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jueves, 16 de mayo de 2024

El Veracruz legendario

 


El Veracruz legendario

El Veracruz logró un ascenso vertiginoso en el fútbol mexicano: el 2 de junio de 1946, sólo dos años después de su ingreso al máximo circuito, obtuvo el título de liga que hasta entonces había sido propiedad de equipos capitalinos.

En esa temporada los Tiburones alcanzaron varias marcas: mayor número de fechas consecutivas sin derrota (18), más goles anotados (105), menos recibidos (52) y récord de tantos marcados en un partido 14-0 al Monterrey).

Los dueños habían logrado formar un cuadro ganador al mando de un técnico profesional, Enrique Palomini. La nómina era imponente: el español Urquiaga en la portería; Velázquez y "El Negro" León en la saga; en la media, "Chito" García, el peruano Lecca y "El Pachuco" Durán (que a veces dejaba su sitio a Buenabad); y adelante, Lazcano, Valdivia "El Pelón" González, "Pirata" Fuente y el argentino Enrico.

Los tiburones se convirtieron en un cuadro con mística y empuje que alcanzó los lugares de honor: ganaron el Torneo de Copa en la temporada 1947-48 y repitieron en el de Liga durante la campaña 1949-50. Para entonces, la alineación había sufrido algunos cambios: "Ranchero" Torres en la puerta; Castañeda y Andrade en la defensa; "Pelón" Silva, Lecca y Buenabad en la media; Ortiz, Lupe Velázquez, Grimaldo, "Pirata" Fuente y Julio Ayllón, "Aparicio", en la delantera. Para lo que se ofreciera, en la banca estaban Arteaga, Quiñones y Paratore.

Inspirado en el legendario equipo, Félix Martínez redactó estos versos:


Yo vi a aquellos Tiburones 

vestidos de azul y rojo;

la jugaban a su antojo 

brindando mil emociones. 

Claro que fueron campeones, 

no jugaban al cerrojo:

Urquiaga con Negro León 

y Velázquez defendiendo,

 Lecca y Buenabad sirviendo 

balones para el Pelón, 

del Pirata el patadón, 

los servicios de Lazcano, 

contento el veracruzano 

con el toquecito fino 

de Enrico, aquel argentino 

que ya se volvió paisano.


En la temporada 1951-52, los problemas económicos dieron al traste con el trabajo realizado; el equipo cayó al último lugar y descendió a la Segunda División; y al finalizar la campaña siguiente dijo adiós al fútbol. Un retiro que duró varios años.


(Tomado de: Calderón Cardoso, Carlos - Por el amor a la camiseta. (1933-1950). Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1998)

lunes, 1 de abril de 2024

El imperio del León

 


El imperio del León

Diego Mosqueda, hombre de negocios y gran impulsor del fútbol en Irapuato, se mudó en 1920 a la Ciudad de León. Dos años después, fundó el equipo León Atlético, que un poco más tarde se convirtió en el Unión de Curtidores. En poco tiempo, el Unión fue, con mucho, el mejor equipo de Guanajuato.

En 1940, la liga se abrió a la participación de la provincia en el torneo regular, y tres años después el Curtidores fue invitado a gestionar su ingreso. Armando Baqueiro, Pilar Ramírez y Francisco González fueron los encargados de promoverlo. En 1944, el equipo fue aceptado bajo su nuevo nombre: León Fútbol Club, que debutó en la campaña 1944-45.

El León se convirtió en el equipo de la década. En su primera campaña concluyó en el cuarto lugar, la temporada siguiente ocupó el tercero y un año después el segundo. Al fin, en la 1947-48 resultó campeón de Liga y en 1948-49 obtuvo el título de Copa y, automáticamente, el de Campeón de Campeones.

Una trayectoria de veras ascendente. Por si fuera poco, uno de sus delanteros, Adalberto "El Dumbo" López, obtuvo el liderato de goleo durante tres temporadas consecutivas.

Cuando el equipo argentino Independiente de Avellaneda visitó México, el León fue la única escuadra que pudo derrotar a los pamperos, y lo hizo con un contundente 4-0.

El cuadro titular era imponente: Arenaza, Varela y Bataglia; Montemayor, Costa y Conrado; Flores, Marco Aurelio, "El Dumbo" López, Manzotti y "Chancharras" Pérez. Su entrenador era Casullo, un profesional en toda la extensión de la palabra que le dio el conjunto una fisonomía definida y un estilo completamente armónico.

"Pioquinto", gran cronista y político de la época, que más tarde ganó la gubernatura de San Luis Potosí, dijo de aquel conjunto felino: "Este cuadro demuestra que una organización seria en cualquier ámbito logra siempre triunfar. Si hubiera diez equipos como el León, México sería una verdadera potencia en el fútbol."

Tenía razón. El conjunto leonés pudo haberse tomado como punto de partida para organizar el balompié mexicano en la década de los años cincuenta. Pero la historia fue muy distinta…


(Tomado de: Calderón Cardoso, Carlos - Por el amor a la camiseta. (1933-1950). Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1998)

viernes, 22 de diciembre de 2023

El Atlante del general

 


El Atlante del general

Hacia 1933, el Atlante enfrentaba una difícil situación económica. A fines de ese año, se llevó a cabo una reunión a la que asistieron 500 personas dispuestas a brindar su apoyo para sacar a flote al equipo. Así, el Atlante se convirtió en una Sociedad Deportiva, con comisiones de organización, propaganda y nuevos estatutos.

Al conjunto de urgía sangre joven. La directiva lo entendió y en 1936 su presidente anunció la reestructuración del equipo. Sin embargo, la primera medida resultó exagerada: el despido de medio equipo, incluidas figuras rutilantes como Dionisio "Nicho" Mejía, Juan "Trompito" Carreño y Felipe Rosas, "Diente". Como era de esperarse, quienes ayudaban al conjunto decidieron retirar sus aportaciones.

Un grupo de personas ligadas sentimentalmente al equipo, entre ellas Agustín González, "Escopeta", acudió al entonces coronel José Manuel Núñez, jefe de ayudantes de la Presidencia, para pedirle que no dejara morir al Atlante. En una junta realizada el 30 de noviembre de 1936 y presidida por Núñez, se decidió nombrar una nueva directiva y recontratar a la triple "ch" ("Nicho", "Nacha" y "Chúndara"), así como al "Trompito" y al "Diente".

En 1938, recién ascendido a general, Núñez decidió incorporar a la directiva del equipo al ingeniero Guillermo Aguilar Álvarez, quien gracias a sus capacidades organizativas le dio un nuevo realce a la institución. Ese año, cuatro estupendos jugadores tapatíos llegaron al Atlante: "Pirracas" Castellanos y "El Pepino" García Solís, venían del Atlas; "Cazuelas" Grajeda había jugado en el Oro, y la mejor adquisición, "El Peluche" Ramos, había salido del Nacional.

Poco después, el Atlante se hizo de los servicios del tico Hutt y del español Fernando García, una verdadera luminaria de la media cancha. Pronto se sumaron a la escuadra "Pipiolo" Estrada, ex portero del Necaxa, y López Herranz, un extremo de gran habilidad para el desborde.

En 1940, bajo el liderazgo del fabuloso Valtolrá y de un estupendo defensa mexicano, el internacional Carlos Laviada el equipo del general se coronó campeón. Además, el líder goleador de la temporada fue un atlantista: "El Caballo" Mendoza. El entrenador Luis Grosz resultó pieza fundamental en la consecución de estas hazañas. En 1944 el técnico anunció su retiro, alegando motivos personales. A su regreso, en 1945, el cuadro se encontraba en los últimos lugares. Grosz lo llevó hasta el subcampeonato y en la temporada 1946-47 lo hizo nuevamente campeón.

Fue la última vez que el equipo saboreó las mieles del triunfo en manos del general. Núñez opinaba que ser campeón no era negocio ya que se gastaba mucho y el disfrute era efímero, así que por orden del general el equipo no volvió a ser campeón.


(Tomado de: Calderón Cardoso, Carlos - Por el amor a la camiseta. (1933-1950). Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1998)

lunes, 27 de noviembre de 2023

El España y el Asturias

 


El España y el Asturias 


El Club España, que formaba parte del fútbol mexicano desde 1912, continuó como uno de sus máximos exponentes durante las décadas de los treinta y cuarenta. El Asturias, su acérrimo rival, vivió momentos estelares en los años treinta.

Los duelos entre estos equipos se iniciaban mucho antes de saltar a la cancha. Apenas anunciado el partido, los dirigentes empezaban a discutir acaloradamente sobre las condiciones en que debía jugarse: horario, árbitro, cancha... Los jugadores de cada conjunto intercambiaban desafíos y los simpatizantes de ambos bandos, como preludio de las trifulcas que el día del partido se organizaban en las gradas, debatían en las cantinas y los cafés, según corresponde a la rivalidad en torno a un verdadero clásico.

El España, que por lo general ocupaba las primeras posiciones del torneo, sufría para vencer al "cuadro de la Casona", como llamaban al Asturias, un equipo con mala fortuna que con frecuencia perdía juegos, y hasta campeonatos, en el último minuto.

Ambas oncenas llegaron a contar con jugadores excepcionales, algunos de ellos mexicanos, pero sobre todo extranjeros. Entre los nacionales hay que mencionar a Fernando Marcos, Luis "Pirata" Fuente, "Tití" García, Carlos Laviada y Carlos Septién. Entre los importados destacaron Isidro Lángara, "El Charro" Moreno, Luis Regueiro, Aballay, "Butch" y Fernando García.

La verdad es que estos clubes preferían a los extranjeros sobre los locales, a tal grado que alguna vez el España llegó a alinear a nueve españoles, un argentino y ¡un mexicano!

La década de los cuarenta fue difícil para las dos oncenas. La Guerra civil española había dividido las opiniones también en México. En 1939, el parque de los asturianos sufrió un incendio. Nadie pudo convencer a los españoles de que los motivos del atentado no eran políticos. Días más tarde, consumada la derrota de los republicanos, el Casino Español fue atacado por un grupo de personas que, dijeron, rechazaban la presencia de un club en cuyas instalaciones colgaba la fotografía de Franco. En 1949, el Asturias replanteó la posibilidad de retirarse de la liga, luego de que durante una reunión su directiva fue conminada a guardar silencio: "En el ámbito nacional no tienen por qué opinar los gachupines", se le dijo.

Por razones similares, en junio de 1950 el España confirmó su adiós al fútbol profesional. Dos meses después, el 27 de agosto, en una sesión a la que asistieron todos los socios del club, se acordó por mayoría la desaparición de las Asturias. Terminaba un trascendente capítulo en la historia del fútbol mexicano.


(Tomado de: Calderón Cardoso, Carlos - Por el amor a la camiseta. (1933-1950). Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1998)

lunes, 23 de octubre de 2023

El Necaxa, los Once hermanos

 


"Los once hermanos"

A principios de los años treinta, en la calzada de los Cuartos (hoy Obrero Mundial) había una hermosa cancha de fútbol. El sitio pertenecía a un equipo que comenzaba a forjar su leyenda: el Necaxa.

El predominio de este club se inició justo en aquella década, en los años 1932-33 para hacer más precisos. Comandado por míster Crowle, en esa temporada el Necaxa peleó el título con otro gran conjunto: el Atlante. Los aficionados y la prensa daban como favoritos a los atlantistas, pero el marcador (el más abultado conseguido por un equipo en la historia de las finales del fútbol mexicano) fue contundente a favor de los rojiblancos: 9-0.

Para la temporada 1934-35 el Necaxa armó una escuadra arrolladora: goleó a todo el que se le puso enfrente, sostuvo una racha impresionante de 19 partidos invicto y solo perdió en la penúltima jornada del torneo. En 1935, la oncena hizo las veces de selección mexicana durante los Centroamericanos celebrados en El Salvador; el equipo salió triunfante en todos los encuentros, lo que le valió al fútbol de México su primer título internacional. Al término de este torneo, el Necaxa recibió con toda justicia el nombre de "Campeonísimo": en un solo año había conquistado el título de Liga, la Copa México y el campeonato Centroamericano.

En aquel conjunto reinaba la camaradería. Por esta razón, y por la manera en que los jugadores se entendían dentro de la cancha, se les llamó "Los once hermanos": "Pipiolo" Estrada; Camarena y Azpiri; "El Perro" Ortega, "El Calavera" Ávila y Marcial Ortiz; Vicente "El Chamaco" García, Tomás "El Poeta" Lozano, Hilario "El Moco" López, el peruano Lórez y Luis "Pichojos" Pérez.

Luego de la renuncia de mister Crowle a mediados de la temporada 1935-36 )(cuando el equipo atravesaba por un bache), Ernesto Pauler, un austriaco que había jugado como portero con los necaxistas, se hizo cargo del conjunto. Pauler logró enderezar la temporada y, además, consiguió que la oncena ganara nuevamente la Copa México. Ese mismo año, el Necaxa -en representación del DF- obtuvo el III Campeonato Nacional: la estrella del equipo fue Horacio Casarín, un joven de 17 años.

En 1937 el Necaxa resultó una vez más campeón de Liga, luego de una temporada en la que sólo perdió cinco puntos. De la mano de Pauler, el equipo logró formar una nueva camada de jugadores que habría de destacar durante los diez años siguientes. Era el único club en México preocupado por las fuerzas básicas.

A fines de la década de los treinta, "Los once hermanos" se habían dispersado. Algunos cambiaron de equipo, otros se retiraron del futbol y sólo unos cuantos permanecieron activos con los colores necaxistas.

El adiós, el regreso

Aunque siguió cosechando triunfos, en 1943 el Necaxa anunció su retiro. La Liga Mayor de fútbol había decidido profesionalizarse y la directiva necaxista se negaba al cambio: su presidente, el ingeniero César Pedrazzi, argumentaba que el equipo había nacido amateur y moriría amateur.

La verdad era otra. Años antes, W. H. Fraser, gerente de la Compañía de Luz y Fuerza y dueño del conjunto, había sido asesinado. Desde entonces, sus herederos buscaron obtener ganancias con la venta de terrenos. Vender la cancha necaxista representaba para ellos un jugoso negocio. Las leyes impedían que un inmueble utilizado para el deporte fuera transferido para un uso distinto, así que la desaparición del equipo les despejaba el camino.

El 18 de abril de 1943, en la última fecha de aquel campeonato, el Necaxa se despidió derrotando al España 4-3. Los aficionados que abarrotaron las tribunas lloraban lloraban inconsolables. Ese mismo día, en algunos diarios capitalinos aparecieron estos versos, fallidos en la hechura pero certeros en la expresión de la nostalgia, escritos por un aficionado:


Y hoy por vez postrera 

Con cruces rojiblancas 

Brillará por la mañana.

Como antes otras tantas.

Cuando ruede el balón 

Sobre el césped del campo 

Y recuerdes Necaxa 

Que te quisimos tanto,

Rodarán por mis mejillas 

Dos adioses de plata...

Y eran los hermanos 

Once reyes en la cancha.


Algunos socios y ex jugadores, sin embargo, decidieron conservar el nombre del Necaxa. Con muchos sacrificios lograron mantener un equipo dentro de las categorías menores. En 1949, el Sindicato de Electricistas tomó el conjunto bajo su auspicio. Al anunciarse la posible desaparición del España y el Asturias, el Necaxa solicitó a la Federación Mexicana de Futbol su ingreso al campeonato profesional.

Dos días después de haberse confirmado el retiro del Asturias, y no sin ciertas discrepancias, el equipo fue aceptado en el torneo. Así, en 1950, los Electricistas regresaron a la Primera División. Ya no era el conjunto de los dueños, sino el de los empleados, pero había dejado de ser el equipo de las mayorías. Ese título se lo había arrebatado durante su ausencia de siete años otra escuadra rojiblanca: el Guadalajara.


(Tomado de: Calderón Cardoso, Carlos - Por el amor a la camiseta. (1933-1950). Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1998)

jueves, 10 de noviembre de 2022

Chava Reyes

 


Tenía 71 años cuando aquella tarde del 19 de enero de 2008 Salvador saltó a la cancha. No sólo se tomó la foto con el equipo de sus amores, las Chivas del Guadalajara, sino que arrancaría como titular en el cuadro que enfrentaría a los Pumas de la UNAM. Bastaron tres toques al balón para que el estadio Jalisco se le entregara completamente. Cerca de cincuenta segundos después, el número 57 salía de cambio y, a juzgar por el trote con el que lo hacía, parecía que había rejuvenecido con el andar de sus botines sobre el césped. Como parte del homenaje, Chava Reyes imponía el récord del jugador más longevo que había alineado profesionalmente en México.

Los niños tal vez preguntaron a sus padres: "¿Por qué 57?, ¿Quién es?". Bueno, 1957 marcó el inicio de la época dorada del club de futbol Guadalajara. Aquel equipo llamado "Campeonísimo" con el pasar de los años, logró su primera estrella profesional -con gol de Chava, por cierto - ese año y resultó prácticamente imparable los siguientes. Con Reyes Monteón en la cancha, cosecharon siete títulos de la liga mexicana en menos de diez años. ¡Una locura!

El también apodado Melón nació en 1936 en Guadalajara y debutó a los dieciséis años. "Soy chiva de nacimiento", decía. En cuanto a su talento como anotador, los números hablan por sí solos: 122 goles en la liga nacional con la playera de los tapatíos. Tuvo que llegar un nuevo milenio y varios cambios generacionales para que su marca fuera batida.

También fue pilar fundamental en la selección tricolor, a la que se entregó con pundonor en tres copas del mundo (Suecia 1958, Chile 1962 e Inglaterra 1966), en las que jugó cada uno de los partidos, así como en una gran cantidad de contiendas internacionales. De hecho, un pequeño secreto que tenía con su novia era su profesión. Se la comunicó pocos días antes del mundial de futbol de Suecia en 1952... Total, se iba a enterar. Tiempo después se casaron.

El campeonísimo Chava Reyes nos dejó un 29 de diciembre de 2012, víctima de cáncer de colon. Muchos rememoraron entonces sus palabras tras aquel partido de homenaje con el 57 en su espalda: "Es una sensación muy especial después de tantos años de jugar y volver a pisar la cancha del Jalisco oficialmente, me trajo un gran recuerdo de aquellos tiempos. Sentí una gran emoción, más por toda la gente que todavía se acuerda de mí, a la cual le doy gracias por estos aplausos. Después de esto, para mí ya no puede haber más".

Pero hubo más. Dejó su recuerdo en todos los que, sin verlo jugar, lo reconocieron como un grande. Como una leyenda.


(Tomado de: Díaz, Gerardo - Chava Reyes. Relatos e historias en México. Año VIII, número 95, Editorial Raíces, S.A. de C. V., México, D. F., 2016)


jueves, 3 de noviembre de 2022

Selección Nacional; Uruguay, una epopeya: El Mundial de 1930

 


El año de 1930 fue difícil para México. La lucha de poderes dentro de la Federación se hacía notar mientras nuestro país se preparaba para acudir, por invitación del embajador uruguayo, a la primera Copa del Mundo, que se iba a celebrar en Montevideo del 13 al 30 de julio de ese mismo año. Ante los malos resultados arrojados en la Olimpiada de Amsterdam, con aquel decepcionante 7-1 en contra y con la nula aceptación del futbol nacional, se optó por llamar a un seleccionador que decía conocer a la perfección las nuevas tácticas empleadas en Europa y en América del Sur y, ante todo, se decía motivador de jugadores. Su nombre: Juan Luqué de Serrallonga, un andaluz radicado desde hacía tiempo en nuestro país y que dirigía uno de los equipos de mayor renombre de la época, el Germania.

El cuadro mexicano que viajaría a Montevideo fue elegido por dos hombres pertenecientes a la FMF: Jesús Salgado, presidente del Atlante, y Luis Andrade Pradillo, representante del América. En aquellos años el seleccionador tenía poca o nula injerencia en la selección de los jugadores. Los convocados a esta primer experiencia mundialista fueron: Isidoro Sota y Óscar "Yori" Bonfiglio; "Récord", Manuel "Chaquetas" Rosas y Francisco Garza Gutiérrez; Felipe Rosas "El Diente", Alfredo Sánchez "El Viejo", Raimundo "El Mapache" Rodríguez y Efraín Amezcua; Hilario "El Moco" López, Roberto "La Pulga" Gayón, Dionisio "Nicho" Mejía, "El Trompito" Carreño, Luis "Pichojos" Pérez, José "Pepe" Ruiz, Felipe "La Marrana" Olivares y Jesús "El Chiquilín" Castro. Además, como primer árbitro internacional mexicano viajó Gaspar Vallejo. El jefe de la delegación encargado del hospedaje y los viáticos fue Ernesto Sota García, quien actuó como jugador en Amsterdam.

El viaje fue largo: partieron el 2 de junio rumbo a Veracruz, donde abordaron al día siguiente un vapor que los trasladó a Nueva York. Ahí tuvieron la oportunidad de adquirir balones ingleses de excelente calidad y de entrenar con un equipo local. Viajaron en barco a Sudamérica días después. Fue una travesía de 26 días, durante los cuales practicaron calistenia, brincaron la cuerda y trotaron por el barco. El balón fue tocado pocas veces, pues corría el peligro de salirse por la borda, por lo que se amarró uno al mástil y los jugadores intentaban cabecearlo o, alzando la pierna, puntearlo hacia arriba.

Llegaron a Río de Janeiro y realizaron prácticas durante dos días. Una vez en Montevideo, se hospedaron en Villa Lezica, un lugar alejado de los pecados mundanos en donde Luqué de Serrallonga creyó proteger a sus inquietos jugadores.

El día 13 de julio México tuvo la suerte de inaugurar el primer Campeonato Mundial. El partido se desarrolló en el Estadio Pocitos del Club Peñarol ante seis mil espectadores, porque el Estadio Centenario no estaba terminado aún. En el palco de honor se encontraba Jules Rimet, presidente de FIFA.

El resultado del partido fue un contundente 4-1 en favor de Francia. Los mexicanos, según las crónicas, salieron un tanto desconcertados y asustadizos. El segundo juego fue contra Chile el 16 de julio en el Parque Central, casa del Nacional, ante 12 mil aficionados. México cayó de nueva cuenta al son de tres goles a cero. El último encuentro disputado por los nuestros fue ante Argentina, a la postre subcampeón, y fue el mejor jugado, a pesar del 6-3 en contra. Este partido sí se llevó a cabo en el famoso estadio del Centenario el 19 de julio a las tres de la tarde, con asistencia de 60 mil personas.

En total, se anotaron cuatro goles y se recibieron 13. Juan "Trompito" Carreño, Manuel Rosas (dos veces) y Roberto "La Pulga" Gayón fueron los anotadores mexicanos. El seleccionado nacional concluía así su primera gesta mundialista y regresaba a tierra azteca ante la decepción de los aficionados, que esperaban más de su representativo. La serie de las enseñanzas proseguía.


(Tomado de: Calderón Cardoso, Carlos - La Selección Nacional. I. Con el orgullo a media cancha (1923-1970). Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 2000)

lunes, 24 de octubre de 2022

Selección Nacional, el primer uniforme, 1923-1956

 


En 1923 se convocó a la primera Selección Nacional Mexicana. En esa ocasión también se llevó a cabo la tarea de escogerle un uniforme.

Jesús Salgado, uno de los máximos dirigentes de la Federación Mexicana de Futbol, acordó reunirse con José Martínez Ceballos, quien fungía como asesor y delegado del Comité Olímpico, para hablar sobre los uniformes que las delegaciones mexicanas llevarían a los Juegos de 1924. De esta plática salió en claro que no era habitual utilizar los colores de la bandera, por lo que Salgado, ya reunido en el campo del club España, decidió junto con Rafael Garza "Récord", capitán de la Selección, que utilizarían un uniforme color rojo subido, casi guinda, con un tono blanco en el filo del cuello y en la agujeta agujeta que cerraba la camiseta a la altura del pecho. El pantaloncillo sería completamente negro y las calcetas, las que cada quien tuviera, aunque se les recomendó a los jugadores que fueran oscuras.

Para la Olimpiada de Amsterdam 1928, las variantes serían mínimas, solamente cambiarían el pantalón por uno blanco. Cuando se jugó el primer Mundial en Uruguay, dos años después, se agregó por primera vez el escudo nacional a la camiseta y el pantaloncillo se tornó azul marino.

En 1934 se acordó, por iniciativa de "Récord", darle una variante al uniforme durante los enfrentamientos que sostendrían contra Cuba en las eliminatorias rumbo al Mundial de Italia. La camiseta en esta ocasión fue blanca, con el escudo centrado, el pantaloncillo oscuro y las calcetas rojas, pero con dos franjas blancas blancas horizontales en la parte alta. Para el partido en Roma contra los Estados Unidos, en el que la escuadra mexicana quedaría descalificada, se regresó a la camiseta guinda y el pantalón negro.

En los años siguientes hubo pocas variantes: la camiseta guinda con agujeta en el pecho era la oficial, y solamente se mostraban cambios en el pantaloncillo, que llegó a ser negro, blanco o azul. Para 1938, la agujeta desaparece y el cuello se vuelve redondo; y hacia 1947, ya con la nueva moda del sexenio alemanista, se utiliza durante el primer Campeonato Norteamericano de Futbol una camisa con los botones al frente y cuello de solapa, que los hacia parecer burócratas más futbolistas.

Las críticas al uniforme fueron fuertes y para las siguientes confrontaciones en 1949 y en los Mundiales de 1950 y 1954, se adopta el cuello en "V", con una tela de algodón más gruesa y un pantalón negro o azul marino más corto; las calcetas también negras o azules, llevaban una franja guinda gruesa en la parte superior.

Sería hasta 1956, durante los Juegos Panamericanos, cuando México desecharía definitivamente el guinda como color oficial (aunque lo seguiría utilizando en ocasiones) y daría un giro definitivo al uniforme, haciéndolo más llamativo, más nacional.


(Tomado de: Calderón Cardoso, Carlos - La Selección Nacional. I. Con el orgullo a media cancha (1923-1970). Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 2000)


lunes, 17 de octubre de 2022

Selección Nacional; Y salimos al mundo; Amsterdam 1928

 


México había sorteado con éxito su primera aventura como selección. Los dos triunfos y el empate ante Guatemala eran tan sólo el primer paso; el siguiente peldaño era la salida al mundo para mostrar en otras partes de qué estaba hecho el futbolista mexicano.

En 1927 llegaron a nuestro país grandes equipos internacionales como el Colo-Colo de Chile, el Nacional de Montevideo (que era en realidad la Selección Uuguaya ganadora de la Olimpiada de 1924) y el Real Madrid de España, tres potencias mundiales. Aun cuando las goleadas a los conjuntos locales fueron estrepitosas, algo verían los directivos mexicanos que decidieron inscribir a nuestro país en la Olimpiada de Amsterdam 1928.

Nuevamente, como ocurrió en 1923, la mayoría de los integrantes de la Selección Mexicana provenían del club América, que estaba consagrado como el mejor equipo de la capital. Los convocados fueron: Nacho de la Garza y Óscar Bonfiglio; Emmanuel "Caballo" Guevara, Rafael Garza Gutiérrez "Récord"; Agustín Ojeda y Hesiquio Cerrilla; Nieves Hernández Pedro Suinaga, Luis "Oso" Cerrilla y Fernando Rojas, "Patadura"; Juan Terrazas, Juan"El Trompito" Carreño, Ernesto Sota, Adeodato López, Benito Contreras, Carlos Garcés y Dionisio"Nicho" Mejía. Como delegado de la Federación Mexicana de Futbol iba Jesús Salgado, uno de los directivos más importantes de aquella época, y como entrenador, el preparador físico Alfonso Rojo de la Vega, aunque todos sabían que el verdadero entrenador era "Récord". 

El viaje a Holanda fue muy accidentado. Se partió en ferrocarril y en barco rumbo a los Estados Unidos; una vez en Nueva York, se abordó el vapor Majestic. El recorrí duró casi un mes y se prohibió entrenar en el barco, por lo que cuando arribaron a Amsterdam, los jugadores estaban totalmente fuera de forma.

La Selección Mexicana tenía que enfrentar en el estadio Oude a la mítica España, la llamada "Furia Roja". El ganador del encuentro pasaría directamente a cuartos de final y el perdedor quedaría eliminado de la Olimpiada. La delantera española, comandada por el gran corzo Luis Regueiro (quien después jugaría y radicaría en México) era un verdadero trabuco. Corría el minuto 36 y nuestro país ya se encontraba en la lona por las tres anotaciones de Regueiro, "Kiriki" y Marculeta. Para el segundo tiempo,  la Selección Mexicana salió con ánimos, pero ante los embates ibéricos, no le quedaba más que defender. Con goles de Yermo Regueiro y Mariscal, España se puso adelante 6-0.

En un tiro de esquina, a nueve minutos del final del encuentro, México por fin logra el tanto del honor: Carlos Garcés cobra el tiro y el guardameta Jáuregui lo rechaza en corto para que lo tome Sota, quien dispara sobre el marco. Nuevamente Jáuregui rechaza, pero "El Trompito" Carreño para de pierna derecha y saca un obús tremendo para batir a los españoles. El gol fue celebrado como si se hubiera conseguido la medalla de oro. Minutos después, Yermo anotaría de nueva cuenta para poner el 7-1 definitivo.

El 5 de junio se perdió por 3-1 un partido de consolación frente a Chile. Antes de regresar al continente americano, la Selección emprendió su primera gira de 12 partidos amistosos contra cuadros de Holanda, Bélgica, Suiza y Alemania. Hubo derrotas y empates, pero también dos triunfos: 2-1 contra el Utrech V.V. de Holanda y 3-2 contra el Urmanía de Alemania.  México concluía así su primera incursión al mundo futbolístico. El aprendizaje apenas empezaba.


(Tomado de: Calderón Cardoso, Carlos - La Selección Nacional. I. Con el orgullo a media cancha (1923-1970). Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 2000)

lunes, 10 de octubre de 2022

Selección Nacional; primera experiencia 1923


(Club América en la cancha, 1925)

Hacia 1923, el futbol en México era practicado comúnmente por equipos conformados en las colonias extranjeras residentes en nuestro país. Había, sin embargo, un club en la capital cuyos integrantes eran mexicanos: el América. Su juego dinámico y de estilo definido llamó la atención de Juan de Dios Bojórquez, embajador de México en Guatemala. Invitado a aquel país a finales de 1922, el América fue la primera representación del futbol mexicano en el extranjero.

En 1923 México decide devolver la invitación al país centroamericano para que conforme una selección que venga a disputar una serie de tres partidos en contra de un representativo nacional. Las fechas marcadas para tal encuentro fueron el 9, 12 y 16 de diciembre de ese mismo año.

Con gran entusiasmo, se decidió formar en México, por primera vez en la historia, un conjunto que sería llamado Selección Nacional. Se nombró como entrenador al siempre polifacético Rafael Garza Gutiérrez "Récord", hombre clave en aquel América de los años veinte, quien sería auxiliado en la banca por Adolfo Frías. Cabe hacer mención de que aunque al representativo se le llamaría nacional, en realidad lo que hoy conocemos como Primera División comprendía solamente el Distrito Federal, en donde actuaban el España, Asturias, Aurrerá, Germania, América México y el recién aparecido Necaxa. El llamado se hizo una semana antes de la competencia para que todos los jugadores pudieran tocar el balón y decidieran qué uniforme se utilizaría para la ocasión. Los 14 convocados en el Parque España de Paseo de la Reforma fueron: Nacho de la Garza; Rafael Garza Gutiérrez "Récord" y Pedro "Perico" Legorreta; Manuel "Güero" Yáñez; Enrique "La Matona" Esquivel, Agustín Ojeda y Roberto Jardón; Carlos Garcés, Horacio Ortiz, Adeodato López, Mauro Guadarrama, "La Venada" Alatorre, Cornelio Cuevas y Alfredo "Fofo" García Besné.

Guatemala viajó con 13 jugadores para encarar estos encuentros amistosos: Luis Cruz Bolaños y Horacio Magnall; Adán Boza, F. Meza y Victorio Granai; David Barrios, Roberto Figueredo y León Arango; Santos Carrera, Alfredo Zúñiga, Enrique Álvarez, Lisandro Bocaletti y Rafael Villacorta.

Los tres partidos fueron emocionantes y la asistencia a los mismos fue buena.

Nuestro seleccionado ganó el primer partido por dos a uno. El honor de anotar el primer gol como seleccionado correspondió a Mauro Guadarrama al minuto 42 del primer tiempo.

El árbitro para este encuentro fue el magnífico silbante Enrique Gavaldá, que realizó una atinada labor. El segundo partido también fue dominado con un 2-0 y el último encuentro, con un Guatemala más ofensivo, terminó con empate a tres goles. Por primera vez en las tribunas retumbó el grito de México, México. La Selección, por fin, había nacido.


(Tomado de: Calderón Cardoso, Carlos - Selección Nacional I. Con el orgullo a media cancha (1923-1970). Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 2000)

miércoles, 2 de octubre de 2019

Mundial de futbol, 19-sep-1985



No sabíamos aún cuántos mexicanos habían muerto, cuando el Comité Organizador de la Copa del Mundial México 86 enviaba a la Federación Internacional de Futbol, FIFA, un cable el mismo jueves 19 de septiembre informándole que no obstante los trágicos acontecimientos provocados por el terremoto, los escenarios destinados a la competencia no habían sufrido daño alguno. Ni el Estadio Azteca, ni el México 68 de la Ciudad Universitaria, resintieron el movimiento, como tampoco las oficinas del mismo Comité ni los centros de información y prensa.
El cable habla de la “mejor disposición del Comité Organizador de México para continuar con su labor con la normalidad acostumbrada”.


Sevilla, España, 19 de septiembre (Efe). No se suspenderá el Mundial por el terremoto: Guillermo Cañedo.


Río de Janeiro, 19 de septiembre (Efe). La FIFA realizó hoy una reunión de urgencia en Río de Janeiro con la presencia de su presidente y al término de la reunión, Abilio Almeida, (del comité organizador de México 86), declaró que no se puede cambiar de sede cuando faltan nueve meses para el inicio porque todo está preparado para recibir a los equipos y al turismo.


(Tomado de: Poniatowska, Elena - Nada, Nadie. Las voces del temblor. Ediciones Era, S.A. de C.V. México, D.F., 1988)

jueves, 11 de julio de 2019

El estilo del futbol mexicano


Hacia febrero de 1961, un jovencito de apenas 20 años, llegó con el poderoso Santos de Brasil para jugar en México uno de aquellos Torneos Pentagonales que desbordaron con la calidad de sus exponentes las canchas aztecas. El nombre de aquel muchacho negro, que había saltado hasta la cima de la admiración universal tras su actuación en el Mundial de Suecia, importaba menos que la magia de su corto apodo: "Pelé'.
Un reportero de El Nacional lo abordó para averiguar qué pensaba del fútbol mexicano: "Me ha impresionado -dijo cortésmente Pelé- su sentido para llevar el balón hasta el área, como lo hacen en pocos países, pero desgraciadamente -cosa que no sólo digo yo, sino que he escuchado en muchas partes- carecen de efectividad."
¿De dónde vengo, quién soy, hacia dónde voy? ¿Quién es mi padre, quién es mi madre? ¿Es esta mi cara, o mi máscara? Lo que Octavio Paz dijo de la cultura nacional en El laberinto de la soledad, lo ha dicho Manuel Seyde del futbol mexicano en La fiesta del alarido: el futbol nacional, como la cultura misma de nuestro país, autocelebratoria en sus ínfimos triunfos y autodestructiva tras sus más comunes decepciones, ha estado siempre pendiente de todos los espejos y atenazada por sus inseguridades. A la espera de que, por fin, la certidumbre de lo que se es despeje la falacia de tantas imágenes contradictorias.
Dividida nuestra admiración entre el glamour sudamericano, con su gambeta y su alta densidad creativa, y la frontalidad, precisión y rapidez de los europeos, los mexicanos se preguntaron en muchas ocasiones cuál era el estilo futbolístico de la tierra azteca.
En los comentarios, artículos y narraciones de los años cincuenta y sesenta los datos sobresalientes son: un juego relativamente ordenado, de pases cortos y al pie, pero falto de imaginación para destroncar a las defensas rivales, y de profundidad en sus avances, todo coronado con una increíble habilidad para fallar ante la meta enemiga.
El gran técnico argentino Guillermo Stábile, al observar asombrado el partido que México perdió ante Perú por 2-0 en el II Campeonato Panamericano de 1956, dijo: "¡Pero, che!... han dominado todo el tiempo y han realizado las jugadas más peligrosas, y van perdiendo… México debería ir ganando dos goles arriba cuando menos." Al finalizar el partido, volvió a comentar: "Es la derrota más injusta que he visto. Perú no ganó; México perdió."
Un cronista deportivo definió lo que por mucho tiempo había sido la esencia del futbolista mexicano, con este encabezado a un reportaje sobre Pedro Nájera en 1963: "PEDRO NAJERA, EL SIETE PULMONES. SUS CUALIDADES: LE QUITA LA PELOTA AL MISMÍSIMO PELÉ. SU DEFECTO… LUEGO DE QUITÁRSELA A PELÉ, ¡SE LA ENTREGA A COUTINHO!"


(Tomado de: Sotelo, Greco - Crónica del futbol mexicano: el oficio de las canchas (1950-1970). Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1998)

lunes, 3 de junio de 2019

Las derrotas corteses

Hacia los meses finales de 1949 y los primeros de 1950, la leyenda viviente del fútbol mexicano, Rafael Garza, “Récord”, y el incipiente entrenador Octavio Vial, se reunieron con frecuencia y trataron de desactivar la tremenda bomba que el destino les había deparado.

“Récord” era técnico del cuadro crema, y era tal su fama que de pronto se vio preso del mayor tormento: ser el entrenador de la selección nacional. “La Pulga” Vial lo sustituyó en la dirección del América, y fungió como su asistente en la selección, que ya pensaba en la próxima Copa del Mundo en Brasil [1950]. Hacia la Navidad de 1949, la selección que “Récord” había armado en sus ratos libres fue goleada en España por el Real Madrid (7-1) y el Atlético de Bilbao (6-3). La crítica no se hizo esperar, y el apesadumbrado “Récord” tuvo que delegar el cargo en Vial.

Sin embargo, cuando la selección de Vial fue derrotada, días antes del Mundial, por el Botafogo y éste a su vez por un improvisado Combinado Tapatío, el diario El Nacional dictaminó: “Nuestra selección perdió y no debe ir a Brasil. Nada más van a poner en ridículo el nombre de México.” así las cosas, una selección nacional con escasos 15 días de preparación partió a hacerle frente al mejor equipo del momento, en la inauguración del estadio más grande del mundo.

El 24 de junio de 1950, ante las tribunas inacabables del Maracaná, disputando el primer partido de Copa del Mundo tras su interrupción en 1938, México no estuvo a la altura del compromiso. Ante un sistema ultradefensivo que apenas dejaba aire suficiente para respirar al portero Carbajal, Brasil, caminando, aplastó 4-0 a un equipo de profesionales a la mexicana.

El 28 de junio, en Porto Alegre, Yugoslavia planchó otra vez las camisas nacionales al ritmo de 4-1, el gol mexicano a cargo de Héctor Ortiz. Y el 2 de julio, en su despedida del Mundial carioca, México cayó vencido ante los suizos por 2-1, con el solitario tanto anotado por el veterano Casarín.

En aquel último partido ocurrió un detalle interesante. Al confundirse la casaca nacional suiza con la mexicana que se usaba entonces -de un rojo tirando a guinda- se decidió echar mano del clásico volado para resolver el problema. Esa fue la única victoria mexicana en el Mundial de Brasil: Suiza debía cambiar de uniforme. Pero no. La tradicional cortesía mexicana dijo que “de ninguna manera, no faltaba más, pase usted primero”... y los seleccionados nacionales jugaron con el uniforme de pantalón oscuro y camiseta a rayas azules del Gremio de Porto Alegre. México había perdido sin tocar el balón.

(Tomado de: Sotelo, Greco - Crónica del futbol mexicano: el oficio de las canchas (1950-1970). Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1998)