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lunes, 2 de junio de 2025

Ferrocarriles urbanos, 1877



 Ferrocarriles urbanos 


Tomado de: El siglo XIX, 

6 de noviembre de 1877


He aquí las condiciones bajo las cuales la empresa de ferrocarriles urbanos y el ayuntamiento de México, convinieron en extender las líneas existentes en 1877: 

De la Plaza Mayor, por las calles de la Monterilla hasta Necatitlan y plaza del Árbol, para enlazarse con la que existe en San Lucas. De la plaza, por el Seminario, hasta el Puente Blanco, callejón del Tepozán, y ligarse con la de Peralvillo. De la plaza de Villamil, por Magueyitos, Hidalgo, Lerdo, Camelia y Guerrero, hasta unirse con la de San Fernando. De la estación de la empresa por la calle de las Artes en la Colonia de los Arquitectos, hasta la iglesia de San Cosme; y de allí hasta la plaza del Mercado, extremidad de la calle de Santa María de la Ribera. 

La línea de San Cosme se prolongará de la antigua garita hasta la iglesia del mismo nombre. Las obras se ejecutarán sin entorpecer el tránsito del público; serán por cuenta de la empresa las que hayan de hacerse en las calles, a fin de que éstas queden en buen estado para el servicio público; al terminarse el ferrocarril, quedará obligada la empresa a hacer la limpia de las atarjeas, siempre que así lo acuerde la comisión de obras y la dirección del ramo. 

La empresa ejecutará sus trabajos de modo que no se emprenda un tramo mientras no se termine el comenzado y se deje desembarazada la vía; si se suspenden los trabajos por más de dos semanas se repondrá el pavimento y se dejará limpio de escombros; no podrá entrar a usar la empresa otra tracción que la animal; la anchura de la vía y dimensiones de vagones será las usadas actualmente. 

Dentro de seis meses darán principio a sus trabajos y a las seis siguientes estarán terminadas las líneas de San Cosme, de la Colonia de los Arquitectos, y las del Norte y Sur de la ciudad. Las otras las empezarán dentro de un año, quedando terminadas al año y medio; pasados estos plazos, salvo el caso de fuerza mayor, sin que se haya cumplido con lo expuesto, se dará por caduca la concesión, pudiendo otorgarse a otra persona o empresa, debiendo en ese caso la empresa reponer o indemnizar los perjuicios que hubiera causado en las vías públicas. 

Durará la concesión 99 años, terminados los cuales se podrán modificar estas cláusulas, y las dificultades que pudieran suscitarse se resolverán por el ayuntamiento y en definitiva por el gobernador del Distrito, con exclusión absoluta de la autoridad judicial.


(Tomado de: Ruiz Castañeda, María del Carmen. La ciudad de México en el siglo XIX. Colección popular Ciudad de México #9. Departamento del Distrito Federal. Secretaría de Obras y Servicios, 1974). 

lunes, 13 de septiembre de 2021

Francisco Zarco

 


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Francisco Zarco (1829-1869)

"Del favor de la providencia y del patriotismo de los mexicanos, esperamos que al verse libres del yugo que los oprimía, sepan con cordura y con decisión salvar a su patria y acentuarse sobre bases sólidas la libertad", escribió al triunfo de la Revolución de Ayutla en el periódico En Siglo XIX, del cual  era editor. Tenía 26 años y era ya considerado una de las plumas más certeras de todo el país.

Su historia era admirable. Nacido en Durango, apenas había contado con algunos estudios durante su juventud en la Ciudad de México. Sin embargo, Francisco Zarco era un aguerrido autodidacta. Su memoria impactaba a quienes lo conocían y poseía un talento para los idiomas y las letras.

Tan sólo contaba con 14 años cuando entró a la Secretaría de Relaciones Exteriores como traductor -dominaba el inglés, francés e italiano-. Tres años más tarde, su inteligencia y erudición lo impulsaron a la secretaría del Consejo de Gobierno. Unos meses después, fue designado oficial mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Apenas cumplía la mayoría de edad y su carrera política ya era envidiable. Para Zarco, el cielo era el límite.

Pero su verdadera pasión fue siempre el periodismo. Desde muy joven comenzó a escribir en diversos periódicos del país. Creía en las ideas liberales y se convirtió en uno de los principales periodistas políticos de México. No hizo de menos la crónica, pero fue en la columna política donde impuso su estilo combatiente y veraz. Desde las páginas de El Demócrata y El Siglo Diez y Nueve promulgaba el liberalismo. En sus artículos emprendió la lucha contra el centralismo durante la Revolución de Ayutla, y contra el conservadurismo en tiempos de la Guerra de Reforma.

"Demos libertad en todo, para todo y para todos", señalaba Zarco cuando le tocó ser diputado en el Congreso Constituyente de 1856 y 1857. Su participación en la formulación de la Carta Magna resultó fundamental. Defensor de la educación popular, la libertad de prensa y expresión, la igualdad, la democracia y los derechos populares e indígenas, también hubo de sufrir persecución, encarcelamiento y torturas por sus escritos, aunque siempre salió fortalecido de estos trances. No obstante, su salud comenzó a deteriorarse con rapidez.

En los cuarenta años que vivió, Zarco se convirtió en el escritor liberal más importante del país. Su amor por la escritura le llevó a incluso renunciar a grandes puestos políticos. Benito Juárez lo invitó a formar parte de su gabinete en Gobernación y Relaciones Exteriores, pero rechazó ambos puestos para seguir con su labor periodística. El héroe de la pluma liberal murió muy pronto, pero sus escritos siguen siendo base fundamental para entender al México de aquel entonces.


(Tomado de: Tapia, Mario - 101 héroes en la historia de México. Random House Mondadori, S.A. de C.V. México, D.F., 2008) 

lunes, 5 de agosto de 2019

Francisco Zarco


Francisco Zarco Mateos


(1829-1869) es quien con mayor honor merece el título de periodista. Murió joven -a los cuarenta años de edad-; hizo verdadero apostolado del periodismo y su obra no alcanzó el beneficio del libro sino mucho después de su muerte (salvo su Historia del Congreso Constituyente, 1856-1857), recopilación de su Crónica Parlamentaria publicada cotidianamente en El Siglo Diecinueve a partir del día  inaugural del Constituyente y hasta su culminación). La obra de Zarco aún no está plenamente considerada ni agrupada. Escribió artículos de costumbres, editó revistas teatrales y ejerció la crítica teatral y literaria en El Presente Amistoso, El Siglo Diecinueve y La Ilustración Mexicana, entre otros diarios. Hombre honesto a carta cabal, liberal de sólidas convicciones, Zarco ejerció una influencia poderosa en la vida mexicana de la época de La Reforma y la Intervención francesa.


Zarco, orador, periodista político, literato y funcionario, aunque estudió dos años en el Colegio de Minas, era fundamentalmente autodidacta. Estudió idiomas, Derecho y Teología y diversas ciencias sociales; manejó un sistema propio de taquigrafía. En 1847, cuando el gobierno mexicano se estableció en Querétaro, el ministro de Relaciones Exteriores, Luis de la Rosa, lo nombró oficial mayor del Despacho. Fue traductor y redactor de las actas del Consejo. Poco después, a su regreso a México, se dedicó al periodismo político y a la redacción de artículos costumbristas, literarios y biográficos. En 1849 escribió en el Álbum Mexicano, y en marzo de 1850 fundó El Demócrata, comenzando a utilizar el seudónimo de Fortún. De 1851 a 1855 se encarga de la revista literaria La Ilustración Mexicana, cuyo tomo quinto es obra enteramente suya; por ese mismo tiempo empieza a escribir en El Siglo Diecinueve, periódico al que dio gran prestigio y al que dedicó casi toda su vida, hasta unas semanas antes de su muerte. Combatió a la administración del Presidente Arista a través del periódico satírico Las Cosquillas, que aparece en mayo de 1852, y del cual se publican sólo ocho números, pues es denunciado y su redactor (Zarco) enviado a presidio. Con el objeto de inspirar a la mujer sentimientos morales y el placer por la literatura, dedica a ella el Presente Amistoso, que se imprimía el primero de cada año y en cuyas entregas Zarco escribió ensayos descriptivos, artículos morales y de modas. En 1854 fue electo diputado suplente por Yucatán, pero su oposición a Santa Anna le acarrea la expatriación, permaneciendo en Nueva York hasta el triunfo de la revolución de Ayutla. 
En 1856 vuelve a ser electo diputado al Congreso Extraordinario Constituyente por uno de los distritos de Durango. En el Congreso su actuación es brillante y decisiva. Zarco representa junto con Arriaga, Mata, Ramírez, Gamboa, Castillo Velasco y otros, la izquierda de aquella histórica asamblea. Nunca perdió de vista la realidad de su tiempo; no procura leyes para un pueblo ajeno ni para una época indeterminada; pide y exige en la asamblea lo que la realidad mexicana exige en 1856, como único medio de sentar las bases para el logro de metas más altas, de desarrollar totalmente la reforma social. Su realismo está presente en todas sus intervenciones en el Congreso (150 en total). Las crónicas de cada sesión, notable oficio de reportero, las publicaba Zarco al día siguiente de cada debate. Después del golpe de Estado de Comonfort, Zarco es perseguido, se le detiene el 30 de julio de 1858; escapa y por dos años vive oculto. Durante ese lapso publicó el Boletín Clandestino y el folleto Los Asesinos de Tacubaya, que tuvo gran difusión en todo el país y en el extranjero.
Descubierto al fin el 13 de mayo de 1860, es mantenido en prisión hasta el 25 de diciembre y libertado al triunfo de González Ortega en Calpulalpan. En enero de 1861 Benito Juárez lo nombra ministro de Gobernación, y después de Relaciones y jefe de gabinete. Zarco publica por breve tiempo la segunda etapa de Las Cosquillas. Renuncia para ocupar su curul en el Congreso y defiende a Juárez. Sigue al frente de su diario hasta el 31 de mayo de 1863, en que se acercan los franceses a la capital. Con motivo de la intervención extranjera, Zarco acompañó al Presidente Juárez en su retirada hacia el norte. En San Luis Potosí funda el diario La Independencia Mexicana (1863), y en Saltillo La Acción (1864), en defensa de la causa republicana. Una serie de editoriales de este último periódico, sobre el Tratado de Miramar, fue recogida en folleto en Colima al año siguiente. Finalmente se interna en los Estados Unidos, donde forma un club mexicano y continúa escribiendo, siempre en defensa de la libertad de México, en periódicos norteamericanos, mexicanos y de Sudamérica, como El Mercurio (Valparaíso), El Correo (Santiago de Chile), La Nación y El Pueblo (Buenos Aires), etc.
Vencido el Imperio y restaurada la República, regresa a la patria y es electo nuevamente diputado, al Congreso por el Distrito Federal y vuelve a dirigir El Siglo Diecinueve. Dos días después de su muerte, (falleció el 22 de diciembre) fue declarado Benemérito de la Patria por el Congreso, y su nombre fue inscrito con letras doradas en la Cámara de Diputados.
Zarco en su defensa de la libertad de imprenta dijo: “no hay delitos de opinión”; “sin libertad de imprenta son mentira cualesquiera otras libertades”.


(Tomado de: Francisco Zarco, La libertad de prensa. Materiales de Cultura y Divulgación Política Mexicana #16. Partido Revolucionario Institucional, Subsecretaría de Publicaciones, México, 1987)