Exhortación de los Diputados
Para las Cortes a los habitantes de Nueva España.
[En la que se llama a la unión para luchar por la equidad y la justicia].
Discretos, juiciosos y fieles habitantes de las provincias de este hermoso y felicísimo reyno: quando impedidos del zelo por la religión, del amor a la patria y del deseo de la futura permanente felicidad de estos países privilegiados, estaban vuestros Representantes en cortes alegres en el sacrificio que hacían de su comodidad y quietud, por que iban en vuestro nombre a procurar la mayor gloria del Señor, el cabal esplendor y lustre de la heroica nación española, la libertad de un Príncipe tan digno como desgraciado, la universal prosperidad de ambas Españas, y que quedarán indeleblemente escritas en los fastos de la historia las demostraciones de la religiosidad, patriotismo, fidelidad y heroísmo de este venturoso terreno: quando impacientes por el logro de tan sublimes é importantes fines, sin embargo del dolor natural de alejarse de vosotros, llevaban con amargura los precisos moemntos de dilación en su marcha, por lo que retardaban el instante de presentarse en Europa la representación Americana, despues de vencidos trabajos y peligros de tierra y mar, como un exemplar de fidelidad, de patriotismo, de cristiandad y de nobleza: los detestables movimientos con que algunos, mal aconsejados y temerarios, han perturbado, en muy pocos lugares la tranquilidad y órden público, los estrechan a comenzar las funciones de su alto encargo, dirigiéndose a vosotros mismos.
No es esto suponer en vosotros aún el mas ligero principio del mal, que todos detestamos es sí solo confortaros para que gloriosamente perfeccioneis el bien tan santamente comenzado: es pediros que con la constancia en vuestros procederes generosos y nobles, hagais ver al universo, que el yerro detestable de unos pocos solo sirve para acrisolar y hacer que brille mas la fidelidad y virtud general de la Nueva España, como ha servido á la de la antigüa el no haber imitado a los que desgraciadamente prevaricaron; y finalmente que vigoriceis la voz de nuestra representación con la conservación de vuestro empeño por la santa causa, y que hagais lo que pide de todos la religión, la pátria, el honor y vuestro verdadero interes.
Solamente la soberbia puede hacer creer al hombre que sus pensamientos y medidas son capaces de mejorar las cosas por los caminos mismos que la esperiencia ha acreditado, propios únicamente para empeorarlas, y ofuscándole la razón lo precipiten á abismos de males. Emprende con arrogancia; pero esta sirve solo para dañar á innumerables y hacer víctima de la desgracia aún al soberbio mismo.
La santa religión, obrando dulcemente sobre nuestros espíritus, es la que conduce al hombre por principios siempre justos, siempre benéficos, siempre saludables. El amor y respeto á Dios, y el amor y compasión á sus hermanos, son sus dos bases, y sobre ellas se levanta sólidamente el admirable edificio de la sociedad cristiana y civil. Con solo estos principios afirma la autoridad y protexe la justicia: une á hombres y los hace obrar unidos en bien de todos. Sin ella la autoridad no se respeta, y el vicio triunfa: sin ella no reyna el amor paciente, generoso y de caridad, y una pequeña chispa abrasa y devora el hermoso campo de una sociedad floreciente. Ella fundada en la verdad no tolera pretextos para obrar el mal con disimulo a los ojos de los hombres, y eternamente condena toda transgresión de sus santas é inalterables máximas.
Exige con imperio, por el respecto á Dios, la fiel observancia de los juramentos prestados en su santo nombre, y de quanto necesita su cabal cumplimiento: demanda el aborrecimiento de toda acción pecaminosa, y mas la del escándalo; y clama por el origen de la felicidad comun, que es la santa union entre los hombres. ¿Y todo esto no se ve conculcado si no tomais empeño en impedir el progreso de aquellos movimientos : si no lo tomais en sufocar la perversa semilla de la discordia?
Ella es la que ha hecho buscar pretextos para levantar estandarte en que consta escrito lo contrario de lo que se obra. Se dice que viva la religión, al mismo tiempo que se violan su moral y sus preceptos: que viva el deseado Fernando, al mismo tiempo que se ponen medios para debilitar la fuerza de sus armas, la defensa de sus estados: y que muera el mal gobierno, á el mismo tiempo que se quiere vivir sin ninguno, por que jamas lo tiene la asonada y confusion. Solo sirve esta para facilitar al tirano universal de la religion y del estado lo que tanto ha deseado, y es dividir la antigüa de la Nueva España, para que aquella sucumba sin los socorros de esta; esta no se sostenga sin las armas de aquella, y ambas sean presa de su tirania, ó del poder de otra nación armada y poderosa. Unidas ambas triunfarán por fin con el favor del cielo, y lograrán la corona de sus fatigas; pero separadas, hoy será la una causa de la desgracia de la otra, para que mañana esta misma coopere á la ruina de aquella, y queden para siempre sepultadas la gloria y la libertad de ambas.
esta es la verdad, y engaño lo contrario, y por tanto la pátria exige que por todos los arbitrios se procure la conservación de la tranquilidad y de la union. Por medio de ésta se tributará á Dios el culto pacífico y solemne que la ennoblece, se cuidará de las buenas costumbres, que hacen a los estados florecientes y respetables: se formará el nudo indisoluble, que tanto irrita al enemigo comun, por impenetrable a su traidora espada: y se conservará terso y sin mancha el honor de estos fidelísimos y cristianos reynos.
Ellos debieron la felicidad del cristianismo á los religiosos esfuerzos de los Monarcas españoles: ellos han progresado baxo sus sabias leyes, y de España recibieron la sangre y la nobleza los españoles americanos, quienes hasta los días presentes han correspondido á su metrópoli con su amor, su docilidad y sus arbitrios, resultando de esta hermandad y alianza la felicidad general. Tamaño bien no puede desatenderse sin ignonimia y deshonor. Por bienes de menos consideracion pide la prudencia conservar la union y despreciar quejas, que pueden gloriosamente disiparse en tiempos mas oportunos. Defender a los padres de la opresion y servidumbre: socorrerlos en su necesidad, y acreditar siempre la gratitud es loable en los hijos, á mas de ser obligacion, como lo es en los padres procurar las ventajas de estos, y en el protector las del cliente, y en todos defender lo que forma su esplendor y su gloria. Son tan estrechos los vínculos que la naturaleza y las leyes han establecido entre ambos, que es imposible imaginar honor ó ignominia en uno que no sea trascendente á los otros. Asó cooperar con todos sus arbitrios los españoles de ambos mundos á la laudable union que los ha conservado, es timbre de la nación entera, y de la santa religion, que hoy mas que nunca pide la conservacion de los estrechos lazos de la caridad en beneficio de ella misma y del interes sólido de quantos tenemos la dicha de profesarla.
Desgraciada la Nueva España si en ella llegáran a dominar las divisiones. Se ofuscarán sus glorias: se frustrarán sus esperanzas: y se acabará su interes. No son predicciones funestas de ánimos afligidos: son doctrinas sentadas en el libro magistral de la esperiencia. Es demasiado grande para referir quanto contiene: pero alguna cosa de las recientes podemos traer á la memoria para convencimiento. Mirad á Francia, á esta nacion, á la qual sus ciencias, sus artes sus industrias y sus armas habian hecho casi árbitra del mundo, y decidnos ¿hasta quando duraron sus glorias, y qual fué la época en que se vio privada con ignominia de ellas? ¿No es verdad que duraron mientras que se conservó unida, respetando las potestades, venerando las leyes, manteniéndose tranquila, y siendo sábia hasta los términos que decía San Pablo, esto es, los de la justa sobriedad? ¿No es evidente que desde que abrazó el partido de la division y novedad se convirtió en objeto de detestacion, y que por querer mostrarse mas sábia de lo que conviene, solo causó á si y á otras naciones muerte de millones de hombres (triste consecuencia de toda revolucion), devastacion de providencias, ruina de estados, y que por último el decantado proyecto de una libertad imaginaria lo concluyeron con hacerle vilmente esclava del hombre mas aborrecible, por que ya no podia sufrir los males que le causaba el fermento de su division, y porque tarde y á costa suya conoció que no es posible que los hombres puestos en movimiento, y exaltada la ambicion de cada uno puedan poner fin a la rebelion y desconcierto, como confesó a su pesar uno de los faccionarios mismos? Esta es verdad de hecho, y que nadie puede negar si observa con humildad la miseria del hombre. En su retiro, y preocupado piensa facil y sujetable á órden un movimiento popular que transtorna un sistema social ya establecido, y si por precipitacion lo emprende, despreciando los medios que sirvieran para una pacífica racional reforma de abusos y defectos, viene á hallarse implicado en males sin remedio, sin conseguir su fin, y quedando por autor de mayores excesos. La soberbia del hombre y sus pasiones una vez sueltas no se sujetan a la misma razon que antes servia de freno, y resistiendo toda sujecion la subordinacion falta por grados. como ya se oye de esos hombres que se han revuelto, y viene á resultar de la imaginacion de reforma el universal transtorno.
Pocos son los lugares á donde ha llegado la llama que se desea apagar; pero en ellos se observan lagrimas, vejaciones, opresion y ruinas, y á otros amenaza la necesidad y la hambre, consiguiente á la destrucion de los sembrados que ya han consumido los bagages de los revoltosos, y en que como en la dilapidacion de otros bienes, serán perjudicados muchos hijos del pais por el derecho de suceder á sus padres, los que conservando sus riquezas pudieran proporcionarles una suerte mas ventajosa y brillante. ¿Y no será interes de todos procurar con viva diligencia extinguir esa maldita discordia que lo causa todo, que ofende la religion, que destruye la pátria y favorece á su enemigo, que mancha el honor y destruye nuestro verdadero interes?
Sí, sí, y por tanto todos cooperamos á tan importante objeto segun nuestros arbitrios. Sacerdotes, anunciad con vigor la ley de Jesucristo, ley toda de amor y de caridad, ley que por lo mismo prescribe no el amor que tienen aun los Etnicos, sino tambien el de los enemigos, que pide evitemos hasta las palabras que ofenden, por que son dice San Pablo, útiles solo para la subversion. Repetid el ejemplo del Señor sufrido y perdonando injurias y manso y suave aún en las palabras de correccion. Inspirad en todas partes el amor mutuo. Jueces, Padres y Rectores inculcadlo tambien con discrecion. Súbditos, prestad vuestros oidos con docilidad á los consejos de la religion y la sabiduria, que os lo piden para vuestro provecho.
Tomemos todo empeño en olvidar y desterrar sobrenombres que nos dividan. Suene solo la amable voz de cristiano español, que nos dice quanto nos interesa. España es una aunque tenga diversas provincias, unidas ó distantes: la religion es una, aunque haya en ella diferentes estados: y por lo mismo todos somos hermanos por religion y por origen: todos hijos de la Iglesia y de Jesucristo, para quien no hay distincion de judio ni de griego, y todos vasallos de un mismo Soberano; en cuyo vinculo nos enlaza, ademas de las razones insinuadas de la naturaleza y la política, la del religioso juramento que como tales hemos presentado.
No es justo ni prudente por medio de convulsiones peligrosas buscar remedio á quejas que lo tienen expedito en la paz y hermandad, útil á la religion, necesaria á la pátria, conveniente al honor e indispensable para nuestro verdadero interes, hoy especialmente que la Providencia nos ha puesto al frente un Gefe que tendrá, nos atrevemos á asegurarlo, una dulce satisfacción de extender hasta donde pueda la clemencia con los arrepentidos.
No cerreis, pues, los oidos fidelisimos habitantes de estas provincias, á la voz de vuestros Representantes: vuestra docilidad dará mas eficacia á nuestra representacion, y ella junta en las córtes con la de las otras provincias, hará que se vean triunfantes con devida igualdad los derechos de todas las partes que componen la monarquía: que todos queden sin motivo de queja gobernados por leyes sábias, en que solo resplandezca la equidad, justicia é imparcialidad, que son los fines de la congregación de ellas, decretada para gloria de Dios y de su santa religion, bien de la pátria, honor de la nacion entera, y firmeza del sólido interés de todos. México, y Octubre 3 de 1810.
(Tomado de: Briseño Senosiain, Lillian; Ma. Laura Solares Robles y Laura Suárez de la Torre (investigación y compilación) - La independencia de México: Textos de su historia. Tomo I Antecedentes. La lucha por la libertad. Coedición SEP/Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. México, D.F., 1985)
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