jueves, 19 de septiembre de 2019

El monstruo doblegado, Chiapas



Vamos a conocer al monstruo más antiguo de nuestra cultura. Un monstruo que hace dos décadas apenas fue dominado. Su edad se calcula entre los 18 y los 40 millones de años. Se tragó durante siglos a muchos seres humanos que se aventuraron a desafiarlo en sus aguas, en sus acantilados, en sus profundidades, en su terreno. Se quedó con todo aquel que intentó navegar en sus aguas.
A 23 kilómetros al norte de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, nos encontramos con él, con sus impresionantes muros de más de mil metros de altura. con su vegetación que se aferra y crece amarrando sus raíces al viento, con su fondo por donde corre un río que oculta su magia: el río Grijalva. Todo impone, todo resulta majestuoso, es en realidad, un bello monstruo de la naturaleza.
El monstruo no con todos se portó mal: respetó la vegetación y los alimentos, la fauna que desde hace siglos compartía su imponencia y que durante siglos se reprodujo hasta que el hombre llegó a despojarlos el uno del otro.
El Cañón del Sumidero fue, hasta hace dos décadas, impenetrable. Legendario por sus animales, sus acantilados y sus aguas, que se unificaban para proteger su territorio, magia que atrajo a varios grupos de científicos a internarse parcialmente en el cañón a partir de 1915.
La historia que envuelve a este cañón, llevaría horas y horas de relatos. Baste decir que fue lugar de sacrificios de docenas de indígenas de Chiapa de Corzo que se resistieron a los conquistadores españoles. Se narra que en 1527, el capitán Diego de Mazariegos atacó a los habitantes de Chiapa en el cañón de Tepechia, dentro del Sumidero, y los indígenas, lejos de rendirse, prefirieron la muerte en garras del cañón, de su cañón, y no de los conquistadores. 
Este monstruo fue creado por una falla tectónica, es decir, un acomodamiento de las capas de la corteza terrestre, un fenómeno que pudo haber ocurrido hace unos 18 o 40 millones de años.
Los fósiles encontrados en la materia rocosa de los precipicios del cañón, han hecho pensar a los científicos que, en un pasado muy remoto, esta zona fue un lecho marino.
Durante siglos este cañón fue el dominador, pero, al fin, no pudo contra el avance técnico, contra la máquina y los explosivos que lo dominaron. La primera excursión exitosa fue a lo largo de su río: el Grijalva.
Su derrota total se debió a la construcción de la presa de Chicoasén, una de las más grandes e importantes del país. Su sumisión se inició en el año de 1980, cuando la apertura de la presa causó sensación por su tamaño y por el trabajo que tuvo que hacerse para ganarle la batalla al monstruo. Solo que la lucha fue desigual, a traición: no hubo aviso.
Así, miles de víctimas, los antiguos aliados del cañón se vieron perdidos frente a la detención del agua, frente al líquido que subió de nivel hasta cubrirlo todo. Algunos animales fueron rescatados pero la mayoría perecieron. Su selva, sus muros inexpugnables, se volvieron en contra de ellos y no pudieron salir. No se les dio tiempo de hacerlo, sólo uno que otro logró escapar escalando los muros o volando, pero los nidos y las crías, las orquídeas silvestres, mágicas, que surgían de los acantilados, perecieron.
Así, ese día de aquel año, la historia registró el hecho mágico, la derrota del cañón del Sumidero, el triunfo de la generación de la electricidad, el funcionamiento de la reserva de agua en Chicoasén, el vaso de 20 kilómetros de longitud.
Ya domesticadas las aguas, se puede navegar en ellas y encontrarse con los vestigios de su imponencia. Lo que sirvió de tumba para los indígenas de Chiapa de Corzo y para cientos de especies, ahora sirve de camino para llegar hasta la presa misma. Sigue siendo impresionante, sigue siendo misterioso, visto desde arriba o desde abajo, como quiera que sea.
Sigue guardando algo de su magia. Se está adaptando a su nueva vida, una que atrae turistas de todas partes del mundo, para admirar, sobre todo, al árbol más grande del mundo, resultado de formaciones caprichosas que durante millones de años se han ido esculpiendo en el muro del cañón.
Nuevas plantas y animales se están asentando en sus paredes y en sus aguas, bastante más altas que antes. Ya tiene un uso productivo, no sólo es bello. Ya se exhibe ante todos como una parte más de lo que tenemos de mágico en nuestro país, en nuestro Estado de Chiapas. Donde todavía hay mucho más, El Estado de Chiapas que doblegó al monstruo del Sumidero.


(Tomado de: Sendel, Virginia - México Mágico. Editorial Diana, S.A. de C.V., México, D.F., 1991)


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