Carlos Zárate: un flaco de mucho peso
Los tiempos de "Mantequilla" se habían ido y las glorias del gran "Púas" formaban parte ya de la nostalgia. Nuevos nombres sin embargo incursionaban en el ambiente boxístico. Se hablaba de Miguel Canto, Pipino Cuevas, Alfonso Zamora y Carlos Zárate, muy jóvenes todos ellos.
Para Carlos Zárate, el boxeo representó una excelente oportunidad para dejar los pleitos callejeros que, según se cuenta, era de uno o dos por noche. "El boxeo para mí es menos peligroso -dijo en una ocasión-. La pelea dura es en la calle, cuando te tunden a patadas o agarran una piedra y ¡zas!, te dan con ella, o traen un fierro para enterrártelo."
En la calle templó su puño y en los cuadriláteros se manifestó como lo que fue durante su carrera, un peleador espectacular. Desde que el "Púas" Olivares conquistó el título mundial de peso gallo, esta división estuvo monopolizada por mexicanos. Rafael Herrera, Jesús Castillo y Rodolfo Martínez fueron los pugilistas que, después de Rubén Olivares, acapararon el cetro de los gallos.
Carlos "Flaco" Zárate, también apodado el "Cañas", empezó en el box de renta allá por 1970. Fueron cinco años dando golpes como profesional antes de arribar a su pelea de campeonato frente al púgil más técnico del momento, Rodolfo Martínez.
Zárate no sólo llegaba invicto al combate por el título, sino que promediaba 3.4 rounds por pelea. La prensa comentaba que Martínez pondría a prueba la resistencia de Zárate, pero pobre de él si lo alcanzaba un sólido puñetazo. Los 22 años del "Cañas" se medirían con los 29 de Martínez; en el box, la edad tiene su peso: juventud contra experiencia, como se dice.
Momentos antes de la pelea, Zárate le comento a su amigo el "Púas": "No dejaré que los jueces hagan cuentas. En cuanto sienta mi mano... ¡abajo!" Esa fue su filosofía. Martínez lo supo en el noveno round cuando, con un salvaje derechazo del "Flaco", visitó la lona. Y eso fue todo.
Zárate no sólo se convirtió en el nuevo ídolo de su barrio, Tepito, sino de toda la afición boxística del país. Carlos se volvió también uno de los consentidos de la prensa deportiva. Su golpe explosivo revivía los tiempos de ese box mexicano que descuidaba un poco la técnica para poner el acento en ese "gran tónico de la hazaña": el nocaut.
Cómo campeón, Zárate tuvo dos peleas de gran taquilla. Una, frente a Alfonso Zamora, el campeón gallo de la AMB, a quien noqueó en el cuarto asalto pero donde no estaba en disputa el título, y la otra, frente a Wilfredo Gómez, campeón mundial supergallo. El puertorriqueño Gómez le dio una tunda a Zárate, le quitó lo invicto y de paso lo mandó a saborear la lona: nocaut en el quinto.
El "Cañas" hizo nueve defensas en la división de los pesos gallo, todas ganadas por la vía rápida. Nunca dejó, pues, que los jueces determinaran al ganador. Sus puños eran el mejor e inapelable árbitro. El 3 de junio de 1979 en las Vegas, Nevada, Zárate se enfrentó a su compañero de establo -ambos eran manejados por "Cuyo" Hernández- Guadalupe Pintor. Esta pelea se esperaba desde mucho tiempo atrás, pero que el vedetismo del "Cañas" y de su mánager la habían pospuesto a placer. Pintor se quejaba de que el preferido del "Cuyo" fuera a Zárate. Presiones y dinero se unieron para que se concretara la cita.
Que la pelea no llegaría al límite programado, era evidente; ya se preveía nocaut seguro, viniera de cualquiera de las dos esquinas. Si la pelea se prolongaba hasta el round 15, ahí estarían, por fin, los jueces como protagonistas…
(Tomado de: Maldonado, Marco A., y Zamora, Rubén A. - Cosecha de campeones. Historia del box mexicano II, 1961-1999. Editorial Clío Libros y Vídeos, S.A. de C.V., México, abril 2000)
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