"Maromero" Páez, el payaso de las cachetadas
Y el circo llegó a los encordados. La solemnidad del guerrero y la solemnidad en el vestir se vieron seriamente trastocadas por Jorge Páez, llamado "Maromero" por su origen circense. Su estilo alocado de boxear y sus estrafalarias actitudes, antes, durante y después de los combates, dieron una nueva dimensión al deporte de los puños como un gran show.
De payaso y trapecista, Jorge Páez pasó al boxeo profesional sin ninguna experiencia de amateur. Durante los primeros años, sus rivales no fueron de peligro pero "Maromero" se fue colocando insidiosamente en las listas de retadores para un título del mundo en peso pluma.
Su oportunidad se presentó el 22 de septiembre de 1988. A favor tenía la sede, Mexicali, su tierra natal. En contra, la sólida carrera del campeón -versión IBF- Calvin Grove, invicto en 33 peleas. Y, por primera vez, Páez se enfrentaría a un clasificado mundial. ¡Vaya momento para hacerlo!
Sin embargo, "Maromero" llegó a la pelea no sólo con el respaldo del público de Mexicali, sino con la idolatría de sus seguidores. Tenía cuatro años en el boxeo de renta, tiempo suficiente para crearse una aureola de ídolo. Aunque, también, a fines de los ochenta, era uno de los valores del pugilismo mexicano, y como tal se le apoyaba.
Páez era un boxeador ágil y sorpresivo, dos armas de gran valor en el box cuando la dinamita no se manifiesta de manera importante imponente. Su vista era del lince y tenía un sentido de la distancia envidiable. Por lo mismo sus rivales sufrían para conectarlo.
La pelea contra Grove fue de película. La campanada del round 15 anunció al "Maromero" que era su última oportunidad para llevarse el cinturón. Los jueces lo tenían abajo en el conteo. Páez buscó a Grove como una fiera y lo mandó tres veces a la lona en este último asalto. Fue suficiente para ganar el campeonato.
Los medios fueron generosos con él pero también tuvo constantes críticas sobre su boxeo y su manera de “faltarle el respeto al ring”.
"Maromero" se convirtió en uno de los pugilistas más rentables a causa de su estrambótica imagen. Las televisoras norteamericanas se lo peleaban para conseguir las transmisiones de sus combates. Tal vez esa fue su ruina. Páez continuó con su misma táctica de siempre, no desarrolló nuevas actitudes y, con el tiempo, se volvió predecible para sus contrarios.
Después de Grove enfrentó a una serie de boxeadores experimentados ante los cuales ya no tuvo nada que exhibir. Rafael Ruelas, Freddy Pendleton y Óscar de la Hoya.
Fue un gran peleador pero nunca pudo dar el gran paso porque no quiso desarrollarse, rápidamente sus mejores armas se volvieron previsibles para sus contrarios.
(Tomado de: Maldonado, Marco A., y Zamora, Rubén A. - Cosecha de campeones. Historia del box mexicano II, 1961-1999. Editorial Clío Libros y Videos, S.A. de C.V., México, abril 2000)
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