miércoles, 27 de noviembre de 2019

Roberto Cantoral



La barca y el reloj.
Ciudad de México, octubre de 1975.

Reloj no marques las horas…” Escrita en letra dorada en la puerta, la frase da nombre a la casa de Roberto Cantoral, el gran compositor de música romántica quien explica así su emblemática canción.
Ésta surgió como la idea de escribirle al tiempo; todos esos momentos felices que se van y que quisiera uno retener.
En el espacioso comedor -con muebles de época, como los de toda la casa- hay un enorme reloj, que sí marca las horas.

¿Cuántas canciones has escrito?
Trescientas y pico. He tenido suerte, llevo muchos años escribiendo. Cada año tengo un hit o dos. En 1974 gané el premio de la OTI con la canción “El Quijote”.
¿Oye, tú crees que los temas de hoy en día son diferentes a los de hace años?
La temática es la misma, lo que cambia es la expresión. “El Reloj” y “La Barca” marcaron una época de transformación. La gente abusa de la palabra amor: yo, desde que salí con esas dos canciones y “Regálame esta noche”, no uso la palabra amor así, la tomo más como un concepto universal. Hice una canción que se llama “Amoras de un verbo nuevo”, “amorar”, que quiere decir llenar de amor algo, invadirlo.
Tú rompes estructuras y se te permite usar palabras que a otros compositores no.
Es cierto. Yo fui el primero que metí en mis canciones la palabra “amante”, y ahora ya la usan los españoles, franceses, italianos, etc. La usé desde 1958. Considero que todo se puede decir, pero con un sentido de la elegancia, o sea que no se puede ser insultante en la escritura, por eso es arte. Cualquiera puede decir una cosa llanamente, pero el arte es para cubrir lo grotesco. “Te fallé como amante” no se refiere únicamente al sexo, como se puede pensar, sino a que te fallé en atenciones, en cuidado, en mil cosas.
Tú eres un triunfador en tu carrera y en tu vida. ¿Cómo lo haces?
Yo considero que para hacer cualquier cosa en la vida, lo primero que debe hacer un ser humano es realizarse como tal: si no, está incompleto. Yo me considero una persona realizada y eso para mí es lo más importante. Después vienen por consecuencia el triunfo, el dinero y una serie de cosas. Me preocupé primero por hacer un hogar. Tenemos cuatro hijos, tres varones y una pequeña nena, la “Quijotita”, que tiene tres años. Soy supersticioso, y les pongo seudónimos a mis hijos, usando los títulos de las canciones. A Joselito le tocó El triste.
¿Tienen tus hijos inquietudes artísticas?
Todos tocan el piano, pero el de seis años es al que más le gusta. Es al que no hay que decirle “ve a tocar”. Se levanta tempranito y antes de ir a la escuela, estudia.
¿Tienes amigos en el gremio? ¿Hay envidias?
Tengo pocos amigos. Quizás si exista un celo profesional, pero yo no me he preocupado de eso: ¡Si te cierran una puerta, se abren otras muchas!
¿Nunca le has cantado al macho mexicano?
Sí, una vez hice una canción haciendo ver al machismo en su verdadera esencia. En primer lugar tiene que tener un alto concepto de los valores: el machismo no es matar a una persona en la calle, golpear a una mujer, o creerse superior a los demás. ¡Esa es una bestia, no un ser humano! El hombre y la mujer son una unidad. Por cierto, he escrito una obra músico-literaria sobre los derechos humanos, y voy a promover que se presente en un teatro.
¿No puedes adelantarnos algo sobre ella?
¡Cómo no! Se llama El hijo del hombre, y el prólogo va así: “Este es un modesto homenaje para todos aquellos que, día con día, se esfuerzan arduamente en su trabajo, tales como el descubridor, el campesino, el creador, el obrero, el inventor, el científico y el sabio, por ser los engranajes más vitales y el incentivo de la gran maquinaria que formamos. Es fácil encender la luz ahora, ver autos, barcos, jets, locomotoras, cine, televisión, radio, rockolas, teléfonos, tractores, computadoras, miles de inventos, incontables horas de aquellos que quemaron sus auroras por el progreso que tenemos hoy; que a pesar de la gente negativa, que desde siglos todo lo entorpece, la humanidad jamás está pasiva. ¡O evoluciona o desaparece! Muchos extreman su negativismo, hablando siempre por reflejo propio; si es Italia , es mafia, es Al Capone, es la vendetta y no es Renacimiento pictórico, escultórico y poético. Si es Alemania es Hitler, y no Marx, ni Kant, ni Bach ni Wagner. Y así todos lo tasan igual; afirman que si es judío, es hambreador; si es negro, es indeseable o gente baja; si es yanqui es opresor o invasor; si es árabe, es vivales o ladrón; si es chino, es opio, vicioso o comerratas. ¡Qué pena! ¡Qué pena es carecer de dimensiones, pues no todas las francesas son cocottes, ni todos los ingleses son piratas, ni todo argentino es gigoló; ni mexicano es aquel que mata! ¡No es justo condenar sin reflexión, a toda una nación, a un credo o una raza, porque el talento no es un bien común y la mediocridad no tiene patria!”.

(Tomado de: Helen Krauze – Pláticas en el tiempo. Serie: Alios Vientos. Editorial Jus, S.A. de C.V. México, D.F., 2011)








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