sábado, 14 de septiembre de 2019

Juan Cordero


(Juan Cordero: retrato de Dolores Tosta de Santa Anna)

Nació en Teziutlán, Puebla, en 1824; murió en Popotla, D.F., en 1884. Apto para el dibujo desde niño, su padre lo envió a la capital de la República a que estudiara pintura, y en 1844 a Italia, a perfeccionarse bajo la dirección de Natal de Carta. Una de las primeras obras que ejecutó fue el Retrato de su maestro, el cual mereció ser colocado en la Academia de San Lucas. En 1845 ganó un concurso, envió a México algunas de sus pinturas y los directivos de la Academia de San Carlos le concedieron por ellas una pensión con la que pudo continuar sus estudios. Sin remuneración alguna, fue agregado a la legación mexicana ante la Santa Sede. En 1846 ganó el primer premio en el concurso anual de pintura de Roma. En 1850 mandó a México sus cuadros Moisés y la Anunciación, que fueron expuestos al público en la Academia y luego reproducidos en litografía para divulgarlos. Obras importantes de sus años en Roma son los retratos de los jóvenes Pérez y Valera (1847), La mujer del panadero (1847), Autorretrato (1847), Retratos de los hermanos Agea (1847), La mora (1850) y Colón ante los Reyes Católicos (1850). En 1854 regresó a México, después de una larga permanencia en España. Trajo consigo un gran cuadro de caballete: El redentor y la mujer adúltera (1853), que exhibido en la Academia suscitó discusiones. Propuesto para subdirector de esta institución, rechazó el puesto para no quedar subordinado a Pelegrín Clavé, iniciándose de ese modo una profunda rivalidad entre ambos. Por esos días Cordero pintó el retrato del Presidente de la República, a caballo [Antonio López de Santa Anna], y el de su esposa Dolores Tosta de Santa Anna; el mandatario, en reciprocidad, lo nombró director de la Academia, pero la Junta Directiva defendió a Clavé basándose en el carácter autónomo de la institución y éste conservó su cargo. Entonces Cordero se dedicó al muralismo. Pintó primero, sobre el arco de medio punto del presbiterio de la iglesia de Jesús María, Jesús entre los doctores; después, al temple la cúpula de doble bóveda de la iglesia de Santa Teresa, con el tema de Dios Padre y las virtudes cardinales y teologales, de efectos sorprendentes por su trazo y colorido; y entre 1858 y 1859, la cúpula de la iglesia de San Fernando, con la Inmaculada Concepción, de colorido suave, menos violenta y grandiosa que la anterior. Amigo del doctor Gabino Barreda, pintó el retrato de éste y un mural en la Escuela Nacional Preparatoria: Triunfo de la ciencia y el trabajo sobre la envidia y la ignorancia (1874), obra de vanguardia filosófico-social, inaugurada con un discurso del director del plantel y ya destruida. En 1875 presentó en una exposición numerosos retratos, sobresaliendo Las hijas de don Manuel Cordero. Otros retratos hechos por él son los de Doña Bernardina Guerrero de Agea, Doña Isabel Arriaga de Cordero, Doña María de los Ángeles Lardizábal de Carrera y el General Martín Carrera (1868). Por su “anhelo heroico, monumental, público -al decir de Alfaro Siqueiros- es un antecedente tradicional de importancia para el presente y el futuro de la producción de las artes plásticas en México”. V. Juan Cordero… Exposición General de su obra. Palacio de Bellas Artes. Texto de Javier Villaurrutia. Fichas bibliográficas de Salvador Toscano (1945); 45 autorretratos de pintores mexicanos. Siglos XVIII a XX (1947); Justino Fernández: Arte moderno y contemporáneo de México (1952).  


(Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S. A. México D.F. 1977, volumen III, Colima - Familia)

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