miércoles, 4 de marzo de 2020

Villa, Carranza y la Convención, 1914


Los convencionistas sabrán si escriben su nombre con letras de oro o lo rubrican con sangre de hermanos

El Demócrata, Diario Constitucionalista, viernes 6 de noviembre de 1914
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Es ya un hecho comprobado que la actitud asumida por el general Francisco Villa no obedece a otra causa que a su deseo insistente de que sea eliminado, a todo trance, el señor Carranza.
Entre otras de las argumentaciones en que abundaba su manifesto, pretendieron justificar su actitud al desconocer al señor Carranza como Primer Jefe del Ejército y Encargado del Poder Ejecutivo, exponía como razón poderosísima, que el país debía de salir ya del tutelaje militar, para ser gobernado solamente por elementos civiles.
Pero ahora nos preguntamos: ¿cómo es que el general Villa acata sumisamente el acuerdo de la Convención, por el cual se designa Presidente Provisional de la República a UN MILITAR, como lo es el general Eulalio Gutiérrez?
Y no se halla sino esta respuesta:
No importa el substituto; queda eliminado el señor Carranza, y el general Villa mira de esta manera colmado su deseo.
La página está en blanco todavía. Los convencionalistas sabrán si escriben su nombre con letras de oro o la rubrican con sangre.
La salvación o el hundimiento de la Patria están en sus manos.
Como soldados, deben saber que un minuto de vacilación, a la hora del combate, da el triunfo al enemigo.
Como políticos, es preciso que sepan que un instante de reflexión salva las situaciones más difíciles.
¿Puede evitarse el conflicto? Sí, si la Convención, percatada de que en nombre de su soberanía, legítima o ilegal, ha cometido una arbitrariedad, ha dado un cuartelazo disfrazado de golpe de Estado, que pudiéramos decir, al desconocer como Jefe Supremo del Ejército y Encargado del Poder Ejecutivo al señor don Venustiano Carranza, reparando su error, espera que presente su renuncia y, para aceptarla, llena las condiciones que en ella se estipulen.
Y si esas condiciones se inspiran, como sabemos, en los fines más altos y patrióticos, ¿por qué no acceder a ellas?
¿Son objeto de estudio?
Que se estudien. La Convención ha gastado hasta quince días, debatiendo cuestiones que nada han significado: debátase este asunto, de cuya resolución depende la perdurabilidad de la obra de la Revolución y el porvenir feliz de nuestra Patria.
La premura con que se tomó el acuerdo de retirar ambos cargos al señor Carranza, es la que nos ha creado estas dificultades y nos precipitará en un conflicto desastroso.
Pero un instante de reflexión, repetimos, salva las situaciones más difíciles.
Reflexionad.
De lo contrario, iremos al conflicto; la Revolución al fracaso, la Patria al hundimiento, todos a la pérdida de nuestro crédito como hombres sensatos y cultos políticos.
El señor Carranza no puede ni debe retirarse en semejantes condiciones. Si lo hiciera, sentaría el precedente más funesto, sancionaría la Comisión de arbitrariedades sin nombre, dejaría relajado, perdido para siempre, el principio de autoridad indispensable para el mantenimiento de las sociedades.
Persuádanse de todo esto los convencionalistas. La salvación o el hundimiento de la Patria están en sus manos.
La página está en blanco todavía. Ellos sabrán si escriben sus nombres con letras de oro, o la rubrican con sangre.

(Tomado de: Labrandero Iñigo, Magdalena, et al, (coordinadores) - Nuestro México #5, La ocupación de la Ciudad de México, 1915. UNAM, México, D. F., 1983)

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