sábado, 13 de julio de 2019

Chin Chun Chan y el género chico



En 1908 abundaban ya las pequeñas piezas de autores nacionales que cubrían los estrenos de los teatros de barriada, aunque la zarzuela española insertada muy dentro de las costumbres porfirianas era considerada por el público como el más digno espectáculo para familias que pudiera desearse. Es por eso que al cobrar fuerza y popularidad entre las clases media y baja las obritas del "género chico", intelectuales puros como el poeta Luis G. Urbina pusieron el grito en el cielo publicando el siguiente anatema en el Mundo Ilustrado (junio de 1908):

"La tanda es un divertimiento cómodo y barato. Nuestra pereza intelectual, nuestra flacidez moral, nos inclinan naturalmente del lado de un espectáculo frívolo y ligero, que no pide preparaciones previas, ni exige el ejercicio del pensamiento o del sentimiento, sino que, sacudiendo los instintos, excitando las maldades antropológicas, rascando e irritando las innatas perversidades, pone en los labios humanos una risa de fauno beodo y quema un grano de tentación torpe en las almas amodorradas. Las autoridades fruncen de cuando en cuando el ceño y dan órdenes prohibitivas y severas; hacen enmudecer una copla; destierran un epigrama ponzoñoso; retocan una frase cruda; le ponen camisa de fuerza a una mímica picaresca. Pero no cortan, no pueden cortar de raíz el árbol robusto de la tanda. Arrancan ramajes, mas el tronco queda en pie lleno de savia. A su sombra venenosa se tiende el público, displicente y ahíto, pero habituado ya al espectáculo como un mendigo a su bodrio. Nuestras obras nacionales, en el 'género chico', hasta hoy, no son otra cosa que imitaciones burdas y tontas de las cacharrerías literarias ultramarinas. Cortamos sobre aquel viejo y corriente patrón, muestra fofa y mal tejida estameña artística. En todas partes hay 'género chico' es verdad; sólo que en los grandes centros de civilización no constituye un espectáculo de primer orden. Son en cualquier rincón, el refugio del gusto rufián y de la curiosidad extranjera."

Cualquier exceso que saliera del decoro indispensable, podía ser reprimido por la dura mano de la censura. Por aquellos años, el teatro María Guerrero convertido en "la catedral de los autores del género chico", presentó la obra del "sicalíptico" joven Carlos Fernández Ortega con bailables y couplets de José Quintero titulada México festivo; el estreno fue suprimido de inmediato por sus frases de doble sentido y sus "calambures" al rojo vivo. Pronto, la empresa corrigió la obra y las familias que se habían ausentado del teatro, pudieron concurrir a él sin temor al bochorno.
[...]
El repertorio de los teatros ligeros, hasta 1911 permaneció más o menos ligado a los estilos y modas establecidas en el género. Una revista estrenada en 1904, constituyó el prototipo de lo que sería la típica producción de revista: la obra Chin Chun Chán, con música del español Luis G. Borda y texto de José F. Elizondo; ingeniosa comedia de errores en un hotel de la ciudad de México con la cómica presencia del embajador de China en México, Chin Chun Chan obtuvo un éxito inmediato y tan duradero en los teatros de revista, que se siguió programando hasta el año 1946.

(Tomado de: Moreno Rivas, Yolanda - Historia de la Música Popular Mexicana. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Alianza Editorial Mexicana. México, D.F., 1989)




(Presentación de la Universidad Autónoma de Aguascalientes con motivo del 150 aniversario de Jesús F. Contreras.)

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