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jueves, 23 de marzo de 2023

Los mexicas

 


Los mexicas

Según sus propios relatos los mexicas provenían de un legendario lugar llamado Aztlán, "lugar de la blancura", presuntamente situado en el noroeste de Mesoamérica. De ahí habrían partido en 1111 d.C. -junto con otros grupos de los que posteriormente se separarían-, en la búsqueda de un sitio donde asentarse. Reconocerían este lugar porque, como se los había indicado Huitzilopochtli, su dios tutelar, allí encontrarían un águila posada sobre un nopal y devorando una serpiente. Casi dos siglos de peregrinación les tomó a los mexicas encontrar ese lugar. En un islote en el lago de Texcoco fundaron, en 1325 d.C., México-Tenochtitlan, ciudad que llegaría a ser en apenas un siglo la más importante de Mesoamérica. Como consecuencia de ese acelerado desarrollo y del crecimiento de la población, el pequeño islote pronto fue ocupado en su totalidad por templos y casas, lo que ocasionó que el área de tierra firme se aumentara artificialmente, y que áreas próximas del lago se rellenaran con grandes cantidades de piedra y lodo. Casi dos siglos después de su fundación, en la época de la conquista, Tenochtitlan era una gran ciudad organizada en cuatro grandes calpullis o barrios; se encontraba unida con los pueblos ribereños mediante extensas calzadas, tenía una población de 150,000 o 200,000 habitantes y ocupaba un área cercana a los 15 km cuadrados.

La Triple Alianza

A poco más de un siglo de la fundación de Tenochtitlan, los mexicas habían logrado prosperar a tal grado, que fueron capaces de enfrentar con éxito a la ciudad tepaneca de Azcapotzalco, entonces el asentamiento dominante de la Cuenca de México. En 1430, los mexicas crearon una entidad que sustituiría a la que lidereaban los tepanecas. La nueva estaba formada por Tenochtitlan, Tlacopan y Texcoco, y es conocida como la Triple Alianza. A partir de ese momento, los tlatoque mexicas comenzaron un ciclo de conquista sucesivas que, en poco menos de cien años, los llevaría a dominar diversas regiones mesoamericanas, cuyos pueblos estaban obligados a entregar periódicamente una amplia variedad de bienes y materias primas. Durante su máximo esplendor, la Alianza controlaba un territorio que comprendía más de 400 pueblos y señoríos subordinados.

La guerra

La supremacía mexica se fundaba en su extraordinaria capacidad militar y en una eficaz estrategia de demostración pública de su poderío, la que incluía ceremonias con sacrificios humanos a las que debían acudir los señores de los pueblos sojuzgados. Sin embargo, existían varios factores que impedían un control estable de las zonas conquistadas, como las grandes distancias que en ocasiones separaban a las provincias del corazón del imperio.

Los señoríos independientes

Pese al indudable poderío de la Triple Alianza, algunos señoríos lograron mantenerse independientes. Ello era debido a diversos factores, entre los que se cuenta que la capacidad militar era tal, que su sometimiento implicaba más gasto que beneficio, o simplemente que su independencia resultaba conveniente para asegurarse la disponibilidad permanente de prisionero de guerra para el sacrificio. Entre esos señoríos independientes se encuentran Metzitlan, Tlaxcala, Cholula, Teotitlán del Camino y Yopitzinco. Mencion aparte merecen los tarascos, tal vez los únicos enemigos imbatibles de los mexicas.

Las provincias tributarias 

Para la administración del vasto territorio que se encontraba bajo su control, la Triple Alianza estableció un sistema basado en la división en provincias tributarias, cada una de las cuales contenía varios pueblos que canalizaban el tributo por intermedio de una capital. Tan sólo en un año, los registros del imperio contabilizaban decenas de miles de mantas de algodón, miles de vestidos, cientos de trajes guerreros, grandes cantidades de fardos de plumas y aves vivas, pieles, colchas, cacao, piedras preciosas y miles de toneladas de alimentos. También se exigía la tributación de la fuerza de trabajo necesaria para la construcción de los numerosos edificios y templos de la capital del imperio.

El comercio

El destino de los productos obtenidos por medio del tributo era diverso. Se les utilizaba para las fiestas religiosas; para el pago de la administración del imperio; para sostener a las poblaciones urbanas, y para cubrir los gastos de la guerra. Otra parte regresaba a la circulación por medio del comercio. El ámbito en el que los mexicas desarrollaban sus actividades comerciales rebasaba los límites del imperio. Algunos productos se obtenían por intercambio con regiones distantes.


(Tomado de: Dossier: La religión mexica. Los mexicas. Arqueología Mexicana, Vol.XVI núm. 91. Editorial Raíces, México, 2008)

viernes, 26 de julio de 2019

Qué era la Triple Alianza?


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¿Qué era la Triple Alianza?

La Triple Alianza fue una confederación de estados indígenas del valle de México, conformada por Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan. Esta confederación sustituyó una anterior sobre la que se basaba el equilibrio político-militar hasta ese momento con la supremacía de los tepanecas y que estaba constituida por Azcapotzalco, Culhuacán y Coatlinchan.

Tlacaelel, hábil noble mexica, convenció a los gobernantes y clase político-militar y religiosa de los pueblos sojuzgados por los tepanecas para aliarse en su contra. Así, Tenochtitlan, Tlacopan y Texcoco formaron la Triple Alianza, dirigida por Itzcóatl, Tlacaelel y su hermano Moctezuma I, y el príncipe Nezahualcóyotl de Texcoco. Juntos lograron infringir graves derrotas a los tepanecas hasta que cayó Azcapotzalco en 1428. A partir de entonces la Triple Alianza se adueñó primero del valle de México, posteriormente de prácticamente todo el Altiplano central y casi un siglo después de buena parte de Mesoamérica. Pronto la supremacía recayó en manos de los mexicas de modo que Tlacopan y Texcoco quedaron como aliados subordinados a aquéllos.





(Tomado de: Silva, Carlos - 101 preguntas de historia de México. Todo lo que un mexicano debería saber. Random House Mondadori, S. A. de C. V., México, D. F., 2008)

lunes, 8 de julio de 2019

Nezahualcóyotl



(1402-1472) Tenía apenas 16 años cuando, desde su escondite, cubierto por la sombra de un capulín, vio a su padre Ixtlixóchitl, rey de Texcoco, pelear y morir. Aún retumbaban en sus oídos las últimas palabras que le había dicho antes de que le ordenara esconderse: “Lo que te encargo y te ruego es que no desampares a nuestros súbditos y vasallos, ni eches en olvido que eres chichimeca; debes recobrar el trono que tan injustamente Tezozómoc -rey de Azcapotzalco- nos arrebata y vengar la muerte de tu afligido padre”. Ese día, mientras incineraba el cuerpo de su padre, auxiliado por súbditos leales, el príncipe Alcomiztli Nezahualcóyotl juró no olvidar su promesa.  

Había nacido el 28 de abril de 1402 en la ciudad de Texcoco. Su educación, como la de todo miembro real, fue severa pero efectiva. En su adolescencia ingresó a la escuela de la nobleza, cocida como Calmécac. Ahí aprendió a realizar cada uno de los deberes sociales. Aprendió los códices, pero muy en especial, encontró gusto por la memorización de poemas y cantos sagrados. Quizás eran éstos y los que él mismo escribió, los que repertía en los días y meses que siguieron a la muerte de su padre, mientras estaba escondido de los guerreros de Tezozómoc, quienes tenían instrucciones de hallarlo darle muerte para que no hubiera quien pudiera reclamar el trono de Acolhuacan.


Durante cuatro años, Nezahualcóyotl se ocultó en bosques y montañas. En más de una ocasión estuvo cerca de caer prisionero; sin embargo, el pueblo, que lo veía cono el verdadero rey -mientras que a Tezozómoc se le consideraba un usurpador-, le auxilió en diversas ocasiones para escapar de sus verdugos, hasta que llegó con los tlaxcaltecas y encontró un refugio donde descansar.


Con paciencia fue tejiendo su venganza. Consiguió que su tío Chimalpopoca enviara a un grupo de mujeres nobles a pedir a Tezozómoc que permitiera a Nezahualcóyotl ingresar a Tenochtitlan, en donde viviría pacíficamente. El encanto de las damas auspició la aceptación. Dos años más habrían de pasar para que Tezozómoc le permitiera ingresar a Texcoco.


Pero el tiempo venció a la venganza. Corría el año de 1427 cuando Azcapotzalco amaneció sin rey. Tezozómoc había vivido más de cien años. Antes de dar su último suspiro, pidió a sus hijos asesinar lo más pronto posible a Nezahualcóyotl, a quien había soñado destruyendo su reino y convertido en águila y en león.


El encargo recayó en Maxtla, su hijo mayor y nuevo rey de Azcapotzalco. Sin embargo, Nezahualcóyotl había aprovechado el tiempo para hacer alianzas con los señores de Tenochtitlan y Tlatelolco. Los ejércitos de Tlaxcala, Cempoala, Cholula y Huejotzingo se unieron a él y, reunidos en los llanos de Apan, esperaron el momento exacto para entrar a Texcoco.


Las guarniciones de Maxtla, aquel 5 de agosto de 1427, no pudieron resistir el embate y, en menos de un día, Nezahualcóyotl recuperó el reino de su padre y de inmediato comenzó a reorganizar el gobierno. Aquel joven poeta que cargaba con una promesa parecía haber quedado atrás. El gobernante emergía del guerrero. Pero antes de que eso ocurriera por completo, fue por Maxtla hasta Azcapotzalco, en la que fue una de las guerras más atroces del mundo prehispánico y de la cual salió vencedor el rey poeta. Cerró ese capítulo de su vida dando muerte a Maxtla y esparciendo su sangre a los cuatro puntos del universo. Tenía 25 años y su promesa había sido cumplida.


Durante los 45 años que duró su reinado, Nezahualcóyotl logró consumar la toma de Xochimilco (1429) gracias a su alianza con Tenochtitlan y Tlatelolco; y gracias a la Triple Alianza que formó con el emperador mexica, Itzcóatl, y el señor de Tacubaya, Totoquihauhtzin, pudo consolidar el imperio más grande del mundo prehispánico. A él se debe el balneario de Chapultepec, así como el acueducto que dotó de agua a Tenochtitlan. De forma especial promovió la educación, la justicia, la recaudación de tributos y las artes. Nunca un gobernante tan supremo como aquél, que había comenzado desde varios años atrás a forjar su propio destino a pesar de las contrariedades que pudo encontrar en su camino. Su fortaleza le permitió vengar a su padre, pero su sabiduría y nobleza lo convirtieron en un hombre mejor: en el líder que la gente confiaba para seguir hacia la creación de un imperio insuperable. El joven poeta nunca dejó de escribir, aun cuando la muerte le afligiera: “Allá donde no hay muerte/allá donde ella es conquistada/que allá vaya yo”.


(Tomado de: Tapia, Mario - 101 héroes en la historia de México. Random House Mondadori, S.A. de C.V. México, D.F., 2008)