Mostrando las entradas con la etiqueta teatro maria guerrero. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta teatro maria guerrero. Mostrar todas las entradas

jueves, 23 de diciembre de 2021

Lucina Joya

 


De origen y año de nacimiento desconocidos, interpretó en 1907 el personaje de "la industria" en la pieza teatral Fiestas patrias, y a María en la famosa obra En la hacienda.

Formó parte de la compañía del cómico Beristáin quien, a principios de la primera década, se presentó en el populachero teatro María Guerrero y en el Apolo.

Ahí la actriz representó en 1914 La onda fría. Por el despiadado apunte que le hizo el entonces caricaturista José Clemente Orozco, publicado en El Malora en julio, se desprende que tenía rasgos indígenas, enorme boca y estaba entrada en carnes.

En septiembre de 1919 Carlos M. Ortega, bajo el seudónimo de Crispín, consideraba que tras la muerte de "La Trujis" su heredera era Lucina Joya, ya que era "una aventajadísima discípula de Emilia Trujillo, y quizá siga en orden meritorio a "La Cachito", tan celebrada en sus creaciones de género nacional".

Después de ver su actuación en Viaje redondo, el crítico Silvestre Bonnard (Carlos Noriega Hope, responsable del guión) comentó en Cine Mundial que "Beristáin no debió tener muchas dificultades para crear al protagonista, puesto que está cortado con los mismos moldes que nuestras zarzuelas típicas, en la que es maestro [...].

"Lucina Joya ha desempeñado su parte con el acierto de siempre (.) y los demás tampoco desmerecen. Podemos conformarnos con que la próxima sea igual."

Pero no habría "próxima vez", como lo apunta Gabriel Ramírez en Crónica del cine mudo mexicano. Después de esta incursión, Lucina Joya subió a los escenarios para actuar en las revistas políticas El tesoro del Pánuco (1920) y Los bolcheviques (1921).

Se desconoce cuándo cayó definitivamente el telón en la vida de esta pionera del cine mudo y del teatro mexicano.

(Tomado de: Ceballos, Edgar - Somos Uno, especial de colección, Las reinas de la risa. Año 12, núm. 216. Editorial Televisa, S.A. de C.V., México, D.F., 2002)

miércoles, 9 de diciembre de 2020

Amelia Wilhelmy

 

(La de Juan Mariguano fue una de las caracterizaciones más celebradas de Amelia Wilhelmy)

Su carrera inició en las carpas durante los años veinte y, al poco tiempo, llegó a infinidad de escenarios importantes, primero como variedad en las salas de cine y luego como actriz.

Primogénita de la actriz Refugio Juárez y del tenor cómico Adolfo M. Wilhelmy, nació en Mazatlán, Sinaloa, el 29 de mayo de 1901, durante una gira realizada por sus padres en el noroeste de la República.

A los seis años de edad debutó en el Teatro Escobedo de Guaymas, Sonora, como integrante de la compañía de zarzuela "Arcadio Mendoza Negrón".

Su encomienda no fue fácil, ya que hizo una imitación de Emilia Trujillo "La Trujis", frente a la propia tiple cómica.

Luego de sortear aventuras y desventuras románticas con el director de orquesta Juan Antonio Pérez -con quien procreó a su primogénito Luis- y con el actor cómico José Muñoz Reyes "Chupamirto" -padre de sus hijos Refugio y Luis Armando-, la actriz fue descubierta en 1928 por Roberto "Panzón" Soto en el salón Rívoli, interpretando personajes de "peladas" o borrachitas.

Al preguntársele por esos días si había surgido de teatrillos o carpas, ella respondió: "No. Hacía mucho que tiempo que ya no trabajo en esos lugares. No obstante, ¡cuidado, va usted a creer que yo reniego de ellos! No, señor. Toda mi vida de arte la he pasado en las carpas de los suburbios. Ahí me he formado. Me he ido superando poco a poco, hasta donde me ha sido posible. Me he dado a conocer a públicos que, a pesar de su humanidad, son a veces más comprensivos que otros aparentemente más selectos. Por eso, pues, a nadie oculto ni ocultaré nunca que empecé a adquirir mi personalidad en las carpas".

El 3 de febrero de 1928 debutó exitosamente en la revista Así se gobierna, interpretada por la compañía de "El Panzón" Soto en el Teatro María Guerrero. Ahí interpretó por primera vez a su Juan Mariguano, personaje complementario de Doña Grifa, popularizado ocho años antes por Guadalupe Rivas Cacho.

"Ésta es la caracterización que ha gustado quizá más al público. ¿Por qué? Es muy sencillo: yo he estudiado profundamente a estos juanes desventurados, que aprovechan los asuetos del cuartel, visitan, a escondidas de sus superiores, las cantinas y las pulquerías de las barriadas de México. Y ya ebrios hablan de sus campañas militares. Sus fantásticos triunfos. Su arrojado valor y heroísmo. Y todo esto salpicado con las citas de algunos jefes: mi general Villa..., mi general Diéguez..., mi general Obregón [...]".

(Junto con Delia Magaña -La Tostada- fue La Guayaba)

Destruyendo el pasado

En octubre de 1936 siendo figura de primera línea, participó en la inauguración del Follies Bergere al lado de Mario Moreno "Cantinflas", Manuel Medel y Rosita Fornés.

El controvertido cineasta gallego Juan Orol fue el primero que le encomendó un rol cinematográfico en El derecho y el deber (1937), donde interpretó a "Checa".

Ese mismo año intervino en ¡Así es mi tierra! (1937), de Arcady Boytler, alternando con "Cantinflas" y Medel, pero se le recuerda más por su trabajo en Caminos de ayer (La mano de Dios, 1938), dirigida por el hispano Quirico Michelena. Encarnó a "La Chispa", gracioso personaje que baila repegado con Eusebio Torres "Don Catarino".

Al cabo de representar con éxito en la revista La segunda conquista (1939), al lado de Cantinflas, Amelia Wilhelmy se sobrepuso a sus enfermedades para intervenir en La abuelita (1942), de Raphael J. Sevilla, además de realizar temporadas en los Teatros Colonial, Follies Bergere y Lírico.

Los cuarenta fueron años sumamente productivos para su carrera fílmica. Participó en El capitán Malacara (1944), de Carlos Orellana, y ¡Qué verde era mi padre! (1945), de Ismael Rodríguez. Eso le reportó diversos elogios, como el del periodista José María Sánchez García quien, en septiembre de 1947, escribe que entre las "artistas mexicanas del género cómico-vernáculo, figura a la cabeza Amelia Wilhelmy, que ha conquistado aplausos a granel en los escenarios de toda la República, y que los sigue conquistando, sin que le haga sombra ninguna artista más joven y más atractiva que cultive el mismo género".

Ese periodo lo completó con Nosotros los pobres (1947), y secuela Ustedes los ricos (1948) -donde encarnó a la simpática teporocha "La Guayaba", pareja del "Planillas" (Ricardo Camacho) e inseparable compañera de "La Tostada" (Delia Magaña)-, además de No desearás la mujer de tu hijo (1949), y en su continuación La oveja negra (1949).

También actuó en Cabaret Shangai (1949), e Infierno de los pobres (1950), ambas de Juan Orol, y A.T.M. (A toda máquina, 1951), donde interpreta a una rechoncha conductora de diminutivo automóvil, bajo la dirección de Ismael Rodríguez.

Cuando trabajó en este último proyecto se encontraba aquejada de hemiplejía, enfermedad que la mantuvo postrada en una silla de ruedas durante sus últimos años de vida.

Para colmo, un día, al sufrir un ataque de nervios, destruyó sus recuerdos más preciados, quizá para olvidarse de que su existencia transcurrió exitosamente. Murió en 1964.

(Tomado de: Ceballos, Edgar - Somos Uno, especial de colección, Las reinas de la risa. Año 12, núm. 216. Editorial Eres, S.A. de C.V., México, D.F., 2002)

miércoles, 28 de octubre de 2020

Emilia Trujillo

"La Trujis"

El libretista Carlos M. Ortega la considera la mejor tiple cómica, a quien "no se le ha hecho justicia en México [...]. Fue [...] creadora de los tipos nacionales, y su "borracha" dio pie a la caracterización que después le hemos visto a Lupe Rivas Cacho, Delia Magaña, Lupe Inclán y Amelia Wilhelmy.

"La Trujillo tenía mucho talento, una bellísima voz -aunque de escaso volumen-, y gran facilidad para repentizar y meter morcillas. Sólo que le faltó ambiente para triunfar y la mató el medio."

Se desconoce el año de nacimiento de esta hermosa triple tapatía que tuvo gran facilidad e ingenio para personificar a mujeres de baja ralea. Además caracterizó con dignidad a la pelada y a la mujer del arrabal.

Los teatros de provincia atestiguaron sus inicios en 1902. Años después se popularizó con la compañía de zarzuela de Arcadio Mendoza Negrón, aunque era famosa por cantar los atrevidos cuplés de "El amigo del alma", y por el sobrenombre, diminutivo de su apellido.

Si Leopoldo Beristáin desplazó al actor español Paco Gavilanes en el gusto de los tandófilos, Emilia Trujillo hizo a un lado a las tiples cómicas españolas al interpretar personajes mexicanos, allanando así el camino para que posteriormente surgiera Guadalupe Rivas Cacho.

En 1909 interpretó a una borracha arrabalera, de piquera, en México nuevo, cuyo prototipo sería después modelo para otras "teporochas" durante el siglo XX, tanto en el escenario, en el cine y la televisión.

Encantos de mujer

En el lugar de sus éxitos, en 1910 intervino en Violación postal, El monstruo sicalíptico, México en cinta, Enseñanza libre y en la versión mexicana de La corte del faraón. Al año siguiente, 1911, actuó en Encantos de mujer y fue la lujuriosa inquilina Doña Flora en El terrible don Juan.

En esta pieza, donde alternó con el célebre Leopoldo Beristáin -quien interpretaba a un ridículo Don Juan-, mantenía el siguiente diálogo:

Doña Flora: Permítame que me dé el gusto de sacársela yo misma.

Don Juan: ¿Que usted me la saque?

Doña Flora: ¿Le disgusta?

Don Juan: ¿Que usted me la saque?

El historiador teatral Armando de María y Campos refiere que durante su permanencia en el María Tepaches, "La Trujis" se convirtió en la amante del presidente Victoriano Huerta.

"La voz popular afirmaba que era "La Pompadour de Tepaches" del régimen. "La Dubarry de Petate" de los época porque un automóvil negro, manejado por un chofer de uniforme y con un ayudante del general [...] esperaba el fin de las "tandas" a las puertas del María Guerrero, para recoger a la simpática y alegre tiple tapatía y conducirla, a través de las sombras cómplices de la noche, al Café Colón, del popular y acomodaticio "Pajarón", en el Paseo de la Reforma, frente a la estatua de Cristóbal Colón.

"En uno de los reservados principales, es fama que la esperaba -rodeado por oficiales de su estado mayor y de funcionarios [...] militares- el dictador, y frente a él una copita de auténtico Henessy."

Debe tomarse con reservas el anterior testimonio consignado por don Armando de María y Campos, ya que, al revisar la cartelera del María Guerrero, de febrero de 1913 a julio de 1914, (periodo en el cual Huerta usurpó la presidencia), se descubre que Emilia Trujillo no actuó en el Tepaches.

También hay que poner en tela de juicio eso de que fue "La Pompadour de Tepache" o "La Dubarry de Petate", mote que otros atribuían al hecho de que el lugar de sus éxitos fuera el teatro María Tepaches con las revistas de Carlos M. Ortega. Este último ofrece otra versión a la del historiador teatral: ella fue efectivamente amante de un Huerta, pero de Jorge, uno de los hijos de Victoriano.

Desaparición inadvertida

Una vez caído el usurpador, la diva se encontró con muchas puertas cerradas, debido a sus simpatías con el régimen huertista. Ésta fue la razón de peso para retirarse del escenario y no sufrir las represalias de los triunfantes constitucionalistas.

Ante tal panorama, no intervino en ninguna cinta muda, cuando la industria fílmica en México comenzó a ser plataforma de diversas estrategias gubernamentales para impulsar su desarrollo.

Caso contrario fue el de muchas de sus compañeras del Teatro Apolo y Briseño, como Paquita Cirés Sánchez o de la caderona tiple argentina María Caballé, quien intervino en 1917 en un par de películas: la producida y filmada en Yucatán El amor que triunfa, de Manuel Cirerol Sansores, y En defensa propia, de Joaquín Cosa, de la que actualmente no existe copia.

Se desconoce dónde y cuándo falleció "La Trujis". Don Armando de María y Pablo Dueñas -éste último en su libro Las divas en el teatro de revista mexicano- señalan que fue en 1917, y el hecho pasó inadvertido. Aunque por un artículo de Ortega se desprende que fue a finales de 1919.

(Tomado de: Ceballos, Edgar - Somos Uno, especial de colección, Las reinas de la risa. Año 12, núm. 216. Editorial Eres, S.A. de C.V., México, D.F., 2002)

sábado, 13 de julio de 2019

Chin Chun Chan y el género chico



En 1908 abundaban ya las pequeñas piezas de autores nacionales que cubrían los estrenos de los teatros de barriada, aunque la zarzuela española insertada muy dentro de las costumbres porfirianas era considerada por el público como el más digno espectáculo para familias que pudiera desearse. Es por eso que al cobrar fuerza y popularidad entre las clases media y baja las obritas del "género chico", intelectuales puros como el poeta Luis G. Urbina pusieron el grito en el cielo publicando el siguiente anatema en el Mundo Ilustrado (junio de 1908):

"La tanda es un divertimiento cómodo y barato. Nuestra pereza intelectual, nuestra flacidez moral, nos inclinan naturalmente del lado de un espectáculo frívolo y ligero, que no pide preparaciones previas, ni exige el ejercicio del pensamiento o del sentimiento, sino que, sacudiendo los instintos, excitando las maldades antropológicas, rascando e irritando las innatas perversidades, pone en los labios humanos una risa de fauno beodo y quema un grano de tentación torpe en las almas amodorradas. Las autoridades fruncen de cuando en cuando el ceño y dan órdenes prohibitivas y severas; hacen enmudecer una copla; destierran un epigrama ponzoñoso; retocan una frase cruda; le ponen camisa de fuerza a una mímica picaresca. Pero no cortan, no pueden cortar de raíz el árbol robusto de la tanda. Arrancan ramajes, mas el tronco queda en pie lleno de savia. A su sombra venenosa se tiende el público, displicente y ahíto, pero habituado ya al espectáculo como un mendigo a su bodrio. Nuestras obras nacionales, en el 'género chico', hasta hoy, no son otra cosa que imitaciones burdas y tontas de las cacharrerías literarias ultramarinas. Cortamos sobre aquel viejo y corriente patrón, muestra fofa y mal tejida estameña artística. En todas partes hay 'género chico' es verdad; sólo que en los grandes centros de civilización no constituye un espectáculo de primer orden. Son en cualquier rincón, el refugio del gusto rufián y de la curiosidad extranjera."

Cualquier exceso que saliera del decoro indispensable, podía ser reprimido por la dura mano de la censura. Por aquellos años, el teatro María Guerrero convertido en "la catedral de los autores del género chico", presentó la obra del "sicalíptico" joven Carlos Fernández Ortega con bailables y couplets de José Quintero titulada México festivo; el estreno fue suprimido de inmediato por sus frases de doble sentido y sus "calambures" al rojo vivo. Pronto, la empresa corrigió la obra y las familias que se habían ausentado del teatro, pudieron concurrir a él sin temor al bochorno.
[...]
El repertorio de los teatros ligeros, hasta 1911 permaneció más o menos ligado a los estilos y modas establecidas en el género. Una revista estrenada en 1904, constituyó el prototipo de lo que sería la típica producción de revista: la obra Chin Chun Chán, con música del español Luis G. Borda y texto de José F. Elizondo; ingeniosa comedia de errores en un hotel de la ciudad de México con la cómica presencia del embajador de China en México, Chin Chun Chan obtuvo un éxito inmediato y tan duradero en los teatros de revista, que se siguió programando hasta el año 1946.

(Tomado de: Moreno Rivas, Yolanda - Historia de la Música Popular Mexicana. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Alianza Editorial Mexicana. México, D.F., 1989)




(Presentación de la Universidad Autónoma de Aguascalientes con motivo del 150 aniversario de Jesús F. Contreras.)