(Anónimo - Cuadro de castas: De español y negra, nace mulata)
"El Negrito Poeta" se desenvolvió en una época y en un medio social adversos a toda liberalidad del intelecto, ya que la Santa Inquisición era dueña absoluta de mentes y de cuerpos, y las audacias del pensamiento se frenaban con escarmientos las más de las veces mortales. José Vasconcelos, sin embargo, logró burlar con su ingenio las barreras que la censura eclesiástica ponía a su paso.
Debido a ello varios ensotanados, heridos en su autoridad por el desenfado del versificador y celosos de su ingenio y popularidad, trataban a toda costa de ponerlo en manos del terrible organismo encargado de la represión espiritual.
Este era el caso de un fraile dominico, enemigo gratuito del poeta, que en cierta ocasión le espetó, frente a numerosos testigos, el siguiente pie:
"Jesucristo en una mierda..."
Otro se hubiera santiguado ante la blasfemia. "El Negrito Poeta" salió airoso del innoble ardid con este desplante:
A proposición tan lerda
sólo acierto a replicar:
Jesucristo en una mierda...
de boca te ha de clavar.
Durante una procesión en honor de Santo Domingo, el mismo cuervo eclesiástico de le acercó a importunarlo con su malignidad. Esta vez le sugirió al oído:
Santo Domingo es un perro...
El improvisador completó el pie así:
En esta opinión no hay yerro,
ha visto usted bien mirado,
pues lo que tiene a su lado
Santo Domingo, es un perro.
En esta forma, largando pie tras pie al paso del ingenioso rebelde, los ensotanados no perdían la esperanza de hacerlo al fin tropezar:
Pie:
Renegar de Dios es bueno...
Poeta:
Azotes, mordaza y freno
tiene nuestra santa fe,
para quien dijere que
renegar de Dios es bueno.
Pie:
Dios en la punta de un cuerno...
Poeta:
Con su saber sin segundo
y su poder sempiterno,
bien pudo formar el mundo,
Dios, en la punta de un cuerno.
Pero en cierta ocasión, sin necesidad del acicate de los frailes, el incorregible versificador compuso ante una imagen de la Virgen y en presencia de testigos, la siguiente cuarteta:
A ésta lo que más le abona
es el haber concebido
sin saberlo su marido
y por tercera persona.
Tales conceptos le redituaron el comparecer ante las autoridades eclesiásticas, que lo conminaron a repetir los versos blasfemos. El poeta, que ya los había olvidado, improvisó estos otros:
Aunque a ese niño ha parido,
siempre Virgen ha quedado;
fue por milagro engendrado,
no por obra de marido.
Mas no sólo con curas lidió "El Negrito Poeta". Gente de todas las clases sociales, atraída por su fama de improvisador genial, se atropellaba por importunarlo. Así, a una vieja pordiosera que en son de burla le pedía un par de medias viejas, le contestó:
¡Pobre de tí que te quejas
a mí, para tu remedio!
Que te partan por en medio
y tendrás "dos medias viejas".
Un día, en presencia del Virrey, el poeta Juan de Mena le pidió un consonante a porque. "El Negrito" improvisó de inmediato:
Pido a Vuecencia me ahorque
y me cuelgue de una almena,
si el poeta Juan de Mena
da otro consonante a porque.
Francisco Sandoval, un ricachón que gustaba de escuchar al "Negrito", lo retó cierta vez a encontrar un consonante a Cristóbal, ofreciéndole un puñado de monedas si lo conseguía. Naturalmente, las monedas fueron a parar a los bolsillos del improvisador:
Pues usted, señor Sandóval
(Sandoval quise decir),
me da, sin más lejos ir,
un consonante a Cristóbal.
A un boticario que le tendía un peso a cambio de que completara este pie: "Los cabellos penden de...", le dijo:
Una pispireta trató de burlarse de su raída capa de terciopelo, diciéndole:
A lo que el aludido, furibundo, replicó:
Ese peso lo gané,
si mi saber no se esconde:
Quítese usted, no sea que
una viga caiga, y donde
los cabellos penden, dé.
Una pispireta trató de burlarse de su raída capa de terciopelo, diciéndole:
¡Adiós, negrito poeta
vestido de tafetán,
taralan, tan, tan!
A lo que el aludido, furibundo, replicó:
Cuando nuestro padre Adán
se comió la primera fruta,
ya te tenía por puta
y amante del capitán,
taralan, tan tán.
Un pedante quiso humillarlo con este comentario:
De médico, poeta y loco...
"El Negrito Poeta", sonriente, le espetó:
Acaba el verso, animal;
di, para que sea cabal,
todos tenemos un poco.
(Tomado de: Elmer Homero (Rodolfo Coronado) – El despiporre intelectual (Antología de lo impublicable). Colección El Papalote, #6. Editores Asociados, S. A. México, D.F., 1974)
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