lunes, 20 de febrero de 2023

Enrique Bátiz

 


Enrique Bátiz

Decenios musicales.

Ciudad de México, enero de 1975.

¿Es un genio? ¿Es virtuoso o compositor? ¿Showman o político? Apasionado y dinámico, a los treintitrés años Enrique Bátiz lo es todo, incluso esposo de una afamada pianista polaca y padre de una niña y un niño.

Desde que tenía 10 años sentí la música -dice- y para mí su valor real emocional, el llevar su estética y su mensaje al corazón de las personas.

Estudió en Nueva York, en la Juilliard, y tiene posgrados en varias ciudades de Europa, donde vivió durante doce años. ¿Por qué regresó?

Volví con la idea de servir. De transmitir mis enseñanzas. Quería trabajar y hacer una obra para México.

Se dice que usted actúa más como político que como artista.

Estudié música. Me gradué de músico. Di muchos conciertos e hice presentaciones en Europa. Soy amigo del que fue gobernador del Estado de México, el profesor Carlos Hank González. Es a través de la política como se desarrollan los países; es como se hace patria. Si uno va a contribuir para cambiar a México, a que se desarrolle distintamente de cómo lo había hecho antes, tiene uno que participar y aportar. Ningún político va a apoyar cosas que no son buenas. Si esto me hace político... entonces a lo mejor lo soy.

¿Hay talento en México?

Sí hay talento, y también hay muchas intrigas. Tengo cinco años de vivir en México, y yo pensé que los cargos que le hacían al maestro Carlos Chávez tenían fundamento: lo acusaban de dictador y de querer arruinar al músico mexicano. Sin embargo, Carlos Chávez fue víctima de un grupo. Él sigue siendo una persona importante, querida y apreciada en el mundo entero, quizás el mexicano vivo más distinguido que tenemos en la música.

¿Interpreta usted a músicos mexicanos?

He drigido casi todos, entre ellos Revueltas, Ponce, Huízar, Moncayo, Blas Galindo y Rodolfo Halftter, que aún vive. Bajo otras batutas la orquesta del Estado de México ha tocado música de Carlos Chávez.

¿Cómo ve usted la educación musical en México?

Muy atrasadita. En México tenemos maestros de música que se dedican a la enseñanza en las escuelas primarias y secundarias, que es el único medio por donde les llega a los niños ese arte. Lo óptimo sería que se les ofreciera esto mismo, pero en forma más completa y más educativa. Debo aclararle que mi madre se ha dedicado a hacer esto durante treinta años aunque debo criticar que no existe un libro de texto adecuado, con un sistema que logre que al niño y al adolescente les guste la música. La Secretaría de Educación debería solucionar este problema.

Su estilo de dirigir tan apasionado, de movimientos tan dinámicos, ¿como lo adquirió?

Así como las composiciones de cada genio musical son distintas, y unas son más grandes que otras, yo creo en las distinción que la vida le ha dado a cada persona, que se llama talento: es una luz divina que se ha colocado en cada persona pero a muy distinto nivel. A algunos les ha tocado bastante y a muchos casi nada. El país no está lleno de músicos y los pocos que se dedican a esto lo hacen porque les gusta, les nace, lo sienten, pero no todos tenemos esa cualidad. Entonces hay que estar muy conscientes de que en el arte lo importante es el talento. En segundo término está en la educación, la escuela y los beneficios que de ellos se derivan. Yo estuve en las mejores escuelas, me precio de haber estado en contacto con los más importantes maestros de mi época, y eso quiere decir que educación no me ha faltado... lo que me falta a lo mejor es mucho talento. Pero independientemente de la educación y del talento, necesita uno también tener una inteligencia que le permite estudiar ambas cosas, para explotarlas a su debido tiempo. La inteligencia nos hace pensar todos los días. Yo pienso en notas musicales, yo pienso en los compositores y de repente escribo, compongo y también analizo. También pienso en la disciplina, en las reglamentaciones de una orquesta sinfónica, pienso en mi trabajo, en mi familia, en fin, en una serie de quehaceres diarios, entre ellos leo, y leo bastante. Llevo una vida que no es rutinaria, me acuesto tarde y me levanto temprano, y a veces no duermo porque estoy intranquilo, porque mi cerebro no descansa. No considero que tengo nada en particular de genio, pienso que tengo simplemente el deseo de que lo que mis manos toquen sea bueno, que produzca, que desarrolle y sea eficaz y perfecto, lo más cercano posible a la perfección a todos los niveles, incluyendo el político, por eso quizás tengo algo de suerte en ese ámbito. Yo quise ser un virtuoso, de ahí que no haya compuesto mucho.

¿El virtuoso es un showman?

Pero de los sensacionales, o sea que todos sus programas son fuertes, que deslumbra al auditorio por su destreza y agilidad. Yo me di cuenta de que en mi técnica no iba a llegar a esos niveles sino le dedicaba otros diez años de mi vida y por el otro lado me apasioné más en el valor estético de la música y de las "acrobacias".

(Tomado de: Krauze, Hellen – Pláticas en el tiempo. Serie: Alios Ventos. Editorial Jus, S.A. de C.V. México, D.F., 2011)

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