por el hambre, pechos desnudos y bronceados, y (si son hembras) dos o tres miniaturas de la misma ralea que trotan en pos, y, de seguro, otra liada con correas a la espalda; combinemos todas estas cosas con la imaginación y tendremos la verdadera efigie del lépero mexicano [...]. Allí, en los canales, por los mercados y en las pulquerías, se pasan el día entero los indios y estos parias abyectos comiendo desperdicios, riñendo, bebiendo, robando y durmiendo la mona en el suelo, mientras en torno a él sus hijos gritan de hambre. Por la noche se escabullen para meterse en estos arrabales y se acurrucan en los suelos húmedos de sus madrigueras, para dormir los efectos de la bebida y despertarse a la mañana siguiente para dar comienzo a otro día de miseria y de crimen. ¿Será cosa para asombrarse el que en una ciudad en que tan inmensa proporción de los habitantes son gente de esta calaña (sin esperanza en lo presente ni en lo porvenir) ocurran asesinatos y robos?


(Tomado de: Sánchez González, Agustín - Terribilísimas historias de crímenes y horrores en la ciudad de México en el siglo XIX. Ediciones B, S.A. de C.V., México, D.F., 2006)

jueves, 28 de noviembre de 2019

Jean Charlot

(Jean Charlot, fotografía por Tina Modotti)

Nació en París, Francia, en 1898; [murió en Hawaii en 1979] llegó a México en 1921. Fue uno de los iniciadores del movimiento muralista mexicano. Pintó un gran fresco en el cubo de la escalera monumental de la Escuela Nacional Preparatoria (1922-1923) y otros 3 en la Secretaría de Educación Pública. Durante su estancia en el país colaboró con el arqueólogo Sylvanus G. Morley en la reproducción de las pinturas mayas de Chichén Itzá. Inspirado en la obra de José Guadalupe Posada, contribuyó a consagrar el grabado como un arte independiente. Trabajó después algún tiempo en Estados Unidos y luego se radicó en Hawaii. Otras de sus pinturas murales se encuentran en la Universidad de Iowa (1939-1940); en el Black Mountain College, N.C. (1944); en el Colegio de Santa María, Notre Dame, Indiana (1955); en la Iglesia de San Francisco Javier, Naiserelangi, Provincia de Ra, Islas Fidji; en el First National Bank de Waikiki, Hawaii (1966); en la iglesia de San Apóstol en Mililani, Hawaii (1970); en el Hotel Ala Moana (1971), en el edificio de Trabajadores Públicos (1970-1973), este último en colaboración con E. Giddings. Ha ilustrado varios libros, entre ellos La Congregación de las hermanas de San José (Honolulu, 1958), Kittens, Cubs and Babies (Nueva York, 1959), Selections from Hawaiian Antiquities and Folk-lore (Honolulu, 1959), The Bridge of San Luis Rey (Nueva York, 1962), The timid Ghost (Nueva York, 1966) y Moanalua Petroglyphs (1973). Es autor de: Mowentihke Chalman (Honolulu, 1969), Artist on Art (Honolulu, 1972) y de un apéndice a José Clemente Orozco. El Artista en Nueva York

(Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S. A. México D.F. 1977, volumen III, Colima - Familia)

(Jean Charlot: Hawaiian Drummers. 1950)

(Street sketches: disassembled sketchbooks, DS-40.  Jean Charlot.  1922–1923.  Paper and pencil.  Mexico)

(Street sketches: disassembled sketchbooks, DS-107.  Jean Charlot.  1922–1923.  Paper and pencil.  Mexico)

(Book jacket.  The Sun, the Moon and a Rabbit.  Amelia Martinez del Rio.  Illustrated by Jean Charlot.  New York: Sheed & Ward.  1935)


Más de Jean Charlot AQUI


miércoles, 27 de noviembre de 2019

¿Qué fueron las reformas borbónicas?

(Felipe V, rey de España)
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¿Qué fueron las reformas borbónicas?

Poco antes de morir en 1700, el rey español Carlos II, quien llegaba a ese punto sin descendencia, fue convencido de heredar el trono a un miembro de la casa reinante en ese momento en Francia, los Borbones. Tras una guerra (Guerra de Sucesión) dentro de España, que involucró también a las potencias europeas, entre quienes apoyaban la decisión de Carlos II y quienes pretendían que el trono español fuera ocupado por otro miembro de la dinastía de los Austrias, Felipe de Anjou fue finalmente confirmado como Felipe V, rey de España (1713). Con él llegaba a la península una nueva manera de concebir el Estado y la sociedad.
desde finales del siglo XVII, los borbones franceses habían llevado a cabo una serie de transformaciones modernizadoras en la administración pública y en las actividades de la sociedad, las cuales profundizaron en el siglo XVIII. El resultado fue la implantación de un sistema político que conocemos como despotismo ilustrado. Estas ideas renovadoras fueron llevadas a España, donde el crítico escenario administrativo, económico y social las hacía necesarias y urgentes. El conjunto de iniciativas que se echaron a andar para modernizar a España en el siglo XVIII son llamadas en la historia española reformas borbónicas. sus principales objetivos fueron centralizar el poder y hacer verdaderamente eficiente la administración con el fin de sacar a la península de su marasmo. Se reorganizó la corte y los órganos de gobierno, se redujo y profesionalizó la burocracia, se reorganizaron los impuestos, se creó un ejército regular y permanente. En un segundo momento, y como parte de los intentos centralizadores, se redujeron los privilegios de la Iglesia para disminuir su influencia, considerada negativa, en la sociedad; la Corona hizo efectiva su autoridad sobre la Inquisición para tener así un órgano de control efectivo y servicial; asimismo en 1767 los jesuitas fueron expulsados de los territorios españoles, tanto metropolitanos como coloniales. Por otra parte, se estimuló la educación pública, se reformaron las universidades y se crearon instituciones nuevas para fomentar el estudio y la difusión de las artes y la ciencia, de donde surgieron las modernas academias. Paralelamente se fomentó la industria y se intentó modernizar el campo a través de una reforma agraria limitada, al tiempo que se favoreció el desarrollo del comercio al interior y fuera de la península. Dentro de ese plan general tenía un papel especial la relación con las colonias americanas.

(Tomado de: Silva, Carlos - 101 preguntas de historia de México. Todo lo que un mexicano debería saber. Random House Mondadori, S. A. de C. V., México, D. F., 2008)









Roberto Cantoral



La barca y el reloj.
Ciudad de México, octubre de 1975.

Reloj no marques las horas…” Escrita en letra dorada en la puerta, la frase da nombre a la casa de Roberto Cantoral, el gran compositor de música romántica quien explica así su emblemática canción.
Ésta surgió como la idea de escribirle al tiempo; todos esos momentos felices que se van y que quisiera uno retener.
En el espacioso comedor -con muebles de época, como los de toda la casa- hay un enorme reloj, que sí marca las horas.

¿Cuántas canciones has escrito?
Trescientas y pico. He tenido suerte, llevo muchos años escribiendo. Cada año tengo un hit o dos. En 1974 gané el premio de la OTI con la canción “El Quijote”.
¿Oye, tú crees que los temas de hoy en día son diferentes a los de hace años?
La temática es la misma, lo que cambia es la expresión. “El Reloj” y “La Barca” marcaron una época de transformación. La gente abusa de la palabra amor: yo, desde que salí con esas dos canciones y “Regálame esta noche”, no uso la palabra amor así, la tomo más como un concepto universal. Hice una canción que se llama “Amoras de un verbo nuevo”, “amorar”, que quiere decir llenar de amor algo, invadirlo.
Tú rompes estructuras y se te permite usar palabras que a otros compositores no.
Es cierto. Yo fui el primero que metí en mis canciones la palabra “amante”, y ahora ya la usan los españoles, franceses, italianos, etc. La usé desde 1958. Considero que todo se puede decir, pero con un sentido de la elegancia, o sea que no se puede ser insultante en la escritura, por eso es arte. Cualquiera puede decir una cosa llanamente, pero el arte es para cubrir lo grotesco. “Te fallé como amante” no se refiere únicamente al sexo, como se puede pensar, sino a que te fallé en atenciones, en cuidado, en mil cosas.
Tú eres un triunfador en tu carrera y en tu vida. ¿Cómo lo haces?
Yo considero que para hacer cualquier cosa en la vida, lo primero que debe hacer un ser humano es realizarse como tal: si no, está incompleto. Yo me considero una persona realizada y eso para mí es lo más importante. Después vienen por consecuencia el triunfo, el dinero y una serie de cosas. Me preocupé primero por hacer un hogar. Tenemos cuatro hijos, tres varones y una pequeña nena, la “Quijotita”, que tiene tres años. Soy supersticioso, y les pongo seudónimos a mis hijos, usando los títulos de las canciones. A Joselito le tocó El triste.
¿Tienen tus hijos inquietudes artísticas?
Todos tocan el piano, pero el de seis años es al que más le gusta. Es al que no hay que decirle “ve a tocar”. Se levanta tempranito y antes de ir a la escuela, estudia.
¿Tienes amigos en el gremio? ¿Hay envidias?
Tengo pocos amigos. Quizás si exista un celo profesional, pero yo no me he preocupado de eso: ¡Si te cierran una puerta, se abren otras muchas!
¿Nunca le has cantado al macho mexicano?
Sí, una vez hice una canción haciendo ver al machismo en su verdadera esencia. En primer lugar tiene que tener un alto concepto de los valores: el machismo no es matar a una persona en la calle, golpear a una mujer, o creerse superior a los demás. ¡Esa es una bestia, no un ser humano! El hombre y la mujer son una unidad. Por cierto, he escrito una obra músico-literaria sobre los derechos humanos, y voy a promover que se presente en un teatro.
¿No puedes adelantarnos algo sobre ella?
¡Cómo no! Se llama El hijo del hombre, y el prólogo va así: “Este es un modesto homenaje para todos aquellos que, día con día, se esfuerzan arduamente en su trabajo, tales como el descubridor, el campesino, el creador, el obrero, el inventor, el científico y el sabio, por ser los engranajes más vitales y el incentivo de la gran maquinaria que formamos. Es fácil encender la luz ahora, ver autos, barcos, jets, locomotoras, cine, televisión, radio, rockolas, teléfonos, tractores, computadoras, miles de inventos, incontables horas de aquellos que quemaron sus auroras por el progreso que tenemos hoy; que a pesar de la gente negativa, que desde siglos todo lo entorpece, la humanidad jamás está pasiva. ¡O evoluciona o desaparece! Muchos extreman su negativismo, hablando siempre por reflejo propio; si es Italia , es mafia, es Al Capone, es la vendetta y no es Renacimiento pictórico, escultórico y poético. Si es Alemania es Hitler, y no Marx, ni Kant, ni Bach ni Wagner. Y así todos lo tasan igual; afirman que si es judío, es hambreador; si es negro, es indeseable o gente baja; si es yanqui es opresor o invasor; si es árabe, es vivales o ladrón; si es chino, es opio, vicioso o comerratas. ¡Qué pena! ¡Qué pena es carecer de dimensiones, pues no todas las francesas son cocottes, ni todos los ingleses son piratas, ni todo argentino es gigoló; ni mexicano es aquel que mata! ¡No es justo condenar sin reflexión, a toda una nación, a un credo o una raza, porque el talento no es un bien común y la mediocridad no tiene patria!”.

(Tomado de: Helen Krauze – Pláticas en el tiempo. Serie: Alios Vientos. Editorial Jus, S.A. de C.V. México, D.F., 2011)








lunes, 25 de noviembre de 2019

Tortugas marinas


Estos reptiles están adaptados para pasar toda su vida en el mar y sólo llegan a las playas para desovar.
Sus miembros se han modificado en forma de paletas o remos para nadar, el caparazón es hidrodinámico y el peto pequeño. Tienen respiración pulmonar y la capacidad de pasar sumergidas grandes periodos. Su alimentación es generalmente a base de crustáceos, moluscos, algas y pequeños peces.
Desgraciadamente, la explotación de su carne, como la de sus huevos, han puesto a estas tortugas en peligro de extinguirse, aunque la cooperación internacional para su protección ha dado esperanzas de que se logre salvarlas.


Laúd
Esta Tortuga es la más grande de todas las que hoy existen. Llegan a medir de 2.5 a 4 metros de largo y no es raro que pesen de 400 a 800 kg. Su caparazón es blando y posee la forma del instrumento musical de donde proviene su nombre común; tiene siete quillas dorsales; científicamente se le conoce como Dermochelys coriacea. En México existen dos subespecies, la que desova en las playas del Pacífico, y la que lo hace en las playas del Golfo de México.


Carey
Es una tortuga de caparazón muy fuerte, de forma acorazonada, constituida por placas del material del que toma su nombre: carey. Esta tortuga ha sido muy perseguida por su carne y por su concha, ya que en otros tiempo y antes de la invención de los plásticos, con su concha se elaboraban innumerables artefactos y adornos de uso cotidiano. Eretmochelys imbricata llega a medir hasta 2 m y pesa aproximadamente 150 kg. Se localiza y desova en ambas costas de nuestro territorio: en el Pacífico, desde la península de Baja California hasta Chiapas, y en el Golfo, desde Tamaulipas hasta la península de Yucatán.


Caguamas y golfinas
Estas dos tortugas son muy semejantes en forma y tamaño. ambas son muy apreciadas por su carne y huevos. Se distinguen en que las caguamas (Chelonia mydas), o tortuga verde, tienen el borde córneo de la mandíbula con fuertes denticiones; en cambio las golfinas (Lepidochelis), tienen el borde mencionado casi liso. A las caguamas se les puede encontrar en ambas costas así como a las golfinas, sólo que existen dos especies, la del Pacífico es Lepidochelis olivacea y la del Golfo L. kempi.


(Tomado de: Álvarez Solórzano, Ticul, y González Escamilla, Manuel. Atlas Cultural de México. Fauna. SEP, INAH y Grupo Editorial Planeta. México, 1987)

sábado, 23 de noviembre de 2019

El Parián


Por aquel tiempo se ordenó y se llevó a cabo la demolición del Parián, grande cuadrado que ocupaba toda la extensión que hoy ocupa el Zócalo, con cuatro grandes puertas, una a cada uno de los vientos, y en las caras exteriores, puertas de casas o tiendas de comercio. En el interior había callejuelas y cajones como en el exterior, y alacenas de calzados, avíos de sastre, peleterías, etc.
En un tiempo los parianistas constituían la flor y la nata de la sociedad mercantil de México, y amos y dependientes daban el tono de la riqueza, de la influencia y de las finas maneras de la gente culta.
La parte del edificio que veía al Palacio la ocupaban cajones de fierros, en que se vendían chapas y llaves, coas y rejas de arado, parrillas y tubos, sin que dejaran de exponerse balas y municiones de todos los calibres, y campanas de todos tamaños. Una de estas tiendas, la de mayor nombradía, era la de los “chatos" Flores, don Joaquín y don Estanislao, ricos capitalistas, con fundiciones de cobre, haciendas, y qué sé yo cuántas propiedades.
Al frente de Catedral había grandes relojerías, a las que daba el tono don Honorato Riaño, personaje singular del que se contaban mil curiosas anécdotas, y persona tenida en mucho entre los pintores de la época.
La contraesquina de la primera calle de Plateros y frente del portal la ocupaba la gran sedería del señor Rico, en que se encontraban los encajes de Flandes, los rasos de China, los canelones y terciopelos, y lo más rico en telas y primores que traía la nao de China.
A poca distancia del señor Rico se veía la gran tiraduría de oro de don José Núñez Morquecho, compañero de mi padre grande, el señor don Pedro Prieto, quienes mantenían cuantioso comercio con Filipinas y el Japón, haciendo envíos de cientos de miles de pesos en galones, canutillo, hilo de oro, flecos, rieles, etc.
Viendo a la Diputación, se hallaban los cajones de ropa de los señores Meca, las rebocerías de Romero y Mendoza, y la gran mercería de don Vicente Valdez, cuya sucursal de la calle de Monterilla, hacía cuantiosas realizaciones.
En el interior, principalmente, los cajones de ropa eran de españoles, como los señores Izita, Iturriaga, y no recuerdo quiénes más.
Aquella reunión de comerciantes tenían costumbres casi conventuales: el dependiente acudía con las llaves que guardaba en un bolsón de badana, vivía con sus amos, y su primer asignación era de ocho pesos mensuales, comía en la casa del amo, rezaba el rosario a la oración y se retiraba al entresuelo a conciliar el sueño.
No se le permitía al dependiente fumar, ni que le visitaran amigos, ni recargarse de codos en el mostrador… ni que se separase de su puesto…
Yo tenía muchos recuerdos del Parián, sobre todo los referentes al saqueo, y desde esa época, no sólo para mí, sino para muchos, tenía algo de triste el edificio, que sin duda aminoró el pesar, que de otro modo hubiera producido su destrucción.
El Parián, cerrado en la prima noche, en la parte frontera al portal, servía de lugar de tráfico a zapateros y sombrereros de lance o sea “del Brazo Fuerte”; y allí, borceguíes y zapatones se medían, teniendo por tapete las frescas losas de la banqueta y auxiliando el semivivo becerro del artefacto, con pedazos de papel o grasa, para la fácil internación del pie.
A las ocho de la noche variaba la decoración.
Las puertas de los cajones del Portal de Mercaderes y las alacenas se cerraban, y en los quicios de las puertas tomaban asiento caballeros, señoritas y señoras, a ver pasar la concurrencia.
Los solterones comodinos se encaramaban en la parte saliente de las alacenas cerradas, cercándolos de pie los tertulianos, porque cada agrupación era una tertulia. La acera del Parián del frente, era el complemento del paseo, sin más diferencia, sino que los quicios de las puertas eran para gente de baja ralea, entre la que se contaban las hijas vagabundas de la noche.
En el Portal de las Flores se vendían chorizones, pollo, fiambre, donoso, pasteles y empanadas, y otras olorosas meriendas; allí, en los quicios, y en amplios petates, se servían los manjares a la parte de la concurrencia más despreocupada, refugiándose, para las comilonas, la gente decente, en la parte del Parián que se ve al sur.
Todo este cuadro nocturno estaba pésimamente alumbrado por faroles alimentados con aceite, rompiendo de trecho en trecho, las sombras, haces de ocote o trastos de barro en grosero tripié, alumbrando la desaforada cara del proclamador de la mercancía, que gritaba con todos sus pulmones:
¡A cenar! ¡A cenar!
Pastelitos y empanadas!
pasen, pasen a cenar!


(Tomado de: Prieto, Guillermo (Fidel) - Memorias de mis tiempos (de 1840 a 1853). Introducción, Selección y notas de Yolanda Villenave. Biblioteca Enciclopédica Popular, #18. Secretaría de Educación Pública. México, 1944)

viernes, 22 de noviembre de 2019

José Clemente Orozco, Páginas Autobiográficas I


El estímulo de Posada
Nací en 23 de noviembre de 1883 en Ciudad Guzmán, conocida también por Zapotlán el grande, en el estado de Jalisco.
Mi familia salió de Ciudad Guzmán cuando tenía yo dos años de edad, estableciéndose por algún tiempo en Guadalajara y más tarde en la ciudad de México, por el año de 1890. En ese mismo año ingresé como alumno en la Escuela Primaria Anexa a la Normal de Maestros, que en esa época ocupaba el edificio que ha sido sucesivamente Escuela de Altos Estudios, Departamento Editorial de la Secretaría de Educación Pública y Facultad de Filosofía y Letras, en la calle de Licenciado Verdad.
En la misma calle y a pocos pasos de la escuela, tenía Vanegas Arroyo su imprenta, en donde José Guadalupe Posada trabajaba en sus famosos grabados.
Bien sabido es que Vanegas Arroyo fue el editor de extraordinarias publicaciones populares, desde cuentos para niños hasta los corridos, que eran algo así como los extras periodísticos de entonces, y el maestro Posada ilustraba todas esas publicaciones con grabados que jamás han sido superados, si bien muy imitados hasta la fecha.
Los papelerillos se encargaban de vocear escandalosamente por calles y plazas las noticias sensacionales que salían de las prensas de Vanegas Arroyo: “El fusilamiento del Capitán Cota” o “El Horrorosísimo Crimen del Horrorosísimo Hijo que mató a su Horrorosísima Madre”.
 Posada trabajaba a la vista del público, detrás de la vidriera que daba a la calle, y yo me detenía encantado por algunos minutos camino de la escuela, a contemplar al grabador, cuatro veces al día, a la entrada y salida de las clases, y algunas veces me atrevía a entrar al taller a hurtar un poco de las virutas de metal que resultaban al correr el buril del maestro sobre la plancha de metal de imprenta pintada con azarcón.
Éste fue el primer estímulo que despertó mi imaginación y me impulsó a emborronar papel con los primeros muñecos, la primera revelación de la existencia del arte de la pintura. Fui desde entonces uno de los mejores clientes de las ediciones de Vanegas Arroyo, cuyo expendio estuvo situado en una casa ya desaparecida por haber sido derribada al encontrar las ruinas arqueológicas de la esquina de las calles de Guatemala y de la República Argentina.
En el mismo expendio eran iluminados a mano, con estarcidor, los grabados de Posada y al observar tal operación recibí las primeras lecciones de colorido.

San Carlos
Bien pronto supe que en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, a dos cuadras de la Escuela Normal, había cursos nocturnos de dibujo, y con gran entusiasmo ingresé a ellos. En aquella época el patio de la academia estaba abierto, pero los corredores estaban cerrados con vidrieras y a lo largo de las paredes había infinidad de aquellas famosas litografías de Julien, la quintaesencia del academismo y que tenían que copiar con el mayor cuidado y limpieza los que querían comenzar sus estudios de arte. Dura e innecesaria disciplina.
En 1897, mi familia me envió a la escuela de Agricultura de San Jacinto a seguir por tres años la carrera de perito agrícola. Nunca me interesó la agricultura y jamás llegué a ser un perito en cuestiones agrarias, pero la educación y las enseñanzas que recibí en esa magnífica escuela fueron de mucha utilidad, pues el primer dinero que gané en la vida fue levantando planos topográficos y posiblemente hubiera sido capaz de planear un sistema de riego, construir un establo o uncir bueyes y trazar con el arado muy largos surcos en línea recta. Podía muy bien sembrar maíz, alfalfa, caña; analizar tierras y abonarlas, en fin, conocimientos bastantes para explotar la tierra. Tres años de vida en el campo, sana y alegre.
Al dejar la Escuela de Agricultura mis ambiciones crecieron y fue mi deseo ingresar en la Escuela Nacional Preparatoria, en donde permanecí por cuatro años con el vago propósito de estudiar más tarde arquitectura, pero la obsesión de la pintura me hizo dejar los estudios preparatorios para volver pocos años después a la Academia, ya con el conocimiento perfectamente definido de mi vocación.
Habiendo muerto mi padre, hube de trabajar para sostener mis estudios en la Academia. Algunas veces fui dibujante de arquitectura. Otra vez estuve por algún tiempo como dibujante en el taller gráfico de El Imparcial y otras publicaciones del señor Reyes Spíndola. Recuerdo con agrado a don Carlos Alcalde, hábil ilustrador de prensa y excelente persona.


(Tomado de: Orozco, José Clemente - Páginas autobiográficas. Cuadernos Mexicanos, año II, número 97. Coedición SEP/Conasupo. México, D.F. s/f)

jueves, 21 de noviembre de 2019

Preclásico 2500 aC - 200 dC

(Huehuetéotl, Cuicuilco, Ciudad de México)

Con este nombre se conoce al periodo en el que se consolidan varios de los rasgos que serían característicos de las culturas mesoamericanas hasta la conquista española. Con frecuencia se ve a este periodo como uno en el que no se habían alcanzado los grados de complejidad de las sociedades de los periodos posteriores, aunque no es así. El Preclásico es una época plena de logros y con una notable variedad en cuanto a expresiones culturales. En el Preclásico Temprano (2500-1200 a.C.) se dieron cambios fundamentales en la vida de los grupos humanos y que tendrían repercusiones en prácticamente todos los ámbitos. Entre esos cambios están la adopción de la agricultura como medio de subsistencia principal y el establecimiento de aldeas. Seguirían después prácticas como la fabricación de cerámica y el desarrollo de rasgos asociados a la organización social, la que paulatinamente sería cada vez más compleja. Esta creciente complejidad alcanzaría altos niveles en el Preclásico Medio (1200-400 a.C.). principalmente con la cultura olmeca. En ese entonces cristalizan las tendencias en curso durante los más de mil años de la época previa. La estratificación social, el gobierno legitimado por ritos públicos y la cosmovisión, entre otros aspectos, adquieren las características esenciales que se encontrarán entre las sociedades mesoamericanas en adelante.
(Teopantecuanitlán, Guerrero)

Tras la decadencia de la cultura olmeca, en el Preclásico Tardío (400-a.C.-200 d.C.), gran parte de Mesoamérica vivió una dinámica en la que nuevamente se consolidan procesos en curso desde el periodo anterior, como la escritura, el calendario y ritos como el del juego de pelota. Los rasgos más distintivos de este periodo son un notable crecimiento poblacional y el surgimiento de asentamientos de gran tamaño, muchos de ellos con construcciones monumentales, alrededor de los cuales se conforman sistemas regionales que les aseguraban el mantenimiento de sus crecientes poblaciones.

(Tomado de: Vela, Enrique - Culturas prehispánicas de México. Arqueología Mexicana, Edición Especial #34. Editorial Raíces/Instituto Nacional de Antropología e Historia. México, D.F., 2010) 

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Las fuerzas armadas abrieron fuego contra los manifestantes de México 1968


Las fuerzas armadas abrieron deliberadamente fuego en contra de los manifestantes de México

Le Monde, 5 de octubre de 1968
Claude Kiejmann, corresponsal

México, 4 de octubre.- Es una masacre: no existe otro término para describir lo que ocurrió durante el mitin organizado por el comité estudiantil de huelga en la Plaza de las tres Culturas, en el centro del barrio de Tlatelolco, inmenso centro urbano de concreto y cristal, que de ahora en adelante será tristemente célebre en la historia de la represión.
El lugar es el más adecuado para una emboscada, si emboscada hubo, como algunos aquí se muestran dispuestos a afirmarlo. En las últimas semanas ya se habían producido varias “batallas” en Tlatelolco, pero la del pasado miércoles fue de lejos la más dura.
El objetivo de ese mitin, que empezó a las 5 de la tarde, eras reclamar la salida de la tropa que todavía ocupa el Instituto Politécnico, ubicado a varios centenares de metros de la plaza. Se acababa inclusive de cancelar la consigna de marchar hasta el “Poli”. Varios oradores, hombres y mujeres integrantes del comité de huelga, ya habían tomado la palabra. Uno de ellos se encontraba en el tercer piso del edificio Chihuahua, en la galería abierta que sirve de descansillo y permite el acceso a los departamentos. Rodeado por unas 50 personas, estaba afirmando que era indispensable “continuar la lucha” y seguir exigiendo “un diálogo público con el gobierno para defender la Constitución y el derecho”. Hombres, mujeres y niños, muchos de ellos sentados en el suelo, escuchaban. Estudiantes caminaban entre los grupos y repartían volantes. En las grandes avenidas contiguas, el tráfico era normal. Las unidades del ejército se habían parapetado alrededor del Politécnico. En el cielo, el helicóptero de la policía del Distrito Federal vigilaba la ciudad. En el jardín del conjunto habitacional había niños que nadaban en la piscina. Los padres de familia regresaban a sus casas leyendo el periódico. Cinco minutos más tarde apareció un segundo helicóptero y a las 6 y 20 minutos vimos arriba de la iglesia Santiago-Tlatelolco una doble luz verde, una luz de bengala, Se oyeron unos gritos: “¡No pierdan la calma! ¡No corran!”.
Ya está oscureciendo y nadie entiende la razón de ese tumulto. El orador reitera las consignas de calma, pero bruscamente, uno de sus vecinos lo ataca y neutraliza, al tiempo que todos los que están en la tribuna intentan escaparse. Los atrapan agentes vestidos de civil que salen de los departamentos. En la explanada, antigua pirámide azteca rodeada por fosos, los manifestantes intentan huir sin entender claramente lo que está ocurriendo, pero se topan con militares, con la cabeza protegida por cascos, y metralletas y fusiles en las manos.
A la inversa de la versión dada por la mayoría de los diarios mexicanos, hasta ese momento no se disparó un solo tiro desde los edificios que rodean la plaza, bi tampoco de las azoteas. En cambio, entre la multitud se ven hombres vestidos de civil, llevando un guante blanco en la mano izquierda, que hacen señas a los militares. Después de esa señal, estos últimos abren un fuego nutrido contra la multitud. En ese momento empieza el horror. Saltamos de los terraplenes que tienen unos tres metros de altura. Es el pánico.
Los militares avanzan, obligándonos a replegarnos cerca de la iglesia. Desde el edificio, hombres vestidos de civil parecen dirigir el avance y los movimientos de los soldados haciéndoles grandes señas. Los soldados van llegando de todas las calles. Habrá más de cinco mil, se hablará de 300 tanques… Estos soldados matan. La mayoría de los estudiantes ayudan a las mujeres en su huída, las protegen. Ya cayó la noche. Nos inunda una lluvia torrencial. Los tanques se van acercando. Primero bloquean la entrada del edificio Chihuahua. Son las siete y quince de la noche, la balacera sigue. Tiros de bazuca incendian el edificio Chihuahua.
Las luces de los edificios están apagadas y ya no se ve a nadie. Más tarde nos enteraremos de que muchos departamentos están llenos de refugiados tendidos en el piso y en la oscuridad. Pasan detenidos, con las manos detrás de la nuca, empujados por soldados que los golpean. Otros han sido desvestidos y están mojados y desnudos en las azoteas de los edificios. En la Plaza de las Tres Culturas yacen muertos y heridos, entre ellos varios niños.
Se empuja a los detenidos, entre los cuales me encuentro, contra la iglesia. Tenemos los brazos en alto. Se ordena a los hombres tirar sus cinturones y a las mujeres sus paraguas. La balacera se paró a las ocho de la noche, quizás a las ocho y cuarto. El comportamiento de los detenidos llama la atención: una mezcla de valor y determinación, con mucho enojo también, y una gran calma. Para ellos hay un solo responsable: es Díaz Ordaz, ya que la Constitución mexicana únicamente autoriza al presidente de la República para dar a las Fuerzas Armadas la orden de disparar. Pero toda la gente que se encuentra aquí sabe de sobra que hace mucho tiempo que la Constitución no es más que un artificio.
Son las diez y media de la noche: la balacera vuelve a estallar. Esta vez se dispara en contra de los edificios ubicados del otro lado del barrio de Nonoalco, donde, según se dice, se esconden francotiradores. Esta segunda balacera se prolonga durante 20 minutos. Detrás de la iglesia se oyen golpes. Las mujeres suplican a los soldados que las dejen entrar al templo. Pero sólo se nos permitirá penetrar en el convento contiguo a la iglesia después de dos horas de espera. Ahí estaremos amontonadas 3,000 personas.
Todo el barrio está ocupado por tanques y soldados. A las cuatro de la mañana me liberan junto con una joven francesa que me acompañaba. En la ciudad se oyen los aullidos de las sirenas de las ambulancias.
El comité de huelga ha sido diezmado, pero todavía no se puede medir la amplitud del golpe que acaba de sufrir. Coraje, asombro, angustia y horror están en su punto culminante. Por lo que se dice, hay que remontarse a 1914, año del golpe de Estado del general Huerta contra el presidente Madero, para encontrar semejante carnicería en la capital mexicana. Mientras tanto, el secretario de la Defensa, el general Marcelino García Barragán, declara: “Yo soy el alto mando responsable. No se decretará el estado de sitio. México es un país en el que impera y seguirá imperando la libertad…”
Pero el editorialista del diario Excélsior, cuyos fotógrafos fueron heridos por el ejército, se pregunta cuál es la razón de esa masacre.

Tomado de: Rodríguez Castañeda, Rafael - Testimonios de Tlatelolco. PROCESO, Edición Especial. CISA Proceso Comunicación e Información SA de CV. México, 1988)

martes, 19 de noviembre de 2019

Manuel Chao


Nació en Tuxpan, Veracruz, en 1883; murió fusilado en Ciudad Jiménez, Chihuahua, en 1924. Aunque dedicado a las faenas del campo, en 1900 pasó a Durango y se dedicó a trabajar como profesor de primeras letras. En 1903 se mudó a Chihuahua y dio clases en la escuela Núm. 138 de esa capital y en la región de Balleza. Afiliado al maderismo, en noviembre de 1910 se levantó en armas en Baqueteros y llegó a obtener el grado de teniente coronel. En 1912 combatió a Orozco y en 1913 al huertismo. Participó en las acciones de Santa Bárbara, Ciudad Camargo e Hidalgo del Parral. En esta población recibió a Venustiano Carranza, quien lo ascendió a general. Organizó una de las brigadas de la División del Norte. Gobernó el Estado de Chihuahua, con el carácter de jefe militar, del 8 de enero al 13 de mayo de 1914. A pesar de sus diferencias con Villa, quien estuvo a punto de fusilarlo, repudió al primer jefe del constitucionalismo y asistió, por derecho propio, a la Convención de Aguascalientes. Por resolución de esta asamblea gobernó el Distrito Federal del 3 de diciembre de 1914 al 2 de enero de 1915. Ascendido a divisionario, Villa lo designó, junto con el general Felipe Ángeles, delegado a las conferencias internacionales que se propusieron, sin éxito, organizar un gobierno que unificara a las distintas facciones. Derrotados los convencionistas, se exilió en España y luego radicó en Costa Rica. Amigo del presidente Carlos González Flores, encabezó el movimiento armado que derrocó al general Felipe Tinoco (1919), quien había depuesto a las autoridades constitucionales. Rehusó el ministerio de Guerra de aquel país para no perder su nacionalidad mexicana. en 1921 aceptó el mando de una columna costarricense en ocasión del conflicto con Panamá por la jurisdicción de Bocas del Toro. Vuelto a la vida privada, en 1923 regresó a México y en diciembre se unió a la rebelión delahuertista, como segundo jefe de ese movimiento en Chihuahua. El 24 de junio fue aprehendido en Estanzuela y fusilado el 26, en Ciudad Jiménez, tras el juicio sumario de un consejo de guerra.


(Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S. A. México D.F. 1977, volumen III, Colima - Familia)