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lunes, 6 de enero de 2020

Famie Kauffman, Vitola


Nació en Toronto, Canadá, aunque creció y se formó artísticamente en Cuba. A los 12 años de edad debutó en la estación de radio CMQ y en el teatro José Martí de La Habana. Fue el 11 de mayo de 1942 cuando adoptó el sobrenombre de "Vitola". 
A fines de 1943 llegó a la ciudad de México para presentarse en el Teatro Arbeu, donde impresionó a los espectadores con su desacralizante humor al interpretar el bel canto, su extrema delgadez y, sobre todo, su enorme estatura (1.78 metros).
Fue tal su éxito al ser promocionada como la única "soprano cómica" del mundo que la contrataron para actuar en el cine mexicano con Se acabaron las mujeres (1946), dirigida por el cubano Ramón Peón. Con el tiempo, su extraordinaria vis cómica fue aprovechada en las primeras películas de Germán Valdés "Tin-Tán". A la fecha ha actuado en 62 producciones. Su más reciente incursión en sets tuvo lugar en Lola, la trailera (1983), de Raúl Fernández. [Murió el 21 de febrero del año 2009]

(Tomado de: Ceballos, Edgar - Somos Uno, especial de colección, Las reinas de la risa. Año 12, núm. 216. Editorial Eres, S.A. de C.V., México, D.F., 2002)






lunes, 30 de septiembre de 2019

Menonitas



Para 1921 ya se habían formalizado las gestiones para la inmigración menonita. Procedentes de Canadá, obtuvieron una fracción del latifundio de Bustillos y un Pliego de garantías del presidente Álvaro Obregón:

1.- No estarán obligados al servicio militar.

2.- En ningún caso se les obligará a prestar juramento.
3.- Tendrán el más amplio derecho de ejercitar sus principios religiosos y practicar las reglas de su iglesia, sin que se les moleste o restrinja para nada.
4.- Quedan ampliamente autorizados para fundar sus escuelas con sus propios maestros, sin que el gobierno los obstruccione para nada.
5.- Podrán disponer de sus bienes en la forma que estimen más conveniente y el gobierno no presentará objeción alguna a que los colonos establezcan entre ellos el régimen económico que voluntariamente se proponen adoptar.
Pertenecen a la secta protestante encabezada por Simón Menon, sacerdote católico que originalmente abrazó el luteranismo y más tarde se aproximó a los anabaptistas, rechazando lo que de ofensivo hubiera para las demás comunidades cristianas.
Los primeros colonos llegaron a la jurisdicción de Cusihuiriachi a partir de febrero de 1922. Se organizaron en dos colonias, Manitoba y Swint Curent, subdivididas en campos numerados desde el 1 en la primera y desde el 101 en la segunda. 
Cada colonia está gobernada por un obispo y en los asuntos generales los dos obran conjuntamente. Desde entonces se han multiplicado considerablemente; de las colonias chihuahuenses se han desprendido otros núcleos que se han establecido en Durango y Guanajuato, y en Belice y Bolivia. Muy trabajadores, no crean problemas a las autoridades, pero son reacios a mezclarse con la población nativa. El Art. 30 de la Constitución previene: “Son mexicanos los que nazcan en el territorio de la República, sea cual fuere la nacionalidad de sus padres.” Sin embargo, los inmigrantes menonitas de 1922 consideran que el Pliego de garantías se extiende a sus descendientes.

(Tomado de: Enciclopedia de México, Tomo III, Colima-Familia; art. Cuauhtémoc (Municipio del Edo. De Chihuahua). México, D.F. 1977.)

martes, 27 de agosto de 2019

Córdova, Alaska


Hace años me sobrecogió el descubrimiento,en el mapa de Alasca, de Córdova, el puerto más cercano al cabo San Elías. Escribí al alcalde Roy Goodman y poco a poco me enteré de la historia de la pequeña metrópoli hiperbórea que ostenta un nombre “tan nuestro”. Goodman y los demás cordoveses (o cordovanos, como ellos se definen) ignoraban que Córdova se originó en las expediciones de conquista que llevaron a cabo en el lejano norte España y Nueva España. El 16 de julio de 1741 es la fecha de descubrimiento de América desde el oeste: Vito Bering, navegante danés al servicio del zar de Rusia, entrevió en la bruma el monte San Elías, gigantesco pico volcánico visible desde el mar a 300 kilómetros de distancia; tiene una altura de 5,516 metros, poco menos que el pico de Orizaba. Las expediciones novohispanas, que salieron todas del puerto nayarita de San Blas entre 1774 y 1792 para ganarle a los rusos e ingleses la posesión de aquellas regiones boreales en el extremo de California, dejaron en la costa canadiense nombres muy nuestros: el estrecho Juan de Fuca, las islas Galiano, Valdés y Texada, la bahía Redonda. El estrecho de Malaspina recuerda al navegante italiano al servicio de España, Alejandro Malaspina, quien en 1791 midió la altura del San Elías. Más al norte se encuentran los estrechos de Laredo y de Caamaño y la isla de Aristazábal; más al norte todavía, ya en Alasca, a una latitud de 61 grados, está la ciudad de Valdéz, (hoy Valdez), así llamada por Cayetano Valdéz, jefe de la expedición compuesta por las goletas Mexicana y Sutil. El vecino puerto de Fidalgo inmortaliza al teniente de navío Salvador Fidalgo, comandante del paquebote San Carlos; un poco al sureste, el puerto Gravina es homenaje al siciliano duque de Gravina, capitán general de la Armada Española y futuro héroe de Trafalgar. Casi paralelo a la bahía Orca (también nombre castellano que recuerda el encuentro con uno de estos feroces cetáceos de los mares fríos) se encuentra el puerto de Córdova.
Está por investigarse en los archivos de la Marina el día de la toma de posesión de Córdova. Su nombre es una fabulosa reminiscencia, en el extremo norte de América, de la Córdoba del Guadalquivir, debida a hispanos y novohispanos. No es menos impresionante el nombre de la goleta de Valdéz, llamada La Mexicana decenios antes de la independencia y que se adoptara el nombre de México para la nueva nación.
A principios del siglo XX, cuando se descubrió en el retrotierra una prodigiosa riqueza mineraria, MIke Heney, constructor del Ferrocarril Alascano, escogió Córdova como puerto ideal para la exportación del cobre. Córdova se volvió el más conspicuo canal del mundo por el cual pasaba el rojo metal; esto duró hasta el agotamiento de las minas. En 1939 se oyó en el puerto el último silbido de la locomotora. Los cordovanos tuvieron que dedicarse a una nueva actividad: la pesca. Se multiplicaron las empacadoras de salmón y de cangrejo; hoy en día Córdova es una ciudad moderna, ansiosa de progreso, una meca de los que buscan su futuro en el norte. Desde hace poco sacude a Alasca una nueva fiebre del oro, mil veces más fuerte que la de 1982. Esta vez se debe al descubrimiento del oro negro. ¿Cómo llevarlo al mar? En lugar de arriesgar el transporte por superpetroleros rompehielos, que se abrirían camino a través de un dédalo de islas polares, -venciendo rutinariamente el fabuloso pasaje del noroeste- se ha optado por la construcción de un oleoducto transalascano que desembocará en Valdés, puerto libre de hielos todo el año. El Pacífico en lugar del Atlántico.
Las autoridades de Córdova, Alasca, aceptaron mi proposición de establecer una relación de hermandad con Córdoba, Veracruz. Ignoraban las raíces mexicanas de su ciudad: en el museo que planeé para los cordovanos habrá piezas arqueológicas totonacas, bordados de Amatlán de los Reyes, muestras de café y de ron cordobés; en tanto que el museo de nuestra Córdoba se enriquecerá con muestras de antiguas piezas de cobre de los indígenas alascanos, cabezas de alce y de oso pardo, muestras de los exquisitos cangrejos enlatados. Desde luego, habrá intercambio de fotomurales, hábilmente iluminados.


(Tomado de Tibón, Gutierre - México en Europa y en África. Colección Biblioteca Joven, #14. Fondo de Cultura Económica, S.A. de C.V. México, D.F., 1986)

sábado, 13 de octubre de 2018

Alex Phillips

Alex Phillips



Ontario, Canadá, 1900-Ciudad de México, 1977. Fotógrafo en más de 200 películas. Luego de trabajar en Hollywood, llegó a México para filmar Santa (1931). “Cuando fotografío siempre tengo un pintor en la mente. Empecé con Tintoretto que, aunque fotográficamente es casi imposible, igual que Orozco obtiene la perspectiva a base de luz. En la fotografía se usa la composición, que se tiene que adaptar lo más que uno pueda, pero sin exaltarla. La única posibilidad de hacer una película artística es contar con una historia bien construida dramáticamente, para que cause un efecto emocional.”

(Tomado de: Algarabía #142. Emilio García Riera – Las grandes películas de la Época de Oro. México, D.F. 2016)