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miércoles, 7 de octubre de 2020

Francisco Liguori


Orizabeño de origen, abogado de profesión y humorista por destino manifiesto, Francisco Liguori [1917-2003] gusta de vivir con una sonrisa, un chiste, una anécdota o un epigrama a flor de labio.
Con su complexión atlética, su cara de niño atufado y su voz de trueno, Liguori desborda alegría y optimismo en una época en que el gesto ceñudo, la palabra airada y la agresión irracional parecen ser el signo de las nuevas generaciones, y esparce su inagotable ingenio en todos los lugares en donde se le conoce, se le estima y se le admira.
La obra humorística de Francisco Liguori, sin embargo, es difícil de espigar. Varias publicaciones del país y del extranjero han solicitado su colaboración literaria, pero aun que tales solicitudes han sido esporádicamente aceptadas, él prefiere escribir o improvisar -ésta es una costumbre suya desde sus buenos tiempos de estudiante- para los condiscípulos, para los amigos y frecuentemente para cualquier desconocido que se acerca a él en busca de un poco de regocijo.
Su producción, de eminente corte popular, es repetida y las más de las veces prohijada por el pueblo.
Algunos de los epigramas incluidos en esta selección nos fueron proporcionados por el mismo autor. Otros los hemos colectado en la calle, en la cantina, en la redacción de un periódico, en el corrillo universitario o en la antesala de una oficina pública, de boca de un bolero, de un mozo de barra, de un reportero guasón, de un estirado profesor de literatura o de un circunspecto personaje de la política.Por voluntad del propio autor, pues, ya que su calidad literaria está fuera de toda duda, la producción humorística de Liguori permanece inédita.
A instancias de sus amigos, sin embargo, piensa publicar en breve sus "Crónicas Rimadas", antología del risueño ejercicio a que se dedica el humorista, semana a semana, en el programa de la televisión "Sábados con Saldaña".

a) INMORALEJA
Comenta aquí Liguori lo sucedido a un viejo amigo suyo que trató de hacer realidad lo que aconseja el filósofo persa que escribió: "Si quieres ser feliz, siembra un árbol, escribe un libro y engendra un hijo."


Tuve un amigo canijo
que leyó en un libro viejo
aquel antiguo consejo
y lo siguió muy prolijo.

En su propósito fijo
pensó, como buen pendejo:
"Seré feliz porque dejo
un libro, un árbol y un hijo."

Pero le salió mal todo,
pues por irónico modo
logró al fin de su jornada,
un libro muy aburrido,
un árbol seco y torcido
y un hijo... de la chingada.

b) LOS DE ABAJO
Fue Francisco Liguori, durante sus años de la Facultad de Derecho, lo que se llama una verdadera amenaza estudiantil. Un día escribió en el pizarrón, con dedicatoria al maestro Mariano Azuela, hijo del ilustre autor de "Los de Abajo", esta chunga:


Ya se rumora en la escuela
en son de chunga y relajo,
que al caro maestro Azuela
pesan mucho "Los de Abajo".

Liguori nos permitió la publicación de este pecado suyo de juventud, solamente con la condición de agregar el siguiente recado al mismo maestro Azuela, escritos en rigurosos términos jurídicos:


Viejo maestro querido:
si mi epigrama se ejerce
como aguijón, y te ha herido,
repara en que debe verse
como un acto consentido
y por ello, en tal sentido,
debe de sobreseerse.

c) AUSCULTACIÓN
A la retórica oficialista debemos frases comparables, por su contenido enigmático, a cualquier imagen representativa de la pintura abstracta. Una vez le preguntaron a Liguori qué cosa significaba, a su juicio "efectuar una auscultación de la periferia al centro", a lo que contestó:


En el jarocho parlar
una parábola encuentro:
las nalgas acariciar
y luego empujar pa'dentro:
eso se llama auscultar
de la periferia al centro.

d) BARRA MEXICANA DE ABOGADOS
Al actual presidente de la Barra Mexicana de Abogados, licenciado Andrés Melo, el epigramista le dedicó esta semblanza:


Es un orador de garra
y abogado muy capaz;
presidente de esta Barra
y asistente a las demás.

e) EL POETA ALI CHUMACERO
Aladino Suárez, antiguo dueño del restaurante Bellinghausen contaba entre sus asiduos clientes al poeta Alí Chumacero, con el que solía parrandear. Liguori adjudica a ambos esta anécdota en verso:

Ayer tarde me habló Alí
desde un restorán tudesco,
y en epigrama arabesco
reproduzco lo que oí:
que estaba bebiendo Alí
en la casa de Aladino
e ingirieron tanto vino
-whisky, brandy, bacardí-,
que se perdieron ahí
la lámpara de Aladino
y las babuchas de Alí.

Y a propósito del ingreso del poeta a la Academia de la Lengua, el epigramista comentó:

Cayó en la Academia Alí
por su lenguaje pulido;
y tanto ha caído ahí,
que hoy se encuentra Alí-caído.

f) DELITO DE PELIGRO
Cuando la Procuraduría del Distrito anunció que todo automovilista con aliento alcohólico sería detenido y consignado por el delito de peligro, Liguori glosó así tal noticia:

Hay una circular nueva
que al manejador proteje:
"El que beba, no maneje
y el que maneje, no beba."

Con irónica expresión
me dijo un amigo viejo:
"Ante tal disposición,
no manejo, no manejo."

g) MÍSTICA PRIÍSTA
Con motivo de la preselección de candidatos a diputados federales, el presidente priísta Jesús Reyes Heroles vivió prácticamente asediado, durante varias semanas, por un enjambre de presuntos. Liguori aprovechó el tema, para comentar:

Preocupados, cejijuntos,
y a ratos fuera de sí,
rondando andan los presuntos
las antesalas del PRI.

¿Qué místicos arrebatos
sacuden su mente loca,
que andan los precandidatos
con el Jesús en la boca?

h) CAMBIO DE PIEL
La siguiente décima, que presuntamente constituye una autocrítica, nos revela el gracioso afán de Liguori de pitorrearse de todo, hasta de sí mismo:

Tenemos los mexicanos
escritores a montones:
unos que son maricones,
otros que son marihuanos;
y otros más que son tan sanos
y a veces son tan empíricos,
que sus arrebatos líricos
no conmueven ni al más lerdo.
Por ello, en común acuerdo,
se han convertido en satíricos.

i) POETAS NAHUALES
José [sic por Miguel] León Portilla, actual Cronista de la Ciudad de México y uno de los investigadores mas preocupados por nuestra cultura precortesiana, realizó el descubrimiento y la presentación de la obra de trece poetas del mundo azteca. Liguori escribió al respecto:

Según León Portilla hay
trece poetas nahuales,
nahuales entre los cuales
están él y Garibay.

(Tomado de: Elmer Homero (Rodolfo Coronado) – El despiporre intelectual (Antología de lo impublicable). Colección El Papalote, #6. Editores Asociados, S. A. México, D.F., 1974) 

viernes, 15 de mayo de 2020

Astronomía y cultura en Mesoamérica

"Alfaqui mayor que está de noche mirando las estrellas en el cielo y a ver la hora que es, que tiene por oficio y cargo..." "Reloxero por las estrellas del cielo..." (Códice Mendocino, lámina XXIV, primera parte)

I. Astronomía y cultura en Mesoamérica
Miguel León-Portilla

Las investigaciones contemporáneas sobre arqueoastronomía han puesto de relieve -ahora más que nunca- el grande y sostenido interés de los pueblos mesoamericanos por observar, conocer y medir los movimientos y los ciclos de un cierto número de cuerpos celestes. De ese interés dan testimonio múltiples inscripciones, algunas que provienen desde el período preclásico y otras a todo lo largo de la evolución cultural de Mesoamérica. Tienen asimismo especial significación las representaciones y registros de fenómenos astronómicos en los códices que se conservan (mayas, mixtecas y del altiplano central), algunos con información de tan grande importancia como la que puede inferirse de las tablas de eclipses incluidas en el Códice de Dresde. A tales testimonios deben sumarse los que forman parte de la documentación escrita ya con el alfabeto, en lenguas indígenas (náhuatl, maya-yucateco, maya-quiché...) a raíz de la Conquista, y también las noticias que, sobre conocimientos astronómicos del hombre indígena, proporcionan algunas crónicas e historias de autores españoles sobre todo del siglo XVI.
El análisis de estos testimonios ha permitido a distintos investigadores elaborar varios géneros de trabajos: unos, de índole descriptiva, de los cuerpos celestes, sus ciclos, etcétera, que conocieron los mesoamericanos; otros, de carácter más especulativo, dirigidos a correlacionar datos de la astronomía europea con diversas formas de cómputos mesoamericanos, en función de los cuales se busca inferir que también en el mundo prehispánico se llegó a tales o cuales conocimientos astronómicos. Tomando en cuenta la existencia de estos géneros de trabajos, creo pertinente formular aquí la siguiente pregunta que se dirige a situar la comprensión del interés astronómico en su correspondiente ámbito cultural: ¿Cuáles fueron las principales motivaciones que despertaron y mantuvieron viva una "preocupación astronómica" en Mesoamérica? Inquirir en torno a esta cuestión ayudará a esclarecer dos puntos que considero básicos:

1.- ¿Qué sentido tuvo lo que hoy llamamos "astronomía mesoamericana" en el contexto de su visión del mundo, religión, organización social, política y económica y, en una palabra en su "todo social y cultural", es decir, en función de la suma de sus elementos y factores dinámicos, desde sus modos de producción hasta su arte, literatura, derecho y religión? De la respuesta o respuestas que puedan darse a esta primera cuestión habrá de derivarse una comprensión mucho más adecuada de esa "preocupación mesoamericana", entendida en su relación con la propia cultura prehispánica. La segunda cuestión, muy ligada con la anterior, es ésta:

2.- ¿Qué sentido tiene, con base en inferencias a partir de cómputos sobre todo de índole calendárica en códices o inscripciones, o apoyándose en los datos obtenidos acerca de las orientaciones de determinados edificios prehispánicos, encaminarse a "descubrir" que los mesoamericanos abarcaron en su preocupación astronómica un gran número de ciclos o fenómenos celestes que obviamente el investigador conoce con anterioridad gracias a las aportaciones de la astronomía desarrollada en la cultura occidental? Para dar un ejemplo, pienso en quienes sostiene que los mesoamericanos conocían los ciclos de varios planetas, además del de la "estrella grande" o Venus. Otras afirmaciones respecto de otros cuerpos celestes o ciclos de los mismos -como la citada acerca de los planetas- tienen en común que se formulan partiendo sobre todo de inferencias matemáticas, pero desligadas de lo que, a través de las fuentes, sabemos que interesaba específicamente a los mesoamericanos en sus observaciones celestes.

En esta breve nota que resume una exposición más amplia, en vez de ocuparme en hacer una evaluación crítica de este último género de trabajos, opto por señalar, al menos en forma general, cuáles son los principales elementos de la visión del mundo, pensamiento religioso e intereses primordiales en la vida social, política y económica de estos pueblos, que deben tomarse en cuenta si se quiere situar debidamente en su correspondiente "todo social y cultural" esta preocupación astronómica. Citaré, en primer lugar, un texto traducido del náhuatl, bastante elocuente en esta materia. Su interés está en que precisamente hace descripción de los "astrónomos" nahuas, situándolos entre quienes tienen a su cargo el culto de los dioses, los sacrificios, la formulación de los discursos, el estudio de los libros de pinturas, el de las cuentas de los días y de los años. Todos ellos, como lo expresa el testimonio indígena, son "quienes nos guían, nos gobiernan, nos llevan a cuestas...". El texto dice así:

Hay quienes nos guían, acerca de cómo deben ser adorados nuestros dioses, cuyos servidores somos como la cola y el ala. Los que hacen las ofrendas, los que ofrecen copal, los llamados sacerdotes de Quetzalcóatl. También los sabios de la palabra, los que tienen obligación, se ocupan día y noche, de poner el copal, de su ofrecimiento, de las espinas para sangrarse.
Los que ven, los que se dedican a observar el curso y el proceder ordenado del cielo, cómo se divide la noche. Los que están mirando (leyendo), los que cuentan (o refieren lo que leen). Los que vuelven ruidosamente las hojas de los códices. Los que tienen en su poder la tinta negra y roja (la sabiduría) y lo pintado.
Ellos nos llevan, nos guían, nos dicen el camino. Quienes ordenan cómo cae un año, cómo siguen su camino la cuenta de los destinos y los días y cada una de las veintenas (los meses). De esto se ocupan, a ellos les toca hablar de los dioses. [Libro de los Colloquios -preservado en la Biblioteca Vaticana en un "Códice misceláneo", Gabinete 1, Vol. 91-. Texto original en náhuatl, recogido y revisado por fray Bernardino de Sahagún, fol. 34 v.).

obvio es que "los que se dedican a observar el curso, y el proceder ordenado del cielo" son personas que lo hacen en relación con sus creencias religiosas y en función de las instituciones políticas y socioeconómicas, en este caso de México-Tenochtitlan. A la luz de dichas creencias y realidades se desarrolló un empeño astronómico que -no obstante variantes a través de los siglos o de carácter regional- mantuvo su enfoque siempre integrado a la raíz de la visión mesoamericana del mundo y a los intereses primordiales de un existir en el que la agricultura era elemento clave. Los cuerpos y fenómenos celestes que abarcó ese enfoque son, como es de suponerse, los que encontramos representados en los códices e inscripciones y a la vez los mismos que ocupan lugar prominente en los relatos, mitos y otros textos sagrados en varias lenguas mesoamericanas. Esos principales cuerpos y fenómenos celestes -cuyos símbolos y nombres se repiten muchas veces en los códices y textos- son el Sol, la "estrella grande" (Venus), la Luna (Metztli), las Pléyades (Tianquiztli) y otros conjuntos de estrellas (constelaciones), además de las citlalin pohpocah (cometas). De enorme interés son asimismo los eclipses (qualo in tonatiuh "es comida el Sol...") de los que existen tablas, como las ya referidas, en el Códice Dresde.
En principio no debe olvidarse que para los mesoamericanos el universo guarda relación fundamental con el Sol. En mucha lenguas de esta área el concepto de sol se enuncia con un vocablo cuya raíz significa "luz-calor". En náhuatl, por ejemplo, tonatiuh, deriva de tona "brillar, calentar", se relaciona con tonalli que es "día, calor, destino". Por otra parte tonatiuh, al referirse a los "soles" que han existido, significa "edad", "periodo cósmico".
El que hayan existido varias edades o "soles" que terminaron violentamente llevó a la persuasión de que el hombre vive en un universo presidido por el sol que es fuente de vida, es "Dador de vida", pero está a la vez sujeto siempre al riesgo de debilitarse y sucumbir. El Sol es realidad divina pero no es el supremo dios dual, padre y madre de todos los dioses. Entre los mexicas, más vinculado parece a otras deidades como Huitzilopochtli. Proclama él mismo en un himno: "Yo soy el que ha hecho salir el Sol..."
El Sol presente puede perecer. Ello hace del mundo un escenario de tensiones. Para prevenir los destinos adversos, es vital conocer los ciclos del Sol y de todos los cuerpos celestes que, de un modo o de otro, se muestran en relación con él: la Luna, la gran estrella (Venus), Tianquiztli (las Pléyades), Mamalhuaztli (Cinturón y espada de Orión), Cólotl (Escorpión), Colotlixayácatl ("Rostro de Escorpión"), Citlaxanecuilli (Osa menor?), Citlaltlachtli, "Juego de pelota de las estrellas", y otros cuerpos celestes identificados como distintas constelaciones.
Apoyándose en textos de los informantes de Sahagún, Johanna Broda ha puesto de relieve, por ejemplo, la significación de Tianquiztli (las Pléyades) dentro del ciclo de 52 años, cuando a la mitad de la noche ocurría la renovación del fuego. Precisamente porque tal renovación era prueba de que el Sol iba a continuar alumbrando esta edad, por ello importaba conocer el ciclo de Tianquiztli.
En función de los ciclos solares -en maya-yucateco kin es sol, día, edad cósmica, tiempo- el hombre mesoamericano organizó sus cómputos calendáricos, con toda la amplísima gama de connotaciones de los mismos. Éstos abarcaban, entre otras cosas, las medidas y normas de los ciclos agrícolas, de las fiestas a lo largo de las trecenas y veintenas de días, la suma de los destinos en los momentos propicios, adversos o indiferentes para cualquier evento o proyecto de acción tenidos por importantes, desde el nacimiento hasta la muerte.
Amplio campo se abre a las investigaciones en los textos míticos, legendarios, religiosos y aun históricos, así como en las representaciones acompañadas de glifos en los códices, dirigidas a buscar múltiples relaciones de Tonatiuh (Kin) con los otros cuerpos celestes que allí se mencionan o registran. Pensemos, por ejemplo, en lo que consignan los Anales de Cuauhtitlan, la Leyenda de los Soles, el Códice de Dresde y varios manuscritos del grupo Borgia, sobre "enfrentamientos" entre Tonatiuh y Huey Citlalin (Venus). Ponderemos siquiera lo relativamente poco que conocemos respecto de la Luna en el pensamiento mesoamericano, o las complejidades de Quetzalcóatl-Xólotl en relación con la "estrella de la mañana y de la tarde". Cuestión tampoco clara es la de Mixcóatl, entendido como "Serpiente de Nubes" y su relación con la Vía Láctea.
A pesar de que una interpretación pan-astral o pan-babilónica, que pretenda relacionar o identificar a los distintos dioses con otros tantos cuerpos celestes no parezca hoy aceptable, es cierto que tampoco puede desecharse a la ligera la vinculación entre unos y otros que, en algunos casos, ponen de manifiesto las fuentes. Inquirir acerca de esto podrá revelar aspectos de enorme interés en la visión mesoamericana del mundo. Como en otro lugar lo manifesté, el afán de los cómputos y las medidas de los ciclos sería ciencia pura si no estuviera tan entretejido con las creencias hasta resultar en una compleja y admirable forma de "mitología matematizada".
En modo alguno pienso que deba minimizarse la importancia de los cómputos, ni de cualquier otro elemento medible o calculable en Mesoamérica. Conviene repetirlo: lo extraordinario de "la astronomía", "el calendario", y "la matemática" en esta área cultural es su rigor extremo, pero no como saber por sí mismo, sino en función plena de los requerimientos de su visión del mundo y de sus necesidades de subsistencia. Tomar esto en cuenta en cualquier estudio sobre la "preocupación astronómica" de los mesoamericanos difiere radicalmente de la postura de quienes inquieren desde la mira de los conocimientos astronómicos de la cultura occidental y, haciendo malabarismos, tratan de acomodar en los cómputos prehispánicos, ciclos y correlaciones que resultan en "descubrimientos" que nada tiene que ver con lo que de verdad interesó al hombre de Mesoamérica, empeñado a lo largo de milenios, por motivos muy distintos, en "observar el curso y el proceder ordenado del cielo..."


Tomado de: León-Portilla, Miguel - Astronomía y cultura en Mesoamérica. Incluido en: Marco Arturo Moreno Corral (compilador) - Historia de la astronomía en México. Colección La ciencia desde México #4, Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1986)

martes, 17 de diciembre de 2019

Sencillez pueril de los californios

De su sencillez pueril tenemos varios ejemplos curiosos. Habiendo hallado algunos indios entre la arena de la playa de mar Pacífico unas tinajas grandes de barro dejadas allí sin duda por los marineros de algún navío de las Islas Filipinas, se admiraron, como que jamás habían visto vasijas semejantes, las llevaron a una cueva poco distante de su habitación ordinaria, y las colocaron allí con las bocas vueltas hacia la entrada a fin de que todos las observasen bien. Después concurrían con frecuencia a verlas, sin dejar de admirar aquellas grandes bocas siempre abiertas, y en sus bailes, en donde imitaban los movimientos y voces de los animales, remedaban con sus bocas las de las tinajas. Entre tanto les sobrevino una enfermedad, y no sabiendo qué hacer para librarse de ella, se reunieron en consejo, en el cual, después de una larga deliberación, el más autorizado de todos dijo que aquellas tinajas habían sin duda transmitido la epidemia por sus bocas y que el remedio sería tapárselas bien. Parecióles bueno a todos este dictamen; mas como para ponerle en práctica era necesario acercarse a las tinajas y se creía que esto no podía hacerse sin peligro de muerte, se determinó que algunos jóvenes robustos se acercasen a ellas de espaldas y con manojos de yerbas tapasen aquellas bocas fatales, como efectivamente se hizo. 
Poco después que los jesuitas empezaron a plantar sus misiones en la California envió un misionero a otro por medio de un indio neófito dos tortas de pan (regalo entonces muy apreciado por la escasez del trigo) con una carta, en que le hablaba de esta remesa. El neófito probó el pan en el camino, y habiéndole gustado le comió todo. Llegado a presencia del misionero a quien era enviado, le entregó la carta, y habiéndole reclamado el pan, negó haberle recibido, y como no pudiese adivinar quién había dicho aquello al misionero, se le advirtió que la carta era la que se lo decía, sin embargo de lo cual insistió en su negativa y fue despedido. A poco tiempo volvió a ser enviado al mismo misionero con otro regalo, acompañado también de una carta y en el camino cayó en la misma tentación. Mas como la primera vez había sido descubierto por la carta, para evitar que ésta le viese la metió debajo de una piedra mientras devoraba lo que traía. Habiendo entregado al misionero la carta y siendo con ella convencido nuevamente del hurto, respondió con esta extraña simplicidad: Yo os confieso, padre, que la primera carta os dijo la verdad porque realmente me vio comer el pan; pero esta otra es una embustera en afirmar lo que ciertamente no ha visto. 

(Tomado de: Clavijero, Francisco Xavier - Historia de la antigua o Baja California. Estudio preliminar por Miguel León-Portilla. Colección “Sepan cuantos…” #143. Editorial Porrúa, S.A. México 1990)

miércoles, 23 de octubre de 2019

La sal en Baja California



En cuanto a sales, hay allí sal común, sal gema y nitro. Estando la California rodeada del mar, casi todas por partes, no puede dejar de haber en ellas buenas salinas. Y en efecto, hay muchas: pero ninguna es comparable con la de la isla del Carmen situada en el golfo a los 26° frente al puerto de Loreto, del cual dista cuatro leguas. Esta isla, que tiene trece leguas de circunferencia, está toda desierta, y no se alimentan en ella más que ratones y un gran número de serpientes: en la parte occidental tiene una áspera montaña; pero el terreno de la parte oriental es llano, y en él se halla aquella salina que sin contradicción es una de las mejores del universo. Comienza a distancia de media legua del mar, y se extiende tanto, que no se alcanza a ver el fin, presentando al observador el espectáculo de una inmensa llanura cubierta de nieve. Su sal es blanquísima, cristalizada y pura, sin mezcla de tierra ni de otros cuerpos cuerpos extraños. Aunque no es tan dura como la piedra, se necesitan picos para trozarla, y de este modo la dividen en panes cuadrados de un tamaño proporcionado para que cada operario pueda llevar uno de ellos a cuestas. Este trabajo se ejecuta en las primeras y en las últimas horas del día, porque en las restantes refractan en ella los rayos del sol con tanta viveza, que deslumbran a los trabajadores. Aunque todas las flotas de Europa acudiesen a cargar sal de aquella salina, jamás podrían agotarla, no sólo por su grande extensión, sino principalmente porque se reproduce luego la sal que de ella se extrae: apenas pasan siete u ocho días después de haberle sacado la cantidad necesaria para cargar un barco, cuando la excavación está llena de nueva sal. Si ésta salina estuviera en algún país de la Europa, produciría al soberano que la poseyera una de las rentas más considerable que la que producen las famosas de Williska en Polonia, en cuya tenebrosa y horrible profundidad se sepultan tantos centenares de esclavos a sacar sal; mas en el Golfo de California no sirve más que de proveer a los pocos habitantes de aquella península. Aun en el lugar en que dios la puso pudiera ser mucho más útil si se excitara la industria de los habitantes de Sinaloa, de Culiacán y de los otros pueblos de la costa; porque siendo allí tan abundante y excelente la pesca, como después diremos, y habiendo toda la sal que se quiera sin que cueste nada, podrían hacer un comercio muy lucrativo de pescado salado con las provincias mediterráneas de la Nueva España.

Dos criaderos de sal gema se han descubierto en la península: el uno en la costa del mar Pacífico a los 26°, y el otro a los 28° en la llanura perteneciente a la misión de San Ignacio. La sal que de ellos se extrae es semejante en la blancura y pureza a la del Carmen, pero no es tan tersa y reluciente. En el monte del Rosario hay nitro puro, y en varios lugares le hay mezclado con tierra. 

El llamado por los mexicanos tequizquitl y por los españoles de México tequesquite, es más bien la espuma del nitro, de la cual se suelen servir en la Nueva España, como en Egipto, para hacer la legía de blanquear los lienzos, y para cocer las legumbres, que con este mineral se ponen más suaves y más sabrosas.

(Tomado de: Clavijero, Francisco Xavier - Historia de la antigua o Baja California. Estudio preliminar por Miguel León-Portilla. Colección “Sepan cuantos…” #143. Editorial Porrúa, S.A. México 1990)

lunes, 7 de octubre de 2019

Las perlas en Baja California



Aunque los múrices de la California son muy apreciables, ninguno se ha dedicado hasta ahora a pescarlos y a servirse de su púrpura, porque las perlas han llamado toda la atención de los pescadores. La abundancia de ellas, que tanto ha contribuido a dar celebridad a aquella península, por otra parte tan miserable, fue mucha en el Golfo cerca de la costa oriental de la misma península y junto a las islas adyacentes. Las que se pescaban desde el cabo de San Lucas hasta los 27° eran en general blancas y brillantes, o como dicen los comerciantes, de buen oriente. Las que se hallaban desde el paralelo citado hacia el N., eran comúnmente algo empañadas, y por lo mismo menos apreciadas.
A fines del siglo XVI en que fueron descubiertas estas, digámoslo así, minas marítimas, comenzaron a buscar riquezas en ellas los habitantes de Nueva Galicia, Culiacán y Sinaloa, y efectivamente, enriquecieron algunos en los dos siglos pasados; pero por el año de 1736 empezaron a escasear las perlas, de modo que a muchos les era desventajosa la pesca de ellas. En 1740 arrojaron las olas una gran cantidad de madreperlas en la playa desde los 28° adelante: los indios habitantes de aquella costa, que entonces estaban recién convertidos al cristianismo, sabiendo cuánto apreciaban los españoles las perlas, llevaron muchas a los soldados de la misión de San Ignacio, que a la sazón era fronteriza con los gentiles, dándolas en cambio de algunas cositas que estimaban más porque les eran más útiles. Don Manuel de Ocio, uno de aquellos soldados y yerno del Capitán Gobernador de la California, esperando hacer una gran fortuna, pidió su retiro y marchó a la Nueva Galicia, en donde empleó todo su capital en comprar barcas, pagar buzos y proveerse de todo lo necesario para el buceo de la perla. Con el producto de la que sacó en 1742, hizo mayores preparativos para el año siguiente, en el cual obtuvo 127 libras españolas de perlas; pero esta pesca, aunque abundante, no es comparable con la de 1744, que ascendió a 275 libras. Aunque las perlas eran de inferior calidad, como pescadas más allá de los 28°, enriquecieron pronto a Ocio por su abundancia; pero de entonces acá se ha ido disminuyendo la pesca, en términos de hallarse casi absolutamente abandonada, y los pocos que se han dedicado a ella, apenas han podido sacar los costos, especialmente en estos últimos años en que la economía europea ha introducido en México el uso de las perlas falsas.
El tiempo destinado a esta pesca son los tres meses de julio, agosto y septiembre. Luego que el armador del buceo, esto es, aquel a cuyas expensas se hace la pesca, tiene los barcos aprestados y provistos de todo lo necesario, se dirige a la costa oriental de la California y elige en ella un puerto cercano a los placeres, es decir, a aquellos lugares en donde abunda la madreperla, con tal que haya en él agua potable. En los tres meses que dura el buceo, van diariamente los barcos con los buzos del puerto a los placeres. La pesca comienza dos horas antes y termina dos horas después del mediodía, porque la posición perpendicular del sol aclara mucho el fondo del mar y facilita el hallazgo de las ostras, y por este motivo no se pesca en las restantes horas del día, ni en las expresadas si el sol está nublado. La profundidad a que descienden los buzos a buscar las ostras, es de ocho, doce, diez y seis, y hasta de veinte y veinticuatro pies, según su destreza. Se sumergen llevando cada uno una red atada al cuerpo para poner en ella las ostras, y un bastón bien aguzado para defenderse de las mantas y para otros usos. Luego que llenan la red o no pueden contener más el aliento, vuelven al barco o a vaciar aquélla o a tomar alguna respiración, porque es mucha la fatiga que sufren, tanto al sumergirse como al salir. Terminada la pesca del día, tornan al puerto, en donde se hace la cuenta y partición de las ostras. De los buzos, algunos se contratan por salario y otros no: los primeros no tienen de la pesca más que el sueldo en que han convenido con el armador; los segundos tienen la mitad de las ostras que pescan, y tanto unos como otros son alimentados por el armador todo el tiempo de la pesca, y deben ser restituidos por él al mismo lugar de donde son llevados.
La distribución diaria de las ostras se hace del modo siguiente: si el buzo está asalariado, del conjunto de las ostras se toman cuatro para el armador y una para el Rey, pero si no lo está, toma el armador la primera y la tercera, el buzo la segunda y la cuarta, y se aparta la quinta para el Rey; de este modo van contando y separando hasta concluir el montón, pues el Rey Católico tiene el quinto de todas las ostras que se pescan. La exacción de este impuesto ha estado encomendada por el Virrey de México al Capitán Gobernador de la California, el cual, no pudiendo hacerla personalmente, delegaba otros que la hiciese efectiva en su nombre, y acabado el tiempo de la pesca, mandaba a Guadalajara, capital de la Nueva Galicia, toda la cantidad de perlas perteneciente al real erario, con los correspondientes documentos. Como todos los gobernadores que han tenido esta comisión han sido buenos cristianos y hombres muy honrados, se han manejado en ella con suma fidelidad, sin premio alguno y sin más interés que el de servir a su soberano.
Después de hecha la división se abren las ostras para sacarles las perlas, si las tienen; pues algunas no tienen absolutamente nada, otras tienen una, y suele haber algunas que tienen dos o más. Los armadores compran a los buzos las que les han tocado, o se las cambian por mercancías, que con este fin llevan comúnmente consigo los que emprenden la tal pesca.
Las madreperlas son por lo general de cinco pulgadas de longitud y de tres a cuatro de anchura: su color por defuera es un verde sucio, pero interiormente son hermosas. Las perlas se forman en algunos pliegues del cuerpo del animal, aunque no falten algunas que se hallan adheridas a la superficie interna de la concha, las cuales son llamadas topos, y aunque sean grandes y bellas, no tienen estimación, por razón de tener plana la parte que estaba en contacto con la concha. Las más apreciadas son las que además de ser grandes, blancas y brillantes, son esféricas u ovales, y sobre todo las que tienen figura de pera.

(Tomado de: Clavijero, Francisco Xavier - Historia de la antigua o Baja California. Estudio preliminar por Miguel León-Portilla. Colección “Sepan cuantos…” #143. Editorial Porrúa, S.A. México 1990)



martes, 25 de diciembre de 2018

Catecismo Náhuatl en imágenes

 
Contenido

Es éste uno de los varios catecismos que se emplearon para la evangelización de los indígenas mesoamericanos. Se halla trunco ya que de él sólo se conservan seis hojas, pintadas en papel europeo por ambos lados. El catecismo expone por medio de preguntas algunos temas principales de la doctrina cristiana. Al pie de las imágenes hay un texto náhuatl que facilita su interpretación. Entre los temas que trata están los tocantes a Dios con sus tres personas distintas y la enunciación de los principales atributos de cada una de ellas. Se informa que la Virgen María fue madre del hijo de dios, de la redención de Jesús por los pecados de los seres humanos y de que vendrá a juzgar a vivos y muertos en el juicio final, así como su destino, el cielo o el infierno. La presencia del Papa en Roma, como representante de Cristo en la tierra, está ilustrada por varias imágenes. La última parte hace referencia al demonio, enemigo de los seres humanos.
 
 
 
Características físicas
 
Está pintado en papel europeo, por ambos lados. Las seis hojas que se conservan miden aproximadamente 15.6 cm de altura por 10.5 cm de ancho. Las pinturas y glosas se presentan en columnas o bandas horizontales. El trazo, aunque a veces infantil, refleja en algunos casos cierta habilidad del tlacuilo que lo elaboró. De esto son muestras las representaciones de la Virgen María, así como el jeroglífico que expresa la idea de necuiltonoliztli, “riqueza”, que consiste en una flor dentro de un círculo con aves a ambos lados, verosímilmente colibríes. Los colores empleados son azul, rojo, amarillo y verde. La secuencia de los textos exige siempre una lectura horizontal a lo largo de las siete bandas que se registran en las páginas del catecismo.
 
 

(Tomado de: Miguel León-Portilla. Catecismo Náhuatl en imágenes. Arqueológica Mexicana, edición especial #42, La colección de códices de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia. Editorial Raíces, México, D.F., 2012)

sábado, 27 de octubre de 2018

Códice Azcatitlán




 


Se conserva el original en la Biblioteca Nacional de París (M. Méx. Núms. 59-64). Es un códice mexica posthispánico, dividido en 29 secciones. Está hecho en papel europeo (21 por 28 centímetros), pero conserva la técnica indígena. Por su contenido, debe proceder del norte de la cuenca de México, acaso Cuautitlán-Xaltocan-Tlatelolco. Su carácter es histórico, migratorio y dinástico, y abarca desde la salida de la peregrinación azteca hasta 1572 (?). Habla de las migraciones de los mexicanos, anteriores a la fundación de México-Tenochtitlan (1325); de las conquistas de los aztecas y tlatelolcas, y de la genealogía de sus gobernantes; de la llegada de los españoles; de la implantación de la nueva religión y de otros sucesos de la Colonia. Es de la misma especie que el Códice Cozcatzin. La primera parte se liga con los códices Aubin y Boturini, y con algunas narraciones manuscritas como el Códice Ramírez. Lo publicó Robert H. Barlow en Journal de la Societé des Àmericanidtes de París. Nouvelle Serié, XXXVIII (París, 1949). v. José Alcina Franch: Fuentes Indígenas de Méjico (Madrid, 1956); Miguel León-Portilla y Salvador Mateos Higuera: Catálogo de los Códices Indígenas del México Antiguo (1957); y Donald Robertson: Mexica Manuscript Painting of Early colonial Period (New Heaven, 1959).

 

(Tomado de: Enciclopedia de México, Tomo I)