Ampliamente difundido con el nombre náhuatl de "teponaztli". Consiste en un tronco de madera ahuecado longitudinalmente en su parte interior, con una o dos lengüetas en la parte superior, practicadas por medio de incisiones que atraviesan la capa que queda después de excavado. El ahuecado, en configuración longitudinal, rara vez traspasa los cabezales, en los que en ocasiones son tallados motivos ornamentales. Las longitudes de estos instrumentos variaban entre un metro y veinticinco centímetros.
Existen comentarios de investigadores acerca de instrumentos con más de dos lengüetas, pero aún no se ha demostrado si existieron, ni su uso se generalizó tanto como los de dos lengüetas, las que encontradas por sus extremos libres configuran una "H", característica que hace identificable al instrumento y su representación.
La forma de las lengüetas, por lo general rectangular, tiene en la mayoría de los casos secciones de diferente grosor, mayor hacia la punta -para dar masa y obtener con ello sonidos más graves- y menor en la base- para dar mayor elasticidad a los movimientos de la lengüeta y con ello mayor sonoridad-. En ocasiones el grosor en las lengüetas era modificado por una especie de bajo relieve en plano, en la superficie exterior cerca del área de empotramiento, por ello las lengüetas parecen realzadas en sus puntas en forma rectangular; este aparente realzado cumple dos funciones: señala el área de percusión más favorable para una óptima sonoridad y ofrece una tapa más gruesa en las lengüetas al inevitable desgaste por la ejecución.
Los xilófonos precortesianos de percusión con dos lengüetas aparecen afinados con mayor frecuencia, en intervalos de tercera menor o quinta justa; en menor número, en tercera mayor, cuarta justa, segunda mayor o sexta mayor, de este último sólo se conocen dos casos.
Muchos de los términos empleados por culturas precortesianas e indígenas para conceptuar a este tipo de instrumentos, hacen referencia a un tipo de madera, sin que ésta sea la misma para todos los casos; los hay construidos en nogal, tepeguaje, chicozapote y roble, aunque existen otros de palo de rosa, sabino y mezquite; estas culturas variaron el material para la elaboración de estos xilófonos, de acuerdo con posibilidades y alternativas regionales.
Representaciones y referencias documentales informan que la ejecución de estos instrumentos se hacía a partir de la percusión en lengüetas con una o dos baquetas de madera, por lo general, con sus áreas de impacto recubiertas con una resina vegetal conocida como hule. El modo de sujeción de las baquetas observado en códices y culturas indígenas de la actualidad, se presenta en dos formas principales: una, la baqueta sujeta entre el dedo índice y pulgar, casi suspendida del extremo más alto, dejando caer diagonalmente el extremo inferior; y otra, aprisionada por el dedo pulgar contra los demás, para golpear como con un martillo. Cada una de estas maneras de ejecución debió tener especial significado, a tal grado que, actualmente, ambas se usan en algunas comunidades indígenas, cada una según el acto de que se trate.
La caja de resonancia surgida del ahuecamiento en el tronco, varía su sonoridad según la forma en que se les sujete o apoye, debido a que se tapa en menor o mayor grado la boca resultante de la excavación.
Representaciones ideográficas precortesianas y de las primeras épocas de la Colonia ilustran las formas en que se apoyaban y sujetaban estos xilófonos para su ejecución. Una, donde el instrumento se apoya sobre un rodete en el piso, con lo que la cavidad del instrumento casi obstruida propicia una mejor resonancia; esta posición permitía independencia en el manejo de las baquetas del ejecutante, que permanecía en cuclillas o sentado en algún tipo de taburete. Otra forma es con el instrumento apoyado en un atril, que lo mantiene a la altura de la cadera del ejecutante, de tal manera que en posición de pie podía percutir libremente las lengüetas. Una tercera, el ejecutante sostiene el instrumento, de pequeñas dimensiones, en el antebrazo, casi pegado al torso, para percutirlo con una baqueta que acciona libremente con la otra mano. Otra última, ilustrada en pinturas de la Colonia, muestra al instrumento suspendido a cuestas por una persona para que otra, colocada atrás, pueda ejecutarlo libremente, más o menos a la altura de la cintura.
Es posible que la experiencia de ejecutar este tipo de instrumentos con la boca de la excavación del tronco tapada al apoyarlos en el suelo y destapada al suspenderlos en el aire, haya inducido a algunas culturas precortesianas a ponerles una tapa que garantizara una determinada resonancia, independientemente de la forma en que estuvieran colocados o apoyados.
Aunque entre los instrumentos precortesianos de este tipo que se encuentran en la actualidad, por razones ignoradas, ninguno conserva su tapa original, es verificable su existencia en un escalonamiento en los dos extremos de la boca de la cavidad, que servía para recibir y sujetar la tapa; además, porque este sistema constructivo aún está vigente en algunas regiones de los estados de Guerrero y Guanajuato.
Esta forma de tapar la cavidad del tronco por medio de una tabla pudo haber hecho suponer a cronistas de la Colonia la existencia de un instrumento diferente -el Tecomapiloa-, el que describe Sahagún en su Historia General de las Cosas de la Nueva España, libro LX capítulo XXVIII, artículos 48 y 49: "...a las mujeres íbánlas tañendo con un teponaztli que no tenía más que una lengua encima y otra debajo, y en la de abajo llevaba colgada una jícara en que suelen beber agua, y así suenan mucho más que los que tienen dos lenguas en la parte de arriba y ninguna debajo... A este teponaztli llamaban tecomapiloa; llevábale uno debajo del sobaco, tañéndole, por ser de esta manera hecho". Es posible que lo descrito por Sahagún como una lengüeta en la parte inferior haya sido en realidad la tapa de la caja de resonancia o cámara que, con capacidades inherentes a su función, podían condicionar las vibraciones generadas por la lengüeta.
(Tomado de: Contreras Arias, Juan Guillermo. Atlas Cultural de México. Música. SEP, INAH y Grupo Editorial Planeta. México, 1988)
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