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Manuel Mier y Terán (1789-1832)
Su partida rumbo al norte del país en 1827 era de gran importancia. El capitalino iba acompañado por el botánico francés Jean-Louise Berlandier, y varios militares y académicos mexicanos. La misión era delimitar la frontera entre México y Estados Unidos, nada más y nada menos. En esta ocasión no había enemigos a los cuales batir, sino una historia que reafirmar. La definición territorial de su país quedaba en sus manos.
La empresa fue realizada con éxito en Tamaulipas y Texas durante los siguientes dos años. Sus conclusiones y recomendaciones al gobierno eran claras: impedir que Estados Unidos se hiciera de aquella parte del país; Texas debía ser colonizada por mexicanos y europeos con ligas comerciales estrechas con el centro del país; además, se habría de establecer fortificaciones en caso de una invasión extranjera. De esa forma, Texas continuaría siendo parte de México.
No había por qué no hacer caso a José Manuel Rafael Simeón Mier y Terán. Había demostrado su sapiencia durante la guerra insurgente en varias ocasiones. En 1824, prácticamente todo lo que hoy es el estado de Puebla había estado en su poder. En Oaxaca logró que los realistas levantaran un largo y complicado sitio, por lo que el Congreso de Chilpancingo lo ascendió a coronel. Muchas fueron sus victorias hasta 1821 en que se adhirió al Plan de Iguala.
Había sido, además, diputado por Chiapas al inicio de la vida independiente mexicana. Con Guadalupe Victoria aceptó el Ministerio de Guerra, cargo al que luego renunció por diferencias personales. Pero muy en especial, era un fantástico militar y estratega. Fue por eso que sus opiniones no sólo fueron atendidas, sino que además fue designado para una labor de mayor importancia.
En julio de 1829, una expedición española de reconquista se hizo presente en las costas del golfo al mando del almirante Laborde. Alrededor de 3100 combatientes desembarcaron en Veracruz bajo las órdenes del brigadier Isidro Barradas. Mier y Terán fue enviado a Tampico como segundo al mando, bajo las órdenes de Antonio López de Santa Anna. Un mes les llevó expulsar a los invasores. La gesta heroica recorrió todo el país. La Segunda Independencia, como fue llamada, había sido conseguida.
Como recompensa, en 1830 se le dio la Comandancia de las Provincias Internas de Occidente: Texas, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Un par de años más tarde, aturdido por severas depresiones, luchó contra el levantamiento de Santa Anna. Escéptico ante el porvenir de México, decidió suicidarse frente a la tumba de Iturbide aventándose sobre el filo de su espada -razón por la que también se cree que fue asesinado- un 3 de julio de 1832 en la iglesia de San Antonio, en Padilla, Tamaulipas.
(Tomado de: Tapia, Mario - 101 héroes en la historia de México. Random House Mondadori, S.A. de C.V. México, D.F., 2008)