lunes, 28 de marzo de 2022

La perfecta imperfección, Estado de México

 


Son dos millones de nudos... todos unidos con sólo diez dedos, entrenados para convertir esos nudos en obras de arte...

Son 200 mil estambres los que se necesitan para cada metro cuadrado, de 35 centímetros de largo cada uno: todo eso se necesita para inventar un solo tapete de Temoaya.

Se busca que el producto terminado sea bello, original y artístico, pero nunca perfecto, porque para quienes trabajan haciendo tapetes de Temoaya sólo Dios es perfecto y sólo él hace las cosas sin error... Así que si faltan sólo unas vueltas para terminar el tapete y la equivocación no se dio involuntariamente, entonces hay que provocarla... hay que hacer un nudo al revés, para no correr el peligro de compararse con el Máximo Creador, el único que puede hacerlo todo perfecto.

Esa forma de pensar de los indígenas otomíes, los expertos en tapetes de Temoaya, no sólo es humilde, sino mágica también, resultado de la idiosincrasia hermosa de nuestra gente que durante siglos se ha dedicado a las artesanías del tejido.

No son sus imperfecciones las que han hecho famosos en el mundo a los de Temoaya... Ésas pasan inadvertidas para el ojo común...

Son sus diseños, que no tienen igual... sus colores, que se inventaron aquí en México... y su lana, que tiene que ser de borregos también de Temoaya, porque si no, el tapete no sería auténtico.

Todos los habitantes de Temoaya trabajan la lana, hacen tapetes y viven de ello y de tejer las cien toneladas de lana que recogen cada año para cumplir con la producción y la demanda en el extranjero, una demanda que no sabe que existe en los tapetes de Temoaya la imperfecta perfección de los tejedores de Temoaya... una que podremos encontrar sólo si ellos mismos quieren mostrar el error que es una magia... algo que podemos atestiguar al visitar el pueblo de Temoaya, a 40 minutos de la capital, en el Estado de México.

(Tomado de: Sendel, Virginia - México Mágico. Editorial Diana, S.A. de C.V., México, D.F., 1991)

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