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jueves, 15 de agosto de 2019

Martín Enríquez de Almansa

El nuevo virrey, don Martín Enríquez de Almansa, toma posesión de su cargo el 5 de noviembre de 1568. Su gestión administrativa se distinguió por su constante empeño en edificar nuevos edificios religiosos y de carácter cultural. Se establecieron, durante su mandato, los hospitales de San Hipólito, de la Compañía de Jesús. También se crearon colegios como el de Santa María de Todos los Santos y la Parroquia de San Pablo, así como el Convento de Santa Clara, el Santuario de los Remedios, dándose comienzo, en este periodo, a la edificación de la Catedral. En este aspecto, es indudable que su gobierno representó serias medidas de progreso para el país. Sin embargo, es de significarse que bajo su gobierno se fundó el Tribunal de la Inquisición [en 1571], cuyo significado es de todos conocido. El tribunal de la Inquisición de México extendía su jurisdicción, no sólo a todo el Virreinato de Nueva España -dice Lucas Alamán-, sino también a la Capitanía general de Guatemala, islas de Barlovento y Filipinas.
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Entre los sucesos y acontecimientos más notables sucedidos durante la referida administración, se cuenta la muerte de Fray Pedro de Gante, quien fue sepultado el 20 de abril de 1572, uno de los principales sostenedores de la Iglesia; en el año siguiente -1573-, se fundan los Colegios San Pedro y San Pablo (hoy San Ildefonso y Escuela Preparatoria), y también por esta fecha se acomete la construcción de la Catedral de México, y tres años más tarde, en 1576, se funda San Luis Potosí. Un año después abandona el poder el virrey don Martín Enríquez de Almansa, quien salió para el Perú el 4 de octubre de 1580. Entra a gobernar la Audiencia, y se inaugura en la Universidad de México la cátedra de Medicina.


(Tomado de: Soler Alonso, Pedro - Virreyes de la Nueva España. Biblioteca Enciclopédica Popular, #63, Secretaría de Educación Pública, México, D. F., 1945)

jueves, 6 de junio de 2019

Gastón de Peralta

Al morir don Luis de Velasco [1564], se hizo cargo del Gobierno la autoridad de la Audiencia, integrada por los doctores Pedro Villalobos, Jerónimo de Orozco, Puga y Villanueva, cuya administración provisional estaba representada en la persona del Lic. Zeinos. Dicha administración tenía un poder transitorio y limitado, ya que no podía obrar con la libertad debida, cosa que sólo podía hacer el virrey, persona nombrada por los gobernantes españoles. La Audiencia entregaba después el poder en manos del nuevo gobernante, quien entraba poco después en función de su cargo. Gastón de Peralta llega a México el 17 de septiembre de 1566.
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En verdad, muy breve fue el periodo de este Virrey, Gastón de Peralta, marqués de Falces. Celoso velador de su deber como gobernante interesado en el mejoramiento del país que se le confiriera para regir, tuvo el laudable gesto de fundar un hospital para ancianos, inválidos y niños, dotándolo de todos los adelantos y mejoras posibles, de acuerdo con su época. Felipe II le había encomendado vigilase que los frailes que salieran para España no llevasen consigo alhajas y joyas con las cuales comerciaban después de pisar tierras españolas, proporcionándose, en esta forma, grandes utilidades. Estas órdenes fueron cumplidas por el virrey, estrictamente. La vigilancia que, en tal sentido ejerciera, trajo consigo que dicho comercio se viera restado de las facilidades que al principio tenía. Por órdenes del propio Felipe II trasladóse de nuevo a España, abandonando el poder en 1568. Su gestión administrativa se distinguió, no obstante de su breve periodo, por su interés en impulsar el progreso del país.


(Tomado de: Soler Alonso, Pedro - Virreyes de la Nueva España. Biblioteca Enciclopédica Popular, #63, Secretaría de Educación Pública, México, D. F., 1945)

viernes, 3 de mayo de 2019

Luis de Velasco (padre)


Al suceder en el mando a Antonio de Mendoza el nuevo virrey don Luis de Velasco, los proyectos de mejorar rápidamente las condiciones de las ciudades ya edificadas, tomaron gran incremento. El primer hecho notable de su gobierno, que le atrajo la simpatía total de los indios, fue la orden de libertad que dictó a 160,000 mineros.


Más importa la libertad de los indios -decía este virrey- que todas las minas del mundo; y las rentas que percibe la Corona no son de tal naturaleza que por ellas se deba atropellar las leyes divinas y humanas”. Estas palabras suyas nos revelan el gran carácter y el gran espíritu de su persona. Este año memorable en que liberta a los indios de tan penosos y arduos trabajos, marca un momento en la conciencia del dominio español de entonces. En el período de su mandato ocurrieron algunos hechos, que por su trascendencia en los destinos de la época, merecen significarse. Ellos son: el padre Francisco de Gómara publica su famoso libro Historia General de las Indias, y da comienzo el acueducto de Zempoala; el propio virrey, don Luis de Velasco inaugura la Universidad; y tiene lugar la queja que el padre Motolinía hiciera a Carlos V, sobre el comportamiento que fray Bartolomé de las Casas observaba en bien de los indios, para quienes tuvo siempre una política de provecho. En 1556, Carlos V abdica, y Bernardino de Sahagún escribe su gran obra Historia General de las cosas de Nueva España, dándole mucho prestigio a su autor. Poco después -en 1556- muere, en el convento de Atocha, el bondadoso padre Bartolomé de las Casas. De su espíritu humanitario y liberal, hablan muy alto estos conceptos suyos sobre el estado de vida que observaban los indios entonces. Hombre magnánimo, y alma abierta a todas las bondades, su posición era combatir las condiciones deprimentes que vivían en su época los nativos. Su valentía y sincera abnegación lo llevaron a manifestar a cada momento su modo de sentir y de pensar respecto al trato que los españoles daban a los indios. Una demostración de sus elevados sentimientos y de su amplia visión de los problemas de su época queda claramente demostrada en estas frases suyas sobre la esclavitud, a la cual se opuso siempre, sin importarle las consecuencias que tan digna postura trajera de desagradable a su persona.


Todos los indios que se han hecho esclavos en las Indias del mar Océano -dice fray Bartolomé de las Casas- desde que se descubrieron hasta hoy, han sido injustamente hechos esclavos, y los españoles poseen a los que hoy son vivos por la mayor parte con mala conciencia, aunque sean de los que hubieron de los indios”.


La primera parte de esta conclusión se prueba por esta razón generalmente: porque la menor y menos fea e injusta causa que los españoles pudieron haber tenido para hacer a los indios esclavos era moviendo contra ellos injustas guerras; pues por esta causa de injustas guerras no pudieron justamente hacer uno ni ningún esclavo; luego todos los esclavos que se han hecho en las Indias desde que se descubrieron hasta hoy, han sido hecho injustamente esclavos.


Que la menos mala y menos fea e injusta causa que los españoles pudieron haber tenido y tuvieron para ver los indios esclavos que hicieron, era y fue moviendo contra ellos injustas guerras, fueron llenas al menos de mayor nequicia y deformidad, pruébase por resta manera: porque todas las otras causas y vías que han tenido los españoles sin las de las guerras para hacer a los indios esclavos, tales fraudes, tales dolosas maquinaciones y exquisitas invenciones, y novedades de maldad, para poner en admiración a toda los hombres”.


Conocida es la carta que don Luis de Velasco dirigió al rey Felipe II, en la que le dice: “ Los mestizos van en gran aumento y todos salen mal inclinados y tan osados para las maldades que a éstos y a los negros se ha de temer. Son tantos que no basta corrección ni castigo ni hacerse en ellos ordinariamente justicia. No veo por el presente mejor remedio que enviar a V. A. a mandar que se lleven a España en cada navío quince o veinte para soldados, que traspuestos allá será buena gente para la guerra, y éstos habían de llevar capitanes y pagarles sueldo y proveerlos de mataloje. Con esto y con darles a entender que S. M. quiere servirse de ellos, creo irán de buena voluntad”. En tal concepto tenía el virrey don Luis de Velasco la rebeldía y bravura de los indios mexicanos, cuyo desacato a las normas de gobierno español, no era sino una manifestación independentista de su espíritu y de encendido decoro. Eran renuentes a ser dominados por gentes extrañas; querían el libre desarrollo de su personalidad, sin coacciones y modos opresivos. Sean cuales fueren las normas generales de su gobierno, dejó a su paso por el mismo, huellas inolvidables en la historia inicial de la Colonia. “Don Luis de Velasco, de la casa de los condestables de Castilla, fue íntegro, justiciero, amigo y protector de los indios -dice Manuel Orozco y Berra-. A sus esfuerzos se debió la abolición de la esclavitud que pesaba sobre los vencidos; y si sus disposiciones no lograron ponerlos en la condición de hombres libres, al menos delante de la ley no eran siervos, activo y trabajador, dio lustre y ensanche a la colonia, ya adelantando algunos ramos de la industria, ya avanzando sobre los bárbaros los límites de la frontera. Castellanos e indios le dieron el glorioso nombre de Padre de la Patria, título que explica por sí solo las virtudes que le adornaban. Su muerte fue mirada con un mal público, vistiendo tos a porfía luto en señal de sentimiento. Sus funerales fueron suntuosos: cuatro obispos de los que estaban reuniéndose para el segundo concilio provincial le llevaron en hombros. Seguían el ataúd la Audiencia, los tribunales, el regimiento de la ciudad y un concurso inmenso, cerrando la marcha las tropas reclutadas para ir a las Islas. El cadáver fue sepultado en la Iglesia vieja de Santo Domingo, y cuando se construyó la nueva se transportaron sus huesos a un suntuoso sepulcro al lado del altar mayor de orden de don Luis de Velasco el segundo, hijo de ese benemérito ciudadano”.


La muerte de este ilustre virrey acaeció el 31 de julio de 1564.


(Tomado de: Soler Alonso, Pedro - Virreyes de la Nueva España. Biblioteca Enciclopédica Popular, #63, Secretaría de Educación Pública, México, D. F., 1945)


miércoles, 3 de abril de 2019

Antonio de Mendoza



Fue Comendador de Socuéllamos, en la Orden de Santiago, Camarero del Emperador Carlos V, el primer Virrey de la Nueva España. Muchas y muy notables fueron las empresas que acometió este gobernante.


Recibió el nombramiento de tan alto cargo, en la ciudad de Barcelona, el 17 de abril de 1535, llegando a México el 15 de octubre del mismo año. Entre las obras más sobresalientes de su plausible administración, se cuentan, entre otras, la fundación de la primera imprenta de la Nueva España y de América, en el año de 1536. Más tarde, en 1537 se publica el libro titulado “Escala Espiritual” de S. Juan Clímaco. Quiso notablemente a los indios. Fue tal su celo administrativo y su interés por impulsar el progreso del país, que envió distintas comisiones por el interior de los dominio de la Nueva España, con el propósito de percatarse de las condiciones generales que privaban en dichas regiones. Entre las personas que enviara al desempeño de tales funciones, figuraba don Vasco de Quiroga, Ilmo. Obispo de Michoacán. Pocos virreyes tuvo la Nueva España que demostraran, como Antonio de Mendoza, tanto interés por la cultura. Fundó, el 6 de enero de 1536, el Colegio de Sta. Cruz de Tlatelolco, donde los educandos disfrutaron de una enseñanza avenida a aquellos momentos españoles; entre el profesorado figuraban personas de preclaro entendimiento y hondo saber, como Basacio, Focher y Sahagún. La influencia de las enseñanzas impartidas en el referido centro de estudios, pronto se hizo sentir en el desenvolvimiento de la vida nacional. Durante su mandato de virrey, llegaron al país varios científicos alemanes, encargados de realizar estudios relacionados con los minerales y de otros aspectos.


Arribó al país Fr. Alonso de Veracruz, famoso catedrático y hombre de vastísima cultura; es de significarse, además, entre las cosas que tuvieron lugar en su gobierno, que Motolinía dio comienzo, por entonces, a su obra titulada “Historia de los Indios de la Nueva España”; es creada la casa de estudios Titipitío (Michoacán); Hernán Cortés sale con rumbo a España, y en 1541 tiene lugar la última protesta de los indios, manifestada a través de actos hostiles a los gobernantes españoles; la ciudad de Valladolid (hoy Morelia) es fundada en el año de 1541, y al año siguiente se comienza la edificación de la ciudad de Mérida. Por entonces, el Emperador Carlos V expide las “Nuevas Leyes de Indias”, con la finalidad de terminar con el sistema de encomiendas. Más tarde, en 1546, Alonso de Motolinía edita el catecismo en idioma mexicano; en 1547 muere, en España, Hernán Cortés. La ciudad de Zacatecas recibe los primeros trabajos de su fundación. En 1550 llaman al Perú al virrey Antonio de Mendoza, y en lo que va del período de 1550 a noviembre de 1551, fecha en que toma posesión el nuevo virrey, don Luis de Velasco, tiene lugar la fundación de Guanajuato, y la Universidad experimenta mejoras sensibles en su organización y en su crédito, que es ampliado. Es de notarse que durante su gobierno tuvo lugar una peste terrible que causó la muerte de millares de personas. Por su comportamiento tan magnánimo que observó en tal situación, y por las obras que estaba llevando a efecto, recibió el nombre de “Padre de los Pobres”. En Cholula hizo entrega del mando de su gobierno a su sucesor don Luis de Velasco, partiendo después para Lima, Perú, donde murió el 21 de julio de 1552. Mucho hizo por el mejoramiento de la cultura y del progreso general del país, este virrey Antonio de Mendoza, que supo sentar las bases sobre las cuales se levantarían, en los períodos posteriores de gobierno, nuevas edificaciones materiales y de orden espiritual, dando ocasión a un amplio desarrollo en los destinos de la Nueva España.


(Tomado de: Soler Alonso, Pedro - Virreyes de la Nueva España. Biblioteca Enciclopédica Popular, #63,Secretaría de Educación Pública, México, D. F., 1945)