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lunes, 30 de septiembre de 2024

Eulalia Guzmán

 


Eulalia Guzmán 

(1890-1985)


Reivindicar el mundo prehispánico


El patrimonio material y simbólico que ha sobrevivido como testimonio del México prehispánico ha sido motivo de disputas de toda índole. La exploración, los descubrimientos, la interpretación documental, incluso el saqueo dieron pauta al desarrollo de la arqueología, sin embargo, esta disciplina fue predominantemente masculino hasta la irrupción de Eulalia Guzmán.

Hija de Julián Guzmán Pacheco y Antonia Barrón Calvillo, nació el 19 de febrero de 1890 en San Pedro Piedra Gorda, Zacatecas. Concluida su educación básica, optó por inscribirse en la Normal en la que hizo amistad con María Arias Bernal. Un relato sitúa a Eulalia como una de las personas que estaban con la intrépida profesora cuando corrió la noticia de la aprehensión de Madero. Enteradas del hecho, ambas acudieron a Palacio Nacional y solicitaron audiencia con Huerta para pedir que se protegiera la vida del presidente, pero no fueron recibidas.


Cuando iban rumbo al elevador, uno de los empleados de intendencia les dijo: "Señoritas, vengan a este pasillo para que vean, quizá por última vez, al señor Madero." Así lo hicieron, alcanzando a contemplar a través de los cristales opacos [...] la silueta a contra luz de aquel hombre que estaba en los umbrales del cadalso. Madero se paseaba, recuerda doña Eulalia, con las manos hacia atrás y la cabeza inclinada hacia adelante.

 

Una vez consumado el magnicidio, y cuando era más que necesario negar las filiaciones maderistas, Eulalia acudió con su mentora a las puertas de la penitenciaría de Lecumberri a exigir la entrega del cadáver, y "fue de las pocas personas que fueron testigos de que el caudillo de la Revolución de 1910 se le dio por mortaja una sábana de la expulsaban los delincuentes”.

A partir de ese incidente fue despedida y se le impidió ejercer. La situación cambió con la llegada de Carranza a la capital, pues la persecución terminó y pudo dedicarse al aprendizaje de la historia y la arqueología, mismo que cultivó en la Escuela de Altos Estudios.

Con el apoyo del gobierno constitucionalista viajó a Estados Unidos a continuar su especialización. A su vuelta, fungió como directora durante año y medio de una primaria rural ubicada en Sonora.

En 1921 fue profesora interina de lengua castellana en la Nacional Preparatoria y en 1922 se integró a la plantilla docente de su alma mater, para luego acudir como observadora pedagógica a las escuelas experimentales recién fundadas en Brasil, Suiza, Bélgica y Alemania. Cuando regresó, se incorporó a la campaña educativa de Vasconcelos. De 1926 a 1929, el gobierno mexicano la becó para que se radicara en Berlín y en Jena, dedicándose al perfeccionamiento de sus estudios en ciencias de la educación.

En 1930 se convirtió en una de las pioneras en el campo de la arqueología mexicana y acompañó a Alfonso Caso, máximo representante en la materia, a las excavaciones de Monte Albán, entonces las más importantes del país. Para 1934 obtuvo el grado de maestra por la UNAM, mismo que le fue concedido por su tesis Caracteres esenciales del Arte antiguo mexicano.

Entre 1936 y 1940 regresó a Europa para documentar la historia del México precolombino. Aprovechó su estancia para trasladarse a Egipto a distintos congresos de actualización. También en ese periodo se pronunció a favor del nombramiento de Alfonso Caso como catalogador de tesoros arqueológicos: "Yo sé lo que le digo: el Lic. Caso es gente de mente para la ciencia, es autoridad en arqueología de México, [...] es incansable investigador y ama la arqueología, a tal punto que ha abandonado toda otra clase de actividades profesionales [...] y tiene además una reputación internacional muy alta. [...] si se quiere el avance de la ciencia en México: ¿por qué no poner en los lugares precisos a las personas precisas?”

En 1942 fue nombrada presidenta del Servicio Civil Femenino, un movimiento que tenía como propósito preparar a las mexicanas ante un posible escenario bélico en paralelo al servicio militar varonil, dadas las circunstancias de la Segunda Guerra, en la que México se involucró después de un ataque alemán que resultó en el hundimiento de dos buques petroleros. El cargo de Eulalia fue simbólico y se le otorgó debido a su estatuto de científica eminente, sin embargo, su trabajo arqueológico le exigió viajar a California a continuar con la catalogación de códices.

Al año siguiente fue invitada al programa radiofónico La Hora Nacional, en el cual elogió la labor histórica de Sor Juana Inés de la Cruz, Leona Vicario y Josefa Ortiz de Domínguez; también dirigió un discurso sobre el deber moral de la mujer en el marco del conflicto:


En la historia tormentosa de nuestra vida independiente, la mujer mexicana, en su enorme mayoría, ha continuado siendo lo que fue en las horas decisivas de México: colaboradora enérgica y desinteresada al lado del hombre patriota, siempre a favor de aquello que significa justicia y bien social. Ahora henos aquí ante una nueva situación [...] puesto que se trata de los destinos de la humanidad. A los males terribles que la guerra armada ha desatado, se agregan conceptos equivocados, dogmas y abusos que en nombre de falsos derechos de grupos que quisieron ser privilegiados, se predicaron como bandera de combat, y que ahora en estos momentos de confusión han ahondado sus raíces por todas partes bajo diversas formas. Males morales por un lado y desequilibrios económicos por el otro, forman ya un séquito de calamidades cuyo aumento se presiente. Puesto que México ha entrado a la contienda, es de urgencia inmediata que, al igual que lo que acontece en otros pueblos, en esta vez, como en el pasado, la mujer cumpla con su deber [...] Ninguna mujer, cualquiera que sea su situación, debe de permanecer inactiva o indiferente. Una era llena de calamidades toca a su fin, pero es forzoso que la mujer ponga su contribución moral y material en las labores que han de preparar un mundo mejor.

 

Reafirmó su compromiso con la educación en 1946, año en que aceptó escribir el primer curso de Historia universal para maestros rurales, al tiempo que impartía clases durante los talleres de verano organizados por la Normal.

El 26 de septiembre de 1949, después de meses de investigación a cargo de un equipo de trabajo, Eulalia hizo público su hallazgo más importante: el de los restos de Cuauhtémoc, último gobernante azteca, quien según sus investigaciones había sido enterrado en una pequeña población del estado de Guerrero. La noticia provocó revuelo internacional, pero también el escepticismo de buena parte de su gremio. Caso fue de los primeros en felicitarla. Eulalia refirió que ese día "los pobladores [...] esperaron la noticia en el atrio de la iglesia y las campanas se echaron a vuelo para llamar a los indígenas de los pueblos vecinos, quienes dieron gracias al cielo por haber comprobado lo que se venía diciendo de generación en generación”.

Las dudas sobre la autenticidad de la osamenta derivaron en que el grupo opositor creara una comisión dedicada a desmentirla. En medio de la controversia, el historiador José Mancisidor escribió un artículo en defensa del trabajo de Eulalia, al tiempo que criticó con dureza a sus detractores:

 

Tenaz, con la persistencia del mezquite sobre la arena, [...] pertenece a ese tipo de seres humanos capaces de forjarse, pese a las más empecinadas dificultades, su propio destino. El azar, la suerte, la de buenas o la de malas no significan nada para ella. [...] ¿Qué de raro tiene, pues, que una mujer de tales condiciones haya sido predestinada para sacar del fondo de su tierra los restos de Cuauhtémoc? [...] Eulalia Guzmán ha tocado con sus manos constructivas una parte de esa verdad tan buscada por ella misma. La ha tocado en [...] los sagrados huesos de Cuauhtémoc, cuyo recuerdo no han podido destruir, ni siquiera opacar, quienes [...] ante Hitler y Francisco Franco, se arrodillan, en el día y en la noche, ante el recuerdo de Cortés, Eulalia Guzmán ha comenzado a caminar en los senderos de la inmortalidad ahora que sus detractores, impotentes, se arrastran a ras de suelo.


El gobierno de Guerrero organizó, el 23 de abril de 1950, un homenaje nacional a Cuauhtémoc en Ixcateopan. La prensa aprovechó la ocasión para reconocer la valía de los descubrimientos de Eulalia:



No basta la opinión de unos cuantos [...] hispanófilos para destruir el sentimiento patrio que con entusiasmo desbordante se ha exaltado, y mucho menos la pretensión de las autoridades para oscurecer la gloria que ella [Eulalia] ha conquistado al realizar los descubrimientos que, por su significación, han traspasado las fronteras de México mostrando una vez más, que amamos lo nuestro y que las libertades defendidas por los hombres íntegros del ayer, sabremos defenderlas también, en todos los tiempos, aun a costa de nuestra propia vida.


Sus oponentes emitieron un dictamen adverso que fue duramente refutado por Eulalia. La arqueóloga inició su defensa cuestionando sus credenciales, para después interrogar los procedimientos que llevaron a cabo, pues de acuerdo con su versión nadie había tenido acceso a las piezas pictóricas y artesanales que, además de los restos, legitimaban la identidad del tlatoani.

En 1951 fue investigada por la policía secreta de Miguel Alemán por su supuesta filiación comunista. En su expediente de la Dirección de Seguridad se lee un fragmento de un discurso que pronunció con motivo del secuestro y expulsión del país del estadounidense Gus Hall:


Quiero hacer hincapié en este mensaje en mi convicción de que de ninguna manera se trata en esta asamblea de defender ideologías comunistas simplemente porque el señor Hall sea comunista ni de cualquier otro color político o religioso, pues hay muchos que reprochamos por el hecho por el cual se protesta que, como en el caso mío, no somos comunistas, ni de izquierdas ni de derechas, sino que tenemos nuestro propio modo de pensar y de actuar, y en lo que concierne a la cosa pública simplemente profesamos ideas liberales y de obediencia y respeto a las leyes que nos rigen y defendemos nuestra dignidad de pueblo independiente, cosas que en este caso pedimos que se respeten.


Diego Rivera y Emma Hurtado difundieron los esfuerzos de Eulalia en la antigua URSS: "No hemos logrado tener noticias exactas de tus gestiones en pro de nuestro gran señor Cuauhtémoc, sólo rumores de que fue oficialmente reconocida la autenticidad de tu formidable descubrimiento y además supimos [...] que ya se está construyendo [el camino] de Taxco a Ixcateopan, todo lo cual nos hace pensar que tu triunfo ya abarcó todos los aspectos.”

Congruente con su amor a lo indígena, Eulalia refutó la figura de Hernán Cortés ya que, desde su perspectiva analítica, fue la mezquindad del español la que dio pie a la tergiversación de la historia de México, pues en sus cartas caricaturizó a los líderes prehispánicos, por lo que ella consideraba necesario reivindicar el mundo azteca a través de las biografías de Moctezuma y de Cuauhtémoc.

En 1958 publicó Relaciones de Hernán Cortés a Carlos V sobre la invasión de Anáhuac. Rectificaciones y aclaraciones, en el que, con una fiera exposición nacionalista, 'arranca ante el mundo la careta de hidalguía, bondad y santidad con que se había cubierto 'aquel satánico cristiano, el pirómano Cortés', y con ese espíritu, justiciera y veraz proclama en este libro al pueblo mexicano: la necesidad de pública reparación y reivindicación obligada de exaltar la noble [...] figura de Moctezuma Xocoyotzin”.

El libro de Eulalia fue recibido con recelo por buena parte de los estudiosos de la historia precolombina. Nemesio García Naranjo comentó: "Sigo creyendo que sobre nuestra raza cayó lo mejor de los insectos, o lo menos malo: los españoles, porque el porvenir nuestro era peor. Acuérdese usted de lo que hicieron otros con las demás razas aborígenes. Quiero ver un día en la Casa Blanca a un piel roja como presidente, como en México tuvimos [...] a un gran indio: Benito Juárez.”

En medio de la controversia, Eulalia conminó a sus adversarios a dejar el terreno del descrédito personal y a limitarse a criticar su publicación, ya que ella no basaba su trabajo en opiniones personales, pues "las rectificaciones grandes y pequeñas a los relatos de Hernán Cortés sobre la Conquista de México, no las hago yo, sino sus contemporáneos, que fueron testigos de aquélla; es decir, sus compañeros, sus víctimas, sus aliados, los simples espectadores y los que después, dentro de la misma época, consultaron a unos y a otros y escribieron sobre el mismo asunto”.

Como reconocimiento a su trayectoria, recibió el premio bienal de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. En el acto de entrega criticó los errores de contenido en los libros de texto de su materia. Habló también acerca de una concepción equívoca de la civilizaciones de Anáhuac, pues aseguró que eran comunidades pacíficas que fueron calificadas con alevosía por los invasores de bárbaras.

Algunos vieron en el proyecto de Eulalia la intención subrepticia de caricaturizar a Cortés, por lo que enarbolaron la bandera de la hispanidad como respuesta histórica al fenómeno de la Conquista. Alfonso de la Serna, en una carta abierta, escribió: "Usted no ha comprendido a su propio país, en donde España realizó una de las operaciones más difíciles y audaces de la historia: fundir la sangre de los hidalgos de Castilla con la morena sangre de los príncipes de Anáhuac, [...] hacer que se entendieran, a través de las edades, dos pueblos tan distintos. [...] Esta grandeza y servidumbre, que recaen directamente sobre México, haciendo de él uno de los países más originales y fascinantes del mundo, no las ha comprendido usted.”

A pesar de su renuncia a la participación política, David Alfaro Siqueiros la invitó a formar parte de un frente patriótico nacional, que estaría integrado por "personalidades no reaccionarias", con la finalidad de presentar un bloque unido de candidatos al Congreso. Eulalia se negó a participar en el proyecto y continuó con sus investigaciones.

Durante la década de los sesenta reflexionó sobre la importancia de las lenguas nativas o indígenas, e insistió en su preservación:


Nuestras instituciones enseñantes superiores no tienen en sus planes de estudio cursos completos de lenguas nativas, ni siquiera de la principal que se hable en la región (náhuatl, maya, mixteca, zapoteca, purépecha, otomí) para leer lo que los nativos escribieron en su lengua, ya en caracteres latinos. Tal parece que no nos importa conocer nuestro pasado ni entender nuestro presente; hay una especie de vergüenza, repulsión o menosprecio, formas claras del malinchismo consciente o inconsciente que padecemos.


Tras catorce años de haberse hallado la osamenta del último gobernante de Tenochtitlán, el Senado organizó una celebración en Ixcateopan que constituyó un reconocimiento tácito al trabajo de Eulalia Guzmán.

Poco después, pidió que se recogieran las medallas otorgadas con motivo de la celebración del Día de la Raza de 1963, ya que en una de sus caras tenían la imagen de Cuauhtémoc y en la otra la de Cortés, desde su punto de vista, los metales así acuñados constituían una afrenta: "Si se permite la circulación de esa medalla conmemorativa [...] pediremos que se acuñen otras con las efigies de Hidalgo y Elizondo; de Morelos y de Calleja, de Guerrero y Picaluga, y de Madero y Victoriano Huerta; el equivalente de vergüenza será el mismo.

Vinculada al instituto Nacional de Antropología e Historia, exigió apoyo del gobierno para evitar los saqueos al patrimonio nacional y que se crearan sistemas de vigilancia en los perímetros de las zonas arqueológicas. Su dedicación al trabajo sin la mediación de ambiciones económicas le ganó admiración, pues su temperamento no se permitía "egoísmos" o "codicias" de ningún tipo.

El 23 de febrero de 1968 se le rindió un homenaje con motivo de su jubilación, después de 58 años de servicio. Durante el evento se le felicitó por ser "la primera figura que abiertamente se ha pronunciado por la defensa del mundo indígena en México,. Antes de ella, los investigadores de la época precortesiana se basaban en las obras de autores hispanos y no se atrevían a contradecirlos". También se dijo que la profesora había sido víctima de una gran injusticia, ya que no había recibido financiamiento suficiente durante su trayectoria.

Después de su retiro, continuó su campaña de cambiar la imagen heroica y aventurera de Cortés. Ya había logrado que Rivera lo pintara como un individuo de notoria debilidad física y mental, sin embargo, aprovechaba cualquiera de sus apariciones públicas para reiterar su desprecio por él, mismo que volvió a estar en boca de la prensa cuando un vecino de Popotla se apoyó en las opiniones de Eulalia para exigir que se cambiara el nombre del Árbol de la Noche Triste por el de la Noche Alegre, considerando que los únicos que podían lamentarse por lo ocurrido aquella fecha eran los españoles. La iniciativa no prosperó.

La década de los setenta vio el renacimiento de la polémica sobre la osamenta de Ixcateopan. Con nuevos procedimientos, Eulalia pidió la exhumación, pues las dudas lastimaban su prestigio. Sin embargo, ya no logró participar personalmente debido a su estado de salud.

En 1975 se impuso su nombre a una de las calles de la colonia Atlampa, en la que tenía su domicilio. Aquejada por una arterioesclerosis cerebral, pasó sus últimos días enclaustrada en su casa y dedicada a la lectura, al cuidado de María y Elvira Luján. Falleció el 1° de enero de 1985 en la Ciudad de México.

Su legado más importante fue el rescate de la riqueza ancestral de México y la sistematización de una disciplina que no había sido explorada con la pasión y la firmeza con que ella lo hizo, aún cuando fue atacada por la defensa férrea de sus convicciones.



(Tomado de: Adame, Ángel Gilberto - De armas tomar. Feministas y luchadoras sociales de la Revolución Mexicana. Aguilar/Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. de C. V. Ciudad de México, 2017)

jueves, 12 de mayo de 2022

Museo Anahuacalli, ciudad de México

 


Calle del Museo, núm. 150, Coyoacán.

Aún rodeado por antiguas callejuelas que pertenecieron al añejo barrio de Churubusco, se levanta este impresionante edificio que recuerda a una pirámide prehispánica. La mole de piedra volcánica fue inaugurada en 1964 y se debe al diseño y concepción artística del talentoso pintor y muralista Diego Rivera, quien se inspiró en la arquitectura prehispánica del altiplano central. En el interior del edificio se pueden apreciar diversas ornamentaciones a base de piedras de colores que reproducen figuras de deidades indígenas del agua y de los vientos. A lo largo de su vida, Rivera reunió una numerosa colección de objetos y piezas arqueológicas de las distintas culturas que florecieron en el territorio nacional, la que posteriormente donó al pueblo de México. Hoy día esta colección se expone en el recinto y en ella se encuentran principalmente objetos de cerámica de uso ritual y doméstico procedentes de culturas como la olmeca, teotihuacana, mexica, zapoteca y mixteca. En el piso superior se encuentra la reproducción del estudio del maestro, con algunos objetos personales y obras de caballete sin concluir.

(Tomado de: Breña Valle, Gabriel, y Cháirez Alfaro, Arturo - Guía México Desconocido, Descubriendo el Distrito Federal, guía número 14, 1994. Editorial Jilguero, S.A. de C.V).

lunes, 31 de enero de 2022

Manuel Gamio

 


Antropólogo y arqueólogo, nació y murió en la Ciudad de México (1893-1960). Abandonó sus estudios en la Escuela de Minería para radicarse en la finca de su familia en Santo Domingo, en los límites de Oaxaca, Veracruz y Puebla, donde aprendió náhuatl con los peones. Allí surgió su interés por los problemas sociales y económicos de los indígenas y del medio rural. Estudió arqueología con el doctor Nicolás León y con Jesús Galindo y Villa en el Museo Nacional (1906-1908), donde fue auxiliar de investigador en historia. Llevó cursos de arqueología en Columbia University bajo la dirección de Franz Boas (1909-1911). Fue miembro de la expedición arqueológica a Ecuador (1910). Obtuvo grados de Maestro de Artes (1911), de Doctor en Filosofía (1921) y de Doctor Honoris Causa en Letras (1948) en la propia Columbia. También obtuvo este grado en la UNAM (1951).

Gamio exploró en las cercanías de Azcapotzalco (1909) y en Chalchihuites, Zac. (1910); clasificó con Boas la cerámica del Valle de México, que llamó Tipo de los Cerros (1911); realizó la primera excavación en San Miguel Amantla, donde encontró tres tipos culturales, base de posteriores estratigrafías. Como jefe del Departamento de Antropología ordenó (1917) exploraciones en Copilco, Pedregal de San Ángel, para determinar si había objetos culturales bajo la lava, encontrando así la cerámica que llamó Arcaica o del Hombre del Pedregal; promovió que se investigara el montículo donde Cummings descubrió el monumento redondo de Cuicuilco; descubrió las ruinas del Templo Mayor de Tenochtitlan en el cruce de las calles Seminario y Guatemala, en la Ciudad de México; dirigió con Reygadas y Marquina las exploraciones del centro ceremonial de Teotihuacan llamado La Ciudadela, e hizo su restauración (1917-1920); y exploró en Yucatán y en Miraflores, Guatemala, C.A. (1925). A partir de esta fecha se interesó más por el problema del mejoramiento económico y social de los grupos humanos que por el aspecto histórico, constituyéndose así en el primer indigenista moderno. Desempeñó puestos importantes: director de la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología Americanas; subsecretario de Educación Pública (1925); magistrado del Supremo Consejo de Defensa y Prevención Social (1930-1932); director del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM (1938), y director del Instituto Indigenista Interamericano (1942-1960). Perteneció a treinta y una sociedades científicas del país y del mundo.

Sus obras principales: Arqueología de Azcapotzalco, México, 1912; Investigaciones arqueológicas en México 1914-1915, Washington, 1917; Monumentos arqueológicos en las inmediaciones de Chalchihuites, Zac., México, 1910; Forjando patria, México, 1916; Escandaloso fraude arqueológico, México, 1920;. El "Cerro del Conde", México, 1920; El censo de la población mexicana desde el punto de vista antropológico, México, 1920; Los cambios de gobierno en México, México, 1920; Álbum de colecciones arqueológicas seleccionadas por Franz Boas, México, 1921; El celibato y el desarrollo de la población en México, México, 1922; Los animales domésticos europeos y sus influencias en la cultura aborigen de México, México, 1922; Algunas sugestiones a los misioneros indigenistas, México, 1922; "Cultural Evolution in Guatemala and its Geographic and Historic Handicaps", en Arte and Archeology, 1926 y 1927; Las excavaciones del Pedregal de San Ángel y la cultura arcaica del Valle de México, México, 1932; Algunas consideraciones sobre la salubridad y la demografía en México, México, 1939; Algunas consideraciones sobre niveles culturales de los grupos indios y mestizos, ponencia presentada en Pátzcuaro, 1940; Calificación de características culturales de los grupos indígenas, México, 1942; Las características culturales y los censos indígenas, México, 1942; Consideraciones sobre el problema indígena en América, México, 1942; Exploración económico-cultural en la región oncocercosa de Chiapas, México, 1945; Consideraciones sobre el problema indígena, México, 1966; y Consideraciones sobre problemas del Valle del Mezquital, México, 1952. Escribió las novelas Estéril (1923) y Vidas dolientes (1937). Dirigió la obra La población del Valle de Teotihuacan, en tres volúmenes, que no ha sido superada (México, 1922).

El antropólogo peruano Luis E. Varcárcel dijo de él: "La obra de Gamio se emparenta con la de Bartolomé de las Casas y la de Tata Vasco. Sigue la salvadora tradición. Pertenece a la minoría de los hombres de América que no son cómplices, con su silencio, del crimen de genocidio que se ha venido repitiendo desde 1492. Don Manuel Gamio, desde su sitial de México, dirige, sin pausa, la gran cruzada. Le vemos enhiesto, desde Magallanes hasta Alaska, como un vigía, como un acucioso centinela."

(Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S. A. México D.F. 1977, volumen V, - Gabinetes - Guadalajara)

lunes, 1 de febrero de 2021

Murales de Cacaxtla, 1977

 


Hallan en Cacaxtla murales mejores que los de Bonampak

*Logra EL UNIVERSAL básica primicia

*Palacio ceremonial del clásico tardío

*Restos de sacrificios de niños

Por MANUEL MEJIDO

Enviado Especial

CACAXTLA, Tlaxcala, a 9 de enero. -Acaba de descubrirse en este que fuera centro ceremonial de varias culturas mesoamericanas, un talud de veinte metros de largo por uno y medio de alto, con una serie de murales, donde se narran aspectos bélicos, que pueden ser determinantes para el estudio de las migraciones indígenas por el continente americano. Al pie del talud también se hallaron restos de niños mal formados que fueron sacrificados.

EL UNIVERSAL está en posibilidades de ofrecer esta primicia -aun con fotografías- que era celosamente guardada por el arqueólogo Daniel Molina, encargado de los trabajos de descubrimiento y restauración en este lugar desde el cual se dominan perfectamente los valles de Tlaxcala, Cholula, Puebla y Huejotzingo.

Estos murales, en opinión del profesor Desiderio Hernández Xochitiotzin, pintor y delegado en Tlaxcala de monumentos coloniales, están mejor conservados que los de Bonampak, fueron logrados con pinturas vegetales, y han resistido el paso de los siglos, pues datan de los años 700 a 900 después de Jesucristo.

Javier Lima Paredes, director de Turismo del estado de Tlaxcala, narró a EL UNIVERSAL la historia de estos hallazgos:

"En noviembre de 1975, cuando el gobernador Emilio Sánchez Piedras se encontraba en una gira de trabajo, vio a un campesino que estaba sacando objetos de un hoyo. Se aproximó al hombre y lo sorprendió con una figura precolombina en la mano. Al volver a la ciudad de Tlaxcala mandó que se investigara aquel lugar. Pidió la colaboración del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

"Fue comisionado para los trabajos exploratorios el arqueólogo Daniel Molina. En cuatro meses, descubrió un palacio ceremonial que data del clásico tardío, en el que concurren una serie de culturas mesoamericanas, pues tienen de maya, mixteca, zapoteca, teotihuacana y algo de Xochicalco, Morelos.

"No han podido ubicarse exactamente, pero en el palacio ceremonial existen reminiscencias xicalancas, que era un grupo mercenario que con el tiempo adquirió cultura por la influencia de Cholula. Los xicalancas vivían entre Matamoros, Puebla y Huajuapan de León, Oaxaca, y tenían su capital en Tilantongo (cerca de Acatlán).

"Los xicalancas, ante las presiones de los mexicas, se alojaron en Cacaxtla, que significa, en lengua náhuatl, "lugar de escaleras". Ahí construyeron una fortaleza de tipo ceremonial y guerrera, desde donde podían los valles de Tlaxcala, Cholula, Puebla y Huejotzingo.

"Durante los trabajos del arqueólogo Daniel Molina, fueron apareciendo varios estratos que habían cubierto los murales (los primeros en descubrirse se encuentran en la parte superior; los recientes, en el talud, en la parte inferior) del centro ceremonial. Al retirar uno de los estratos, aparecieron los murales, en lo que era propiamente la construcción. Estos, no narran aspectos bélicos. En cambio, los de abajo, los de talud sí, y en ellos se da gran dignidad al vencido, aunque lo representan con las vísceras de fuera.

"En todos los murales, los de la parte superior y los recientemente descubiertos, se nota el tres venado, los numerales, que son típicamente mayas. En los murales superiores hay cangrejos, caracoles, tortugas, todos estos símbolos de influencia marina, desconocida en Tlaxcala. Se supone que estos jeroglíficos pueden ser de influencia olmeca.


También se nota la serpiente emplumada, como Quetzalcóatl, no como Kukulcán de los mayas. Por eso se supone la influencia olmeca. Curiosamente, en el cercano pueblo de San Miguel del Milagro (a un kilómetro de Cacaxtla), se venera al Arcángel San Miguel, abatiendo, venciendo a una serpiente, que es el mito más grande de los pueblos prehispánicos.

"Precisamente por el centro ceremonial de Cacaxtla, se supone ahora que los misioneros españoles inculcaron la fe en el Arcángel San Miguel. Tuvieron el propósito de destruir el mito indígena de la serpiente emplumada. En la actualidad, durante el mes de septiembre. San Miguel del Milagro es visitado por miles de romeros de Puebla, del Distrito Federal, Tlaxcala, Morelos, Hidalgo y del Estado de México.

"En Cacaxtla, recientemente (aún no dado a la publicidad) se acaban de encontrar restos humanos de sacrificios de niños. Esta es una característica muy especial dentro de los rituales indígenas. Y, precisamente fueron hallados al pie del talud donde aparecieron los últimos murales.

"En la parte superior de la construcción hay una estela que tapó una parte de los murales, lo cual revela otra época de la existencia de Cacaxtla. En ese lugar, lo que sobresale en la jamba, es la presencia de dos danzantes, donde se nota -también hay caracoles en derredor- la influencia maya.

"Se considera que los murales de Cacaxtla son mucho más claros que los de Bonampak y los expertos suponen que la pintura es de origen vegetal. Además, por la técnica usada, se entiende que esas culturas indígenas conocían la técnica del aplanado, puesto que los murales y los pisos están perfectamente aplanados".

Hasta aquí la explicación de Javier Lima Paredes.


Se han tomado precauciones muy pobres para preservar de los elementos naturales a estas joyas recientemente descubiertas.

Están cubiertas -en el talud- por una serie de láminas en la parte superior; al frente y a los lados, en una extensión de 20 metros, sólo por mantas.

Es sabido que en esa parte de Tlaxcala las lluvias, al contacto con la tierra, producen carbono, el cual deteriora las pinturas.

Tal vez por falta de presupuesto, pero los trabajos de preservación en Cacaxtla son muy rudimentarios y dejan mucho que desear, sobre todo, si tomamos en consideración el inestimable valor de los murales y los restos del palacio ceremonial.


En los alrededores hay mucho por explotar todavía.

En un cerro que se encuentra frente a lo descubierto, hay señales inequívocas de una pirámide enterrada.

(Tomado de: Hemeroteca El Universal, tomo 7, 1976-1985. Editorial Cumbre, S.A. México, 1987) 

viernes, 24 de abril de 2020

Leyenda de la calle del Indio Triste

El indio triste
[Juan de Dios Peza, 1852-1910]

I
Es media noche; la luna
irradia en el firmamento,
y riza al pasar el viento
las ondas de la laguna.

En el bosque secular
y entre el tupido ramaje,
turba el pájaro salvaje
la quietud con su cantar.

Y entre los contornos vagos
del horizonte, a lo lejos,
brillan cual claros espejos
al pie del monte los lagos.

Yace en paz, sola y rendida
de Tenoch la ciudad bella;
parece que impera en ella
la muerte más que la vida.

Y no es ficción, es verdad,
que fue tan triste su suerte
que la orillan a la muerte
el luto y la soledad.

Su esplendor está apagado
de la guerra al terremoto;
el gran huehueil está roto
y el teponaxtle callado.

No alumbra el teocal la luz
del copal de suave aroma,
porque el teocal se desploma
bajo el peso de la cruz.

No cubren mantos de pluma
los cuerpos de altivos reyes;
tiene otro Dios y otras leyes
la tierra de Moctezuma.

Y ante este Dios y esta ley
que transforman su recinto
sólo al César Carlos Quinto
reconoce como rey.

¡Cuántos heroicos afanes!
¡Cuántos horribles estragos,
han visto bosques y lagos,
ventisqueros y volcanes!

Está el palacio vacío
sin pompas ni ricas galas;
desiertas se ven sus salas
su exterior mudo y sombrío.

Y zumba en su derredor
del viento la aguda queja,
como un suspiro que deja
honda impresión de dolor.

Es el profundo lamento
de una raza sin fortuna:
¡la sangre que en la laguna
flota y se queja en el viento!

Por eso duerme rendida
de Tenoch la ciudad bella,
como al imperase en ella
la muerte más que la vida.

II
Frente a la anchurosa plaza,
cerca del teocal sagrado,
y del palacio olvidado
que pronta ruina amenaza,

donde con riqueza suma
viviera en tiempo mejor,
Axayacatl el señor
y padre de Moctezuma,

en corta y estrecha calle
desde la cual, el que pasa
mira fabricar la casa
del alto marqués del Valle,

así en la noche sombría
como en la tarde callada
y al fulgor de la alborada
con que nace el nuevo día

en toscas piedras sentado
y con harapos vestido;
entre las manos hundido
el semblante demacrado;

un hombre de aspecto rudo,
imagen de desventura,
siempre en la misma postura
y como una estatua mudo;

inclinada la cabeza
allí lo encuentra la gente,
como la expresión viviente
de la más honda tristeza.

¿En qué piensa? ¿qué medita?
¿qué dolor su alma destroza
que ni llora, ni solloza,
ni se queja, ni se agita?

En su conjunto reviste
tanta tristeza ignorada,
que la gente acostumbrada
clama al verlo: ¡el indio triste!

Le conocen por tal nombre
en el pueblo y la nobleza
y dicen: es la tristeza
que tiene formas de hombres.

A nadie llegó a contar
su tenaz dolor profundo;
siempre triste lo vio el mundo
en aquel mismo lugar;

tal vez fue algún descendiente
de los nobles mexicanos,
que al ver en extrañas manos
y en poder de extraña gente.

La nación que libre un día
vivió con riqueza y calma,
sintió en el fondo del alma
horrible melancolía.

Y sin ninguna amenaza,
viendo a su nación cautiva,
fue la expresión muda y viva
de la aflicción de su raza.

Muchos años se le vio
en igual sitio sentado,
y allí pobre y resignado
de su tristeza murió.

Su desconocida historia
al vulgo pasma y arredra,
y en tosca estatua de piedra
honrar quiso su memoria.

La estatua al cabo cayó,
que al tiempo nada resiste,
y "Calle del Indio Triste"
esa calle se llamó,

sin poder averiguar
con ciencia ni sutileza
la causa de la tristeza
del indio de aquel lugar;

pero en nuestro hermoso valle
y en nuestra mejor ciudad,
pasan de edad en edad,
ese nombre y esa calle.

(Tomado de: Peza, Juan de Dios – Leyendas históricas, tradicionales y fantásticas de las calles de la Ciudad de México. Prólogo de Isabel Quiñonez. Editorial Porrúa, S.A. Colección “Sepan cuantos…”, #557, México, D.F., 2006)


(Portaestandarte mexica conocido como "El indio triste')

martes, 7 de abril de 2020

Cultura zapoteca

Los zapotecos, llamados en su propio idioma ben zaa, "la gente de las nubes", constituyen el grupo más antiguo de la región oaxaqueña. Habitaron principalmente los Valles Centrales y las sierras circundantes, desde por lo menos 1400 a.C. En la actualidad, en esa zona viven una gran cantidad de personas cuya lengua materna es una variante del zapoteco, yor todo el editado de Oaxaca habitan miembros de grupos indígenas que han sabido preservar tradiciones y modos de vida similares a los que eran comunes en la época prehispánica.
Los zapotecos son notables por su larga permanencia, en la época prehispánica, como el grupo dominante de una amplia región de Oaxaca en lo político, lo económico y lo cultural. Se distinguen entre otros aspectos por su arquitectura, sus monumentos grabados, su pintura mural y su arte cerámico. Era una sociedad compleja -formada por campesinos, artesanos, guerreros, comerciantes, sacerdotes y gobernantes- que desarrolló uno de los sistemas de escritura y registro más antiguos de Mesoamérica. Monte Albán fue la principal ciudad zapoteca -y una de las más importantes de Mesoamérica- durante varios siglos, entre 500 a.C. y 800 d.C., cuando ejerció el dominio político y económico en la región y llegó a albergar a una numerosa población, para aquélla época, de 35 000 personas. La mayoría de los habitantes vivía en las laderas del cerro en que se situaba el centro cívicos ceremonial, conformado por una gran cantidad de templos, edificios públicos juego de pelota, tumbas y habitaciones para el grupo gobernante. La ubicación de la ciudad seguramente respondía a la necesidad de dar a sus habitantes un refugio ante posibles ataques de grupos hostiles.
Al igual que para otros pueblos mesoamericanos, la muerte era un aspecto fundamental en la cosmovisión de los zapotecos. Es por ello que las tumbas son uno de los rasgos más distintivos de esta cultura; en ellas y en su contenido se expresan con claridad su idea de la religión y la fuerte diferencia que existía entre las clases de la sociedad zapoteca. Mientras más importante fuera o más recursos poseyera el personaje enterrado, más elaborado era el sepulcro y más rica la ofrenda depositada para acompañarlo en su último viaje.
Las tumbas de Monte Albán se encuentran entre los mejores ejemplos no sólo de la región zapoteca, sino del área mesoamericana en su conjunto. En ellas, cuyo número conocido es superior a cien, se observa claramente la diversidad cultural de los habitantes de esta ciudad a lo largo del tiempo.

Cronología
9000-1500 a.C. Los Valles Centrales son ocupados por grupos de cazadores-recolectores que paulatinamente se transformarán en sociedades agrícolas. Hay evidencia de domesticación de plantas en lugares como Guilá Naquitz.

1500-500 a.C. Desarrollo de las primeras aldeas agrícolas, algunas de las cuales muestran signos de estratificación social. Se establece un sistema de intercambio regional de diversos productos. San José Mogote escala población más importante, y en ella se encuentran ya algunos de los elementos que serán característicos de la cultura zapoteca, como el sistema de escritura.

500 a.C.-800 d.C. Surge y alcanza su esplendor Monte Albán, sin duda la ciudad zapoteca más relevante. En su apogeo contó con una población de cerca de 35 000 habitantes, dominaba una parte del territorio oaxaqueño y mantuvo relaciones con otras regiones.

800-1200 d.C. Posclásico temprano. A la caída de Monte Albán se da el florecimiento de un buen número de ciudades-Estado que controlaban unidades formadas por varios pueblos, en regiones menos amplias.

1200-1521 d.C. Varios poblados de la región zapoteca son conquistados por la Triple Alianza. Los mixtecos incursionan en los Valles Centrales y establecen relaciones de dominio o de alianza con los zapotecos. Las dos principales ciudades zapotecas son Mitla y Zaachila, sus capitales religiosa y política, respectivamente.

(Tomado de: Vela, Enrique - Culturas prehispánicas de México. Arqueología Mexicana, Edición Especial #34. Editorial Raíces/Instituto Nacional de Antropología e Historia. México, D.F.,)

viernes, 14 de febrero de 2020

Cultura olmeca

Se trata de una de las sociedades complejas más antiguas del área mesoamericana. De hecho, debido a su gran antigüedad -su desarrollo pleno tuvo lugar entre 1200 y 400 a.C.- se desconoce la identidad étnica de sus integrantes, el idioma específico que hablaban (aunque se ha propuesto que era uno de la familia mixe-zoque) y por lo tanto la manera en que se referían a sí mismos también se desconoce. 
El término olmeca fue acuñado por los arqueólogos en el siglo XX para referirse a los característicos vestigios de esta cultura. Si algo distingue a la sociedad olmeca es su gran complejidad, patente no sólo en sus extraordinarias creaciones culturales -como cabezas colosales, altares y objetos en jade- sino en su capacidad de trascender su ámbito originario y convertirse en la primera cultura propiamente mesoamericana.
Aunque es frecuente que -debido a las numerosas características de los olmecas que permanecieron entre los grupos mesoamericanos de épocas posteriores- se le considere la "cultura madre", lo cierto es que sus logros deben ser vistos como consecuencia de los desarrollos de sociedades previas.
Sea como fuere, los olmecas tienen un lugar especial en la historia mesoamericana, y su organización política y su cosmovisión alcanzaron una complejidad sin paralelo hasta entonces. De esa complejidad surgieron varias de las pautas culturales que en adelante y hasta la conquista española caracterizarían al conjunto de las sociedades prehispánicas, entre ellas: la construcción de edificios ceremoniales situados de acuerdo a planes bien definidos; una estructura social capaz de organizar la realización de esas y otras obras públicas; el desarrollo de un estilo artístico claramente reconocible, en su mayor parte asociado a monumentos y objetos cuyo fin era la legitimación del grupo dirigente; la realización de rituales complejos como el del juego de pelota, y el desarrollo de sistemas calendáricos y de escritura.



Cronología
1500-1200 a.C. Primeras fases de San Lorenzo. Se establece una aldea que cuenta con una población de entre 100 y 200 habitantes.

1200-900 a.C. Crecimiento poblacional en San Lorenzo, que llega a miles de habitantes. Se lleva a cabo una magna obra de remodelación de la loma en la que se encuentra el sitio, el cual se convierte en el más importante de la región.
En San Lorenzo se encuentran ya la mayoría de los elementos característicos de la cultura olmeca, como el establecimiento de un centro ceremonial, rituales complejos, cabezas colosales y altares.

900-850 a.C. Tal vez a consecuencia de conflictos sociales o de cambios ambientales, comienza el abandono de San Lorenzo y su entorno. Al final de este periodo se destruyen y entierran la mayoría de los monumentos de piedra.

900-500 a.C. El lugar de San Lorenzo como el principal centro de la región es ocupado por La Venta, cuyo apogeo es en muchos sentidos el de la cultura olmeca. En esta ciudad, además de cabezas colosales y altares, se levanta la estructura ceremonial más importante de su época y se realizan grandes ofrendas.
El estilo olmeca se difunde por varias regiones mesoamericanas. Esta amplia difusión puede verse como consecuencia de alianzas entre la elite olmeca y las de esas regiones, o debido al establecimiento de un sistema comercial interregional.

500-400 a.C. Decadencia de La Venta; varios de sus monumentos son destruidos. El centro de la cultura olmeca se traslada a Tres Zapotes. Aunque en este sitio se siguen fabricando esculturas, como las cabezas colosales, se aprecian cambios en el estilo. Tras un breve periodo la cultura olmeca desaparece.

(Tomado de: Vela, Enrique - Culturas prehispánicas de México. Arqueología Mexicana, Edición Especial #34. Editorial Raíces/Instituto Nacional de Antropología e Historia. México, D.F., 2010) 

lunes, 23 de diciembre de 2019

Cuicuilco


Zona arqueológica de la delegación metropolitana de Tlalpan [actualmente alcadía de Tlalpan]. Consta de un monumento excavado y consolidado, otro a medio excavar y varios montículos inexplorados. La excavación se inició en 1922, por gestiones de Manuel Gamio, y la realizó Byron Cummings, quien usó explosivos para romper el manto de lava que cubría un edificio de planta redonda hasta una altura aproximada de 7 u 8 metros. Parece que originalmente estaba compuesto de 4 cuerpos escalonados, cada uno en forma de cono truncado. Mide 138 metros de diámetro y 20 de altura. En el lado este del monumento existen vestigios de una escalera remetida, mientras que en el oeste quedan restos de un declive que servía para ascender a la mesta superior. El núcleo es de barro, en partes mezclado con piedras. No se usó cal en la obra, y para evitar el deslizamiento del material se hincaron unas piedras grandes en cerco, de manera que retuvieran la construcción. A juzgar por la cerámica, el monumento fue construido en la época preclásica superior. Muchos años después de ejecutados los trabajos de Cummings, se realizaron otras excavaciones por los arqueólogos Eduardo Noguera, Wilfrido Dusolier, Hugo Moedano y Robert Heizer y sus colegas. En 1967, al emprenderse la construcción de la Villa Olímpica, se hicieron nuevas excavaciones, esta vez dirigidas por Ponciano Salazar Ortegón, a quien auxiliaron Florencia J. Muller y Román Piña Chan. En el área de los montículos se encontraron restos óseos humanos, fragmentos de alfarería (vasijas y estatuillas, algunas procedentes, al parecer, del preclásico inferior) y base muy primitivas de pequeñas casas. Del 9 de mayo al 17 se descubrieron 23 esqueletos, yacentes en oquedades troncocónicas. Uno de los cráneos presenta deformaciones semejantes a las que eran frecuentes entre los olmecas. Provisionalmente se ha aceptado que las construcciones principales fueron erigidas alrededor del siglo V a. de C., aun cuando el hallazgo de figuritas muy antiguas hace sospechar que la ocupación del sitio precedió en medio milenio por lo menos a esas edificaciones.

(Tomado de: Enciclopedia de México, Tomo III, Colima-Familia; México, D.F. 1977)