lunes, 2 de marzo de 2020

Esperanza Iris


Señora del teatro lírico
Por su bella voz, desde muy niña triunfó cantando la diva tabasqueña de la belle époque mexicana. El público había amado su presencia escénica desde pequeña y la vio crecer en el escenario donde despertaba una adoración sin límites. Reina de un espectáculo teatral y musical en que se interpretaban zarzuelas, a la llegada a México de María Conesa al Teatro Principal, en 1907, decidió cambiar de género, abrazando el de la opereta, género donde como nunca lució su hermosísima voz de claro y melódico timbre.
Sangre de artista, una de las operetas que interpretaba con mayor éxito, parecía una definición muy apropiada de su persona. Pero el público mexicano literalmente la consideró y la coronó como "La reina de la opereta" y muchos en realidad la consideraba "La emperatriz de la opereta".
En giras internacionales, actuando y cantando La Duquesa del Bal tabarín, El Conde de Luxemburgo, La princesa de los Balcanes y Eva, la Iris triunfó en Sudamérica, Madrid, La Habana, en perpetuas "noches de gloria" (por cierto, título también de una película que interpretó en 1937), aunque su vida privada siempre fue particularmente desgraciada. Con el producto de su arte edificó uno de los teatros más bellos y suntuosos de la ciudad, el Teatro Esperanza Iris, en la calle de Donceles (hoy restaurado), pero al que se le ha quitado su nombre, que deben reintegrársele, pues es el mínimo homenaje que este país y esta ciudad deben a una de sus más preclaras artistas que elevó a milagro el arte lírico.

(Tomado de: Ramón, David - Somos Uno, especial de colección, Las 100 estrellas del siglo XX. Año 7, núm. 1. Editorial Eres, S.A. de C.V., México, D.F., 1997)

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