lunes, 5 de agosto de 2019

Francisco Zarco


Francisco Zarco Mateos


(1829-1869) es quien con mayor honor merece el título de periodista. Murió joven -a los cuarenta años de edad-; hizo verdadero apostolado del periodismo y su obra no alcanzó el beneficio del libro sino mucho después de su muerte (salvo su Historia del Congreso Constituyente, 1856-1857), recopilación de su Crónica Parlamentaria publicada cotidianamente en El Siglo Diecinueve a partir del día  inaugural del Constituyente y hasta su culminación). La obra de Zarco aún no está plenamente considerada ni agrupada. Escribió artículos de costumbres, editó revistas teatrales y ejerció la crítica teatral y literaria en El Presente Amistoso, El Siglo Diecinueve y La Ilustración Mexicana, entre otros diarios. Hombre honesto a carta cabal, liberal de sólidas convicciones, Zarco ejerció una influencia poderosa en la vida mexicana de la época de La Reforma y la Intervención francesa.


Zarco, orador, periodista político, literato y funcionario, aunque estudió dos años en el Colegio de Minas, era fundamentalmente autodidacta. Estudió idiomas, Derecho y Teología y diversas ciencias sociales; manejó un sistema propio de taquigrafía. En 1847, cuando el gobierno mexicano se estableció en Querétaro, el ministro de Relaciones Exteriores, Luis de la Rosa, lo nombró oficial mayor del Despacho. Fue traductor y redactor de las actas del Consejo. Poco después, a su regreso a México, se dedicó al periodismo político y a la redacción de artículos costumbristas, literarios y biográficos. En 1849 escribió en el Álbum Mexicano, y en marzo de 1850 fundó El Demócrata, comenzando a utilizar el seudónimo de Fortún. De 1851 a 1855 se encarga de la revista literaria La Ilustración Mexicana, cuyo tomo quinto es obra enteramente suya; por ese mismo tiempo empieza a escribir en El Siglo Diecinueve, periódico al que dio gran prestigio y al que dedicó casi toda su vida, hasta unas semanas antes de su muerte. Combatió a la administración del Presidente Arista a través del periódico satírico Las Cosquillas, que aparece en mayo de 1852, y del cual se publican sólo ocho números, pues es denunciado y su redactor (Zarco) enviado a presidio. Con el objeto de inspirar a la mujer sentimientos morales y el placer por la literatura, dedica a ella el Presente Amistoso, que se imprimía el primero de cada año y en cuyas entregas Zarco escribió ensayos descriptivos, artículos morales y de modas. En 1854 fue electo diputado suplente por Yucatán, pero su oposición a Santa Anna le acarrea la expatriación, permaneciendo en Nueva York hasta el triunfo de la revolución de Ayutla. 
En 1856 vuelve a ser electo diputado al Congreso Extraordinario Constituyente por uno de los distritos de Durango. En el Congreso su actuación es brillante y decisiva. Zarco representa junto con Arriaga, Mata, Ramírez, Gamboa, Castillo Velasco y otros, la izquierda de aquella histórica asamblea. Nunca perdió de vista la realidad de su tiempo; no procura leyes para un pueblo ajeno ni para una época indeterminada; pide y exige en la asamblea lo que la realidad mexicana exige en 1856, como único medio de sentar las bases para el logro de metas más altas, de desarrollar totalmente la reforma social. Su realismo está presente en todas sus intervenciones en el Congreso (150 en total). Las crónicas de cada sesión, notable oficio de reportero, las publicaba Zarco al día siguiente de cada debate. Después del golpe de Estado de Comonfort, Zarco es perseguido, se le detiene el 30 de julio de 1858; escapa y por dos años vive oculto. Durante ese lapso publicó el Boletín Clandestino y el folleto Los Asesinos de Tacubaya, que tuvo gran difusión en todo el país y en el extranjero.
Descubierto al fin el 13 de mayo de 1860, es mantenido en prisión hasta el 25 de diciembre y libertado al triunfo de González Ortega en Calpulalpan. En enero de 1861 Benito Juárez lo nombra ministro de Gobernación, y después de Relaciones y jefe de gabinete. Zarco publica por breve tiempo la segunda etapa de Las Cosquillas. Renuncia para ocupar su curul en el Congreso y defiende a Juárez. Sigue al frente de su diario hasta el 31 de mayo de 1863, en que se acercan los franceses a la capital. Con motivo de la intervención extranjera, Zarco acompañó al Presidente Juárez en su retirada hacia el norte. En San Luis Potosí funda el diario La Independencia Mexicana (1863), y en Saltillo La Acción (1864), en defensa de la causa republicana. Una serie de editoriales de este último periódico, sobre el Tratado de Miramar, fue recogida en folleto en Colima al año siguiente. Finalmente se interna en los Estados Unidos, donde forma un club mexicano y continúa escribiendo, siempre en defensa de la libertad de México, en periódicos norteamericanos, mexicanos y de Sudamérica, como El Mercurio (Valparaíso), El Correo (Santiago de Chile), La Nación y El Pueblo (Buenos Aires), etc.
Vencido el Imperio y restaurada la República, regresa a la patria y es electo nuevamente diputado, al Congreso por el Distrito Federal y vuelve a dirigir El Siglo Diecinueve. Dos días después de su muerte, (falleció el 22 de diciembre) fue declarado Benemérito de la Patria por el Congreso, y su nombre fue inscrito con letras doradas en la Cámara de Diputados.
Zarco en su defensa de la libertad de imprenta dijo: “no hay delitos de opinión”; “sin libertad de imprenta son mentira cualesquiera otras libertades”.


(Tomado de: Francisco Zarco, La libertad de prensa. Materiales de Cultura y Divulgación Política Mexicana #16. Partido Revolucionario Institucional, Subsecretaría de Publicaciones, México, 1987)

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