Olga Costa,
Sinceridad en el lienzo.
Ciudad de México, junio de 1965.
Olga vive tranquilamente con su marido, el pintor Chávez Morado, en una enredada callecita de Coyoacán, rodeada de flores, plantas y cientos de idolitos, así como de mucho folclore mexicano.
El arte consiste en situarlo donde funciona; puede funcionar como parte decorativa, emotiva o en un mural en el que pueden intervenir otras ideas. El artista ante todo debe ser sincero consigo mismo, y si tiene ideas saberse expresar.
¿Aun políticas?
¿Por qué no? Hablar sobre política significa tener interés en lo que pasa en el mundo.
Bien. Pero nos estamos alejando de su mundo, Olga, que no creo sea político. ¿Cuál es su forma de expresarse?
Podría llamarse figurativa.
Pero ha cambiado un poco, ¿no? En su última exposición la mencionan como poseedora de un mundo alucinante, ¿por qué?
El cambio vino solo, sin forzarlo, y ha sido un proceso inconsciente. Cuando uno menos se lo espera llega; es una especie de madurez y experiencia que uno acumula. Lo de alucinante... creo que se debe a una crítica donde, entre otras cosas, dicen que de mil delicadas y extrañas asociaciones de todo lo que me rodea, nacen mis pinturas como pequeños mundos secretos; se refería seguramente a varios cuadros de hongos que he pintado, pero le aseguro que no veo visiones, simplemente me gusta su apariencia y lo expreso en el lienzo; con decirle que no me gusta comerlos…
¿Nunca interpreta sus sueños?
No sueño lo que pinto, cuando lo hago estoy bien despierta. Así se puede apreciar la naturaleza, las plantas, las flores, la fruta o lo interesante de una persona, no puede uno resistir el querer pintarlas y no puede uno hacer fantasías. El año pasado, cuando más encarrilada estaba, surgió nuestro viaje al Oriente. Hace solamente un mes que llegamos: visitamos Japón, Tailandia, Hong Kong, Macao... Vi tanto que podría decir que estoy indigesta, y ahora me pregunto ¿qué pinto? Tengo acumulado todo lo que vi, pero aún no sale.
¿No toma apuntes?
No suelo hacer tal cosa; veo todo en general y nunca he pensado en hacer un documento de lo que he visto, ni una crónica. No tuve ni el tiempo, sólo iba absorbiendo. Con la experiencia en sí, ya saldrá algo; le confieso que yo misma estoy bastante intrigada.
(Tomado de: Krauze, Hellen – Pláticas en el tiempo. Serie: Alios Ventos. Editorial Jus, S.A. de C.V. México, D.F., 2011)
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