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lunes, 12 de diciembre de 2022

Francisco Toledo

 


Francisco Toledo.

Desde las entrañas de Oaxaca.

Oaxaca, mayo de 1997.

Enjuto de rostro, como El Quijote. Ojos con marcado brillo, cabello, bigote y barba dispersos, figura cubierta por una manta blanca, los pies ocultos en delgados huaraches y manos fuertes, dedos largos... Así vi por primera vez a Francisco Toledo. Me saludó de mano, rápidamente. Musitó dos o tres palabras, le pedí una entrevista, asintió y se esfumó.

Este grande de la pintura contemporánea, el Divino Maestro, como lo conocen algunos, ha dejado huella no sólo en el arte plástico sino en el quehacer social, como promotor de los valores culturales de su estado natal.

Al otro día, sentado y en paz, ante un té de yerbas y un refresco, en el café del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), Toledo -entre tímido y divertido- se dispuso a narrarme pinceladas de su vida y del mundo que lo rodea.

Casualidad, todo fue por casualidad. Nací en Juchitán, un pequeño pueblo. Sólo hablaba zapoteco, el español lo aprendí ya mayor. Somos siete hermanos, hijos de padres comerciantes, de esa gente que viajaba por el Istmo. Y yo soy el único artista. Mi padre quería que fuera abogado, pero a mí no me gusta estudiar. De hecho, estudié sólo hasta primero de secundaria. Pero eso sí leía mucho. Libros que traían vendedores que llegaban hasta el pueblo. El Quijote, La divina comedia

Tenía 13 años cuando fui a Oaxaca. Entonces descubrí una maravilla: las iglesias, los retablos y las plazas. En ese entonces andaba por aquí Rufino Tamayo, aunque no lo conocí en ese momento. Mi amor hacia la pintura nació cuando estuve en la Escuela de Bellas Artes. Vi el arte de Siqueiros, Orozco y Rivera. Así fue como todo empezó.

¿Cuándo llegó a la Ciudad de México?

A los 17 años. Entré a la secundaria, pero ya era grande para estar ahí y me salí. El único lugar donde podía estudiar lo que me gustaba (sobre todo, litografía) era la Escuela de Artes y Oficios, ubicada en la Ciudadela y dirigida por Chávez Morado. En ese tiempo ya hacía mis primeros lienzos. En Oaxaca iva al río a pintar paisajes. Entonces estaba de moda el paisajista oaxaqueño Arturo García Núñez, y su pintura me motivó. Yo también quise hacerlos, era romántico. En México subsistía con la ayuda que me mandaba mi padre. Mi primera exposición fue en la galería de Toño Souza, allá por 1960. Ahí conocí a un pintor que venía de Washington que me contó lo que había visto. Me abrió los ojos. Quise viajar, arreglé una exposición en Texas. De ahí me fui a París. Yo hablaba mucho con Toño. Me decía qué leer, qué ver y dónde viajar. Por esas fechas llegó Tamayo a la Ciudad Luz y conoció mi trabajo. Toño me dijo: "Se va a ir pronto". Yo le regalé un cuadrito, que siempre tuvo en el comedor de su casa de Cuernavaca. La primera exposición en la que vendí fue en una colectiva con artistas como Carrillo Gil, Paul Westheim, Mariana Frenk y Juan Soriano.

En París llevé cierta amistad con Tamayo y con Octavio Paz. Ellos vieron mis cuadros pero yo estaba todavía inmaduro. Los dos me invitaban, Tamayo me decía: "Venga de vez en cuando". Gracias a él pude quedarme. Vivía modestamente, en un cuarto de servicio, sin calefacción ni agua. Pero gracias a Octavio pude trasladarme a la Casa de México donde estuve durante tres o cuatro años. Cuando Tamayo regresó a México me presentó a un amigo que me ayudaba dándome comida y dinero, y yo le daba cuadros a cambio.

Mis influencias han sido a través de libros y los viajes, un viaje a Sicilia por tren... algunos los hice con mi padre: yo lo invité para demostrarle que ya podía hacerlo. Él estaba contento de que me bastara por mí mismo y que ya no necesitara dinero. Fuimos a España, Inglaterra, Francia e Italia. En esa época expuse en diversos sitios: la galería Finkler, en París; la Joan Prats, en Barcelona, donde también exponía el célebre pintor Tápies. Pero la soledad, lo aislado, la nostalgia, los inviernos, sobre todo eso, el frío, me hicieron regresar a México, a Juchitán, donde estuve algún tiempo aunque con algunos viajes por la región: vi otros pueblos no zapotecas, iba admirando la arqueología y buscando. Me interesaba la música, sobre todo la flauta y el tambor. Mandaba obras a París, y con el dinero patrociné un disco, y le pagué a un profesional de Bellas Artes para que lo dirigiera.

Posteriormente fui a Teotitlán del Valle, un pueblo de tejedores. Yo hacía dibujos para los tapices. Eso me daba para comer. Me iba a México para venderlos y expuse en la galería de Juan Martín. En 1968 conocí a Elisa Ramírez: ella vino a Oaxaca, nos relacionamos y nos fuimos a París. Con ella tuve dos hijos, Laureana que es fotógrafa y Gerónimo que es pintor. Tengo otra hija Natalia, que es poeta.

¿Es cierto que el Instituto, donde estamos, fue su casa?

Sí. Después de que me separé, la casa se quedó sola, se veía vacía y había muchos recuerdos. De ahí que hace ocho años la di para que fuera el Instituto de Artes Gráficas: aquí se organizan exposiciones temporales y ciclos de conferencias. Lo que más me interesa es aumentar la biblioteca. Actualmente cuenta con 12 mil volúmenes, de temas como pintura, gráfica, dibujo, arquitectura, escultura, arqueología, diseño, arte popular, textiles, fotografía, arte contemporáneo y arte mexicano desde sus orígenes hasta nuestros días.

Mis viajes continuaron desordenados. Iba a Nueva York, siempre a preparar y organizar exposiciones. Luego volví a Juchitán y fundamos la Casa de la Cultura; la idea era darles a las nuevas generaciones, lo que a mí me faltó: biblioteca, sala de exposiciones, un centro cultural, lo que no había cuando yo era estudiante. Crear un Instituto para ayudar a los jóvenes. Oaxaca es un lugar privilegiado, es un centro de creación, tiene todo un pasado en arqueología prehispánica, colonial, arte popular y la ciudad misma. Aquí Tamayo hizo su museo, eso despertó interés. Él me pidió que fuera director de la Escuela de Artes y ayudó a artistas para que dieran clase. Los artistas han sido dadivosos, siempre preocupados por que se divulgue el arte.

Actualmente mi estilo de vida es diferente. Las cosas me han llegado sin pedir mucho. No soy ambicioso. Mi familia es lo central en mi vida. Me importa mi labor cultural, por lo que he dejado de pintar, sólo lo hago de repente. No encuentro más interés. Ojalá que sea momentáneo.

Todas mis esposas -he tenido cuatro- significaron mucho para mí. Pero nos separamos porque éramos mundos distintos. Trine (Marie-Catherine) mi actual compañera, la conocí por medio del dueño de un taller de litografía en París. Él es danés. Me invitó a Dinamarca y ahí la conocí; es una excelente tejedora de tapices; tenemos dos hijos: Sara y Benjamín.

Volviendo a sus actividades sociales, ¿Qué es PROAX?

Es un Patronato Pro Defensa y Conservación del Patrimonio Cultural y Natural del Estado de Oaxaca. Está integrado por un arzobispo, un senador priísta, un senador del PRD, masones, arquitectos, pintores... Nos unió un solo fin: la preocupación por los problemas existentes en diferentes zonas del Estado. Por ejemplo el agua, la destrucción de los bosques, los asentamientos irregulares muy cerca de Monte Albán, la venta ilegal de terrenos.

A partir de que nos organizamos, hemos logrado que se respeten lo que fue el Convento de Santo Domingo. Había planes para adaptarlo como centro comercial, con todo y estacionamiento. Hemos conseguido que sea un gran centro cultural, con un jardín etno-botánico. Y en relación con Monte Albán, hemos propuesto que se indemniza la gente que vive en las áreas prohibidas (por decreto), y que se les traslade a otras zonas. Queremos que se construya un gran jardín botánico y viveros que sirvan como valla protectora de la zona arqueológica.

El maestro Toledo ha creado además dIversas bibliotecas infantiles en varias  comunidades indígenas; asimismo, el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), el Centro Fotográfico Álvarez Bravo, la Biblioteca para Invidentes Jorge Luis Borges y la biblioteca Francisco de Burgoa, todos de entrada gratuita.


(Tomado de: Krauze, Hellen – Pláticas en el tiempo. Serie: Alios Ventos. Editorial Jus, S.A. de C.V. México, D.F., 2011)



jueves, 27 de octubre de 2022

Cultura mixteca


La cultura mixteca

Es una de las regiones mesoamericanas de mayor profundidad histórica. A lo largo de aproximadamente 3,000 años, en ese territorio se desarrollaron varias tradiciones culturales, dos de las cuales, la mixteca y la zapoteca, se encuentran entre las más importantes de Mesoamérica, por su longevidad y el alcance de sus aportaciones. Hoy en día, esa extraordinaria diversidad cultural se refleja en los numerosos grupos étnicos que aún pueblan la entidad, en lo que de hecho constituye el conglomerado indígena más numeroso del país, con una notable variedad de lenguas, así como de costumbres y creencias con raíces prehispánicas.


La Mixteca 

Los mixtecos habitaron una extensa región que abarca la parte occidental del actual estado de Oaxaca y parte de los estados de Guerrero y Puebla. Aunque en su mayoría es montañosa, la Mixteca comprende tres zonas ecológicas: la Mixteca Alta -escenario del desarrollo de los principales poblados de esta cultura, como Tilantongo -, la Mixteca Baja -o Ñuiñe ("Tierra Caliente")- y la Mixteca de la Costa.


Los mixtecos: la Gente de la Lluvia

La cultura mixteca es una de las más relevantes de Mesoamérica. Se distingue no sólo por su profundidad y continuidad histórica, sino por ser la fuente de algunos de los códices prehispánicos más importantes que se conocen, y por la extraordinaria calidad de su arte.las exploraciones en las distintas áreas de la región han mostrado que la Mixteca, al igual que la de sus vecinos zapotecos, era una sociedad compleja. En la época prehispánica, la región se encontraba dividida en señoríos independientes inmersos en una complicada red de relaciones económicas y políticas, que lo mismo incluían alianzas por medio de matrimonios entre miembros de la clase gobernante que enfrentamientos bélicos.


Arte mixteco

Los mixtecos se cuentan entre los mejores artesanos del México prehispánico, y sus creaciones fueron apreciadas en muchos otros lugares. Esta maestría creativa se encuentra plasmada en obras de todo tipo y realizada con diferentes materiales: figuras y herramientas de obsidiana y cristal de roca; cerámica polícroma, decorada con un sinfín de motivos geométricos, simbólicos y religiosos; grabados en hueso y madera con representaciones de escenas semejantes a las de los códices; adornos en jade, concha y turquesa, así como artículos de orfebrería, rama en la cual eran considerados los mejores de Mesoamérica. Con el empleo de diversas técnicas como el martillado, la cera perdida, la filigrana y las aleaciones, elaboraron entre otros objetos: collares, pectorales, anillos, orejeras y narigueras. El mejor ejemplo de la maestría de esta cultura en la fabricación de objetos de oro, lo constituye la rica ofrenda depositada en honor de un señor mixteco, en algún momento del Posclásico, en la famosa tumba 7 de Monte Albán, cuando esa gran ciudad zapoteca ya había sido abandonada y era también considerada un lugar sagrado para otros pueblos.


Cronología de la Mixteca


Fase Cruz

(Preclásico)

1600-500 a.C.

*Hay docenas de pueblos sedentarios en la Mixteca.

*Se construyen edificios públicos y comienza la estratificación social.


Fase Ramos/Flores

(Preclásico -Clásico)

500 a.C.-950 d.C.

*Apogeo del urbanismo en la Mixteca.

*La estratificación social está bien definida.


Fase Natividad

(Posclásico)

950-1520 d.C.

*La cultura mixteca alcanza su máximo desarrollo.


Periodo colonial 

1521-1810

*La Mixteca se adapta a la cultura europea 


Los mixtecos en la actualidad

Los hablantes de mixteco ascienden a 359 119: en Oaxaca hay 242 050, en Puebla 6 694 y en Guerrero 110 375. Cantidades significativas de hablantes de mixteco se encuentran en Distrito Federal: 12 337; estado de México: 21 278; Baja California: 12 843; Baja California Sur: 1 524; Sinaloa: 3 101 (INEGI, 2005). Sin contar a los miles de mixtecos que viven en Estados Unidos, cuya población hablante de este idioma ascendía en 2005 a 410 202 personas.


(Tomado de: Dossier: La Mixteca. Tres mil años de cultura en Oaxaca, Puebla y Guerrero . Arqueología Mexicana, Vol.XV núm. 90. Editorial Raíces, México, 2008)

martes, 7 de abril de 2020

Cultura zapoteca

Los zapotecos, llamados en su propio idioma ben zaa, "la gente de las nubes", constituyen el grupo más antiguo de la región oaxaqueña. Habitaron principalmente los Valles Centrales y las sierras circundantes, desde por lo menos 1400 a.C. En la actualidad, en esa zona viven una gran cantidad de personas cuya lengua materna es una variante del zapoteco, yor todo el editado de Oaxaca habitan miembros de grupos indígenas que han sabido preservar tradiciones y modos de vida similares a los que eran comunes en la época prehispánica.
Los zapotecos son notables por su larga permanencia, en la época prehispánica, como el grupo dominante de una amplia región de Oaxaca en lo político, lo económico y lo cultural. Se distinguen entre otros aspectos por su arquitectura, sus monumentos grabados, su pintura mural y su arte cerámico. Era una sociedad compleja -formada por campesinos, artesanos, guerreros, comerciantes, sacerdotes y gobernantes- que desarrolló uno de los sistemas de escritura y registro más antiguos de Mesoamérica. Monte Albán fue la principal ciudad zapoteca -y una de las más importantes de Mesoamérica- durante varios siglos, entre 500 a.C. y 800 d.C., cuando ejerció el dominio político y económico en la región y llegó a albergar a una numerosa población, para aquélla época, de 35 000 personas. La mayoría de los habitantes vivía en las laderas del cerro en que se situaba el centro cívicos ceremonial, conformado por una gran cantidad de templos, edificios públicos juego de pelota, tumbas y habitaciones para el grupo gobernante. La ubicación de la ciudad seguramente respondía a la necesidad de dar a sus habitantes un refugio ante posibles ataques de grupos hostiles.
Al igual que para otros pueblos mesoamericanos, la muerte era un aspecto fundamental en la cosmovisión de los zapotecos. Es por ello que las tumbas son uno de los rasgos más distintivos de esta cultura; en ellas y en su contenido se expresan con claridad su idea de la religión y la fuerte diferencia que existía entre las clases de la sociedad zapoteca. Mientras más importante fuera o más recursos poseyera el personaje enterrado, más elaborado era el sepulcro y más rica la ofrenda depositada para acompañarlo en su último viaje.
Las tumbas de Monte Albán se encuentran entre los mejores ejemplos no sólo de la región zapoteca, sino del área mesoamericana en su conjunto. En ellas, cuyo número conocido es superior a cien, se observa claramente la diversidad cultural de los habitantes de esta ciudad a lo largo del tiempo.

Cronología
9000-1500 a.C. Los Valles Centrales son ocupados por grupos de cazadores-recolectores que paulatinamente se transformarán en sociedades agrícolas. Hay evidencia de domesticación de plantas en lugares como Guilá Naquitz.

1500-500 a.C. Desarrollo de las primeras aldeas agrícolas, algunas de las cuales muestran signos de estratificación social. Se establece un sistema de intercambio regional de diversos productos. San José Mogote escala población más importante, y en ella se encuentran ya algunos de los elementos que serán característicos de la cultura zapoteca, como el sistema de escritura.

500 a.C.-800 d.C. Surge y alcanza su esplendor Monte Albán, sin duda la ciudad zapoteca más relevante. En su apogeo contó con una población de cerca de 35 000 habitantes, dominaba una parte del territorio oaxaqueño y mantuvo relaciones con otras regiones.

800-1200 d.C. Posclásico temprano. A la caída de Monte Albán se da el florecimiento de un buen número de ciudades-Estado que controlaban unidades formadas por varios pueblos, en regiones menos amplias.

1200-1521 d.C. Varios poblados de la región zapoteca son conquistados por la Triple Alianza. Los mixtecos incursionan en los Valles Centrales y establecen relaciones de dominio o de alianza con los zapotecos. Las dos principales ciudades zapotecas son Mitla y Zaachila, sus capitales religiosa y política, respectivamente.

(Tomado de: Vela, Enrique - Culturas prehispánicas de México. Arqueología Mexicana, Edición Especial #34. Editorial Raíces/Instituto Nacional de Antropología e Historia. México, D.F.,)