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miércoles, 29 de enero de 2020

Sebastián Lerdo de Tejada

Hijo de don Antonio Lerdo de Tejada, español, y de doña Concepción Corral y Bustillos, criolla. Nació en Jalapa, Ver., el 25 de abril de 1820. 
Estudió en el Seminario Palafoxiano de Puebla, en donde recibió las órdenes menores. Renunció a la vida eclesiástica y continuó sus estudios en el colegio de San Ildefonso en México, recibiendo en 1851 el título de abogado; fue profesor de Artes en San Ildefonso desde 1849 y rector del mismo plantel de 1852 a 1863.
Participó en todos los acontecimientos que agitaron a México desde 1850, principalmente en la época de la intervención francesa. Perteneció a la Academia Interior de Buen Gusto y Bellas Artes. Fue magistrado del Tribunal de Justicia en 1855, miembro de la Junta Electoral del 30 de diciembre de 1858, que nombró jefe provisional del Ejecutivo; presidente de la Cámara de Diputados en 1861. Formó parte de la Comisión de Relaciones que dictaminó en contra del tratado Wyke-Zamacona. Poseía gran talento, vasta instrucción y energía, y una gran habilidad política. 
Fue un estadista consumado por su talento, cultura y experiencia. Acompañó a Juárez hasta Paso del Norte. En septiembre de 1863 Juárez lo nombró ministro de Justicia, y el 11 del mismo mes pasó al ministerio de Relaciones y Gobernación, desde donde emitió los decretos de noviembre de 1865 que prorrogaron el período presidencial de Benito Juárez hasta la terminación de la guerra, eliminando con ello a Jesús González Ortega, que pretendía asumir la presidencia en su carácter de presidente de la Suprema Corte de Justicia.
Lerdo fue el director de la política del país y el iniciador de grandes cuestiones internacionales que cristalizaron en el fortalecimiento del Derecho Internacional mexicano. Ocupó la presidencia de la Suprema Corte de Justicia. Candidato a la presidencia de la República en las elecciones de 1871, fue derrotado y retornó a su cargo de presidente de la Corte. A la muerte de Juárez, asumió la presidencia interinamente por ministerio de ley. Convocó a elecciones para el periodo constitucional de 1872-1876, presentándose como candidato en contra del general Porfirio Díaz, al que derrotó, tomando posesión el 1 de diciembre de 1872.
Durante su administración hubo paz relativa, pues las luchas de carácter religioso la alteraron. En 1873 dispuso la expulsión de 15 jesuitas extranjeros, y en 1874 fueron desterradas las Hermanas de la Caridad. En septiembre de 1873 elevó a la categoría de constitucionales las Leyes de Reforma. Reforzó la marina nacional, para lo que adquirió los pequeños vapores de guerra: “Independencia”, “Libertad”, “México” y “Demócrata”. Sometió al cantón de Tepic, en donde se encontraba levantado Manuel Lozada, el “tigre de Alica”, a quien derrotó el general Ramón Corona en la batalla de la Mojonera en 1873. Inauguró el primer ferrocarril de México a Veracruz en enero de 1873 y trató de unir los distintos partidos políticos. Dignificó la administración de justicia y auspició la educación.
En 1874 reformó la Constitución, estableciendo nuevamente la Cámara de Senadores.
Trató de reelegirse en 1876, pero en contra de ello, Díaz proclamó en enero de ese año el Plan de Tuxtepec. Los generales donato Guerra, de Jalisco; Méndez y Carrillo, en Puebla; Couttolenc, en Veracruz; Treviño y Naranjo, en Nuevo León, y otros secundaron el movimiento. Lerdo envió fuerzas contra los sublevados. El general Porfirio Díaz en su Plan desconocía al presidente de la República y a todos los funcionarios y convocaba a elecciones.
José María Iglesias, presidente de la suprema Corte, también se enfrentó al gobierno por razones jurídicas. El 16 de noviembre el general Díaz derrotó a las fuerzas del gobierno en Tecoac, entró en México y Lerdo tuvo que abandonar la capital. Salió por Acapulco el 25 de enero de 1877 rumbo a San Francisco, California y luego hacia Nueva York, en donde falleció el 21 de abril de 1889.
Su cadáver fue trasladado posteriormente a México y se le sepultó en la Rotonda de los Hombres Ilustres. Con Iglesias y Juárez, Lerdo representó la legalidad, defendió la República y forjó la conciencia nacional.

(Tomado de: Navarro A., Ramiro - Sebastián Lerdo de Tejada. Historia de México, tomo 10, Reforma, Imperio, República. Salvat Mexicana de Ediciones, S.A. de C.V. México, 1978)


miércoles, 14 de agosto de 2019

Lerdo de Tejada y los indígenas, 1872-1876



Los indígenas bajo la administración de Lerdo de Tejada


Los grupos indígenas del país produjeron en los años que nos ocupan [1872-1876] varias alteraciones. En el norte, comanches y apaches, que escapaban de la cacería que el general norteamericano Sheridan había decretado contra ellos, asolaban ranchos y aldeas, asesinaban hombres y niños, raptaban a las mujeres, robaban el ganado y hacían imposible la vida desde Sonora a Tamaulipas. Destacamentos militares establecidos en los estados fronterizos, así como también en Yucatán, trataron de detener los avances, latrocinios y homicidios que los indios cometían. Hombres influyentes, como los Terrazas de Chihuahua y García Morales en Sonora, hicieron frente a la situación, organizando grupos de milicias, a los que dotaron de armas e implementos para la persecución de los malhechores. El mejor aliado que por entonces se tuvo para combatir ese flagelo lo representaron otros grupos indígenas, como el de los kikapoos, que llegó en 1859, dio guerra a los comanches y logró contenerlos. El gobierno les otorgó tierras en Chihuahua y más tarde ante el acoso de los texanos al mando de McKencie a esos indios, se les trasladó a Durango en donde todavía habitan consagrados a la agricultura.


En el noroeste fueron los pápagos, los opatas y pimas quienes resistieron a los apaches, más la situación de peligro no cesó del todo y la tranquilidad de Sonora, Sinaloa y Baja California no era muy efectiva. En el occidente Manuel Lozada, el 17 de enero de 1873, lanzó su Plan Libertador de los pueblos unidos de Nayarit, se declaró en franca rebeldía contra el gobierno de Lerdo, rebelión que sólo termina con la muerte de Lozada el mes de julio de ese mismo año.


Por el sur, alejados de todo centro cultural, sin ninguna vía de comunicación, dentro de selvas oscuras y primarias, indios esclavizados, sometidos a todos los vejámenes de hacendados, funcionarios y militares mantenían un nivel de vida infrahumano.


En Chiapas los chamulas practicaban aún el sacrificio humano copiando la crucifixión como forma de holocausto. El castigo que se les impuso provocó la guerra de castas que se contuvo en 1873 con resultados sangrientos muy crecidos. San Cristóbal, Simojovel y Chilón sufrieron durante largos meses la furia incontenible de los indios que en ese momento volcaban su odio concentrado de siglos sobre sus opresores, blancos y ladinos. En Yucatán, aunque la guerra de castas surgida dos décadas atrás había cesado, aún no se extinguían los rescoldos de la misma. Buena parte de los indios sublevados, para escapar de la muerte o de su venta como esclavos a Cuba, prefirió internarse en la selva y vivir en una rebelión latente. Chan Santa Cruz, la capital de los rebeldes, no fue sujeta ni por liberales ni por los imperiales y en 1872 produjo nueva explosión rebelde que puso en peligro a Valladolid y alertó al gobierno que destacó fuerzas para contenerlos.


Los indios llamados cruzoob, apoyados por los ingleses de Belice, quienes les dotaban de parque y armas, asaltaban haciendas y pequeños poblados robando y matando sin cesar. La República Restaurada no pudo dominar ese foco de rebeldías y de inseguridad. Correspondió al régimen de Porfirio Díaz acabar con dureza y en forma definitiva con ese problema.


(Tomado de: Torre Villar, Ernesto de la - La administración de Lerdo de Tejada (1872-1876). Historia de México, tomo 10, Reforma, Imperio, República. Salvat Mexicana de Ediciones, S.A. de C.V. México, 1978)

martes, 4 de junio de 2019

Ramón Corona



Nació en Tuxcueca y murió asesinado en Guadalajara, ambas del Estado de Jalisco (1837-1889). En 1858, cuando trabajaba en el mineral de Montaje, entonces del cantón jaliscience de Tepic, decidió afiliarse al partido liberal y hacer armas contra el cacique Manuel Lozada, aliado de los conservadores. Al frente de algunos hombres, se apoderó de Acaponeta en diciembre; se incorporó al coronel Bonifacio Peña en Escuinapa; juntos libraron el combate de El Espino, donde éste perdió la vida; asumió el mando de la tropa (a los 22 años de edad), tomó Tepic el 11 de junio de 1859, pero tuvo que abandonar la plaza ante la proximidad del general Leonado Márquez. En mayo de 1860 participó en la batalla de Santiago Ixcuintla, viajó con su cuerpo de ejército hasta Sayula, para reunirse con el gobernador Ogazón, y en enero de 1861, ganada ya la Guerra de Tres Años, volvió a territorio nayarita para continuar la campaña contra Lozada. Jefaturó sucesivamente el Batallón Degollado y la Brigada de Tepic. Organizó tres ofensivas contra el caudillo serrano, pero sólo obtuvo triunfos parciales. En 1863, invadido ya el país por los franceses, careció de recursos oficiales para mantener a sus soldados; organizó la Guardia Nacional en los pueblos que controlaba y dos veces fue a entrevistar al presidente Juárez, en San Luis Potosí, haciendo penosos recorridos por mar y tierra, para solicitar auxilios que no obtuvo. Mientras el cantón de Tepic quedaba en manos de Lozada, apoyado por los intervencionistas, Corona se incorporó en Jalisco a las fuerzas de Arteaga y Lopez Uraga. A partir de 1863 promovió y dirigió guerrillas y hostilizó al enemigo. El 15 de mayo de 1866 el presidente Juárez lo nombró general en jefe del Ejército de Occidente, formado a ritmo de la larga lucha contra los imperiales. Brigadas de este ejército derrotaron a los franceses en Palos Prietos (12 de septiembre de 1866), Mazatlán (ocupado el 13 de noviembre, tras un estrecho sitio) y la Coronilla (18 de diciembre), de modo que pudieron entrar a Guadalajara (día 21), limpiar de enemigos toda la entidad, hasta Colima (enero y febrero de 1867), avanzar sobre Querétaro (6 de marzo) y participar en el sitio y toma de la plaza que puso fin al imperio.


A principios de 1871 Corona se hizo cargo de la comandancia militar de Jalisco y el 28 de enero de 1873, al mando de 2,200 hombres, derrotó en La Mojonera, a 5 kilómetros de Chapala, a los 8 mil indígenas guerreros de Lozada, que habían proclamado un Plan libertador e invadido el Estado desde la Sierra de Alica. Luego persiguió al caudillo nayarita, durante 6 meses, en lo más intrincado de la tierra, hasta que al fin éste cayó prisionero y fue fusilado en Tepic el 19 de julio. En 1874 Corona fue nombrado ministro plenipotenciario en España y Portugal. Regresó a México el 10 de abril de 1885 y el 28 de enero del año siguiente fue postulado candidato al gobierno de Jalisco. Triunfante en los comicios, asumió el poder el 1° de marzo de 1887. Durante su administración fundó el Monte de Piedad y Caja de Ahorros; promulgó el Reglamento de Instrucción Primaria, según el cual las escuelas serían pagadas por el Estado; aumentó el número de planteles de 200 a 423; inició la práctica de visitar las poblaciones para conocer y resolver sus necesidades; expidió la Ley del Notariado; abolió las alcábalas (10 de octubre de 1887); impulsó la construcción del ferrocarril México-Guadalajara, inaugurado el 15 de mayo de 1888; reformó la Escuela de Medicina; gestionó el establecimiento de una sucursal del Banco de Londres y México; construyó el mercado que llevó su nombre, organizó la administración y equilibró las finanzas públicas. El 10 de noviembre de 1889, cuando se dirigía al Teatro Principal en compañía de su esposa, para concurrir a la representación de Los Mártires de Tacubaya, fue agredido a puñaladas por Primitivo Ron, un joven normalista de 22 años de edad que luego se quitó la vida. Corona murió al día siguiente y el Congreso lo declaró Benemérito del Estado en grado heroico.




(Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S. A. de C. V. D. F., 1977 tomo III, Colima - Familia)

viernes, 16 de marzo de 2018

Manuel Lozada, el Tigre de Alica



General Manuel Lozada



Nació en San Luis (hoy San Luis de Lozada) en 1828; fusilado en la Loma de los Metates, cerca de Tepic, Nay., en 1873. Hijo de Norberto García y Cecilia González, adoptó el apellido de su tío José María Lozada, con quién vivió desde temprana edad. Fue becerrero en la hacienda de Las Mojarras, de Joaquín Vega, y vaquero en la de Cerro Blanco, de Pantaleón González, a cuya esposa, Ricarda Torres, sirvió de caballerango a la muerte de aquél. Enamorado de María Dolores, hija de Ricarda, se fugó con ella, por lo cual estuvo preso en la cárcel de Tepic. Puesto en libertad, de nuevo fue detenido cuando trató de ver a su amada, y esta vez confinado al presidio de la isla de Mezcala. Otra vez libre, gracias a las gestiones de su madre, partió en busca de la Sierra de Alica. Todas las haciendas de la región le cerraron las puertas por instigaciones de Ricarda Torres, que se sentía ofendida.

Aguijoneado por tenaz persecución, y esquivándola, recorrió varios centros rurales hasta que logró reunir un grupo armado. Un militar de nombre Simón Mariles salió a batirlo, pero al no encontrarlo mandó azotar a la madre de Lozada en la plaza pública. Éste cayó a poco sobre Mariles, lo mandó fusilar después de haberle dado tormento y libertó a sus soldados. A partir de entonces comenzó a tener gran popularidad entre campesinos y vaqueros.

La casa comercial Barrón, Forbes y Cía., de capital inglés, establecida en Tepic, logró conquistar al guerrillero, por mediación de Carlos Rivas, prominente vecino, proporcionándole dinero, armas y parque, con lo cual desde 1857 hostilizó a las tropas del gobierno. El 25 de octubre de ese año tomó Ixtlán, y derrotó más tarde, en el rancho El Ocotillo, al teniente coronel José María Sánchez Román. En septiembre de 1859 dispersó a la tropa del coronel Valenzuela en San Leonel; el 2 de noviembre sitió y asaltó Tepic después de siete días de combates, dominando gran parte de Jalisco, Sinaloa y lo que hoy es el estado de Nayarit. El 7 de abril de 1860 fue vencido por el general liberal Antonio Rojas en barranca Blanca, y en mayo por éste y por Ramón Corona. El gobernador de Jalisco, general Pedro Ogazón, mandó arrasar los pueblos de San Luis, Tequepexpan y Pochotitlán por considerarlos centros principales de la rebelión. Tanto éste como el presidente Benito Juárez expidieron decretos poniendo fuera de la ley a Manuel Lozada y a sus segundos Carlos Rivas, Fernando García de la Cadena Lindoro Cajiga. Pero apenas había transcurrido un mes desde el combate de Golondrinas, cuando los lozadistas amenazaban ocupar nuevamente sus anteriores posiciones.
 
En 1861 una fuerza de 3 mil hombres salió a perseguirlo: la Sección de Tepic y los batallones de “Mina”, “Morelos”, “Guerrero” y “Lanceros de Jalisco”, a las órdenes de los coroneles Rojas, Corona y Anacleto Herrera y Cairo. Mientras penetraban a las montañas en tres columnas, el gobierno pidió a los gobernadores de Sinaloa, Durango y Zacatecas que detuvieran a los sublevados en el límite de sus entidades o se internaran en la sierra para combatirlos. Duros combates se sucedieron durante nueve días en el Paso de Alica, quedando dispersos los lozadeños; pero reorganizados tomaron Tepic, y en mayo de 1861 entró Lozada a San Pedro Lagunillas, donde cometió toda índole de excesos. Ogazón salió a su encuentro, teniendo recios y comprometidos combates en Aguacapan, donde después de vencerlo le ofreció un convenio, pues acababan de llegar a Veracruz las escuadras francesa, española e inglesa, y era imperioso concertar la paz en el interior del país. El 20 de enero de 1862, Carlos Rivas, a nombre de Lozada, y Rafael Valle, representante de Ogazón, firmaron los Tratados de Pochotitlán, por los cuales se acordó disolver los contingentes de Lozada y derogar todas las posiciones las posiciones dictadas en su contra; no perseguir a nadie por cuestiones políticas, nombrar autoridades neutrales en el cantón de Tepic y asumir oficialmente la defensa de los indígenas en las cuestiones de tierras con las haciendas colindantes. Pero como pasaron los meses sin que esas condiciones se cumplieran y Corona tuvo tres encuentros con los lozadeños (en las faldas del Ceboruco, el 30 de mayo, y en otros sitios, el 2 de julio y el 1° de agosto), Lozada recuperó Tepic y volvió a imponerse en todo el cantón.
 
El 15 de agosto de 1863 Lozada firmó en su cuartel de San Luis el Acta de Adhesión al Imperio, porque todos sus enemigos pertenecían l partido liberal y por los compromisos políticos que había contraído con los conservadores. Más tarde Maximiliano expidió las leyes agrarias, del 1° de noviembre de 1865 y del 16 de septiembre de 1866, le mandó regalar su espada de general y un retrato suyo (1864) e hizo que Napoleón III lo nombrara miembro de la “Legión de Honor” (1865), con todo lo cual se ganó sus simpatías personales. Fue así como Lozada coadyuvó en la toma de Mazatlán (noviembre d13 de 1864), al lado del comandante francés L. Kergrist, derrotando a Corona en Espinazo del Diablo (1° de enero de 1865), Concordia (1° de abril) y Cacolotan (18 de abril) y entrando triunfalmente de nuevo a Mazatlán. Mantuvo expedito el camino de Magdalena a Tepic y a San Blas, para que las comunicaciones con aquel puerto no se interrumpieran. El 24 de marzo de 1866 Lozada sorprendió en Guapicori al coronel Perfecto Guzmán, dispersando sus fuerzas, entró a Sinaloa y llegó a Concordia, donde fue atacado por Corona, quien tuvo que retirarse; pero como los imperiales no lo auxiliaron, volvió a Tepic (11 de abril).

Advertido, sin embargo, de que Maximiliano había perdido el apoyo de los franceses, el 11 de julio de 1866 Lozada se declaró neutral, abandonando la Comandancia Superior del Departamento de Tepic, o sea la jefatura de la campaña militar. Convertido en cacique de una inmensa región, organizó la administración pública y trató de resolver los problemas de los indios en materia de propiedad, pero el clero local atenuó sus intervenciones.

Restaurada la República, el presidente Juárez decretó el 7 de agosto de 1867 la erección de un Distrito Militar, dependiente del Gobierno Federal, en lugar del Cantón de Tepic, 7° del Estado de Jalisco, en contra de lo ordenado por la Constitución de 1857 y la local de Jalisco, nombrando jefe político a Juan San Román, quien había presidido una comisión enviada por Lozada a Juárez, reiterándole su reconocimiento como presidente de la República. Poco más tarde, la Casa Barrón, Forbes y Cía. Retiró su apoyo al cacique nayarita. En octubre de 1872 los coroneles Praxedis Núñez y Andrés Rosales, con mil hombres a su mando, desconocieron a su jefe Lozada y fueron a Guadalajara a unirse a Corona. Con este motivo la Presidencia acerca de estos sucesos a Manuel Rivas, jefe político del Distrito por licencia de San Román, quien envió una delegación ante Lerdo de Tejada. Éste les comunicó (11 de diciembre de 1872) que los fallos sobre tierras que había pronunciado el Comité de Estudios y Deslindes, organizado por las autoridades del Distrito Militar, no podían reconocerse, y que debía cesar la protección a los enemigos del gobierno, principalmente a Porfirio Díaz. Lozada convocó entonces a una asamblea popular en San Luis, ya reconstruído, de donde resultó el Plan Libertador de los pueblos de la Sierra de Alica (17 de enero de 1873), desconociendo a los poderes de la Unión. Es probable que en su texto haya tenido injerencia Porfirio Díaz, pues se reprodujeron algunos postulados del Plan de la Noria. Marchó Lozada sobre Guadalajara al mando del Ejército Mexicano Popular Restaurador, según designó a sus fuerzas armadas (6,000 hombres), atacó Tequila (25 de enero) y combatió contra Corona (2,240 hombres) en el rancho de la Mojonera, retirándose derrotado hacia Tepic. Perseguido por el general José Ceballos, con la Brigada Sinaloa, y conociéndose su escondite por testimonio de Rosales y un soldado anónimo, fu aprehendido el 15 de julio de 1873. Se le llevó a San Luis y luego a Tepic, donde fue condenado a muerte. Se le ejecutó en la Loma de los Metates el 19 de julio siguiente. Sus enemigos lo llamaron El Tigre de Alica por sus arbitrariedades, venganzas y crueldades; los indígenas lo tuvieron por caudillo y protector; los nayaritas lo consideran el autor de su independencia local, y no son pocos los autores que le atribuyen haber sido precursor del agrarismo.

(Tomado de: Enciclopedia de México)