lunes, 3 de junio de 2019

Las derrotas corteses

Hacia los meses finales de 1949 y los primeros de 1950, la leyenda viviente del fútbol mexicano, Rafael Garza, “Récord”, y el incipiente entrenador Octavio Vial, se reunieron con frecuencia y trataron de desactivar la tremenda bomba que el destino les había deparado.

“Récord” era técnico del cuadro crema, y era tal su fama que de pronto se vio preso del mayor tormento: ser el entrenador de la selección nacional. “La Pulga” Vial lo sustituyó en la dirección del América, y fungió como su asistente en la selección, que ya pensaba en la próxima Copa del Mundo en Brasil [1950]. Hacia la Navidad de 1949, la selección que “Récord” había armado en sus ratos libres fue goleada en España por el Real Madrid (7-1) y el Atlético de Bilbao (6-3). La crítica no se hizo esperar, y el apesadumbrado “Récord” tuvo que delegar el cargo en Vial.

Sin embargo, cuando la selección de Vial fue derrotada, días antes del Mundial, por el Botafogo y éste a su vez por un improvisado Combinado Tapatío, el diario El Nacional dictaminó: “Nuestra selección perdió y no debe ir a Brasil. Nada más van a poner en ridículo el nombre de México.” así las cosas, una selección nacional con escasos 15 días de preparación partió a hacerle frente al mejor equipo del momento, en la inauguración del estadio más grande del mundo.

El 24 de junio de 1950, ante las tribunas inacabables del Maracaná, disputando el primer partido de Copa del Mundo tras su interrupción en 1938, México no estuvo a la altura del compromiso. Ante un sistema ultradefensivo que apenas dejaba aire suficiente para respirar al portero Carbajal, Brasil, caminando, aplastó 4-0 a un equipo de profesionales a la mexicana.

El 28 de junio, en Porto Alegre, Yugoslavia planchó otra vez las camisas nacionales al ritmo de 4-1, el gol mexicano a cargo de Héctor Ortiz. Y el 2 de julio, en su despedida del Mundial carioca, México cayó vencido ante los suizos por 2-1, con el solitario tanto anotado por el veterano Casarín.

En aquel último partido ocurrió un detalle interesante. Al confundirse la casaca nacional suiza con la mexicana que se usaba entonces -de un rojo tirando a guinda- se decidió echar mano del clásico volado para resolver el problema. Esa fue la única victoria mexicana en el Mundial de Brasil: Suiza debía cambiar de uniforme. Pero no. La tradicional cortesía mexicana dijo que “de ninguna manera, no faltaba más, pase usted primero”... y los seleccionados nacionales jugaron con el uniforme de pantalón oscuro y camiseta a rayas azules del Gremio de Porto Alegre. México había perdido sin tocar el balón.

(Tomado de: Sotelo, Greco - Crónica del futbol mexicano: el oficio de las canchas (1950-1970). Editorial Clío, Libros y Videos, S.A. de C.V., México, 1998)

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