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viernes, 4 de diciembre de 2020

Felipe Villanueva

 


Felipe Villanueva había nacido en 1862 en un villorrio del estado de México y aún antes de aprender a leer y escribir ya era violinista de la iglesia local. A los 11 años marchó a la ciudad de México para ingresar al Conservatorio Nacional, donde permaneció muy poco tiempo pues, a pesar de sus pocos años, tenía ya ideas musicales tan firmes y definidas que abandonó la institución tras criticar sus métodos de enseñanza.

Así, Villanueva se convirtió en autodidacta y como tal llegó a dominar virtualmente todos los aspectos de la técnica musical. En los primeros años de su carrera sólo escribió música esporádicamente, pues su gran pasión era el violín. Se dice que abandonó este instrumento después de escuchar a un violinista de gran calidad y darse cuenta de que nunca alcanzaría un virtuosismo semejante. Entonces el piano y la composición llenaron su tiempo.

Fue precisamente la composición de piezas para piano la que lo llevó a la consagración. Produjo las muy apreciadas Danzas humorísticas, algunas mazurcas que se abrieron paso hasta los públicos europeos y, sobre todo, varios valses en los que vació todo su talento y su exquisitez de músico romántico: Amor, Vals lento y el excepcional Vals poético.



A mediados de 1893 -cuando Villanueva tenía sólo 31 años de edad- la muerte truncó una carrera que empezaba apenas a tomar su rumbo definitivo.


(Tomado de: Morales, Salvador y los redactores de CONTENIDO - Auge y ocaso de la música mexicana. Editorial Contenido, S.A. México, 1975).

jueves, 1 de agosto de 2019

Bach es bueno para los ojos

(David Alfaro Siqueiros: Retrato)
En Taxco, una hermosa californiana le pidió a Siqueiros que le hiciera un retrato. Cuando acudió al taller del pintor, en una capilla semiderruida, y le ofreció 400 pesos por el cuadro, el artista creyó soñar.
"Apenas exagero si afirmo que la emoción que experimenté entonces fue parecida a la del adolescente que descubre el amor y estalla en fuerza y alegría, pues sobre mí pesaban graves problemas que en la fugacidad de un instante vi resueltos".
El gobierno del Presidente Emilio Portes Gil lo había confinado a Taxco. En los límites del pueblo se levantaban invisibles murallas que no debía trasponer sin permiso del alcalde. Era el precio por su relativa libertad, la condición impuesta para dejarlo salir de la Penitenciaría del Distrito Federal.
"Respiraba de nuevo. Quedaban atrás los corredores de la cárcel, tristes y monótonos como un río siempre sucio, pero subsistía una realidad que a ratos me agobiaba: Blanca Luz Brun y su bebé vivían conmigo, no tenía un centavo, el mercado de mi pintura era inexistente, Taxco estaba incomunicado y las perspectivas, como las ilusiones, tenían el color y también la inconsistencia de un rayo de sol.”
El día en que la americanita llegó a mi estudio, la acogí casi con la alegría reservada para una novia. Pronto dispuse el mejor sillón para ella y empecé a trabajar. Bosquejaba las líneas iniciales, estudiaba el rostro, la luz, libraba dentro de mí las primeras luchas para captar rasgos esenciales de su carácter, cuando me interrumpió con la voz formal de quien ha de decir algo importante:
-Señor Siqueiros, si no ha pintado usted los ojos, mejor no los pinte, porque lo que usted está viendo no son mis verdaderos ojos.
-¿Cómo? ¿Entonces qué? ¿Cuáles son sus verdaderos ojos?
Pensé que me encontraba frente a una de tantas turistas semialienadas que con frecuencia visitan el país y sin volver a la conversación me apresté a continuar la tarea, pero ella tornó a interrumpirme:
-Mis verdaderos ojos -y en su palabra había pasión- son aquéllos que tengo cuando estoy inspirada tocando a Bach, porque ha de saber que no soy una mujer cualquiera, sino una pianista que ha conquistado renombre a pesar de su juventud.
La convicción de que estaba por recibir una mala noticia me hizo dejar los pinceles. Contemplé a la bella mujer y aguardé lo irremediable.
No se hizo esperar. Con naturalidad expuso sus deseos: si había de pintarla, que fuera ante un piano, pues quería un retrato con sus verdaderos ojos.
-Mis ojos, señor Siqueiros, se vuelven como de humo, bellos como luz de luna cuando interpreto a Bach.
No dejé lugar sin visitar: la casa del presidente municipal, las de los hombres más ricos de Taxco, las de mis amigos, hasta que di con un instrumento que se encontraba más cerca del clavecín que del piano. Para mi mala suerte era ya demasiado tarde y nuestra llegada hasta el lugar donde se encontraba el enorme aparato musical coincidió con la terminación del tiempo en que había luz eléctrica, pues en el Taxco de entonces, como en la cárcel de ahora, llueva o truene los focos eran apagados a las diez de la noche.
Hubo necesidad de encender velas y empecé a pintar a la jovencita, mientras ella oprimía las teclas de un instrumento desafinado y volteaba a verme para que apreciara la luz en sus ojos.
Al día siguiente, cuando me propuse reanudar las sesiones pictóricas en la mañana, ella se opuso. Debía ser como la víspera.
-He descubierto la suprema armonía. La noche y Bach, ¿se da cuenta de lo que eso significa, señor Siqueiros? La noche hace temblar a la estrella y durante la noche se esclarece el misterio de la vida. ¿Comprende?
Prosiguieron los trabajos. Concluí el cuadro.
-Es hermosísimo -me dijo ella-. Vea: mis ojos son etéreos...
Siguieron otras fantasías. Y luego... otros sueños"


(tomado de: Scherer García, Julio – Siqueiros, la piel y la entraña. Ediciones Era, S.A. México, D.F. 1974)

miércoles, 19 de diciembre de 2018

Eva María Zuk

1946-2017. pianista polaca. Vita, como se le conoció, debutó como pianista a la edad de los seis años y a los 13 ya daba clases. Hacia la década del setenta del siglo XX estableció su residencia en México y se consagró como concertista de la coordinación nacional de música y ópera del INBA, actuando como solista en más de 50 orquestas, tanto de Europa como de América. La Unión Mexicana de Cronistas de Teatro y Música la galardonó en 2002 por sus trabajos de rescate y divulgación musical sobre la obra de artistas como el mexicano Felipe Villanueva.
(Tomado de: Muy Interesante, septiembre de 2018, no. 09. 100 Extranjeros que amaron México)