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domingo, 25 de febrero de 2024

Sara García

 



Sara García, ser abuela tiene su chiste


Millones se conmovieron con sus caracterizaciones de madres y abuelas sacrificadas, aunque también con sus intervenciones junto a Joaquín Pardavé como la encantadora mujer de origen libanés que confunde las palabras en El baisano Jalil y en El barchante Neguib. Claro está que para llegar ahí resultó definitivo su trabajo en Ahí está el detalle, dirigida por Juan Bustillo Oro, con Cantinflas, dando vida a Clotilde, una madre de ocho hijos a punto siempre de casarse con el popular cómico, personaje con el que, a pesar del constante lloriqueo, deja constancia de su hábil manejo de la farsa.

Su rol de abuela machorra que trae cortitos de la rienda a sus tres nietos: Pedro Infante, Abel Salazar y Víctor Manuel Mendoza, es un ejemplo de su amplia gama de comediante en Los tres García y Vuelven los tres García, donde luce autoritaria, bragada y jovial.

En Mecánica nacional, el director Luis Alcoriza a la vez que rindió homenaje a la figura emblemática de la abuelita del cine nacional, le quitó también toda la cursilería, proporcionándole, además, la gracia del mal hablar. Buen ejemplo en la película es cuando la viejecita insiste en acompañar a su familia a un paseo; sus parientes le sugieren que no, que es cansado y peligroso para ella. Una amiga de su nuera, personificada por Gloria Marín, aboga por la anciana y ésta le agradece su gesto, pero en cuanto se queda sola con la mujer de su hijo, Sara pregunta: "¿ y quién es esta pinche vieja metiche?”


(Tomado de Terán, Luis - La risa en rosa. Cómicos inolvidables del cine mexicano. Somos Uno, especial de colección número 8, año 8, Editorial Eres, S.A. de C.V., México D. F., 1997)

viernes, 23 de noviembre de 2018

El filicidio y el hambre



Por desesperación, ignorancia y debilidad física y mental producto de la anemia, Elvira Luz Cruz mata a sus cuatro hijos. El relato es agobiante: el 2 de agosto de 1982, en la colonia popular Bosques del Pedregal, donde había llegado por una ocupación de terrenos, Elvira Luz Cruz, de 30 años de edad, estrangula a sus hijos Israel (de seis años), Eduardo (tres años), Marbella (dos años) y María de Jesús (dos meses de nacida). Luego intenta ahorcarse con una soga de cuerda de ixtle, pero los vecinos lo impiden golpeándola, y la entregan a la policía mientras ella grita que también quiere morir. Al principio declara: "Estoy arrepentida de lo que hice, pero al ver llorar a mis hijos de hambre y no tener dinero para comprarles alimento, me desesperé, y por eso tomé la determinación de estrangularlos... Lamentablemente no me fui con ellos."

El mayor de los niños es hijo de Marcial Caballero, que abandona a Elvira en cuanto se embaraza; los tres restantes son hijos de su unión libre con Nicolás Soto Cruz, albañil. Soto Cruz la lleva a casa de su madre, Eduarda Cruz Cortés, donde ambos golpean con frecuencia a Elvira, que lava ropa ajena y cocina y vende pastelitos. Los pleitos arrecian, Elvira no consigue trabajo, Nicolás se desentiende de la suerte de los niños y el día del crimen una vecina no le presta los 50 pesos que ella requería para darle de comer a sus hijos...

Una pregunta inevitable, en rigor el eje del proceso: ¿hasta qué punto es responsable de sus actos una persona abandonada, sin recursos ni capacidad específica, enloquecida por los malos tratos, la indiferencia y la imposibilidad de alimentar a los suyos? Según la información judicial, Elvira no es inocente; según su relación de los hechos, Elvira no es culpable. La atroz indefensión de la acusada conmueve a la opinión pública y muy en especial, a grupos feministas. ¿Cómo detener en las clases populares la violencia contra los niños que con tanta frecuencia culmina en el asesinato, sin erradicar la miseria extrema y sin intensificar el proceso educativo? ¿Cómo evitar que el machismo proveniente de la pobreza y de la costumbre se sacie y se reproduzca en la esfera doméstica? El tema, esencial en el análisis de los resultados de la miseria, desemboca en dos filmes excelentes: Elvira Luz Cruz, Pena Máxima, de Dana Rothberg, y un docudrama, Los motivos de Luz, de Felipe Cazals.

El 9 de julio de 1993 Elvira Luz Cruz queda libre.
 
(Tomado de: Carlos Monsiváis – Los mil y un velorios (Crónica de la Nota Roja). Alianza Editorial y CNCA, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. México, D.F., 1994)
Dirección: Felipe Cazals

Libro cinematográfico: Xavier Robles

Cinefotógrafo: Ángel Goded
 
Con Patricia Reyes Espíndola, Delia Casanova, Martha Aura, Ana Ofelia Murguía y José Ángel García.