Nació en Aguascalientes, Ags., en 1866; murió en la Ciudad de México en 1902. Estudió en la escuela del señor Plácido Jiménez, donde aprendió dibujo y sobresalió tanto, que a los 12 años de edad era ya litógrafo. Pasó a la ciudad de México y a los 14 años ingresó a la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, donde se consagró a la escultura y llegó a ser el discípulo predilecto de Manuel Noreña, a quien ayudó a fundir la estatua de Cuauhtémoc con destino al Paseo de la Reforma. En esa ocasión se le volcó un crisol lleno de bronce derretido, por cuya causa estuvo a punto de perder un pie. El monumento fue estrenado el 21 de agosto de 1887. Pensionado por el gobierno, se trasladó a París para estudiar en la Escuela de Bellas Artes al lado de Colinerte, con quien tomó parte en la Exposición Universal de 1889. A su regreso, estableció la Fundición Artística Mexicana, de la cual salieron, entre otras obras suyas y ajenas, las estatuas colocadas a ambos lados del Paseo de la Reforma; de él son las de Galeana, Primo de Verdad, De la Fuente y López Cotilla. Hizo también las de Benito Juárez, en la ciudad de Chihuahua; de Manuel Acuña e Ignacio Zaragoza, en Saltillo; de Ramón Corona, en Guadalajara; de Nicolás Bravo e Ignacio Zaragoza (1898); de Jesús González Ortega, en Zacatecas; y los relieves en bronce, con figuras de indígenas, actualmente colocados en el Monumento a la Raza de la Ciudad de México. Ya famoso y rico, volvió a Europa y a Egipto. A consecuencia de un cáncer fibroso, le amputaron el brazo derecho, pero adiestró tanto el izquierdo que antes de un año esculpió una cabeza de mujer, Inocencia, y después dos de sus mejores obras:
Malgré tout y Desespoir, que se conservan en la Alameda Central de la capital de la República, y el Beato Casalanz y Almas Blancas. Magnífico escultor, sus obras de exaltación patriótica tienen gran dignidad, acentuada por el movimiento de los ademanes y en los cortes de atuendo; y las otras, esculpidas en mármol, un angustiado y aun estrujante estremecimiento que refleja la lucha interna del artista por no sentirse mutilado.
Malgré tout y Desespoir, que se conservan en la Alameda Central de la capital de la República, y el Beato Casalanz y Almas Blancas. Magnífico escultor, sus obras de exaltación patriótica tienen gran dignidad, acentuada por el movimiento de los ademanes y en los cortes de atuendo; y las otras, esculpidas en mármol, un angustiado y aun estrujante estremecimiento que refleja la lucha interna del artista por no sentirse mutilado.
(Tomado de: Enciclopedia de México, S. A. México, D.F., 1977, volumen III, Colima - Familia)
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